Capítulo 1

Cinco grandes extinciones. La Tierra ha vivido de cambios a lo largo de su historia, para mejor y para peor. Desde la extinción ORDOVÍCICA-SILÚRICA hasta la CRETÁCICA-TERCIARIA, el planeta Tierra ha vivido constantes cambios en su ecosistema, contando con seres vivos que evolucionaban con cada uno de los cambios acontecidos, mejorando y creciendo a lo largo de los años hasta la aparición del primer hombre, el ser pensante que gobernó desde su aparición todo el planeta con sus constantes cambios, quedando ajeno a lo que sucedía por encima suya.

Dioses. Seres superiores que han sido los marionetistas de la humanidad durante siglos completos. Ellos, en su afán por ver como el mundo cambiaba, fueron los causantes de la aparición del primer humano, de la destrucción y extinción de los seres conocidos como dinosaurios, de los cambios en el planeta. Las eras de la extinción fueron marcadas por los dioses bajo una votación unánime. Deseosos por entretenimiento en sus aposentos dorados, aburridos de la vida silvestre y animal de los dinosaurios, se encargaron por cambiar eso para su propia diversión. Los grandes reptiles fueron borrados y los sobrevivientes dieron el paso a una forma evolutiva compleja, egoísta y extrañamente demasiado parecida a los mismos dioses que los observaban. Humanos aparecieron por todos los rincones del planeta e hicieron suya la tierra que pisaban. Ciudades se erigieron y sociedades se extendieron por todo el globo terráqueo. En miles de años, el ser humano ocupó el puesto de lo que una vez fueron gigantescos reptiles y veneraron a aquellos dioses que les dieron forma, que los forjaron a su semejanza para que fueran una herramienta que les proporcionara cierta diversión, cierto placer enfermizo.

Pero ninguna creación es perfecta y los humanos no fueron la excepción. Creados a la imagen de los dioses, los humanos tomaron los aspectos negativos de sus creadores, dando forma así a los sentimientos negativos que los mismos dioses negaban poseer. Egoístas, lujuriosos, envidiosos...los humanos trajeron más mal que bien al mundo en el que vivían, obligando a sus mismos creadores a desear eliminarlos, borrarlos del mundo como hicieron anteriormente con las vidas prehistóricas.

Cada mil años los dioses se reunían en el consejo del Valhalla presidido por el dios griego Zeus. En dicha reunión los dioses decidían la supervivencia de los mismos humanos. Realizando una votación, las deidades sopesaban sobre la existencia de los humanos. Estos sobrevivieron a diferentes desastres causados por los dioses a lo largo de los siglos, siendo uno de ellos el Gran Diluvio que inundó la Tierra por completo y que casi extinguió a la vida del planeta entero.

Hacía mil años los dioses realizaron su última votación y siendo salvados por uno de los hijos medio mortales de Zeus: Hércules. El semidios dios su propia existencia pasando al mundo divino y tomando la inmortalidad para darles una nueva oportunidad a los humanos. Uniendo al lado de los dioses, Hércules logró darles a los mortales mil años para mejorar en los aspectos que los dioses detestaban de ellos y que podían llevarlos a la extinción por el simple capricho de un ser divino.

Y los mil años habían pasado, dejando a la humanidad al ojo divino.

El consejo, como cada mil años, se reunió al completo con Zeus a la cabeza del Valhalla. Con un aspecto anciano, escuálido y arrugado, el pequeño dios griego presidió la reunión de los dioses nuevamente y con el tema de cada mil años a discutir: Dejar vivir o exterminar a la humanidad al completo.

El estudio sobre la humanidad había sido llevado por todos los dioses a lo largo de aquellos mil años. Habiendo sido apartados de la humanidad tras el pacto con Hércules (el cual incluía que los dioses no intervendrían en los asuntos humanos), los dioses solamente fueron espectadores de la vida cotidiana y de las acciones realizadas por el ser humano hasta la actualidad, tomando nota de los fallos y aciertos de los mismos humanos, los cuales no serían realmente tomados en serio por los dioses. Eran dioses, los creadores de la humanidad misma y como sus creadores tenían el derecho de destruirlos, de desecharlos.

Cada uno de los dioses dio su voto en aquel consejo: unánimemente, los humanos serían eliminados como las vidas prehistóricas. La extinción estaba a solo un paso, a un pequeño gesto del presidente del consejo y la humanidad dejaría de existir para buscar otra herramienta con la que podrían divertirse, con otro juguete.

Pero las reglas debían seguirse.

[La constitución del Valhalla, artículo No. 62, párrafo 15: Ragnarok es el enfrentamiento entre los dioses y los humanos. Peleas 1 vs 1 durante 13 enfrentamientos constantes. Si los humanos ganan, la extinción será abolida y los dioses deberán esperar otros mil años. Pero si los dioses ganan, los humanos serán borrados del mundo como está estipulado en la votación. Un enfrentamiento fútil, pues los humanos son meros mortales y los dioses cuentan con el poder del mundo, con el poder de lo que son: dioses]

De cabello negro azulado como la misma noche, una mujer, una valkiria, tomó la decisión por los dioses de darles a los humanos una oportunidad para sobrevivir durante otros mil años; otros mil años para el cambio y la mejora. Pero por supuesto, esta decisión y este artículo fue puesto en duda de una forma burlesca, pues la capacidad de un humano para vencer a un dios era casi nula, inexistente. Sin embargo, esta mujer sabía sobre el orgullo y el ego de los dioses furiosos. Como una mujer inteligente, como una comandante de ejércitos, golpeó directamente en aquello que hacía a los dioses más humanos de lo que creían: en su orgullo y en su ego, obteniendo el resultado que ella esperaba y quería.

