Capítulo 3

El más poderoso de los dioses había caído. Zeus, el Padre del Cosmos, había sido derrotado en la segunda ronda del Ragnarok por las manos de un humano, de un Monstruo Humano que llegó incluso a definirse como el Ragnarok, como el Fin de los Dioses frente a toda la audiencia del estadio, frente a todos los dioses. Nadie, ni siquiera los humanos, pudieron prever el resultado de aquel envite entre el Monstruo Humano y el Padre del Cosmos. Los luchadores humanos no pudieron con el poderoso Thor, alguien que era inferior al Padre del Cosmos. ¿Cómo alguien podría haber previsto aquel resultado entre el dios más poderoso y el humano más cruel? Pero la victoria fue otorgada al bando de los humanos. Dando todo con sus golpes, superando el tiempo, el espacio y el cosmos, el Monstruo Humano superó al Padre del Cosmos y dio la victoria al bando de los humanos, siendo la segunda derrota para los dioses.

Los habitantes del cielo eran orgullosos y engreídos. Un empate para ellos era una derrota directa, un golpe a su orgullo. Ahora los humanos se habían colocado por encima derrotando a Zeus, mostrando que no eran simples insectos que ellos pudieran pisotear y escupir. Con la muerte de Zeus, los humanos ahora habían demostrado que eran capaces de superar a un dios, a un ser tan poderoso como el mismo Zeus y que podían hacer frente a los dioses si ellos mismos se lo proponían. Tenían una oportunidad de ganar el Ragnarok y no iban a desperdiciarla.

Dura y fría. La muerte de Zeus fue un golpe directo al orgullo de los dioses y los hijos del dios fallecido, llenando sus corazones de tristeza, de soledad. Zeus había sido el Rey del Olimpo por miles de años, por eones y había dejado de existir de un día para otro, asesinado y derrotado por un ser mortal que había superado los poderes de un dios. Un mortal que ahora les había declarado la guerra directa tras haber asesinado al Presidente del Consejo de Valhalla, a su figura de líder de todos los dioses.

Habían sido escupidos y pisoteados por un solo mortal. Aquel Monstruo Humano los había insultado, los había menospreciado. Y todo aquello era culpa directa de las valquirias. Fueron ellas quienes propusieron la idea del Ragnarok y fue Zeus quién lo aceptó. Por supuesto, ningún dios pudo prever que los humanos mataran a Thor en la primera ronda (aunque el humano también murió) y que en la segunda ronda llegaran a alzarse como los vencedores tras matar a Zeus en un encarnizado combate entre el representante humano y el dios.

Desde el inicio del Ragnarok las cosas no habían ido según los planes de los dioses. En la primera ronda, Thor había sido asesinado en un combate contra su propio hijo de un mundo paralelo, dando un empate cuando el mismo semidios murió siendo aplastado por el poderoso Mjolnir del dios nórdico. Eso había hecho que Zeus participara en la segunda ronda. El dios había querido mostrar el poder de los dioses, demostrar que los humanos no serían capaces de ganar una sola ronda, que no se confiaran tras un simple empate. Pero aquello no salió como Zeus previó, como los dioses esperaron. En la segunda ronda, el mismo Zeus cayó ante el representante de los humanos, siendo superado por la velocidad y fuerza del conocido como el Monstruo Humano y la victoria de aquella ronda pasó al bando de los humanos ante la consternación de los dioses. El más fuerte de ellos había caído y ahora no tenían un líder que los guiara durante los próximos años o durante aquel Ragnarok. Tendrían que elegir un dios provisional mientras los combates se sucedían.

Ira y resentimiento. Los dioses estaban enfadados. Observaron como Zeus era asesinado, como los humanos ganaban la segunda ronda y dicho mortal seguía vivo, declarándose el fin de sus vidas.

Odín observó la segunda ronda desde su habitación. Era el máximo representante de los dioses del norte, el padre del difunto dios Thor y un compañero del difunto dios Zeus. Había sentido enojo cuando su hijo fue asesinado y ahora estaba deseoso de destruir a los humanos tras la muerte de su viejo amigo, su viejo compañero. Pero estaban en pleno Ragnarok y él era uno de los participantes. Podía simplemente salir en la tercera ronda. Asesinar al humano y mostrar a los humanos el poder de los dioses.

Eso era lo que hubiera hecho Zeus. Él era más calmado, más tranquilo. Debía seguir sus propios planes mientras llegaba su turno. No era su momento de pelear y probablemente el siguiente dios en salir a la arena sería uno que haría temblar a los mismos dioses con su presencia.

Si sus cálculos eran acertados (no solía equivocarse), el siguiente representante de los dioses no sería otro que el Tirano del Mar: Poseidón. El hermano mayor de Zeus era alguien capaz de hacer temblar a los mismos dioses. Su historia de fratricidio había recorrido el Valhalla entero, llegando a los oídos de los dioses menores. Y su presencia era capaz de generar un frío silencio que nadie podría decidir romper por sus propias manos. Sería el luchador y representante perfecto para la tercera ronda, para arreglar todo aquel desastre en el que los dioses se habían metido al perder dos rondas. Si, un empate para ellos era una derrota, aunque no lo fuera de una manera directa. Thor y Zeus muertos. Dos de sus dioses más poderosos habían sido borrados de la existencia y ahora debían encontrar sus reemplazos.

Odín fue un observador pasivo/agresivo en los dos enfrentamientos. Perdió a su hijo, al más poderoso dios de Asgard y que salvó el reino nórdico de la destrucción. Y perdió a su compañero y amigo en el segundo enfrentamiento. Estaba irritado, lleno de ira que no sabía como explotar y utilizarla contra los humanos. Las marcas en su asiento eran un indicativo de lo que estaba manteniendo en su interior.

―¡Voy a comerlos!

Ojos oscuros observaron una copia exacta de su hijo Thor. Cabello rojo, ojos dorados y ese rostro completamente impasible. Una copia perfecta de su hijo mayor, de aquel que había muerto en la arena siendo atravesado por su propia arma.

―Loki―fría, la voz formó el nombre del dios del engaño deteniendo a la copia perfecta de Thor. Esta volvió a colocar a Hugin y Munin sobre los hombros del Padre de Todo, completamente intactos y sin ninguna pluma fuera de su lugar―. No tomes la forma de tu hermano. No ahora, no nunca.

