Reencuentro
Hola chicas. ¿Como les esta yendo en esta Cuarentena? ¿ya estan al borde de la locura? Les traigo algo de amor y entretenimiento de por lo menos 20 minutos de lectura, espero que les guste. Hoy me toco descansar despues de casi 3 dias sin salir del hospital, me explotan demasaido... bueno, como siempre, mantengan sus manos limpias, usen tapabocas si van a salir y cuidense mucho. Seguimos adelante y en un futura diran: "Yo sobrevivi a la pandemia 2020". Ahora, las dejo con la siguiente continuacion.
~ 1 ~
En el momento en que escuchaste esa voz, todo tu cuerpo se quedó estático; parecía que no tenías fuerzas. Algo dentro de ti quería que giraras en ese instante y que saltaras de alegría al saber a quién le pertenecía esa voz, pero había una fuerza que aun te decía que no confiaras, que lo que estabas escuchando era una alucinación como las que habías mantenido en el primer año de luto, que te llevarías una gran desilusión al saber que en el momento en que giraras no habría nadie detrás de ti. Albiore te tomo sutilmente de tus hombros y te obligo a que giraras y vieras de quien se trataba.
-No puede ser- susurraste mientras diste un paso -imposible- tus ojos de inmediato se cristalizaron
-Hola- te saludo y le viste que iba a decir algo, pero opto por permanecer en silencio. Paso a paso te acercaste hasta donde estaba, con mucho temor posaste cada una de tus manos en sus brazos, los apretaste ligeramente
-¡Mü!- gritaste mientras te afianzabas fuertemente a él -¡mi Mü! ¡Estas aquí! ¡Estas otra vez conmigo!- él no te respondió pero si te apretó fuertemente a su cuerpo
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El Caballero de Plata Albiore al observar tan íntimo reencuentro decidió que era hora de que ellos salieran de ahí, observo a Mü en silencio y se despidió con la mirada, él solo asintió mientras mantenía a la joven diosa entre brazos. El llanto que profesaba la joven era un grito de su alma, por fin, después de tanto tiempo pudo ver a aquel que había caído primero en batalla; los soldados que en ese momento custodiaban la entrada al templo solo observaban y alguna que otra lagrima traicionera resbalo, el llanto de la joven que se había reunido con uno de sus soldados caídos les había conmovido; Mü solo se dedicó a abrazarla fuertemente y besar su cabeza para tratar de calmarla, pero ella se encontraba demasiado alterada en ese momento.
Cuando Athena se calmó un poco, comenzó a caminar, ella iba aferrada al cuerpo de su guardián; como temiendo que si lo llegase a soltar se iría de ahí, caminaron un poco más y de entre una de las columnas del sitio apareció Saga, Ángelo y Aioria. La joven se soltó poco a poco de Aries y camino a paso lento hacia el encuentro con Leo, ella le toco el rostro y delineo cada parte de este, Airoria solo se dejó hacer hasta que la tomo de los hombros y la abrazo a su cuerpo, de nuevo se disparó el llanto de la joven.
De pronto sintió que alguien la tomo de uno de sus brazos para sacarla del pecho de Leo e ir a otro más, Ángelo la acuno en sus brazos mientras trataba de calmarla acariciando una y otra vez sus cabellos, la joven diosa no podía creer que era verdad lo que aquella deidad le había dicho, se había atrevido a realizar lo que para ella era imposible… traerlos de la muerte. Se alejo un poco de Cáncer para verlo a los ojos, quería asegurarse que se trataba de él y cuando se aseguró que también era real, desvió un poco la mirada para darse cuenta de que Saga le extendía su mano, ella la acepto titubeante, no tenía el valor suficiente para posar su mano en la de él, un "Ven" que salió de los labios del Guardian de la Tercera Casa derribo sus dudas y tomo su mano, lo abrazo tan fuerte que sintió que podía ahogarlo, el pecho del mayor de los guardianes de Géminis quedo mojado por las lágrimas que ella había derramado. Como en pocas ocasiones, Saga mostraba un rostro apacible y lleno de ternura para la joven que amenazaba con perder las fuerzas de sus piernas en cualquier momento.
-No te vayas- le pidió entre sollozos la chica -no te vuelvas a ir
-Aquí estoy- le respondió -como siempre, a tu lado- susurro entre sus cabellos
Ahora iba tomada de la mano de Géminis y de Leo, dieron unas cuantas vueltas más y en el trayecto del camino se encontraron con Tauro, Sagitario y Capricornio. Ya sabía que no se trataba de ninguna clase de ilusión que su cansada mente le estaba jugando, que las personas que se encontraban ahí en ese sitio eran de carne y hueso, que hasta ese momento todo lo que estaba viviendo era real y que así se iba a quedar; así que sin miedo a perder a aquellos con los que ya se había reencontrado se tiró a los brazos de Aldebarán quien la acogió para abrazarla, ella había olvidado que Tauro era demasiado alto y que tuvo que quedarse colgada de su cuello para no caer al suelo, cuando la bajo al piso de inmediato abrazo a Shura quien le pedía que dejara de llorar, que no le gustaba verla de esa manera, pero él al igual de los demás Caballeros que ya se habían encontrado de nuevo con su amiga habían derramado lágrimas, porque el sentimiento que vieron en ella era puro y el alivio de volver a tenerla entre ellos era real.
