𝟏𝟕 𝐋𝐚𝐩

This ain't for the best
My reputation's never been worse, so
You must like me for me

La pequeña oficina de la FIA estaba cargada de tensión. Oscar, Leclerc y Logan se encontraban sentados en una fila, con sus res
pectivos jefes: Zak Brown, Fred Vasseur y James Vowles, detrás de ellos. Frente a ellos, con expresiones de resentimiento y bolsas de hielo en sus rostros, estaban Eric y Ferran. La atmósfera era densa, con un silencio casi palpable, solo interrumpido por el ocasional crujido de las sillas y el murmullo de los comisarios.

Finalmente, la puerta se abrió, y los representantes de la FIA entraron, acompañados por varios comisarios de pista. Uno de ellos, un hombre mayor con el cabello plateado, se aclaró la garganta y tomó la palabra.

—Hemos revisado la situación y la evidencia de las altercaciones en el paddock —comenzó, su voz grave resonando en la habitación—. La gravedad del caso es evidente, y debemos proceder de acuerdo con las normativas. Empezaremos escuchando a los futbolistas.— expresa al final viendo a ambos deportistas mallugados. García, aún sosteniendo una bolsa de hielo contra su mandíbula, se inclinó hacia adelante.

—Estos pilotos son unos agresivos. Nos atacaron sin provocación alguna. Nosotros solo estábamos tratando de disfrutar del evento, y ellos nos atacaron. Merecen ser descalificados del campeonato. —Eric miró a los pilotos con odio.

—Esto es inaceptable. Los pilotos deben ser un ejemplo, y lo que hicieron es completamente inaceptable. Deberían ser castigados severamente.— continua desacreditando Torres.

Los comisarios intercambiaron miradas antes de dirigir su atención a los pilotos. Luego se le dio las palabras a los pilotos, iniciando con Sargent quien tenía un tono calmado y una mirada casi asesina hacia los futbolistas.

—Entendemos la gravedad de la situación y no negamos que hubo un altercado. Sin embargo, nuestras acciones fueron una respuesta a provocaciones extremas y publicaciones difamatorias dirigidas hacia una persona cercana a nosotros. —Logan hizo una pausa, mirando a los comisarios a los ojos—. Nadie debería tener que soportar lo que Madeline soportó por culpa de esas publicaciones.— recuerda su verdadera razón de estar en una pelea. Leclerc fue el siguiente en hablar luego.

—¡Nos provocaron deliberadamente! —exclamó, su frustración evidente—. Publicaron mentiras y atacaron a Madeline de una manera que ningún hombre podría tolerar. No nos quedamos de brazos cruzados mientras se cometía una injusticia. No somos violentos por naturaleza, pero nos vimos obligados a defender su honor.— le hace ver el Monegasco a los comisarios y representantes de la FIA. Los ojos de Piastri se posaron en los dos futbolistas, segundos después fue su turno de hablar,  se levantó de su asiento, sus ojos echando chispas.

—¡Esos dos bastardos no solo difamaron a Madeline, sino que también intentaron destruir su reputación y la nuestra! —dijo, su voz temblando de rabia—. ¿Cómo esperan que alguien responda ante tales ataques? Simplemente, no podíamos quedarnos de brazos cruzados. ¡No mientras ella estaba siendo destruida públicamente!— expresa con coraje y rabia, era lo único que sentía al ver al ex-esposo de la catalana. 

Zak, Fred y James Vowles, que hasta ese momento habían permanecido en silencio, comenzaron a intervenir.

—Entendemos la postura de la FIA —dijo Zak —, pero deben considerar el contexto emocional. Estos pilotos estaban protegiendo a alguien que apreciaban. No es una excusa, pero sí una explicación.— defiende sin dudar la reputación y pellejo del Australiano. 

—Mis pilotos no son personas violentas por naturaleza. Estaban reaccionando a una situación extrema.— asegura el Señor Vasseur, jefe de los Ferrari.

James Vowles, aunque con un tono más severo, añadió:

—La integridad de nuestros pilotos es fundamental. Lo que hicieron fue en defensa de alguien cercano a ellos, pero tampoco podemos tolerar la violencia. Sin embargo, deben considerar todas las circunstancias antes de tomar una decisión final.— finaliza añadiendo el director de equipo de Williams.

Los representantes de la FIA se consultaron entre ellos antes de volver a dirigirse a los presentes.

