𝟖 𝐋𝐚𝐩
I'll love you 'til the day that I die'
Til the day that I die
'Til the light leaves my eyes
'Til the day that I die
I want you to see How you look to me
You wouldn't believe if I told ya
You would keep the compliments I throw ya
La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Madeline, iluminando su rostro mientras se removía entre las sábanas. Su alarma sonó a un volumen irritante, provocándole una mueca de fastidio. Con un quejido, estiró la mano para apagarla y se quedó unos segundos tumbada en la cama, parpadeando con los ojos entrecerrados.
Tomó su teléfono de la mesita de noche nuevamente, empezando a revisar los mensajes que se habían acumulado durante la noche. La mayoría eran triviales, pero uno de Katrine la hizo incorporarse de golpe.
Su estómago se tensó al ver la captura de pantalla de una cuenta de Twitter que insinuaba que Madeline había estado con dos chicos la noche anterior. El solo pensamiento de las consecuencias que eso podría tener para su trabajo en McLaren, y cómo Oscar podría interpretar la situación, la inquietó profundamente. Otro mensaje llegó minutos después era por parte de Coral, que la dejó igual o peor de tensa con la siguiente información que proporcionaba esa cuenta de Twitter.
Mientras estaba absorta respondiendo a Coral, intentando contener la ansiedad y el enojo, la puerta de su habitación se abrió suavemente, revelando a Joshua con una bolsa de farmacia y una botella de agua en la mano. Al verla despierta, le dedicó una sonrisa afectuosa.
—Buenos días —saludó Joshua con voz suave—. ¿Cansada?— inquiere un tanto curioso para finalmente cerrar la puerta tras él y acercarse a ella poco a poco. Madeline dejó el teléfono de lado y suspiró.
—Un poco —admitió, pasando una mano por su cabello enmarañado—. Pero no bebí mucho anoche, solo tengo dolor en los pies.— le responde con honestidad, ya que no bebió pero si bailó mucho con Logan y en ocasiones con Charles.
—Pensé en traerte algo por si te sentías mal —dijo, alzando la bolsa—. Hay pastillas para el dolor de cuerpo y un par de cosas más.— le explica con una sonrisa tímida.
Ella aceptó una pastilla y se la tomó con un sorbo de agua. Joshua la observó con una mirada mezcla de preocupación y cariño.
—¿Cómo estuvo tu noche? —preguntó, tratando de sonar casual.
—Normal —respondió Maddie, eludiendo los detalles de la fiesta—. Nada fuera de lo común.— miente sin pensarlo dos veces, había pasado toda la fiesta junto a Logan, besos y shots para él fue lo que más volvía a su mente, y en como ella acarició el cabello dorado del americano, no dejaba de repetirse esos momentos en la cabeza de la catalana, pero no quería dañar lo que estuviera pasando con Josh.
Joshua asintió, aunque algo en su expresión sugería que no estaba del todo convencido.
—¿Te gustaría ir a desayunar waffles? —sugirió—. Podríamos ir a ese restaurante que nos gusta.— cambia de tema al no obtener otra respuesta por parte de la pelirroja. Madeline sonrió débilmente, pero negó con la cabeza.
—Hoy es lunes, Josh, y ya sabes que todos los lunes tengo que visitar el orfanato.— le recuerda con una sonrisa tímida.
—Me encantaría acompañarte —ofreció Joshua con un tono sincero.
Madeline lo miró, sorprendida por la oferta, y luego asintió, decidiendo que no había nada de malo en aceptarlo.
—Está bien, me vendría bien algo de ayuda —dijo finalmente.
Ambos se dirigieron a la cocina, donde comenzaron a preparar la refacción para los niños. Joshua la ayudaba a cortar frutas mientras Maddie organizaba las bolsas con sándwiches y galletas. El ambiente era tranquilo, y el trabajo en conjunto los relajaba a ambos, permitiéndoles disfrutar de una armonía simple.
En medio de su tarea, Evangeline bajó las escaleras con un evidente rastro de resaca, su cabello despeinado y sus ojos apenas abiertos. Se dirigió hacia la cocina, buscando algo para aliviar su malestar.
—Buenos días —saludó Evangeline, con voz ronca—. Necesito algo para esta resaca infernal.— informa para mirar apenas a Josh y sonreírle y luego mirar con cara de pocos amigos a su hermana.
—Creo que hay jugo de naranja en la nevera —respondió Madeline, señalando con la cabeza. Eva tomó el jugo y bebió un largo trago antes de mirar a su hermana.
