𝟐𝟎 𝐋𝐚𝐩 (𝐦𝐚𝐫𝐚𝐭𝐡𝐨𝐧 𝟑/𝟑)
It's my party and I cry if I want to
Cry if I want to, cry, cry, cry
I'll cry until the candles burn down this place
I'll cry until my pity party's in flames
Melbourne, Australia, Septiembre 2023
Madeline se encontraba leyendo por tercera vez los papeles que tenía frente a ella, los ahora papeles de divorcio. A un lado tenía un bolígrafo. Estaba en el comedor del apartamento de Hattie, quien la había aceptado como compañera de apartamento. Las dos chicas se habían agradado y se habían vuelto amigas en este tiempo. Maddie ahora era fotógrafa del equipo de fútbol Melbourne Victory, y su vida comenzaba a mejorar. Pero en el fondo de su corazón, extrañaba su casa, su gente y a su equipo blaugrana.
Volvió a mirar las hojas que tenía delante de ella cuando su amiga australiana decidió hablar.
—Mientras más te lo pienses, más jodido será para ti.— le aconseja mientras se empina un poco de café.
Sin visualizar otra solución a su matrimonio, la catalana firmó de una vez los papeles correspondientes. Con un gran peso sobre sus hombros, pudo demostrar valentía al firmar los documentos. Escuchó aplausos provenientes de Hattie, lo que le causó risa y le arrancó una mirada graciosa hacia su amiga. Ambas chicas se abrazaron con fuerza.
—Eres muy valiente. Felicidades por decidir seguir adelante con tu vida lejos de un idiota —dijo Hattie con sinceridad.
Maddie le agradeció con una sonrisa en su rostro. Por dentro, lloraba, pero no tanto. Después de todo, el amor hacia Eric se había apagado poco a poco.
—Una disculpa, el tonto de mi hermano— Hattie se disculpó con la pelirroja, ya que su hermano la llamaba.
Madeline le hizo señas para que atendiera la llamada, y comenzó a juntar y ordenar los papeles de divorcio, devolviéndolos al sobre, que seguramente enviaría de vuelta a España al día siguiente.
Hattie volvió con una sonrisa traviesa en su rostro.
—¿Qué te parece ir de fiesta junto a Allison para celebrar tu divorcio? —preguntó la menor, causando risas en la catalana.
—¿Es aceptable celebrar un divorcio? —inquirió Maddie, aún riendo.
—¡Obvio! Aún más si fue de un pendejo de quien te divorcias —respondió la australiana.
La fotógrafa rió con gracia y aceptó la propuesta. Hattie chilló de emoción.
—¡Que emoción!, justo ayer compré un vestido pensando en ti, se te verá precioso— expresa la castaña recordando ese vestido negro que demostraba atrevimiento, ese vestido era perfecto para la noche que pasarían en un antro muy conocido en la ciudad.
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Azerbaiyán, Bakú.
Luego del Gran Premio de Monza, donde finalmente Verstappen se llevó la victoria, dejando a Oscar en tercer lugar y a Carlos Sainz en segundo, se acercó la siguiente carrera en Bakú. La tensión en el paddock de Bakú se sentía más de lo necesario.
—Ni me lo digas,es triste solo se imaginarlo— responde con cierta molestia y burla el piloto.
—¡Pero paso!, y ni se inmutó en disculparse, lo peor es que era mi primera cámara profesional— confirma con cierta nostalgia la española, la cual le comentaba a Oscar un accidente que tuvo con un futbolista el cual le quebró la cámara intencionalmente pero fingiendo que no fue así.
Madeline y Oscar se encontraban charlando en un espacio del box, cuando Coral llegó anunciando que la carrera iba a empezar.
—Suerte Osc, harás una gran carrera— le desea la española a lo que el rubio le agradeció para luego depositar un beso en la mejilla de la chica.
La carrera comenzó y Madeline se encontraba fotografiando las primeras vueltas, para luego encaminarse hacia el box y ver por las pantallas el desarrollo de la carrera.
