Capítulo 2

El polvo nublaba la vista de los espectadores. Rugientes, los truenos del poderoso Thor brillaron entre los escombros generando un juego de luces cautivador que mantuvo a dioses y humanos expectantes al resultado más posible de aquel enfrentamiento: la victoria del Berserker del Trueno, la victoria del dios más poderoso del norte y la primera victoria de los dioses en aquel torneo al que los humanos se vieron obligados a participar para sobrevivir. ¿Qué posibilidades tenía un humano de vencer a un dios? ¿Qué posibilidades tenía un medio dios a vencer a un dios completo? Durante la historia, pocos casos así sucedieron. Los dioses eran poderosos, arrogantes y llenos de un orgullo que no los dejaba retroceder ante lo que eran, ante su desdibujada perfección. Desdibujada, porque los dioses no eran perfectos. Ragnarok sacaba a relucir la imperfección de todos los seres inmortales: eran orgullosos, contaban con sentimientos humanos y poseían un ego demasiado elevado como para ser considerados "dioses" por los mismos humanos.

Y aquello solamente hacía ver la fuerza de los dioses. Ellos (todo el Valhalla) había aceptado el Ragnarok para demostrar el poder de los dioses, para que los humanos contemplaran la grandeza de sus creadores en todo su esplendor. Era algo vanidoso de parte de los dioses. Demostraban su aspecto más humano y a la vez infantil que incluso los humanos no llegarían a comprender. La misma Brunhilde no podía comprender como aquellos seres que se hacían llamar dioses, actuaban más humanos que los mismos humanos.

La frase "Dios nos creó a su imagen y semejanza" se podía ver demasiado certera, demasiado acertada cuando los dioses se mostraban tan humanos que ni ellos podrían reconocerse.

Lentamente, mientras miles de ojos observaban la arena, el polvo fue desapareciendo ante la audiencia, mostrando lo que quedaba de aquella primera batalla, del primer enfrentamiento entre dioses y humanos por un futuro o una extinción.

Brunhilde apoyó su torso contra la baranda. Sus ojos, verdes como el fuego griego, miraron aquella escena con cierta fascinación. No fue la única, por supuesto. Dioses y humanos miraron aquello esperando el resultado. Deseaban poder ser los primeros en ver al ganador del brutal enfrentamiento.

Estando en la arena, Heimdall caminó hacia la zona del envite. Dio pasos con cautela. Miró a ambas figuras de pie, con los rostros inclinados hacia el suelo. Fue el primero que pudo percatarse del líquido carmesí que escurría por ambos luchadores empapando sus ropas, goteando hasta el suelo de oricalco.

―Esto es...esto es...

Los gritos ahogados escaparon de los espectadores. Una brutalidad, así es como los humanos llamaron a aquella imagen. Los dioses, acostumbrados a imágenes similares, solo miraron a su representante. Estaban esperando alguna señal de vida, gritar que ellos habían ganado la primera ronda del enfrentamiento con los humanos.

―La Gungnir está atravesando el pecho de Thor-sama.

La menor de las valquirias fue quien señaló la enorme herida en el pecho del Berserker del Trueno. El dorado había sido empañado con el granate oscuro. Lenta, como un río en calma, la divina sangre del dios Thor escurría por el hasta aun fresca, reciente, mojando la mano del representante de los humanos.

―Diría que es una imagen "gloriosa". Pero es posible que las valquirias apreciarais demasiado a Thor.

66 Jotun cayeron ante Mjolnir y Thor. En el más grande enfrentamiento entre los asgardianos y los gigantes del hielo, el Berserker del Trueno fue el vencedor, destruyendo al más grande ejército de gigantes con su poderoso martillo. Ver a ese dios empalado por una lanza, vencido por un humano...era algo que nadie en todo el Valhalla se hubiera esperado.

―¡El humano está destrozado!

Thor no fue el único en salir herido de aquel enfrentamiento. El representante de los humanos, el luchador de la Gungnir, había recibido una herida que hizo a los humanos vomitar: su lado izquierdo estaba completamente aplastado, convertido en una masa sanguinolenta que dejaba entrever pequeños pedazos blancos en representación de lo que una vez fueron los huesos. Aquella herida llegó incluso hasta el bello rostro del luchador, aplastando todo el lado izquierdo sin dejar posibilidad de una reconstrucción.

―¡Heimdall! ¡¿Quién está vivo?! ¡¿Quién ha ganado el enfrentamiento?!

Discernir el vencedor tomando aquellas imágenes, podía ser una tarea sencilla: si se tomaba el aspecto de la herida, Thor había ganado sin lugar a dudas, pues que el humano sobreviviera a ser aplastado por el Martillo Divino era algo completamente imposible. ¿Pero eso sería posible? ¿Estaba Thor vivo?

Heimdall dejó de mirar al humano y su herida mortal. Posó sus ojos sobre la figura del Berserker del Trueno, buscando algún signo de vida que escapara del mismo dios. Alguna contracción, un suspiro, una pequeña respiración...

―N-ninguno de los dos parece estar vivo. ¡Ninguno da signos de vida, señor Zeus!

Los eternos segundos en silencio fueron rotos por la declaración de Heimdall, llenando los oídos de dioses y humanos por igual. Tal declaración, levantó el grito de los dioses.

―¡¿Ambos?! ¡¿Has revisado bien, Heimdall! ¡Es Thor!

―¿Un humano matando a Thor? ¡Ja! Espero que estés equivocado, Heimdall. ¡Ningún dios ha podido vencer antes a Thor! ¡No juegues con eso!

Pero por más que los reclamos llegaran a Heimdall, este se mantuvo mirando la figura de Thor esperando por una simple respiración, por un simple gesto que le indicara que estaba vivo y callara al resto de los dioses en la audiencia.

―Ese momento que los dioses buscan, no va a llegar.

Brunhilde y Geir miraron al Benefactor. Su voz sonó segura, calmada, como si ya hubiera esperado aquel resultado. Por ello mismo, parecía centrado en pelar una sola naranja, mostrando su mano cicatrizada y bronceada con un anillo verde rodeando su dedo índice.

―¿Por qué lo dices?

