Dulce Trampa Mortal

Bueno, antes que nada… pues en el hospital donde trabajo pues se quedo sin personal así que me quedo estar fija ahí, en área de Covid durante casi dos semanas, apenas y dormía cuatro horas en el cuarto donde realizan la hemodiálisis, así que no estuve en casa todo ese tiempo, razón por la cual no pude actualizar cuando debía. Sali apenas hoy 23 de Agosto a las 8 am y pues como les dije anteriormente: llegue a dormir en mi cama, por fin una cama y no un sillón medio duro. Pero bueno, me voy despertando y pues a subir el cap. Disculpen y espero que RH contrate mas personal porque ni de chiste me vuelvo a quedar ahí… amo a mi cama. Nos vemos, saludos y nos leemos después.

~ 1 ~

-De verdad… no es necesario- comento algo avergonzado Ares mientras observaba como la mujer se había perdido detrás de una puerta

-Solo espero que no nos haga perder el tiempo- comento en voz alta Kaza haciendo lujo de su personalidad -lo tenemos contado

-Calla- le ordeno el niño -te va a escuchar y nos va a echar de aquí sin que le podamos pedir ayuda

-Ares tiene razón- le apoyo Aiora

-Mas respeto para el señor Ares, puede que sea un niño a tus ojos o que sea muy cercano a la princesa Athena, pero eso no te da el derecho de tomarte esas libertades… no te corresponde- le recrimino Alexander muy molesto

-Sea como sea- se unió Phantasos -en esta ocasión el guardián de Poseidón tiene todo la razón- comento mientras apoyaba uno de sus brazos en la mesa

-Solo será una comida- se entrometió Ares -se ve que no ha tenido ninguna clase de visita en mucho tiempo

-En siglos, diría yo- completo Lyndal

Todos los hombres se encontraban examinando el sitio en el que se encontraban, una casa que había tenido tiempo atrás mucha vida, pero ahora carecía de ello. Las paredes se encontraban demasiada amarillentas, los tapetes que se encontraban en el suelo estaban llenos de polvo, en algunas esquinas de esa casa se podía observar una que otra telaraña, el olor a viejo se podía sentir en todo el sitio. Pronto su atención en ese sitio se vio interrumpido por el sonido de una puerta que se había abierto; una mujer de baja estatura y cuerpo regordete se dejó asomar, sus cabellos eran canosos y rizados, demasiado rizados. Sus ojos miel desbordaban toda la ternura, paciencia y amor del mundo, sus manos levemente arrugadas sostenían una charola la cual contenía un gran pastel, varias tazas y una tetera de la cual salía humo.

-Espero que les gusten los postres- se animó a hablar cuando dejo la charola encima de la mesa y se encamino hacia un estante donde tenía demasiados platos de todos los tamaños y formas, se estiro para poder tomar los platos más pequeños -jovencito- llamo a Sebastián, quien era el que estaba más cerca de ella -¿podrías ser tan amable de ayudar a tu abuela y bajar los platos para poder merendar?

-Claro- respondió respetuosamente y ayudo a la señora

La mujer comenzó a cortar el pastel en varios pedazos grandes y comenzó a servirlos en los platos, estos fueron pasados uno a uno a todos los que se encontraban presentes en esa mesa. Sirvió con suma paciencia el líquido de la tetera en cada una de las tazas que pudo alcanzar, cuando por fin termino tomo asiento a lado de Ares, este la observo con mucho cuidado mientras ella le regalaba una sonrisa maternal.

-Adelante, pruébenlo- ordeno amablemente la mujer, todos y cada uno de ellos se miraron entre si -no tiene nada, solo quiero ser condescendiente con mis invitados

Sebastián tomo su tenedor y corto una pequeña parte del biscocho que le habían servido, con mucha duda lo introdujo en su boca y comenzó a masticar lentamente, lo trago y su mirada se quedó fija en el resto del pan, los demás solo se dedicaban a observarlo, esperando una reacción negativa por parte de ahora su compañero temporal.

