lo prometido es deuda
Buen dia a todas! Pues lo prometido es deuda, el dia de hoy vengo a comenzar a subir una nueva historia, solo porque ustedes lo pidieron... el segundo volumen de la historia "De chica a diosa". Para aquellas nuevas lectoras que deseen leer esta continuación les aviso que no es necesario que lean la primera parte, todo se entiende muy bien. Sin mas, espero que les agrade tanto como les agrado la primera vez que escribí. Sin mas, las dejo y nos vemos después.
~ 1 ~
El sol brillaba en lo mas alto del cielo, abriste la ventana de tu consultorio y dejaste que el aire que corría refrescara tu lugar de trabajo, pero de nada valió… el aire que esperabas que entrara era nulo. Tomaste asiento en tu escritorio y comenzaste a teclear el diagnostico del ultimo paciente que habías recibido en esa tarde.
De pronto un ruido te llamo la atención y desviaste la mirada hacia la ventana; lo que había ahí era una gran águila, de un tamaño que no era normal o eso era lo que pensabas, era la primera vez que veías a una de esas a color que no fuera solo en libros o por imágenes encontradas en internet.
-¿Qué haces aquí?- le preguntaste al animal –¿te perdiste?- parecía que te entendía a la perfección pues solo se te quedaba viendo fijamente -bueno… voy a ir a comer a la fonda de la señora Eille- le avisaste mientras suspendías tu computadora y te quitabas la bata -te quedas en tu casa, nomas no me vayas a robar nada
Saliste de ahí con paso decidido, tomaste tu celular y verificaste la hora; apenas eran las 2:10 de la tarde, ya todos en el pueblo sabían que a esa hora salías a comer y que solo atendías emergencias de ultima hora. Cerraste la puerta con llave y comenzaste a caminar por el pueblo, te sentías muy cómoda con que todos ahí supieran tu verdad, que no eras una simple humana sino Athena reencarnada. Sentías y creías que todos los que habitaban en Rodorio y en los demás pueblos te aceptaban bien, no habían hecho ninguna clase de revuelo, te seguían tratando tal y como siempre te habían tratado desde que habías abierto el consultorio… con respeto.
-Buenas tardes- llegaste saludando a todos los comensales que se encontraban en aquella fonda comiendo, la mayoría de ellos te saludo alzando su vaso de bebida hacia tu persona
-Buenas tardes niña Athena- te saludo aquella mujer -¿quiere que le sirva el plato del día?
-Claro que si doña Eille- le respondiste con una sonrisa, tomaste asiento en la mesa y comenzaste a ver a todas las personas que se encontraban ahí, te diste cuenta de que ahí se encontraban dos Caballeros de Bronce… sabias que uno de ellos era de Unicornio y el otro del Lobo; pero como siempre… no recordabas sus nombres, apenas y cruzabas palabras con ellos.
Comiste en paz y tranquilamente para después volver a tu trabajo. El día paso demasiado rápido, pocas consultas; eso era bueno porque así tenias tiempo para poder acomodar muchas cosas y mantener limpio tu lugar de trabajo.
Saliste cuando el reloj marco las seis de la tarde, ya no había nada de personas por atender, cerraste todo con seguro y saliste a caminar por las calles de Rodorio, pasaste a la panadería y compraste algunos bizcochos para cenar en la noche. Pronto en el camino te encontraste con uno de los Caballeros que iba a recogerte en las noches; eso se había quedado como una costumbre.
-Y…. ¿Qué tal las cosas Ikki?- preguntaste en el trayecto del camino
-Todo sigue igual- te respondió como siempre con seriedad -no pasa nada
-Pasemos ahí, antes de continuar con el camino- le pediste
-¿Qué va a comprar?- expuso su duda
-Velas
-¿Velas?- pregunto y tu asentiste -¿para qué?
-Para el mausoleo- le comentaste -quiero tres paquetes por favor
-¿Blancas o de colores diosa Athena?- te pregunto el vendedor
-Blancas, por favor.
