xx. Monster Within Me

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capítulo xx. el monstruo dentro de mí

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La zozobra no desapareció de su sistema y su descanso fue nulo.

A pesar de que Elijah se mantuvo con ella por un tiempo prologando, debió ser las cuatro de la mañana cuando el celular del original silbó interrumpiendo su sueño ligero. Se limitó a no escuchar la conversación, sin embargo, desde su habitación podía escuchar los resoplidos que emitía Elijah y Andrea fue inhábil de pensar que la llamada traía algo bueno consigo. La loba era consciente de que esos se trataban de pensamientos negativos impropios de ella, ¿pero qué más esperar? El mundo lentamente se les venía abajo, y la Andrea optimista que llegó a la ciudad hace poco más de seis meses —le dolía admitirlo— moría de a poco.

Luego de que la llamada terminó, Elijah con precaución de no hacer ruido —pues él pensaba que ella dormía— se dispuso a ir hasta la habitación de Andrea en un acto de comprobación de que ella estaba dormida y entonces el original se dispuso a no despertarla por la noticia, pero cuando la encontró levantada, no tuvo más opción que decirle que la presencia de ambos era requerida en la casa de seguridad para alejar a Dahlia de Hope.

Fue así, entonces, que ambos seres sobrenaturales arribaron en Saint James: un bar antiguo que en sus días de gloria albergó a los artistas más importantes en el género de jazz en la ciudad. En la actualidad, era un local olvidado por el ojo humano y la guarida perfecta para cualquiera que se escondiese de la magia, pues, el recinto albergaba un hechizo anti magia. Andrea se quedó fuera del bar, en compañía de Jackson, Elijah por su parte entró al sitio y por las ventanas la loba pudo vislumbrar a Klaus y a Hayley.

Desde fuera, Andrea conseguía oír la razón de su discusión. Klaus vociferaba y Hayley le respondía, una contienda de nunca acabar.

—Bueno, eso es ciertamente interesante —musitó Andrea mirando de reojo cómo Hayley movía sus manos hacia Klaus, podía advertir lo que decía—. Elijah me dijo que mi presencia era requerida aquí, pero no me dijo porque.

—Sí —no podía indicar el tono el cual Jackson entonó el monosílabo, pero percibía que no era bueno. La oleada de viento frío le hizo apegar su cazadora y esconder sus manos en los bolsillos de la misma, mientras le miraba atento—. Algo más ha pasado, An.

Andrea entreabrió sus labios para preguntar el qué, pero justo en ese momento, un par de miembros de la manada cargaban el cuerpo de Aiden y lo llevaban hacia adentro. Andrea tuvo que parpadear múltiples veces para poder ajustarse a la realidad; lo que ellos cargaban era el cadáver de Aiden. Sintió como su alrededor dio vueltas, y por sobre todas las cosas, se sintió tan fuera de sí misma que no era capaz de sentir miedo. No sentía nada en ese momento. Escuchaba a su compañero expresarse, más no era capaz de juntarlas y darle coherencia en su mente.

— ¿Quién hizo esto? —interpeló luego de escuchar a Jackson hablar y no poder entender nada. No miraba al lobo, en cambio veía la puerta en donde pasó el cuerpo inerte de Aiden.

Jackson le otorgó una mirada antes de responder. Su expresión triste, demacrada y cansada le coló fuerte al lobo. Luego de escuchar que el ignoto se trataba de la misma persona que le salvó la vida a la mujer hace horas atrás todavía le parecía extraño de creer.

—Aiden estaba trabajando para Klaus —ante la abrupta confesión, la loba le miró. Jackson tragó saliva—. Él me confesó todo; cómo Klaus se metió en su cabeza, llenándole con palabras de cómo él podía ser un mejor alfa que yo, cómo ser la guía para sobrevivir al futuro. Un complejo de cosas que, no lo niego, sí hubiese sido él también me sentiría atraído. Pero por sobre todo, me dijo que a cambio de todo eso, Klaus le dio la tarea de espiarnos. Aiden le contaba cada paso que dábamos, cada idea que teníamos. De ahí que sea la conversación que tienen adentro —apuntó hacia la ventana donde se veía a Klaus, Elijah y Hayley conversando—. Aiden le dijo que teníamos pensado trasladarnos al pantano luego de que Dahlia estuviese aquí. Klaus no lo tomó bien.

