𝟗 𝐋𝐚𝐩
"Small talk, big love
Act like I don't care what you did
I'm an Aston Martin
That you steered straight into the ditch
Then ran and hid"
La terraza del hotel en Austria ofrecía una vista espectacular de las montañas y el horizonte, bañados por el suave resplandor del atardecer. Oscar y Maddie estaban sentados en cómodos sillones, una pequeña mesa entre ellos llena de documentos y un par de refrescos. Discutían los detalles logísticos para el fin de semana, con el entusiasmo y la eficiencia que caracterizaban su trabajo conjunto.
—Entonces, asegúrate de capturar algunas tomas desde el pitlane durante la carrera. —Oscar señaló uno de los documentos—. Y para el domingo, podrías centrarte más en...— estaba por terminar la oración cuando un ruido lo interrumpió.
El sonido del teléfono de Maddie lo interrumpió. Ella revisó la pantalla y una expresión tensa cruzó su rostro.
—Disculpa, Oscar. Necesito atender esto. —Se levantó con cierta prisa y se dirigió al balcón cercano, contestando la llamada—. ¡Hola, Joshua!— saluda con una expresión falsa alegre.
Oscar observó cómo se alejaba, sus hombros rígidos y su voz bajando a un susurro. Volvió a concentrarse en los documentos, aunque no pudo evitar lanzar miradas furtivas hacia ella.
Maddie, con una mano apoyada en el barandal del balcón, miraba las montañas mientras escuchaba a Joshua.
—¿Cómo va tu día? —preguntó él, su voz cálida y familiar.
—Un poco ocupado. Mucho trabajo en el paddock, y aún más por coordinar fuera de él. —Su respuesta fue profesional, casi distante.
—Así es el trabajo. —Joshua trató de sonar animado—. Yo estoy bien, el equipo está en forma, pero te extraño mucho, Maddie.— confiesa al final escuchando una risa nerviosa al final por parte de él. Ella cerró los ojos brevemente, sintiendo el peso de sus palabras.
—Yo también, Joshua. —Su voz era suave, pero cargada de dudas.
—¿Has reconsiderado lo que hablamos el lunes? —La pregunta de Joshua fue directa, casi esperanzada. Maddie respiró hondo, mirando el paisaje.
—No, sigo firme en mi decisión. Siento que soy poco para ti, Joshua.— continúa con su postura y ese tono de voz firme y claro.
Hubo una pausa incómoda al otro lado de la línea, y luego una breve discusión. Joshua intentó persuadirla, recordándole sus sueños compartidos, pero Maddie se mantuvo firme. Finalmente, se despidieron, y ella bajó la cabeza, apoyando sus brazos en el barandal, con un suspiro de resignación. Oscar, preocupado, se acercó a ella.
—¿Todo bien? —preguntó con suavidad, su mirada llena de preocupación e interés genuino. Maddie se enderezó un poco, forzando una sonrisa.
—Sí, todo bien. Bueno... en realidad, no estoy segura.— responde sin saber muy bien que decirle a su "jefe". Oscar ladeó la cabeza, observándola con una mezcla de curiosidad y empatía.
—Si quieres, puedes contarme. Tal vez pueda ayudarte de alguna manera.— intenta extenderle su apoyo. Ella negó con la cabeza, aunque una sonrisa genuina asomó en sus labios.
—No quiero atormentarte con mis problemas, Oscar.— expresa un tanto avergonzada por exponer su situación al chico que llama "jefe". Él se inclinó un poco más cerca.
—No me atormentas bonita . De verdad quiero ayudarte.— le responde en un tono de voz suave pero insistente. Oscar se detuvo por un momento, luego preguntó con una ligera sonrisa —¿Te llamó ese tal Eric o...?— inquiere pensando en encontrar al tipo y darle hasta para llevar por dañar de alguna manera a Maddie. Madeline negó con la cabeza, su expresión se suavizó un poco.