Lentamente la forma de Thor se fue deshaciendo, dando paso a una figura más delgada, desgarbada, vestido con ropajes oscuros que hacían contraste con una piel pálida y de aspecto completamente andrógino. Cabello verde caía en media melena hasta casi sus hombros. Un mechón blanco cubría levemente su frente y ojo izquierdo.

―Vale, vale.

La voz de Odín había sido autoritaria, fría y directa. Pocas veces el Padre de Todo decidía hablar. Normalmente eran ambos cuervos los que hablaban por el dios; por eso Loki supo que su tío estaba enfadado por los resultados. Él contrariamente a su tío y otros dioses, estaba celoso de los humanos. El primero de ellos pudo vencer a Thor, llevarlo a la muerte al atravesar su corazón. El segundo había matado a Zeus, el dios más poderoso de todos dentro del Valhalla, aquel que fue denominado el Padre del Cosmos y quien se alzó como el rey en la Titanomaquia cuando mató a Cronos. Loki estaba celoso de aquellos dos casos, de aquellos dos humanos capaces de lograr matar a dos personas poderosas, a dos dioses poderosos.

―Sé que estas lastimado, tío. Thor...Thor ha muerto y ahora Zeus nos ha dejado en la estacada. ¿Quién va a dirigir a los dioses durante el Ragnarok? ¿No te gustaría ser tú quien ocupe el sitio del viejo?

Una sola del viejo dios nórdico detuvo las palabras del dios del engaño. Loki cerró la boca y miró hacia la destrozada arena. Por segunda vez en aquel torneo el oricalco quedó destrozado. Los humanos obligaron a los dioses a exprimir su propio poder. Aquella aura eléctrica en Zeus fue un claro ejemplo de que los humanos los estaban obligando a utilizar todos sus poderes, toda su fuerza.

―No voy a tomar el puesto de Zeus cuando él no lleva ni dos minutos muerto, sobrino. Sería demasiado irrespetuoso de mi parte por el presidente del consejo.

―¿Vas a dejar que otros dioses manejen los hilos durante el Ragnarok? ¿Es en serio? ¡Eres uno de los mayores dioses del consejo, uno de los más sabios y poderosos! Hacer esa idiotez no nos beneficiaria en nada.

―¿Y crees que alzarme como el presidente del consejo y líder de los dioses nos va a beneficiar ahora? Hemos perdido en dos rondas. ¡Dos! Thor y Zeus han muerto. Los humanos nos toman como unos mediocres, como unos simples peleles. ¡Nosotros los dioses unos peleles!―el poder divino estalló en la sala. Hugin y Munin alzaron el vuelo, separándose de Odín y permitiendo así que el Padre de Todo expulsara su rabia―. ¡No es algo que vaya a permitir, sobrino!

―Entonces ¿por qué no luchas contra los humanos? ¡Participa en la tercera ronda!

Aquella idea ya había pasado por la mente de Odín mientras observaba como Zeus era retirado de la arena y como el humano causante de aquello salía por sus propios medios. Pero no era su momento para luchar. Debía esperar a ver como se desarrollaban los siguientes encuentros, ver como los siguientes dioses enfrentaban a los humanos. Había cosas que no comprendía del bando de Brunhilde. Y no conocer algo lo irritaba demasiado.

―No es el momento, Loki. Aun hay demasiadas cosas que no comprendo. ¡Yo, uno de los dioses con el conocimiento más extenso!

Hacía milenios, Odín dio uno de sus ojos al Manantial de Mimir para poder obtener todo el conocimiento posible, todo el poder posible. Fue eso lo que le dio el sobrenombre de Padre de Todo, lo que le hizo sabio en muchos aspectos y en muchas ramas llegando al punto de ser la envidia completa de muchos otros dioses.

―Te oyes molesto por ello.

Loki miró hacia los reposabrazos del asiento de su tío. Había arañazos, pequeños golpes. Sus ojos incluso captaron algunas partes realmente destrozadas por las manos de su tío. Había usado la frustración y la ira para golpear los reposabrazos y utilizó estos para aliviar su propio enojo e impotencia. Así era como Odín actuaba cada vez que estaba enfadado. Y no era para menos. Actuaba de una manera calmada para obtener la victoria, y aun así se enfadaba por los resultados. Era dos caras de una misma moneda.

―Estoy molesto por ello. No lo oculto. Tus ojos ya han visto como he "decorado" mi asiento con mi propia rabia―Odín volvió a mirar hacia la arena. Tanto Zeus como aquel humano ya habían sido retirados. No quedaba ni rastro de su enfrentamiento. No había ni una sola gota de sangre manchando el oricalco―. La tercera ronda está por empezar. "Él" hará su aparición y nos dará una victoria sobre los humanos que empujará la moral de todos los dioses.

―Estas muy seguro.

―El Tirano del Mar. El Fratricida. Él será el luchador en la tercera ronda y peleará contra los humanos tomando venganza por las dos derrotas obtenidas.

―Hm.

Asesinando al número trece de los olímpicos, Poseidón el Tirano del Mar se ganó las oscuras miradas de los demás dioses del Valhalla. Serio, seguro y dispuesto a representar la figura de un ser completamente divino, Poseidón jamás mostró un aspecto humano en su figura perfecta. Dios no debía sentir ira. Dios no debía sentir lujuria. Un dios, según el aspecto y mente de Poseidón, debía ser un ser completamente perfecto, inmaculado, sin una mancha en su impecable ser. Era eso lo que lo hacía odiar a Zeus y el resto de los dioses. Odín aun intentaba ver si algún dios se había ganado el afecto de Poseidón y la lista no pasaba de un par de dioses que conoció en algún momento de su eterna vida.

―Poseidón asesinó a Adamas. Lo mató sin sentir nada de resentimiento, sin sentimiento alguno. Si es capaz de matar a un dios, ¿qué haría con un humano normal? Es el mejor luchador. Incluso dudo mucho de que Thor hubiera podido ganarlo en algún momento o incluso Zeus.

―Le das demasiado crédito.