―Gungnir ha atravesado el corazón del dios. Lo ha destrozado. Ni siquiera un dios puede soportar que su corazón sea partido en dos por un ataque enemigo. Ni siquiera alguien como el viejo Zeus u Odín podrían soportarlo―fragmento a fragmento, el pellejo de la naranja fue cayendo a los pies del encapuchado―. Este empate entre humanos y dioses, da una visión de lo que los humanos pueden obtener. Te dije que no era necesario el Volund, valquiria.

Volund había sido el as bajo la manda de la mayor de las valquirias. Utilizar a sus hermanas para crear armas divinas que los humanos usarían contra los dioses. Ese fue su objetivo, su plan para poder superar el brutal poder de los seres divinos a los que estaban enfrentando.

―Esto no es...

―Los humanos cuentan con muchas más posibilidades, con muchas más habilidades de las que crees. Tu has puesto tu granito para que ellos venzan a los dioses. Yo he puesto el mío para que los humanos verdaderamente venzan a los dioses―el último trozo de piel de naranja tozó el suelo. El Benefactor introdujo ambos dedos pulgares y partió la fruta en dos. Sintió como el jugo mojó su piel―. Todos mis luchadores provienen de un mismo hombre, de un humano que ha fascinado al universo por sus incontables formas de no rendirse ante la adversidad―el hombre tendió la mitad de la naranja a la menor de las valquirias―. Idiota. Huérfano. Cabeza hueca. Las posibilidades de como uno puede referirse a él son infinitas, unas mejores que otras. Y él siempre ha respondido de su mejor manera: sorprendiendo a la gente. Se ganó a una aldea. Mató a dos dioses. Enfrentó a un monstruo. Trajo la luz al desesperado.

―¿Es por eso que lo has elegido? ¿Es por eso que usarás copias del mismo humano para destruir a los dioses?

―No, no es por "eso" que yo lo uso. Tiene tantas caras, tantos aspectos; pero todas sus "copias" cuentan con una cualidad común que no desaparece por más distinta que sea la copia del original: él nunca se rendirá, no cederá ni un palmo de terreno.

―Eso es...

―¿Imposible? Villano. Héroe. Da igual como él sea en el mundo seleccionado. Aun no he visto a uno solo de ellos que se rinda en lo que hace, que retroceda ante una adversidad. Por supuesto cada uno de ellos tomará un camino distinto, una manera opuesta de encontrar la solución. Unos usan la mente y otros la fuerza. Pero el punto es que ellos no se rendirán, que él no retrocederá. Como si estuviera integrado en su ADN. Encontrar a uno solo de ellos que diga la palabra "Me rindo" es más imposible que ver una victoria de los humanos sobre los dioses.

Brunhilde sintió aquellas palabras como una sincera declaración. Parecía que su Benefactor conocía demasiado bien a sus luchadores (o luchador). ¿Los habría investigado durante años? ¿Tal vez siglos, repitiendo el ciclo? ¿Cuántos de aquellos luchadores serían medio dioses? ¿Cuántos humanos reales?

―Hermana―la dulce voz de la menor de las valquirias sacó a la mayor de sus cavilaciones―. ¿A quién crees que usaran los dioses para enfrentarnos? ¿Quién será su representante?

Ambos bandos habían perdido y ganado el primer encuentro. Los dioses, orgullosos y egocéntricos, veían aquello como una derrota clara. Los humanos lo vieron como una oportunidad, como la llama que los incitaba a luchar contra los seres que habían rezado en algún punto de sus vidas. Pero a pesar de que Thor fue derrotado, los dioses conocían sus propios puntos fuertes y débiles de sus compañeros. Toda su lista eran luchadores que los líderes conocían, que Zeus conocía...

―El viejo verde será el siguiente, ¿verdad?

Ni Brunhilde ni Geir refutaron aquella frase. A lo largo de los milenios (tal vez desde el mismo Big Bang) Zeus había pasado su tiempo con demasiados hombres y mujeres, tanto mortales como divinos. Cientos, miles de hijos suyos habían habitado la faz de la Tierra y crecieron bajo la hastía mirada de la esposa del dios, siendo el eterno recuerdo de que su esposo era un bastardo demasiado humano para ser un dios, manchando el aspecto divino con su lujuria.

―Zeus será al siguiente. Puedo sentirlo, lo siento en mi ser―Brunhilde fue sincera en sus palabras. Zeus sería el siguiente en aquel enfrentamiento. Podía y estaba segura de ello―. Se estará preguntando si estamos usando Volund. Querrá saber como hemos sido capaces de tomar un empate contra los dioses, de matar a Thor-sama.

―Os reveláis contra el Valhalla, ¿y respetas a Thor?

―...

―Valquirias. ¿Quién las entiende?

―¿Cuál será nuestro representante? No conocemos nuestra lista. Solo tú conoces a los luchadores que vamos a usar en el Ragnarok.

El jugo de naranja llenó la boca del hombre.

―Un poderoso luchador. Zeus es un viejo bastardo pervertido que piensa demasiado con su miembro flácido y arrugado. Para eso, tengo a un luchador con un lívido igual de alto que el suyo y con habilidades físicas que darán "esperanza" a quien no la tenga.

―¿Pretendes que un solo humano sea la esperanza de toda una raza, de millones de personas de toda la historia? La historia de los humanos, siete mil millones de años borrados como si jamás hubieran existido. Eso es lo que te estas jugando, lo que los humanos se están jugando al enfrentar a los dioses que veneraban.

―Dramática. Sé lo que hay en juego. Por ello hice la mejor selección de luchadores para pelear contra los dioses―el dedo índice señaló hacia la arena. El Benefactor miró hacia la mayor de las valquirias a la vez que apuntaba a la arena―. Dioses y humanos han visto el punto débil de los dioses. Un "empate". Los dioses lo ven como una derrota. Los humanos lo ven como una victoria. ¿Cómo lo ven las valquirias, niña?

Los luchadores humanos representaban siete mil millones de años de la historia humana: desde su creación hasta la actualidad, pasando por cada una de las etapas evolutivas de la raza dominante del planeta Tierra. Los dioses simplemente querían borrarlo, hacerlo desaparecer como si nunca hubiera existido, como si fuera polvo.