El resto del camino platicaron de cosas triviales, o mejor dicho contabas; Ikki era un Caballero demasiado serio y en esos dos casi tres años que ya habían pasado desde la ultima guerra que habías tenido se había convertido en una persona de toda tu confianza. Recordaste cuando a todos se les había ocurrido hacer un mini torneo entre todos los presentes del Santuario para convertirse en tu guardia personal ahora que ya no se encontraban vivos la Orden Dorada.
De entre todos los que habían participado en ese torneo había destacado Ikki, este había demostrado ser uno de los mas poderosos, incluso mucho mas poderoso que los Caballeros de Plata que habías conocido. Por algo era respetado entre todos. Pero no solo era Ikki quien te protegida personalmente sino también Orfeo, Shun y su maestro Albiore. Los dos caballeros de plata no habían participado en el torneo, sabias por medio de varios comentarios que esos dos eran comparados en poder con los Dorados, pero Shun… el mismo Albiore quien había sido su maestro, te pidió incluir a su alumno; te aseguro que entre los Caballeros de Bronce era uno de los más poderosos así que si él lo decía era por algo.
Continuaste por el camino y te despediste del Fénix; le aseguraste que estarías en un momento en tus aposentos, caminaste hacia el lugar donde descansaban tu Orden Dorada, tomaste un balde y lo llenaste de agua así mismo tomaste el trapo con el que siempre limpiabas. Desapareciste la barrera de Cosmo que tenias levantado en ese sitio. Comenzaste a limpiar los restos de vela que había en ese lugar y comenzaste a colocar las nuevas velas y a encenderlas, echaste las otras velas que estaba ya casi extinguidas en una bolsa de plástico, cerraste las puertas del sitio y volviste a levantar la barrera.
Comenzaste a caminar con rumbo al Salón Patriarcal, escuchaste unos ruidos y buscaste con la mirada y pronto encontraste al causante del sonido, en una de las ramas secas se encontraba esa misma águila que habías visto en la ventana de tu consultorio, era eso o se parecía a ese animal.
-¿Otra vez tu? ¿O eres familiar de la otra águila de la tarde?- le preguntaste mientras esa ave te miraba fijamente -no se porque le sigo hablando a un animal
Continuaste con tu camino. Al llegar a tus aposentos dejaste tu mochila tirada en una silla y tomaste ropa cómoda para ir a tomar un baño de agua caliente. Al salir de ahí te encaminaste al comedor para tomar la cena, de ahí te fuiste al despacho que ocupaba Shion para poder ver los pendientes que había del Santuario. Había muchos papeles, ya no se te dificultaba mucho llevar el control general de aquel sitio, pero sin duda alguna el trabajo de Shion era demasiado pesado. Unos golpes tocaron a la puerta y diste permiso de que pasaran.
-Buenas noches mi lady Athena- te saludo
-Buenas noches Orfeo… ¿Cómo has estado? ¿Qué tal te fue la misión?
-Muy bien mi señora- te respondió -termine antes de tiempo
-Si, mucho antes- le felicitaste -de verdad que es cierto, que eres uno de los Caballeros de Plata mas poderosos.
-Si usted así lo cree mi lady- dijo mientras tomaba asiento frente a ti
Continuaste leyendo los documentos y subrayabas algunas partes en una que otra hoja. No te molestaba que estuviera Orfeo contigo, desde que se habían convertido en tu guardia personal se la pasaban un poco de tiempo a tu lado ya sea en silencio o platicando contigo. Pero en ese momento, ese Caballero de Plata se veía algo ansioso… ¿nervioso?
-¿Te pasa algo Orfeo?- le preguntaste con una sonrisa en tu rostro mientras dejaba todos los papeles de lado y te concentrabas en tu compañero -¿es algo que no me puedes decir?
-¡No, claro que no mi señora!- te grito, eso te sorprendió y de eso él se dio cuenta, tomo asiento de nuevo -discúlpame por favor lady Athena que no era mi intensión gritarle
-No pasa nada- le respondiste -¿Qué es lo que te acongoja?