―Tiene el crédito que se merece, sobrino. Poseidón es la representación de lo perfecto que debe ser un dios. Dentro de los dioses, estaría colocado dentro de los diez más poderosos. Un puesto que se ha ganado utilizando su propio poder.

Control del agua. Hablar con los animales marinos. Super velocidad. Super fuerza. Mejores reflejos. Los poderes de Poseidón no eran vistosos como los de Thor o Zeus, incluso no era capaz de destruir planetas como Shiva u otros dioses. A pesar de todo eso, de que no fuera un dios demasiado vistoso usando sus poderes, ganó la posición de uno de los más poderosos gracias al control que tenía sobre sus poderes y sobre su arma: El Tridente de Poseidón, el arma divina del Rey de los Mares, del Tirano del Mar.

Muchos dioses se centraron en usas sus poderes sobrenaturales. Zeus fue un ejemplo de ellos y Shiva era otro. Poseidón en cambio mejoró sus propias habilidades físicas aprendiendo a utilizar su tridente sin fallo alguno, haciendo secundario el uso de sus poderes como dios del mar. Incluso otros dioses marinos tenían mayor poder dentro de los mares. Para combatir eso, Poseidón aprendió el control perfecto del mar, lo que le permitía utilizar el agua incluso mejor que otros dioses, aunque no lo hiciera con un mayor poder que otros. Fueron estos rasgos y habilidades los que le dieron el puesto a Poseidón, los que lo colocaron como uno de los dioses más poderosos del Valhalla, del Olimpo al completo. Y uno de los más temidos cuando mató a uno de sus hermanos, a uno de los mayores.

―Él sin duda podrá ser la diferencia en el Ragnarok. Mostrará el aspecto de los dioses a los humanos y los hará temblar con su presencia. Es algo que tengo completamente claro, algo por lo que pondría la mano en el fuego―oscuros ojos se posaron en el dios del engaño. Loki sintió la frialdad en ellos, la resolución y la ira misma―. Sea como sea, ganaremos el Ragnarok y obtendremos la victoria sobre los humanos. No habrá otros mil años. Eso puedo asegurártelo, sobrino. ¡Yo me aseguraré de que ganaremos el Ragnarok!

Seguridad, firmeza. Loki sintió las palabras de su tío golpeando sus tímpanos, llegando a su corazón de dios del engaño. Pocas ocasiones Odín mostraba aquel aspecto tan oculto del ojo público. Incluso ahora no podía creer que su tío estaba asegurando una victoria casi inexistente. Perdieron a dos dioses poderosos. ¿Qué haría imposible que perdieran a un tercero? Poseidón no podía asegurarles una victoria. Y su victoria no podría asegurarles la victoria en el Ragnarok. ¿Por qué Odín estaba asegurando eso entonces, haciendo fuerza en sus palabras? Tal vez era uno de los dioses más sabios, pero estaba siendo estrecho de miras al decir esas palabras. ¿O era que el mismo Odín estaba viendo el futuro? ¿Sería capaz de algo así? Jamás hubo algo que dejara en claro que Odín pudiera ver lo que estaba por acontecer.

―Eres demasiado positivo, tío. Los humanos han demostrado poder vencer a los dioses. Asegurar una victoria cuando ellos han demostrado poder asesinarnos, es demasiado optimista.

―Optimista. No soy optimista, soy realista. Las probabilidades de que los humanos ganen a los dioses son demasiado pocas. Aquel que es llamado Monstruo Humano no podrá pelear nuevamente. ¿Qué otro humano puede estar a su nivel? Ni siquiera nosotros podemos replicar el poder de Zeus o Thor con otros dioses. Los humanos menos.

Zeus y Thor habían hecho historia en sus respectivos panteones. Thor era más poderoso que su padre y Zeus había matado al suyo llegando a copiar una de sus habilidades, parando el tiempo y controlando el cosmos. Por otro lado, el Monstruo Humano había superado el espacio-tiempo y destruyó todo lo que era Zeus, mientras que la Bestia del Relámpago llegó a atravesar el corazón de Thor, copiando la fuerza de su trueno. ¿Cuántos humanos podrían estar al nivel de los siguientes dioses? ¿De donde había obtenido la valquiria aquellos humanos de todos modos? Eran parecidos físicamente y mostraban una seguridad que los dioses jamás vieron en otros humanos, pues llegaban incluso a ser demasiado cabezotas como para rendirse cuando debían hacerlo.

Una idea pasó entonces por la mente del Padre de Todo: mundos alternativos, paralelos, un multiverso de mundos de donde Brunhilde hubiera obtenido sus luchadores. Concepto que ellos como dioses no habían explorado demasiado. Tenían restricciones. En otros mundos sus poderes desaparecerían, se desvanecerían como si no hubieran existido. Y era la única explicación del parecido de ambos luchadores, lo que aumentaba que el tercer luchador humano fuera otra variante de los dos primeros representantes humanos. ¿Qué habilidades podría tener ese tercer humano? ¿Sería Poseidón lo suficientemente poderoso como para vencer a un humano del que no tenían ningún registro? Las dudas estaban presentes una vez comprendió el punto importante detrás de los trece luchadores humanos.

―Eso es algo que deseo ver, tío. La victoria de los dioses, la exterminación de los humanos. Todos los seres divinos en el estadio y en el Valhalla desean eso. Ahora solo hace falta que realmente lo logremos, que los dioses se coloquen por encima de los humanos y los exterminemos una vez obtengamos la victoria del Ragnarok. Pero mis dudas están presentes. Thor e incluso Zeus han sido vencidos. ¿Qué nos asegura que Poseidón no terminará de la misma manera?

Eran palabras sabias, con sentido. Los humanos habían obtenido un empate en la primera ronda y una victoria en la segunda, haciendo que los dioses se mostraran como débiles antes los humanos que los veneraron hacía milenios atrás. Pero Odín estaba seguro de que los humanos no eran invencibles, que no todos serían capaces de oponerse a los dioses. La "suerte del novato". Un dicho humano que podía ser usado actualmente tras la victoria directa de los mortales sobre ellos. Las posibilidades de que salieran victoriosos de un tercer enfrentamiento eran escasas, casi nulas en la mente del Padre de Todo.