El Ragnarok sería llevado a cabo. Trece dioses enfrentarían a trece humanos en combates individuales y llegarían hasta la cima pasando sobre sus enemigos, sobre los inertes cuerpos de los pecadores. Los dioses se veían como los ganadores y los humanos no tenían una representación dentro del consejo que pudiera representarlos. Fue por ello por lo que aquella semidiosa se designó así misma como representadora de los humanos. Sería, junto a sus hermanas, la encargada de seleccionar a los más poderosos representantes de toda la historia de la humanidad, estando dispuesta a llegar hasta el más oscuro de los rincones.

Las cartas estaban puestas sobre la mesa. Las piezas fueron repartidas en aquella complicada partida por la supervivencia y aquella mujer tendría que decidir los luchadores para obtener la victoria. Sin embargo, ¿cuáles serían los mejores humanos para luchar contra los dioses? ¿Quiénes tendrían el poder para hacerles frente?

La mujer poseía un plan, una herramienta que podría darles la victoria contra los dioses. Ahora solamente le faltaban los luchadores, aquellos que arriesgarían su existencia por el futuro de la humanidad, por aquellos que no podían pelear.

Todo aquello se presentó en la forma de una figura oscura, envuelta en una negra capa de viaje raída que cubría completamente su cuerpo, su rostro e incluso sus ojos, llegando a tapar cualquier rasgo que la valkiria pudiera obtener de la figura.

Esta figura era de una estatura media. Si alguien llegara a medirla, probablemente obtendría una altura cercana al metro setenta y cinco, dando una complexión atlética completamente oculta bajo la capa raída. Los ojos verdes de la valkiria captaron el ligero brillo plateado en la mano derecha de la figura. Fue algo fugaz, de un solo segundo y de un tamaño pequeño. Dedujo en segundos que aquello sería una joya, un pequeño anillo adornando aquel apéndice.

El silencio se hizo en el pasillo. La respiración de los ocupantes era el único sonido que se oía. Ni siquiera el aleteo de un mosquito se percibía, generando una tensión entre la mujer, la niña que la acompañaba y la figura que se mantenía frente a ellas, completamente cubierta por su capa.

La primera idea que vino a la mente de la mujer era que la figura pudiera ser un dios, uno menor y que estuviera descontento con los dioses mayores. Esto por supuesto solo era una suposición. ¿Qué dios la ayudaría tras convocar el Ragnarok? No salieron palabras bonitas y halagadoras de los dioses que la miraron y que la oyeron convocar al Ragnarok, por lo que la resultaba extraño que un dios, ya fuera menor o mayor, hubiera decidido ayudarla.

Los dioses habían hecho una piña contra ella y su idea del Ragnarok, de enfrentar a humanos contra dioses. Pero estaban en el hogar de los dioses, en el recinto que no podía ser pisado por los mortales. ¿Qué otra cosa podía estar frente a ella, mirándola desde la oscuridad de su capucha hasta generar una incertidumbre constante en sus pensamientos? Tanto la mayor como la menor podían sentir dos ojos observándolas, clavando su mirada directamente en ellas como si fuera una espada. La menor, contando solamente con mil años más o menos de edad, sintió la mirada con mucha más profundidad que su hermana mayor, llegando a llevar su mano a la zona del pecho donde estaba ubicado su corazón.

Ante esto, la mayor de las valkirias dio un paso hacia el frente, tapando de la mirada de la figura desconocida a su hermana menor. Siendo la mayor de las trece valkirias, la mujer de cabello oscuro estaba dispuesta a proteger a sus hermanas. Por supuesto, ella tenía su propio carácter, pero también contaba con su propio plan sobre el Ragnarok e implicaba a sus propias hermanas. Perder a una de ellas antes de tiempo, podría trastocar todo lo que su mente había planeado para el momento.

―¿Geir? ¿Estas bien?

La figura pareció entonces darse cuenta de la repercusión de su mirada. Como si estuviera avergonzado o avergonzada, apartó la mirada de la menor de las valkirias y la dirigió hacia la mayor, topándose entonces con unos ojos verdes que parecían hechos del fuego griego.

―S-si, h-hermana m-ayor.

La sensación de pesadez disminuyó hasta el mínimo. La voz entrecortada de Geir, hizo que la mayor de las valkirias mirara intensamente a la figura. Estaba dispuesta a obtener la identidad de aquella persona, ya fuera por las malas o por las buenas. No tenía tiempo que perder, que desperdiciar en aquel mero instante. Sus planes estaban siendo alterados solamente por permanecer allí, por mirar a aquella persona.

―¿Quién eres? ¿Un dios menor? Si has venido a detener el Ragnarok, tu potestad es insuficiente. Ha sido establecido por el consejo el enfrentamiento entre los...

