𝟕 𝐋𝐚𝐩
Cuando la vi bailando
Algo como quería dentro de si
Cuando la vi bailando
Debí correr lejos de allí
Pero la vi bailando
Y no me pude contener
El rugido de la multitud en el circuito de Fórmula 1 era ensordecedor. Oscar había cruzado la línea de meta en P3, asegurando un lugar en el podio. El ambiente en el garaje de McLaren era una mezcla de euforia y alivio. Madeline, con una sonrisa radiante, ajustaba su cámara para capturar cada detalle de la celebración.
Oscar se bajó de su monoplaza, con una sonrisa desbordante y la adrenalina corriendo por sus venas. Sin perder tiempo, corrió hacia su equipo, abrazando a sus ingenieros y mecánicos, compartiendo la alegría del momento. Maddie, con su cámara en mano, se movía con agilidad, capturando la emoción en el rostro de Oscar y la energía vibrante del equipo.
—¡Vamos! ¡Lo hicimos! —gritó Oscar, su voz resonando por encima del bullicio.
Mientras Maddie seguía tomando fotos, Oscar se abrió paso entre la multitud, buscando a Coral. Finalmente, la encontró esperando con una sonrisa orgullosa. Sin previo aviso, Oscar la tomó por las mejillas y la besó con emoción, un beso lleno de gratitud y triunfo.
—¡La estrategia funcionó, Coral! —dijo Oscar, su voz cargada de alegría—. ¡Gracias por tu apoyo!— le agradece desde el fondo de su corazón, aunque la gente dijera que ella no era una buena novia, Oscar reconocía que tener a Coral con él era una ventaja, llegó a ser la única en su momento en hacerle la vida de cuadritos en la pista a Max, muchos asimilaban su talento y carácter en las pistas con el de Vettel.
Coral, sonriendo ampliamente, lo abrazó con fuerza.
—Sabía que lo lograrías, Oscar. Este es solo el comienzo de muchos podios y victorias esta temporada.— le asegura con una sonrisa orgullosa.
Maddie, observando la escena a través del visor de su cámara, capturó el momento perfecto, la amistad y la conexión entre Oscar y Coral. El amor de años junto a la camaradería entre ellos eran palpables, y ella se sintió afortunada de poder inmortalizar esos instantes con su lente, no sabía la verdad de la relación entre ellos obviamente.
Oscar, notando la presencia de Maddie, se giró hacia ella, todavía abrazando por la espalda a Coral.
—¡Maddie! —gritó con una mezcla de emoción y gratitud—. ¡Gracias por todo el trabajo increíble que has hecho hoy!. Tus fotos son increíbles y capturan todo lo que este equipo representa.— le gradece sin pensarlo dos veces.
—Es un placer trabajar para ti, Oscar. ¡Felicidades por el podio! —respondió, su tono sincero y lleno de entusiasmo. Oscar asintió, aún sintiendo la euforia del momento.
—No podría pedir una mejor fotógrafa para capturar estos momentos. — le halaga con una sonrisa y mirada juguetona.
Maddie se rió suavemente, apreciando el cumplido.
—Estoy lista para lo que venga —dijo, levantando su cámara en un gesto de determinación.
Maddie, aún sonriente, continuó tomando fotos del equipo celebrando. La emoción en el aire era palpable, y cada disparo de su cámara congelaba esos momentos de alegría y triunfo, creando recuerdos que durarían para siempre.
Mientras el equipo seguía celebrando, Oscar y Coral compartieron una mirada cómplice, sabiendo que este era solo el comienzo de una temporada prometedora. Y Maddie, con su cámara en mano, estaba lista para capturar cada victoria y cada momento especial que viniera.
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El sol comenzaba a descender en el horizonte del circuito, bañando el paddock con una luz dorada que daba un toque mágico al final del día de carrera. La premiación había concluido, y la euforia en el aire todavía se sentía palpable. Los fanáticos gritaban desde las tribunas mientras Maddie y Oscar caminaban de regreso al box de McLaren, charlando animadamente sobre las próximas carreras y el emocionante trabajo que les esperaba.
—No puedo creer lo bien que salió todo hoy —dijo Maddie, sonriendo mientras revisaba algunas fotos en su cámara—. Capturar estos momentos es un sueño.— expresa aún con esa adrenalina en su cuerpo, se había vuelto el trabajo soñado en tan poco tiempo.
Oscar, aún con la adrenalina del podio, asintió con entusiasmo.
—Has hecho un trabajo increíble, Maddie. No puedo esperar a ver las fotos finales. —Su voz estaba llena de admiración—. ¿Ya estás pensando en la próxima carrera?— inquiere con un toque juguetón.
—Siempre pensando en la próxima —respondió Maddie, riendo suavemente.