-Deja de hacer eso- le pidió Capricornio
-No puedo- respondió ella en una voz apenas audible al oído de Shura
Aioros trato de limpiar las lágrimas que se negaba a dejar de aflorar de los ojos de su diosa, pero era una tarea imposible, porque esas lágrimas ya no eran de tristeza sino de felicidad y en ese momento era imposible de parar. Ella le pidió perdón una y otra vez por haber hecho que su hermano menor llorara su muerte, mientras que el Caballero de Sagitario la calmaba con palabras suaves, la garganta de la joven ya ardía de tanto grito de dolor y de culpa que cargo durante todo ese tiempo.
-Ya basta- le pidió Aioros
-Es que si hubiera tomado la decisión correcta…
-El hubiera no existe- le respondió suavemente -ya paso, aquí estamos contigo, aquí estoy a tu lado- le susurro
-Perdón, no lo voy a volver a hacer
-Tranquila- pidió nuevamente mientras acunaba el rostro de ella en su hombro
Pronto doblaron por una esquina y ellos se detuvieron, ella los miro y Aries le señalo con la mano que tenía que adelantarse sola durante unos minutos; Athena solo asintió y cuando doblo sola en esa esquina sintió que le faltaba el aire, corrió de inmediato a los brazos del joven y beso sus labios en un beso corto pero lleno de necesidad, de amor, de falta. Despego sus labios de él y acuno su rostro entre sus manos, volvió a besarlo; pronto escondió su rostro en el pecho del Caballero de Virgo, de nuevo el llanto de culpa y alivio apareció y con ellos los Caballeros que la venían acompañado.
-Perdóname, por favor- pedía entre llantos mientras resbalaba por el cuerpo de Virgo -no quería que murieras, no quería sacrificarte de ese modo, no quería…
-Tranquila- pidió mientras se dejaba caer con ella al suelo -por favor, deja de llorar
-No quería que perdieras la vida- continuaba -no quería… no quería que te pasara eso
-Tranquila por favor- le volvió a pedir
-Fue mi culpa- hablo en voz alta -fue mi culpa que todos ustedes perdieran la vida
-Para- le volvió a ordenar. Pero tal parecía que ella no deseaba hacerlo
Comenzó a hablar en su lengua natal, ninguno de los presentes sabía que era lo que le estaba diciendo, ni siquiera la diosa, pero poco a poco fue calmándose y cuando pudo dejar de llorar, la ayudo a ponerse de pie. Athena se aferró a abrazarlo fuertemente y las lágrimas se negaban a dejar de hacer acto de presencia.
Era mutuo acuerdo que el encuentro de ellos dos debía de ser al menos por unos escasos minutos íntimo, solo entre ellos dos. Shaka le dijo en broma que le estaba manchando la camisa, pero ella solo lloro aún más mientras se aferraba fuertemente a su cuerpo. En la siguiente vuelta se encontró con Kanon y Dhoko, la joven salió disparada a los brazos del Géminis menor quien apenas la tuvo entre brazos comenzó a llorar, ambos tenían un fuerte lazo de amistad que solo pocos entenderían, Kanon la alejo de su pecho después de que logro calmar sus lágrimas y la encamino hacia el Guardian de la Séptima Casa… el grito de papá se escuchó en todo el sitio y se abrazó fuertemente a su cuerpo
-¡Perdón! ¡Perdón!- le gritaba mientras escondía su rostro en el pecho del Líder de los Caballeros Dorados -¡No debí dejar que Hades acabara con tu vida! ¡No debí! ¡Fue mi culpa!- continuaba diciendo
-Cálmate- le pidió en un susurro mientras
-¡Fue mi culpa!- continuaba mientras el llanto aumentaba, era desgarrador y lleno de mucho dolor -¡Fue mi culpa!
-Tranquila- pidió de nuevo, pero tal parecía que eso no era suficiente para ella así que decidió hablar en susurro, pero ahora en su lengua natal.
Y tal parecía que hablarle en la lengua natal de cada uno de ellos funcionaba, tal vez era porque ella no podía entender ni una sola frase o solo porque disfrutaba escuchar aquellos idiomas ajenos a ella, porque poco a poco el llanto y las palabras llenas de culpas cesaron en poco tiempo. Retomaron el camino mientras que la diosa se mantenía cerca del padre que la adopto desde el momento en que había pisado ese Santuario, desde el momento en que ella había fallado en su tarea de atravesar las 12 Casas. Pronto, a paso lento se pudo encontrar con el más reciente Caballero, este solo se encontraba de pie esperando por ella.
Y es verdad, que él no esperaba nada de parte de ella. No esperaba un abrazo cálido y lleno de alivio al verle, no esperaba que derramara lágrimas y gritos pidiendo perdón y alegrándose por tenerlo de nuevo a su lado, tal y como había estado escuchando desde hacía un tiempo. Claro que no, ¿Por qué debería de ser así? Apenas tenía un tiempo corto en esa Armada Dorada… pero cuando la vio correr hacia él y le abrazó tan fuertemente que pensó en si era verdad lo que estaba viviendo y poco a poco respondió el gesto de ella y la abrazo. Se despego un momento de él y ella acaricio su rostro; Radamanthys trato de quitarse ese gesto, no porque le molestara; sino por apariencia, él no debía mostrar sentimientos, pero aun así volvió a estrujarla en sus brazos.