―Oh, pequeña valkiria―la voz procedente de la figura, sonó gruesa y cavernosa, poco humana y fue una voz que ninguna de aquellas dos mujeres podía reconocer o ubicar―. He venido justamente a ayudarte con esa labor, a obtener tu ansiada victoria sobre los dioses que tanto llevas anhelando. Deseas vencer a los dioses desde hace un tiempo. Puedo notarlo en tus ojos, en tu "premura" por terminar con nuestra conversación y encontrar a tus trece luchadores. Sin embargo...

La figura extendió el brazo derecho. La capa se movió ligeramente, lo que permitió a la valquiria observar el costado diestro de esta. Estaba desnudo a primera vista, mostrando la bronceada piel que parecía ocultarse bajo aquella capa. No había cicatrices, pero pudo ver una oscura marca colocada justamente en el costado.

―...si vas apresuradamente y no escuchas lo que tengo que decirte, podrás ver perjudicado todo tu ansiado plan contra el reinado de Valhalla, de los dioses. Valquiria, te estoy dando a tus trece luchadores; trece combatientes que mostraran el poder bruto de la humanidad y los límites de la misma frente a los dioses. Y sin que tengas que usar tu arma secreta contra ellos, mujer.

Por regla, los humanos eran inferiores a los mismos dioses. Escasos casos se mostraron en los milenios de historia que pudieran revocar esa idea. Los únicos mortales que obtuvieron la capacidad para matar a un dios, fueron aquellos que tenían en sus venas algo de la sangre de los dioses como el mismo Hércules. Esta regla había sido la que obligó a la mayor de las valkirias a buscar un método para que los dioses pudieran perecer ante los humanos, encontrando solamente uno y siendo obtenido de uno de los mismos dioses.

―¿Sabes...?

Volund. Una técnica de las valquirias, de vosotras―el brazo se movió y el dedo índice de la mano derecha señaló a la mayor de las valquirias―. Es tu arma contra los dioses. Unir el alma de una valquiria con la de un humano para forjar un arma capaz de tomar la vida de un dios, para derramar su sangre sobre la arena. He de decir que es algo patético e innecesario. ¿Tan desesperada estás, que darás la vida de tus hermanas contra los dioses? ¿Es el único método que has encontrado en mil años? Has realizado un trabajo algo patético, valquiria.

Aquellas declaraciones sonaron fuertes y seguras.

La menor de las trece valquirias miró la espalda de su hermana menor. Volund, la técnica que las obligaba a unirse con el alma de un humano podía y las llevaría a la muerte. ¿Qué tipos de pensamientos tuvo su hermana para decidirse por aquel método? ¿Las arriesgaría a todas ellas para obtener lo que estaba buscando?

Era algo egoísta, maquiavélico.

―Haré lo que sea necesario.

―¿Rechazarás entonces mis palabras? Veo que han surtido efecto, pues tu puño está produciendo icor. ¿Las valquirias tienen icor de todos modos?

Gotas doradas cayeron sobre el piso blanco. Geir abrió los ojos y se movió hacia su hermana mayor, mostrando preocupación por ella en sus acciones. Sin embargo, la mayor apartó a la menor de un manotazo, obteniendo una risa seca de su interlocutor, quien observó aquello con cierta diversión cruel, pues esperaba que sus palabras tuvieran efecto en la mujer, pero no hasta ese punto.

―Tú...tú...

―Lo mejor que puedes hacer, es aceptar a mis trece luchadores, a mis trece campeones. Cada uno de ellos hará temblar a los dioses, hará temblar Valhalla. Puedo asegurártelo dándote mi vida. Estoy seguro de que mis luchadores te darán la victoria.

―¿Por qué alguien, con personas capaces de destruir a los dioses, optaría por usarlos en un mero torneo de supervivencia? Si cuentas con un ejército capaz de destruir a dioses, ¿por qué no destruirlos tú mismo? ¿Por qué darme las herramientas que necesito?

―Valquiria Brunhilde. Soy un hombre aburrido. Podría destruir Valhalla. Podría bañarme con la sangre de los dioses. ¿Pero qué sentido tendría? ¿Qué diversión obtendría de eso? Todo sería demasiado aburrido. Tendría que pelear y no poseo un "ejército" de personas capaces de destruir dioses. Solo son un puñado y los dioses son miles. Prefiero observar sentado, con una copa de vino en mi mano, saboreando el tiempo que ha permanecido en conserva para mí.

Ego. Brunhilde pensó que jamás encontraría a un mortal con un enorme ego superior al de los dioses, pero acababa de darse cuenta de que estaba demasiado equivocada. Aquella figura se había denominado un hombre, por lo que designarlo como un humano era lo correcto. Ningún dios se llamaría así mismo hombre, rebajándose al término que se usaba para los mortales.

―Entonces mujer, ¿qué es lo que decides? Mi oferta no es algo que vaya a permanecer eternamente. Tengo algunos asuntos que atender mientras este "juego" comienza; por lo que obtener una respuesta ya sería perfecto para mi agenda.

―La seguridad con la que hablas de tus luchadores, me hace dudar sobre su efectividad real―trece luchadores desconocidos ofrecidos por un hombre desconocido y egocéntrico―. Todo esto huele a un plan de los dioses para obtener una victoria directa.