-¿Y bien? ¿Qué tal sabe?- pregunto de inmediato la mujer

-Es… delicioso- respondió sinceramente, después de su comentario todos comenzaron a comer sin duda alguna

-¿Qué es lo que los ha traído a este sitio?- pregunto mientras acariciaba los cabellos de Ares quien se encontraba comiendo el pastel

-Necesitamos tu ayuda abuelita Deméter- le respondió con una sonrisa

-¿Qué clase de ayuda?- pregunto de nuevo la mujer mientras limpiaba algo de crema batida que se había pegado en la mejilla del niño

-Resulta que se liberaron los Titanes- comenzó mientras se tomaba de un solo sorbo todo el chocolate que le habían servido -ahora mi hermana Athena, Apolo, Poseidón, Hades y yo tenemos que pelear contra ellos

-Es peligroso mi niño- comento mientras le servía más chocolate humeante

-Lo sé, antes de venir aquí ellos pelearon contra uno de ellos

-¿Cómo resultó todo?

-Ganaron, pero les costó demasiado- respondió

-Cuando llegaron al Templo del Patriarca estaban demasiado golpeados, con muchas fracturas y golpes en sus cuerpos- se unió Aioria

-¡Que mal! ¡Pobres de mis niños!- dijo de manera exagerada

-Si, fue horrible- susurro Ares -es por eso que necesito de tu ayuda abuelita Deméter, para poder pelear contra ellos- tomo su plato y lo extendió hacia la mujer -¿puedo comer más?

-Claro que si- tomo el plato y le sirvió otro pedazo -¿Cómo te ayudaría mi niño?

-A mi hermana le dieron una caja con unas piedras, esas piedras son mágicas

-Creo que no te entiendo hijo

-Yo le puedo explicar mejor abuela Deméter- se unió Phantasos, la mujer le sonrió y le dio la palabra -esa arca mantiene resguardadas unas rocas que drenan la Cosmo energía de quien la porta

-¿De qué les va a servir mi energía?- pregunto con duda -mírame bien hijo, ya estoy vieja y cansada… ya no tengo las mismas fuerzas de antes

-Solo si es necesario abuela- se unió Kaza -si no llegaran a utilizarla en batalla, su energía volvería a su cuerpo

-Oh, ya veo- dijo temerosa, Deméter fijo su vista en uno de los jóvenes que solo se dedicaba a ver su plato vacío -¿pasa algo hijo?

-Te habla la abuela- le dio un ligero codazo Kaza a Sebastián

-¿Pasa algo?- pregunto sorprendido

-Era lo mismo que te preguntaba hijo- susurro Deméter mientras se ponía de pie y tomaba la tetera para servir más bebida a Sebastián -te veo muy serio, ¿Qué es lo que te molesta? Vamos… puedes contárselo a tu abuela- le pidió con una sonrisa

-Nada- dijo -solo es la preocupación por ellos, por el dios al que sirvo desde hace mucho tiempo, alguien a quien le puedo llamar amigo

-Oh, tienes un muy hermoso corazón- dijo mientras servía más chocolate a su taza -vamos, tómalo ahora que está caliente- dijo y cuando estaba por regresar a su lugar resbalo

-¡¿Estas bien abuela?!- pregunto alarmado Phantasos quien se puso de pie de inmediato para evitar que ella cayera

-Si, ya sabes… estas piernas viejas ya no sirven igual que antes

-Toma asiento abuelita Deméter- dijo Ares mientras la tomaba de las manos y la llevaba a su asiento, Phantasos dejo la tetera en la mesa

La merienda continuo durante toda la tarde, Deméter se había dirigido ahora hasta la cocina junto a los demás jóvenes que sin duda alguna, se había dado a la tarea de ayudar en las labores de la cocina. Todos iban y venían a todos lados de la cocina, las puertas del refrigerador se abrían y cerraban a cada momento, el aceite salpicaba cada vez que Phantasos colocaba un trozo de carne, Lyndal saltaba hacia atrás cada que pasaba eso, Kaza se comenzaba a quejar de la cebolla que se dedicaba a picar con gran fervor, Aioria trataba de guisar un arroz que parecía que se estaba a punto de quemársele, Ares corría de un lado de la cocina hacia el otro apoyando a todos sus guardianes mientras se dedicaban a cocinar, Deméter solo se dedicaba a observarlos sentada con una taza de café en sus manos, riendo de cada error que cometían.

