𝟏𝟒 𝐋𝐚𝐩

He said, "Let's get out of this town
Drive out of the city, away from the crowds"
I thought Heaven can't help me now
Nothing lasts forever
But this is gonna take me down

Era tarde cuando Madeline regresó al hotel después de su salida con Logan. Los jardines del hotel estaban iluminados suavemente por lámparas de pie, y el aire fresco de la noche traía consigo el aroma de las flores de verano. Al acercarse a la entrada, sus pasos lentos y tranquilos, se encontró con una escena inesperada: Sebastian Vettel y Coral Ocon de pie cerca de la puerta, susurrando algo con una familiaridad que denotaba complicidad.

Madeline observó cómo Sebastian soltaba lentamente la mano de Coral, ambos compartiendo una sonrisa tímida antes de percatarse de su presencia. Coral, un poco nerviosa, se despidió de Sebastian con una mirada significativa y luego se dirigió hacia Madeline, tomando su mano de manera casual pero afectuosa.

—¡Hola, Maddie! —saludó Coral, su voz cargada de una emoción apenas contenida.

—Hola, Coral —respondió Madeline, mirándola con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

—Buenas noches, Maddie, Logan.— Sebastian asintió en dirección a Madeline y Logan, su expresión serena pero cálida.

—Buenas noches, Seb —respondieron ambos al unísono, con Logan añadiendo un gesto de despedida.

Coral les dedicó una última sonrisa antes de jalar suavemente a Madeline hacia el jardín.

—Nos vemos luego, chicos.— se despide la catalana.

Madeline y Coral caminaron juntas en silencio por el sendero que llevaba al jardín del hotel, donde las luces colgantes y la suave brisa creaban un ambiente casi mágico. Al llegar, Coral se detuvo cerca de la piscina, su mirada fija en el agua tranquila que reflejaba las estrellas del cielo.

—Bueno... —Madeline rompió el silencio, sus ojos fijos en Coral—. ¿Qué pasó? — inquiere con interés.

Coral soltó una risa suave, aún con una chispa de emoción en sus ojos.

—Pasé la tarde con Sebastian —dijo, su voz apenas un susurro—. Hablamos de muchas cosas... fue como si el tiempo no hubiera pasado. Y... —su voz se quebró ligeramente—. Finalmente lo besé.— confiesa levemente sonrojada.

Madeline se quedó boquiabierta, una sonrisa asomándose en sus labios.

—¿Lo besaste? —preguntó, su tono incrédulo y curioso.

Coral asintió, mordiéndose el labio inferior mientras una sonrisa traviesa se formaba en su rostro.

—Sí, después de todo este tiempo... Fue increíble, Maddie.— continúa explicando sus sentimientos la francesa.

Madeline la miró con una mezcla de sorpresa y comprensión, pero algo en su mente no cuadraba del todo.

—Espera, no entiendo algo —dijo, su voz llena de curiosidad—. ¿Tienen una relación abierta tú y Oscar o cómo es la cosa?— cuestiona porque a pesar de ver la química entre la pareja, no entendía nada y menos cuando en el motorhome de Oscar ambos hablaron sobre un ¿Contrato?.

Coral se rió, negando con la cabeza mientras se sentaban al borde de la piscina, sumergiendo sus pies en el agua fresca.

—No, no es nada de eso —respondió, su tono cálido y relajado—. Mira, no le cuentes a nadie, pero Oscar y yo... nuestra relación es solo por conveniencia. — le informa finalmente el gran secreto. Maddie frunció el ceño, aún más confundida.

—¿Conveniencia? —repitió, inclinándose hacia Coral—. Pero parecen una pareja de verdad...— aún trata de digerir la noticia.

Coral asintió, su mirada fija en el agua mientras jugaba con sus dedos en el borde de la piscina.

—Sí, es la idea. Nos beneficiaba a ambos tener una relación así. Y también para evitar los rumores sobre Oscar... bueno, sobre lo que pasó cuando rompió con su ex. Pero somos solo amigos, Maddie. Mejores amigos, eso es todo.— le deja finalmente en claro. Madeline soltó un suspiro de alivio, asintiendo mientras procesaba la información.