-Yo… no es mucho y no quisiera que piense que me estoy pasando de confianza; pero… si no es mucha molestia
-Orfeo- le llamaste mientras te ponías de pie y tomabas asiento en el escritorio frente a él -dime, no creo que sea imposible lo que me vayas a pedir- le viste que tomo aire y te sostuvo la mirada
-Quisiera pedirle que me de permiso de ausentarme el fin de semana, sino es mucha molestia- le miraste y él espero a que dijeras algo pero de nuevo fue Orfeo quien tomo la palabra -es que este fin de semana quisiera llevar a una persona a un sitio en especial… así que…
-¿A la señorita Eurídice? ¿la señorita que trabaja con la señora Paula en la florería del pueblo?- viste que se sorprendió ante tu conocimiento
-Si- te respondió -lo que pasa es que ella cumple años este domingo y quiero llevarla
-¿Esta lejos el lugar?- quisiste indagar
-Pues tenía pensado alistar todo para el sábado en la tarde y salir temprano el domingo para llegar esa misma tarde
-No te preocupes- le comentaste mientras soportabas la risa, muy valiente y poderoso y todo, pero para el amor se veía que aun era algo tímido para hablarlo con alguien mas -claro que puedes ir, mañana iré a hablar con la señora Paula para pedirle el permiso y que deje ir a la señorita Eurídice desde el viernes
-No mi lady, eso seria demasiado- te dijo -solo la necesito un día
-Mira Orfeo- le interrumpiste -para ir solo un día… un cumpleaños es una fecha especial y mas si es festejada por dos personas que se aman- viste que se sonrojo ante tus palabras -no te preocupes Orfeo, tu vete desde el viernes en la mañana yo me encargo de que dejen a tu novia irse contigo esos días.
-Espero que no sea un abuso de confianza de mi parte- te dijo
-No es nada de eso- respondiste -tu no te preocupes, ve con ella y punto. Tómalo con una orden de mi parte.
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Los días continuaron pasando, pero ese día te habías levantado con una profunda depresión y dolor, mucho mas que otros días. Todo lo que hiciste ese día, fue de manera lenta y torpe, todo debido a que se cumplía tres años de muerte de toda tu Orden Dorada.
Cerraste tu fuente de trabajo mucho antes de lo normal, sobre todo porque no había mucha afluencia de pacientes, no tenias muchas ganas de trabajar, ese día solo querías estar encerrada. Pasaste a la florería de la señora Paula, le agradeciste de nuevo por haber dejado que su ayudante se fuera de "luna de miel" express, ella sonrió ante tu comentario y Eurídice se sonrojo de inmediato, tu rostro dibujo una ligera sonrisa.
Retomaste de nuevo el camino hacia el Santuario, hacia aquel mausoleo. Terminaste de acomodar las rosas que le habías comprado a la señora de la florería. Unas bellas y pequeñas gardenias era la pieza clave para que no solo destacara cada ramo de flores, sino que también desprendiera un agradable olor en ese sitio. Saliste para poder llenar una cubeta con agua y comenzar a regar todos los ramos, comenzaste primero con Aries y Tauro, estabas por dirigirte a echarle agua al florero de Saga y Kanon y aquello que no ocurría hace mucho tiempo volvió a pasar.
Muchas sombras aparecían frente a ti, una lluvia de fuego caía en pleno combate… Hades y Poseidón se encontraban peleando con algo sumamente grande, un tamaño colosal. Miraste a tu alrededor, todo el paisaje se encontraba totalmente destruido, hubo una gran explosión muy cerca de ti; alzaste tus brazos para poder cubrirte de que no cayera tierra o diminutas piedras dentro de tus ojos, fue ahí donde te diste cuenta de que traías puesta tu Armadura Sagrada.