» Lo siguiente fue que Aiden confesó, luego de Klaus hiciese sus intenciones claras. O al menos, eso lo entendió él. Klaus quería eliminarme, y usar a Aiden como un títere.

Andrea no despegó su mirada de Jackson en ningún momento.

— ¿Entonces, qué? ¿Klaus lo mató en vendetta? —alzó la ceja. Andrea experimentaba un estado de shock porque todavía no lograba comprender toda la situación—. Klaus me salvó la vida hace horas, Jackson. Sí él de verdad quisiese tomar control de la jerarquía de la manada me hubiese dejado morir.

— ¿Y qué tal sí él te salvó para no lucir como sospechoso? —replicó él—. Piénsalo, Andrea. Te salva y nos mostramos agradecidos con él, todo son sonrisas falsas mientras él saca el corazón del pecho de Aiden.

Andrea desvió la mirada y tragó saliva. ¿Podría ser posible? Quizás. Pese a que la loba no comprendía la mala sangre que existía entre Jackson y él, ahí estaba; múltiples amenazas de muerte e incontables escenas donde Klaus le imperaba la oportunidad de demostrar que él era un alfa. Más, no podía creer ciegamente en Jackson tampoco. Sin importar que las pistas le llevaban a Klaus, Andrea quería confiar en él más que como un aliado, como un amigo.

—Lo dejó en un callejón para pudrirse —Jackson siguió hablando al tiempo que Andrea le miraba con una expresión de tristeza infinita—. Josh fue el que lo encontró.

El corazón de Andrea se partió en dos cuando recordó al vampiro.

— ¿Cómo está él? —se atrevió a preguntar, a sabiendas de una posible respuesta.

—Devastado —respondió con tono suave. Jackson no podía poner en palabras su estado de ánimos en este momento—. Se suponía que ellos iban a dejar la ciudad. Davina está con él ahora.

Andrea asintió levemente. Se masajeó el cuello, cerró los ojos por un segundo y luego volvió a hablar.

—Sí hacemos esto público, Jack...—profirió un breve jadeo—... La manada lo verá como un traidor, y simplemente no me parece justo. No cuando él hizo todo lo que hizo por nosotros. Le debemos demasiado para dejarlo ir como algo que no fue.

—Concuerdo —Jack ratificó—. Mantenemos esto entre nosotros, y le damos el funeral que se merece —Andrea confirmó con su gesto—. Su hermano viene en camino, por lo que tenemos un poco de tiempo para arreglar todo.

—Está bien.

Andrea le miró. Esperaba encontrar algún tipo de seguridad en los orbes de Jackson, algo que le pudiese decir que todo iría bien pero cuando lo observó no vio nada que le pudiese alentar. Jackson perdió otro confidente más e indudablemente otro caído por estar enredado con los Mikaelson; lo único que Andrea vio cuando observó a Jackson fue ira, pérdida e impotencia. Los tres sentimientos a las cuales ella se estaba acostumbrado, también.

•••

Para sus mil años de vida, Rebekah Mikaelson ya conocía cada dicho de antaño que existía. Para sus doscientos años, Marcel Gerard también, por lo cual no había dicho más certero que el de: «Las noticias malas son las primeras en llegar». El ambiente tenso les obligaba a pensar en lo que vendría después; alejados de Saint James y del complejo, conferidos a las cuatro paredes verdes turquesas que conformaban el loft de Marcel, con el corazón roto al escuchar las noticias y con un futuro empañado por las acciones de Klaus.

A la morena todavía se le hacía difícil de creer lo que escuchó de Davina, Marcel, por su lado, se encontraba en un punto medio. Había un hueco en la historia; una pieza faltante, algo que estaba ahí pero que no veían, porque ambos conocían lo suficientemente a Klaus para saber que todo lo que él hacía tenía un propósito. Más sin embargo, se trataba de Klaus Mikaelson, el mundo sobrenatural temblaba a la mera mención de su nombre, se forjó una reputación merecida donde la sangre tintaba cada historia.

« ¿Cómo pudo haberlo hecho? ¿Fue verdaderamente tan ruin? ¿Qué pasa si él no hizo? ». Esas era el tipo de preguntas que pasaban por la mente de la bruja y el vampiro, pero no fueron lo suficientemente valientes de exponerlas. Al final del día, decidieron creer que él lo hizo.