—Me alegra saberlo. Porque... hay algo que necesito decirte, Coral. No quiero perder tu amistad por no ser honesta contigo.— incia hablando, había decidido contarle la verdad a la rubia sin importar la situación. Coral se volvió hacia ella, su expresión atenta y tranquilizadora.

—¿Qué pasa, Maddie? Puedes decirme lo que sea. — le da paso a hablar. La pelirroja respiró hondo, sintiendo un nudo en el estómago.

—Ha habido... tres ocasiones en las que me he besado con Oscar —confesó, su voz temblorosa—. Y me siento terrible por eso. Siento que te he fallado, que he fallado a nuestra amistad. — se disculpa aunque no ganaba nada con simplemente palabras. La ex-piloto la miró con suavidad, negando lentamente.

—Maddie, no tienes por qué sentirte así. No tengo problema con eso, de verdad. Solo te pido que no lastimes a Logan ni a Oscar. Ellos no se merecen eso. — le resta importancia pero no tanto a los sentimientos de sus mejores amigos. La catalana asintió, sintiendo una carga menos pesada en su corazón.

—Lo sé, Coral. Intentaré poner todo en orden. No quiero lastimar a nadie, pero... —suspiró—. Es difícil resistirme a ellos.— expresa una de varias razones.
Coco sonrió con empatía, asintiendo.

—Te entiendo perfectamente, Maddie. Me pasó hace años. Pero tenemos que tener dominio propio. No podemos dejarnos llevar por la pasión y hacer daño a los demás. — le aconseja sin dudarlo, ella ya había pasado por algo así.

—Gracias, Coral. De verdad, gracias. — Madeline asintió, agradecida por el apoyo de Coral.

Las dos amigas compartieron una sonrisa antes de sumergir sus pies más profundamente en la piscina, disfrutando del frescor del agua. Continuaron charlando sobre diversos temas, desde anécdotas de su tiempo en el paddock hasta sus sueños y miedos. La noche se llenó de risas suaves y confidencias compartidas, cada palabra reforzando el lazo que las unía.

Cuando finalmente decidieron regresar al hotel, la luna brillaba alta en el cielo y el jardín estaba en calma, reflejando la serenidad que ambas sentían en sus corazones.

—Esta ha sido una noche increíble —dijo Madeline, estirando los brazos por encima de su cabeza mientras caminaban de regreso.

—Sí, lo ha sido —asintió Coral, su sonrisa amplia y sincera.

Mientras subían de nuevo hacia sus habitaciones, ambas sintieron que, a pesar de los secretos y las complicaciones, su amistad se había fortalecido aún más. El paddock de Bélgica les había traído no solo desafíos en la pista, sino también momentos de introspección y conexiones más profundas, preparándolas para enfrentar cualquier cosa que el futuro les deparara.

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La mañana en Bélgica se presentaba con un cielo despejado y un aire fresco que invitaba a comenzar el día con energía. Madeline y Logan salieron del hotel para una carrera matutina, buscando aprovechar las tranquilas calles y el paisaje urbano. Compartían un par de AirPods, con "Shake it Off" de Taylor Swift sonando en sus oídos, sincronizando sus pasos al ritmo de la música. La carrera transcurría en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos, disfrutando de la compañía del otro.

Después de unos kilómetros, se detuvieron junto a un mirador que ofrecía una vista panorámica del río Mosa, el cual brillaba bajo la luz del sol de la mañana. Tomaron un breve respiro, hidratándose mientras apreciaban el paisaje.

—Es hermoso aquí —comentó Madds, su respiración aún acelerada por el ejercicio.

—Sí, definitivamente —asintió Logan, mirándola con una sonrisa—. Por cierto, ¿qué harás en las vacaciones? — inquiere con interés.

Madeline se encogió de hombros, apoyándose en la barandilla mientras dejaba que la brisa enfriara su piel.