Ares se unió al combate junto a los dos dioses mayores, quisiste unirte y de pronto escuchaste la voz de Apolo llamarte, una mujer la cual no conocías y que era la primera vez que la veías en esas premoniciones también te llamo.
La cubeta de agua se encontraba tirada y todo el liquido que portaba ese contenedor se encontraba regado en el suelo, tu respiración se encontraba agitada y tu cabeza daba muchas vueltas, caíste al suelo de rodillas y apoyaste las manos en el suelo… otra vez había ocurrido lo mismo que hacía tres años atrás; una visión, una premonición y tal vez… el inicio de una nueva guerra.
-No… otra vez no- susurraste para ti -esto no me puede estar pasando otra vez, no lo acepto… no quiero- continuaste susurrando.
Te pusiste de pie y con ayuda de la escoba comenzaste a barrer esa agua que se encontraba tirada, cerraste el mausoleo y una vez más, como siempre lo habías hecho hace tiempo alzaste la barrera de Cosmo. Caminaste hacia aquel árbol desde donde podías observar todo el pueblo de Rodorio, miraste hacia arriba y viste que entre las ramas de ese árbol había un águila… ya no sabias si era la misma que habías estado viendo de días atrás.
De algún modo sentías que tenias que desahogar toda esa rabia que sentías dentro de ti, así que sin mas le comenzaste a reclamar a ese animal que no tenía culpa de nada, le comenzaste a reclamar todo lo que sentías, las culpas que aun cargabas y maldecías tu suerte, le culpabas el hecho de haber encontrado una familia que amabas y que ahora ya no tenías, lloraste como hacía tiempo no lo habías hecho, le arrojaste muchas piedras pero ninguna le dio; eso te dio mucho mas coraje y comenzaste a patear el tronco de aquel árbol con mucho odio.
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Poseidón se encontraba en la mansión humana que habitaba, ahora estaba arrodillado y sus manos se encontraban apoyadas en el retrete, apenas pudo recuperarse de su malestar bajo la palanca de este y todo lo que había cenado se encontraba ahora en el desagüe. Se puso de pie para poder lavarse el rostro, se miro al espejo… no sabía que había pasado pero de un momento a otro comenzó a ver visiones de una gran guerra, vio a aquellos dioses reencarnados pelear a su lado, no sabía cuál era la razón de esas batallas pero sabía que había sentido cada golpe que tenía en su cuerpo, sintió el calor que emanaba del sitio en el que se encontraba, sintió el miedo y la necesidad de respirar todo el aire que se encontraba a su alrededor.
Miro sus manos… ¿Cómo era posible que en aquella visión que había acabado de tener se encontraba sosteniendo el Tridente del mismo dios de los mares? Se suponía que ya no podía sostenerlo, ni siquiera aquella hermosa Escama Sagrada podía cubrir su cuerpo, de Poseidón no quedo nada más que un débil cosmo que apenas y servía para poder calmar unas tormentas, pero nada más.
No sabia en ese momento a quien acudir, no tenia el conocimiento de que algún otro dios le comentara acerca de haber tenido visiones, solo había un lugar a donde ir a buscar respuestas. Una vez más bajaría al Palacio Submarino.
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Se encontraba molesto, había llamado y no había obtenido mas que por respuesta que ella no se encontraba en ese momento y tenían ordenes estrictas que ese día no podía ser molestada por nadie sin importar quien fuera, claro que él sabia que era lo que significaba ese día para ella, había estado a su lado durante todo ese largo tiempo, pero ahora no se le hacia justo que cuando la necesita no se encontrara.