—Después de considerar todos los hechos, hemos decidido extenderles cierta cantidad económica a los futbolista perjudicados ya que eso viene en la parte de Daños y Prejuicios del reglamento internacional deportivo.  Sin embargo, también reconocemos que las publicaciones difamatorias instigaron este conflicto. En consecuencia, los tres pilotos recibirán una multa y una advertencia oficial. Los puntos del campeonato no serán afectados, pero esperamos que este tipo de comportamiento no se repita.— comenta la sentencia el Señor de cabello platinado mientras mira a todos con una mirada calmada intentando llevar todo con paz.

Hubo un suspiro de alivio en la habitación, aunque la tensión aún no se disipaba por completo. Mientras los pilotos se levantaban para salir, los jefes se preparaban para abordar a sus respectivos pilotos. Afuera de la oficina, Fred Vasseur se volvió hacia Charles con una mirada severa.

—Charles, entiendo por qué hiciste lo que hiciste, pero necesitas mantener la calma en estas situaciones. Hay mucho en juego.— le hace recordar el director de Ferrari, ya que si volvía pasar, el Monegasco podría jugarse el campeonato. 

—Lo siento, Fred. Me dejé llevar.— Charles aclara, su expresión seria.

Ahora es el Director de Mclaren quien poniendo una mano en el hombro de su segundo piloto, decide darle un consejo.

—Oscar, aprecio que defiendas a Madeline, pero no podemos tener este tipo de comportamiento. Entiendo tu enojo, pero tenemos que manejar las cosas de manera más profesional.— le hace ver que la reacción de él no fue la mejor.  Oscar asintió, aunque su mandíbula seguía apretada.

—Lo entiendo, Zak. No volverá a ocurrir.— le asegura aunque en el fondo lo volvería a hacer con tal de no ver mal a la catalana que no podía quitarse de su mente. 

Por otro lado,  Vowles se acercó a Logan, su expresión dura.

—Logan, no quiero verte involucrado en este tipo de situaciones otra vez. Deberías enfocarte en tu carrera, no en dramas personales. Deja que te consigo una novia PR para que te alejes de Madeline.— le hace informar con una mirada neutral y un tono de voz muy serio, porque James hablaba enserio. 

—James, no es así de simple. Maddie es importante para mí...— intenta procesar la petición de su jefe pero él le interrumpe. 

—No. Te enfocas en tu carrera y punto. Déjala fuera de esto.— le dice sin más, para el Director seguir su camino y ver otros pendiente más importantes que dejó del lado por el altercado de su segundo piloto mientras que ahí parado se quedó el Americano apretando los labios, pensando en como le diría a su pelirroja que ahora tenían que tomar distancia. 

Aunque la justicia había sido parcialmente servida, las heridas emocionales y físicas tardarían más en sanar.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.) 

El ambiente en el box de McLaren era tenso. Oscar entró al lugar con la furia aún reflejada en sus ojos. A pesar de su enojo, se dirigió a su ingeniero con un profesionalismo implacable, respondiendo cada pregunta y comentario con un tono duro y decidido. Mientras Coral y Madeline observaban a la distancia, sabían que acercarse a él en ese estado sería una mala idea. Pero Vettel no tuvo la misma reticencia.

Seb se acercó mientras el rubio bebía agua, su mirada tratando de evitar al alemán.

—Oscar —dijo Sebastian, captando su atención—, esa ira que sientes ahora... conviértela en algo mejor. Desahógate en la pista. Hazlo por Madds y por ti mismo.— le aconseja, el sabía que era lo mejor para el McLaren.

Oscar lo miró, primero con una expresión de resistencia, pero luego una sonrisa maliciosa curvó sus labios.

—Gracias, Seb. —Oscar se permitió un breve asentimiento de agradecimiento.

Unos minutos después, Oscar se dirigió a su monoplaza, listo para la carrera. Antes de marcharse hacia la pista, levantó los pulgares hacia Madeline, quien le respondió con una sonrisa tímida. Coral y Sebastian se unieron a los ingenieros, mostrando su apoyo a Oscar. Conocían su estado y sabían que podía canalizar su furia en un rendimiento excepcional.

El Gran Premio de los Países Bajos comenzó, y la pista se convirtió en un escenario de pura adrenalina. El Americano y el Australiano perseguían a Verstappen con una intensidad implacable. La tensión era palpable, y los comentaristas no podían evitar hablar sobre la pelea previa y el rendimiento increíble de el McLaren y el Williams.