Las palabras del Benefactor tenían su punto de verdad y Brunhilde lo sabía. Un empate era algo que nadie había podido imaginar, mucho menos los dioses. Durante la historia, los humanos del norte habían rezado a los dioses nórdicos, creyendo en su poder, en sus figuras de guerreros extendiendo su creencia. Entonces ¿por qué podrían ver una victoria humana sobre uno de los dioses que ellos veneraban? Incluso los humanos se sorprendieron con aquel resultado tan inesperado.

―Es hora de buscar al segundo participante, linda Valquiria.

El encapuchado se puso de pie. Generando un sonido áspero, las ropas del hombre rozaron el sillón que había estado ocupando con anterioridad, creando un movimiento suave y fluido que apenas dejó entrever la ropa bajo la capa.

―No podemos permitirnos empates.

―La "Moral de las Tropas". ¿Nunca has oído esa frase? Eres una valquiria, una guerrera, una buscadora de almas. Seguro has oído esa frase, ¿verdad? La moral de los soldados es el factor más importante en un enfrentamiento bélico. Un factor que incluso supera al armamentístico o al numérico. La moral puede determinar si ganas un enfrentamiento o si lo pierdes.

―¿Qué tiene que ver la moral en esto?

―La primera ronda ha terminado, valquiria. Y los dioses han comprobado en sus carnes que los humanos son mucho más de lo que creían. Desesperados por una victoria, lanzaran a su mayor arma en nuestra contra. Después de la lucha entre Zeus y el Monstruo, las posibilidades de victoria de nuestro lado se verán impulsadas.

Millones de mundos alternos, de otras realidades. El Benefactor había recolectado a los trece luchadores que consideró más aptos para aquel evento que sería la salvación o el final de la raza humana. Y uno de esos trece mundos le llamó la completa atención. No había nada de especial en aquel mundo, pues era casi como cualquier otro mundo que había visitado a lo largo de su vida: shinobis, chakra, luchas eternas y sangrientas que devastaban naciones. Sin embargo, como en cada realidad, hubo algo que atrajo su atención. Había esperado otro luchador usando chakra, teniendo la compañía de la bestia más poderosa de aquel mundo; pero lo que vio fue completamente distinto y gratificante.

―Espero que estés visible.

Los tres detuvieron sus pasos frente a una puerta corredera de estilo nipón. Detrás del encapuchado, ambas valquirias mantuvieron su distancia al mismo tiempo que intentaban hacerse una imagen del luchador que los esperaba en aquella habitación. ¿Sería un monstruo como realmente lo denominó aquel extraño? Si seguían la imagen preestablecida de aquella idea, solo podían esperar a un monstruo real, tal vez con cuatro brazos o dos cabezas y un par de alas o tal vez con piel de dragón completamente llena de escamas. Incluso ambas podían ver la imagen de una cola azotando el suelo de oricalco generando un sonido estruendoso.

El Benefactor fue quien rompió el silencio de aquel eterno minuto. Tomando el borde de la puerta, el hombre tiró de esta deslizándola y mostrando lo que había detrás de la misma.

Encontraron una habitación estilo japones sin demasiados adornos. Solo un futón ocupaba el centro de la sala, uno enorme que no dejaba espacio a cualquier otro objeto decorativo. Sobre el mismo, diversas prendas de ropa se encontraban esparcidas sin un orden lógico que ellos pudieran seguir.

―Él es casi como Zeus. No recuerdo si tiene hijos.

Geir apartó la mirada y Brunhilde observó sin pudor el cuerpo desnudo del segundo luchador del bando humano. Este había dejado la seguridad de su cama destapando su cuerpo tonificado al mismo tiempo que la compañía del hombre quedaba a la vista.

―*Yawwn* ¡Oh, hombre! ¿Ya ha terminado la primera ronda de esta cosa?

Cabello despeinado, oscuro. Barba desarreglada y salvaje. Brunhilde encontró al hombre apuesto, con un rostro afilado y duro a la vez que salvaje, como si fuera un animal, una bestia humana. Gruesos mechones de un rubio cobrizo caían sobre el rostro afilado, tapando ligeramente los ojos azules que observaban todos. Una cicatriz marcaba el ojo derecho destacándolo, añadiéndose a otra marca en su cuerpo.

―Lo ha hecho.

―¿Hemos ganado? ¿O hemos perdido?

―Tu confianza en tus compañeros no es demasiada...

―Solo confío en lo que mis propias manos pueden hacer.

A ojo, Brunhilde echó a aquel hombre una edad cercana a los treinta años, puede que un poco más o un poco menos. Descifrar la edad en un humano era algo complejo para ella, pues no envejecían como un dios.

―Tiene cuarenta y tres años. Está en la flor de la juventud.

El Benefactor sonrió ante la sorpresa presente en el rostro de la menor de las valquirias. Aquel hombre se había conservado demasiado bien. Según sus propias palabras "La sangre era la verdadera agua de la eternidad, de la eterna juventud" y había bañado su cuerpo en miles de litros de sangre. Llegó a bañar el continente entero.

―¿Esto es un regalo para mí? Eres demasiado generoso, viejo.

El hombre detuvo sus pasos frente a Brunhilde. Ojos verdes y azules se miraron directamente. Una sonrisa corrió por el rostro del hombre y sin pudor alguno mostró sus dientes brillantes, amenazadores a la espera de una respuesta.

―¿Este va a ser el segundo luchador? ¿Un putero?

―¡Oye!

―Solo hubo una ocasión donde le vi tener relaciones sexuales con una prostituta y fue para cazar al más fuerte de los tres shinobis más fuertes del momento. Después de ese momento, no le he visto en otro prostíbulo.

―No gasto mi dinero en putas, hombre―el luchador tomó un vaso trasparente. Brunhilde identificó el sake dentro de este mismo―. Prefiero tener mis propias relaciones sin gastar un solo ryo. No es mi estilo, gracias. Hombres y mujeres vienen a mi cama sin que les ofrezca algo distinto al calor de mi cuerpo.

Seguro, decidido y engreído. Brunhilde notó demasiados aspectos de Zeus en aquel hombre. Parecía una réplica humana del mismo presidente del Consejo de Valhalla, una demasiado bien hecha. ¿Podría este humano golpear, aunque fuera una sola vez, a uno de los dioses más poderosos? La tentación de usar Volund pasó por la mente de la valquiria. Lo hizo durante una milésima de segundo y desapareció tan rápido como apareció, como si hubiera sido un simple suspiro.