Su lujoso celular de ultimo modelo se encontraba ahora en su mano, volvió a llamar al celular de su hermana pero ocurrió lo mismo que hacia unos segundos atrás, directo a buzón y no pensaba llamar al despacho del Patriarca, ahí no se encontraba. Azoto fuertemente el celular contra su escritorio, la pantalla táctil de este quedo estrellada. El sabia claramente que lo que acaba de tener no había sido un sueño ni alguna alucinación debido al exceso de trabajo que estaba teniendo en ese momento de su vida; no claro que no, el sabia que lo que había visto, que esa escena de guerra sacada de una película de ciencia ficción había sido un preludio, una visión de que algo se estaba aproximando, pronto recordó un sueño que había tenido y que había tenido que acudir a visitar al Patriarca de la diosa Athena para que le explicara de que se trataba; pero ahora ya no se encontraba vivo y no había nadie que fuera capaz de explicarle lo que necesitaba y nadie mas tenia las respuestas que requería.
Se puso de pie y se encamino hacia el balcón del despacho que se encontraba en su gran mansión, desde ahí tenia una gran vista, alboroto sus cabellos en señal de frustración. De nuevo remarco aquel número del móvil de la joven y apenas escucho el tono del mensaje activado estrello el celular en el suelo.
-¡Sara!- grito mientras salía de aquel despacho y se dirigía por un pasillo hacia su habitación –¡Sara! ¡Sara ven aquí ahora mismo!
-Voy señor- le respondió la joven criada corriendo a donde era llamada -dígame, que es lo que necesita
-¡Llama a la agencia de viajes y consígueme un vuelo a Atenas y dile a Renné que necesito que regrese ahora mismo!
-Pero señor, ahora es muy tarde y…
-¡Has lo que te ordeno ahora mismo!
La joven salió de ahí pálida, jamás había visto al dueño de la casa tan molesto, la ira que en ese momento sentía no era porque la joven no le respondiera la llamada no… era más que eso… sentía que algo no estaba bien, necesitaba respuestas y las necesitaba ya. La insistencia de la llamada no era para preguntarle a Athena que significado podría tener, no… le preocupaba que ella tuviera la misma visión que él había tenido y tal vez ahora ellos dos corrían peligro de perder hasta la vida, le preocupaba no estar a lado de ella ahora que se encontraba sola.
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No supo en que momento paso de tener un sueño tranquilo a uno perturbador. Comenzó a moverse en toda la cama y su respiración comenzó a cambiar a una agresiva.
En el sueño que estaba viviendo en ese momento se encontraba en el suelo, de rodillas, había alguien a su lado quien se encontraba abrazándolo; desvió la mirada y observo unos cabellos negros alborotados y sucios con olor a sangre. Pensó que se trataba de Athena pero no… esa joven que se encontraba ahí alzo la mirada hacia él, no sabia quien era, de quien se trataba. Escucho un grito y sin duda alguna pudo darse cuenta de que esa voz si se trataba de la diosa de la guerra, ella había salido volando gracias a un ataque que le había proporcionado el enemigo y también pudo observar que el dios que se había dedicado a impedir que ella se golpeara había sido el mismo Poseidón quien la tomo entre sus brazos.
Él se puso de pie y alejo a la joven con mucha delicadeza, estiro su brazo para poder invocar su espada, corrió hacia esa gran sombra que se erguía frente a todos sus compañeros renacidos, había muchos soldados que impedían que se acercaran a su objetivo principal; cuando estuvo a punto de caer por el exceso de enemigos pudo ver un gran tornado que elevaba a esos mismo y frente a él se encontraba uno de sus 3 úo corriendo en cuanto se dio cuenta de que Apolo se le había adelantado, iba detrás de él corriendo a todo lo que sus piernas le daban. Pronto se dio cuenta de que Poseidón y Athena iban detrás de él. Un fuerte rayo de energía se impacto en ellos y despertó.
Un fuerte grito se dejo escuchar en su habitación y se despertó de golpe, tomo asiento en la orilla de su cama, su pequeño cuyo comenzó a realizar sonidos desde el interior de su jaula, la frente del joven dios del Inframundo se encontraba perlada de sudor, su respiración se había vuelto mucho más violenta que al principio, miro sus manos y las vio temblando, no pudo ponerse de pie, sus piernas también se encontraban temblorosas.