En la vuelta 42, Coral estaba viendo las pantallas con frustración, quejándose con Sebastian de que McLaren no tuvo que haber hecho esas dos paradas en boxes en esas vueltas para sus pilotos. Ahora, Lando iba liderando la carrera, cuando fue Oscar quien lideró la mayoría de la carrera. Sebastian le aseguró que el equipo pronto le pediría a Lando que devolviera la posición, pero Coral no podía calmarse. Maddie se mordía las uñas, sabiendo que la situación no pintaba bien para su "jefe". Vio cómo Coral, decidida, se acercaba al ingeniero de Oscar y no dudó en seguirla, sabiendo que Coral podía hacer algo por Oscar.
—Estoy seguro de que Lando se negará a devolver la posición —comentó el ingeniero, frunciendo los labios.
—Es momento de pedírselo a Lando —dijo Coral con firmeza—. Oscar lideró la mayoría de la carrera y por obligación Lando tiene que devolverlo. — le hace ver la francesa.
El ingeniero comenzó a pedirle a Lando que devolviera la posición, causando una pelea verbal entre ambos.
—Lando, tienes que devolverle la posición a Oscar. Fue él quien lideró la mayor parte de la carrera —dijo el ingeniero.
—¡No voy a hacerlo! —gritó Lando—. He trabajado duro para estar aquí. Oscar debería haber sido más rápido.— se mantiene firme a no devolver nada.
—Es una orden del equipo, Lando —insistió el ingeniero—. Devuelve la posición.— le vuelve a pedir el ingeniero.
—¡Que me alcance si puede! —replicó Lando con desprecio.
Coral tomó las riendas de la situación y le habló directamente a Lando.
—Lando, ya has demostrado tu punto. Ahora, por favor, cédele la posición a Piastri. — pide con voz de mando y firmeza.
Lando chasqueó la lengua y, aunque se lo pensó, aceleró.
—Dile a tu novio que me alcance y le daré la posición.— expresa con sarcasmo.
Coral negó con la cabeza, impotente.
—Lando, sabes que eso no se puede. Está con diferencia de distancia contigo.— le hace ver que es casi imposible esa petición del británico.
Mientras Coral intentaba convencer a Lando, las vueltas continuaron y Maddie supo que esa carrera no sería ganada por Oscar. Tocó el hombro de la francesa y negó con la cabeza, ya era suficiente. Coral devolvió los audífonos y se marchó junto a su amiga de nuevo al box.
—Lo intentaste, lo intentaste. Eso fue lo bueno —le dijo Sebastian, abrazándola por los hombros.
Coral no dudó en llorar un poco, recordando la ocasión en la que en una carrera ella le cedió su posición a Oscar, y ahora que pasaba esto, era jodido. No quería que lastimaran a su amigo por nada del mundo.
La carrera finalizó y Lando ganó. Oscar estacionó su auto en segundo lugar y se bajó del monoplaza, dirigiéndose hacia su equipo. Abrazó a algunos con una sonrisa, sabiendo la situación, pero queriendo evadirla. Maddie lo abrazó y le aseguró que para ella, él fue el ganador. Coral, por su parte, se disculpó por no haber convencido del todo a Lando para que devolviera la posición. Oscar negó con la cabeza y la abrazó fuerte, agradeciendo su apoyo.
Finalizó la premiación y Lando iba a dar las entrevistas habituales, pero Coral lo empujó antes de que continuara su camino, dejando sorprendido a más de uno que vio la acción. Lando giró, sorprendido y molesto, pero cuando vio a la francesa se quedó serio.
—¿Cuál es tu problema, idiota? ¿Qué tienes contra Oscar? —fueron las primeras preguntas de la ex-piloto.
—¡Nada en particular! Solo quiero ganar —respondió Lando, alzando la voz.