―Orgullosos, egoístas. Los dioses como Zeus no permitirían que su "honor" fuera manchado. Sería un recordatorio eterno de su manchada victoria contra los humanos. Sería un recordatorio de que realmente temían un enfrentamiento con unos meros mortales. Brunhilde, ¿crees que los orgullosos dioses permitirían eso? ¡Ja! Desde el mayor al menor de ellos, tiene demasiado orgullo como para reconocer sus defectos, su parecido humano. No harían trampas. Zeus tendría un ataque al corazón por ello y los demás serían vistos como unos miedosos. No, siguiendo tú viva, se lo recordarías por la eternidad. Y ninguno de ellos podría soportar el hecho de que temían a los humanos―un carraspeo escapó de la garganta del hombre encapuchado―. Si tomas en cuenta cada una de mis palabras, verás que llevo razón. No soy tu enemigo, a menos que tú quieras que lo sea. Y créeme, no te conviene que yo sea tu enemigo. Suelo desmembrar a mis enemigos y no me gustaría lastimar un rostro tan bello como el tuyo.

Los pensamientos se volvieron confusos. Brunhilde mantuvo en todo momento la atención en aquel extraño y llegó a comprender que hablaba con la verdad en su boca. El orgullo desmedido y el ego descomunal de los dioses, les impedía hacer una jugada como aquella, pues ella misma se lo recordaría por toda la eternidad. Zeus mismo prefería ver sus manos manchadas con la sangre de los mortales, sus cuerpos tirados por la arena. Así era el presidente del consejo y el resto de ellos no eran muy distintos a su presidente.

"Volund. Todo mi plan giraba entorno a esta habilidad, a las palabras del sabio. Si tomo la oferta, mis hermanas se salvarán. ¿Pero obtendré la victoria en el Ragnarok? ¿O veré como todos los mortales mueren por las manos de los dioses? Sin el Volund, ¿cómo pretenderá este extraño que sus luchadores enfrentan a los dioses? Eso es lo que me intriga, lo que me hace pensar en ambas opciones".

Los pensamientos de la valquiria no iban desencaminados. Era arriesgado. Volund era algo tangible, que podía obtener. Sin embargo, que aquellos luchadores no necesitaran de las valquirias para matar a un dios, era algo que su mente no podía concebir y la duda crecía. Si se arriesgaba por aquellos luchadores desconocidos, por aquella oferta, tendría un cincuenta por ciento de posibilidades de obtener la victoria, de ver a los dioses derrotados. Pero si seguía su propio plan, sería capaz de obtener ventaja, pues conocería a sus luchadores seleccionados.

Tenía un camino de incertidumbres y otro lleno de aciertos.

―Hermana, Por favor. ¡No pongas al resto de hermanas en peligro!

El grito detuvo el ten de pensamientos de Brunhilde. La mayor de las valquirias dejó escapar un suspiro, lo que hizo sonreír a la figura de forma interna. Oculto por la capucha, el gesto pasó desapercibido para las dos féminas.

―Bien―el tono representó la derrota. Brunhilde miró hacia la oscura figura―. Si acepto esto, si acepto tu palabra, será por el bienestar de mis hermanas.

―Por mi perfecto.

―Aun no sé si confiar. No sé como tus luchadores podrán pelear contra los dioses.

―No has de preocuparte por ello, mujer. Algunos de mis chicos han matado a dioses de sus propias tierras. Yo incluso maté a un Dios Dragón, si es que podía ser considerado de esa forma. Mis luchadores darán el espectáculo que los dioses desean y te darán la victoria que anhelas. No espero que lo creas o que todo sea un camino sencillo. Pero sin duda, al final del Ragnarok, los humanos serán los vencedores, los que se mantengan con vida mientras los dioses se desvanecen en su propio polvo, en su miseria.

Arena del Ragnarok

Dioses hacia la derecha. Humanos hacia la izquierda. La imagen podía ser considerada una belleza, digna de una eterna fotografía, pues ocupando las gradas alrededor de la arena donde se decidiría el futuro de la humanidad y de los dioses, se encontraban leyendas de la historia humana, soldados, comandantes y guerreros que habían dejado su huella, un legado que otros intentaron emular sin lograrlo por más que lo intentaron. Por otro lado, observar a los dioses en sus cuerpos perfectos, sentados al otro lado de la arena, era una visión que los humanos soñaron con poder cumplir, pues ellos, durante siglos, rezaron a los dioses que ahora estaban viendo sentados frente a ellos, observándolos con desprecio y desdén.

Ocupando sus palcos, los principales dirigentes de cada bando se mantenían observando la arena. En el palco izquierdo, Brunhilde se mantenía seria junto a su hermana menor Geir. Ocupando uno de los sillones, la misteriosa figura se mantenía en completo silencio, mirando directamente hacia una copa dorada que estaba sobre la mesa de roble que estaba en medio.

El palco derecho era ocupado por Hermes, el dios de los mensajeros, y Ares, el dios de la guerra. Junto a ellos, ocupando un enorme sillón con un enorme respaldo, el dios Odín se mantenía completamente estoico, mirando hacia la arena hasta que fuera su turno. Otros grandes dioses como Hades, Zeus y Poseidón estaban dispuestos a luchar en aquel absurdo torneo.

No había ningún dios que apostara por la victoria del bando humano. Era sorprendente como unas simples valquirias orquestaron aquello, utilizando a los humanos como carnada para que ellos se divirtieran. Al menos, así era como Odín veía aquel enfrentamiento. Una burla, un insulto hacia ellos, los dioses. Y muchos, por no decir todos los dioses, seguían la línea de pensamiento del Padre de Todo.

