#2: God is... Dead?

El Paraíso fue un lugar realmente hermoso. Inmensos jardines cubrían toda su extensión, con un Sol que jamás se ocultaba en el cielo. Las almas de los justos que allí descansaban, tenían toda comodidad y cualquier fruto podía usarse para alimentar sus espíritus. En el medio de aquel reino, un inmenso castillo de apariencia medieval se alzaba hasta casi tocar el firmamento. El castillo de Dios, construido por Él mismo después de la primera rebelión. Por supuesto que con el tiempo había cambiado su apariencia para adaptarse a la imagen de las fortificaciones de sus seguidores. Un inmenso cuartel creado para que los ángeles, arcángeles, tronos y todo guerrero del Paraíso pudiera entrenar. Y en medio de aquella construcción, el inmenso trono del todopoderoso Jehová. Pero todo aquello había quedado atrás. El inmenso castillo ya no era más que ruinas, el azul del cielo se había vuelto negro por el humo generado por el fuego, quemando los campos que ya no volverían a dar frutos. Los restos heridos de ángeles y arcángeles se encontraban desplomados por todos lados. Plumas ensangrentadas de guerreros muertos volaban por los aires tóxicos. Una máscara roja y rota, con ojos blancos y telarañas se encontraba colgada de una espada, cerca de un batarang roto y una camisa roja con una R en su pectoral izquierdo. Todo perteneciente a héroes muertos, cuyas almas lucharon codo a codo con los defensores del Paraíso, hasta su inevitable final.

Los pocos sobrevivientes del Paraíso observaban con dolor e impotencia como un hombre ensangrentado era arrastrado por cadenas hasta aquel parado junto al trono roto de Dios.

—Aun recuerdo la última vez que estuve aquí —habló el Primer Caído, observando con su rostro sin ojos el trono roto de su padre—. Recuerdo la sangrienta matanza en la que nuestro padre y yo nos vimos involucrados, y las trágicas victimas que su soberbia se cobro.

—¿Te atreves a llamar soberbio a nuestro padre? ¿Tú, serpiente del abismo? —preguntó el varón sangrante, con su único ojo sano observando al Caído.

—Sí, me atrevo —afirmó el Primer Caído, volteando hacia el hombre sangrante—. ¿Acaso te molesta, Yeshua? ¿O prefieres el Jesús actual con el que los mortales te llaman?

—Llámame como quieras, Satán —exclamó Jesús, alzando desafiante el rostro ante su adversario—. No importa como me llames ni lo que me hagas, tu final sigue siendo tu final. Nuestro padre te encerrara nuevamente. ¡Te expulsara al fuego eterno del que nunca debiste salir!

—¿Y dónde está Él ahora? —cuestionó Satanás, con total calma—. Él huyó de mi. Me tiene miedo, porque sabe que no puede vencerme esta vez. Ni siquiera pudo vencerme la primera vez, y tuvo que pedirle ayuda a Odín y Zeus. Yahvé te abandono, por segunda vez.

—Él va a detenerte. La gloria del todopoderoso se demostrara cuando…

—Silencio, hermano —exclamó con fuerza el Primer Caído—. ¿Realmente escuchas lo que dices? ¿En verdad eres tan estúpido para creer en Él?

—Con mi vida.

En ese momento, dos demonios trajeron a las rastras a una mujer cuyos pies habían sido destrozados. Sus ropajes azules y blancos habían sido desgarrados, y su piel profanada de maneras aberrantes. Ensangrentada, una mujer Santa sufría un calvario y una humillación como nunca antes en su vida.

—Madre —exclamó Jesús, con un nudo en la garganta—. ¿¡Qué le has hecho!?

—Vas a morir, Yeshua —afirmó Satán mientras María era arrojada a sus pies—. Eso te lo juro, pero antes te hare sentir un poco del dolor que nuestro padre me hizo sentir.

—No, ¡déjala!

Dos demonios clavaron sus garras en los hombros y brazos de Jesús, obligándolo a quedar inmóvil. Un tercer demonio lo sujeto del rostro y le obligó a que quedará mirando directamente hacia María, quien era elevada por la mano de Satanás. Sin compasión alguna, el Primer Caído le atravesó el pecho, para arrancarle el corazón. Y llorando como un niño, el hijo contempló la muerte de su madre. Y llorando como un niño, el padre impotente sintió como la mujer que amaba le era arrebatada, por segunda vez.