Davina Claire entró trotando hacia los brazos de Marcel Gerard. Rebekah se levantó del sofá y desde una esquina los observó, tenía un gran aprecio para con la bruja desde el momento en que realmente la conoció.

— ¿Dónde está Josh? —le preguntó Marcel.

—Él se fue —Davina trató de contener las lágrimas al recordar la escena; el cadáver de Aiden, el grito de Josh y como éste se aferraba a su amor.

—Necesita espacio. Volverá cuando se sienta mejor —el vampiro le aseveró taciturno. Marcel acunó su rostro—. Lo lamento mucho, D.

—No sabes cuánto lo lamento, también —admitió Davina—. Quiero hacer algo para corregir esto.

—No hagas esto, D —negó levemente. Sus orbes oscuros seguían en los verdes de ella—. No tienes la culpa de lo que Klaus haya hecho, ni tampoco puedes hacer nada. Conoces las reglas.

Davina se separó abruptamente de él.

— ¡No hay más espacio para las reglas diplomáticas, Marcel! —la bruja hablaba desde el dolor, así que lo único que pudo hacer Marcel fue escuchar—. Sí, conozco las reglas, son los Crecientes que se tienen que encargar de esto pero Klaus hirió a mi mejor amigo. No me importa sí soy bruja, no me importa sí él es un vampiro. Klaus debe pagar.

Rebekah sintió una punzada en el corazón.

—Lo hará. Ni Andrea, Jackson o Hayley dejarán pasar esto por alto —trató de acercarse. Ella se alejó y eso le dolió.

—Cuando Darice murió, tú no hiciste nada para vengarla ante los Guerrera. Ella era un vampiro y tú eras el rey —Davina le otorgó una mirada dura. Ella misma sabía que su comentario fue algo que debió pensar antes de decir porque la situación previa a esta tampoco fue fácil, más no se pudo contener—. Es por eso que ahora no me quedaré de observadora, haré algo.

Entonces, lo siguiente fue sorprendente para el par. Davina se acercó a pasos lentos hasta donde yacía Rebekah levantada. La bruja le miró con el ceño fruncido cuando Davina le extendió una daga. A Rebekah le costó poder unir los puntos pero cuando finalmente cayó en cuenta retrocedió un paso, sus pulsaciones se dispararon y sintió temblar sus rodillas.

— ¿Es esto lo que creo que es? —Rebekah le consultó en un hilo de voz.

—Sí —Davina asintió—. La daga que Kol y yo hicimos. Quiero que la uses... Es tiempo de que Klaus se detenga.

Rebekah miró de reojo a su pareja y éste asintió levemente. Tragó saliva y su corazón otra vez sintió una punzada. El pensamiento de traicionar a su hermano jamás le pesó tanto.

•••

Hayley le miró con una expresión entre un matiz de dolor, traición e incredulidad. Era hasta válido decir que sintió su corazón fraccionarse en pequeños pedazos; la muerte de Aiden y la traición de Klaus. Rogó para sus adentros que Klaus fuese inocente, que no fuese ese monstruo que Jackson decía que era. Divisó a Andrea con una expresión similar a la suya, porque en efecto así era: Klaus salvó su vida. Hayley tenía una hija con él.

Para ambas le resultaba arduo pensar que ese era el verdadero Klaus Mikaelson: un ser implacable, dispuesto a llevarse a quién tenga por delante solo para probar que él es todopoderoso, que él lo puede todo.

— ¡Esto es lo que sucede cuando alguien se atreve a ir en contra de mí! —vociferó para todos en el lugar. Apuntaba a Aiden de una manera despectiva y eso solo aumentó la ira del grupo de lobos que se encontraban detrás de la reina, del alfa y de Hayley.

— ¡Solo danos la orden, Jackson! —bramó uno de los hombres.

Andrea impidió que el hombre avanzará hacia Klaus con un simple levantamiento de su mano derecha.

—Espero que tengas presente que él... —apuntó Aiden recostado en la mesa—... murió por tu incompetencia. Quizás sí hubieses sido mejor alfa, él seguiría vivo. Eres tan culpable como yo.

Luego de eso, el infierno se desató. Jackson empujó a Klaus para luego proporcionar después un golpe que lo sacó de balance. La respuesta del híbrido no se hizo esperar y pronto respondió con más fuerza el golpe, los Crecientes pretendían entrar en la escena pero Andrea se instaló en medio de ambos; sus brazos a la altura de sus hombros y mientras Elijah mantenía a Klaus en el lado derecho, Hayley conservó a un alterado Jackson en lado izquierdo.