—Yo también competí para ganar, pero siempre respeté a mis compañeros de equipo —dijo Coral con firmeza—. Durante mi tiempo en la F1, aplasté a McLaren en más de una ocasión, y lo hice con integridad. Tú... tú solo estás siendo egoísta.— le hace ver que él estuvo muy mal.
—¿De verdad crees que tu tiempo en la F1 fue relevante? —se burló Lando—. Le quitaste el asiento a alguien que sí lo merecía.— le hace recordar una situación muy amarga a la francesa.
Coral, furiosa, estaba a punto de golpear a Lando, pero Sebastian llegó, alejándola de la situación.
—Tú ni digas nada, que seguro estás del lado de Lando —dijo Coral con veneno—. Después de todo, tú también fuiste así, egocéntrico y con hambre de ganar. ¿Verdad, Multi 2-1? — escupe con impotencia.
Seb intentó calmarla, pero ella se zafó del agarre del alemán y se marchó con paso firme hacia el motorhome de Oscar.
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Maddie y Oscar caminaban por la pista del aeropuerto con sus maletas en una mano y bolsas de McDonald's en la otra. El ambiente era tenso tras el desafortunado resultado en Bakú, pero Maddie quería levantar el ánimo de Oscar, quien aún se veía afectado por la falta de solidaridad de su compañero de equipo. La idea de una comida rápida había sido de Maddie, y aunque simple, logró arrancar una sonrisa del australiano.
Subieron al avión que los llevaría de regreso a Inglaterra. Coral no los acompañaba esta vez, ya que se iba con Sebastian a Mónaco para explorar la posibilidad de que ella volviera a la F1.
Una vez acomodados en sus asientos, con las bandejas desplegadas, comenzaron a cenar.
—¿Te das cuenta de que esto es una especie de tradición no oficial? —dijo Maddie, abriendo su Big Mac.
—¿Qué cosa? —preguntó Oscar, mordiendo su hamburguesa.
—Comida rápida después de un gran premio. Aunque no sé si es la mejor forma de celebrarlo... o de consolarse —respondió ella con una sonrisa.
—Creo que es la forma perfecta —dijo Oscar, con una chispa de diversión en sus ojos—. Me hace olvidar las cosas malas por un rato. Además, es imposible estar triste mientras comes papas fritas.— indica llevándose una a la boca. Maddie se rió y asintió.
—Exacto. Y mira, estas papas fritas podrían arreglar cualquier problema mundial. ¿Tensiones en el paddock? ¡Papitas fritas! ¿Un mal resultado en la carrera? ¡Más papitas! — sigue con ese humor increíble que contaba la Española.
Oscar soltó una carcajada.
—Me gusta tu filosofía, Maddie. ¿Alguna vez pensaste en convertirte en diplomática? — continúa bromeando el piloto.
—Oh, claro. Porque seguro los líderes mundiales necesitan más papas fritas y menos tratados complicados.— responde graciosa la chica.
Terminaron de cenar y Maddie sacó un pequeño tablero de ajedrez de su mochila.
—¿Qué te parece una partida? —preguntó ella, moviendo las piezas para prepararlas.
—¿Estás desafiándome? —Oscar levantó una ceja, intrigado.
—Tal vez —dijo Maddie, encogiéndose de hombros—. Tal vez solo quiero asegurarme de que nuestra "tradición" también incluya un poco de rivalidad amistosa.— expresa con una sonrisa divertida.
Comenzaron a jugar, intercambiando bromas y comentarios coquetos entre jugadas.
—¿Sabías que eres la primera persona que me desafía a una partida de ajedrez en un avión? —dijo Oscar, moviendo su caballo.
—Bueno, entonces seré la primera persona en ganarte en un avión —respondió Maddie, moviendo su reina con determinación.
Oscar la miró con fingida incredulidad.
—¿Tan segura estás? Veamos si puedes respaldar esas palabras.— la reta con seguridad, él se tenía fe.
La primera partida terminó con Maddie ganando. Oscar protestó, exigiendo una revancha, y así jugaron dos partidas más, ambas ganadas por Maddie.