Así fue como el Paraíso cayó, tras lo cual le seguirían El Olimpo, La Heliópolis y Asgard.

Batman, un hombre marcado por el trauma de perder a sus padres, contemplaba desde su silla las inmensas pantallas de la computadora que tenía bajo su cueva.

—Entonces, ¿demonios? —preguntó Alfred, alzando una ceja, mientras Carrie guardaba silencio.

—Sé como suena, pero es lo que vi —afirmó Batman, reclinándose sobre el respaldo de su silla.

—Es la verdad —exclamó Diana, bajando por las escaleras que conectaban la mansión con la cueva. A su lado se encontraban la actual Wonder Woman: Artemisa.

—Hay una guerra en curso en el plano divino —afirmó Artemisa—. Y los dioses están perdiendo.

—Bueno, eso descarta ponerle pastillas para las alucinaciones en el café —aseguró Alfred, observando a las féminas descender.

—¿Cómo entraste aquí? —preguntó Batman, observando con el ceño fruncido a Diana.

—Tu seguridad no es tan efectiva contra amazonas —aseguró Diana—. Me alegra verte bien, Bruce.

—Diana —exclamó el murciélago, poniéndose de pie para recibir a su antigua compañera.

—Que bueno es verte consciente esta vez —aseguró la amazona—. Por poco creí que no la ibas a contar después de lo de Bane.

—Tú más que nadie debería saber que hace falta más que eso para derribarme —afirmó el murciélago—. Ahora, explica eso de la guerra divina.

—Hermes se presentó ante nosotras —aseguró Artemisa, posicionándose delante de Diana—, y murió por sus heridas. Nos dijo que el Paraíso, el Olimpo y el Aaru habían caído.

—¿Qué es el Aaru? —cuestionó Carrie.

—La morada de los dioses egipcios —explicó Batman—. Y no son los únicos panteones que cayeron. Ha habido informes de que Thunderstrike cayó inconsciente en Nueva York hace media hora, y fue encontrado por Spider-Man.

—¿¡Thunderstrike!? —cuestionó con sorpresa Artemisa, aunque su rostro luego reflejo confusión—. ¿Y ese quien es?

—Un semidiós nórdico —explicó Diana—. Había heredado el poder de Thor. Si él cayó en Nueva York, significa que Asgard también cayó.

—Algo se acerca —dijo Batman mientras empezaba a teclear—, algo oscuro. Debemos reunir un equipo para estar preparados.

—¿Reunir a la Justice League? —preguntó Diana.

—La Justice League dejó de existir hace mucho —afirmó el murciélago—, pero aunque sea debemos tener una fuerza de ataque. Me he enfrentado yo mismo contra un grupo de demonios esta noche, y si quien está detrás de esto logra su objetivo…

—¿Sabes quién esta detrás de esto? —cuestionó Artemisa—. Di su nombre, y yo misma iré a vengar a los dioses.

—Según mis fuentes, es Satanás —aseguró Batman, aunque ni él terminaba de creer lo que decía.

Diana se sorprendió, y su mandíbula se tenso al descubrir la naturaleza de la amenaza. Artemisa frunció el seño, y nuevamente habló.

—¿Quién es Satanás?

—¿Esta no se entera de nada? —preguntó Carrie entre susurros a Alfred.

—Satanás, también llamado Lucifer o El Diablo, fue un arcángel o querubín al servicio del dios judeocristiano Yahvé —explicó Diana—. Era el más poderoso y hermoso de todos, pero su soberbia lo hizo querer equipararse a Yahvé y se reveló. Al ser derrotado, fue desterrado al Infierno, un lugar muy parecido al Tártaro.

—Ya lo recuerdo —exclamó Artemisa—. Mi tribu lo llamaban simplemente Luzbel o Lucifer, pero nunca escuche que lo llamaran Satanás. Aún recuerdo la historia de su derrota a manos de Zeus, Odín y Yahvé.