Sebastián también se encontraba ocupado cortando limones a la mitad para después proceder a realizar un agua de limón, se encontraba serio; observando con mucha atención a todos sus compañeros, de pronto su mirada se fijó en Deméter, la mujer se encontraba con la taza de café en sus labios mientras le miraba fijamente, la mirada de Sebastián era fría, dura, Deméter bebió el contenido de su taza para después volver su atención a los demás chicos, sobre todo cuando observo que Kaza se quejaba que se había cortado un dedo con el cuchillo, Deméter se puso de pie y fue a ayudarlo, tal como lo haría una dulce abuela.

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La comida estuvo lista después de tantos incidentes que había ocurrido en la cocina, con ayuda de todos los jóvenes pusieron la mesa en orden, Sebastián se ofreció a servir la comida en compensación por solo haber preparado el agua que iban a tomar, la comida se llevó de manera amena, platicando muchas experiencias que habían tenido entre ellos. Hasta que hubo algo que no estaba cuadrando en todo lo que estaban contando.

Los platos se recogieron y lavaron para después ser secados y guardados, todos se encaminaron al patio trasero de aquella casa vieja, revelando un gran jardín con cientos de árboles que formaban un bosque, cientos de flores adornaban todo alrededor. Ares se encontraba correteando por todos los lugares que podía, junto con él se encontraban jugando Aioria, Lyndal, Kaza y Phantasos mientras que Alexander se encontraba sentado al lado de Deméter bajo la sombra de un gran árbol mientras que Sebastián se encontraba de pie apoyado en otro árbol observando todo lo que pasaba a su alrededor, pronto cayo la tarde y todos se encontraban cansados.

Deméter los envió a tomar un baño para que se refrescaran mientras ella se iba a dedicar a preparar la cena, pronto bajaron y tomaron asiento para poder comer los panques que les había preparado. Poco tiempo después todos se fueron a dormir.

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-¿No puedes dormir hijo?- pregunto Deméter mientras le pasaba una cobija sobre sus hombros, más sin embargo no recibió respuesta alguna -¿pasa algo?

-¿Qué tendría que pasar?- pregunto

-Te he notado muy serio, desde el momento en que llegaste… Sebastián

El joven guardián de Apolo se puso de pie y le entrego la manta a Deméter, comenzó a caminar para poder perderse en el bosque, pero la diosa reencarnada lo detuvo. Este se giró para encararla, la miro fijamente, de pies a cabeza.

-¿Pasa algo?

-¿Qué fue lo que les hiciste a mis compañeros?- pregunto directamente

-¿A qué te refieres?- pregunto con duda

-No trates de engañarme- respondió molesto tomando por sorpresa a Deméter

-Sigo sin entender que es lo que quieres decir- en esta ocasión el tono de la diosa ya había cambiado a uno más serio

-La comida- dijo -desde que serviste aquella tarta, mis compañeros comenzaron a actuar de manera extraña, incluso pudiste lograr que Ares bajara la guardia- la mirada de la diosa se afilo ante ese comentario -no sé cómo lo hiciste, pero te puedo asegurar que la droga que hayas colocado en los alimentos no me afectan para nada

-Que listo eres- respondió

Pronto se sumieron en un duelo de miradas, el silencio reino en el sitio en el que se encontraban; siendo solo la luna, las estrellas y el cielo nocturno testigo de aquella conversación tan poco amistosa entre esas dos personas. Mientras que, dentro de aquella vieja casa, se encontraban el resto de los guerreros profundamente dormidos, sin saber que era lo que en estaba ocurriendo en ese momento.

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Deméter encendió su Cosmo, a pesar de que ya se encontraba avanzada de edad, aún conservaba aquel poder digno de una diosa, lastimosamente no se comparaba al Cosmo de los otros dioses, la juventud ganaba en ese momento. Sebastián no se inmuto ante aquel acto de provocación de aquella mujer, sin más también decidió encender su cosmo energía pero se detuvo en el momento en que ella tuvo que apoyar su cansada espalda en el tronco del árbol que se encontraba detrás de ella, la edad le estaba cobrando factura.