—No puede ser. Debes tener un truco escondido por ahí —dijo Oscar, frunciendo el ceño en una mueca exagerada.
—Lo que pasa es que subestimaste a tu oponente —dijo Maddie con un guiño—. Ahora, ¿qué tal un poco de 'Uno'?— inquiere casi retando al McLaren.
Oscar aceptó el desafío y sacaron la baraja de cartas, empezando una nueva ronda de juegos. Entre risas y comentarios graciosos, Maddie volvió a ganar.
—Esto debe ser una especie de broma cósmica —dijo Oscar, fingiendo frustración—. Pero tengo que admitirlo, me encanta verte ganar. Te brillan los ojos de una manera especial.— se a sincera al final.
Maddie sonrió, sintiendo el calor en sus mejillas.
—Tal vez deberíamos hacer esto más a menudo, entonces. Aunque no sé si tu orgullo lo soportará.— indica con una risilla al final.
—Por ti, puedo soportar cualquier cosa —dijo Oscar, acercándose para besarla suavemente.
El resto del vuelo pasó rápidamente, entre juegos, risas y conversaciones. Maddie y Oscar disfrutaron de la compañía del otro, olvidándose por un momento de las tensiones y la competencia, y recordando por qué disfrutaban tanto estar juntos.
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Melbourne, Australia, 22 Septiembre 2023
Madeline miraba al techo de su habitación. El reloj ya marcaba las primeras horas del 22 de septiembre, su cumpleaños número 23. Decidió no mencionarlo, pues los recuerdos del anterior cumpleaños le traían un mal sabor de boca. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina para preparar un café y comenzar su mañana.
Mientras desayunaba, su mente viajaba a su vida pasada en Barcelona. Estaba respondiendo mensajes de sus hermanas y amigos, quienes le deseaban un feliz cumpleaños y le expresaban cuánto la extrañaban. Sonreía con melancolía ante cada mensaje, sintiendo el cariño a través de las palabras, pero también una punzada de añoranza por estar lejos de casa.
De repente, la puerta del apartamento se abrió, y Hattie entró con algo en las manos.
—¡Hola Madds, buenos días!— la saluda la castaña.
—Hey Hattie, buenos días— le devuelve el saludo la española con una sonrisa amigable.
Hattie colocó una caja frente a Maddie, sonriendo.
—No creas que no sé que hoy cumples años. Felices 23, Madds. Espero que te guste el pastel —dijo Hattie con una sonrisa tímida.
Aunque Maddie quería olvidar que era su cumpleaños, encontró el gesto de Hattie demasiado tierno y especial. Solo llevaban tres meses de conocerse, y sin embargo, su amiga había hecho algo tan bonito por ella. La pelirroja se levantó y abrazó a Hattie con fuerza.
—Muchísimas gracias Hatt, no sabes lo bonito que se siente que alguien se haya recordado de una fecha que se supone que debe de ser especial— le agrade demasiado sincera.
—No tienes que agradecer, Madds. Eso significa amistad, estar siempre para la otra persona y recordar fechas importantes como esta —respondió Hattie, devolviendo el abrazo con cariño.
Maddie se sintió especial por esa sorpresa. Abrió la caja y vio un pequeño pastel de sabor capuchino con la inscripción "I'm feeling 23". El 22 estaba marcado con una X y el 23 a la par, una referencia juguetona a su nuevo año.
—Es perfecto, Hattie. De verdad, gracias. No sabes cuánto significa para mí —dijo Maddie, abrazando a su amiga australiana con cariño nuevamente.
Pasaron el resto de la mañana compartiendo el pastel y charlando sobre sus vidas, creando un momento que Maddie atesoraría siempre. Aunque estaba lejos de casa, ese gesto de amistad le recordó que no estaba sola y que había personas dispuestas a hacerla sentir especial, sin importar la distancia o el tiempo que llevaran conociéndose.