―Yo te aseguro la victoria del Tirano del Mar sobre el siguiente luchador humano. Te la aseguro y te lo prometo: Poseidón ganará a su adversario y nos dará la primera victoria en el Ragnarok. Esa que empujará la moral de los dioses por encima de los humanos.

La seguridad de Odín detuvo los pensamientos pesimistas de Loki. El Padre de Todo mostró su seguridad en su mirada, en su voz y en como parecía completamente tranquilo en una situación tan desigual como la que se encontraban actualmente, con dos de sus importantes figuras muertas, desaparecidas del plano de los vivos, de la existencia misma.

―Espero que lleves razón, tío. Deseo que lleves razón―el dios del engaño soltó todo el aire que contuvo en sus pulmones durante aquella conversación―. Seré un representante de los dioses en el Ragnarok. Daré la venganza justa por Thor, tío.

Odín agradeció aquellas palabras, aunque no lo demostró en ningún gesto posterior. Como de costumbre, el Padre de Todo se mantuvo estoico, serio, mirando la arena recién reformada y al presentador Heimdall justamente en el medio, listo para presentar a los dos siguientes combatientes: uno del bando humano y otro del bando de los dioses.

La tercera ronda estaba por comenzar. Y la moral de los dioses estaba por los suelos. Si no ganaban la tercera ronda, la moral no podría ser elevada.

Arena del Ragnarok

Tras la segunda ronda, la arena había sido reconstruida por segunda ocasión volviendo a estar como al inicio: completamente impoluta, sin daño alguno y con el oricalco brillando bajo el solo en su punto más alto del cielo, listo para aguantar el envite entre el luchador humano y el dios en la tercera ronda de aquel enfrentamiento entre dioses y humanos.

Los dioses habían obtenido un empate y una derrota durante aquel Ragnarok, quedando por debajo de los humanos en ambas ocasiones y desmoralizando al bando divino. Por su lado los humanos obtuvieron el mismo empate con los dioses, pero cambiaron su recorrido en el torneo con una victoria sobre el dios más poderoso de todo el grupo divino, aquel llamado como el Padre del Cosmos, el presidente del Consejo del Valhalla.

Y el encargado de aquel logro no fue otro que el Humano más Fuerte del Mundo, aquel conocido como el Monstruo Humano, el Monstruo de las Naciones Elementales, el Guerrero Perfecto, la Bestia Insaciable. Los sobrenombres eran muchos, siendo capaces de ocupar un pergamino completo sin dejar espacio alguno.

La moral entre la audiencia humana se había elevado con los resultados. Ellos, los humanos y simples mortales, habían asesinado a dos dioses poderosos que habían estado milenios completos en vida, asesinando a otros seres más poderosos e inmortales que ellos mismos. Era algo por lo que ellos se sentían orgullosos, satisfechos y felices. Podían ver la oportunidad de sobrevivir al fin del mundo y estaban a gusto con ello. Estaban satisfechos.

―¡Ha llegado el momento de la tercera ronda del Ragnarok!―la sorpresa había pasado por todos los dioses, incluso por el presentador del torneo. Heimdall, junto a muchos dioses, había quedado estupefacto cuando vio a Zeus caer ante un humano. También fue de los dioses que se sorprendió por la muerte de Thor, no llegando a comprender como alguien podía haberlo matado―. Una nueva lucha, un nuevo enfrentamiento. ¡¿Quién será el ganador de la tercera ronda?! ¡¿Quién se alzará con la victoria?! Los asquerosos humanos han obtenido una victoria asesinando a nuestro amado Zeus y obtuvo un empate matando y destruyendo a nuestro querido y poderoso Thor-sama. ¿Serán capaces los humanos de ganar al siguiente participante? ¡Él, que asesinó a uno de sus hermanos! ¡Él, que se volvió el Tirano del Mar! Poderoso, seguro, dando un aspecto de un verdadero dios. ¡El representante de los dioses en la tercera ronda es Poseidón, el Rey de los Mares, el Tirano del Mar!

Dos enormes columnas de agua dieron el paso para que las exclusas se abrieran. Litros de agua rodearon la arena del Ragnarok y dieron paso a su dueño y señor, a su rey, su emperador. Fue una imagen para el recuerdo. Una imagen que quedó grabada en la retina de los humanos y de los dioses. Una imagen que daría paso a la victoria o a la derrota del dios que controlaba el agua.

―*Silbido*

Lenta, calmada, una melodía precedió el eco de los pasos del Tirano del Mar. Lentamente, este apareció en la entrada del túnel. Rizos dorados se agitaron frente a los ojos profundos de color marino que se fijaron en la arena, sin emoción alguna brillando en esos iris.

Apuesto, con un rostro ligeramente triangular. La piel del Tirano del Mar era clara, blanquecina. Sus ojos parecían una mezcla entre el mar más profundo y el hielo más frío, dando un tono grisáceo que podía pasar a un tono oscuro y azulado o a uno blanquecino y claro, dando el aspecto del mar o del hielo.

Un golpe seco detuvo el mar embravecido que había rodeado la arena. Con calma, el dios golpeó su afamado tridente contra el suelo de oricalco, generando un eco que detuvo cualquier conversación susurrante que hubiera entre la audiencia.

Todos los ojos se centraron en el hombre, en el rey y en el dios presente.

―Ahora, para enfrentar al dios Poseidón, ¿qué humano estará lo suficientemente loco y desesperado?―Heimdall extendió el brazo hacia la entrada del otro túnel. No hubo explosiones, agua saliendo de las esclusas o algún fuego artificial. El eco de pasos fue la única respuesta que el dios recibió, siendo la señal para que lo presentara―. ¡Conocido como la Hoja Roja de la Venganza! ¡Un hombre que ha encontrado la satisfacción en la sangre, que ha vengado su silencio y la muerte!

El representante humano apareció en la entrada del túnel. Un haori anaranjado cubría un torso cubierto por una camisa negra. Dos katanas estaban sujetas por un haramaki de color granate oscuro, contrastando con el color negro del uniforme. Un sombrero de paja cubría su cabeza, con el alero ocultando su rostro.