-No vuelvas a dejarme, es una orden- le dijo mientras mantenía acunado el rostro de él entre sus manos
-No lo hare- comento mientras movía un poco su rostro, ella quito sus manos y se aferró a su cuello
-Perdón- susurro -prometo que cuidare más de tu vida de ahora en adelante Rada
-Cállate
Se alejo un poco de él, trato ella misma de limpiar sus lágrimas, pero en el momento en que escucho unos pasos, las lágrimas continuaron… corrió de inmediato, en esta ocasión fue demasiado impulso que logro tirar al suelo al joven quien la mantenía abrazada fuertemente a él. Su cómplice, su hermano de travesuras, él único que podía usar su nombre para que los demás hicieran sus tareas… Milo de Escorpión, Guardian del Octavo Templo. Nadie dijo nada, todos sabían que a pesar de todo la amaba demasiado, por eso cuando Milo se había declarado el Amante oficial de la joven nadie lo tomo en serio y claro que se molestó cuando todos le dijeron que estaba loco, pero si la diosa no decía nada para desmentirlo no podían hacer nada; todos sabían que solo era por molestar, en especial a Virgo, porque al final del día el joven no deseaban perder el lugar que tenía en la vida de ella, pero eso sería imposible… lo amaba demasiado como para alejarlo de ella… ¿Quién sino él sería capaz de seguirla hasta la locura más ocurrente que se imaginara? ¿Quién sino seria él quien entregaría su vida por la de ella? ¿Quién sino seria él quien se encargaría de ir al rincón más inexplorado del mundo solo para cumplir cualquier clase de capricho?
-Maldito desgraciado, me dejaste sola- le grito en su pecho mientras el escondía su rostro en su cabello
-Perdón- le respondió él llorando -no quería hacerlo
-Perdón Milo, perdona a esta humana que no pudo salvar tu vida- le rogo mientras se colocaba de rodillas frente a él -perdóname por dejarte morir, por no hacer nada
-¡No seas estúpida!- le grito cuando también se colocó de rodillas -¡No tienes por qué decirme eso! ¡Yo elegí vivir y morir para que tu siguieras con bien!
-¡No, fue mi culpa!- continuo
Milo la tomo del brazo para volver a abrazarla fuertemente a su cuerpo, ambos continuaron llorando un largo tiempo, el resto de los Caballeros solo observaban en silencio y en alguna que otra ocasión limpiaban alguna lagrima solitaria al ver el como ella se quebraba con su compañero.
En el momento en que se encontró con Camus sintió un fuerte dolor en su pecho y el recuerdo de aquella que se había convertido en una de sus más grandes amigas asalto su mente, frente a ella estaba una de las personas que era más cercanas a ella, tanto como lo era Milo pero también estaba un hombre que era amado por una mujer, pero en el impulso de esa guerra y su falta de valor para dar órdenes y que fueran acatadas le había costado muy caro. Su inmadurez como General había separado a dos personas que se amaban y que ella amaba. Así que se quedó de pie, frente a él… no tenía el valor de abrazarle, bajo la mirada y las lágrimas caían al suelo, había perdido la alegría de tenerle a su lado de nuevo, ahora era el remordimiento quien se hacía presente.
De nuevo cayo de rodillas al suelo, no podía siquiera verle a la cara, era demasiada la culpa que sentía con los demás que el ver a Acurio frente a ella la termino por derrotar. No tenía el derecho alguno de ir a abrazarlo y decirle alguna que otra palabra de alivio.
Camus se adelantó unos pasos y doblo rodilla al igual que ella, con mucha delicadeza poso sus manos sobre sus hombros, ella no dijo nada; así estuvo un tiempo, el que creyó que era lo mejor para no sentir el rechazo de la diosa, mientras que ella mantenía su rostro cubierto por sus manos sin dejar de llorar, pero en esta ocasión era por esa maldita culpa que sentía dentro de ella. Acuario sabia el motivo de porque estaba actuando así con él, como también sabía que no era de importancia porque como todos sabían, el primer y único amor que debía de tener un Caballero era la diosa, y si por alguna razón, por azares del destino encontraban a alguien con quien compartir su vida, quedaría debajo de los sentimientos que tenían hacia la deidad; así que no había culpas ni reproches para ella, porque al final del día ella había demostrado el amor que sentía para con ellos y que prueba más fuerte que el que hubieran vuelto a la vida.
Sintió que el cuerpo de Athena comenzó a temblar, esa fue la señal que espero para poder acercarla a él y abrazarla fuertemente, ella de inmediato comenzó a gritar palabras de arrepentimiento y aferrarse a su cuerpo mientras que él recitaba palabras en su lengua natal, algo que la joven no entendía muy bien pero sabía que eran reconfortantes y que Camus jamás sería capaz de odiarla.