-Ha pasado ya el tiempo en el que podía alejar a todos con solo encender mi cosmo, la edad ya pesa en mi- comento con tristeza

-Entonces no provoques a las personas que están a tu alrededor- respondió -yo no tengo ninguna compasión para con mis enemigos

-¿A quién sirves?- pregunto con duda, su voz sonaba agitada

-¿Acaso importa?- respondió amargamente -demando que liberes a mis compañeros, ellos tienen que estar en el Santuario para poder prestar ayuda al resto de los dioses que estarán peleando en un tiempo que se aproxima

-¿Acaso son todos idiotas?- pregunto -son jóvenes, demasiado jóvenes- desvió la mirada hacia una de las ventadas de esa casa, donde se encontraba la habitación que era ocupada por Ares, quien dormía plácidamente en ese momento -cabe observar la edad del dios de la Guerra… apenas es un niño que esta comenzado a vivir y ahora tiene que pelear para sobrevivir

-Cada uno de ellos es muy joven, lo se… pero han peleado en innumerables batallas en las cuales han llevado sus vidas al límite, créame cuando le digo que ellos no van a dejarse vencer tan fácilmente

La mujer comenzó a caminar con dirección a aquella vieja casa, deteniéndose en la entra donde se encontraban apenas 3 escalones que daban acceso a la puerta principal, lentamente tomo asiento y elevo su mirada hacia el cielo nocturno. Sebastián solo observo cada uno de los movimientos que ella realizaba, tenía razón; la edad se había convertido en su peor enemigo y ahora, a pesar de contar con un cosmo fuerte, le sería imposible usarlo… su cuerpo no soportaría ese poder. No había peligro alguno, el verdadero potencial de dominio se encontraba en las toxinas que había vertido en los alimentos, porque para ser sincero consigo mismo, Sebastián no sabía dónde más verterlos o en el peor de los casos, sino fue gracias a eso… no sabría cómo era que sus compañeros habían caído ante el hechizo de ella.

Se acerco decido a donde ella se encontraba, necesitaba que liberara a sus compañeros, y si ella se continuaba negándose… entonces la obligaría; así tuviera que usar la fuerza física, así tuviera que cargar con ese peso en sus hombros.

-Jamás tuve familia- le escucho hablar -jamás supe lo que era tener un hijo, que alguien mostrara amor hacia mi persona- la mirada de ella viajo a cientos de años atrás, se había sumido en sus memorias -muchas generaciones pasaron ante mis ojos, muchas jóvenes con las cuales crecí; las vi tener decendencia… yo jamás pude tomar mi descendencia entre mis manos- desvió la mirada hacia donde se encontraba Sebastián, de pie… pendiente de lo que ella le estaba contando -tenía mucho tiempo que no venía nadie… el sentir su poderosa cosmo energía llamo de inmediato mi atención. Cuando los vi, sentí que la vida que pensaba que estada dormida dentro de mí se había de alguna forma despertado.

"Los vi tan llenos de dudas, de temor por estar en el hogar de una completa desconocida. Pero cuando vi al más pequeño de todos, quede prendada de él… se veía tan indefenso, pidiendo a gritos amor, cariño- dejo salir un suspiro -la edad te da mucha experiencia y fue esa misma experiencia que me alerto que venían por ayuda, porque de otra forma jamás hubieran venido a ver a una vieja, tenía que haber algo- miro una vez más a Sebastián que aun permanecía de pie, impávido a todo lo que ella estaba hablando -cuando me contaron el motivo, mi corazón se entristeció… era ayuda lo que necesitaban, no sé porque me hice una tenue ilusión que era porque deseaban buscar a más como eran los otros dioses.

Necesitaba que ustedes se quedaran conmigo, que alegraran algunos años de vida de esta vieja diosa, jamás me paso por la mente que uno de ustedes fuera inmune a las toxinas… fue tonto de mi parte pasar esa posibilidad. Pero al menos escuchar que me llamaran abuela por un día, me hizo sentir feliz, demasiado feliz, le devolvieron años de vida a esta vieja mujer"

-Entonces- le volvió a llamar -libera a mis compañeros

-Ellos solo lo harán- dijo segura -no es una droga potente, además mi cosmo a decaído demasiado

-La roca…

-¿Esta?- pregunto mostrándole la roca atada a un pedazo de hilo que llevaba en su muñeca izquierda -esta pulsera me la hizo Phantasos y Ares le pidió que la adornara con la roca- se puso de pie con mucha dificultad bajo el severo escrutinio de la mirada de Sebastián -cuando despierten en la mañana, serán como eran antes de venir aquí