Contrastando con la presentación del Tirano del Mar, la Hoja Roja de la Venganza estaba siendo cautelosa, menos vistosa, más calmada, evitando así ser el centro de la atención. Gracias a las sandalias, el eco de sus pasos incluso fue menor que el del dios del mar, lo que podía hacer que el humano fuera pasado desapercibido por la audiencia. Era algo acorde a la mentalidad del samurái, del espadachín.

Finalmente, el dios y el humano estaban uno frente al otro. Una bufanda cubría el cuello del humano, mientras que los ojos del dios cambiaron levemente de color mientras observaba a su adversario. Entre ambos combatientes, Heimdall llevó el cuerno hacia sus labios:

―¡Que de inicio el combate entre Poseidón, el Tirano del Mar y Naruto, La Hoja Roja de la Venganza!

El sonido del acero rozando el cuero hizo que el Tirano del Mar tensara sus músculos. Ambas katanas abandonaron sus vainas y mostraron el color gris del acero a los ojos divinos del Rey del Mar, del Tirano del Mar.

Poseidón analizó con sus ojos el color de las hojas de aquellas espadas. Eran grises, pero con una tonalidad muy extraña, muy oscura, como si no fueran espadas normales. Pero no podía sentir el poder divino en aquellas katanas y estaba claro que aquellas armas no eran divinas, lo que terminó intrigándolo. ¿Con que tipo de armas estaría aquel humano dispuesto a matarlo? Había quedado claro que Volund fue descartado por su hermano menor, por el odioso de Zeus.

―Dios no conspira. Dios no juzga. Dios no odia. Dios no siente. La perfección de un dios, la representación de uno, procede de su negación a las impurezas humanas conocidas como "sentimientos". Podría no hablar, podría evaluarte; pero uno de los tuyos mató a mi hermano Zeus y otro logró un empate con Thor. Al menos debo darte un poco de consideración al hablar algo contigo, humano. Por ello te explico lo que es un dios. No esperes un sentimiento de mi lado.

Poseidón meció el tridente generando un sonido silbante. Por toda respuesta, el espadachín deslizó hacia abajo la bufanda rojiza, mostrando a los ojos del dios la dentuda cicatriz que recorría y marcaba todo su cuello.

―*Sonido ininteligible*.

―Ya veo. No puedes hablar. No importa. No queda mucho que alguien puede decir.

Acero cortando el viento. Poseidón empujó su arma y lanzó una estocada contra su adversario. Habiendo visto los dos primeros combates, el Tirano del Mar no se sorprendió cuando su enemigo bloqueó el primer ataque utilizando la espada izquierda; algo que hizo que chispas saltaran entre el roce de ambos aceros.

Esto sorprendió a los dioses. Aquella espada que parecía normal, resistió el envite del arma más poderosa de los mares: el Tridente de Poseidón, un arma divina al nivel del Mjolnir, aunque no tan poderoso.

Poseidón pisó con fuerza. Marcó su posición con los pies. Flexionó las rodillas y tiró del Tridente hacia sí mismo. Esto deshizo la presión sobre la espada de su adversario, lo que permitió al mismo reafirmarse en la posición que estaba y mostrar la otra espada.

Fue entonces que el Tirano del Mar atacó al representante de los humanos. El dios lanzó una estocada en rápida sucesión que obligó al humano a desviar las estocadas usando ambas espadas, lo que generó chispas cuando estas chocaron con el arma divina, con el acero del Olimpo.

Un baile constante, un ataque feroz. Poseidón no retrocedió en su ataque y no mostró misericordia. Era posible que los humanos y dioses pensaran que estaba buscando venganza por la muerte de su hermano menor o por el Berserker del Trueno. Ambos lados estarían equivocados. No estaba luchando por venganza. Odiaba la representación de Zeus, como se había denigrado hasta parecer más humano que dios. Y respetaba de cierta forma a Thor; pero no lo hacía lo suficiente como para que él buscara venganza por su muerte. Si los dioses y humanos buscaban un punto para que él se esforzara tanto, sería su desprecio a los humanos, su odio a lo imperfectos que eran, a lo ineficiente de sus vidas y existencias. Como un dios, Poseidón odiaba todo aquello inferior a su ser. Dioses demasiado humanos o humanos demasiado imperfectos. Y solo había un par de personas que él respetaba.

El tintineo del acero detuvo los pensamientos del dios. La espada izquierda desvió el tridente de Poseidón y dejó un hueco directo hacia el pecho del Tirano del Mar; hueco que el espadachín aprovechó lanzando una estocada directa contra la parte vulnerable del dios. Era una oportunidad obvia que nadie desaprovecharía. Y siendo un espadachín experto, el samurái aprovechó eso para intentar herir a su enemigo.

Un silbido acompañó el movimiento del tridente. Usando sus dos brazos, Poseidón bajó su arma y empujó la hoja de la espada izquierda hacia abajo, hasta que chocó con el suelo de oricalco, levantando un chirriante sonido que detuvo por unos dos segundos el envite...segundos que sucedieron al movimiento de la espada diestra del espadachín. Esta cortó el aire y avanzó hacia el cuello indefenso del dios con el claro objetivo de cortarlo, lo que daría con la muerte del dios.

Poseidón estaba en un punto muerto. Si movía el tridente, la espada izquierda de su enemigo quedaría completamente libre; pero eso le daría la posibilidad de bloquear la espada diestra. Si no levantaba el tridente, la espada diestra cortaría su cuello y lo asesinaría como pasó con su hermano menor y con Thor.

―*Silbido*

Agua se arremolinó entre la hoja diestra y el dios. La espada chocó contra este escudo líquido, siendo frenada por este hasta el punto de que quedó completamente inutilizada, como si no pudiera seguir avanzando hasta el cuello de su objetivo.

Fue entonces que Poseidón cerró la mano diestra, la que abandonó el esta del tridente. El agua que rodeaba la katana derecha se cerró sobre la hoja, generando una explosión que envió al humano hacia atrás varios metros, portando solamente una espada ahora.

―...

El espadachín respiró profundamente. Bajo la mirada del dios, el cazador de demonios humano tensó sus músculos hasta el punto máximo gracias a su respiración. Segundos después de eso, llamas rodearon la hoja de su única espada en sus manos.