Como pudo, manobrío su cuerpo para quedar sentado en el suelo y con él aquella joven que se encontraba temblando, al igual que a sus hermanos de la Orden, le dolía verla de esa manera, se suponía que era un reencuentro añorado por ambas partes, debía de haber solo felicidad y alegría, pero no lágrimas y mucho menos si eran de culpa, dolor y arrepentimiento. La escucho susurrar algo, pero no le dio mucha importancia, su labor ahora era tranquilizarla un poco y que se diera cuenta de que estaba feliz de poder estar a su lado una vez más.
Faltaba poco para reencontrarse con la última persona que era demasiado importante para ella, aquel que la defendía de todo y de todos, su pilar y su fortaleza, su más íntimo confidente de toda la Orden.
En cuanto le vio, camino lentamente hacia él y poso sus manos en su rostro, Afrodita solo le sonreía, la volvió a ver y tal parecía que esos tres años no habían pasado por ella, se mantenía de la misma forma en la que el recordaba, tal vez era porque era una diosa reencarnada y el paso del tiempo era muy diferente en ella pero lo que si vio un cambio fue en sus ojos que habían perdido el brillo y que apenas estaban con una ligera chispa, de nuevo despertando. Que su rostro y cuerpo se encontraba demasiado delgado, se notaban más los huesos en ella, su cara demacrada y cansada y unas ojeras marcadas. Sintió que su rostro era jalado hacia abajo por las manos de ella y se agacho hasta pegar su frente con la de la chica, ambos mantenían los ojos cerrados, disfrutando del contacto del otro, la joven dejo salir un suspiro para colocar su cabeza sobre el hombro de aquel bello joven, la abrazo tan fuerte a su cuerpo que pudo jurar que estaba a punto de quebrar el cuerpo de la diosa, pero era tanta su felicidad de poder estar al lado de ella, el llanto de ambos fue silencioso.
-Dita- le susurro, apenas se pudo entender entre esos sollozos
-Aquí estoy- le respondió -y esta vez para siempre
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Abrió lentamente una de las puertas que conducían al Salón Patriarcal, Athena se asomó levemente y pudo ver que frente a ella de pie se encontraba Shion. Paso muy lento, titubeando; algo le decía que no debía de estar en ese lugar, que no podía, que no debía.
-Pasa- le llamo aquella voz que tanto había extrañado -adelante- el cerebro de inmediato comenzó a enviar cada uno de los recuerdos que había formado junto a esa persona
La chica abrió esa puerta completamente y comenzó a dar un paso a la vez de manera lenta y con mucho temor, ese hombre la estaba esperando de pie a mitad del salón. Dio un paso más y un recuerdo la golpeo a la mente y vio de nuevo cuando ella se encontraba frente a él a punto de comenzar a pelear en su contra, dio un paso más y otro recuerdo más… esta vez cuando se encontraba intercambiando golpes contra él. Dio un paso hacia atrás y el recuerdo más doloroso apareció… en ese momento ella cayo de rodillas y comenzó a ver sus manos, su mente le volvió a hacer esas jugarretas que usaba para atormentarla, pues parecía que de nuevo estaban manchadas con sangre.
-Perdón- comenzó a susurrar sin dejar de ver sus manos -perdón, no era mi intención, yo no quería hacerlo
-Athena… ¿Qué te pasa?- le pregunto mientras se acercó de inmediato a ella
-¡Perdón, yo no quería! ¡De verdad que no quería!- grito mientras se cubría su rostro con sus manos
-¿Hija?- le llamo con duda.
-¡Perdón, yo no quería!- continua fuera de si -¡No quería matarte! ¡No quería matar a nadie! ¡No quería que nadie muriera!- grito con dolor
-Cálmate Athena, no pasa nada- le pidió
-¡Soy una asesina!- grito aún más fuerte -¡Yo fui quien los mato! ¡Mis manos están manchadas con la sangre de todos! ¡Yo los mate! ¡Fui yo quien los asesino!
-¡Athena cálmate por favor!- pidió de nuevo, pero ella se encontraba fuera de sí, su mente se encontraba ahora mismo con cada recuerdo de los Caballeros fallecidos en esa guerra.
Shion de verdad ansiaba abrazarla, acurrucarla a su cuerpo, pero ella se negaba, su cuerpo estaba tenso, casi inmovible. El cuerpo de la diosa temblaba demasiado y el llanto que ahora profesaba era un grito de dolor, un dolor que todos los Caballeros que se encontraban detrás de esa puerta sentían en su propia piel. El Patriarca del Santuario la llamaba una y otra vez, pero la joven diosa no daba señal de estar escuchando, se encontraba en su mundo, en esos recuerdos dolorosos que no hacían más que atormentarla cada noche, cada aniversario de la muerte de ellos, cada vez que tenía pesadillas; siempre aparecía esa imagen en su mente… el cuerpo de Shion atravesado por una lanza y la sangre de él manchando sus manos y resbalando en sus brazos.