Mientras caminaban, se encontraron con Logan Sargeant, quien parecía esperarlos en el camino con una sonrisa en el rostro. Maddie se adelantó y lo abrazó, su alegría sincera irradiando.
—¡Logan! —exclamó Maddie—. ¡Felicidades por ese P5!, por ahí había escuchado que comenzaste teniendo un inicio de temporada difícil, pero hoy estuviste increíble.— le intenta reconfortar al final, Coral le había comentado sobre algunos incidentes que tuvo en las primeras dos carreras y en como en el Gran Premio de Australia le tuvo que dar su monoplaza a Alex, situación que no era para nada agradable para él.
Logan la abrazó de vuelta, su sonrisa reflejando tanto alivio como gratitud.
—Gracias, Maddie. Se sintió bien tener una buena carrera por fin.— le confirma con esa sonrisa tierna tan característica de él.
Oscar se unió a las felicitaciones, dándole una palmada en el hombro a Logan.
—Buen trabajo amigo. Merecido ese P5.— le expresa con una sonrisa amigable. Logan, con una mirada cómplice, se volvió hacia Oscar.
—Gracias Osc, oye por cierto, ¿vas a invitar a Maddie a la fiesta de celebración esta noche? Charles me dijo que habrá una buena fiesta en una discoteca.— le comenta pero en realidad estaba pidiendo de su ayuda a su mejor amigo para poder pasar una buena noche junto a la pelirroja. Oscar sonrió, miró a Maddie, y asintió.
—De hecho, todavía no le he dicho nada, pero Maddie, estás invitada, será genial tenerte allí.— le extiende sin dudarlo la invitación, notando como Logan se muerde ligeramente el labio inferior esperando escuchar una respuesta positiva por parte de la española. Maddie, aunque agradecida, sacudió la cabeza suavemente.
—Gracias por la invitación, chicos, pero tengo una cena esta noche y no podré ir.— les expone su verdadera situación, que sin lugar a dudas decepcionó a Logan, aunque el trato de ocultar su tristeza.
—Lo entiendo, quizás en otra ocasión entonces. — comenta cuando escucha que su ingeniero lo llama, le dio un último abrazo a la pelirroja y se despidió de ambos—Nos vemos, Maddie. Y Oscar, ¡nos vemos en la fiesta!— se despide para ambos también despedirse de él y extenderle una sonrisa.
Maddie y Oscar siguieron su camino hacia el box de McLaren. La sensación de camaradería y la reciente celebración aún colgaban en el aire.
—Si tu cena termina relativamente temprano, deberías unirte a nosotros en la discoteca —sugirió Oscar, mirándola de reojo—. Será divertido.— le asegura intentando ayudar a su amigo que definitivamente se estaba muriendo por ella. Maddie volvió a agradecer, pero negó con la cabeza.
—No soy mucho de fiestas, la verdad. —respondió, aunque sabía que no era completamente cierto.
Oscar lo comprendió, aunque una pequeña parte de él deseaba que ella cambiara de opinión. Finalmente, llegaron al box de McLaren, donde el equipo estaba empezando a desmontar y a limpiar un poco el garaje.
Maddie comenzó a recoger sus cosas, sintiéndose satisfecha con el trabajo del día. Mientras lo hacía, no pudo evitar lanzar una mirada furtiva hacia Oscar, quien se encontraba hablando con su ingeniero. A pesar de la tensión ocasional y los momentos incómodos, había algo reconfortante en su presencia.
—Bueno, ha sido un día largo. Nos vemos en Austria, Oscar —dijo Maddie, lanzándole una última sonrisa mientras se acerca hacia donde él está.
—Nos vemos Maddie, oye pero enserio piénsate lo de venirte a la fiesta, a Logan lo harías muy feliz— insiste un poco para acercarse a ella y darle un beso en la mejilla, sin lugar a dudas ambos sintieron una corriente recorrer sus espaldas.
—Veré si puedo...., adiós— se despide un tanto nerviosa, para mirarlo a los ojos unos segundos.
Mientras Maddie se alejaba, Oscar se quedó mirándola un momento más, una mezcla de curiosidad y algo más profundo brillando en sus ojos. A medida que la noche caía sobre el circuito, el día había dejado no solo la promesa de carreras emocionantes por venir, sino también la posibilidad de nuevas conexiones que apenas comenzaban a formarse.

/Perspectiva de Evangeline- antes de que inicié el Gran Premio/
Evangeline, con el pelo rojo brillante recogido en una coleta alta, miraba alrededor del paddock con los ojos muy abiertos. La energía del lugar era electrizante, llena de la anticipación de la carrera. Cass, su hermana mayor, la guiaba con confianza, saludando a conocidos mientras caminaban hacia el box de Ferrari ya que tenían que ir a dejar ahí a la pequeña Anya, llegaron al garaje y se despidieron de la pequeña para dejarla en buenas manos con Kristel.
