𝟏𝟗 𝐋𝐚𝐩 (𝐦𝐚𝐫𝐚𝐭𝐡𝐨𝐧 𝟐/𝟑)

But you throw your head back laughing

Like a little kid

I think it's strange that you think I'm funny, 'cause

He never did

I've been spending the last eight months

Thinking all love ever does

Is break and burn, and end

But on a Wednesday in a cafe

I watched it begin again

Barcelona, España, Julio 2023

Maddie ingresaba a un restaurante de renombre en la ciudad de Barcelona. Su vestido elegante, cabello bien peinado y maquillaje impecable reflejaban el cuidado que había puesto en su apariencia. Se acercó a la recepcionista, quien la ayudó a ubicar su mesa. la cual él  había reservado. Al llegar, vio a Eric, su esposo por el momento, vestido con un traje impecable y perfectamente peinado. Él se levantó de su asiento y la saludó con una falsa amabilidad.

—Hola, Maddie. —dijo, mostrándole el asiento.

Ella tomó asiento frente a él, sintiendo la tensión en el aire. Minutos después, les sirvieron una copa de vino y ambos pidieron sus respectivas comidas. Maddie no pudo esperar más y preguntó directamente.

—Eric, ¿a qué se debe esta cena? ¿Por qué me vuelves a hablar después de meses sin contacto?—cuestiona dudosa de la situación.

Eric se aclaró la garganta y suspiró, evadiendo sus preguntas.

—¿Te gustaría trabajar en Australia, Maddie? —preguntó de repente.

—No sé, supongo que sí. Tiene buen clima... pero justo el Girona me ha ofrecido un contrato que estoy por aceptar. ¿Qué está pasando? —responde dudosa al inicio eh interesada al final.

Eric sacó de su saco un boleto de avión y una carta. El boleto tenía como destino "Melbourne, Australia" y la carta era de "Allison", una amiga de Maddie de la universidad. Ella miró con duda a su esposo todavía, y él asintió lentamente antes de hablar.

—Quiero que te vayas a Australia, que tengas una vida estable, pero lejos, muy lejos de mí, Madeline. Quiero el divorcio. Simplemente no puedo seguir sabiendo que estás por las calles de Barcelona. Quiero tenerte lejos. Luego del gran daño que me has causado, no quiero volver a verte. Te lo dije hace tiempo, pero ahora te lo pido de manera formal. Quiero el divorcio.— le hace ver la razón por la que la cito.

Maddie se quedó en shock. Pensaba que los meses de distancia harían cambiar de opinión al futbolista, pero cuán equivocada estaba.

—Entonces, tu plan no solo es alejarme de la ciudad que he amado toda mi vida, sino también pedirme algo tan definitivo cuando yo no tuve la culpa. —suspiro con pesadez y expresa su disgusto de una manera sutil.

—Tómalo como quieras. Estoy siendo bueno contigo al pensar en que vivas una vida estable en Australia.— contesta Eric con frialdad.

Ella negó con la cabeza, sintiendo una mezcla de dolor y confusión.

—No puedo aceptarlo. Mudarme a Australia es demasiado para mí. —le hace ver que es algo muy difícil para ella por aceptar.

—No me importa lo que hagas, Madeline, pero Allison ha dicho que te recibe junto a Matt en Melbourne, y que justo un equipo de fútbol necesita una fotógrafa. Seguro que encajas allá. — Eric permaneció firme en su decisión.

La cena llegó y ambos comieron en silencio, la tensión palpable. Al final, Eric se puso el abrigo y acercó más el boleto de avión y la carta.

—Solo quiero que te vayas muy, muy lejos de mí. Ya no te necesito, Zomer. Ya no más. —dijo antes de marcharse del restaurante sin más.

Maddie se quedó allí, en shock, mirando el boleto y la carta, sintiendo que su mundo se desmoronaba. La certeza de que su vida en Barcelona había terminado se hacía cada vez más real.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.)