―Te vas a enfrentar a Zeus. ¿Estudiaste los libros que te di?

―¿Sobre el viejo verde con toga que se cree el centro del universo?

Desprecio destilaron las palabras del hombre, como si Zeus fuera alguien que realmente le hizo algo malo. Pero al segundo Brunhilde vio como el gesto en el rostro del humano pasó de uno de desprecio a uno de indiferencia, como si el nombre de Zeus o el combate mismo hubieran perdido toda la importancia.

―Eché una "ojeada". Ojee un poco esos libros, lo suficiente como para hacerme una idea de quien era Zeus―de un trago, el luchador hizo desaparecer el sake de su vaso de cristal―. No hemos ganado, ¿verdad? Y por la carente celebración de los "dioses", ellos tampoco ven lo acontecido como una victoria. Supongo entonces que, si nosotros no hemos ganado y ellos no celebran, el resultado ha sido un empate entre ambos ¿no es así?

―Y un empate para los humanos...

―...es una patada en los huevos de los presuntuosos dioses, ¿verdad?

El eco del cristal golpeando la madera acompañó los siguientes pasos del luchador de la humanidad. Brunhilde miró su espalda tonificada, bien formada, la de un luchador. Pudo distinguir un kanji en la misma, acompañado de otras cicatrices.

―Ese es su estigma. "Monstruo". Cazador de Shinobis. Monstruo Humano. Los sobrenombres para él ocupan una larga lista que nos llevaría horas en mencionar. Y todos ellos han sido puestos por personas que "sobrevivieron" a un enfrentamiento directo con él. Aunque sobrevivir no es la palabra indicada.

―¿Cómo lo llamas tu?

―No lo llamo de ninguna manera. Simplemente: ÉL no quiso matarlos.

Arena del Ragnarok

Algunos minutos fueron necesarios para que el estupor y la sorpresa desaparecieran de la audiencia, sobre todo de los dioses presentes en aquella batalla. Ambos cuerpos fueron removidos de la arena y el oricalco fue reemplazado para el siguiente encuentro y que ninguno de ambos bandos diera el resultado de la segunda ronda al estado de la arena.

Después del confuso e inesperado resultado, la audiencia esperaba a los dos siguientes peleadores que representarían a ambos lados en aquel torneo. Los dioses habían elegido al mismísimo Zeus (él mismo se impuso para participar en la segunda ronda después de observar el desastroso resultado obtenido en la primera ronda). La expectación estaba en la representación del lado humano del Ragnarok. ¿Quién sería el luchador que enfrentaría al dios que fue capaz de superar el tiempo? De entre los dioses griegos, el menor de los hijos de Cronos se catalogaba como el más fuerte de los olímpicos, de todos los seres de la mitología griega y era conocido como el Dios Padre del Cosmos, un sobrenombre que lo ponía por encima del resto de los dioses y afianzaba su posición como presidente del Consejo del Valhalla.

Con estos datos recitados por Heimdall, el miedo y la incertidumbre se extendió por el público humano, quienes no comprendían como podrían superar al mismísimo Zeus, aunque se viera con un cuerpo pequeño, delgado y arrugado como un viejo de noventa años porque se suponía que era Zeus, el dios griego más poderoso. ¿Qué humano entonces podría darle una digna pelea al más viejo de los dioses? ¿Qué humano podría aguantar uno solo de los golpes de un dios tan poderoso en términos físicos?

La respuesta a las preguntas no formuladas por el lado de los humanos, fueron respondidas en segundos. El eco de pasos se hizo cada vez más fuerte según Heimdall realizaba la presentación del luchador de los humanos, del representante de los mortales en la segunda ronda mientras Zeus observaba con sus cuencas oscuras.

―¡Monstruo Humano! ¡Un hombre que doblegó a su nación con sus propias manos! ¡El Humano más Fuerte jamás visto en toda una era! ¡El mayor artista marcial, mercenario y Cazador de Shinobi! ¡Se dice que con sus puños sería capaz de destruir un meteorito, de parar un terremoto! ¡Él es...!

Una cicatrizada mano detuvo los gritos de Heimdall. El dios observó al luchador de los humanos. Este había cubierto su parte inferior con unos pantalones negros sin símbolo alguno acompañados por unas zapatillas de taichi oscuras similares al color del pantalón. Una banda plateada cubría su cintura al mismo tiempo que dos muñequeras hacían juego con dicho accesorio.

―¿Puedes callarte? No necesito presentación alguna.

El luchador empujó hacia atrás a Heimdall. Gracias a la luz que brillaba en lo alto del cielo de aquel estadio, todos pudieron ver las pequeñas mechas grises en aquel descuidado cabello cobrizo, un signo más de su edad adulta y que no era alguien tan joven como aparentaba.

―Ohohoho. No deberías tratar así al presentador, joven humano...

―Y tú no deberías mostrarte tan amable como un ancianito―el humano se detuvo frente al dios―. Creí que serías más alto, más musculoso. Generé en mi mente una imagen de ti a la que no haces justicia. Solo eres un escuálido anciano que no podría aguantar uno solo de mis golpes.

―¿Cómo te llamas?

―Naruto. Namikaze Naruto. Pero en mi mundo me llaman el Monstruo Humano, el Cazador de Shinobi.

El viejo Zeus levantó el rostro. El Monstruo Humano bajó su mirada y miró aquellas oscuras cuencas que no parecían contener unos ojos reconocibles. Era una visión perturbadora la que menos...

―Espero estés listo, jovencito.

―¡Hn!

Los ojos de Zeus se abrieron ampliamente. Heimdall mantuvo su boca abierta. Los dioses y humanos en la audiencia quedaron estupefactos ante lo que acababa de ocurrir. Sin decir nada más allá de un chasquido de lengua, sin responder al tono jocoso del dios, Naruto realizó el famoso "Puñetazo de una pulgada" golpeando directamente al dios en el pecho con toda la fuerza que un golpe tal podía llevar.

La piel se contrajo hacia el interior, llegando casi a desgarrarse bajo la presión del puño. Los huesos de la caja torácica del dios se resintieron, temblando bajo la piel y el músculo de Zeus mientras este intentaba buscar algo de oxígeno por unos segundos.

No por nada era un experto en las artes marciales...