—¡Díganle a Max que se salga de mi puto camino! Necesito ganar esta carrera.— En la radio, la voz de Oscar resonó con una mezcla de frustración y determinación vueltas después.

Su ingeniero quedó momentáneamente sorprendido, pero la ex-Williams y el rubio no dudaron en mostrar su apoyo.

—Mantén el enfoque, Oscar. Desahógate en la pista, como hablamos. —La voz de Sebastian resonó con firmeza.

—Sigue la estrategia, Oscar. Puedes con esto. —añadió Coral.

Oscar agradeció por radio y, siguiendo los consejos, puso en práctica una estrategia que rápidamente dejó atrás a Max. La bandera a cuadros apareció, y Oscar aceleró con todo lo que tenía. Pasó la línea de meta en primer lugar, liberando un grito de euforia por la radio mientras saludaba al público. Logan quedó en P2 y Max en P3, con Charles en P4.

Cuando Oscar estacionó su monoplaza en el lugar correspondiente a P1, salió celebrando con una energía desbordante. Corrió hacia su equipo, abrazando a Coral, Sebastian, y finalmente a Madeline. La abrazó fuertemente.

—Esta victoria es para ti, Maddie. Todo lo que sucedió me dio la fuerza para dar lo mejor de mí. — le susurra con un tono de voz suave y dulce.

Madeline, conmovida, le dio un beso en la mejilla y lo abrazó de nuevo.

—Gracias, Oscar. Sabía que podías hacerlo.— agradece y demuestra su apoyo.

Por otro lado, Logan, ansioso por celebrar su P2 con Madeline, fue detenido por James.

—No, Logan. No te acerques a ella. —dijo James, su tono implacable.

Logan frunció el ceño, frustrado, pero acató la orden a regañadientes.

Las entrevistas comenzaron poco después. Olivia y Cassandra atendieron a los pilotos que quedaron en el podio. La primera pregunta para Oscar fue sobre su motivación para ganar, y su respuesta sorprendió a todos sin lugar a dudas.

—Odio las injusticias, especialmente cuando intentan rebajar a una mujer. Un grande como Vettel me aconsejó desahogarme en la pista, y eso hice. Para esa cuenta de Twitter... ¡jódete! —su tono era desafiante, ganándose la aprobación de muchos.

Luego de unas preguntas más, dejaron libre al campeón de la carrera, para seguirle Logan, quien, por órdenes de James, evitó mencionar a Madeline, pero expresó su emoción por estar en el podio nuevamente.

Max Verstappen fue el siguiente en continuar con la entrevista, expresando su experiencia para este gran premio en casa con el cual no obtuvo victoria.

—Me hubiese gustado ganar para alegrar a una pequeña, pero me siento en paz porque ella me dijo: "No ganaste, pero siempre me sentiré orgullosa de ti, Maxie." —Una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro, y Cassandra, al escuchar esto, sintió un orgullo renovado por la conexión de Anya con Max, sabía que hablaba de su pequeña hija.

Durante la premiación, la celebración en McLaren fue especialmente efusiva. Los ojos de Madeline estaban fijos en Oscar, brillando con admiración. Anya, desde la multitud, gritaba felicitaciones y el nombre de Max, ignorando las palabras de su padre, Frenkie, quien intentaba callarla. Anya no dejó de sonreír y mirar a su "amigo Maxie," mostrando una devoción que ni siquiera su padre futbolista había logrado inspirar.

La pista estaba llena de aplausos y vítores. Los pilotos en el podio levantaron sus trofeos, cada uno con una historia y una razón para celebrar. Oscar, aún con la adrenalina corriendo por sus venas, miró a Madeline entre la multitud. Su mirada se encontró con la de ella, y ambos compartieron un momento de entendimiento profundo. La batalla en la pista había sido dura, pero la victoria era aún más dulce por lo que representaba: la defensa de la verdad y la justicia, y la fuerza del vínculo que los unía.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.) 

Madeline estaba tumbada en la cama de su habitación del hotel, la mirada perdida en el techo. Los eventos del Gran Premio de Países Bajos seguían rondando en su cabeza, junto con los pensamientos complicados sobre su vida amorosa. Sus emociones estaban tan entrelazadas que apenas notó el sonido de alguien tocando la puerta.