La tensión en el paddock era palpable, una energía eléctrica que se podía sentir en el aire. Maddie se comía las uñas ligeramente mientras observaba el desenlace de la Qualy. Sebastian y Coral gritaban en la zona donde se encontraba el ingeniero de pista de McLaren, sus voces se elevaban con indicaciones y estrategias para asegurar que Oscar obtuviera la pole position. Sin embargo, había un aire de irritación entre ellos y el ingeniero, ya que Williams estaba teniendo un día perfecto. La ingeniera de pista de Logan, Rochel, estaba guiándolo con instrucciones claras y firmes, un contraste marcado con el caos en McLaren.

De repente, en una curva crítica, Logan y Oscar tuvieron un toque con sus monoplazas. El choque resonó en el paddock, aumentando aún más la tensión. Maddie observó a Rochel, quien inmediatamente aumentó su exigencia con Logan, gritando y exigiendo más de él. Por otra parte, Coral intentaba mantener la calma, no queriendo desconcentrar a Oscar, mientras Sebastian tomaba los audífonos para asistir al piloto de McLaren.

Finalmente, la Qualy llegó a su fin. Lando había obtenido la pole, Oscar quedó segundo, Max tercero y Logan cuarto. Después de recibir los gritos de Rochel, Logan se había desconcentrado, regalando dos posiciones. Maddie, quien había presenciado todo, se dirigió a fotografiar a Oscar como parte de su trabajo.

—Buena salida para mañana, Oscar —dijo con una sonrisa, mientras el piloto de McLaren le agradecía con amabilidad antes de proceder a las fotos y entrevistas de rigor.

A unos metros de distancia, Maddie notó que Rochel y Logan estaban en una acalorada discusión. Sin dudarlo, se acercó para intervenir.

—¿Qué está pasando aquí eh? —preguntó Maddie, manteniéndose protectora al lado de Logan.

Rochel se cruzó de brazos.

—Necesito hablar con Logan, a solas. — expresa sin una pizca de ganas por explicar la discusión que tenía con el piloto.

—No, no necesitas hablar con él —replicó Maddie—. Todo lo que tenías que decir ya lo dijiste cuando lo gritaste frente a miles de espectadores por la radio.— desafía con sus palabras la catalana.

—¿De verdad quieres hacer esto aquí, Madeline? —Rochel alzó una ceja—. No creo que quieras una escena delante de todo el paddock.— hace ver mientras la sigue viendo con indiferencia.

—No me importa hacer una escena si eso significa proteger a Logan de tus tonterías —replicó Maddie.

Rochel bufó, dando un paso hacia adelante.

—¿Protegerlo? ¿De mí? No me hagas reír, Maddie. Tú no sabes nada sobre lo que Logan y yo hemos pasado juntos. — no duda en desafiar la Americana.

—Sé lo suficiente para saber que tu presencia es tóxica para él —contestó Maddie, sin retroceder ni un milímetro.

 —Rochel, es suficiente. No necesito esto, no ahora. Y Maddie tiene razón, no tienes derecho a hablarme así.—intervino Logan finalmente, su voz firme aunque temblorosa.

Rochel lo miró con incredulidad.

—¿Así que ahora te pones de su lado? Después de todo lo que he hecho por ti...— intenta de cierta manera manipular al piloto.

—Lo que has hecho es manipularme y hacerme sentir insuficiente —respondió Logan, encontrando la fuerza en las palabras de Maddie—. Y ya no voy a permitirlo.— escupe sin dudarlo.

Rochel apretó los dientes, claramente enfurecida, pero antes de que pudiera decir algo más, Maddie dio un paso adelante.

—Creo que ya escuchaste lo que tenías que escuchar, Rochel. Es hora de que te vayas.— ataca con sus palabras y una sonrisa sarcástica en sus labios.

Después de un momento de silencio tenso, Rochel giró sobre sus talones y se marchó, dejando a Logan y Maddie solos una vez más.