―¡Señoras y señores!

La atención del público se centró en una figura algo escuálida, portadora de un cuerno en sus desnudas manos. Esta figura iba cubierta por una extravagante gabardina con una capucha extraña que cubría su cabeza. Goggles rojos cubrían unos ojos aburridos, extraños, que examinaban toda la audiencia.

―¡EL RAGNAROK HA LLEGADO!

Los vítores y las burlas no se hicieron esperar por el lado de los dioses. Viéndose ganadores, las divinidades se burlaron de los humanos presentes, de los grandes guerreros de la historia.

―Estos bastardos de mierda.

De torso desnudo y tatuado, un hombre enfocó su atención den los dioses que los abucheaban. El cabello caía listo hasta su espalda. Hombros anchos, pectorales marcados, sonrisa burlesca y depredadora. El hombre no retrocedió ante los insultos, ante los gritos. Contrario al resto de humanos, este hombre sonrió a los dioses al mismo tiempo que hinchaba su cuerpo, que sacaba pecho.

―¡Si yo estuviera luchando, mostraría a estos bastardos quien realmente es el más grande!

Un hombre que se dejó matar por el aburrimiento, porque ya nadie podía igualarlo o darle el placer que necesitaba. Este hombre fue una leyenda, era una leyenda de China. Una que incluso países extranjeros conocían a través de distintos medios.

―¡General!

―Quiero ver quien será el humano que ponga a estos engreídos en su lugar.

El General Volador. El Guerrero más Fuerte de los Tres Reinos. Lu Bu miró directamente hacia la arena y con un poderoso grito, dejó en claro su posición:

―¡SOLO DEMUESTRA QUE LOS HUMANOS SOMOS MÁS DE LO QUE UN DIOS CREE!

Ensordecedor. Cortando el silencio, aquel rugido de batalla llenó completamente el estadio. La mitad de la audiencia solamente rio. Un tercio mantuvo el silencio. Y el resto miró a su general, al hombre que hizo temblar China.

―Ehem―seleccionado como el presentador, el dios nórdico Heimdall aclaró su garganta. No quería estar allí. Junto al resto de dioses, votó por la extinción de los humanos. Y ahora se veía en el Ragnarok, en una pelea entre dioses poderosos contra débiles humanos―. ¡Es hora de que la primera ronda de inicio! ¡¿Podrán los humanos llevarse una mísera victoria frente a los dioses?! ¡¿Podrán los dioses demostrar porque son superiores?! ¡La humanidad ha elegido su destino convocando el Ragnarok!―miedo y confusión se extendió por el lado del estadio ocupado por los humanos. Heimdall sonrió maliciosamente―. ¡Representando en la primera ronda a los dioses! ¡Siendo el primer luchador en pisar la arena! ¡El Berserker del Trueno! ¡El más poderoso de los dioses del norte, tal vez del mismo Valhalla! ¡El poderoso Dios del Trueno, Berserker del Trueno: Thor!

Los vítores estallaron en las gradas ocupadas por los dioses. La alegría, la algarabía llenó el estadio aplastando completamente la silenciosa apatía de los mortales.

―Hermana. ¿Qué luchador enfrentará a Thor-sama?

En el palco cedido a las valquirias y su extraño acompañante, la mayor de las trece se había mantenido mirando la arena. No conocía a los luchadores, pero su benefactor le había mencionado que todos fueron colocados en el orden indicado para una victoria segura.

―Él dijo que los ha colocado para una victoria segura, Geir.

Thor apareció por el lado derecho. Una toga blanca cubría su cuerpo, dejando ver la parte diestra de su torso. Cabello rojo como la sangre se mecía ligeramente, como hilos del destino.

Un estruendoso sonido acompañó el martilleo del gigantesco martillo del dios. Aquello era la legendaria arma Mjolnir, el martillo de guerra del dios Thor.

―¡Tenemos a nuestro valeroso dios! ¡¿Pero quién podrá enfrentarlo?! ¡Criado en las frías tierras del norte! ¡Seguidor de los vanir, hijo de un aesir guerrero! ¡Este semidios será el que plante cara a nuestro Berserker! ¡La Bestia del Relámpago! ¡El Portador de la Calamidad! ¡Naruto la Bestia del Relámpago!

Brunhilde abrió los ojos. La boca de Geir se dejó caer ligeramente. Los dioses miraron con asombro al combatiente del lado de la humanidad. Incluso Thor abrió ligeramente los ojos por unas milésimas de segundo.

Un cabello lacio y rojo como la sangre hacía distintivo a aquel luchador. Se mecía ligeramente por la brisa, permitiendo que todos vieran unos ojos profundos y azules en un rostro afilado. Runas negras cubrían su torso desnudo, destacando en aquel cuerpo bronceado.

―Pero...pero...¡¿Es como Thor-sama?!

Brunhilde giró sobre sus talones. Ojos verdes se enfocaron el a figura encapuchada, exigiendo una explicación. Ante esto, el hombre hizo un leve gesto con la mano obteniendo un gruñido de la valquiria.

―Es el "hijo" de Thor. No te preocupes. Lo obtuve en mis aventuras, en mis viajes. Te daré una explicación más detallada cuando veas el poder de la humanidad, querida.