Elijah no parecía poder controlar a Klaus, así que él híbrido en el calor del momento dio un paso hacia adelante, Jackson lo tomó como una provocación y lo imitó. Andrea los empujó a ambos.

—Deténganse —su mirada volteaba de lado a lado—. Hope está aquí. Sí quieren sacarse hasta la médula lo pueden hacer en otro lado, no aquí.

Por un instante de segundo, Klaus pareció comprender pero Jackson no escuchó razones y cuando se soltó de Hayley, Klaus todo lo que pude ver fue rojo: empujo a Andrea del medio para abalanzarse hacia Jackson. Los golpes de Klaus hacia Jackson eran fuertes y llenos de su familiar cólera. El rostro del lobo comenzaba a sangrar levemente a través de su labio inferior.

Elijah y otro lobo —que iba por el nombre de Alec, si mal no recordaba la reina— reaccionaron de inmediato para con Andrea. Se levantó con ayuda de ambos pues el golpe la dejó un poco atolondrada. Sintió su cabeza girar pero se compuso casi de inmediato una vez que se mantuvo de pie.

Cuando el Original se aseguró que Andrea estaba bien. Se posicionó en medio de su hermano y Jackson, antes de que el último pudiese usar una estaca que tomó improvisadamente de una silla rota. El lobo se detuvo, al tiempo que su pecho subía y bajaba irregularmente.

— ¿Quieres morir? —le retó el original con una pizca de arrogancia. Pese a todo, él seguía de lado de Klaus. Increíble.

Hayley usó su velocidad vampírica antes de que Jackson pudiese responder con otro golpe. La mujer poseedora de orbes hipnotizantes le miró con el mismo desdén con el cual Elijah miraba a Jackson.

— ¿Estás dispuesto a matarme a mí también, Elijah? —hizo uso del mismo tono desdeñoso que él usó para con su esposo. Elijah relajó su postura, y le miró.

Andrea desde su lugar podía afirmar que la fiereza con la cual Hayley se mantenía frente a Jackson y lo defendía incluso frente a él le había dolido. Lo sabía por la manera en cómo su arrogancia cayó, su expresión se suavizó y demostró en sus ojos un cierto dolor por las palabras de Hayley.

—Sí van por él, van por mí —se limitó a decir y Andrea le quiso gritar en ese momento. No podía echarse a la bolsa enemigos que no necesitaban, Elijah era el racional en su relación. ¿Por qué no razonaba? Porque siempre estará Klaus. Por siempre y para siempre.

En su incensate juego de miradas, Andrea avanza un paso, robándose la atención de todos.

—Sí queda un poco de vergüenza en ti... Vete de aquí, Klaus.

Klaus pretendía responderle con algo mordaz, pero antes de que pudiese decir algo, Elijah habló:

—Mencionaste un plan, Niklaus —su hermano le miró—. Te recomiendo que inicies el mismo. Hayley y Hope están a salvo —luego Elijah miró a Hayley—. No se irán a ningún lado.

Fue bajo esa promesa que Klaus se marchó; confiando en su hermano salió de Saint James solo para dirigirse a su hogar con un plan perfecto que no podía fallar, pero aun así con un gran peso en su alma.

•••

— ¡Quizás tengas razón acerca de todo! —Camille era un tornado de sentimientos. Su voz salía estrangulada y las lágrimas la dejaban como aquel ser vulnerable que Klaus tanto apreciaba—. ¡Incluso acerca de Freya!

Klaus detuvo su andar. Ambos se encontraban en el patio central del complejo. La distancia entre los dos era bastante respetable; un metro que se sentía como si fuese un océano. Nik le miró mientras Camille seguía hablando:

—Ella no es lo que aparenta ser, quizás. Ella está allá afuera poniendo a todos en tu contra, quizás. Ella es una persona terrible, quizás —avanzó dos pasos con su corazón en su garganta—. ¿Empero sabes que ella no hizo? —masculló en un susurro perpetuo—. Ella no mató a Aiden.