―Fuego contra agua.

Poseidón se irguió lentamente. El dios movió el tridente y liberó la espada destrozada. Pedazos de la katana cayeron al suelo de oricalco, generando un sonido de repiqueteo por varios segundos atrapando la completa atención de su enemigo.

―...

Estaba claro sobre el silencio del representante humano. Una cicatriz cruzaba todo su cuello, marcándolo como un sobreviviente del evento oscuro que hubiera vivido. Sus cuerdas vocales fueron completamente destrozadas, arrancadas sin sentimiento alguno. Pero, aunque cualquier persona pudiera sentir lastima por él, Naruto ya no sentía lastima por sí mismo, por su condición. Era mudo, un espadachín, un samurái y un cazador de demonios. Mientras que sus compañeros tenían facilidades para usar las respiraciones gracias a poder nombrar sus ataques, Naruto debía recitar mentalmente sus movimientos. Aunque llegó al punto de poder utilizar sus movimientos recitando pequeños monosílabos, las pocas palabras que podía utilizar.

Poseidón cortó la línea de pensamientos del cazador de demonios. Naruto reaccionó al movimiento del tridente y bloqueó el mismo, generando así un intercambio entre su espada y el arma del dios. Este choque de armas generó un constante salto de chispas, las cuales ahora estaban envueltas en llamas, lo que obligó al dios a generan agua sobre su tridente, como una envoltura que copiaba la habilidad del representante de los humanos en aquella ronda.

Ambos luchadores de tuvieron sus movimientos cuando sus armas bajaron al mismo tiempo. Detrás de cada uno, una grieta se formó y un poderoso viento golpeó los muros que tenían detrás, generando fracturas en los mismos y ocasionando que la audiencia fuera golpeada por dicho viento feroz. Fue tal el golpe, que muchos de los que observaban el combate, casi fueron arrancados de sus asientos.

―Dios no siente ira. Dios no compadece. Dios no siente lujuria.

Silbante, el metal del tridente cortó el aire y el espacio ente el dios y el humano. Perforando este, el arma divina avanzó directamente hacia el pecho del espadachín, con el objetivo claro de atravesar el torso del mortal.

Ojos azules se agrandaron ligeramente, ocultos levemente por el sombrero de paja. El espadachín deslizó sus manos por el mango de la única espada que le quedaba. Pisó fuertemente el suelo con sus pies. Dejó caer el peso de su cuerpo sobre sus piernas, lo que le obligó a flexionar las piernas para que estas no se fracturaran. Observando el tridente, Naruto esperó el momento preciso para elevar su espada en un corte inverso ascendente que desvió el ataque de su adversario y a la vez le permitió lanzar una estocada contra el rostro del dios; estocada que Poseidón desvió utilizando el asta de su arma, algo que generó chispas e hizo recular al representante de los humanos en aquella ronda.

Poseidón no era un dios que mostrara sentimiento alguno. Según su propio lema y sus directrices de dios, los dioses no debían sentir cosas humanas como los sentimientos. Era por eso por lo que no podía reflejar sorpresa o agrado ante un combate. Incluso la admiración o el respeto que otro dios hubiera tenido en aquel punto por enfrentar a un humano habilidoso no florecía adentro suyo y mientras la audiencia del combate podía sentirse sorprendida, él ni siquiera sentía un poco de esa sorpresa por el duelo que estaba teniendo. Simplemente veía al humano frente a sus ojos como una bolsa de basura, como un despojo que debía eliminar de la faz de la existencia.

―*Silbido*

Naruto bajó la katana levemente. Aun mantuvo sus manos rodeando el mango de su espada, pero no hizo gesto alguno de un ataque contra su enemigo. Así como el dios lo observaba, el espadachín había decidido buscar algún punto débil en las habilidades de su adversario, en la postura que tomaba o en los movimientos que hacía.

A o largo de su vida Naruto había enfrentado a diversos seres sobrenaturales conocidos como demonios, llegando a pelear contra las temidas Doce Lunas Demoníacas, los demonios más poderosos dentro de su mundo. Y a pesar de que esos seres eran poderosos en su tierra, ninguno de ellos lo hacía sentir nervioso o pesado como lo hacía sentir aquella figura frente a él; una figura que había sido denominado como "dios" por las personas que lo rodeaban y que no parecían andar desencaminadas, pues la presencia que ejercía era pesada, abrumadora.

Ambos, humano y dios, se movieron hacia el otro con las armas en ristre. Poseidón levantó su tridente. Mostró las tres puntas en un ataque descendente con la intención de atravesar a su enemigo. Naruto arrastró la espada, marcando el suelo con la punta de su katana. Respondiendo al movimiento del Tirano del Mar, levantó la espada para bloquear el ataque descendente, lo que desencadeno un nuevo aluvión de golpes entre ambos luchadores.

Mientras que el dios poseía una fuerza y velocidad divinas, el humano se vio obligado a llevar su cuerpo al límite para seguirlo, para que ninguno de los movimientos de su enemigo dañara su cuerpo o terminara con su vida.

Gracias a los constantes entrenamientos con las Respiraciones, el cuerpo de Naruto había ganado una mayor fuerza y velocidad que los demás espadachines de su tierra, siendo superior a la mayoría de Lunas y colocándose como un muro para muchos cazadores por debajo suya. Y era gracias a esos entrenamientos, a esas peleas, que ahora podía ver los movimientos de alguien más veloz que él, igualarlos y repelerlos usando solo una espada, una katana Nichirin.

Chispas saltaron como diminutos fueros artificiales, rodeando a los combatientes con pequeñas luces constantes que generaron una imagen bella y extraña, una imagen que sería un bello recuerdo si no fuera por el enfrentamiento a muerte entre los dos participantes.

Debido al choque de las armas, al roce de los metales que las formaban, estas explosiones eran posibles, generando esas bellas luces diminutas que parecían iluminar brevemente a los dos luchadores.

Naruto durante el intercambio, cambió de mano al utilizar su espada. Pasó de usarla en la mano izquierda a usarla en la derecha, gesto que hizo que su adversario se viera abrumado por el cambio de ritmo en los tajos. Estos se volvieron mucho más rápidos, más fuertes y mucho más feroces de lo que fueron en un inicio.