Con una mezcla de curiosidad y reticencia, se levantó y abrió la puerta. Para su sorpresa, encontró a Logan de pie en el umbral, sosteniendo un ramo de flores. Vestía de manera casual, con un abrigo largo que acentuaba su figura, y su sonrisa era tímida pero genuina.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Madeline, la confusión reflejada en su rostro—. Pensé que ibas a ignorarme por toda tu vida.— expresa también si molestia al siquiera el verla a los ojos cuando paso frente a él en el pit line luego de la premiación. El americano por su parte soltó una leve risa y negó con la cabeza.

—Ni aunque quisiera, no puedo ignorar tanta belleza en frente de mis ojos —dijo, su voz cargada de sinceridad—. Pensé que podríamos caminar y charlar un rato. No siempre hay que celebrar en una discoteca; a veces necesito un respiro de las fiestas. — le invita a una velada casual pensada hace tan solo una hora.

Madeline le sonrió, aliviada por la calidez de su oferta.

—Me encantaría —respondió, aceptando el ramo de rosas—. Son hermosas, gracias.— expresa admirando el ramo.

Le dio un beso en la mejilla en agradecimiento, sintiendo el calor subir a sus mejillas.

—Voy a cambiarme. Espérame un segundo.— informa para darle una mirada inocente.

Logan asintió y ella se dirigió rápidamente a la habitación. Se puso un abrigo, unos tenis cómodos, y colocó una cajetilla de cigarrillos, un encendedor, y su teléfono en los bolsillos del abrigo. Al salir, tomó la mano del rubio sin pensarlo demasiado, y juntos se dirigieron hacia el exterior del hotel.

El aire frío de la noche les envolvió en un silencio cómodo. La ciudad estaba tranquila, las luces parpadeaban suavemente en la distancia. Caminaban de la mano, sus pasos resonando en la acera, y después de unos minutos, Madeline rompió el silencio.

—Felicidades por obtener P2 —dijo con una sonrisa—. Sin duda, has mejorado bastante.— le hace ver su gran avance.

Logan sonrió, agradecido por su reconocimiento.

—Gracias, Maddie. Realmente quería ir a celebrar contigo, pero James no me lo permitió. — le hace ver su verdadera razón, aunque llevaba poco tiempo saliendo con Madds, sabía el tono de voz de la pelirroja cuando reprochaba algo en el que la hicieron sentir mal.

Ella frunció el ceño, sorprendida.

—¿Cómo? ¿Por qué? — inquiere dudosa.

Logan se encogió de hombros, algo incómodo.

—James cree que salir contigo podría obstaculizar mi carrera. Más aún después del problema de esta mañana.— le habla con sinceridad, el estadounidense odiaba engañar, no podía mentir aunque fuese para salvar su pellejo.

Madeline se sintió mal, pero Logan le apretó la mano, tranquilizándola.

—No fue tu culpa —dijo, mirándola a los ojos—. Tú no hiciste nada malo.— le hace ver que ella no fue la causante de nada.

Ella le sonrió, agradecida por su comprensión, y continuaron su camino hasta llegar a un lugar donde la vista nocturna era impresionante. Las luces de la ciudad se reflejaban en el agua, creando un espectáculo de colores brillantes.

Se sentaron en un banco cercano, continuando su charla sobre el futuro. Madeline sacó un cigarrillo y miró a Logan, buscando su aprobación.

—¿Te molesta si fumo? —preguntó.
Logan negó con la cabeza.

—No, adelante.— le da la oportunidad.

Mientras encendía su cigarrillo, el piloto siguió con el tema de conversacion que tenían, acerca de su futuro.

—Quiero convertirme en campeón del mundo algún día —dijo con determinación y cierto brillo en los ojos.

— Y lo serás, solo necesitas confiar más en ti mismo— le hace ver pero también demostrando su apoyo hacia el rubio.

—Gracias eh, y ¿tu?, ¿Que te gustaría ser en un futuro en el deporte?— ahora el le devuelve la pregunta.

—La verdad creo que soy muy díficil en imaginarme triunfando en algo, pero seguro que trabajar en alguna película de deporte me haría ilusión— comenta algo pensativa con su respuesta.— Y en general, ¿Como te ves en el futuro?— ahora continúa con ese tema pero desde otro punto.