—No, era Joshua. Un gran amigo de años con quien retomé la amistad recientemente. Pero ahora, ya no es lo mismo. El lunes me confesó que quería un futuro a mi lado, pero... después de lo que viví con mi ex, tengo miedo. Siento que él es demasiado para mí. — se abre finalmente ante alguien, Madeline había optado con cerrarse con las personas, pero con Oscar se sentía muy en confianza. Oscar le dedicó una mirada comprensiva y le sonrió con un atisbo de lástima.
—¿Fuiste honesta con él, al menos?— inquiere con un tono de interés. Maddie asintió, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y confusión.
—Sí, pero él sigue insistiendo en un sueño que yo no comparto.— responde con cierta tristeza. Oscar asintió, comprendiéndola profundamente.
—Lo entiendo. Pasé por algo similar, de hecho.— confiesa finalmente para hacer sentir mejor a la pelirroja de alguna manera. La catalana lo miró con sorpresa, girando hacia él.
—¿En serio? —preguntó, intrigada.
Oscar suspiró, mirando hacia el horizonte. Los colores del atardecer se reflejaban en sus ojos.
—No sé por qué, pero siento que puedo contártelo esto, no todos lo saben eh. Mi ex, Lily, tenía un sueño muy diferente al mío. Yo siempre he querido tener varios mini Piastri's. Cuatro específicamente. Disfrutar de nuestros hijos en una casa en el Reino Unido. — le confiesa al final su mayor sueño. Maddie sonrió, su expresión se suavizó ante la sinceridad de Oscar.
—¿En serio? —repitió, con una sonrisa más amplia—. Interesante.— comenta, aunque sorprendida por tener una similitud con el sueño de ella. Oscar asintió, volviendo a mirarla con una expresión tranquila y reflexiva.
—Lo mejor fue ser honesta con ese chico. —Luego, mirándola con un brillo de interés, preguntó— ¿Y cuál es tu mayor sueño, Maddie?— inquiere con un toque de curiosidad en su voz.
Maddie sintió una conexión profunda al mirarlo a los ojos. Cuando Oscar posó suavemente su mano en su mejilla, ella cerró los ojos ante el tacto.
—Disfrutar de una familia numerosa, cuatro también, paseando junto a ellos y alguien especial por las calles de Mónaco —respondió con sinceridad, abriendo los ojos y encontrando la mirada de Oscar.
Se miraron a los ojos, la conexión entre ellos se intensificó, una atracción que parecía inevitable. Oscar se inclinó un poco más cerca, pero justo antes de que sus labios se encontraran, se detuvo, recordando su contrato con Coral. En lugar de un beso, optó por un gesto más seguro, posando un suave beso en la mejilla de Maddie.
—Parece que tenemos el mismo sueño, bonita —le susurró al oído, su aliento cálido contra su piel.
Maddie sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras, y ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la conexión especial que compartían.
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Viernes por la noche, Madeline bajaba en el elevador del hotel, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal. Llevaba un vestido verde oscuro que abrazaba su figura con elegancia, con un suave y delicado escote en la parte delantera que añadía un toque sutilmente seductor. Mientras descendía, revisaba su teléfono, respondiendo a un mensaje furioso de Eva, quien llamaba idiota a Checo por una disputa que tuvieron en el box de Red Bull durante las prácticas libres.
Absorta en la pantalla, Madeline sintió de repente un toque en su cintura. Se giró rápidamente, solo para encontrarse con Logan. Él sonrió, luciendo impresionante en su traje formal.
—Hola —dijo Logan, mirándola con aprecio—. Te ves increíble, Maddie.— le halaga con un leve sonrojo en sus mejillas.
—Gracias, Logan. Tú también te ves muy bien —respondió ella, con una sonrisa.
—¿Nos vamos? —preguntó él, extendiendo su mano.
Madeline asintió y tomó la mano de Logan, sintiendo una calidez reconfortante mientras caminaban juntos hacia el lobby. Mientras avanzaban, Logan notó a Sebastian Vettel en la recepción, ocupándose de su check-in. Con una sonrisa, Logan se acercó al ex-piloto.
—¡Sebastian! —saludó Logan animadamente. Sebastian se giró y, al ver a Logan, le devolvió la sonrisa.