El viento resultante separó a los luchadores. Generando un vacío, la explosión de viento separó ambas armas repeliendo los últimos movimientos, dejando así a los luchadores con un hueco en su defensa que ninguno podía aprovechar.

Ninguno podía moverse.

―*Suspiro*

El aire abandonó los pulmones del cazador de demonios. Este se renovó por un oxígeno nuevo que llenó los pulmones del humano, que llenó su cuerpo entero y lo empujó hacia arriba como si fuera un combustible. Estaba usando todo en aquel intercambio y casi había llegado a sentir que sus brazos se rompían ante la fuerza de Poseidón.

―*Silbido*

Naruto miró al dios. Poseidón flexionó levemente las rodillas, como si fuera a lanzarse hacia adelante, contra su objetivo; pero el dios no hizo lo que Naruto estaba esperando, lo que la audiencia esperó. Al contrario, en vez de lanzarse hacia adelante, saltó hacia arriba quedando varios metros por encima de su enemigo.

―...

―Es hora. Quíone Tiro Deméter (Rayo divino que azota los mares).

El nombre salió de los labios del dios como un suave susurro, como una leve caricia en el rostro de su enemigo. El dios giró el tridente en su mano y se posicionó. Cuando la última sílaba escapó de su boca, Poseidón ejecutó el ataque y descargó una lluvia de estocadas hacia su enemigo desde los cielos, inundando la arena con sus poderosos ataques, creando una cortina de ellos completamente impenetrable, insuperable.

Bajo ese aluvión de ataques constantes, Naruto se preparó para ellos usando solamente su espada. El espadachín aguanto el aire dentro de sus pulmones. Los sobrecargó. Haciendo uso de la respiración, utilizó toda su fuerza para mover la espada a un ritmo similar con el que Poseidón movía su tridente en las estocadas para generar aquella cortina. Debía mantenerse firme, aguantar aquel ataque devastador que estaba destrozando la arena.

Naruto desvió una de las tantas estocadas. Vio con sus ojos como una línea directa había quedado despejada hacia Poseidón. Un hueco que debía aprovechar, una brecha en su defensa que debía tomar si quería ganar aquel encuentro.

Go (Cinco).

Fuego crepitó intensamente. Llamas rodearon la hoja de la espada, rojas, danzantes ante el viento. Como una lengua de fuego, la espada siguió las órdenes de su portador y avanzó directa hacia su objetivo en los cielos con el objetivo de quemarlo, de devorarlo. Inmenso, un dragón de fuego se desplazó por la fragmentada defensa del dios y lo devoró con sus fauces haciéndolo desaparecer de la vista de la audiencia, deteniendo su aluvión de ataques.

Naruto bajó entonces su espada. Las llamas habían desaparecido, dejando solamente humo escapando de la oscura hoja acompañado de un ligero vapor blanquecino que contrastaba con el gris del humo.

Desde la infancia del Uzumaki, este había sido mudo. Cuando cumplió los cuatro años, un demonio destrozó a su familia y arrancó sus cuerdas vocales dejándolo moribundo. Aun buscaba la explicación de porque lo dejó vivir, porque no lo devoró como a sus familiares. Pero eso le dio la oportunidad de obtener venganza y permitir que las almas de sus seres queridos descansaran en paz.

Debido a lo acontecido en su niñez, perdió completamente el don de la palabra. No podía hablar, solo realizar sonidos guturales que se asemejaban más a los gruñidos de un animal que a los de un hombre. Un día, sin embargo, descubrió que podía decir solamente diez palabras y estas estaban relacionadas con los diez primeros números: Ichi, Ni, San, Yon, Go, Roku, Nana, Hachi, Kyuu y Juu. Cuando descubrió esto, al no poder realizar los movimientos de sus técnicas como el resto de sus compañeros, utilizó estas diez palabras para mejorar sus técnicas, para emerger de entre las cenizas con una respiración comparable al mismo sol.

Y fue por ello nombrado el Pilar del Sol.

―...

Un objeto se estrelló contra la arena. Envuelto en polvo y vapor, aquel objeto permaneció completamente inmóvil, como si no tuviera vida propia.

―*Silbido*

Naruto levantó la Nichirin. El tridente de Poseidón salió de la nube y golpeó su espada haciéndolo recular.

Siguiendo la estela de su arma, el dios apareció con leves quemaduras por todo el cuerpo. Tomó el mango de su arma y pisó con fuerza para afianzar su posición mientras su enemigo perdía la suya quedando desestabilizado.

El dios tiró entonces del tridente hacia abajo. Observando la apertura, decidió atravesar de una vez por todas el pecho de su contrincante y terminar con aquel encuentro. Sin embargo, el humano reaccionó al mismo tiempo y a la misma velocidad que el dios. Naruto movió la Nichirin y bloqueó el tridente de Poseidón colocando la hoja de su espada en el hueco que había entre dos de los tres pinchos del arma divina y haciendo fuerza y lanzando un tajo horizontal, desvió la misma y obtuvo tiempo para recomponerse de su fallo.

Poseidón no mostró enojo, confusión o indignación. Haciendo gala a su nombre, se mantuvo completamente calmado, relajado mientras observaba a su adversario. Como el resto de dioses, pensaba que los humanos no eran nada más que basura; una basura que había sido capaz de asesinar a Thor y a Zeus, pero una basura al fin y al cabo. Era por esto que no veía necesario mostrar algo hacia los humanos, hacia su adversario. Ellos habían asesinado a dos dioses y él debía mostrar que los dioses no eran tan débiles como había parecido hasta ahora.

Debido a los resultados, Poseidón era ligeramente cauteloso con el humano que tenía frente a él. Había usado su poder sobre el agua para tomar ventaja y poder dar una diferencia completamente notable en su encuentro. Fue sorprendente ver como el humano que no parecía sobresaliente, mostraba un dominio sobre el elemento opuesto al suyo, llegando incluso a herirlo levemente con aquel dragón hecho de llamas; unas llamas que parecieron provenir del mismo sol.