―*Cough*―la sangre salpicó el recién reconstruido suelo de la arena. Unas pequeñas gotas mojaron el brazo extendido del Monstruo Humano, quien no mostró repulsión―. E-eso ha sido bueno, chico.

―Lo tomaré como un halago.

―Pero...¡NO PIENSES QUE YA ESTÁ!

Una sombra se reflejó en el rostro del luchador. Hinchado, mostrando unos músculos fuera de lo humanamente posible, el brazo derecho de Zeus descendió a una abrumadora y sorprendente velocidad hasta que se estrelló contra el rostro de Naruto. El hombre sintió como su cara temblaba ante el golpe, como el viento resultante de aquel movimiento agitaba su cabello despeinado.

―*Cof*―el Monstruo Humano reculó. Sus brazos cayeron inertes a ambos lados de su cuerpo y su rostro se inclinó hacia el suelo, bajando su mirada.

―Eso es un golpe, mocoso humano. Tan engreído, egocéntrico. ¿De verdad creíste que con un simple golpe me derrotarías? ¿A mí? Eres demasiado ingenuo, demasiado estúpido. ¡El poder de los dioses está por encima de los humanos y es algo...!

Viento fue cortado y un silbido llegó a los oídos de Zeus. A pesar de sus miles de años, de su cuerpo demacrado, el Dios Padre del Cosmos reaccionó a una velocidad superior al ojo humano y bloqueó el golpe con su brazo izquierdo, recibiendo así todo el impacto en dicha extremidad hasta el punto de retroceder unos centímetros.

―Estamos en las mismas, viejo bastardo.

Un segundo golpe. Zeus intercambió una serie cortas de golpes que generó ondas de viento durante todo el intercambio.

Ambos puños chocaron. Naruto sintió sus piernas temblar. Zeus sonrió victorioso.

―Celebrar antes de cazar la piel del oso―el aire abandonó los pulmones del Monstruo Humano―. ¡Ryusui Gansai-ken (Puño de Agua que fluye Roca Aplastante)!

El dios abrió los ojos. Veloces, los golpes del Monstruo Humano fueron directos contra el torso del dios, uno tras otro en un constante intercambio entre el brazo derecho y el brazo izquierdo del luchador, asemejándose a un picoteo constante de un estoque a una velocidad máxima que lo hacía casi invisible al ojo humano, pero no al divino.

Decidido, Zeus finalmente reaccionó al movimiento de aquel ataque. Bajó el brazo justo cuando la extremidad izquierda de su adversario intentaba golpear nuevamente su torso. Ambos brazos (el de Zeus y el de Naruto) chocaron en un punto, generando una explosión de viento que retrajo la piel de ambos luchadores, de sus rostros hasta transformarlos en un rostro arrugado, más viejo de lo que los dos aparentaban.

Vapor escapó entre los cuerpos de los dos luchadores.

―Diría que esto "quema" un poco. Has generado en mi una sensación que no he sentido en mucho tiempo. En un milenio completo, tal vez algo más. ¿Usas Volund?

―No sé que es eso que llamas Volund viejo. ¡Solo uso mi fuerza monstruosa para destrozar tus polvorientos huesos!

Naruto reaccionó en un contraataque. Mientras ambos mantenían sus brazos en conjunto dando imposibilidad a un ataque por parte de dichas extremidades, el Monstruo Humano realizó un ataque directo con su pierna derecha llegando a golpear el mentón Zeus.

Sangre salpicó la barba grisácea del viejo dios.

―*Ngh*.

Zeus intentó bajar el rostro. Naruto movió las manos y agarró ambas muñecas del dios y tiró de los brazos del viejo para traer a este hacia sí mismo. Cuando Zeus estuvo a su alcance, el Monstruo Humano bajó la pierna y estrelló al dios contra el suelo, aplastando su rostro contra el suelo de oricalco.

―Céntrate viejo. ¡Esto no es divertido!

El Monstruo Humano dejó escapar sus instintos. Aplastó el rostro de Zeus contra el suelo de la arena varias veces, de manera constante, sin temer las consecuencias. ¿Qué luchador temería las consecuencias en un enfrentamiento? Estaba peleando, disfrutando. ¡No iba a detenerse justo cuando estaba aplastando al dios!

Todo fue en un segundo. Naruto estaba aplastando a Zeus y al segundo Zeus estaba contraatacando al humano con toda su furia, con toda su fuerza para separarlo de él y poder librarse de la lluvia de golpes del Monstruo Humano.

Una honda de viento estalló.

Dios Padre del Cosmos y el Monstruo Humano. Sangre goteó de ambos hacia el suelo, resaltando en su color oscuro sobre aquel color tan puro y blanco como representaba al mismo oricalco.

Uno frente al otro. Humano contra dios.

Naruto inclinó su cuerpo hacia el frente como un depredador. Sonrió como un lobo salvaje, como alguien que estaba a punto de lanzarse sobre su presa para devorarla. Y eso elevó el instinto combatiente de Zeus, su sentido de guerrero.

Golpes. Viento feroz. Dos luchadores manteniendo su posición ante los golpes constantes de sus adversarios. Determinación, superación y sed de superar a su enemigo, a su adversario. Humano y dios eran dos partes de un mismo ser. Zeus se dio cuenta de eso cuando el golpe número cien golpeó su rostro, haciéndolo recular. El "Monstruo Humano" era su lado humano, su contraparte humana. Había encontrado al humano capaz de golpearlo.

Una andanada de golpes después, el monstruo y el dios se observaron sin separados por una distancia de tres metros. No había heridas graves. Pequeñas heridas quedaron cuando el polvo y el vapor se desvaneció, dejando a ambos luchadores completamente visibles.

―Has roto mi toga. Has herido mi cuerpo.

Aire salió de entre los labios del Monstruo Humano. Naruto cuadró su torso, marcó sus músculos ante los ojos de la audiencia según se iba estirando lentamente dejando que todos oyeran como sus huesos crujían con el estiramiento.

―Ya puedes darlo todo, Zeus. He calentado lo suficiente con ese intercambio de golpes, con ese pequeño baile entre tú, un dios, y yo, un monstruo.

―Monstruo Humano. Aun no he visto lo monstruo en tu ser. ¿Esto es todo lo que el Monstruo Humano puede alcanzar para vencer a un dios? Solo eres un humano con habilidades extraordinarias, superiores al promedio.