—Probablemente pasaré mis días entre la Barceloneta y mi habitación. Nada emocionante, aunque tengo un viaje planeado a Disneyland París con mis hermanas.— le resta interés a sus vacaciones.

—Ya veo... Oye Madds, si pudieras elegir cualquier lugar para viajar, ¿cuál sería?.— Logan la observó, su expresión curiosa. La pelirroja lo miró pensativa, luego sonrió.

—Definitivamente Tenerife, Gran Canarias. Mi amigo Pedri siempre insiste en que viaje a su isla, pero nunca he tenido la oportunidad. — le cuenta con cierta ilusión en sus ojos.

—Definitivamente, tus hermanas te conocen bien.— El americano sonrió ampliamente, asintiendo con satisfacción.

—¿Qué quieres decir con eso?. — Madeline lo miró, claramente confundida.

—Maddie, compré dos boletos con destino a Tenerife. Quiero que pasemos estas vacaciones juntos. Tus hermanas me ayudaron a organizarlo y, además, Pedri y su novia serán nuestros guías. Ya me puse de acuerdo con ellos. — le suelta sin más la gran sorpresa que estuvo planificando las últimas dos semanas. Madeline parpadeó, incrédula, antes de negar rápidamente con la cabeza.

—Logan, eso es demasiado... No puedo aceptarlo. — se niega, no quería parecer una interesada.

—Cariño, sería una pena perder esos dos boletos. Por favor, di que sí.— El piloto tomó su mano con una sonrisa traviesa.

Madeline suspiró, sintiendo la emoción y el entusiasmo de Logan contagiarse.

—Está bien, Logan. Acepto. — se rinde mientras suspira al final. El rubio la abrazó con entusiasmo, levantándola ligeramente del suelo.

—¡Gracias, Maddie! Va a ser increíble, ya verás. —le promete con emoción.

Regresaron al hotel con una renovada energía, anticipando las vacaciones que compartirían. Tomaron una mesa en el restaurante del hotel para desayunar, llenando sus platos con una variedad de frutas frescas, croissants y café. Justo cuando compartían un tierno beso en los labios, Oscar y Coral aparecieron, sus rostros iluminados con sonrisas aunque Oscar en el fondo estaba celoso de toparse con esa escena.

—¿Podemos unirnos? —preguntó Coral, mirando a la pareja con una sonrisa traviesa.

—¡Claro! —respondió Logan, indicando las sillas libres junto a ellos—. Siéntense. — invita amablemente el americano.

Durante el desayuno, la conversación fluyó con facilidad, intercambiando anécdotas y risas. Oscar, con una chispa de curiosidad en sus ojos, no pudo evitar preguntar.

—Entonces, ¿qué harán en las vacaciones?— inquiere interesado.
Logan sonrió, compartiendo un rápido vistazo con Madeline antes de responder.

—Vamos a viajar a Tenerife, será increíble — cuenta con ilusión el piloto de Williams. Oscar levantó una ceja, sorprendido.

—¿En serio? — La pelirroja asintió, sonriendo tímidamente—. Eso suena genial, ¿Cuándo planean ir? —continúa con su interesante interés el australiano.

—En cuanto ambos volvamos a nuestras casas, tomaremos el mismo vuelvo —respondió Logan, su voz llena de emoción. Coral, jugando con su taza de café, dejó escapar un suspiro dramático.

—Ustedes sí que tienen un buen destino. A mí me toca ir a los Alpes Franceses con mi familia mi cuñada y Oscar.— cuenta con cierta molestia en sus palabras.

—Será un poco aburrido estar abrigados todo el tiempo, tomando chocolate caliente y leyendo libros. — Osc se quejó, fingiendo frustración.

—Estoy segura de que serán unas buenas vacaciones. Los Alpes Franceses son preciosos en invierno.— La catalana intentó animarlos, sus ojos brillando con empatía.

—Preferiría estar en Australia con mi familia si tengo que ser honesto — expresa, deseando un destino más cálido.

En ese momento, Esteban Ocon apareció en la mesa, saludando a todos con un gesto amistoso.

—¡Buenos días, chicos! — saluda con una sonrisa.