—Logan, ¿Cómo estás? —preguntó, estrechándole la mano.
—Bien, gracias, por cierto, te presento a Madeline, mi cita para esta noche y la nueva fotógrafa de Oscar—dijo Logan, señalando a Madeline.
—Encantado de conocerte, Madeline —dijo Sebastian, con una sonrisa amable—. Bienvenida a la F1.— le da una de varias bienvenidas que la catalana había recibido en este tiempo.
—Gracias, señor Vettel. Es un honor conocerlo —respondió Madeline, impresionada.
Mientras charlaban, Sebastian lanzó una mirada alrededor del lobby y luego se dirigió a Logan.
—Logan, ¿sabes si Coral está hospedada aquí? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación. Logan asintió lentamente.
—Sí, está aquí. Está obligada a estar aquí de todos modos —dijo, con un tono algo ambiguo. Sebastian frunció el ceño.
—¿Obligada? —preguntó, visiblemente sorprendido. Logan explicó rápidamente.
—Coral y Oscar están... actualmente juntos.— confiesa con un toque de nervios.
La sorpresa en el rostro de Sebastian era evidente. Se acomodó el cabello, revelando una pulsera en su muñeca con un dije en forma de abeja. La curiosidad de Madeline se encendió al ver el detalle.
—Señor Vettel—intervino Madeline, intrigada—, ¿por qué tanto interés en Coral?— inquiere con una sonrisa juguetona. El alemán sonrió ligeramente.
—Dime Sebastian, me haces sentir viejo.....— pide al principio a lo que Madds asciende la cabeza —bueno, ambos somos embajadores de una organización, Tenemos una cena de gala este sábado y quería saber si Coral estaría presente.— encubre su verdadera razón de ver a la modelo.
—Ah, entiendo —dijo Madeline, sonriendo mientras comprendía la conexión. El estadounidense miró a Sebastian con una ceja levantada.
—¿Embajadores de qué organización?— pregunta interesado.
—De "BioBienenApfel". Promovemos la biodiversidad y la conservación de las abejas.— explica con una sonrisa emocionada en su rostro.
Madeline sonrió ampliamente, notando la pasión de Sebastian y comenzando a formar una teoría sobre su interés en Coral. Mientras tanto, Logan parecía aún procesar la información, mirando a Sebastian con una mezcla de sorpresa y comprensión.
—Bueno, parece que tienes una misión noble, Sebastian —comentó Logan, con una sonrisa.
el ex-piloto asintió, con una sonrisa que revelaba una conexión más profunda de lo que dejaba ver.
—Es algo que me importa mucho. Y Coral también ha sido una gran defensora de la causa.— explica con una sonrisa del lado.
La pareja asintió, sintiendo un nuevo respeto por la labor de Sebastian. Mientras se despedían de Sebastian, Maddie y Logan intercambiaron miradas, compartiendo una silenciosa comprensión sobre la complejidad de las relaciones y los compromisos personales.
—Vamos a cenar, ¿te parece? —dijo Logan, ofreciendo su brazo a Madeline.
—Sí, claro —respondió Madeline, tomando el brazo de Logan mientras se alejaban, dejando atrás el lobby y las sutiles tensiones que se desarrollaban en el corazón de Viena.
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Logan y Madeline llegaron al restaurante, un lugar elegante y espacioso con luces tenues y mesas bien distribuidas, creando una atmósfera íntima. Los camareros se movían con gracia, llevando bandejas de platos deliciosos a los comensales.
Logan, mostrando su caballerosidad, ayudó a Madeline con su silla antes de tomar asiento frente a ella. La mesa estaba adornada con una vela encendida y dos copas de vino tinto ya servidas, reflejando la luz suave del ambiente. La velada prometía ser tan encantadora como el entorno que los rodeaba.
Con los primeros platillos en la mesa, comenzaron una charla relajada y divertida, intercambiando preguntas básicas para conocerse más.
—¿Película favorita? —preguntó Logan, tomando un sorbo de su vino. Madeline sonrió, pensando por un momento.