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~ 2 ~
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-Dime- le exigiste a la joven que se encontraba frente a ti -¿Por qué de nuevo estoy teniendo esas malditas visiones?
-No lo sé- te respondió
-La verdad Athena… no creo nada de lo que me estas diciendo. Tu sabes que significa y no me quieres decir
-Ya te dije una y mil veces que no se que significa eso- te repitió – eres la primera de todas mis reencarnaciones que ha tenido ese tipo de alucinaciones
-Visiones, son visiones Athena, no alucinaciones- le reclamaste mientras te reacomodabas en la silla
-Como digas niña- te dijo de manera cansina -no se porque sigues insistiendo con eso
Necesitabas respuestas y que mejor que acudir directamente a Star Hill para poder entrevistarte con tu yo de hacia miles y miles de años atrás; pero tal parecía que no sabia nada de nada o eso es lo que aparentaban mostrarte. Te quedaste hablando con ella un momento muy largo, dentro de ti había una gran duda, había una incógnita que te estaba quemando en ese momento pero no sabias como abordar esa pregunta.
Pero mientras tanto continuabas tratando de que la esencia de Athena te dijera que era lo que significaba esa visión, querías que te dijera porque después de tantos años volvías a padecer de todo eso. Ya no estabas para guerras, ya no estabas dispuesta a pelear con nadie. Ya no ibas a dejar que la vida de los Caballeros que quedaban se desperdiciase en algo absurdo.
-Me alegra que tengas una nueva guardia que cuida de ti- te comento -son muy fieles a ti
-Todos los Caballeros son fieles a mi… o eso quiero creer
-Deberían de serlo- te respondió seriamente
-Algo así, no los obligo… me da lo mismo
-¿Dos de plata y dos de bronce? ¿No seria mejor que fueran todos del rango de Plata?
-Pues Orfeo y el maestro Albiore son considerados como dos de los caballeros de plata mas poderoso, ponen a Lira a la altura de un Caballero de Oro y el maestro Albiore entreno a unos Dorados cuando eran mas jóvenes- explicaste -en lo que queda, Ikki es considera el Caballero de Bronce mas poderoso de todos y Shun a pesar de todo y por lo que me han contado, también es considerado como uno de los Caballeros de Bronce poderosos, incluso Ikki me lo ha comentado
-Lo sé- te respondió -los dos hermanos de Bronce son muy poderosos, uno posee un cosmo que es palpable mientras que el otro es compasivo pero como te lo diré en palabras que tu usarías… Shun es un caballero que dice que es pacifico pero esta de mírame y no me toques- comenzaste a reír ante ese comentario
-Tienes toda la razón- le respondiste
-¿Por qué no los asciendes a Dorados?- esa pregunta ceso tu risa -¿Por qué? ¿Qué es lo que te lo impide?
-No es sencillo- respondiste mientras te dejabas caer en todas esas almohadas que se encontraban tiradas en el suelo
-Kiki continua con su entrenamiento como futuro santo Dorado mientras que Ezreal está comenzado su entrenamiento
-¿Y eso que tiene que ver?- le preguntaste
-¿No has pensado que es hora de volver a formar una nueva Orden Dorada?- te incorporaste de inmediato, eso no lo esperabas oír -ya ha pasado 3 años "-_-" y los Trece Templos están abandonados, no hay nadie que se interponga entre tu y ese camino que lleva directo a donde te encuentras
-No- respondiste de inmediato -si yo vuelvo a tener una guardia dorada de nuevo solo significaría que tendría que seguir peleando y no quiero hacerlo
-Pero no puedes dejar los templos solos, a ti te queda aun mucha vida por delante
-¡Que no!- respondiste molesta y te pusiste de pie
-Escúchame atentamente sin que explotes- le miraste fijamente -tienes que resignarte de una vez por todas, todas las reencarnaciones que he tenido han pasado por lo mismo y jamás se han deprimido tanto como tú lo estás haciendo
-¡No, aun no estoy resignada y no quiero hacerlo!
