Nueva vida
No podía siquiera describir el dolor que sentía en aquel momento. ¿Cómo podía haber pasado tan rápido? El tiempo normal de gestación de los asgardianos era similar al de los midgardianos, cerca de los nueve meses. ¿Por qué él lo había hecho en tan solo seis? La respuesta era simple, no era ni uno ni otro, era un jotun. Jamás había investigado a fondo el asunto de la fertilidad y embarazos masculinos en su especie, no era como si lo hubiese planeado; y sin embargo, ahí estaba, siendo cobijado por los brazos del fuerte rubio mientras se dirigían a toda marcha a la torre. Perdió la noción del tiempo a lo largo del viaje, pero apenas pudo divisar la torre a lo lejos sintió un gran alivio en su interior.
– Llévale al ala norte – Sentenció Tony mientras aterrizaban en la enorme terraza de la torre, observando al rubio que rápidamente acataba aquella orden.
Se deshizo de la armadura para poco después dar al alcance al par de dioses que en pocos minutos ya habían llegado al ala médica. Los hombres vestidos de blanco, aunque desconcertados, comenzaban los preparativos para traer al mundo el fruto que crecía dentro de Loki.
– Colóquelo en la camilla, por favor – Pidió uno de los médicos, siendo obedecido al poco tiempo por el dios del trueno, quien observaba anonadado la situación. No lo asimilaba del todo: estaba a punto de conocer a su hijo.
Los médicos se movían a toda prisa, mientras inyectaban agujas con suero en el cuerpo de Loki, quien no paraba de retorcerse en la seda blanca que se encontraba debajo de su piel.
– Señor Stark, tendremos que practicarle una cesárea.... Es prácticamente imposible sacar a la creatura de otra forma... – Sentenció el médico mayor en la sala.
Anthony tan solo asintió levemente con la cabeza mientras no despegaba ni un minuto su mirada achocolatada del dios pelinegro, quien finalmente se empezaba a dejar llevar por la inconsciencia debido al anestésico que le habían administrado segundos antes.
Todo sucedía demasiado rápido. Los médicos hacían su trabajo de esa manera, pues la vida del pequeño corría peligro. Aquello no era algo que hubiesen visto antes y debían actuar cuanto antes. Tanto el rubio como el castaño observaban atónitos en una esquina del lugar.
Finalmente el momento llegó. El médico tomó un bisturí e hizo la incisión con precisión. Segundos después, finalmente el pequeño bebé era extraído del cuerpo de su progenitor. Un llanto se escuchó en la habitación al poco tiempo. Su pálida piel y el poco cabello rubio que adornaba su cabecita aún impregnada de sangre fueron suficientes para arrancar una sonrisa del rubio dios: era un pequeño varón. Anthony tan solo dio un respingo mientras desviaba la mirada.
Una enfermera se acercó al pequeño y comenzó su labor de limpieza. Pero aquello no había terminado ahí... Thor quiso acercarse a su pequeño retoño pero de inmediato fue detenido por la voz del médico a cargo.
– Aun no hemos terminado... – Sentenció el hombre mientras lentamente sacaba a la segunda creatura del interior del pelinegro.
La habitación quedó en silencio, mientras todo observaban anonadados a la pequeña castaña de piel pálida que ahora rompía el silencio con su delicado llanto. Esta vez fue Tony quien de inmediato dio dos pasos hacía la enfermera que procedía a lavar a la pequeña. Aquello era imposible, ¿Cierto? ¡Iba en contra de toda la ciencia! ¡Absurdo! ¡Antinatural! ¡Imposible! Las palabras se agolpaban en su mente, su cabeza daba vueltas. ¿Estaba soñando?
No pudo alcanzar su objetivo. Un fuerte estruendo se escuchó justo afuera de la habitación. No hubo tiempo de reaccionar. De un momento a otro las paredes de la habitación caían ante sus ojos, dejando ver a un puñado de soldados asgardianos encabezados por Odín, que irrumpían sin respeto alguno en el lugar. El rubio observó aquello petrificado.
– ¡Padre! – Exclamó sorprendido, mientras observaba de reojo al pelinegro, que aun yacía sumido en la inconsciencia en la cama. La herida de su vientre estaba a medio cocer, pues los médicos habían prácticamente sido acorralados en un rincón de la habitación. – No tienes derecho... – Musitó caminando hacía el dios de las mentiras.