—Realmente me encantaría tener una familia. Dos hijas, vivir en Nueva York. Amo la ciudad, y siempre me he imaginado siendo padre de niñas.— le cuenta su mayor sueño sin vacilar mucho.

Madeline lo observó mientras hablaba, la luz de la luna resaltando sus rasgos. A pesar de lo atractivo que se veía en ese momento, supo en su corazón que Logan no era el hombre con quien deseaba formar una familia.

—¿Y tú? —preguntó Logan, devolviéndole la pregunta—. ¿Cómo te ves en el futuro?—.

Madeline dudó un momento antes de responder, sus pensamientos volviendo a Oscar y su conversación sobre el futuro.

—Siempre he soñado con tener cuatro hijos y vivir en Mónaco —dijo finalmente—. La idea de una gran familia siempre me ha atraído. Y Mónaco... es simplemente hermoso, con vistas impresionantes y un ambiente único.— expresa aunque sabiendo que era una gran diferencia con el sueño del americano quien se mostró sorprendido y reflexivo.

—Cuatro hijos, wow. Es un sueño bastante grande. —Sonrió—. Pero entiendo, Mónaco es un lugar maravilloso.— comprende pero dejando en claro que ese no es el sueño de él.

Charlaron sobre otros temas, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Cuando Madeline terminó su cigarrillo, decidieron regresar al hotel. Caminaban lentamente, sus manos entrelazadas de manera natural y sin esfuerzo.

Al llegar al vestíbulo, se dirigieron al elevador, aún tomados de la mano, Logan le susurraba en el oído a la española chistes malísimos pero que hacían reír hasta el cansancio a la chica. La noche había sido más larga de lo que Madeline esperaba. Después de despedirse de Logan con un ligero abrazo y un breve beso en los labios, entró en su habitación, dejando que la calidez del encuentro le proporcionara un momento de tranquilidad. Se tumbó en la cama, contemplando el techo, intentando relajarse y dejarse llevar por el cansancio. Poco a poco, sus párpados comenzaron a cerrarse, sumergiéndose en un sueño profundo.

No duró mucho.

Un par de horas más tarde, se despertó sobresaltada, sin poder recordar del todo la pesadilla que la había perturbado. Con el sudor frío en su frente, se incorporó, su respiración agitada y su mente aún confusa. Miró su teléfono: era la 1 de la madrugada. Decidió que un poco de agua la ayudaría a calmarse, así que se puso unas sandalias y se cubrió con una bata ligera, sobre sus shorts y camisón de tirantes, para bajar a buscar una botella de agua.

El hotel estaba tranquilo, la suave iluminación de los pasillos proyectando sombras largas en el suelo. Madeline se dirigió a la máquina dispensadora, sacó una botella de agua, y se encaminó de nuevo hacia el elevador. Justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, un pie se interpuso, deteniéndolas. Las puertas se abrieron, revelando a Oscar. Llevaba la camisa medio desabotonada, su cabello revuelto, y las mejillas enrojecidas, probablemente por la reciente fiesta.

—Hola, preciosa —dijo con una sonrisa coqueta, sus ojos recorriendo la figura de Madeline, destacando la ligereza de su camisón.

Madeline sintió un escalofrío recorrer su espalda, la piel de gallina apareciendo en sus brazos. La cercanía de Oscar, su mirada intensa, y la forma en que sus ojos se detuvieron en su camisón le provocaron una mezcla de nerviosismo y excitación. Se sintió repentinamente consciente de la ligereza de su ropa.

—Vaya, si que te pongo, ¿eh? —comentó Oscar, notando su reacción.

Ella rió suavemente, tratando de disimular su nerviosismo.

—Quisieras —dijo, intentando desviar la conversación—. ¿Qué tal la fiesta? ¿Te la pasaste bien?— pregunta mientras se trata de calmar.Oscar asintió, acomodándose junto a ella en el elevador.

—Sí, estuvo bien. Al principio estuve con Coral, pero luego llegó Seb y ya sabes cómo es, me quedé un tanto solo. Luego apareció tu hermana Evie, que me dijo que Checo estaba molesto con ella, así que intenté ayudarla un poco.— le hace un resumen de su noche, exceptuando el hecho de lo mucho que extraño no verla en la fiesta.

Madeline apretó los labios, un ligero gesto que apenas lo notó el australiano, pasando su lengua por sus dientes mientras mantenía su boca cerrada, y luego sonrió.