-Solo escúchate un momento…
-¡Tu no sabes como me siento desde ese día!- le gritaste en la cara -¡No sabes como me muero por verlos de nuevo conmigo, con que estén a mi lado! ¡No sabes lo que daría por que Dhoko me abraza y me consistiera como siempre lo hacía! ¡No sabes que me estoy muriendo por tener a Shion aquí! ¡Que me abrazara y me susurrara palabras en su idioma natal aunque yo no entendiera ni madres lo que me decía!
-Cálmate por favor- te pidió
-¡No me quiero calmar!
-Por favor, déjame continuar…
-¡Tú y tu maldita ideología pueden irse al carajo!
Saliste de ahí dejando la esencia de Athena sola en esa habitación. Habías ido en busca de respuestas pero lo único que habías conseguido era una discusión en contra de la esencia de Athena. Ya ni siquiera le preguntaste la duda que te carcomía. Bajaste corriendo las escaleras y saliste de ahí, comenzaste a correr por todo el camino, querías estar alejada de Star Hill en ese momento, no querías escuchar la voz de ella en tu cabeza o que hablara a tu cosmo.
Ibas tan sumida en tus propios pensamientos que no te diste cuenta que delante de ti y con la velocidad que ibas te aproximabas a alguien, chocaste contra esa persona y antes de caer te tomo de la muñeca evitando aquel accidente. Miraste de inmediato y reconociste a quien se encontraba frente a ti, te abalanzaste hacia su persona y lo abrazaste fuertemente.
-¿Estas bien? ¿te pasa algo?- te pregunto muy preocupado
-Nada, no me pasa nada Apolo- le respondiste mientras te acurrucabas en su pecho
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Caminaste a lado de él hasta que llegaron a tus aposentos del Santuario, le contaste lo que habías hablado con la esencia de Athena, era algo que al principio le pareció extraño y sorprendente, tal parecía que había algunas cosas que solo tu podías hacer en comparación del resto de las rencarnaciones de los otros dioses, como poder hablar con la diosa real.
-¿Qué haces aquí?- le preguntaste a la hora de la cena, viste que se limpió sus labios con la servilleta y saco de su pantalón su celular y lo puso boca abajo
-Te estuve llamando precisamente para preguntarte si habías tenido de nuevo aquellas visiones, pero como ya me lo contaste todo lo que hablaste con el alma de la diosa quedamos en lo mismo… sin respuesta alguna
-Lo sé- respondiste -pero no podemos hacer nada- tomaste el celular de tu hermano -¡¿Qué le paso?!
-Se me cayó- te respondió tu duda
-¿Estas seguro?- le preguntaste de nuevo -parece que lo arrojaron con odio- se te quedo viendo fijamente -nomas decía yo, pero si me dijiste que se te cayó pues es la verdad
-Comprare otro, no hay problema- te dijo
-Claro… como tienes dinero para tirar, una que es pobre
-¿Quieres uno igual?- te pregunto seriamente y de inmediato negaste -te puedo conseguir uno igual a ese
-Ya te dije que no, gracias- le volviste a responder -oye, como que no te importa mucho dejar tu empresa sola
-Puedo explotar a Renné, sabes que además de ser un buen guerrero tiene una muy buena carrera
-¿Ingeniero verdad?- él asintió -se ha convertido en uno de tus hombres de mayor confianza
-Al principio porque fue muy cercano a ti- te confeso -pero resulto ser alguien en que puedo depositar mi confianza, es mi mano derecha
-¿Así le dices para poder explotarlo verdad?- él rio ante tu comentario
De nuevo cayeron en un profundo silencio y terminaron de cenar. Él se encamino de inmediato a la habitación que le habían dado desde hacia tiempo atrás, tomaste un largo baño y saliste de ahí para de nuevo ir a la habitación de Shion para poder dormir ahí, después de la discusión que habías tenido con aquella alma (como la había llamado Apolo) querías algo de paz, algo de consuelo.