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Era sábado y las prácticas libres 3 estaban a media hora de comenzar. Maddie caminaba por el paddock en dirección al box de McLaren, bebiendo su café y preocupada por haber olvidado un lente importante para su cámara en casa. Aunque tenía otro lente que daba un estilo diferente a las imágenes, necesitaba comentárselo a Oscar.
Al acercarse al box, se detuvo en seco. A unos metros de distancia, vio a una mujer castaña cargando a una pequeña. Por un momento pensó que era Lila, la esposa de su ex. Negó rápidamente con la cabeza y siguió caminando, entrando al box.
Lo primero que notó fue a Sebastian, discutiendo acaloradamente por teléfono con alguien llamado Vincent. Los gritos sobre propuestas que ninguno de los dos aceptaba resonaban en el aire. Sebastian, al verla, le dio una sonrisa amistosa y señaló el teléfono antes de alzar la voz para responder. Maddie rió por lo bajo, lo saludó con la mano y continuó su camino hacia Oscar.
—Oscar... Oscar —llamó la catalana al piloto, quien, con los ojos cerrados, se acomodaba los audífonos. Después de unos segundos, él los abrió y se topó con Maddie.
—¿Qué sucede, Maddie? —inquirió interesado el rubio.
Entre cortada, Maddie explicó que había dejado un lente de su cámara en casa y que las imágenes tendrían un toque diferente. Oscar, aunque se quedó callado al principio, luego soltó un suspiro y negó con una sonrisa.
—No hay problema, confío en ti y en tu trabajo. Usa lo que tengas a tu alcance, seguro luciré bien —respondió restándole importancia el australiano.
Antes de que pudieran hablar más, Maddie sintió como dos manos le taparon los ojos, causándole duda e intriga.
—¿Quién es? —preguntó con incertidumbre. Escuchó una risilla nerviosa y luego fue destapada de los ojos. Al girarse, se quedó estática y sorprendida.
—¡Feliz cumpleaños adelantado! —dijeron siete voces femeninas. Seis de ellas desde el fondo de su corazón, pero una fingiendo su aprecio.
—¿Qué están haciendo aquí? —inquirió aún sorprendida la pelirroja, mirando a sus amigas Katrine, Anna, Dani, Melissa, Noah y Jude. Luego sus ojos se posaron en la última mujer, Lila de García, quien tenía cargada a Chloe, la hija de su exesposo. Maddie dio un paso atrás con nerviosismo, topándose con el cuerpo de Oscar, quien miraba con interés y duda a las chicas.
—¿Y ellas son? —preguntó Oscar a Maddie. Las amigas, con una sonrisa y sorpresa, miraron al piloto de McLaren.
—¿Eres Oscar? —preguntaron con ilusión y emoción Melissa, Noah, Kat y Jude.
—Así es, un gusto— confirma el rubio, pero tocando levemente la espalda de Maddie para hacerla reaccionar.
—No era necesario que vinieran y aún más, por mi cumpleaños, no debieron —dijo la pelirroja, mirando por último a Lila antes de marcharse del box.
Mientras caminaba desorientada por el paddock, se topó con un cuerpo alto, esbelto y masculino que la rodeó con los brazos, permitiéndole sollozar un poco. La loción del hombre se hizo más fuerte en sus fosas nasales, reconociendo inmediatamente el olor. Abrazó más fuerte al hombre, quien acariciaba su cabello y dejaba pequeños besos en su frente. Era Logan quien la tenía abrazada.
—Shh, todo está bien, Maddie —murmuró Logan suavemente, continuando con sus caricias reconfortantes.
Maddie se dejó consolar, agradecida por tener a alguien que la entendiera en ese momento de confusión y angustia a pesar de que Logan no tenía idea de nada.
Continuará....................
¡Dramaaaaa siempreeeeee!.
¡Que fuerte!, ¿No?.
Finalizamos este pequeño maratón, espero les haya gustado, las amoooooo.
¿Creen que Hattie sea relevante en esta historia?.
Sin más.............
Nos leemos prontoooooooooo, las amoooooo.
xx Ali <3
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