Shion trato de quitarle sus manos de su rostro para verla; pero ella se negaba, solo se dedicaba a pedir perdón por lo que había hecho, Shion dejo salir un suspiro y comenzó a hablarle de manera suave y en susurro en su lengua natal, tomo un largo tiempo hasta que ella dejo de seguir pidiendo el perdón de él, hasta que cesaron los gritos desgarradores y solo quedo el llanto y el espasmo del cuerpo de ella. Le continúo hablando y espero un poco más, coloco sus manos encima de las de ella y espero otro poco más para poder dejar libre el rostro, los ojos de ella continuaban cerrados y él como buen padre comenzó a secar las lágrimas de su rostro, tomo parte de la manga de su túnica para poder limpiar su nariz. Continúo hablando y la tomo de las manos para que se pusiera de pie junto a él pero no lo lograba, así que se decidió a quedarse arrodillado junto a ella, continuo con las manos de la chica entre las suyas hasta que decidió que era el tiempo justo y la jalo hacia su cuerpo, ella solo se dejó hacer y se dejó acurrucar por él.
De nuevo, después de mucho tiempo volvió a escuchar como le cantaba en aquel idioma que no conocía y aunque ella continuaba llorando estaba atenta a ese canto. Continúo llorando en el pecho de Shion hasta que se calmó y por fin el cansancio la venció.
-¿Puedo pasar?- escucho que le preguntaron
-Adelante- le respondió, Dhoko de inmediato se acercó a donde estaba y se arrodillo para quedar a la altura de su amigo
-¿Se durmió?- el Patriarca asintió -fueron demasiadas emociones en menos de una hora
-En su corazón aun alberga culpa- le comento -por la muerte de todos nosotros… Dhoko… ¿Qué podemos hacer para que eso se borre?
La mirada de Shion se veía derrotada, aquella mirada que demostraba una gran ansia por volver a ver a aquella diosa que se le había encomendado cuidar se transformó a una de dolor… no estaba preparado para verla de esa manera, tan delgada, tan pálida, tan rota, tan llena de dolor, de culpa, de arrepentimientos, de algo que ella sabía que jamás se perdonaría a sí misma.
Le dolía en el alma verla así, no estaba acostumbrado, no espero verla en pedazos, pero de algo estaba seguro; era de que él y los demás Caballeros se iban a encargar de juntar esos pedazos y de reparar el corazón y el alma de ella, lo juraba como Patriarca y como antiguo Caballero Dorado.
Con algo de ayuda de Libra se puso de pie y tomo entre brazos a la chica, la llevo hasta sus aposentos donde la deposito en su cama, salió de ahí; volvió a los pocos minutos con una mesa y detrás de él algunos soldados con una silla y papeles. Estaría con ella hasta que despertara mientras que él solo se dedicaría a verificar el estado en el que se encontraba el Santuario.
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~ 2 ~
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-Y… ¿Qué vamos a hacer?- pregunto aburrido Milo mientras bajaba las escaleras junto a los demás
-No tienes remedio- le respondió Camus -Athena se encuentra indispuesta y tu solo piensas en fiestas
-Oye, debemos celebrar que estamos todos juntos ¿no lo creen chicos?- los jóvenes solo se quedaron callados ante el comentario de Escorpión
-Yo te apoyo Milo- dijo Aioria, su hermano lo regaño
-Está muy delgada- comento Shura cuando arribaron al patio trasero de la Casa de Piscis, todos callaron -hasta parece que en cualquier momento se va a quebrar
-Su Cosmo energía también es muy débil- toco el turno de Shaka
-La mirada la tiene apagada- señalo Aioros
-Sus ojos llenos de ojeras- apunto Aldebarán
-Es normal, por así decirlo- dijo Mü y los demás esperaron a que continuara, pero se adelantó Afrodita
-Solo imagínense tener que enfrentar una de las peores guerras en su vida, ver que pierdan la vida personas que amas y que son muy cercanas a ti- callo un momento mientras veía a sus compañeros de armas -Athena sabe que gano la batalla contra los dioses gemelos y en un lapso contra Hades, pero perdió la guerra
-¿Por qué dices eso Dita?- le pregunto Cáncer y el otro solo dejo salir un suspiro de cansancio y resignación
-Porque nos perdió a nosotros- completo Kanon
-Porque perdió al maestro Dhoko y al Patriarca- completo Saga
Los Caballeros se quedaron callados, no sabían cómo responder a eso. No sabían que tan lastimada había quedado la joven. Todas las miradas se encontraban en el Salón Patriarcal, lo que se supone que debía de ser una fiesta, de que todo fueran risas y abrazos al final solo resulto un aura de tristeza. Pero sobre todo, escuchar que se dijera una y otra vez que era una asesina, que era la culpable de lo que les había pasado, había sido algo duro para ellos.