—Me alegro por tu victoria, de verdad. Felicidades.— por segunda vez en su noche felicita a alguien más. Oscar devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con un afecto genuino.

—Gracias, Maddie. Aunque me hubiera gustado celebrarlo contigo. Pero entiendo que hoy no fue tu mejor día.— ahora es cuando aprovecha demostrar lo mucho que la extrañó. La catalana asintió, agradecida por su comprensión.

—Te prometo que te lo recompensaré de alguna manera —dijo, su voz llena de sinceridad.

Oscar se inclinó hacia ella, su proximidad haciendo que el corazón de Madeline se acelerara.

—¿Ah, sí? —preguntó, su voz en un susurro que enviaba un nuevo escalofrío por la columna de Madeline—. ¿Cómo, preciosa?— cuestiona coqueto.

Madeline abrió la boca para responder, pero las palabras se le escaparon cuando Oscar comenzó a besarle el cuello, sus labios rozando suavemente su piel. La sensación era electrizante, y antes de darse cuenta, estaban besándose apasionadamente, la catalana saboreaba el amargo pero vicioso sabor a alcohol por parte del piloto, perdiéndose en la intensidad del momento.

El sonido de las puertas del elevador abriéndose los trajo de vuelta a la realidad. Estaban en el piso de Oscar. Madeline intentó separarse, susurrando una despedida, pero Oscar la tomó de la mano, su mirada intensa y suplicante.

—No te vayas todavía —dijo suavemente—. Quédate conmigo esta noche.— le pide suplicante.

Ella vaciló, mirando al McLaren Su mente estaba dividida entre la razón y el deseo. Finalmente, una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

—Está bien —aceptó, asintiendo.

Oscar le devolvió la sonrisa, su rostro iluminándose. Juntos, salieron del elevador y se dirigieron a la habitación de Oscar, el corazón de Madeline latiendo con fuerza en su pecho mientras su mano permanecía entrelazada con la de él. Llegaron a la habitación y luego de que Piastri se pusiera cómodo, ingresaron a la cama, para únicamente descansar, luego de abrazarse un poco, se quedaron profundamente dormidos.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.) 

La noche avanzaba, el Australiano y la Española descansaba profundamente. La habitación estaba en calma, iluminada suavemente por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas entreabiertas. Sin embargo, su sueño pronto se convirtió en una tormenta de recuerdos dolorosos.

En su pesadilla, se encontraba en la antigua casa que compartía con Eric. Estaba llorando amargamente, sosteniendo una manta rosada que llevaba bordado el nombre "Alexa". El dolor por la pérdida de su bebé era abrumador, llenando el aire con su tristeza. El crujido de la puerta la hizo levantar la mirada, y vio a Eric entrar a la habitación. Su mandíbula estaba tensa, y una expresión de irritación deformaba su rostro.

—Al fin te resignas a salir del hospital —bufó Eric, su tono gélido—. ¿Sabes cuántos euros he gastado por mantenerte estas semanas internada?— le pregunta con rabia.

Madeline no respondió, volviendo su mirada hacia la manta. Los recuerdos del hospital, los médicos, y la devastadora noticia que le habían dado flotaban en su mente. Eric se acercó a ella, y antes de que pudiera reaccionar, le arrebató la manta de las manos.

—¡Tú no tienes derecho a llorar por mi hija! ¡Tú la mataste! —gritó, su voz llena de veneno.

Madeline negó con la cabeza, su voz quebrada por el dolor.

—No es cierto, Eric... yo no...— intenta liberarse de una culpa que no era suya.

Sin previo aviso, Eric le propinó una cachetada. El golpe resonó en la habitación, y el impacto la dejó aturdida. La ira en los ojos de Eric ardía como una llama inextinguible. Sus golpes continuaron, cada uno acompañado de palabras crueles.

—Eres una inútil —escupió—. No eres suficiente mujer. Seguro que mataste a la bebé porque era hija de Joshua.— le señala de manera hiriente.

La rabia y el dolor de Madeline se mezclaron en un torrente, y con un grito desesperado, le devolvió el golpe.

—¿¡Por quién mierdas me tomas?! ¡Contigo es el único con quien he estado en mi vida, idiota!— le grita con un malestar corriendo por sus venas.