El retumbar de la arena, el estallido de los truenos, pronto hicieron imposible que el "Benefactor" y la mayor de las valquirias mantuvieran su conversación. Los jadeos procedentes de los dioses y los gritos de la humanidad fueron otro aliciente.

―Esto es una mierda, viejo.

Mjolnir se mantuvo contra el brazo diestro del luchador humano. Aquel pelirrojo sonrió salvajemente, enmarcando su sonrisa con los finos mechones que cubrían su frente.

―...

―Nunca fuiste demasiado hablador. Ni siquiera con madre.

Cortando el aire, una lanza dorada giró sobre la palma del joven luchador. Este plantó los pies en el suelo. Desplazó el peso hacia su pierna izquierda y empujó Mjolnir hacia un lado.

―...

―¡PERO ES HORA DE QUE OBTENGA UN GRITO DE TI! ¡GUNGNIR!

Thor fue veloz. Dejando que su instinto hablara por él, el dios extendió el brazo derecho al mismo tiempo que observaba como la dorada lanza intentaba atravesarlo. Reafirmando su posición, el mayor detuvo la punta con la mano, siendo desplazado un par de metros.

―Él ha usado mi lanza.

Desde el palco de los dioses, Odín atusó su barba mientras observaba el enfrentamiento entre su hijo y aquel extraño tan parecido a su hijo. Lo que llamó la atención del Padre de Todo, fue que aquel chico estaba usando su arma predilecta: la poderosa lanza Gungnir.

―¡Eso es extraño!

―¿Se la robó?

Dos cuervos estaban sobre los hombros de Odín: Hugin y Munin los cuervos del Padre de Todo. Eran sus compañeros. Lo acompañaban en todo momento y lugar. Si Odín estaba en alguna habitación, ambos cuervos estaban con él.

―No. Es mi lanza y al mismo tiempo no lo es―Odín respiró hondo―. ¿Qué está pasando?

En la arena ambos combatientes se mantuvieron en la misma posición. Thor mantuvo su mano izquierda cerrándose sobre la punta de la lanza. Usando el brazo derecho, el Berserker del Trueno guio su Mjolnir contra su contrincante.

Y el luchador lo vio.

Observando por el rabillo del ojo izquierdo, Naruto aflojó su agarre sobre su lanza. Esta cayó ligeramente hacia abajo. Siendo sujetada solamente por la punta, Gungnir apuntó directamente contra la barbilla del Dios del Trueno.

―No deberías mantenerla sujeta por la punta...¡POR ESTAS COSAS!

El viento se agitó. Los ojos de Thor percibieron el movimiento. Soltó la punta y apartó el rostro; pero sintió como su mejilla era cortada por el borde de la punta.

Agachado, con el pie aplastando el extremo contrario de la lanza, el luchador de la humanidad miró directamente a los ojos del dios. Burlesca, una sonrisa apareció en sus labios.

―Te lo dije. Debiste sujetar bien a Gungnir.

Thor llevó la mano hacia su rostro. Cuando la apartó, vio sangre mojando la punta de sus dedos. Aquella arma, aquel movimiento...lo hirieron. Y nadie en miles de años había logrado herirlo ni siquiera un poco, algo que le causó excitación, que la sangre le hirviera bajo la piel.

―Me has herido...

―¿No es obvio? Poseo a Gungnir, una de las armas legendarias de los dioses del norte. Por supuesto que cortaría tu piel, idiota.

"El Dios Nórdico más Fuerte". Un título que parecía presuntuoso, demasiado llamativo. Pero Thor era el dios más poderoso entre los suyos. Durante una invasión de los gigantes, el dios Thor terminó con ellos utilizando el martillo divino Mjolnir, liberando Asgard de la destrucción. Incluso sus manos fueron cubiertas por guantes para que el arma pudiera soportar el poder del dios.

El asombro llegó a los dioses. Miraron a Thor, vieron la sangre. Un humano había resistido el primer envite contra el poderoso Berserker del Trueno y lo había herido levemente. Tal vez la sorpresa por ver a Gungnir en las manos de un mortal fue mucha, pero aquello solo hizo estallar los ánimos entre los espectadores divinos.

―Sangre.

―Si, es sangre. ¿Sabes lo que es eso, no? Es lo que...

Viento silbando. Un fuerte crujido. Un quejido ahogado sustituyó las palabras por completo.

―¡QUIERO MÁS!

Thor se había movido a una velocidad superior. Naruto terminó estrellado contra el suelo, escupiendo sangre bajo la presión del agarre del poderoso dios.

―Ngha, pues suéltame. ¡Ahora!

No hubo tiempo para una respuesta. El luchador torció la cintura y rodeó con cambas piernas el brazo del dios. Antes de que Thor pudiera responder u objetar, fue lanzado con fuerza en un movimiento de llave que lo separó de su presa.

―¡Gah! Eres fuerte.

Thor giró y clavó sus pies en la arena.

―He de reconocer que, para ser un imitador, eres bastante fuerte―el dios comenzó a erguirse―. Pero yo soy mucho más fuerte.

Naruto reaccionó a tiempo. Thor se movió hacia adelante. Recogiendo a Gungnir, el luchador de la humanidad se dispuso a atravesar al Berserker del Trueno. Este se lanzó sin miedo.

―¡¿?!