—Gracias por defenderme.— agradece el estadounidense.

—No tienes por qué agradecerme, Logan —respondió Maddie suavemente, acariciando su mejilla—. Ella no tenía derecho a hablarte así.

Logan la miró a los ojos, la tristeza y el cansancio visibles en su rostro.

—Es solo... ella siempre encuentra una manera de hacerme sentir que no soy suficiente, que nunca seré suficiente.— explica una situación que a vivido no de ahora si no de hace años.

—No dejes que te afecte —dijo Maddie con firmeza—. Eres un piloto increíble, Logan. No dejes que alguien como Rochel te haga dudar de ti mismo.— le anima la española.

Logan suspiró, inclinando su frente contra la de Maddie.

—Es difícil, Maddie. Especialmente cuando siento que no tengo a nadie en mi esquina.— reconoce y hace ver su realidad.

—Me tienes a mí —dijo ella, su voz suave pero decidida—. Siempre me tendrás a mí. — le vuelve a asegurar la pelirroja.

Logan asintió, y se abrazaron nuevamente, encontrando consuelo en la cercanía del otro.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.)

Ya era de noche en Monza. Maddie se encontraba quitándose la ropa para dejar a la vista su bañador. Después de un día tan tenso, lo único que quería era relajarse un poco. Se sentó en una orilla de la piscina, colocó sus pies en el agua y miró hacia el cielo, viendo un cielo despejado y estrellado, con la mitad de la luna como compañía. Respiró profundamente y luego suspiró, relamiéndose ligeramente los labios.

Una voz interrumpió sus pensamientos.

—¿Qué haces a esta hora por aquí? —inquiere la voz.

Ella abrió los ojos y miró a la derecha, encontrándose con Oscar Piastri, vestido con unos shorts, una camiseta, sus típicas sandalias y una toalla en su hombro derecho. Sonreía, pero su mirada estaba cargada de duda.

—Vine a relajarme un poco. Solo este tiempo tengo libre —respondió Maddie.

Oscar asintió, dejando su toalla en la silla descansadora donde Maddie había dejado la suya. Se quitó la camiseta, revelando su abdomen y pectorales, lo que causó un escalofrío en la catalana. Maddie desvió la vista a la piscina y comenzó a mover sus pies para distraerse. Segundos después, Oscar se sentó con cuidado a su lado.

—Sabes que si vienes a una piscina, ¿debes meterte, no? —le hizo ver Oscar.

Maddie rió y negó con la cabeza.

—Lo sé, pero solo me estoy dando mi tiempo para lanzarme pronto.— expresa con una sonrisa divertida.

Oscar le sonrió y se deslizó desde donde estaba sentado para entrar en la piscina. Lanzó un pequeño gemido por el frío del agua, pero lentamente se acercó a Maddie, abriéndole las piernas suavemente para situarse entre ellas.

—Hola, bonita —dijo con una sonrisa.

—Hola —respondió ella, tímidamente.

—¿Te unes conmigo? —preguntó el australiano.

Maddie asintió y Oscar la tomó por la cintura, ingresándola en la piscina. Ella lanzó una queja y un chillido al sentir el agua fría sobre su cuerpo, pero él no la soltó, manteniendo un agarre firme en su cintura. Maddie enredó sus pies alrededor de la cintura de Oscar, ambos se miraron a los ojos, sin necesidad de palabras. Era un momento perfecto, se quedaron así por varios minutos, hasta que Maddie, un tanto nerviosa, mordió ligeramente sus labios y miró hacia arriba antes de volver su vista al australiano.

—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó Oscar suavemente, rompiendo el silencio.

—Ha sido un día largo y tenso —respondió Maddie, suspirando—. Estoy disgustada con Rochel. Ella le grita y lo presiona demasiado, incluso después del toque que tú y él tuvieron.— le comenta la situación que le a estado comiendo la cabeza.

Oscar asintió con comprensión.