—Voy a terminar con Pau antes del Gran Premio de Gran Bretaña —soltó de repente, con una frialdad inesperada. Madeline la miró, sorprendida por la declaración.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó, dejando de cortar frutas.
—Hace unos minutos le confirmé a Max que seré su fisioterapeuta hasta el fin de la temporada —explicó Eva—. Y en unas horas presentaré mi renuncia al FC Barcelona. Pau... es una de las razones por las que me voy.— evade la pregunta de su hermana, no quería explicarle lo insuficiente que sentía al lado del rubio, en privado era la relación soñada, pero en público no, se la comían viva cuando era día de partido, la tachaban y nombraban de lo peor y ella simplemente ya estaba harta. Madeline frunció el ceño, tratando de entender.
—¿Estás segura? —preguntó con cautela—. Pau te ama, Eva. Lo veo en la forma en que te mira.— intenta ayudar en algo la pelirroja mayor con una sonrisa tierna. Evangeline suspiró, apoyándose en el desayunador.
—Sí, pero ya no siento lo mismo por él. Y si me quedo, será peor para ambos. Necesito un cambio, Maddie.— sigue sin cambiar de opinión la fisioterapeuta.
Madeline asintió lentamente, entendiendo la gravedad de la situación. Evie, por su parte, se enderezó y le dedicó una sonrisa resignada.
—Voy a arreglarme para ir a la Ciutat Esportiva —dijo, saliendo de la cocina con el jugo en la mano.
Joshua miró a Maddie, levantando una ceja.
—¿Todo bien? —preguntó, tocando suavemente su brazo.
Madeline forzó una sonrisa y asintió, aunque su mente estaba enredada en las preocupaciones del trabajo y las revelaciones personales de sus hermanas.
—Sí, todo bien. Vamos, tenemos un montón de comida que preparar.— se reincorpora volviendo a cortar la fruta y continuando con la charla que tenía con el futbolista alemán.
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Madeline y Joshua llegaron al orfanato poco después de haber desayunado rápidamente en su restaurante favorito. El edificio, con sus paredes pintadas de colores vibrantes y un jardín lleno de flores, siempre le infundía a Madeline una sensación de calidez y propósito. Al entrar, fueron recibidos por Rut, la encargada del orfanato, quien les dirigió una sonrisa cálida mientras aceptaba la refacción que habían preparado.
—Rut, te presento a Joshua —dijo Madeline, inclinándose hacia Rut con una sonrisa.
—Encantada de conocerte, Joshua —dijo Rut, estrechando la mano del futbolista—. Maddie siempre habla maravillas de ti.
—El gusto es mío —respondió Joshua, devolviendo la sonrisa.
Con las presentaciones hechas y la refacción entregada, la pareja se dirigió al patio trasero donde los niños ya estaban jugando. La risa y los gritos alegres llenaban el aire, y la energía contagiosa de los pequeños rápidamente atrapó a Joshua y Madeline.
Madeline se encontró en el rincón de juegos, rodeada de un grupo de niñas que le entregaban muñecas y le pedían que las ayudara a vestirlas y peinarlas. Una niña pequeña, Gabriela, con coletas desordenadas, le pasó una muñeca con una sonrisa radiante.
—¿Le puedes poner este vestido, Maddie? —pidió la niña, sosteniendo un diminuto vestido de encaje.
—Por supuesto, cariño —respondió Madeline, tomando la muñeca y el vestido.
Mientras tanto, Joshua estaba en el campo de fútbol improvisado, rodeado de niños y niñas que corrían tras el balón. Con su habilidad natural y su amor por el deporte, rápidamente se convirtió en el centro de atención, guiando a los niños en pases y tiros a portería. Cada vez que uno de ellos anotaba, sus caras se iluminaban de alegría.
Después de un buen rato de juegos, los niños se retiraron a la sala de refacción para disfrutar de la comida que habían traído. Joshua, sudoroso pero feliz, se acercó a Madeline, quien estaba arreglando las muñecas antes de levantarse.
—Maddie, ¿puedo hablar contigo un momento? —pidió Joshua, sus ojos reflejaban una mezcla de seriedad y vulnerabilidad.
—Claro —dijo ella, intrigada—. Vamos al jardín.— confirmo para colocarse de pie.
Ambos se alejaron del bullicio, caminando hasta el borde del jardín donde las flores y los arbustos formaban un rincón tranquilo. Madeline miró a los niños a la distancia, sonriendo mientras jugaban y reían entre ellos.
—Siempre es tan bonito verlos tan felices —comentó Madeline, su voz suave y nostálgica.