Vapor comenzó a escapar del cuerpo del Dios Padre del Cosmos. Su cuerpo escuálido cambió ligeramente. Sus músculos desinflados en un segundo pasaron a estar hinchados hasta el punto de cambiar completamente el aspecto del dios y dando un aspecto intimidante para cualquier que lo mirara directamente.

―El "miedo" no es algo que yo tenga, viejo.

Usando ambas manos desnudas el Monstruo Humano echó su cabello hacia atrás. Sin mechones cubriendo su rostro, ahora todos podían observar las cicatrices en el mismo. No solo había una cicatriz en su ojo derecho. Una más ocupaba su mejilla izquierda y otra parecía estar en el centro de su mentón. Todas estas se sumaban a las cicatrices presentes en el torso del luchador humano.

―¡Hohohoho! ¿He de sentirme insultado porque no temas mi forma más poderosa? ¿U honrado?

―¿Los dioses sienten algo como la honra? ¡Eso es nuevo!

Furioso, el golpe de jab fue directo contra el mentón el musculoso Zeus, generando una onda de viento cuando la palma contraria del dios detuvo el puño del humano sin que esto lo hiciera moverse un solo milímetro de su posición.

―Es hora de que te devuelva un poco de la lluvia de golpes anteriores. ¡Toki o koeru ken (El puño que superó el tiempo)!

Todo se detuvo: el aire, los humanos, los dioses. Todo aquello que estuviera en la arena del Ragnarok, en aquel lugar y tiempo, quedó completamente detenido, suspendido. El tiempo mismo se detuvo al mismo tiempo que Zeus se mostró imponente, quedando en el centro de toda la arena, frente a su enemigo. El dios cargó toda la energía divina en su brazo. Los músculos se hincaron más. El poder residía en aquella extremidad.

Zeus apareció frente a su enemigo. El Monstruo Humano estaba de pie, congelado en el tiempo. En eso consistía la técnica que hizo suya de su padre, el titán Cronos, el Titán del Tiempo.

Torció el torso. Retrajo el brazo. Aquel golpe sería lo suficientemente poderoso como para destruir el cuerpo de aquel luchador humano que estaba parado frente a él. Considerado un monstruo y sería borrado con un simple golpe.

Guiando su brazo, Zeus descargó el golpe directamente contra el humano. El puño del dios generó una inmensa sombra, como si la extremidad hubiera crecido y perteneciera al cuerpo de un gigante. La sombra se proyectó sobre Naruto, el representante humano de la segunda ronda...

―El tiempo es tan frágil como un cristal. Cuando no es tu dominio divino, el control se escapa como agua cristalina entre los dedos.

Aquel tiempo congelado se hizo añicos. Como cristales fragmentados, los rostros de los humanos y dioses pasaron ante los ojos del Dios Padre del Cosmos. Este observó la resolución de su enemigo, como reanudaba el tiempo con unas solas palabras y devolvía su golpe con un derechazo que chocó contra su famosa técnica copiada de su padre.

Los dos puños chocaron. El perteneciente a Zeus fue repelido por el brazo del Monstruo Humano. Un eco resonó, reanudando completamente el flujo del tiempo, colocando a todos observando aquel enfrentamiento entre dioses y humanos.

―Has roto el tiempo. Tú, un mero humano.

―¿Humano?―colmillos aparecieron como pequeñas dagas en una boca cruel y salvaje. Naruto mostró sus manos frente al dios―. Dejé de ser humano desde que estas mataron a miles de hombres y mujeres. "Humano" es una palabra que no queda conmigo. El Monstruo de las Naciones Elementales. El Monstruo Humano. El Cazador de Shinobi. Puedes dirigirte hacia mí como prefieras, vejestorio. Seré el último ser vivo con el que hables.

No hubo reacción en el arrugado rostro del dios Zeus. El presidente del Valhalla se mantuvo en completo silencio, cavilando ante lo acontecido. Él había esperado enfrentar a un humano usando un Volund, un arma divina obtenida a través de la unión de un humano y una valquiria. Pero aquel humano desconocía lo que era Volund y no percibió en ningún momento algún arma divina en las manos de aquel humano. No había nada divino en aquella ropa, en aquellas manos o en aquel cuerpo en general. ¿Entonces como era posible que pudiera golpearlo? Había sido capaz de dominar el tiempo, de ser superior a él y al tiempo mismo.

Aquel Ragnarok no estaba resultando como a los dioses les hubiera gustado. Zeus mismo estaba siendo testigo de los humanos que habían destruido a Thor.

―¡Céntrate, viejo!

Zeus levantó ambos brazos. Ágil y veloz, el puño diestro del Monstruo Humano impactó directamente contra ambas extremidades del dios, enviando al mismo varios metros hacia atrás. El Dios Padre del Cosmos respiró hondo, dejó que todo saliera por su vieja boca.

―Estas sonando engreído. Odio cuando los humanos se creen capaces de superar a un dios. ¡SOMOS AQUELLOS QUE OS DIERON LA VIDA! Ni siquiera has pensado que nosotros creamos todos los conceptos humanos, que fuimos vuestros creadores―los músculos se comprimieron hasta casi desaparecer. Donde antes habían estado inmensos músculos, ahora había unos músculos definidos y firmes, poderosos y resistentes―. Creo que es hora de que vosotros los humanos y las valquirias sepáis quienes realmente somos los dioses, que es lo que hacemos―vapor escapó de entre los pliegues de piel del dios―. ¡ES HORA DE QUE LA ESPERRANZA SE DESVANEZCA PARA VOSOTROS!

Esperanza. Aquella había sido la palabra que el Benefactor usó para referirse a él: esperanza. Era la esperanza del bando humano. Debía ser quien demostrara que los humanos eran capaces de vencer a un dios con sus propias manos. Y él era capaz de hacerlo. ¿Zeus? ¿Poseidón? ¿Hades? ¿Odín? Quien hubiera sido su rival no importaba. Era el Monstruo Humano y debía hacer honor a su nombre.

―¿Oigo orgullo y ego en tus palabras, viejo? ¿Tan engreído eres que vas a menospreciar a los seres que han evolucionado por sus propios medios? ¡Eso es un insulto!