– No te atrevas, Thor – Sentenció el anciano poco antes de darle alcance a su hijo, sujetándole de la muñeca y alejándolo cual muñeca de trapo de su hermano. – Tu blasfemia llegó demasiado lejos, y sin embargo... – Continuó hablando a la par que sujetaba sin delicadeza a Loki de su negra melena, mientras la sangre aun brotaba de la abertura de su piel – Tienes una oportunidad de salvarlos a ambos... – Sentenció observando al pequeño rubio que yacía desnudo en la mesa en la que lo habían limpiado previamente – Entrégate, entrega a tu primogénito y parte de regreso a Asgard, como el rey de gloria que siempre debiste ser, tomando por esposa a Sif y acabando con este insulto... O de lo contrario... –
La frase quedó al aire y la mente de Thor en blanco. ¿Era en serio? Abandonar a Loki, tomar a su hijo y jugar a la familia feliz en Asgard... O Loki perecería ante su negativa...
La sangre que manaba del cuerpo del pelinegro era demasiada. Debía actuar rápido. Observó la habitación en busca de Stark, pero no lo halló al momento; pues tras uno segundos irrumpió en el lugar enfundado en su traje de metálico.
– No sé quien sea usted, señor tuerto, pero me parece que es de mala educación entrar en una casa ajena y arrebatar al hijo de tu prójimo – Sentenció el castaño mientras se preparaba para arrebatar a Loki de los brazos del dios.
Pero aquello simplemente no iba a suceder.
– Cuida a Loki por mí... – Musitó Thor mientras envolvía al rubio infante en una sabana limpia y lo cargaba en brazos, observando retadoramente a Odín. – Entrégale a Loki, haré lo que me pides – Agregó.
Odín sonrió por lo bajo mientras soltaba la melena negra de Loki. Stark se apresuró en su ayuda, tomándolo en brazos para colocarlo rápidamente en la cama de nueva cuenta. Y tal como habían llegado, de nueva cuenta los invitados se marchaban, mientras un derrotado Thor les seguía. De un momento a otro su terraza se vió iluminada por la luz del bifrost y finalmente los intrusos desaparecieron junto con esta y también con... El hijo de Loki.
El castaño no podía creer lo que había sucedido, pero el llanto de la pequeña lo trajo de nueva cuenta a la realidad. Loki agonizaba.
– ¡Hagan algo! ¡Cúrenlo! – Ordenó el castaño mientras los médicos se hacían paso entre los escombros y se apresuraban a continuar con su labor. Y de nuevo el llanto de la pequeña capturó su atención. Se acercó a ella lentamente, mientras la enfermera se aseguraba que esta no hubiese sufrido daño alguno ante la súbita intromisión de los visitantes.
Se quitó el casco tan solo para observa como el par de ojitos se abrían y develaban un par de hermosas esmeraldas dentro de estos. No quedaba duda alguna en él. Aquella pequeña era hija suya y de Loki. ¿Cómo había sucedido? No importaba. En aquellos momentos la ciencia, lo posible y creíble, se podían ir a la mierda.
– Señor... – La voz del médico lo sacó de sus pensamientos, mientras de nueva cuenta su atención era dirigida al cuerpo de Loki que aun yacía inconsciente en el lugar. – El paciente se ha estabilizado, sin embargo ha perdido una gran cantidad de sangre y ... –
– Me vale una mierda lo que tengas que hacer, ¡Solo hazlo, joder! ¡Cúralo! – Exclamó exasperado mientras se apresuraba a lado del pelinegro. ¿Qué debía hacer?
En esos momentos ni todo el conocimiento del mundo podría haberlo ayudado. No tenía una clara respuesta ante el asunto. Ni él mismo sabía que había pasado.
~*~*~
Abrió los ojos con dificultad. El cuerpo le escocía de dolor. Apenas y podía moverse. Paseó la mirada por la habitación, encontrándose de nuevo con aquel techo tan blanco y familiar. Los recuerdos rápidamente llegaron a su mente. ¿Dónde estaba su hijo? De un rápido movimiento se sentó en la cama ignorando la oleada de dolor que recorrió su cuerpo en aquel instante.
– Calma... – La suave y dulce voz de Anthony capturó su atención. De inmediato reconoció al hombre que estaba sentado a su lado – O la despertarás... – Añadió mientras observaba a la pequeña creatura que yacía descansando en una cuna justo a un lado de la cama.
El pelinegro se estremeció ante aquello. El cabello castaño y la piel pálida de la pequeña capturaron su atención al instante. ¿Aquello era un sueño? ¿Dónde estaba Thor? ¿Por qué su hija se parecía a Stark? Su mundo dió un giro de 180 grados. El castaño tan solo suspiró amargamente, aquella no era la expresión que esperaba de Loki, pero ciertamente, estaba en todo su derecho.
– ¿Dónde... está...? – Cuestionó el dios mientras no despegaba ni un segundo su vista de la pequeña que aun dormía plácidamente en la cuna.