—Espera, ¿qué cosa? —preguntó con confusión Carrie.

—Hay mucha historia que no entraron en los registros de las religiones del hombre —afirmó Diana—. Se dice que Lucifer era tan poderoso, que los tres dioses tuvieron que aliarse para derrotarlo. Eso solo había pasado dos veces antes: cuando Zeus pidió ayuda para liberar a los Olímpicos, y Odín para destruir al gigante Ymir.

—Esto se parece a cuando me dijeron que Santa Claus no era real —dijo Carrie.

—Volviendo al punto del equipo —habló Batman, mientras unas imágenes aparecían en las pantallas—.  Estas serían las mejores opciones que tenemos.

—¿El nuevo Spider-Man? —preguntó Diana, observando la imagen—. No confío en él. Mi siquiera sabemos quien es.

—Su nombre es Ben Reilly, y es clon de Peter —afirmó Batman—. Lo he estado investigando, y parece compartir los ideales del difunto Peter. Supongo que es tan poderoso como él, y si se desata puede ser un buen componente para el equipo. Además, ya ha trabajado con otros héroes callejeros como Daredevil y Power Man.

—¿Qué más tenemos? —cuestionó Artemisa.

—Ella es Power Girl —habló el murciélago mientras mostraba la imagen de una mujer rubia en traje blanco y dorado—. Es descendiente de un antiguo mago atlante, por lo que tengo entendido.

—Trabaje con ella un par de veces —exclamó Diana—. Es una brava guerrera, y bastante poderosa.

—Y finalmente tenemos a Flash —dijo el murciélago, mostrando una imagen del primer héroe que tuvo ese mundo—. A pesar de haber ingresado a prisión por su propia voluntad, quiero creer que Barry entenderá la gravedad de la situación y decidirá volver para una última misión.

—¿Qué hay de los X-Men? —preguntó Diana—. ¿Tienes idea de dónde encontrarlos?

—Fueron asesinados un mes antes de la muerte de Spider-Man —exclamó Batman, dejando sorprendidos a los presentes—. Me enteré hace poco de eso.

—¿Quién los asesinó? —preguntó con furia Diana.

—Un proyecto gubernamental llamado Arma X usó a un mutante para hacer el trabajo sucio. Sigo investigando más sobre el asunto.

—¿Entonces solo tenemos esto? —preguntó Artemisa, señalando las imágenes en las pantallas.

—También tenemos a un hechicero llamado Doctor Vudú, pero aún no se ha contactado —dijo el murciélago—. Por el momento, trabajaremos con lo que tenemos. Tendremos que dividirnos y contactar con estos héroes para advertirles del peligro.

—¿Cuál será el punto de encuentro? —preguntó Diana.

—Ya que el Salón de la Justicia se convirtió en un museo, usaremos una de las casas seguras que tengo —dijo el murciélago mientras les entregaba un dispositivo a cada amazona—. Con esto nos comunicaremos.

Sin saberlo, la reunión de los héroes era observada a través de una bola de cristal. Con sus fríos ojos azules, el poderoso hechicero no se perdía detalle de aquellos que podían significar la última esperanza de la humanidad. Y aquel hombre que observaba con tanta atención no era otro que el legítimo hechicero supremo: Stephen Strange.

—Stephen —habló el Hermano Vudú, entrando a la habitación.

—Wayne empezó a reunir a los héroes —afirmó Strange, mientras la imagen de la bola de cristal empezaba a desvanecerse.

—No entiendo porque quieres que los reúna —habló el afroamericano—. Si los dioses no pudieron detener al Primer Caído, dudó que un grupo de superhumanos pueda hacer algo más que estorbar.

—Subestimas la capacidad humana para evitar su aniquilación —afirmó Strange mientras se volteaba para ver a su contrario—. Además, Jericó, no olvides que ellos son el plan de reserva de Yahvé. Por lo tanto, son peligrosos para cualquier plan que Satanás tenga.

—Discúlpame por no confiar en los planes de un dios que todo indica que esta muerto.

—Yahvé no ha muerto —aseguró Strange—. Él está esperando el momento justo para intervenir. Debemos estar preparados.

—Por eso intento contactar con los Loas y los demás dioses, aunque estos siguen en silencio.