-¿A dónde vas?- le pregunto Ángelo
-A mi casa- respondió secamente -¿acaso crees que me iba a quedar aquí parado todo el día? Me voy a ir a acostar
-¿En dónde está tu templo Radamanthys?- le pregunto con mucha curiosidad Kanon
-Detrás de los aposentos de Athena, abajo… tomas una curva para subir directamente con ella- dijo con mucha simpleza retomando el camino que le había interrumpido Cáncer
-Jamás vi nada atrás del templo Patriarcal- se puso a analizar Milo
-Yo tampoco- se unió Leo -y eso que he vivido aquí toda mi vida
-El templo de Ofiuco se encuentra detrás de la montaña- dijo sencillamente -según Lira, me dijo que después de unos meses se escuchó un derrumbe y al ir a investigar se percataron de ese sitio
-Haber cuando nos invitas para conocerlo- respondió Leo
-Jamás- dijo y se fue de ahí
-Un día le caemos de sorpresa- dijo Milo sonriente
-Se me hace un buen lugar estratégico- comento Saga -si por alguna razón logran burlar nuestras casas, se toparían con una más que esta escondida
-La casa estaba limpia cuando llegamos aquí- comento Afrodita quien iba saliendo de su Templo -de una u otra forma, dentro de ella sabía que íbamos a volver, aún mantenía esa esperanza
-Claro que sí, ella jamás pierde la esperanza de nada- recito Aioros
-Deberíamos de hacer algo, una cena sorpresa- se animó a pedir Aioria -como la vez pasada en la que regreso al Santuario… ¿recuerdan?
-¿Cuándo la secuestro Apolo?- pregunto Camus
-Algo así, omitamos detalles- respondió Leo
-Athena no se va a despertar pronto- continuo Camus -y si lo llega a hacer se va a quedar hablando con el Patriarca y el maestro Dhoko y es posible que sea durante toda la noche
-¿Así que Shakita va a tener que esperar unos días más?- insinuó pícaramente Ángelo
-No seas imbécil- le respondió molesto y avergonzado
-Solo digo lo que tú no te atreves, pero si lo piensas- comento -solo mírate, ya te pusiste rojo- le acuso y comenzó a reír
-Vete a la chingada- dijo Shaka y salió de ahí dejando a los demás
-¡Decir maldiciones no va contigo!- le grito de nuevo Cáncer mientras estallaba en risas junto a Milo y Aioria
-Los va a matar un día de estos- les advirtió Mü mientras comenzó a seguir el mismo camino que la Virgen de Oro
-Y… ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué proponen?- se aventuró a decir Milo mirando a los pocos que quedaban ahí
-Voy a la taberna del pueblo-dijo Ángelo -¿vas conmigo?
-Vale- respondió -¿alguien más?
-Voy con ustedes- dijo Kanon
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Te moviste ligeramente colocándote de lado izquierdo, abriste lentamente los ojos, frente a ti se encontraba sentada una mancha, parpadeaste un poco hasta que pudiste recuperar la visión y pudiste ver que quien se encontraba sentado ahí era Shion, vestido igual que siempre revisando los papeles… parecía que no había pasado nada de tiempo. Aunque como siempre dudaste un poco, cuantas veces no habías visto esa imagen y al momento de ponerte de pie ya no se encontraba, lo querías tocar y la imagen se esfumaba.
Él no se había dado cuenta de que ya habías despertado pues estaba completamente absorto en esos papeles, de nuevo te volvió a ganar el sentimiento de verle con vida y las lágrimas comenzaron a caer por tu rostro, un sollozo ahogado hizo que descubriera que ya estabas consiente, de inmediato miro hacia dónde estabas y se puso de pie dejando todos esos documentos de lado, te medio incorporaste de la cama y te abrazaste a él apenas tomo asiento. De nuevo comenzaste a llorar, no es que no hubieras extrañado a los demás, ni que lo que sentías por Shaka fuera algo débil o que amaras menos a Dhoko, pero Shion; el actual Patriarca tenía un lugar muy pero muy especial y demasiado importante en tu corazón, en tu vida… al final del día… era tu padre.
En esta ocasión tardaste menos en calmarte, Shion solo guardo silencio y espero a que te tranquilizaras.
-¿Te sientes mejor?- te pregunto cuando te dio un vaso de agua y volvió a tomar asiento a lado de ti en la orilla de la cama
-Por supuesto que si- le respondiste mientras te recostabas sobre sus piernas -aun no puedo creer que de nuevo estas aquí, conmigo
-Gracias a ti- te respondió en susurro mientras acariciaba tus cabellos -eso me lo tendrás que decir después
-¿Qué?- preguntaste pero sabias a que se refería
-Como fue que nos has traído a este mundo de nuevo- suspiraste y trataste de acomodarte mejor -pero será después, por ahora es mejor guardar este momento
-Te extrañe tanto- confesaste -a ti y a los demás
Guardaron silencio, solo te dedicaste a recibir aquellas caricias, sabias que ibas a tener que contarle todo, pero como había dicho el Gran Maestro… seria después de unos días, ya cuando las aguas estuvieran tranquilas. Unos golpes tocaron a tu habitación, una doncella entro y llamo al Patriarca, él fue y tu decidiste ir a tomar un baño para después ir a cenar, el reloj marcaba las 19:45 pm.
Cenaron solamente tú y el Patriarca, pero en el momento en que estaban a punto de servir la cena entro Dhoko, Shion se puso de mal humor y tu sonreíste… de nuevo aquella escena en donde estabas muy cómodamente hablando con uno de tus padres y llegaba aquel que solapaba todas tus ocurrencias, tomo asiento a lado de ti y comenzaron a cenar.
Relataste todo lo que había pasado estos tres años, se rieron demasiado cuando les contaste que habías tenido que hacer las paces con Poseidón, que para haber logrado ese gran acto de paz habían intervenido Apolo y Ares y en ultima estancia se había unido Hades. Incluso les dijiste que Ikki y Orfeo habían sentido vergüenza en esa reunión que habían llegado a tener, eso te había ofendido.