La lanza atravesó carne y músculos, pero no pudo terminar de atravesar ambas extremidades. Aprovechando la sorpresa, Thor retiró el brazo diestro y tomó el asta de la lanza con fuerza y firmeza.

―¡No subestimes a los dioses! ¡NO ME SUBESTIMES!

Haciendo fuerza el Dios del Trueno comenzó a levantar a su adversario usando a Gungnir como si fuera un palo y al otro extremo solo estuviera una hoja clavada.

―¡Y no subestimes a los humanos, idiota!

Estando justo sobre Thor, Naruto soltó a Gungnir sin miedo alguno. Quedando sorprendido, el dios nórdico terminó encontrando el suelo ante el poderoso doble rodillazo de su adversario.

―Dije que mis luchadores te sorprenderían.

El "Benefactor" habló con una voz profunda y directa. La confusión había llenado el estadio y el silencio lo había seguido. Dioses y humanos observaban como un humano estaba golpeando al dios más poderoso del panteón nórdico, superando por momentos a este y llegando incluso a herirlo.

―Thor-sama nunca ha tenido hijos con una humana. No hay un registro de un semidios en todo el Valhalla―Brunhilde miró directamente hacia la figura. La mayor de las valquirias estaba apoyada en la baranda del palco, observando junto a los demás como su luchador peleaba contra el dios Thor―. ¿De dónde lo has sacado?

―¿Vas a seguir preguntando? ¿Incluso cuando has visto el poder de uno de mis luchadores? Eres demasiado persistente, valquiria. Y no me gustan demasiado las personas persistentes. Suelo hacerlas "desaparecer" con mucha frecuencia.

―Tu identidad está oculta tras el nombre "Benefactor". Tus luchadores, al menos el primero, ha mostrado ser el hijo de Thor con su aspecto físico. ¿Crees que puedo darme el lujo de no ser persistente?

―Tienes un punto muy válido allí, valquiria.

―¡Hermana!

Los gritos llegaron a ambos. Bajo la capucha, el hombre sonrió mientras que Brunhilde observó con asombro lo acontecido: el luchador de la humanidad había destrozado uno de los Járngreipr (los guantes negros de Thor que mantienen su poder controlado) y la sangre corría por el brazo del dios manchando la arena gota a gota.

―Te he herido dos veces, Thor. ¡Dos! ¿A caso eso es todo lo que el Dios Nórdico más Fuerte puede hacer?

Las chispas saltaron. El cuerpo de Thor se contorsionó de una manera extraña que dio la impresión de que estuviera perdiendo el equilibrio. Pero era todo lo contrario. Haciendo fuerza, Thor tomó el Mjolnir al mismo tiempo que la electricidad corría desde sus manos hacia el martillo.

―El poder de un dios. Esto es el poder de un dios. ¡THOR'S HAMMER!

El ambiente estaba cargado de electricidad. La emoción, las sorpresas y las ansias llenaban el estadio. Ver al dios Thor usar su poder, su fuerza bruta contra otro que no fuera un dios, era extraño y exótico de muchas maneras. Thor solo usaría el ataque si realmente consideraba a su adversario digno.

―Dioses. Dragones. Demonios―Gungnir giró sobre la mano de su dueño. El trueno rugió y el Mjolnir destrozó los cielos con su ataque directo sobre su enemigo―. ¡A la mierda!―un eco metálico superó el sonido rugiente del trueno―. ¡GUNGNIR!

Estiró el brazo. Torció el torso como si lanzara una jabalina. El semidios plantó los pies, respiró hondo y disparó su lanza contra el movimiento del dios. Trueno y viento chocaron. Una columna de tormenta se alzó, generando vientos feroces que erizaron el cabello de los espectadores.

―...

―Viento y trueno. ¿Un tornado eléctrico? ¡Oho!

Lu Bu sonrió salvajemente. El más poderoso de los hombres de leyenda chinos, observó junto a los espectadores el choque de poderes, de técnicas. Su piel se erizó. Su cabello se encrespó. Pero sus ojos brillaron con ansias, con ganas de mucho más, de poder bañarse en aquella lucha que estaba observando.

―¡No he terminado!

Thor miró el brillo dorado de la lanza. La presión de viento desapareció en una fracción de segundo. La sombra de su adversario apareció detrás suya, proyectándose contra el suelo de oricalco.

Movió a Mjolnir sobre él mismo.

Otra estocada y una explosión acompañó al choque entre Gungnir y Mjolnir, dos armas de leyenda, dos armas poderosas pertenecientes al folclore escandinavo.

Un crujido salió de aquel choque.

―¿Has despertado? Es un buen momento para ello.

Naruto bajó a Gungnir. Separado del dios, fue testigo del cambio en el martillo divino: la estructura del Mjolnir se rompió completamente. Grietas aparecieron y una masa apareció debajo de esta, venosa, rojiza. El calor que el martillo desprendía llegó hasta el semidios.

―Oh, eso está caliente.

Thor mostró una sonrisa depredadora. Con calma, se deshizo del otro guante que mantenía su poder acorde al Mjolnir.

―Ahora, tus oportunidades de victoria se han reducido. ¡Espero que no mueras!

El dios se movió. Lanzó el martillo hacia su adversario.

―¿Morir? ¡Solo dejaría de existir!