Fue ahí cuando las lágrimas cayeron. Camille creía conocer a la persona frente a él, por una razón más allá de la relación profesional que existía entre ellos, Camille anhelaba conocer al verdadero Klaus Mikaelson, por meses se convenció a sí misma que el monstruo que la gente —y él mismo— decían que era no era él, ¿pero qué tal si sí era?

Un hombre tan roto como él puede ser capaz de cualquier cosa.

Al borde de un colapso mental, Klaus admitió a la soledad del complejo y a Camille:

— ¡Yo tampoco lo hice!

El mundo se detuvo por un segundo. Camille parpadeó y avanzó un paso. Se limpió las lágrimas y en su rostro se vio reflejado una calma que Nik jamás divisó antes. La psicóloga estaba aturdida, abrumada pero serenada por la reciente confesión.

— ¿Por qué dijiste que lo hiciste entonces? —requirió saber.

Y cómo tanta de sus sesiones, Klaus manifestó con una honestidad avasalladora—. Porque sí se derrama un poco de su sangre, Hayley podría ver si la lealtad para con Hope es verdadera. Entonces, así no tendría que huir.

Camille negó.

—Sí los lobos no la protegen...

— ¡Sólo yo puedo protegerla! ¡Solo yo pueda salvarla! —clamó desde la incertidumbre e irritación que sentía—. ¡Necesito que ellos me teman!

Camille avanzó otro paso.

— ¿Se supone que también debo temerte? —preguntó en un hilo de voz.

—Sería mejor sí lo hicieras —concordó. Sus ojos le decían tanto a Camille que se sentía abrumada—. Sería mejor sí creyeras que soy el monstruo que ellos dicen que soy... —avanzó un paso y pronto el metro que los distanciaba se volvieron centímetros—... Cuando todo esto termine y me decida a profesar mi inocencia, y porque tú eres tú me creerás. Después, tomaremos un café en una perfecta tarde juntos.

Entonces, el siguiente acto la saca de balance. Klaus besa delicadamente la mejilla derecha de su más fiel creyente. Ante el contacto, Camille cierra sus ojos, no puede apuntar a lo que siente con exactitud pero siente demasiado y es tan agobiante como agotador. Entre un suspiro y otro, Klaus se aleja de ella, diciendo al fin:

—Te dejo... Con una verdad que nadie creerá.

•••

Elijah se obligó a pensar que todo saldría bien, que lo que hacía lo hacía por Hope y que Niklaus algún día se lo agradecería, pero el plan como el tallo de una rosa era espinoso. Existían diversos factores que podían arruinar el mismo y no podía permitirse un margen de error; aquí no había ensayo y error. Era todo o nada.

Ellos iban por el todo.

Su hermano demostró que el encuentro con Dahlia lo sacó de sus casillas y ahora actuaba por impulsos. Propio de él, innecesario en el momento. La muerte de Aiden, la salvación de Andrea eran dos lados de la moneda que distinguían a Klaus Mikaelson.

Se detiene en seco cuando escucha su nombre salir suavemente de la boca de Andrea. Luego del altercado, la tensión se fue disipando y Elijah se enteró de todo. Lo tomó por sorpresa y trataba de encontrar un balance ante la posibilidad de no volver a ver a su sobrina; de pronto, el pensamiento no pesó tanto cuando sus ojos se posaron en Andrea.

— ¿Realmente lo vas a hacer? —preguntó en un tono aterciopelado.

—Haré todo lo que tenga que hacer para proteger a mi familia —enunció firme.

Andrea asintió levemente, avanzó un paso y miró de reojo la camioneta negra.

— ¿Recuerdas que antes de navidad pasaste por mi casa y te despediste? —el original asintió. Andrea inspiró por la nariz antes de seguir hablando—. Creo en la reciprocidad, así que parece justo que haga lo mismo.

Elijah le regaló una mirada ambigua.

—El viaje que Jackson y Hayley quieren hacer con Hope puede ser peligroso y más sí no tienen protección. El pantano es inmenso y Dahlia puede estar en cualquier lugar ahora —comenzó por decir—. En orden de protegerlos, con la manada hemos decidió acompañarlos en su viaje. Después de todo, quizás un cambio de aire también nos ayude a sanar como familia.

Elijah no reaccionó en el instante porque la noticia le sorprendió. Parpadeó un par de veces y escondió sus manos en los bolsillos de su lujoso abrigo azul oscuro.