-¿A dónde vas?- pregunto -te puedes quedar para que te despidas de ellos

-No hace falta- dijo mientras se detenía y giraba para verlo por última vez -con el tiempo que me dieron el día de hoy, me doy por bien servida- comento mientras le regalaba una sonrisa

El cuerpo de la mujer se comenzó a rodear de un aura celeste, esta aumento de intensidad hasta que en un destello desapareció de ahí. Sebastián se quedó fuera de la casa durante unas horas, hasta que decidió que sería buena idea dormir, aunque fuera un poco. La mañana llego muy rápido, el ruido comenzó a hacer que el guardián de Apolo ya no pudiera conciliar el sueño, tanteo un poco el suelo hasta que encontró el reloj de muñeca que solía llevar.

Froto sus ojos con el dorso de su mano izquierda y enfoco su mirada en el reloj, poco a poco la hora apareció frente a él, maldijo por lo bajo a todos los que se encontraban ya activos, apenas había podido dormir 2 horas. Se dirigió al baño para lavar su rostro y bajo para ver el motivo del escándalo que estaba originándose en la primera planta.

-¡Buenos días Sebastián!- saludo muy animado Ares

-Buenos días señor- respondió cordialmente

-Toma asiento- le demando Aioria -estamos por comenzar a desayunar

-Solo tomare un café- respondió

-¿Con o sin azúcar?- escucho que le preguntaron y dirigió su mirada sorprendía hacia la puerta de la cocina

-¿Qué haces aquí?- le pregunto sorprendido -¿Qué no te habías ido?

-Esta es mi casa- respondió -¿A dónde más puedo ir?

-Eres un majadero- le recrimino Phantasos

-Ayúdame a servir a tus compañeros- dijo y se introdujo a la cocina, Sebastián se puso de pie y comenzó a seguir a la mujer

Comenzó a servir los platos, acomodo las tazas en una charola y comenzó a repartir a sus compañeros sus respectivos desayunos. Se volvió a introducir a la cocina, donde espero a que Deméter terminara de servir los platos.

-No te preocupes- le dijo mientras tomaba las manos de Sebastián entre las arrugadas de ella -solo comerán una última vez conmigo y después… ya después podrán irse de regreso con sus demás compañeros para su batalla final

-Gracias- le respondió Sebastián mientras se liberaba del agarre de la mujer y la estrechaba en un fuerte abrazo -gracias, por su ayuda

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~ 2 ~

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Un fuerte sonido se escuchó en todo el sitio, los gritos de unas mujeres se escucharon en todo el lugar.

-¡¿Por qué los perros de Athena son tan agresivos?!

-¿Perros?- repitió Camus molesto

-¡Si! ¡Ustedes son los perros guardianes de Athena! ¡Ustedes son malos! ¡Miren como dejaron a la hermana Dinio!

-Así que ese es su nombre- susurro Afrodita mientras observaba como Radamanthys alzaba a esa mujer del cuello de la túnica

-¡Habla!- exigió Ofiuco -¡Rápido, no tengo todo tu tiempo bruja!

-¿Qué es lo que desean saber?- pregunto Enio molesta apuntando su mano hacia los tres intrusos que ahora yacían en la cueva donde ella vivía -si saben que no pueden entrar aquí por ser simples perros, deben de venir con su amo, pero su amo no está aquí- escupió con odio -¿en dónde está su amo?

-Me estoy cansando de que nos llamen perros- susurro Camus quien comenzó a liberar un aire congelante en el lugar

-Les diré lo que le dijimos a los últimos perros de Athena que trajo con ella- respondió Enio sin intimidarse

-Ustedes no tienen modales, muerden y ladran- se adelantó Pefredo -no conocen como dirigirse a unas deidades como nosotras

Un atragamiento se comenzó a escuchar y ambas Grayas sabían lo que estaba pasando, Radamanthys estaba ahogando a Dinio, los tres Caballeros Dorados sabían que ellas les eran fieles solamente a Hades y que no les iba a importar el Tratado de paz que ahora había entre él y el resto de los dioses; así que si querían que ellas soltaran todo lo que sabían, tenían que actuar de esa manera.