Luego ambas hermanas retomaron su camino hacia llegar al box de Red Bull.
—¿Estás lista para esto, Eva? —preguntó Cass con una sonrisa, sabiendo lo mucho que significaba para su hermana estar allí.
—Más que lista —respondió Eva, sintiendo una mezcla de nervios y emoción burbujeando dentro de ella.
Al llegar al box de Red Bull, fueron recibidas por Max Verstappen. Él les sonrió con esa mezcla de amabilidad y profesionalismo que Eva ya había notado en sus entrevistas y apariciones públicas.
—Hola, Cass. Hola, Evangeline. —Max les dio la mano a ambas—. Bienvenida al equipo, Eva.— le dice con una sonrisa genuina en el neerlandés.
—Gracias, Max. Es un honor estar aquí —dijo Eva con una sonrisa.
—Tengo que irme. Trabajo llamando. —Se volvió hacia Max—. Cuídala bien, ¿vale?— le pide con una mirada suplicante.
—Por supuesto —respondió Max, guiñándole un ojo a Cassie.
Cass y Max se despidieron, ya que Cass tenía que seguir con su trabajo de reportera para el fin de semana. Después de un rápido abrazo y una promesa de verse más tarde, Cass se marchó.
Max comenzó a explicarle a Eva la dinámica del equipo, mostrándole el box y presentándole a los miembros del equipo. Pronto, llegaron a Christian Horner, quien la saludó calurosamente.
—Christian, esta es Evangeline, nuestra nueva fisioterapeuta de la que te hablé que necesito —presentó Max.
—Encantado de conocerte, Evangeline. —Christian le estrechó la mano—. Estoy seguro de que serás una gran adición al equipo.
—Gracias, señor Horner. Estoy emocionada de comenzar —respondió Eva.
Mientras charlaban animadamente, Sergio "Checo" Pérez se unió a la conversación. Eva lo miró con interés al principio, encontrándolo muy atractivo. Pero su percepción cambió rápidamente cuando Max mencionó su nuevo rol.
—Eva será nuestra nueva fisioterapeuta —dijo Max. Checo frunció el ceño, su disgusto evidente.
—No veo por qué necesitábamos otro fisioterapeuta —dijo Checo, su tono claramente despectivo—. Yo no necesito uno.— responde aún disgustado por la decisión de Max, aunque sabía que no tenía de otra que verla en la siguientes carreras porque Horner le decía que si a todo lo que Max pedía. Max respondió con firmeza, defendiendo la contratación.
—Habla por ti mismo, Checo. Yo realmente necesito tener a uno porque he tenido unos malditos dolores en la espalda.— expresa mientras hace una cara de queja. Checo miró a Eva de nuevo, su expresión llena de escepticismo.
—Nosotros no vamos a trabajar juntos jamás y no necesito de tus servicios —dijo con indiferencia. Christian frunció el ceño, claramente molesto.
—Checo, eso no es apropiado —dijo Horner, su tono de reprimenda claro. Eva, sin dudarlo, le respondió a Checo con una sonrisa desafiante.
—No te preocupes, Checo. Sé que pronto estarás rogándome por una sesión. —Su voz llevaba una nota de desafío, pero también de humor. Checo soltó una risa sarcástica.
—Ya veremos. —Luego, murmuró en español, pensando que ella no entendería—. Que chinguen su madre, estos europeos...— expresa desviando un poco su mirada de ella.
—Que te den, cabrón —respondió Eva en un español perfecto, su tono firme y seguro. Checo quedó impresionado y un tanto molesto, su sorpresa evidente.
Max y Christian intercambiaron una mirada de aprobación, claramente impresionados por la respuesta de Eva. Max sonrió, disfrutando del pequeño triunfo de su nueva fisioterapeuta.
—Bueno, creo que acabas de ganarte el respeto de todos aquí —dijo Max, dándole una palmadita en el hombro. Eva sonrió, sintiendo una ola de confianza y satisfacción.
—Estoy lista para lo que venga —dijo, su mirada fija en Checo—. Y estoy segura de que esto será una gran experiencia.
Checo, aún un poco irritado, se retiró murmurando algo para sí mismo. Christian le dio una sonrisa alentadora a Eva.
—Bienvenida al equipo, Eva. Estás en buenas manos con Max.— comenta con una sonrisa divertida en su rostro.
Evangeline asintió, sintiendo que, a pesar de los desafíos, estaba en el lugar correcto. El día estaba comenzando, y con él, una nueva etapa en su carrera.