Joshua tomó una respiración profunda, nervioso, y finalmente se volvió hacia ella, tomándola de las manos.
—Maddie, ¿Cómo te visualizas en el futuro? —preguntó, buscando sus ojos con una mezcla de esperanza y temor. Madeline sonrió, su mirada perdida en un horizonte imaginario.
—Me imagino con cuatro hijos, paseando por un bello lugar, quizás Mónaco, tomada de la mano de alguien especial —dijo, pero luego negó con la cabeza—. Pero eso no pasará, seguramente.— cae de golpe a la realidad mientras desvía su mirada del alemán. Joshua le tomó las manos, haciendo que lo mirara directamente.
—Yo quiero ser ese hombre, Maddie. Quiero vivir ese futuro a tu lado, lejos de toda la afición y el deporte. En dos años planeo retirarme del fútbol, y podríamos formar una familia juntos.— le pide y le comenta lo que él también desea.
Madeline sintió lágrimas acumularse en sus ojos. La sinceridad y la emoción en la voz de Joshua la conmovían profundamente.
—Josh, eres increíble, pero... no puedo. No te merezco. No merezco a alguien tan maravilloso como tú. Además, no puedo tener hijos. Los médicos dijeron que sería riesgoso. Tú mereces una mujer que pueda darte hijos de verdad.— le explica con un dolor insoportable en el corazón, ella sabía que un hombre como él era mucho para alguien como ella. Joshua la miró con ternura y determinación.
—Eso no importa, Maddie. Podemos adoptar, no necesito un hijo biológico para ser feliz. Te quiero a ti.— intenta ver que el amor que él le tiene, no cambia su manera de verla. Madeline negó suavemente, con lágrimas rodando por sus mejillas.
—No cambies tus sueños por mí. Recuerdo que siempre decías que te gustaría tener un hijo que se pareciera a ti. Josh, tú mereces eso. Alguien que comparta tus sueños y esperanzas. Yo... no puedo ser esa persona.— continúa haciéndole ver que simplemente era un error estar con ella.
Joshua asintió lentamente, comprendiendo la profundidad de sus palabras. Se inclinó y la besó suavemente en los labios, era un beso cargado de tristeza y amor a la vez, pero también un beso de despedida seguramente.......
—Seguiremos en contacto —dijo Madeline, tratando de sonreír a través de sus lágrimas—. Pero ahora, con dos Grandes Premios seguidos, no prometo estar siempre disponible.— le hace ver que su agenda ahora estaba limitada. Joshua, aunque decepcionado, la abrazó con fuerza.
—Entiendo, Maddie. Siempre estaré aquí para ti, de una manera u otra.— le hace ver, esperanzado de que en algún momento ella vuelva a él y le diga que acepta mudarse con él a Alemania y formen una familia como ambos lo han deseado desde los 22'.
Ambos se quedaron en silencio, abrazados, contemplando el jardín y los niños jugando, cada uno perdido en sus propios pensamientos y emociones sobre un futuro incierto.
En la tranquila habitación de Oscar, ubicada en su hogar en el Reino Unido. La tarde gris se colaba por las ventanas, dándole un ambiente tranquilo y acogedor. En el fondo, la voz de Taylor Swift llenaba el espacio con melodías suaves, mientras él leía un ejemplar de Los Juegos del Hambre recostado en su cama. La música y el libro lo transportaban a un mundo de emociones, intriga y lucha, un escape perfecto después de un fin de semana intenso en la pista. La puerta se abrió despacio y Coral, su "novia" y mejor amiga, entró con una expresión sombría.
Sin decir palabra, Coral se acostó al revés en la cama, apoyando su cabeza donde estaban los pies de Oscar. La confusión y preocupación se reflejaron en el rostro de Oscar cuando la observó.
—¿Qué te pasa? —preguntó con suavidad, cerrando su libro.
La rubia suspiró profundamente, negando con la cabeza antes de responder.
—El sábado tengo que ir a una cena de gala de la organización que apoyo, "BioBienenApfel".— informa con cierto desgano y molestia en su tono de voz. Oscar arqueó una ceja, intrigado.
—¿Y cuál es el problema con eso? —preguntó, genuinamente confundido.
Coral lo fulminó con la mirada y respondió con un tono exasperado.
—Él va a estar ahí —respondió, enfatizando la palabra "él" con un deje de desesperación.
El Australiano la miró con sorpresa, comprendiendo de inmediato a quién se refería.
—Ah, ya veo... —dijo, asintiendo lentamente—. La suerte de tu vida es igual a la de los Haas.— intenta agregar un poco de humor con su comentario, Oscar era así. Coral bufó y se cubrió la cara con una almohada.