—Rochel siempre ha sido así con Logan. Exige todo de él pero nunca lo felicita por sus logros. Es frustrante verlo pasar por eso. — cuenta con una sonrisa al revés, casi como un puchero.

—Es horrible —dijo Maddie, moviendo los pies en el agua—. Y luego está Coral, quien ha estado discutiendo con Seb sobre volver a la F1. Oscar, ¿crees que hay una posibilidad real?— inquiere al final con interés, sabía que Coral estaba en un fuerte debate.

—He oído rumores de que Fernando Alonso y Daniel Ricciardo dejarán de competir la próxima temporada —dijo Oscar—. Y Alex Albon se irá a Visa Cash App para ser compañero de Yuki. Hay asientos disponibles en Aston Martin y Williams. Seb y Coral han discutido sobre esas dos escuderías. Aston Martin es una opción considerable para Coral, pero Seb no quiere verla competir allí después de su propia experiencia. — le informa mientras recuerda las palabras casi gritos de Sebastian sobre que no quería verla en Aston Martin.

Maddie asintió, procesando la información.

—Es mucho para asimilar. Pero más allá de todo eso, me he dado cuenta de cuánto he extrañado estos momentos contigo, Oscar. Hablar de todo y de nada.— se atreve a ser sincera con el australiano. Oscar sonrió, acercándola más a él.

—Yo también te he extrañado. No me gusta verte triste tampoco, Maddie.— confiesa y expresa mientras la mira tiernamente.

Ella suspiró, tomando un momento para encontrar las palabras.

—El jueves pasado me sentía así porque hace un año estaba enfrentando una fuerte situación. Fue un tiempo muy difícil para mí.— le habré un poco su corazón la fotógrafa la cual cargaba una mirada nostálgica.

Oscar la miró con compasión.

—Lo siento mucho, Maddie. Pero ahora estás aquí, en un lugar donde encajas y eres feliz. Y me alegra tenerte cerca. — le hace ver que ahora se encuentra en una situación diferente.

—Yo también estoy muy feliz de tenerte como jefe, Oscar. Me siento cómoda y feliz aquí. — responde con un leve sonrojo en las mejillas de la española.

La distancia entre ellos se acortó y, en la piscina, comenzaron a besarse con delicadeza al inicio. Sin embargo, la necesidad y la pasión pronto se hicieron evidentes. Oscar la llevó a una esquina de la piscina, donde continuaron besándose con más fervor, explorando la anatomía del otro y compartiendo besos intensos y profundos.

Después de un buen rato, nadaron un poco y jugaron con el agua, disfrutando de la compañía del otro. Finalmente, salieron de la piscina, se colocaron sus toallas y se recostaron en las sillas descansadoras, mirando el cielo estrellado.

—Este es un buen rato juntos —dijo Maddie, mirando a Oscar.

—Sí, lo es —respondió él, tomándola de la mano mientras ambos observaban las estrellas, disfrutando de la tranquilidad y la cercanía compartida.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.)

Eran las 6:50 pm en el aeropuerto de Barcelona. Maddie movía su pierna de manera frenética mientras esperaba para abordar su avión. Había decidido que lo mejor para ella era mudarse a Australia; ya no tenía por qué estar en Barcelona, donde todo era gris para ella. Presentó su pasaporte, que fue sellado, y con un "gracias" lo tomó antes de ingresar al avión. Encontró su asiento y, tras acomodar sus cosas para sentirse cómoda durante el largo viaje, miró por la ventana con cierto desgano. El avión despegó tan solo media hora después y, como un último adiós, Maddie observó la ciudad nocturna catalana. Cerró los ojos mientras apenas tocaba la ventana, despidiéndose de una vida llena de risas y momentos inolvidables, para ir a su nueva vida, un lienzo en blanco donde pintar una nueva historia y nuevos sentimientos.