—"El gran hotel Budapest." Me encanta su estética y la historia es tan peculiar. ¿Y la tuya?— responde con un toque de emoción por su respuesta para después verlo con interés.
—"Interestelar". Me fascina la exploración espacial y la idea de salvar a la humanidad —respondió Logan con entusiasmo.
Siguieron con preguntas sobre sus colores favoritos , el verde para Maddie, el azul para Logan, sus pasatiempos; la fotografía para Maddie, los videojuegos para Logan, y sus postres favoritos; tarta de manzana para Maddie, tiramisú para Logan.
La conversación fluía con facilidad, y ambos se sentían cada vez más cómodos en la compañía del otro. Cuando comenzaron a cenar, Maddie decidió hacer una pregunta que había estado rondando en su mente.
—Logan, ¿puedo hacerte una pregunta? —dijo, con un tono más serio pero curiosa. Logan asintió, dejando su copa en la mesa.
—Por supuesto, Maddie. Lo que quieras.— le da paso a hacer la pregunta. Madeline tomó un momento para formular su pregunta.
—¿Cómo fue trabajar con Coral cuando competía? Siempre he tenido curiosidad sobre esos tiempos.— pregunta con un toque de interés en su tono de voz. Una amplia sonrisa se formó en el rostro de Logan.
—Oh, Coral era impresionante. En 2022 fuimos compañeros en Williams. Ella era toda una campeona —empezó, con orgullo en su voz—. Las primeras tres carreras de la temporada las ganó y consiguió tres pole positions. Era mucho mejor que Max, y eso que manejaba un Williams. Sebastian fue su mentor, la entrenó tan bien que incluso su manera de hablar por radio y sus celebraciones eran reflejos de él. Muchos apostaban a que ella seguiría el legado de Vettel. Pero, después del accidente en Japón, decidió retirarse.— explica para al final su sonrisa disminuir. Madeline asintió, comprendiendo la carga de aquella decisión.
—Debe haber sido difícil para ella. Seguramente hubiera seguido ganando si no fuera por eso —comentó con empatía.
—Sí, yo también lo creo —respondió Logan, con un toque de melancolía en su voz.
Continuaron charlando sobre otros temas, retomando el tono romántico y ligero de la velada. Se reían, compartían historias y disfrutaban de cada momento juntos. Al final de la cena, ambos salieron del restaurante, tomados de la mano, caminando bajo la luz de la luna. Logan, notando una bonita vista en el horizonte, detuvo su paso.
—¿Nos tomamos una foto? —sugirió, sacando su teléfono. Madeline sonrió, encantada con la idea.
—Claro, me encantaría.— acepta arreglando un poco su cabello.
Logan tomó la primera foto de ambos sonriendo juntos, luego Madeline se inclinó y le dio un beso en la mejilla para la siguiente foto. Se miraron y sonrieron, disfrutando de la espontaneidad del momento.
Continuaron su paseo hacia el hotel, conversando animadamente. Justo antes de llegar, Logan se detuvo y la miró a los ojos.
—Me la pasé muy bien esta noche, Maddie —dijo, su voz suave y sincera.
—Yo también, Logan —respondió ella, con una calidez en sus ojos que reflejaba la conexión que habían compartido.
Se miraron por unos instantes, el mundo exterior desvaneciéndose. La distancia entre ellos se redujo hasta que, sin pensarlo más, se besaron apasionadamente. El beso era dulce y lleno de promesas, ambos disfrutando de la cercanía y la intimidad que habían encontrado en la velada.
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Madeline ingresó a su habitación de hotel con una sonrisa que no podía disimular. La noche con Logan había sido perfecta, una mezcla de risas, conexión y un beso que aún la hacía sentir mariposas en el estómago. Cerró la puerta tras de sí, se quitó los tacones y se dejó caer sobre la cama, sumida en pensamientos felices.
Unos minutos después, un golpe en la puerta la sacó de su ensoñación. Dudosa, se levantó para abrirla, y se encontró con Evangeline sosteniendo una bolsa de frituras y unas latas de gaseosa.