Naruto cerró ambas manos. Separó las piernas hasta que estas quedaron en línea con sus hombros. Flexionó ligeramente las rodillas e inclinó el cuerpo hacia el frente. Ligero vapor comenzó a filtrarse alrededor del cuerpo del humano, creando una pequeña cortina que impidió a Zeus ver como una energía dorada rodeaba el cuerpo de su adversario.

―No es orgullo. No es ego. Es la realidad, pequeño niño.

―¿Niño? Eres tan poco perceptivo, viejo―el vapor se desvaneció. Donde había estado Naruto, ahora había una persona distinta. No era distinta por un cambio físico. El cabello seguía de un color cobrizo seguía en su posición, ahora agitándose levemente. El cambio residía completamente en el aura que había aparecido alrededor del cuerpo del Monstruo Humano de una tonalidad dorada―. Soy el Monstruo Humano. El Monstruo de las Naciones Elementales. Pero también soy aquel que mató a los mayores enemigos de su mundo, aquel que ha logrado matar a un dios de su universo―ligeros destellos obligaron a Zeus a entrecerrar los ojos―. Voy a destruir ese cuerpo que has adquirido. Cambiar tu cuerpo, obtener más fuerza. Eso no va a darte la victoria.

―Eso lo veremos, mocoso.

Zeus avanzó hacia el frente. Naruto mostró una sonrisa depredadora. Superarse, hacerse más y más fuerte. Esa era su mentalidad, su camino en el mundo. Peleó contra los shinobis de las naciones con sus propias manos. Mejoró, creció y evolucionó a lo largo de sus innumerables batallas que mancharon sus manos de sangre. Fueron esas batallas las que le hicieron enfrentarse a los más fuertes de su mundo, de matarlos y superarlos con cada enfrentamiento.

―Tan engreído y lleno completamente de un ego que ha hincado tu mentalidad retrograda. Zeus, el follador de humanos más grande del mundo, el primer bastardo que la mete y destroza la vida de seres inferiores teniendo hijos mestizos. Has cruzado tu camino con infinidad de mujeres, de "hembras" como lo soléis llamar. ¿Eso te hizo sentir como un Alfa? ¿Cómo un verdadero dios todopoderoso? Bien, suelo pelear mis batallas por el placer de golpear, de mejorar y ser el más fuerte. Sin embargo, en esta ocasión haré algo distinto a lo que suelo hacer. Si normalmente disfruto siendo más fuerte, ahora disfrutaré destrozando todo tu cuerpo milenario hasta que desaparezcan todas las fibras de tu ser y no quede ni siquiera el recuerdo de tu mísera existencia.

Un solo parpadeo. Cuando la audiencia miró nuevamente, Zeus en su forma final conocida como Zeus Saishu Keitai Adamas (Forma Final De Zeus Diamante) y Naruto en su estado Golden se estaban enzarzando en un intercambio constante de golpes, generando ondas de viento que azotaron todo el estadio del Ragnarok. Nadie podía apartar la mirada de los dos combatientes. Ninguno de los presentes podía siquiera parpadear durante un segundo, una milésima. Desde que el humano superó el tiempo mismo, la atención de los dioses se había vuelto incisiva, constante y preocupada sobre la figura del presidente del consejo.

Un humano estaba golpeando al más poderoso de los humanos, estaba superándolo según pasaban los segundos. Todos podían verlo. Mientras Zeus se mostraba ligeramente cansado y herido según pasaban los minutos, el Monstruo Humano se presentaba completamente fresco, descansado, aumentando constantemente su fuerza según repelía los golpes del dios y contraatacaba con los suyos mismos, quedando en lo que los dioses llamaban como un "evento completamente extraño y singular". Y ese evento estaba haciendo recular a su adversario, al Dios Padre del Cosmos, al Presidente del Consejo del Valhalla. Probablemente siendo el dios más poderoso, Zeus estaba siendo superado según pasaban los segundos. Estaba reculando, sintiendo como su viejo cuerpo estaba llegando a su límite si es que podía tener uno.

Brazo derecho del Monstruo Humano desvió el izquierdo del Dios Padre del Cosmos. Zeus vio como el brazo izquierdo de su adversario aparecía frente a su línea de visión, tapando cualquier otra cosa que pudiera ver detrás de aquel humano. Había incluso tapado al pequeño Heimdall con su cuerpo, cortando la visión del locutor del Ragnarok. Por ello mismo sintió el golpe, lo vio venir y no pudo moverse.

Zeus sintió el demoledor golpe directamente contra su rostro. Fue atronador, como su un planeta entero se hubiera estrellado contra su cuerpo y lo enviara directamente hacia el suelo, estrellándose contra la arena del Ragnarok, contra aquel suelo de oricalco que parecía estar llamando a su cansado y viejo cuerpo. Pero no podía. El dios irguió su cuerpo mientras lo sentía crujir, gritar de dolor. Él, un dios, estaba siendo superado por un mísero humano y no podía permitirlo. ¡No así al menos! ¡Era el todopoderoso Zeus!

Chispas surgieron de las manos, envolvieron el delgado cuerpo del dios creando una capa eléctrica que erizó la piel del peleador humano.

―*Nghaaa*―Zeus respiró hondo. Sus brazos cayeron hacia el frente de su cuerpo, se mecieron levemente. Sangre fresca, roja, goteó desde su boca hacia el destrozado suelo de la arena―. ¡No voy a morir con eso, humano!

―¡Eso es lo que quería oír, ZEUS!

Golpe de jab. Golpe directo. Kun-Fu. Taekwondo. Boxeo. Ninjutsu. Distintos artes marciales sucedieron a los golpes normales del Monstruo Humano. Mostrando que era un experto artista marcial, el hombre más fuerte dio todo en aquel envite para superar al dios que tenía en frente.

El villano Pain se había denominado un dios cuando atacó Konoha. Madara y Obito se convirtieron en dioses de forma parcial gracias al poder del Diez Colas. Y finalmente peleó contra Kaguya, la Diosa Conejo, aquella que dejó el chakra en su mundo y que casi lo destruyó. Él la mató, la destrozó como al resto.

Y ahora estaba peleando contra un dios de otro universo, uno real pues era más poderoso que Kaguya hasta cierto punto, pues contaba con el poder del cosmos. ¿O no? Aún no había captado el poder del cosmos en Zeus, no lo había percibido.