– Se ha marchado... – La verdad estaba por deslizarse fuera de sus labios. Pero hacer semejante estupidez dañaría a Loki... Lo lastimaría de una manera inigualable. Thor se había marchado por su bien y en su huida se había llevado al hijo que habían procreado. La dolorosa y cruel verdad o una dulce mentira... – En cuanto la niña nació y corroboró que no era suya, se ha marchado... – Finalizó el castaño mientras sentía como su corazón se estrujaba ante aquello. Pero no iba a permitir que Loki saliera dañado, ya no más. Su dolor estaba por terminar.
– Debí... Suponerlo – Respondió el pelinegro con una amarga sonrisa en los labios.
Aquello no tenía sentido del todo. Si el caso era que la pequeña era hija de Stark y no de Thor, ¿Por qué Odín le había hecho aquello?... De nueva cuenta los pensamientos de arremolinaron en su interior. Nada tenía sentido.
– Pero yo no te dejaré... – La voz de Stark venía a salvarlo de nueva cuenta. Regresó a su presente una vez más, mientras la pequeña abría los ojitos una vez más, observándolo con aquel par de esmeraldas y sonrió.
La amargura desapareció en aquel instante. Las dudas e infelicidades de su vida se esfumaron con la bella sonrisa de la infante. Se removió entre las sabanas, pero Stark de inmediato entendió al pelinegro, poniéndose de pie al instante y arropando a la pequeña entre sus brazos poco antes de entregarla a Loki.
– Mi pequeña... – Murmuró Loki mientras depositaba un suave beso en la blanca frente de la bebé.
Stark observó la escena melancólicamente. Aquel momento le llegaba hasta lo más profundo de su ser, pero la mentira implícita que aquello conllevaba lo comía por dentro. Pero lo soportaría. Por Loki. Por su hija.
~*~*~
El rubio observaba la escena a lo lejos. Loki abrazaba a la pequeña castaña mientras esta bebía con lentitud del biberón que la proveía de alimento. Soltó un suspiro. Los últimos meses había luchado con todas sus fuerzas para recuperar el amor de Tony, pero finalmente había fallado y Loki había ganado. Aquello ya no tenía sentido, seguir en la torre, amar a Tony y observar a la hija de ambos, era solo un cruel camino que no estaba dispuesto a recorrer. Su corazón se destrozaba en mil pedazos, no podía soportarlo. Se dio la media vuelta de inmediato, dispuesto a abandonar todo de una buena vez.
– No tienes razón para marcharte – Stark había aparecido de la nada en su camino, impidiéndole el escape al capitán.
– No tengo razón para quedarme. – Respondió derrotado el rubio sin siquiera mirar al otro.
– No tienes a donde ir –
– Me parece cruel que intentes retenerme, Stark. Ahora tu responsabilidad es con él y... Con tu hija – Finalizó Rogers poco antes de apartar al castaño de su camino y dirigirse al elevador del lugar.
Tony no lo detuvo. Aunque no quisiera admitirlo, sentía aun cariño por el rubio. Había sido su primer amor. Pero tal como él lo había dicho, no tenía caso retenerlo. Aun en la ausencia de Loki, aun con los notables esfuerzos del rubio por recuperar lo perdido en aquellos meses, la pequeña Hela había llegado para aclarar todas las dudas de su corazón. Su lugar estaba con Loki y con su hija. Un nuevo suspiro se escapó de sus labios, poco antes de darse la media vuelta y encaminarse una vez más al interior de la habitación. Pero la escena que observó lo hizo detenerse en seco. Aquello era más como un sueño que la realidad. El pelinegro paseaba sus largos y delgados dedos por la cabecita castaña de la pequeña mientras esta comenzaba a dormir plácidamente.
– Ya no hay peligro, pequeña Hela... – Murmuró por lo bajo el pelinegro mientras depositaba un beso en la frente de la bebé – Odín ya no nos buscará... Viviremos aquí, tranquilos y felices... – Sintió como su corazón se retorció de dolor en tan solo un instante – Sin Thor... – Continuó susurrando el dios mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla, aun en contra de su voluntad. – Sin miedo... Sin peligro... – Finalizó mientras abrazaba el pequeño bulto con suavidad contra su pecho.
Aquellas palabras también hirieron el corazón del castaño. El pelinegro obviamente amaba a Thor, pero la traición que este había cometido, junto con el pecado de llevarse al otro pequeño... No podía permitirse el lujo de revelar aquella verdad. Reprimió una vez más la culpa e irrumpió en la habitación. El pelinegro tan solo levantó la mirada mientras una enorme sonrisa se dibujó en su rostro a la par que observaba al castaño acercarse.
Una nueva etapa estaba a punto de iniciar en su vida, mientras era ajeno a la verdad que se desarrollaba a la distancia, ajeno a la otra vida que había engendrado, ajeno a que realmente aquel era el cruel destino que Padre de todo había forjado para él y para Thor.
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