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Maddie estaba de pie frente a su armario, mordiéndose el labio inferior mientras deslizaba perchas de un lado a otro. Nada parecía adecuado para la cena que tenía planeada con Joshua en tan solo media hora. Suspirando con frustración, decidió que necesitaba ayuda. Caminó hasta la habitación de su hermana Cassie y se dejó caer dramáticamente sobre la cama. La pelinegra la mira con interés mientras esta ya tenía todo preparado para la fiesta que se realizaría en dos horas.
—No tengo nada que ponerme —se quejó Maddie, enterrando la cara en una almohada.
Cassie negó con la cabeza riendo y se acercó para sentarse junto a ella.
—Con cualquier cosa te verás linda, Maddie. No te preocupes tanto.— le intenta alentar con una sonrisa amistosa. Anya, la cual estaba jugando cerca y levantó la vista.
—Mamá no tiene nada interesante en su armario para que te pongas. Pero seguro que la tía Evie sí tiene algo.— le comenta la pequeña con una sonrisa inocente.
Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió y Evangeline, la tercera hermana, entró.
—Cass, ¿puedo prestarte esos tacones negros? —preguntó Eva con una sonrisa pícara. Cassie levantó una ceja.
—Ni pienses que te los voy a prestar.— responde en un tono serio. Eva rodó los ojos y luego notó la frustración en el rostro de Maddie.
—¿Qué sucede, Maddie?— inquiere interesada por su hermana. Maddie suspiró y se incorporó.
—Tengo una cena importante y no tengo ningún vestido lindo o sexy para ponerme.— se queja nuevamente mientras hace una cara de disgusto. Eva sonrió, su expresión iluminándose con una idea.
—Cass, yo le presto un vestido a Maddie y tú me prestas los tacones.— expone su idea sin más. Cassie cruzó los brazos, fingiendo desagrado.
—Valeee, pero cuida esos tacones, Eva.— acepta a regaña dientes la catalana.
Eva sonrió triunfante y tomó del brazo a Maddie, llevándola a su habitación. Abrió su clóset y comenzó a buscar entre sus propios vestidos hasta encontrar uno en particular.
—Este te quedará increíble —dijo Eva, sacando un elegante vestido de color azul oscuro.
El vestido era un sueño hecho realidad. Estaba hecho de seda suave que caía perfectamente, abrazando las curvas en los lugares adecuados y dejando una pequeña abertura en la pierna derecha. El escote en V era profundo pero elegante, con delicados encajes que adornaban los bordes. Las mangas eran largas y ajustadas, y la espalda estaba casi completamente descubierta, lo que le daba un toque sexy sin ser demasiado revelador.
Maddie lo miró con ojos brillantes.
—Es perfecto, Eva. ¡Gracias!— agradece emocionada por finalmente tener algo decente y lo que realmente pasaba es que luego de su divorcio y su perdida, se comenzó a sentir insegura con su cuerpo y donó toda su ropa que la hacía sentir mal.
—Póntelo y verás cómo te queda —animó Eva, mientras le entregaba el vestido.
Maddie se cambió rápidamente y salió del baño para mostrárselo a sus hermanas. Cassie y Eva la miraron con aprobación.
—Te ves hermosa —dijo Cassie, sonriendo.
—Definitivamente vas a impresionar a Joshua —agregó Eva, dándole un guiño cómplice.
Anya, que había estado observando todo el proceso, asintió con entusiasmo.
—¡Pareces una princesa, tía Maddie!— expresa con una alegría genuina.
Maddie se giró frente al espejo, sintiéndose más segura de sí misma.
—Gracias a todas. No podría haberlo logrado sin su ayuda.— agradece sin dudarlo, finalmente se sentía segura con su cuerpo luego de un año.
Cassie le entregó los tacones a Eva con una sonrisa.
—Vale, ahora tengo que ver cómo quedarán estos tacones con mi atuendo. ¡Buena suerte, Maddie!— responde la española fisioterapeuta ya que aunque había tenido mucho trabajo con la F1 y el Barcelona, aún tenía energías para pasarla bien en una discoteca junto a Pau Prim.
Maddie salió de la habitación sintiéndose preparada y emocionada para su cena con Joshua, sabiendo que, gracias a sus hermanas, tenía el atuendo perfecto para la ocasión.
Maddie se quedó mirando su reflejo en el espejo, asegurándose de que cada detalle de su atuendo estuviera perfecto. El vestido azul oscuro que le había prestado Evangeline caía impecablemente sobre su figura, y se había recogido el cabello en un elegante moño, dejando su cuello y los encajes del escote a la vista. Finalmente, escuchó el timbre y bajó las escaleras con prisa.
—¡Qué puntual! —dijo mientras abría la puerta, encontrándose con Joshua Kimmich, su gran amigo. Joshua le dedicó una sonrisa cálida.