Tu vida transcurrió de manera normal, ya que tu hermano había llegado el jueves en la tarde decidiste no ir a la clínica todo el fin de semana restante, te agradaba estar acompañada de tu hermano, era la única persona que podía sacarte de ese bache de depresión en el cual; aunque no desearas admitir, te encontrabas metida. De todos los dioses con los que hablabas, Apolo se había convertido en tu luz, en alguien muy cercano a ti, incluso encima de Ares.
-Por favor- te dijo mientras esperaba a que todas las personas subieran al avión -quiero que comas, estas demasiado delgada. Si sigues así te vas a venir enfermando y si eso pasa te voy a llevar a vivir conmigo
-No pasa nada hermano- le respondiste -pronto me pondré bien
-Eso espero- te dijo seriamente
-Y por favor- le dijiste para poder evitar el tema -cuando compres un celular nuevo no lo vayas a estrellar
-Se me cayó al suelo, ya te lo había dicho
-Eso no me convence- le dijiste
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El día lo terminaste como siempre, sin ninguna novedad. Comenzaste a caminar a paso lento hacia el Santuario; tus días se habían vueltos monótonos desde el día que había quedado reconstruido tu hogar, desde que habías vuelto a trabajar como médico, desde ese día que decidiste continuar viviendo aunque por dentro estuvieras muriendo cada día un poco. Solo el pequeño que habías adoptado desde hacia ya 5 años te mantenía activa.
Cenaste y te fuiste a bañar. Te pusiste un minishort algo roto y gastado, una blusa de tirantes sin sostén y dejaste que el agua del cabello escurriera en tu espalda. Te encaminaste hacia tu balcón y te dedicaste a ver el gran jardín que se encontraba como vista principal. Apagaste la luz y programaste tu celular para despertar temprano, apenas te ibas a acostar y sentiste que no te encontrabas sola en tu habitación.
-¿Hola?- llamaste y miraste alrededor, en ese momento la habitación se encontraba alumbrada por la luz fría de la luna, no había nada, se veía claro todo lo que había ahí -¿Quién esta ahí?- insistías porque sabias que alguien se encontraba contigo, te giraste de inmediato y encendiste la luz, cuando dirigiste tu mirada frente a tu cama te diste cuenta de que ahí se encontraba posada el águila
Te pusiste de pie lentamente, no sabias porque; pero sentías que ese animal se te quedaba viendo fríamente, parecía que su mirada te escrutaba tu alma.
-Buenas noches, querida hija Athena- te saludo
-¿Estas hablando?- preguntaste y de pronto una luz comenzó a emanar de ese animal.
Pronto ese animal dejo de serlo y comenzó a tomar forma humana. Frente a ti se encontraba un hombre alto, podías jurar que era un poco mas alto que Aldebarán y eso que él era el Santo Dorado mas alto de la Orden. Poseía cabellos dorados, muy hermosos y largos, sus ojos eran de un hermoso color azul cielo que reflejaban un inmenso poder, su piel era demasiada clara y su cuerpo fornido y delgado. Se encontraba vestido solo con una túnica típica griega que tapaba un solo hombro, un cinto ceñido de oro en su cintura y varios grabados en su piel que brillaban con luz propia. El ambiente se sentía tenso y podías jurar que si dabas un paso en falso tu vida podría acabar en ese momento.
-¿Pasa algo?- te hablo, sentiste que su voz resonaba como si se tratara de truenos
-¿Quién….?- trataste pero no salía nada de tus labios -¿Quién eres?
-Tu lo sabes- te respondió y tu pensaste un poco hasta que a tu mente acudió aquel nombre
-El dios del trueno, Zeus
Espero que haya sido de su agrado y tambien espero que me lo hagan saber, muero de ganas por leer que les ha parecido el inicio de esta nueva aventura. Estare actualizando cada 15 dias, de esta manera no dejo de escribir y asi no se me junta demasiada la presion, nos vemos en la proxima quincena. Bendiciones a todas
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