—¡Cuéntamelo todo, Carmen! —exclamó Eva, entrando sin esperar una invitación.
Maddie soltó una carcajada, cerró la puerta y siguió a su hermana hasta la cama. Ambas se acomodaron, rodeadas de cojines, mientras Maddie comenzaba a relatar su velada.
—Fue increíble, Eva. Todo comenzó cuando conocí a Sebastian Vettel en el lobby del hotel. ¡Sebastian Vettel! —dijo con emoción. Evangeline chilló de emoción, sus ojos brillando.
—¡¿En serio?! ¡Eso es alucinante! ¿Y qué más? ¿Qué más?— expresa con ese tono de emoción, no tenía ni la remota idea de quien era Sebastian, pero seguro que era alguien importante para la F1.
—Pues Logan lo saludó, y luego me presentó como su cita. ¡Rebbeca como su cita!. ¡Carajo!, Hablaron un rato sobre algo de la organización en la que trabaja, no sé, no puse tanta atención en eso, y entonces fuimos al restaurante. Era precioso, Eva. Él fue tan atento, me ayudó con la silla, pedimos vino y comenzamos a hablar de nuestras películas favoritas, colores, pasatiempos... —Madeline describía cada detalle, su rostro iluminado por la emoción. Evangeline la miraba con ojos expectantes, abriendo una bolsa de frituras y ofreciéndoselas a su hermana.
—¿Y luego? ¿Qué pasó después?— sigue preguntando sin dejar la emoción de un lado.
—Bueno, la conversación fluyó tan bien. Hablamos de muchos temas interesantes, me explicó como funciona el DRS. Logan es tan interesante, tan encantador... —Maddie suspiró, su mente volviendo a esos momentos—. Y al final de la noche, cuando caminábamos de regreso al hotel, me pidió que nos tomáramos una foto juntos. Primero fue una normal, y luego una donde le di un beso en la mejilla. Fue tan lindo, Eva. — sigue contando detalles de todo, sabía que su hermana amaba escuchar todo con detalles. Eva dio un pequeño salto en la cama, haciendo que las frituras crujieran bajo el movimiento.
—¡Eso es adorable! Y entonces, ¿Qué pasó después?— continúa esperando más y más. Maddie sonrió, sus mejillas enrojeciendo levemente.
—Cuando llegamos al hotel, nos quedamos mirándonos. Y él me besó, Eva. Fue... maravilloso. Siento que realmente podría haber algo especial entre nosotros.— termina por contar mientras esa sonrisa tonta aparece en su rostro de nuevo.
Evangeline chilló nuevamente, abrazando a Maddie con entusiasmo.
—¡Estoy tan feliz por ti!, Logan parece ser un chico increíble. ¡Seguro que las cosas entre ustedes seguirán de maravilla! —comenta con esa misma emoción de unos minutos, se alegraba de que su hermana volviera a darle una oportunidad al amor. Maddie asintió, sintiendo la esperanza florecer en su pecho.
—Eso espero. —Luego, recordando la situación de su hermana, la miró con curiosidad—. ¿Y tú? ¿Cómo va tu situación con Checo?— inquiere ahora ella.
Evangeline bufó, su expresión cambiando rápidamente a una mezcla de irritación y frustración.
—Lo detesto, Maddie. Es tan... arrogante. Ni siquiera puede reconocer que necesita mi ayuda. Y si por mí fuera, ni la sombra de él quisiera tocar.— responde con resentimiento, realmente no soportaba verlo en el box al Mexicano.
Maddie se rió, sabiendo que su hermana podía exagerar un poco, pero también entendiendo la raíz de su frustración.
—Dicen que los que se odian, se aman —bromeó, solo para recibir un almohadazo de su hermana.
—¡Ni en sueños! Aunque él fuera el último hombre en la tierra, no saldría con Checo. —Eva se cruzó de brazos, lanzando una mirada desafiante a Maddie.