-Basta- pidió Pefredo -libera a la hermana Dinio- pero Radamanthys apretó aún más ese agarre

-Ya- le dijo Afrodita -libérala, tendrán que hablar sino quieren morir a tus manos o congeladas por Camus

El cuerpo de la bruja cayo estrepitosamente en el suelo rocoso y Enio corrió en su ayuda, Pefredo tomo el ojo y su palma apunto a aquellos irrespetuosos guerreros que estaban en ese sitio. Poco a poco, Dinio volvió a recuperar el aliento y se puso de pie, Enio la llevo a tomar asiento a una roca que estaba a unos pasos de donde se encontraban. Los tres caballeros se dieron cuenta, de que; a pesar de tener solo un ojo, conocían muy bien el lugar en donde se encontraban

-¿Y bien?- pregunto Afrodita

-Sabemos muy bien que se han atrevido a venir sin su amo porque se jactan de tener un tratado de paz- comenzó Pefredo

-Una muy mala decisión de nuestro señor Hades, muy mala- comento Enio -su mente fue envenenada no solo por Athena sino también por Apolo y Poseidón, no debió, jamás debió sucumbir a ellos

-Pero no por eso se deben de tomar concesiones, los perros siguen siendo perros, sus amos siguen siendo ratas- volvió a tomar la palabra Enio -nacieron siendo ratas y morirán siendo ratas

-Jamás les van a ganar- intervino Pefredo -no son ellos, son renacidos de la inmundicia de la carne humana, de padres humanos, son solo sacos de carne y huesos y sangre

Ambas comenzaron a reír, una especie de risas que erizo hasta el último de los cabellos de los Caballeros que se encontraban en ese sitio, no sabían cómo era que Athena se había enfrentado a ellas antes, Radamanthys sabía que la última vez no había sido amable con ellas, pero aun así; pudo sacarles lo que quiso, pudo hacerlas hablar. Su mirada se encontraba fija en esas mujeres que aún seguía riendo, ahora tal parecía que no les importaba si las llegaban a matar, tal parecía que no iban a decir nada más que lo que habían terminado de hablar.

-Ya me cansé de esto- escucho Radamanthys que susurro Camus, le sintió que aumento su cosmo

El lugar de inmediato se llenó de una bruma blanca y helada, poco a poco el suelo se fue cubriendo de una ligera escarcha, observo que Afrodita ya estaba comenzando a titiritar, sabía muy bien que era uno de los más friolentos en la armada de Athena, observo que su aliento se había convertido en vaho, significado inequívoco que la temperatura ya estaba más debajo de los 5 grados y lo que faltaba- fijo su mirada en las brujas, estas se encontraban ya temblando de frio, tal vez lo que más afectaba en ellas de ese poder era la edad ya avanzada que poseían.

-No diremos nada- dijo Enio, sus dientes ya castañeaban de frio -ya hemos dicho todo lo que sabemos

-Perderán, no solo la vida, no solo la guerra, no solo la humanidad… sino también el universo- se unió Pefredo

-¿Están seguras?- les tentó Camus -¿es todo lo que saben?

Ellas ya no dijeron nada, solo se dedicaron a enfrentar ese frio helado que ya les calaba en sus huesos, poco a poco el hielo fue subiendo lentamente por las piernas de esas brujas. El ruido de los dientes de ellas se comenzó a escuchar en todo el sitio, Radamanthys sabía que si ellas morían no podrían encontrar las respuestas que su diosa les había mandado a buscar.

-Si tan solo supiera que quieres que pregunte estúpida diosa- susurro para sí mismo -no sabes como te odio en este momento

-Los dioses no podrán ganar la guerra sino despiertan como dioses reales- escucharon que hablo una de las Grayas

-¡Hermana!- le gritaron las dos restantes

-Calladas- les ordeno -Guardian de los Hielos Eternos, cesa tu ataque que yo Dinio, la líder de las Sacerdotisas de Hades te diré todo lo que se, de mis memorias y tal vez… sus Amos puedan ganar gracias a mis palabras que confesare hoy

Camus miro fijamente a esa mujer que se encontraba sentada, esta solo mantenida la cabeza agachada, sabía que no podía mirar el suelo pues no poseía el ojo que compartía con sus hermanas, pero las palabras que había dicho se habían escuchado tan sinceras, sin mentiras. Desvió la mirada hacia Afrodita quien observo que se encontraba con sus brazos cruzados sobre su pecho y los ojos cerrados, sabia de antemano que su amigo estaba sufriendo por esa demostración de intimidación pero lo estaba escondiendo muy bien; desvió su mirada hacia Radamanthys, este se encontraba sereno, pero tal parecía que se encontraba sumido en sus pensamientos, miro por última vez a donde se encontraban aquellas brujas.