—¡Buenos días! —respondieron en coro, mientras Esteban se volvía hacia su hermana.

—Coral, tengo que decirte algo.— incia una conversación con su hermana menor

—¿Qué pasa? — pregunta la rubia levantando una ceja, curiosa. Esteban, nervioso, se rascó la nuca antes de hablar.

—Invité a alguien más a las vacaciones. No es que te odie, pero pensé que sería buena idea...— comenta con leves nervios.

—¿A quién invitaste? — cuestiona mientras mira con incredulidad al mayor de ambos. El francés respiró hondo, murmurando con nerviosismo.

—Sebastian.— confiesa nervioso. La francesa frunció el ceño, su expresión una mezcla de sorpresa y emoción.

—¿Sebastian? ¿En serio? — expresa demostrando cierta "molestia" y sorpresa.

—Sí, bueno... —Esteban trató de defenderse—. No pasará las vacaciones con nadie y, bueno, lo invité. Y nuestros padres lo aceptaron gustosamente. — cuenta para que su hermana no le arme la de Troya. La rubia se quedó en silencio por un momento antes de soltar una risita resignada.

—Está bien, pero dile que será aburrido, adviértele. — acepta con cierto "desgano"

Esteban asintió, rodando los ojos antes de dar media vuelta, pero luego se detuvo, agregando con una sonrisa nerviosa.

—Oh, y también se unirá nuestra prima Vivian. —informa mientras sonríe nervioso. Coral lo miró con incredulidad, levantándose de la mesa.

—¡Esteban, eres hombre muerto! —le advierte con enojo.

Esteban salió corriendo, con Coral siguiéndolo rápidamente, lanzando amenazas juguetonas mientras los demás observaban la persecución.

Maddie, Logan y Oscar intercambiaron miradas, riendo por la escena.

—Es sarcasmo lo de que no quiere que Seb se una —comentó Logan, sonriendo—. Muere por verlo. — admite por ella el americano. El piloto de McLaren asintió, su expresión mezcla de diversión y resignación.

—Lo que no es sarcasmo es lo de su prima Vivian. Digamos que no se llevan muy bien... y Vivian también está interesada en Sebastian. Recen por mí, porque me esperan unas vacaciones complicadas.— cuenta y pide con cierto miedo, conocía a los Ocon, sería difícil convivir con una sonrisa en sus rostros.

Madeline y Logan rieron, disfrutando de la expresión de terror de Oscar, mientras la mañana continuaba con una mezcla de anticipación y camaradería, cada uno preparándose para las próximas aventuras que les aguardaban.

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El miércoles por la mañana, el avión aterrizó suavemente en la soleada Tenerife. Madeline y Logan descendieron del avión, intercambiando sonrisas mientras el aire cálido los envolvía. La brisa cargada de sal del mar les daba la bienvenida, y ambos comentaban lo agradable que era el clima, mucho más cálido y acogedor que las carreras y viajes recientes.

—Definitivamente necesitábamos esto —dijo Madeline, inhalando profundamente el aire fresco de la isla.

—Totalmente de acuerdo. —Logan asintió, sonriendo mientras ajustaba la correa de su mochila—. Esto ya se siente como unas vacaciones perfectas. — le asegura con una sonrisa emocionada.

Salieron de la terminal, y sus rostros se iluminaron al ver a Melissa y Pedri esperándolos con grandes carteles que decían: "¡Bienvenidos a Tenerife, Maddie y Logan!" y "¡Vacaciones perfectas garantizadas!".

—¡Melissa! —gritó la pelirroja, corriendo hacia su amiga con los brazos abiertos.

Ambas chicas se encontraron en un abrazo fuerte y lleno de emoción, chillando de alegría y dando pequeños saltos.

—¡No puedo creer que finalmente estés aquí! —exclamó Melissa, sus ojos brillando de emoción.

—¡Yo tampoco! —respondió Madeline, soltando a Melissa para abrazar a Pedri—. ¡Finalmente estoy en tu isla, Pedri! — comenta con emoción en sus palabras. El futbolista la recibió con una sonrisa cálida, devolviendo el abrazo.