Las dos hermanas estallaron en risas, disfrutando de la compañía y la honestidad de la otra. Pasaron el resto de la noche charlando, compartiendo sus esperanzas y frustraciones, y disfrutando de las frituras y gaseosas que Eva había traído.
Era sábado por la noche, y Coral lucía un elegante vestido de color negro profundo, ceñido a su figura con una sofisticada tela de satén que abrazaba cada curva con gracia. El escote en V, delicadamente adornado con encaje, aportaba un toque sutilmente seductor, mientras que la falda se expandía ligeramente en un estilo sirena, terminando en una suave cola que rozaba el suelo con cada paso. Su cabello, cuidadosamente recogido en un moño elegante, dejaba libres algunos mechones que enmarcaban su rostro, dándole un aire de sofisticación.
A su lado, Oscar, impecable en un traje negro con una corbata del mismo tono, complementaba perfectamente su porte. Con una copa de vino en la mano, Oscar sonreía y saludaba a varios conocidos mientras charlaba con Coral, manteniendo la apariencia de una pareja enamorada. A pesar de sus sonrisas, ambos estaban atentos, buscando constantemente la figura familiar de Sebastian Vettel entre la multitud.
Cuando llegaron a un puesto de comida, Coral se detuvo ante una bandeja de galletas en forma de abeja y postres variados. Tomó una galleta y, sonriendo, se la ofreció a Oscar.
—Prueba esto, —dijo, levantando la galleta hacia él.
Oscar, manteniendo la farsa con una sonrisa, se inclinó y mordió la galleta, sin apartar la mirada de ella.
—Está deliciosa, gracias. —dijo Oscar, con una sonrisa cómplice.
Justo cuando estaban por relajarse y Coral recibiendo un pedazo de galleta por parte de Oscar, una voz los trajo de vuelta a la realidad.
—Coral, Oscar, ¡qué sorpresa verlos aquí! —Sebastian Vettel apareció ante ellos, una sonrisa arrogante en su rostro.
Coral sintió que su estómago se encogía, pero mantuvo una sonrisa educada.
—Sebastian, cuánto tiempo sin verte. —dijo, esforzándose por sonar natural.
Oscar extendió la mano, saludando al alemán con una cordialidad calculada.
—Sebastian, qué gusto verte. —dijo, manteniendo su tono amigable.
El intercambio fue tenso. Coral y Oscar, a pesar de sus esfuerzos por parecer naturales, se notaban incómodos. La conversación se mantuvo superficial, girando en torno a trivialidades y saludos, hasta que un colega de Sebastian se acercó, dándoles la oportunidad de escapar.
—Disculpa, tenemos que irnos. —dijo Coral apresuradamente, agarrando la mano de Oscar y alejándose de la mesa casi corriendo.
Más tarde, después de un buen tiempo socializando y fingiendo sonrisas, Coral sintió la necesidad de tomar aire fresco. Se excusó y salió al jardín, encontrando un hermoso quiosco en el centro. Las enredaderas de flores que lo adornaban desprendían un aroma dulce y relajante, proporcionando un respiro bienvenido de la tensión del salón.
Mientras admiraba el quiosco, un carraspeo detrás de ella la hizo girarse. Allí, con las manos en los bolsillos y una sonrisa que la inquietaba, estaba Sebastian.
—¿Cómo ha estado mi campeona del mundo? —preguntó, su voz baja y cargada de una familiaridad que Coral encontraba molesta. Ella rodó los ojos, cruzando los brazos defensivamente.
—No me llames así, Sebastian. —replicó, su tono cortante. Sebastian alzó una ceja, apenas inclinando la cabeza.
—Así que ahora estás con Piastri, ¿eh? Interesante. Hace años decías que yo era el único hombre con el que estarías. —dijo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Coral lo fulminó con la mirada, sintiendo la frustración burbujear en su interior.
—Porque era una tonta, Vettel. Eso fue lo que pasó. —respondió con frialdad, la voz temblando ligeramente.
—¿Vettel?, antes me llamabas Seb, amor, cariño. Que rápido te olvidas de los apodos que tú misma me pusiste— expreso con cierto dolor al notar la indiferencia de la francesa.