―Dios no teme. Dios no siente. Dios no compadece. Dios es perfecto en todos sus aspectos. No posee las debilidades de los humanos. No se deja llevar por los sentimientos―chispas saltaron entre las miradas de los luchadores―. Un dios no puede rebajarse a ser como un humano, a ser imperfecto.

Poseidón juntó ambas manos manteniendo el tridente entre sus brazos. A los segundos de aquel gesto, dos columnas de agua se formaron a la espalda del Uzumaki, alertándolo del siguiente movimiento de su enemigo.

―Dios está atento.

El silbido fue lo que alertó a Naruto del ataque. Las columnas de agua fueron una simple distracción. Poseidón atacó directamente desde el frente, lanzándose en una sucesión de estocadas que obligaron al cazador de demonios a defenderse de las mismas usando solamente su espada restante.

Amphitrite (Ola Furiosa).

Tomando la forma de una ola furiosa, la lluvia de estocadas fue directa contra su enemigo. Poseidón tomó firmemente el tridente solamente con una mano. Ajustó la fuerza y la velocidad, haciéndolas gradualmente más elevadas para superar a su adversario y devorarlo con su ataque.

Hachi (Ocho).

El Uzumaki tomó una posición firme. No reculó ante la imagen de una ola furiosa que se avecinaba contra él. Como un muro de hierro, permaneció en aquella posición mientras su espada era envuelta por un torbellino de llamas casi doradas que cegó levemente al Tirano del Mar. Fue este segundo el que dio la oportunidad al humano para bloquear el ataque, desviando el tridente y haciendo que este terminara clavado en la arena, terminando con el ataque del dios griego.

―Si fuera mi hermano Zeus, diría que esto es entretenido. Si fuera Thor, amaría este combate. Pero no soy ninguno de ellos―unos dedos níveos rodearon el asta azulada del tridente. Se cerraron firmemente alrededor de esta y se tensaron con fuerza cuando su dueño lo ordenó―. Dios no se enfada. Dios no pierde la calma. Dios es perfecto en todos sus aspectos, en todas sus facetas.

Las llamas que rodeaban la Nichirin cambiaron de intensidad. Pasaron de ser un "casi dorado" a un dorado solar completo, aumentando su potencia e intensidad.

Juu (Diez).

―Pensar que unos humanos podrían asesinar a un dios. Eso es ridículo. Sin embargo, ellos no fueron dioses. Fueron más humanos que los propios humanos contra los que peleaban―el crujido acompañó al movimiento del dios. Poseidón desclavó el tridente, dejando una marca en el suelo de oricalco―. Yo, sin embargo, soy un dios en todos los aspectos, en todas sus facetas. Medusa Álope Deméter (Inundación de cuarenta días y cuarenta noches).

El dios tomó con firmeza el tridente. Apretó el agarre sobre el asta del arma y la sujetó con fuerza bajo la mirada de su adversario y de la misma audiencia. Poseidón respiró hondo y, cuando su cuerpo estuvo listo, se movió hacia su adversario a una sorprendente velocidad, generando un clon de una imagen residual que alertó a su adversario.

El Uzumaki se movió casi al mismo instante en que lo hizo el dios. Mirando la imagen residual que quedó detrás de Poseidón, Naruto tomó con fuerza la espada y tensó los músculos de su cuerpo al completo. No dejó uno solo sin tensar, sin endurecer para el siguiente envite.

Siguiendo la velocidad del Tirano del Mar, el Uzumaki movió la Nichirin al mismo tiempo que Poseidón movía su tridente, ambos desplazándose por la arena dejando imágenes residuales de su enfrentamiento, como si estuvieran creando clones por todo el campo de batalla y se estuvieran multiplicando ante la atenta mirada de la audiencia, los cuales no perdían un solo detalle de aquella lucha constante por la que estaban pasando sus representantes.

Fuego y agua. Mar y sol. Poseidón y Naruto lanzaron sus ataques, sus tajos y estocadas en una sucesión rápida, intercambiando ataques con su adversario, generando mientras lo hacían un enorme domo con clones residuales de ambos.

Esto desechó el movimiento del Tirano del Mar. Poseidón había usado su mejor movimiento contra su adversario. Había esperado poder ejecutarlo en su contra para terminar con la batalla, con aquel cruce de espadas. Sin embargo, para sorpresa de los dioses y del mismo Tirano del Mar, Naruto realizó un movimiento similar al que intentaba realizar el dios marino, contrarrestando así el movimiento de su enemigo y pudiendo seguir en la pelea por más tiempo, desbaratando los planes de su enemigo.

Pero Poseidón fue un paso más allá. Mejoró la velocidad de su ataque. Mejoró la fuerza de las estocadas. Mejoró su fuerza, su poder y aumentó el número de estocadas. Dejó la mente en blanco, solo con el pensamiento de moverse mucho más rápido, mucho más feroz con el objetivo de terminar aquel enfrentamiento.

Naruto sintió el incremento en la fuerza y velocidad de su enemigo, en los movimientos de este y como iban escalando en fuerza y velocidad, como lo iba abrumando lentamente con su poder y como estaba siendo superado según pasaban los segundos.

La Nichirin chocó con el tridente del Tirano. Provocó un eco metálico que detuvo el tiempo. Como si estuvieran realizando el movimiento de Zeus, ambos luchadores se observaron. Estaban detenidos, congelados en aquel punto, mirando el movimiento de su rival, como avanzaba hacia ellos directamente.

El fuego resplandeció como el mismo sol.

El agua se agitó embravecida como un tsunami.

La carne fue cortada por la hoja, salpicando el suelo de un rojo carmesí y los movimientos se detuvieron.

La extremidad izquierda de Poseidón yacía en el suelo, inerte, dejando al dios sin una de sus extremidades, con la sangre abandonando su cuerpo.

―Dios es perfecto.

Detrás del Tirano del Mar, aun de pie, se encontraba Uzumaki Naruto, la Hoja Roja de la Venganza. Pero había algo que destacar. El pecho del luchador humano fue completamente atravesado por el tridente del dios marino, dejando un hueco oscuro, sangriento y grotesco en el cuerpo del espadachín.

Una herida que se llevó la vida del luchador humano en la tercera ronda, dando así la primera victoria al bando de los dioses, de aquellos que querían exterminar a la humanidad.

Poseidón había ganado.               

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