—¡Bienvenida, Maddie! Estoy emocionado de mostrarte todo.— le responde sin dejar de sonreír.

Logan se acercó, saludando a Melissa y Pedri con una mano extendida y una sonrisa amistosa.

—Hola, chicos. ¡Es genial conocerlos finalmente en persona! — los saluda cordialmente, luego se haberse escrito por mensajes para coordinar el viaje, Logan tenía razón, es la primera vez que se conocían en persona. La pareja le estrecharon la mano con entusiasmo.

—¡Igualmente, Logan! —dijo la castaña—. ¡Esto va a ser increíble!— expresa, realmente estaba emocionada por tenerlos en su isla.

—Definitivamente, van a ser unas vacaciones épicas —añadió Pedri, guiándolos hacia el auto.

El viaje en coche hasta la casa de los padres de Pedri estuvo lleno de risas y conversaciones animadas. La casa, una hermosa villa con vistas al Atlántico, los dejó boquiabiertos. Sus ventanas enormes ofrecían una panorámica impresionante del mar azul profundo que se extendía hasta el horizonte.

—¡Vaya, esto es increíble! —exclamó Logan, observando la gran casa y la vista espectacular. Pedri, notando su entusiasmo, sonrió.

—Nos alegra que les guste. Ahora, ¿prefieren una habitación o prefieren dormir aparte? — expresa y pregunta con interés al final, había reservado una habitación para la pareja, pero no tenía problema en dar otra habitación.

Madeline y Logan se miraron, intercambiando una mirada cómplice. Maddie fue la primera en hablar.

—Creo que podemos quedarnos en una habitación. —dijo, su tono tranquilo pero con una ligera sonrisa en los labios.

Melissa levantó una ceja con una sonrisa picara mientras el futbolista asintió.

—Perfecto, entonces. —dijo Pedri, guiándolos hacia la casa.

Al entrar, Madeline fue recibida con abrazos cálidos por Rosy, Fernando y Fer, los padres y hermano de Pedri.

—¡Madeline! ¡Qué alegría tenerte aquí! —exclamó Rosy, abrazándola con fuerza.

—¡Gracias, Rosy! Estoy tan feliz de estar aquí. —respondió Madeline, sonriendo ampliamente antes de girar para presentar a Logan—. Y este es Logan, el chico con el que estoy saliendo. — lo presenta un tanto sonrojada.

—Hola, es un placer conocerlos. Gracias por recibirnos en su hermosa casa. Estoy seguro de que serán unas vacaciones inolvidables.—  Logan sonrió amablemente y extendió la mano.

Madeline tradujo para los padres de Pedri, y Fernando estrechó la mano de Logan con entusiasmo.

El honor es nuestro, Logan. Tener a un piloto de F1 en nuestra casa es algo único. —dijo, sonriendo antes de añadir en tono de broma—. ¿Podrías firmar algunos recuerdos de F1?  — pregunta sonriente, la pelirroja vuelve a traducir mientras ríe un poco. Todos rieron, y Logan respondió con una sonrisa.

—Claro, estaré encantado de hacerlo.— confirma amigable.

Después de las presentaciones y un rato de charla animada, Madeline y Logan subieron a la habitación que les habían asignado. La habitación era amplia y luminosa, con una gran ventana que ofrecía una vista impresionante de la playa. Las olas rompían suavemente contra la orilla, creando una atmósfera tranquila y relajante.

—¡Mira esta vista! —dijo Madeline, acercándose a la ventana con asombro.

—Es espectacular. —Logan se unió a ella, rodeándola con un brazo mientras miraban el mar—. Estas vacaciones van a ser geniales. — le asegura para darle un beso en la mejilla.

Comenzaron a desempacar, sus maletas abiertas en el suelo, mientras discutían sus planes para los próximos días.

—Entonces, ¿qué te gustaría hacer primero? —preguntó Logan, sacando algunas camisas y doblándolas con cuidado. La catalana se detuvo un momento, pensando.