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-Hablen- ordeno Piscis

-Maldito perro sin cadena, solo sabes morder y ladras- escupió Enio, si tuviera ojos podría ser testigo de la mirada asesina de ese Caballero

-Silencio hermana- le ordeno Dinio

-¡Pero hermana!

-Pero nada Enio- le respondió firme

-¿Cómo acabamos con ellos?- pregunto ofiuco

-No- dijo ella -ustedes jamás podrán tomar la vida de ellos, ni ustedes ni los perros de los otros dioses- comenzó -ustedes son simple humanos hechos de carne, sangre y huesos.

-¿Serán ellos?- pregunto de nuevo refiriéndose a los dioses, ella asintió -dime como lo harán

-No omitas nada- ordeno Camus

-Ustedes como muertos regresados a la vida no deben de interrumpir nada de ahora en adelante- sentencio Pefredo

-¡¿Qué dijiste?!- pregunto ofendido Afrodita

-Muertos vivientes- continuo -todo lo sabemos, todo

-Detente- Camus detuvo la mano de su compañero que ya tenía una rosa blanca en ella -responde a la pregunta de mi compañero

-Es verdad que Athena fue contactada por el gran Zeus, padre de los dioses; así como también posee un arca con las piedras celestiales. También es cierto que han ido a buscar y han encontrado

-¿Te refieres a que obtendrán ayuda?- pregunto piscis

-Así es- respondió molesta -malditos perros, no siguen las instrucciones de nadie, no fueron bien amaestrados por su Ama.

-Juro que si me vuelven a llamar perro una vez más… las voy a matar- susurro Camus

-¡Calla!- le ordeno Radamanthys -continua con lo que estabas diciendo

-Ellos obtendrán el poder, pero no será suficiente. Deben de despertar como dioses, como seres superiores a cualquier humano.

-¿Cómo lo harán?- pregunto Camus

-El usurpador del Olimpo será quien traiga la clave- dijo -sí, si… él será el que traiga la clave- continuo Dinio -pero no será una garantía para que ganen, más de uno puede perder la vida, pero será para poder conservar la del universo

-¿Qué estas tratando de decir?- pregunto molesto Camus -¿Athena morirá?

-No lo sé- respondió sincera

-Esperas que creamos que no lo sabes, siendo que se jactan de saberlo todo. Esas son solo excusas baratas- se burló Radamanthys

-No, en esta ocasión no podemos ver que va a pasar- se unió Enio -desde que ellos firmaron con sangre todo cambio. No podemos ver nada, no podemos saber que pasara

-Además esta ella- se unió Pefredo -la reina ha renacido en esta época y eso no estaba contemplado

-Perséfone- susurro Camus -ella dice que tiene visiones, que puede ver el futuro

-Si, visiones- afirmo Dinio -pero jamás el futuro. Ella no tiene ese don, solo sabe sanar y sanar y sanar. Solo eso

-¿Ella está de lado de nosotros?

-Ella es la reina- dijo Enio molesta -jamás deben de dudar de la reina, ella es buena, es hermosa… ella es la reina

-Si, ya entendimos- susurro cansado Camus -es la reina ¿Qué más debemos saber?

-Ella es frágil, no sabe de lucha- continuo -ella cuidara de todos. Pero no deben confiarse, ellos son fuertes y costara muchas vidas acabar con ellos

-Cuidado, no se confíen- dijo Dinio -con inteligencia, con eso podrán enfrentarse. Es todo lo que sabemos

Ya no escucharon nada más, algo confundidos ellos salieron de esa oscura caverna y se encaminaron de nuevo al Santuario. Tenían que llevar la información que habían conseguido por parte de esas mujeres y tal vez de esa manera podrían comenzar a planear un buen contra ataque en contra de aquellos que querían destruir el universo que ahora habitaban

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Ya saben, cuídense mucho porque el Virus es carbón y ya viene la segunda vuelta del virus cochino este, así que no bajen la guardia. Ánimo y nos seguimos leyendo… inspiración ven a mi porque ya no se me ocurre que babosadas escribir. Nos vemos y cuídense mucho

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