Dhoko sabía que tenías un gran orgullo, demasiado como para ser tú la primera en firmar ese acuerdo, pero también sabía que tenías que firmar tu primero porque les habías ganado la batalla a todos ellos. Así que era muy difícil para ti firmar eso… en esa era en la que estaban viviendo no había necesidad alguna de seguir peleando, no había razón por la cual seguir en constante riña; un acuerdo de paz era lo mejor, que las siguientes generaciones de dioses que quisieran reencarnar en esos mismos dioses que actualmente representaban se podrían torturar, golpear, incluso matar entre ellos, pero ustedes querían vivir en paz. Al final del día, ninguno de los dioses reencarnados quería seguir perdiendo soldados a causa de sus caprichos o malentendidos.
Dhoko al igual que Shion soltaban carcajadas muy sonoras al igual que tú, claro en ese momento te daba mucha risa; pero cuando estabas ahí sentada, en la sala de juntas del Emporio de Poseidón estabas de mírame y no me toques. Les contaste que Apolo te amenazo con encerraste en aquella cueva donde te había tenido cuando estabas secuestrada, estar de nuevo en un lugar donde la temperatura ascendía a más de 45° grados y con mucha, mucha lava no era bonito y mucho menos cómodo.
Tenías mucho tiempo de que no te habías puesto a platicar con alguien y reír a carcajada limpia. Estabas de nuevo en paz, en completa tranquilidad y por fin tu corazón que se encontraba destrozado se estaba comenzando a curar.
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-¡Buenos días!- saludaste muy alegre y saltaste desde una altura de nomas de 7 metros, apenas y le diste tiempo al joven a que reaccionara a que pudiera atraparte
-Hola- te dijo mientras te dejaba en el suelo -¿sabes que pudiste haberte caído al suelo sino reaccionaba rápido?
-Pero eres un Caballero Dorado- respondiste mientras colocabas tus brazos alrededor del cuello de él -y jamás dejarías que me pasara algo
-Sabes que daría todo por ti- te acerco a ti mientras te abrazaba de la cintura y cerro el espacio que había entre ambos. Fue un beso lento y con mucha ternura
-Te extrañe mucho- le confesaste después de terminar el beso
-Yo también.
Caminabas abrazada al brazo de Shaka por el Santuario hablando de cada tontería que se les ocurría, se veía tan tranquilo el día, no había nada de preocupaciones que se les pudiera atravesar, claro… no pensabas en ese momento en lo que le debías a Hera, eso podía esperar un poco más. Pero dentro de ti, en algún momento de la vida tendrías que hablar con todos ellos y decirles el precio que habías pagado con tal de que ellos regresaran a la vida.
-¡Ay pero que linda pareja!- escuchaste que te gritaron, tu sonreíste pero te diste cuenta de que a Shaka le molesto ser interrumpidos pues dejo salir un suspiro de cansancio.
-¡Milo!- le gritaste con alegría, sentiste de inmediato que te tomo del brazo y te jalo hacia donde estaba él para abrazarte
-Dime, querida mía- te dijo mientras pasaba su brazo encima de tus hombro -¿Cuándo vas a tener tiempo para nosotros? No hemos podido hacer una fiesta como los dioses mandan
-Podríamos hacer una mañana en la noche- comentaste
-¿Mañana?- te pregunto Shaka y tu asentiste
-¿Tienes algún problema con eso?- le preguntaste y él negó
-Por mi está bien- te dijo sonriente
-Perfecto- dijo Milo -¿en dónde nos vemos? ¿Mi casa? ¿La casa de Alde? ¿La de Shaka o Camus? También puede servir la casa de Mü
-Estaba pensando más bien en el Salón Patriarcal- dijiste y Milo te soltó
-¿Estas loca?- te dijo de inmediato -el Patriarca nos va a echar de ahí en el momento en que sepa que vamos a hacer una fiesta
-No creo que le agrade mucho la idea- le acompaño Shaka
-Estaba pensando en algo así como… una pijamada
-¿Pijamada?- te dijo serio Milo -¿en serio Athena? ¿una pijamada?
-Si, no le veo nada malo- respondiste -no quiero una fiesta que digamos, demasiado escandalosa- trataste de explicar, miraste a Shaka y hasta él se veía que no le había agradado la idea -vamos… estaremos todos
-No te ofendas nena- te hablo Escorpión -pero no somos mujeres, además no tenemos mucho de qué hablar… ¿novios? ¿citas? ¿nos vamos a poner mascarillas y pintarnos las uñas?
-Que grosero eres- le dijiste -vamos, va a ser divertido
-No hay más opciones, verdad- tu negaste -pues ya que
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Todo había quedado listo en el Salón Patriarcal, había cobijas tendidas en el suelo y muchas almohadas tiradas ahí. Al final del día, solo querías un momento para estar con todos ellos, platicar, reírse de cada tontería, no querías que nadie más estuviera ahí con ustedes, porque una gran fiesta como la tenían pensada Leo y Escorpión equivaldría a invitar a varios Caballeros de las dos órdenes restantes, así como a soldados y aspirantes y eso significaba que no ibas a tener un momento a solas con ellos.