—¿Crees qué se estén ocultando? —pregunto Strange.

—Tal vez, al igual que Yahvé, se están preparando.

Strange esbozo una pequeña sonrisa y le dio la espalda a Drumm, dando por terminada su conversación.

—No es que me moleste que me traigan a héroes sin hogar —decía Karen Page, acariciando un poco su vientre de embarazada—, pero que no se vuelva costumbre.

Recostado en el sofá, Thunderstrike reposaba con partes de su torso vendado y un paño húmedo reposando sobre su cabeza.

—Yo comienzo a sentirme acomplejado —afirmó Matt—. Para colmo, los dos rubios y más marcados que yo.

—No hay mucha diferencia entre tú y Ben —dijo Karen.

—¿Estas admitiendo que miraste a Ben? —preguntó Murdock, levantando una ceja.

—Sigo aquí —dijo Ben, con su uniforme aún puesto pero sin la máscara.

—¿Qué fue lo que dijo Thunderstrike antes de desmayarse? —preguntó Karen, eludiendo la pregunta de Matt.

—Algo de que el fin del mundo se acercaba y que los dioses habían caído —dijo Ben, apoyándose en el marco de la puerta—. Y que debíamos reunir a la Justice League.

—Bueno, eso último esta un poco difícil —dijo Matt.

—Se veía realmente preocupado —aseguró Ben—. ¿Hay alguna forma de contactarse con los miembros de la Liga?

—A mi disposición no —dijo Matt—. Nunca me les uní, y Batman nunca me paso un contacto suyo. Tal vez Gwen tenga alguna manera. Si quieres puedo ir a hablar con ella.

—Agradecería eso —afirmó Ben.

Thunderstrike empezó a quejarse del dolor, mientras poco a poco sus ojos empezaban a abrirse. El semidiós despertaba, extrañándose al contemplar el lugar donde se encontraba. Casi por instinto, el hombre se sentó de golpe en el sofá y no le quedó otra opción que llevar una mano a sus costillas.

—Con calma, amigo —exclamó Ben, aproximándose al contrario—. Estas a salvo.

—Ninguno esta a salvo, Peter. No mientras ese monstruo este libre. ¿Ya pudiste convocar a la Justice League?

—Sobre eso… —Ben hizo una pequeña pausa mientras buscaba las palabras adecuadas—. La Justice League ya no existe.

—¿Cómo es eso posible? —preguntó con sorpresa, y leve temor—. ¿Un villano los derrotó?

—No tan así —dijo Ben—. XS, la hija de Flash, fue asesinada. Barry mató a su asesino y se entregó a la policía por lo que ahora está preso. Superman enloqueció y se volvió un tirano en Metrópolis, pero un vigilante llamado Punisher lo mató hace poco, y Diana lo ayudó. Hay una nueva Wonder Woman más violenta y bravucona y Batman volvió a las andadas. Y yo… bueno, Peter murió a manos de Carnage. Mi nombre es Ben Reilly, y soy su clon.

—Es… demasiada información —aseguró el semidiós mientras se sujetaba del puente de la nariz.

—Lo sé —dijo Ben—. Debes tomarlo con calma.

—Aprecio tu preocupación, Ben, pero no hay tiempo para la calma.

Erick se puso de pie y camino hacia la ventana, sintiendo la brisa golpear su torso y rostro. Estirando su mano, el poderoso Mjolnir llegó volando a esta en cuestión de segundos.

—¿A qué nos enfrentamos? —preguntó Reilly, aproximándose al héroe nórdico—. Mi sentido arácnido no ha dejado de zumbar en días.

—El Primer Caído se ha levantado. Él ha logrado arrasar con todos los dioses que se le interpusieron, y es el mundo del hombre el que le sigue.

—¿Dices que todo esto lo provoca el Diablo? —preguntó Matt.

—Sí —respondió el rubio—. Vi de primera mano como le arrancaba los ojos a Odín antes de romperle el cuello. Debemos reunir a todos los héroes que podamos. ¿Alguien sabe cómo contactar a los X-Men?

Ante aquella pregunta, Ben y Matt se miraron con cierta incomodidad.

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