—Siempre trato de serlo. Te ves increíble, Maddie.— responde y halaga con una mirada coqueta.
—Gracias —respondió Maddie, sonrojándose ligeramente. Salió y cerró la puerta detrás de ella.
Se saludaron con un abrazo, luego Joshua abrió la puerta del auto para que ella entrara antes de rodear el coche y ponerse al volante. En el camino, charlaron animadamente sobre temas triviales, riendo y disfrutando de la compañía. Finalmente, llegaron a un restaurante elegante, el ambiente perfecto para la velada.
—Aquí estamos —dijo Joshua mientras estacionaba el coche.
Maddie salió del auto, sintiéndose un poco nerviosa, pero la calma de Joshua la reconfortaba. Entraron al restaurante y fueron guiados a una mesa junto a una ventana con vistas a la ciudad iluminada.
—Cuéntame, ¿cómo estuvo tu día? —preguntó Joshua después de que pidieron sus bebidas.
Maddie sonrió mientras tomaba un sorbo de su vino.
—Bastante bien. Fue un día ocupado en el paddock, con muchas fotos que tomar y muchas cosas sucediendo. ¿Y el tuyo?— comenta e inquiere al final con una mirada cargada de interés. Joshua la miró con admiración.
—Estuvo bien. El entrenamiento fue duro, pero conseguimos tres puntos en el partido de hoy, así que no me quejo.— comenta con una sonrisa emocionada.
—¡Felicidades por la victoria! —respondió Maddie, levantando su copa en un brindis.
Joshua se inclinó un poco hacia adelante, mirándola con curiosidad.
—Ese vestido te queda espectacular, Maddie. De verdad, estás radiante esta noche.— vuelve a halagarle con una mirada traviesa.
—Gracias, Joshua —dijo Maddie, con una sonrisa tímida, sintiendo el calor en sus mejillas. Era la primera vez que Joshua le hacía un cumplido tan directo.
Continuaron la conversación, disfrutando de la comida y la compañía. En un momento, Maddie, sin pensarlo mucho, mencionó algo que había estado rondando en su mente.
—Hoy conocí a un chico en el paddock, Logan. Es... realmente encantador. Fue tan agradable hablar con él.— expresa sintiendo que no tendría que haberlo mencionado.
Joshua se tensó, tratando de mantener su expresión neutral.
—¿Ah sí? ¿Y cómo es él?— pregunta con un tono voz cargado de celos.
Maddie notó el tono de celos en su voz, lo que le hizo darse cuenta de lo importante que era este comentario. Sin embargo, la sonrisa tímida y alegre en su rostro delataba su interés.
—Es piloto de Fórmula 1, se llama Logan, fue realmente agradable, me hizo sentir cómoda y fue muy amable.— expresa finalmente con una sonrisa delatadora en su rostro.
Joshua asintió lentamente, intentando procesar lo que estaba escuchando. La idea de que Maddie pudiera estar interesada en alguien más comenzaba a incomodarlo.
—Me alegra que hayas conocido a alguien así —dijo, forzando una sonrisa. Percibiendo su incomodidad, Maddie decidió cambiar de tema.
—¿Y has hablado con tus antiguos compañeros de equipo?, medio vi en instagram que tuviste una charla con Neuer— pregunta muy nerviosa, era lo primero que se le vino a la mente. Joshua se relajó un poco, feliz de hablar de algo más familiar.
—Si, con varios de echo, pero la mayoría que ya están retirados. Tomás y Neuer a sido con los que mas eh hablado— expresa con una sonrisa nostálgica recordando esos tiempos donde entrenaban y se hacían bromas en los vestidores.
La conversación fluyó nuevamente hacia temas más neutros, aunque la tensión persistía en el aire. Después de terminar la cena, Joshua pagó la cuenta y ambos se levantaron para salir.
En el coche, cuando estaban a punto de partir, Joshua se inclinó hacia Maddie y la besó suavemente en los labios.
—Me la pasé muy bien esta noche, Maddie —dijo, mirándola a los ojos.
—Yo también —respondió Maddie, aunque su mente vagaba hacia Logan y, curiosamente, también hacia Oscar.
Mientras conducían de regreso, Maddie recibió una llamada de Oscar en su teléfono. Dudó un segundo antes de contestar.
—¡Oscar! —saludó con una sonrisa.
—¡Maddie! Deberías venir a la fiesta. Tus hermanas ya llegaron hace media hora, y la verdad, nos vendría bien tenerte aquí también. ¡Vamos, anímate!— vuelve a insistir el Australiano notando como Logan se encontraba un poco aburrido bebiendo algo.
Maddie miró a Joshua, que la observaba con curiosidad.