Ante el silencio del original, Andrea volvió a hablar:

—Antes de despedirme también quiero agradecer. No pude haber pasado ésta noche sí no hubiese sido por ti. No tienes idea de cuánto significa para mí que hayas estado ahí.

Elijah se acercó a ella. La manera en cómo los ojos de él brillaban le estremecían el mundo a Andrea.

—No es nada que no hayas hecho por mí.

Andrea, por primera vez en veinticuatro horas, le brindó un gesto parecido a una sonrisa.

—Hasta pronto, Elijah.

Lo siguiente pasó sumamente lento para ambos, como un baile que debe ser recordado por siempre; Andrea no sintió nada más real y conveniente que acercarse a él y besar su mejilla, dejando a un lado la timidez —que parecía salir a flote cada vez que él estaba junto a ella—. Cuando el contacto terminó, Elijah acunó su rostro en aras de mantenerlo cerca. Sus frentes se juntaron y ella cerró los ojos cuando sintió que él depositaba un beso en su coronilla.

—Cuídate, por favor.

Elijah se contuvo de decirle algo más pero cuando la vio partir de nuevo al local, no dejó de pensar en detenerla y decirle que la extrañaría... Porque no se había ido pero ya la extrañaba.

•••

—Están en el lienzo... Todo escondido a plena vista; las cenizas de padre, el suelo sagrado... Todo está aquí.

Elijah apuntó a su más reciente obra —que todavía se encontraba fresca—. Klaus frunció el ceño cuando vislumbró a Elijah en su estudio de arte. El original cargaba un pincel que mantenía el color rojo en los dientes. El híbrido se tensó pero se adentró en el lugar.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —ignoró su comentario anterior y fue directo al grano, sentía el ambiente pesado pero incluso así no logró advertir lo que vendría a continuación—. Se supone que estarías vigilando a Hayley.

Elijah le mira y deja el pincel en su lugar. Klaus observa cada paso de su hermano y se endereza en su posición.

—Ella se fue —comunicó con una calma que no le gustó a Klaus—. Hayley en conjunto a Jackson se llevaron a Hope a un lugar seguro, y hasta que la ciudad sea segura, nunca podrás encontrarlos.

La sangre de Klaus comenzó a hervir. Apretó los puños y tensó su mandíbula.

— ¿Ayudaste a Hayley a escapar... con mi hija? —sus ojos buscaron con ahínco una señal en Elijah que le dijese que era una broma pesada de ahí la razón de su tono tan amenazadoramente pacífico. Cuando Elijah afirmó, Klaus colapsó—. ¡¿Cómo te atreves?!

—Alguien tendría que cuidar de Hope.

Su patética excusa solo sirvió para provocarlo; como era de esperarse Klaus lanza el primer golpe y lo somete pero rápidamente Elijah se recupera, sin embargo, la escena se vuelve una tira y afloja entre ambos hermanos. Al final, es Nik quien mantiene una severa ventaja al contener la velocidad y fuerza de la licantropía.

— ¿Por qué provocar una pelea que no puedes ganar? Soy un híbrido, Elijah.

Entonces la respuesta llega fuerte, desprevenida y cómo buena táctica de guerra; rápida. En un movimiento dócil, Elijah saca una daga dorada de su saco, en una sola maniobra la introduce en el corazón de Niklaus y por primera vez, él siente el dolor que les causó a sus hermanos durante el milenio de vida. Cuando Klaus comienza a ceder, Elijah se levanta y termina de adentrar el arma mientras Nik repele el dolor a través del grito. La última vez que sintió un dolor similar fue cuando la daga de Papa Tunde hizo estragos.

—Por Hope. Todo es por ella.

En un susurró Klaus no logra comprender, no es capaz de escuchar, pensar, hablar o reaccionar con claridad. El dolor le consume, el dolor le debilita. El dolor le mata. Maldice en su fuero interno cuando desea cerrar los ojos pero es difícil siquiera hacer una acción tan mundana como esa; quiere cerrar los ojos para no ver a Elijah; quiere cerrar los ojos para no ver a Rebekah; quiere cerrar los ojos para no ver a Freya a su lado; quiere cerrar los ojos para no sentir la traición como la cuchilla que se clava en su corazón. El dolor se expande y antes de que él caiga por completo al frío suelo, Elijah lo toma y lo posiciona con cuidado. Lo último que ve es al monstruo que ellos pretenden que sea, y lo único que logra sentir es venganza.

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