Otro golpe fue devuelto. Zeus y Naruto chocaron puños por enésima vez, creando un temblor que generó diversas grietas en el suelo de oricalco, obligando a los luchadores a pisar con firmeza el suelo para seguir la sucesión de golpes sin que dieran la oportunidad al otro para que acertara un golpe. Ninguno quería perder, ser el eliminado en aquel enfrentamiento que estaba decidiendo el futuro de la humanidad. Uno quería mantener la soberanía de los dioses sobre los humanos. El otro solo quería demostrar que era el más fuerte, que podía destruir al dios más fuerte de todo el Valhalla, de toda aquella bola de seres divinos llenos de sí mismos hasta reventar.

Uno era un dios poderoso que había presenciado el Bing Bang. El otro era un humano que se había convertido en un monstruo con sus propias manos, regando la sangre de sus adversarios por toda la tierra del Continente Elemental. Ambos con un poder físico abrumador que podría arrasar con un continente entero, con un mundo entero.

El Dios Padre del Cosmos plantó sus pies en el sitio. Lo hizo con fuerza, permitiendo así que su torso se moviera según sus pensamientos, las ordenes de su mente. Su objetivo era destruir al humano con el siguiente golpe, aunque para ello tuviera que destruir toda la arena del Ragnarok. Debía matar a su adversario, darle la victoria que Thor no pudo lograr contra su adversario, contra el luchador humano de la primera ronda.

El Monstruo Humano echó ambos brazos hacia atrás. Tenía diversos estilos de artes marciales, diversos conocimientos que adquirió a lo largo de su vida desde que empezó a entrenar. Derrotó a cientos de maestros de taijutsu para aprender sobre sus habilidades. Maito Gai y sus Ocho Puertas Internas fue uno de los maestros que asesinó y una de las habilidades que aprendió. Y como él otros cientos pasaron por sus manos. Entonces, ¿por qué seguía peleando contra Zeus? ¿Por qué no terminar con el viejo con un solo golpe? Su mente funcionaba de manera distinta a como lo haría la mente de Gai u otros luchadores. Mientras que la mente de sus enemigos era "normal" hasta cierto punto, la suya era capaz de memorizar los movimientos de sus adversarios, replicarlos y hacerle mucho más fuerte que cuando comenzó un enfrentamiento. Y había querido aprender sobre el poder de Zeus. Necesitaba que su cuerpo adquiriera las habilidades y poder del dios frente a él para volverse mejor, para ser mejor y lo había logrado. Toda esa fuerza de Zeus ahora no era más que un mísero recuerdo, una imagen perdida en su mente mientras se preparaba para el golpe de gracia, para destruir y asesinar al dios.

Ambos se movieron. Guiaron sus puños directamente hacia su enemigo, enviando sus sentimientos y objetivos en aquel golpe definitivo. Zeus lo hacía por la supremacía de los dioses, por mostrar a los humanos cual era su lugar, su destino. Naruto lo hacía por simple placer a la batalla, por demostrar que era el más fuerte de todos los luchadores de aquel torneo entre humanos y dioses.

―¡VE PREPARANDO TUS ÚLTIMAS PALABRAS, HUMANO! ¡ESTE ES TU FINAL, EL FINAL DE TU EXISTENCIA!

El aire salió de los pulmones de Naruto. Lo hizo de forma suave, lenta, inaudible para la audición de cualquier persona presente que lo estuviera mirando. Aunque si esa persona fuera perceptiva, habría visto como su pecho disminuía su volumen ligeramente a causa de la expulsión de aire por su boca.

―Ragnarok. Yo soy el Ragnarok de los dioses. Aquí, en medio de todos los humanos y dioses―el Monstro Humano cargó el puño con toda su fuerza, con todo su ser―; ¡YO ME DECLARO EL FIN DE LOS DIOSES, EL RAGNAROK MISMO!

―¡Shin kami No Migi (El verdadero derechazo de Dios)!

―¡Renkei Ogi: Kyoga Ryusatsu-ken (Combinación Secreta: Puño Colmillo Cruzado Asesino de Dragones)!

Ambos luchadores lanzaron su último golpe, aquel que lo definiría todo a partir de aquel punto en el tiempo, de aquel instante en que uno fuera golpeado por la técnica del otro.

Zeus estaba convencido de su victoria. Incluso mostró una sonrisa burlesca, decidida, arrogante al verse como el ganador de la segunda ronda del Ragnarok.

"No vendas la piel antes de cazar al oso".

El poderoso golpe del dios fue superado. Todos vieron el instante en el que el miedo y la sorpresa invadieron al presidente del consejo, al Dios Padre del Cosmos, al más poderoso de los dioses presentes, aquel que fue coronado como rey. Los ojos del dios se llenaron de sorpresa e incomprensión. El puño del luchador humano destruyó su brazo, pasó sobre él como si no fuera nada más que mantequilla, como si no fuera un dios con miles de años.

Y Zeus lo sintió. Sintió el golpe en su cuerpo, como sus huesos eran aplastados por el poderoso golpe y la sucesión que siguió al primer impacto en su pecho.

El brazo del dios fue completamente borrado de la existencia. Su aura divina se desvaneció, siendo completamente superada por el aura dorada de chi de su enemigo. El Monstruo Humano superó el tiempo, superó el espacio y superó al cosmos mismo con los golpes resultantes de su técnica destrozando el cuerpo de Zeus.

La sucesión de golpes se detuvo.

Zeus cayó sobre sus rodillas, sangre goteando desde su boca abierta, mojando el oricalco destrozado.

El Monstruo Humano se irguió, bajando los brazos, mostrando ahora a la audiencia sus manos cicatrizadas llenas de la sangre divina del poderoso rey del Olimpo.

El silencio llenó el estadio. Los dioses miraron a su presidente del consejo con esperanza, con deseos de que se levantara de aquella posición. Los humanos sin embargo deseaban que Zeus se mantuviera de rodillas, muerto, dándoles la victoria a ellos.

―Puñetazo de una Pulgada―la voz salió de laboca del Monstruo Humano. El luchador humano de la segunda ronda levantó elrostro y miró a los dioses―. Su corazón se ha detenido. Yo he ganado, hevencido a los dioses. Y os confirmo que yo soy vuestro final. ¡Yo soy elRagnarok!

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