—Mmm, no sé, Oscar... —comenzó a decir, pero la insistencia de su compañero la hizo cambiar de opinión—. Está bien, iré. Pero sólo un rato.— contesta sabiendo que lo de "solo un rato" eran patrañas.
—¡Genial! Nos vemos pronto.— se escucha emoción en su voz, para al final ella cortar la llamada. Joshua le lanzó una mirada inquisitiva.
—¿Qué sucede?— inquiere interesado.
—Mi jefe, Oscar me invitó a una fiesta. ¿Te gustaría venir?— informa y pregunta con una sonrisa al final.
Joshua asintió con una sonrisa comprensiva, aunque le costaba ocultar su descontento.
—Claro, si gustas yo te llevaré. Estoy un poco cansado, así que no me uniré, pero te dejaré allí.— responde en un tono neutro causando dudas e interés en Madeline, pero la pelirroja prefiere no entrometerse tanto en lo que Josh pensaba.
—Gracias, Joshua. Eres el mejor —dijo Maddie, agradecida.
Joshua puso en marcha el auto, conduciendo hacia la discoteca en el centro de Barcelona. Aunque la noche había comenzado con ellos dos, parecía que terminaría de manera diferente, con Maddie dirigiéndose hacia un lugar donde su mente ya estaba pensando en otras personas.

En la bulliciosa discoteca del centro de Barcelona, se encontraban ingresando Cassandra, Evangeline y Pau, notando que la aglomeración de gente era mucho más de cuando asisten cualquier fin de semana y la razón era obvia, habían pilotos de F1 por el lugar, cualquiera mataría por charlar o bailar con ellos, eso era claro.
Cassandra al notar en donde se encontraban sus amigas, no duda en encaminarse hacia la mesa VIP donde yacían las wag's de Ferrari tomando uno que otro trago. Se acercó con emoción y ellas al notar su llegada aumentaron sus sonrisas. Por otra parte su hermana y su pareja optaron por ir a la barra y pedir algo de tomar.
—¡Finalmente llegas, Cass!— expresa Olivia para colocarse de pie y abrazar a la pelinegra.
—Pensamos que te quedarías en tu casa con Anya— se une Kristel para luego abrazarse con la reportera.
—Nada de eso, la niñera se tardó en llegar pero ya estoy aquí, se que me estaban extrañando— bromea para sentarse en medio de sus amigas y las dos chicas y ella comenzaron con una plática. Una plática cargada de información sobre sus trabajos y uno que otro chisme que corría por el Paddock.
—¿Eso es cierto?, no lo creo, se nota que él es muy maduro, imposible que por eso ahora esté divorciado— expresa Cass negando con la cabeza, Olivia comentaba sobre un chisme que le habían contado respecto a un ex-piloto de la formula 1.
—Eso dicen varios, aunque es raro ¿No?— responde Olivia mientras mira con duda a sus amigas.
—Super raro, ¿Qué mujer de este planeta no quisiera estar casada con él?, es super caballeroso, guapo, millonario y filántropo, el hombre perfecto— continúa Kristel con el chisme de la semana, para acomodarse un poco el cabello y notar como Carlos la miraba de reojo desde la barra de tragos, el español a pesar de no haber obtenido podio en casa, se sentía un campeón al tener a una mujer tan guapa e inteligente a su lado.
—Con esa descripción pareciera que describes a Tony Stark— bromea la catalana para luego beber un poco de su bebida, pero ocasionando risas para sus amigas.
—¿Pues se parecen no?— pregunta con un tono de humor la médico. Las dos chicas estallaron en risas mientras niegan con sus cabezas.
—Sebastián es rubio, Tony castaño, deberías de aumentar la graduación de tu lentes, ¿No crees?— contesta la británica reportera para continuar riéndose el grupo de tres.
De repente, la atmósfera cambió cuando Max apareció frente a Cassie, con una sonrisa juguetona.
—Hey Cass, me preguntaba si.... ¿Te gustaría bailar conmigo? — saluda y va al grano sin más, ese era el Max que todos conocen, directo.
—No veo porque negarme— acepta sin pensarlo dos veces la española, para tomar la mano del neerlandés y marcharse hacia la pista de baile.
Ambos comenzaron a bailar, al principio con cierta timidez y reserva, pero a medida que la música los envolvía, se dejaron llevar por el ritmo.
Con cada movimiento, la distancia entre ellos parecía desvanecerse, y pronto se encontraron bailando muy cerca el uno del otro. La química entre ellos era palpable, y Cassie se permitió disfrutar del momento, dejando de lado cualquier inhibición.
—Hoy conocí a tu hija, es super adorable— suelta sin más el actual campeón del mundo, viendo directamente a los ojos a la española la cual lo vio con sorpresa.