Los gritos y golpes se intensificaron hasta que Eric, con una mueca de desprecio, tiró la manta en el cesto de basura.

—Quiero el divorcio, Madeline. Necesito a una mujer competente para darme un bebé.— le pide lo que tanto anhelo pedir hace un tiempo.

Las lágrimas de Madeline caían sin control mientras, con voz quebrada, confirmaba que le daría el divorcio.

¡Mierda!, vale, te daré el bendito divorcio, imbécil.— confirma su participación en firmar ese documento legal.

Pero Eric no había terminado. La tomó agresivamente por el mentón, sus ojos llenos de crueldad.

—Espero que jamás tengas hijos. Igual ni puedes. El doctor dijo que es muy riesgoso. Si te vuelves a casar, dile a ese hombre lo poca mujer que eres.— le termina por desgarrar el corazón a la catalana.

El dolor de sus palabras se clavó en su alma, y el grito de desesperación de Madeline la despertó abruptamente de la pesadilla. Se sentó de golpe en la cama, su respiración agitada y el sudor frío corriendo por su espalda. Un grito ahogado escapó de sus labios, y el eco de su angustia reverberó en la habitación.

Oscar, que dormía a su lado, se despertó de inmediato y se giró hacia ella, sus ojos llenos de preocupación.

—Madeline, ¿qué pasa? —preguntó, su voz cargada de alarma mientras se acercaba a ella.

La española estaba visiblemente alterada, sus ojos grandes y llenos de terror. Temblaba, y lágrimas corrían por sus mejillas. Piastri, sin dudarlo, la abrazó, rodeándola con sus brazos en un intento de calmarla.

—Shh, shh... Estoy aquí, Maddie. Tranquila —murmuró, su voz suave y reconfortante.

Ella se aferró a él, su cuerpo sacudido por sollozos. Las palabras de su pesadilla resonaban en su mente, y en un susurro desgarrador, se repitió a sí misma.

—Soy poca cosa.... Poca mujer— se repetía en susurro.

Oscar la sostuvo con firmeza, su corazón dolido por el sufrimiento que veía en ella. Con valentía, decidió hablar, arriesgándose a decir lo que realmente sentía.

—Para mí, eres una verdadera mujer, Maddie. Sin importar lo que suceda contigo, te voy a amar. Existe las adopciones, es muy pronto lo sé, pero Madeline Zomer Podemos tener una familia juntos, de la forma que sea.— confiesa bajo la luna llena, no le importaba si la mismísima Maddie lo llamaba loco, estaba arto de ocultar sus verdaderos sueños.

Madeline, todavía temblando, levantó la mirada hacia él. Sus ojos buscaban consuelo, y las palabras de Oscar eran como un bálsamo para su alma herida. Ella asintió, encontrando consuelo en su sinceridad y ternura.

—Gracias, Oscar... —susurró, su voz quebrada—.

Oscar la abrazó con más fuerza, sintiendo cómo poco a poco se iba relajando en sus brazos. Sabía que acababan de confesar su amor, y aunque todo era nuevo y complicado, estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío junto a ella.

Después de unos momentos, la habitación volvió a la calma. Madeline, todavía abrazada a Oscar, comenzó a respirar más tranquilamente. Sus lágrimas habían cesado, aunque su corazón aún latía con fuerza.

—Vas a estar bien, Maddie. Lo prometo —murmuró el McLaren, acariciando suavemente su espalda.

Madeline se acurrucó contra su pecho, sintiendo la calidez de su amor y apoyo. Aunque los fantasmas del pasado seguían presentes, la presencia del australiano le daba esperanza. Se permitió cerrar los ojos, sabiendo que, con él a su lado, podría enfrentar cualquier cosa.

Piastri, sintiendo que ella finalmente se calmaba, cerró los ojos también. La abrazó más fuerte, susurrándole palabras de amor y consuelo hasta que ambos, agotados por la intensa noche, se quedaron dormidos, aferrándose el uno al otro como si el mundo entero dependiera de ello.

Continuará...........

AAAAAA ME MUERO, AMO A OSCAR, FINALMENTE SE LO DIJOOOO.

En fin, ya sabemos que Logan no es la primera opción 😭, me dueles Maddie.

¿Opiniones del capítulo?

¿Teorías?

O
¿Ideas?

Sin massssss, nos leemos pronto, las amooooooo.

Besosssssss
<3

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