Apenas faltaba minutos para que dieran las 7:30 pm, hora citada para todos. Unos de ellos habían ido al pueblo por unas pizzas, algo simple además de refrescos y algunas cervezas para ellos. Por fin todos se habían reunido en ese sitio, la mayoría de ellos de inmediato se acostó para apoderarse de todas las almohadas que pudieran, otros más tomaron asiento.
-Mas les vale que no hagan destrozos- les dijo el Patriarca mientras todos ustedes se habían puesto de pie -no quiero gritos, tampoco quiero que rompan nada. No quiero que hagan retos estúpidos, que hay personas en ese sitio que si quieren dormir.
-Ok- dijiste -yo respondo por ellos
-Va para todos- te dijo y salió de ahí
La mayoría de los chicos se habían presentado como usualmente dormían, en pantalones largos sin camisa o solamente vestidos con sus boxers, a ti por ser la única chica y ser proclamada "la hija de Shion" te había tocado irte en un short corto y una blusa de tirantes un poco más arriba del ombligo.
Y a pesar de que en un principio la mayoría no estaba de acuerdo en celebrar una pijamada, cambiaron de parecer. Se encontraban totalmente relajados, riendo y recordando muchas cosas, incluso te pudiste enterar de algo de la niñez de ellos antes de ser enviados a sus respectivos lugares de entrenamiento.
-Te juro que ese día fue el peor de mi vida- comento Milo
-¿Por qué?- preguntaste mientras le dabas una mordida a un pedazo de pizza
-Se supone que me tocaba ir con Aioros de viaje- dijo -pero me quede dormido
-Siempre se quedaba dormido- dijo Sagitario -ya no se si lo hacía porque no quería salir o porque siempre ha sido un flojo
-Claro que no- se defendió
-Claro que si- le acuso Camus -siempre tenía que ir a levantarte cuando se trataba de ir a acompañar a misión a los mayores
-¡Que no!- comento -siempre que íbamos a salir de misión, un día antes era castigado por Shion
-Por wey- le respondió Ángelo -¿se acuerdan que siempre nos asustaba Kanon con sus historias de terror?
-Yo si me acuerdo- dijo el susodicho y se soltó a reír -todo se creían
-Éramos más chicos- contesto Mü -seres inocentes
-¿Se acuerdan cuando nos castigó el Maestro Shion y Shaka en medio castigo dijo que tenía que hacer su meditación del día?- comento Aldebarán
-¡Eso no es verdad!- se justificó Virgo -no les vayas a creer, yo jamás desobedecí al Maestro
-No seas mentiroso- le dijo Cáncer -no te quedo de otra que seguirnos el juego y aunque no lo creas Athena, entre él, Camus y Mü eran los más desmadrosos
-No es verdad- dijo Aries -ustedes nos arrastraban a sus estupideces
-Siempre pague muy caro el jugar con ustedes- completo Camus
-¿Y tú?- le preguntaron a Radamanthys quien estaba bebiendo cerveza en ese momento -¿algo que te haya pasado?
-Nada. Tuve una infancia normal- dijo
-Anda… yo rodé por la montaña una vez- dijo Milo con orgullo -mira, aquí tengo todavía la cicatriz- levanto un poco su cabello y señalando su frente
-Por pendejo- susurro Mü y comió rápido un pedazo de pizza
-Que boquita- dijo Aioria provocando la risa de todos
-Bueno…- viste que pensó un poco -a mi… de pequeño, en la granja en la que trabaja…
-¿Qué?- pregunto Milo muy interesado
-¿Te toreo una vaca?- pregunto Ángelo -¿te corretearon unas cabras, unas gallinas?
-Unos guajolotes- susurro, todos se quedaron callados para después estallar en risas
-No puede ser- dijo Ángelo -te correteo la cena de navidad, eso sí es bien triste- dijo mientras seguía riendo
-¡Ya no se burlen de él!- le defendiste
-Pero es demasiado vergonzoso, está peor que el que Milo se haya caído por wey o que Camus haya congelado una vez al Patriarca- se unió Aioria
-Espera… ¿Camus?- le preguntaste y viste que estaba muy ocupado tomando su bebida -¿Camus es verdad?
-¡Fue culpa de Milo!- se defendió -por su culpa me castigaron, fue lo peor que me ha pasado en mi puta vida
-Ahora resulta que fue mi culpa- dijo indignado -¿Por qué defiendes a Rada?- te pregunto
-Ah… es que una vez fui al rancho a ver a mis abuelos y mis primos me dijeron, tírale unas piedras y ahí voy a hacerles caso y cuando me di cuenta ya me estaba correteando una parvada de eso pavos
Rieron, comieron y bebieron hasta que el reloj marco las 6:50 am, en ese momento el cansancio los invadió y uno a uno fueron quedándose dormidos, tú en medio de Shaka y Camus. Te sentías feliz, como hacía mucho tiempo no podías.
Espero que les haya gustado y que se hayan olvidado un poco de la situacion en la que estamos, sigo viva y eso significa que la historia continua, las espero en el proximo capitulo, las quiero mucho y cuidense.
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