—¿Enserio?, ¿Se agradaron siquiera?— cuestiona interesada por saber sobre el encuentro entre Anya y Max.
—Si, y definitivamente si. Ahora me llama su mejor amigo. Además, tienes a una futura corredora de formula 1 en casa— responde con un lindo brillo en los ojos.
—Me alegra escuchar eso. Gracias, aunque su padre insiste en que ella sea futbolista, estoy de acuerdo contigo— concuerda al final sintiendo como sus mejillas le arden, estaba sonrojada sin saber la razón.
—Lo bueno de que es su vida, es que ella puede elegir lo que quiere ser. Futbolistas muchos, ¿Pero una piloto de F1?, no todos los días— termina por seguir apoyando a la pequeña Anya, cuando cambió la canción el DJ y dejaron de un lado ese tema para continuar disfrutando de la noche.
Después de unas canciones, Max propuso tomar unos shots juntos. Cassie, contagiada por su entusiasmo, aceptó la propuesta, y pronto estaban tomando shots demasiado cerca el uno del otro, compartiendo risas y confidencias en medio de la música y las luces parpadeantes de la discoteca.
Por primera vez luego de su ruptura con Frenkie, se volvía a sentir viva, se volvía a sentir ella misma después de todo..........

La noche brillaba con luces de neón y risas eufóricas en la fiesta de celebración por la victoria de Max Verstappen y el P2 de Charles en el Grand Prix de Barcelona. Evangeline, la fisioterapeuta del campeón, se encontraba en el epicentro del festejo, junto a su novio Pau Prim. La música vibraba en el aire y las copas de champán destellaban bajo las luces intermitentes.
Evangeline y Pau estaban en la pista de baile, sumergidos en la cadencia de la música y en la calidez de su compañía. Entre risas y conversaciones triviales sobre el trabajo, sus cuerpos se movían en perfecta sincronía. Ella llevaba un vestido rojo que acentuaba cada uno de sus movimientos, mientras él, con su chaqueta casual y sus rizos rubios, no podía apartar los ojos de ella.
—¿Te está gustando la fiesta? —preguntó Pau, acercándose a Evangeline mientras la giraba con elegancia.
—Sí, es increíble ver a todos tan felices. Max realmente se lo merece —respondió ella con una sonrisa, aunque su mente estaba en otro lugar.
La pista de baile era un mar de figuras que se movían al ritmo de la música, pero había una figura en particular que no dejaba de observar a la pareja desde unos metros de distancia. Sergio "Checo" Pérez, con el ceño ligeramente fruncido, no podía disimular la mezcla de disgusto y ¿celos? que le recorría al ver a Evangeline tan cercana con ese rubio. Más temprano ese día, había tenido una discusión con Max y Christian Horner por la contratación de Evangeline, argumentando que el equipo no necesitaba a una fisioterapeuta. Sin embargo, ahora, al verla bailar y reír junto a ese chico, sus razones parecían desvanecerse, reemplazadas por un deseo inesperado de ser él quien la tuviera entre sus brazos.
—Evangeline, ¿estás bien? —preguntó Pau, notando la mirada distraída de ella.
—Sí, claro. Solo estoy un poco cansada —mintió ella, intentando evitar que su voz traicionara la verdad.
Pau la atrajo hacia sí, sellando el momento con un beso apasionado. Sus labios se encontraron en una danza íntima, ajenos a las miradas curiosas y al bullicio de la fiesta. Evangeline, sin embargo, sentía una turbulencia interna. Aunque disfrutaba del momento con Pau, sus pensamientos vagaban hacia la realidad que la esperaba fuera de esas paredes llenas de celebración.
—¿Quieres tomar un poco de aire? —sugirió Pau, apartándose un poco para mirarla a los ojos.
—Sí, creo que me vendría bien —asintió Evangeline, agradecida por la oportunidad de escapar, aunque fuera por unos minutos.
Checo, al ver el beso, sintió una punzada en el pecho. Era una emoción compleja, mezcla de frustración y un deseo creciente. Él mismo no entendía del todo por qué sentía eso por Evangeline, pero cada vez que la veía, ese sentimiento se hacía más fuerte.
—¿Por qué tiene que ser él? —murmuró Checo para sí mismo, sin poder apartar la mirada de la pareja.
Evangeline, separándose suavemente de Pau, sonrió para ocultar su conflicto interno. Sabía que tenía que tomar una decisión pronto. El amor que sentía por Pau estaba siendo puesto a prueba por las circunstancias, y no quería lastimarlo, pero tampoco podía ignorar lo que su corazón y su mente le decían.
—Vamos, te llevaré al balcón —dijo Pau, tomándola de la mano con ternura.