Naruto flexionó las piernas. Imitando el movimiento de Thor, lanzó Gungnir hacia el Mjolnir en un disparo de jabalina. Ambas armas chocaron, generando un eco que se mantuvo por segundos, tapando la audición de los presentes.

Pero seguían viendo.

El representante de la humanidad estaba frente al representante de los dioses. Ambos pelirrojos. Ambos poderosos. Ojos dorados miraron directamente los ojos azules de su adversario. Brillaban con interés, con deseo por alargar aquello.

Y el intercambio no se demoró.

―Han pasado a un intercambio de golpes. ¡De golpes! ¿Desde cuando Thor-sama ha golpeado a alguien con los puños? ¡No lo he visto jamás!

Intercambio de puños. Golpes directos. Decidido por la victoria, Thor descargó un poderoso puño envuelto en rayos contra su oponente, el cual se mantuvo de pie, sangrando por la boca. Esto fue una sorpresa tanto para el luchador como para el resto de los dioses; pero Thor no se quejó. Sonrió anchamente y disparó un segundo directo, estrellando a Naruto contra el suelo.

―¡ESTO ES LO QUE BUSCABA!

Golpe a golpe, Thor descargó su ira, sus ansias por una batalla memorable que le hiciera hervir la sangre. Y eso era lo que el Ragnarok le estaba dando: una batalla completamente memorable.

―Esto no es unilateral.

Al décimo golpe, Thor sintió que su puño chocó con algo. Miró hacia ese algo, encontrando el antebrazo de su adversario bloqueando su puño envuelto en rayos.

―¡¿?!

Un golpe diestro. El dios sintió el dolor recorrer su cuerpo como un latigazo, como un chispazo que pasara por su columna. Su cuerpo fue desplazado por la fuerza y la sangre goteó de su boca por primera vez en cientos, miles de años...

―Sé usar eso, ¿sabes?

La sangre goteaba de su rostro y no parecía importarle. Apenas podía ser reconocido, si es que alguno de sus conocidos estaba en las gradas. Naruto se irguió al completo y como Thor anteriormente o el mismo Lu Bu, mostró una sonrisa orgullosa, salvaje.

Era digno hijo de su padre.

―Si no hubieras respondido, esto sería aburrido.

Thor cerró la mano alrededor del mango del palpitante Mjolnir. Naruto desclavó Gungnir de la arena.

―Esto va a ser lo mejor de tu historia. ¡Dios bastardo bárbaro!

Gungnir cortó el aire y avanzó hacia el cuerpo de su objetivo. Mjolnir bajó con un poderoso trueno atronador hacia abajo con el la orden de aplastar al objetivo. Ambas armas nórdicas chocaron en un punto medio. La explosión de energía resultante del choque envió a los dos luchadores varios metros hacia atrás.

―¡Ugh!

Naruto respiró hondo. Sus brazos temblaban, su cuerpo temblaba. Pasó años deseando aquel enfrentamiento, aquella lucha. Su sueño de bañar sus manos con la sangre de Thor, se estaba cumpliendo.

―Sal de tus pensamientos, humano.

El viento silbó. El cabello se agitó. Una sonrisa corrió por los labios del luchador de los humanos.

―¡Sigo dentro del juego!

Naruto torció su cuerpo. Colocó Gungnir frente así mismo en forma horizontal y recibió el impacto del martillo divino. Salió disparado hacia atrás, dejando una estela de polvo.

―Esa defensa endeble no podría detener Mjolnir.

Vapor escapaba de las manos del luchador humano. Mjolnir, en aquella forma "despertada" había desprendido calor y su piel se había resentido de dicha condición. Ahora sus manos estaban rojas y el escozor en la piel era algo real.

―Eso quema. ¡Bien! Esta es la emoción de la batalla, lo que un guerrero disfrutaría. Un verdadero guerrero. ¡Yo tengo la sangre de un guerrero!

Viento comenzó a converger alrededor del semidios. El cabello de Naruto se agitó ferozmente, pasando frente a sus ojos. Parecía estar en el ojo de un huracán. La sangre se desvaneció y la piel pareció volverse ligeramente clara, un poco más pálida.

―Los guerreros deciden sus vidas en la guerra, en la batalla―chispas rodearon al Berserker del Trueno. Este miró los relámpagos que envolvían a su adversario―. Un golpe decisivo. Uno que determinará quien es el ganador, el más fuerte. ¡Geirröðr Thor's Hammer (Técnica Geirröd: Despertar del martillo de Thor)!

―Un golpe. Eso es lo que necesito. Uno devastador. ¡God's Devastator (Devastador de Dios)!

Dos ataques envueltos en todo el poder de sus ejecutores. Dos audiencias expectantes. Una colisión de poderes que hizo temblar incluso el mismo Valhalla.

Y un solo resultado envuelto en polvo, viento y rayos. 


*Capítulo dedicado a dos de mis amigos y compañeros (JOHNXLENDERS y VeeZeta), que es por quienes traigo esto tras solo crear la portada...como si no tuviera bastante trabajo ya, ¿no? Culpa mía, culpa mía. Irresponsable y estúpido Drag. Pero en fin, esta historia contará con 13-15 capítulos, uno por cada batalla y ronda. Algunos rozaran las 10k palabras o las superaran. Y tendréis a algunos Naruto del futuro, de futuras historias y cameos. 

Espero os haya gustado.            

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