Los comentarios pasivo-agresivos continuaron, cada palabra cargada de una mezcla de resentimiento y emociones reprimidas. Sebastian, sin apartar la vista de ella, dio un paso adelante.
—Desde que te vi en Monte-Carlo, no he podido dejar de pensar en ti. Quise contactarte, acercarme lentamente... —susurró, su voz tomando un tono más suave, casi hipnótico.
Coral sintió que sus defensas se debilitaban. Las piernas se le volvían de gelatina mientras él continuaba, evocando recuerdos de un día compartido, una noche en la que se entregaron completamente el uno al otro. Sus palabras, suaves y seductoras, se mezclaban con el toque de sus manos, que ahora descansaban en la cintura de Coral.
Su cabeza cayó contra el hombro de Sebastian, los recuerdos y las emociones confundiéndola. Cada caricia era un recordatorio de lo que habían compartido, y sus labios casi se encontraron, tentados por el deseo de revivir esos momentos.
Pero la realidad la golpeó de repente, recordando su contrato con Oscar, su falso noviazgo. Con un esfuerzo tremendo, se apartó, alejando las manos de Sebastian de su cintura.
—Esto está mal, Sebastian. Tengo novio. —dijo, su voz temblando, pero firme.
El alemán soltó una risa burlona, sacudiendo la cabeza.
—Vamos, Coral. Sabes tan bien como yo que el chico Koala no puede darte lo que yo sí. Déjalo, vuelve conmigo, Princesa. —dijo, sus ojos reflejando una confianza que la desarmaba.
Coral negó con la cabeza, luchando por no caer en su juego.
—No, Sebastian. Esto no puede ser. —dijo, su voz apenas un susurro.
Sin esperar su respuesta, se dio la vuelta y salió rápidamente del quiosco, su corazón latiendo desbocado. Cada paso que daba la alejaba de Sebastian, pero la confusión y el deseo se quedaban con ella, mezclándose en un torbellino de emociones que no podía ignorar.
(.˙✧˖°🐝 ༘ ⋆。°.)
La noche avanzaba tranquila en la habitación de Madeline. Ella y Logan estaban cómodamente abrazados en la cama, viendo una película, cuando una serie de golpes frenéticos resonaron en la puerta. Madeline se tensó y miró a Logan con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—¿Pediste servicio a la habitación? —preguntó, susurrando. Logan negó con la cabeza, también confundido.
—No, no pedí nada. —respondió, levantando una ceja.
Madeline, aún intrigada, se separó de Logan y se dirigió a la puerta, abriéndola con cautela. Al hacerlo, se encontró con Coral, quien sollozaba, el maquillaje corrido y los tacones en la mano. La visión de Coral en ese estado hizo que el corazón de Maddie se encogiera. Sin dudarlo, la tomó por los hombros y la guio hacia la cama, donde Logan ya se estaba acomodando, alarmado por la escena.
—Coral, ¿qué ha pasado? —preguntó Maddie, la voz cargada de preocupación, mientras ayudaba a Coral a sentarse.
Logan se acercó, su expresión reflejando la misma inquietud.
—Cuéntanos, ¿Qué ha pasado? —dijo, ofreciéndole un vaso de agua.
Coral, con las manos temblorosas, tomó el vaso y bebió un sorbo, tratando de calmarse. Entre sollozos y respiraciones entrecortadas, apenas logró articular algunas palabras.
—Vettel... soy débil ante él... lo odio. —dijo, su voz ahogada por la emoción.
Madeline y Logan intercambiaron una mirada, entendiendo solo fragmentos de lo que Coral intentaba decir.
—Tranquila, respira hondo. —dijo Maddie, acariciando su espalda suavemente.
Después de unos minutos, Coral se calmó lo suficiente para mirar a Maddie y Logan, sus ojos reflejando la tormenta interna que sentía. Maddie, con la camiseta de Logan y un short, y Logan en pantalones de dormir y una camiseta sin mangas, la observaban con una mezcla de empatía y preocupación.