Mientras caminaban hacia el balcón, Evangeline echó un último vistazo a la pista de baile, sus ojos encontrándose brevemente con los de Checo. Fue un instante fugaz, pero cargado de una intensidad que ninguno de los dos esperaba.
La fiesta continuaba, con la música resonando y las risas llenando el aire, marcando un contraste agudo con las tensiones que latían en su interior.
(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.)
La fiesta estaba en pleno apogeo, con luces intermitentes y música vibrante llenando el aire. La energía de la victoria de Max Verstappen se sentía en cada rincón, y todos parecían estar disfrutando de la noche. Madeline se encaminó hacia un grupo de chicas que estaba charlando y riendo en una de varias mesas VIP. Ahí estaban Olivia, Kristel y su hermana mayor Cassie.
—¡Maddie! —exclamó Olivia al verla acercarse—. ¡Te ves increíble!— le halaga para ella colocarse de pie y darle un giro para que las otras dos chicas vieran lo hermosa que luce su amiga.
—Gracias, Liv. Todas ustedes se ven fabulosas —respondió Madeline con una sonrisa, abrazando a cada una. —¿Dónde está Evangeline? —preguntó la catalana, mirando a su alrededor.
—La vi bailando con Pau hace un rato. Parecían bastante acaramelados —dijo Cass con una sonrisa cómplice.
Después de unos minutos de charla y chismes con el grupo, Madeline se despidió temporalmente y se dirigió hacia otro rincón del salón donde estaban su nueva amiga Coral y el propio Oscar, quien parecía especialmente impresionado al verla.
—¡Maddie! —exclamó Coral, levantando su copa en señal de bienvenida—. ¡Ese vestido es una maravilla!— expresa maravillada por esa vestimenta de la fotógrafa, desde hace unos días que la conoció, juraría que ella no era de las que se vestían tan así.
—Gracias, Coral. ¡Tú también estás espectacular! —Madeline sonrió y se giró hacia Oscar—. Hola, Oscar. Perdón por llegar tarde.— se disculpa con una sonrisa tímida. Oscar la miró con una expresión que mezclaba admiración y sorpresa.
—No te preocupes, Madeline. La espera valió la pena —respondió, su mirada descendiendo momentáneamente por su vestido—. ¿Te gustaría algo de beber?— le pregunta intentando dejar de volar su imaginación al ver a Maddie con ese vestido.
—Sí, por favor, una Coca-Cola estaría perfecta.—responde un tanto avergonzada aunque ninguno de la pareja dijo nada, entendían que no todos bebían como locos así como lo hacía Lando....
Mientras tomaban algo y charlaban, la atmósfera de la fiesta se volvía cada vez más animada. Madeline se sentía cómoda y disfrutaba de la conversación cuando de repente Logan, se acercó con una sonrisa encantadora.
—Hey Madeline, me alegra que vinieras, ¿te gustaría bailar? —preguntó Logan, extendiendo una mano hacia ella.
Madeline no dudó en aceptar. Se levantó y tomó la mano de Logan, dirigiéndose con él a la pista de baile. Al principio, ambos se movían con cierto nerviosismo, adaptándose al ritmo de la música y a la presencia del otro.
—Te ves hermosa esta noche, Maddie —susurro Logan suavemente en el oído de la española, acercándose un poco más a ella.
—Gracias, Logan. Tú también te ves muy bien —respondió ella, sintiendo cómo la tensión inicial comenzaba a desvanecerse.
Madeline, sintiendo la química entre ellos, decidió ser un poco más atrevida. Se giró de espaldas a Logan y comenzó a bailar de manera más sensual, sus caderas moviéndose al ritmo de la música. La intensidad del baile capturó la atención de Logan, quien la tomó de la cintura, acercándola aún más.
Oscar, desde la distancia, observaba la escena con una mezcla de sorpresa y atracción. Aunque llevaba poco tiempo conociendo a Madeline, no pudo evitar sentirse cada vez más atraído por Madeline. Se mordió apenas el labio inferior y sintiendo como en su entrepierna, algo comenzaba a despertar luchando por mantener la compostura mientras la miraba, optó minutos después tomar algo y charlar de lo que fuera con Coral.
Aunque esto, realmente solo es el comienzo de lo que realmente tiene que pasar..................
Continuará................
JAJAJA, NO ME CREO QUE ESCRIBÍ UN CAPÍTULO LARGO, HOY SI VENÍA CON INSPIRACIÓN JAJAJA.
COMO LE GUSTA HACER A LA TAYLOR, ¿NOTARON LOS EASTER EGG?, PORQUE HUBIERON POR LO MENOS 2.
LAS LEOOOOOO.
NOS LEEMOS PRONTOOOOO, LAS AMOOOOOOOOOOO.
BYEEEEEEEEEE
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