El vuelo de Barcelona a Melbourne duró aproximadamente veintidós horas, contando una escala. Tras el largo viaje y hacer todo lo requerido en el aeropuerto, Maddie optó por tomar un taxi. Estaba a punto de ingresar a uno cuando una mano abrió la puerta del taxi antes que ella.

—¡Hey! Yo lo vi primero —exclamó con molestia la catalana. No estaba de humor y esto solo lo empeoraba.

Levantó la vista y se encontró con una chica castaña, de ojos color miel, piel pálida y cabello corto. La chica retiró su mano de la puerta del taxi.

—¡Uy, perdona! Llevo prisa... Si gustas, podemos compartirlo, ¿qué dices? —ofreció la castaña.

Maddie, con una mirada extrañada y sorprendida, aceptó. Ambas subieron al taxi y la castaña fue la primera en dar su dirección.

—¡Por cierto! Disculpa mi falta de educación, soy Hattie Pascoe —se presentó la castaña con una sonrisa amigable.

Maddie le devolvió la sonrisa y extendió su mano.

—Soy Madeline Zomer, un gusto. — se presenta ahora ella.

Las chicas estrecharon sus manos.

—¿Y a dónde te diriges? —preguntó Hattie con interés.

—Pues, no lo sé... Acabo de llegar a Australia y pensaba en preguntar por algún buen hotel. La amiga con la que se supone que iba a quedarme pues se me a olvidado informarle, y no quiero ser una carga para ella llegando de repente—respondió Maddie.

Hattie asintió comprensivamente.

—Comprendo. Una amiga me pidió que viniera a verificar los vuelos de España porque esta semana debía llegar una amiga suya, pero hoy solo han habido dos vuelos y su amiga no estaba en ninguno al parecer. — ahora es la australiana quien comenta su situación.

Maddie pensó que el mundo no podía ser tan pequeño, pero decidió arriesgarse con la información que Hattie le dio.

—¿De casualidad tu amiga se llama Allison Mckeon? —preguntó Maddie, dejando sorprendida a la castaña.

—¡Sí, es ella! ¡Por Dios! ¿Cómo no me di cuenta antes? Tienes un acento en tu inglés, claro, ¡Madds! Finalmente nos conocemos. Créeme, Allison ha hablado mucho de ti en las últimas semanas. Hasta la novia de mi hermano se sabe tu nombre y que eres de España —comentó Hattie, causando risas en la catalana.

Ambas chicas no dudaron en hablar durante el trayecto. Llegaron a un edificio con varios apartamentos, y Hattie invitó a Maddie a quedarse en su apartamento, que era espacioso y contaba con otra habitación. Aunque Madeline se negó al principio, aceptó resignada al final. Bajaron del taxi, pagaron la tarifa y se encaminaron al hogar de la australiana. Ingresaron al lugar, y Hattie, como buena anfitriona, le indicó la habitación a Maddie, quien agradeció.

Luego, Hattie informó que iría a buscar algo de comer cerca. Maddie no dudó en ofrecerse a pagar la cena, aunque Hattie se negó al principio. Minutos después, Hattie se marchó y Maddie recorrió la gran sala del lugar, que tenía un ventanal con vista a la ciudad de Melbourne. Admiró algunas pinturas y decoraciones hasta que se topó con una foto familiar. Había dos padres, tres hijas y un cuarto hijo en el medio con un trofeo que supuso era de una carrera automovilística. El rostro del chico llamó su atención; era muy atractivo, con cabello rubio castaño, ojos color miel y una linda sonrisa. Tenía un parecido a Hattie.

Después de mirar la foto, exploró otras partes del lugar. Minutos después, Hattie regresó con la cena. Ambas chicas comenzaron a cenar, conociéndose un poco más y hablando sobre cómo conocieron a Allison.

Continuará.....................................





Cada vez más y más drama por aquí jajaja.

¡Llevamos otro capítulo más del maratón!.

¿Creen que el último recuerdo de Madeline sea importante?.

Sin más................

NOS LEEMOS PRONTOOOO. BYEEEEE.

xoxo Ali <3

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