—Lo siento, no quería arruinar su noche. —dijo Coral, levantándose rápidamente, avergonzada.
Logan sacudió la cabeza, extendiendo una mano para detenerla.
—No estás arruinando nada. Solo queremos saber qué pasó. —dijo con firmeza, invitándola a sentarse de nuevo.
Coral, todavía un poco inestable, se sentó de nuevo y respiró hondo. Finalmente, comenzó a contar lo sucedido.
—Me reencontré con Sebastian Vettel esta noche. —empezó, su voz temblando ligeramente. Miró a Madeline, notando su confusión.
—Sebastian fue mi mentor en la F1, alguien muy importante para mí. Tuvimos... algo parecido a una relación durante un tiempo. Pero muchas cosas nos distanciaron, principalmente su insistencia en que volviera a la F1. —explicó, haciendo una pausa para encontrar las palabras correctas. Maddie asintió lentamente, comenzando a comprender la situación. Coral continuó.
—Lo volví a ver esta noche, y todos los sentimientos que tenía por él regresaron de golpe. Me recordó lo débil que soy ante él, cómo siempre me desarma. —dijo, sus ojos llenos de tristeza y confusión.
Logan frunció el ceño, tratando de entender el impacto que Sebastian tenía sobre ella.
—¿Y qué pasó luego? —preguntó con suavidad, inclinándose un poco hacia adelante. Coral miró al suelo, sus manos temblando ligeramente.
—Sebastian me hizo recordar todo lo que compartimos, me hizo sentir... vulnerable. Estuve a punto de irme con él, sin importarme Oscar ni nada más. —confesó, la voz apenas un susurro.
Madeline la abrazó nuevamente, su corazón latiendo con fuerza. Sentía la desesperación de Coral y comprendía la dificultad de su situación.
—Está bien sentirte así, Coral. —dijo suavemente. —Pero debes ser fuerte. Recuerda por qué tomaste tus decisiones. —añadió, sus palabras llenas de apoyo. Logan asintió, extendiendo su mano para apretar la de Coral con simpatía.
—No estás sola en esto. Tienes a Maddie, y a mí, y a Oscar también. Todos estamos aquí para ti. —dijo, mirándola con seriedad.
Coral asintió, agradecida por su apoyo, pero su mente seguía atrapada en esos recuerdos de Monte-Carlo. La imagen de Sebastian, su toque, su voz, todo se mezclaba en su mente, recordándole esa primera vez que se entregó completamente a alguien.
La noche en Monte-Carlo había sido mágica y dolorosa a la vez. Recordaba cómo el alemán la había tocado, cómo habían compartido momentos íntimos que aún le hacían estremecer. Cada detalle volvía a ella, aumentando la confusión y el anhelo que sentía.
Pero en el fondo, sabía que no podía regresar a ese pasado. Su vida ahora era diferente, complicada por contratos y responsabilidades, por sentimientos encontrados y promesas hechas. Con un último suspiro, Coral miró a Maddie y Logan, encontrando consuelo en su presencia.
—Gracias. —dijo finalmente, sus palabras llenas de una mezcla de dolor y gratitud.
Madeline y Logan sonrieron, brindándole su apoyo incondicional mientras la noche continuaba, una noche que Coral sabía que no olvidaría fácilmente.
Continuará...........................
AAAAAAAAAAAA, Y SEGUIMOS CON EL DRAMAAAA.
¿SE ESPERABAN A SEBASTIAN EN EL FIC?, PORQUE YO NO JAJAJA.
AY Y EL BONITO COMIENZO ENTRE LOGAN Y MADDIE. AMOOOOO (QUE NO SE NOTE QUE SON MIS PREFERIDOS JAJA).
Y NO NOS OLVIDEMOS DE OSCAR AAAAAAA, LO AMAMOS TAMBIÉN.
¿ACASO SERÁ UN ENEMIES TO LOVERS LA RELACIÓN DE CHECO Y EVA?.... JIJIJI.
SIN MÁSSSSSSSSSSSSSSSSS.
NOS LEEMOS PRONTOOOOOO, BESOSSSSS <3
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