—El universo me odia. Justamente tienen que hacer la cena en Austria, justo cuando estamos allí para el próximo Gran Premio.— expresa con cierto fastidio. el Mclaren soltó una pequeña risa, dejando su libro a un lado, y le quitó la almohada de la cara.
—Si no te sientes cómoda, no deberías ir. Y si decides ir, yo iré contigo. No dejaré que él se acerque a ti.— le intenta tranquilizar de la manera en que solía hacerlo hace años. Coral lo miró, agradecida pero aún preocupada.
—No entiendes, Osc. "Mr. V", no es de los que se rinden fácilmente. Seguramente intentará charlar conmigo.— responde con un toque de desesperación, conocía al rubio y lo que estaba dispuesto a hacer solo por sacarle un "hola" de su boca.
El piloto se echó un poco hacia atrás, observando a Coral con una mezcla de curiosidad y seriedad.
—CoCo, en todo este tiempo, ¿no lo has extrañado ni siquiera un poco? ¿Nunca intentaste buscarlo para verlo?— pregunta sin pensarlo dos veces. la Francesa dirigió su mirada al techo, como si reviviera un recuerdo incómodo.
—Lo vi una vez en Monte Carlo —confesó—. Me rogó que volviera a competir en la F1. Y si lo veo de nuevo, seguramente seguirá insistiendo en lo mismo. — cuenta finalmente con un leve sonrojo en su rostro al recordar esa sonrisa en él cuando le decía lo de volver a la categoría máxima del automovilismo. Piastri, conmovido por la sinceridad en su voz, se inclinó y le dio un beso en la frente.
—Olvídate del chico abeja por un rato. Vamos a preparar una pizza —dijo, sonriendo para aliviar el ánimo de su amiga.
Coral no pudo evitar reírse ante el apodo de "chico abeja". Se levantó de la cama, siguiendo a Osc hacia la cocina.
—Está bien, prepararemos una pizza. Pero nada de piña —dijo, mientras su ánimo comenzaba a mejorar, contagiada por la actitud positiva del Australiano.
La cocina de la casa estaba bañada por la luz suave de la tarde. Los dos amigos comenzaron a reunir los ingredientes, creando una atmósfera de camaradería y calidez. Oscar, con una sonrisa traviesa, tomó la masa y comenzó a estirarla sobre la mesa, mientras que la menor de los Ocon se encargaba de los ingredientes.
—¿Qué te parece esta vez una pizza mitad clásica y mitad... lo que sea que se te ocurra? —sugirió Oscar, su tono lleno de entusiasmo.
CoCo, con una sonrisa, asintió mientras sacaba una variedad de vegetales, quesos y salsas del refrigerador.
—Me parece una idea excelente —respondió, disfrutando del momento—. Pero si veo una sola piña cerca de esta pizza, estaré muy decepcionada.— le advierte formando una línea con sus labios. Oscar se echó a reír, su risa resonando en la cocina.
—Trato hecho. Prometo mantener la piña a raya.— le asegura con una sonrisa tierna.
Mientras trabajaban juntos, mezclando ingredientes y compartiendo bromas, la tensión que Coral había sentido se fue disipando. Oscar, con su presencia tranquila y reconfortante, había logrado convertir una tarde preocupante en un momento de risa y complicidad.
Cuando la pizza finalmente estuvo en el horno, los dos se sentaron a esperar, disfrutando del aroma delicioso que llenaba la cocina.
—Gracias, Osc —dijo la francesa, con gratitud en su voz. Piastri sonrió, mirándola con cariño.
—Para eso están los amigos. Ahora, olvídate de todo por un rato y vamos a disfrutar de esta pizza.— le responde con cierto cariño en su tono de voz, amaba a su amiga sin lugar a dudas, era su alma gemela....
Coral asintió, su corazón aliviado por la bondad y el apoyo de su mejor amigo. Mientras esperaban que la pizza estuviera lista, se sumergieron en una charla animada, dejando atrás las preocupaciones y centrándose en la simple alegría de estar juntos.
Continuará.............................
Presiento que están molestas porque el cap es corto jajaja, pero no se preocupen, ya que el siguiente será más largo y con más dramaaaaaaa.
Yo en la vida necesito un Joshua :(, pobre que me lo rechazaron jajaja.
Creo que a este punto ya saben quien es "el chico abeja" no?.
Y si no, es mejor, será una genuina sorpresa jajaja.
Sin masssssssssssss, nos leemos prontoooooooooooooooo. besossss.
<3
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