—Definitivamente quiero explorar la isla. Quizás ir a la playa, probar algo de la comida local... y tal vez algunas actividades al aire libre. ¿Qué piensas tú? — comenta eh inquiere al final. El americano asintió, colocando una pila de ropa en el armario.

—Eso suena perfecto. Yo también quiero explorar un poco y, quién sabe, tal vez podamos hacer algo de senderismo o un paseo en bote. Estoy abierto a todo.

Madeline sonrió, sintiéndose emocionada por las aventuras que les esperaban.

—¡Me parece genial! Estas van a ser unas vacaciones increíbles.

Con sus pertenencias ordenadas y su entusiasmo en aumento, ambos se prepararon para sumergirse en la belleza y el encanto de Tenerife, anticipando las experiencias y momentos que compartirían en esta isla paradisíaca.

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Miércoles por la tarde, el autobús privado atravesaba lentamente los serpenteantes caminos que llevaban a los Alpes franceses, mientras la nieve suave comenzaba a acumularse a los lados del camino. Oscar Piastri por su parte, miraba de vez en cuando la hermosa vista invernal. La cabina estaba llena de conversaciones animadas; Esteban Ocon y su novia, Flavy, charlaban sobre sus planes para esquiar y tomar chocolate caliente, mientras los padres de Esteban y Coral Ocon expresaban su emoción por tener finalmente a toda la familia reunida en una escapada de invierno.

Oscar y Sebastian Vettel, sentados cerca uno del otro, mantenían una conversación seria sobre estrategias de carreras, Oscar estaba impresionado por la profundidad de conocimientos y la pasión que Sebastian mostraba, aun después de haberse retirado de la Fórmula 1.

—Así que, en Zandvoort, el viento puede cambiar mucho entre la clasificación y la carrera —explicaba Sebastian, gesticulando con entusiasmo—. Debes estar preparado para ajustar el balance del coche, especialmente en la curva de Tarzán. — le aconseja el alemán.

—Eso es muy útil, Seb —respondió Oscar, tomando notas mentales—. Definitivamente tendré eso en cuenta.— agradece con una tierna sonrisa.

Vivian, la prima de Esteban y Coral, escuchaba atentamente a Sebastian, fascinada por su conocimiento del automovilismo. Con los brazos cruzados y su rostro en el sillón de atrás ella le hacía preguntas sobre los monoplazas y los circuitos, a lo que Sebastian respondía animadamente, disfrutando de la oportunidad de compartir su experiencia.

Por otro lado, Coral estaba absorta en sus pensamientos, con los auriculares puestos y la mirada fija en la ventana. La vista de las montañas nevadas y los pinos cubiertos de nieve debería haber sido reconfortante, pero Coral parecía lejana, sumida en su propio mundo. Giró su atención hacia Oscar, interrumpiendo su conversación con Sebastian.

—¿Trajiste algunos libros para leer? —preguntó, su voz apenas audible por el sonido de los auriculares.

—Sí, traje cinco —confirmó Oscar con una sonrisa—. Sabía que te gustarían, así que los empaqué todos. — le informa sonriente. La ojiverde le sonrió en agradecimiento antes de volver a mirar por la ventana, sus pensamientos perdidos en el paisaje invernal.

Después de algunos minutos de viaje, el autobús finalmente llegó a su destino: una gran cabaña de madera enclavada en la nieve, con vistas panorámicas de los Alpes franceses. La cabaña estaba adornada con luces cálidas y tenía un aura acogedora, pero Oscar no podía evitar sentir que estas vacaciones podrían convertirse en un desafío.

Mientras todos bajaban del autobús y tomaban sus maletas, escucharon un pequeño grito. Vivian había tropezado en la nieve y, justo a tiempo, Sebastian estuvo allí para atraparla. Coral, que observaba la escena, rodó los ojos al cielo.

—Esto será un infierno— murmuró lo suficientemente alto para que solo Oscar escuchará. Oscar le dio un pequeño abrazo, tratando de animarla.

—Lo superaremos juntos, Coral. —dijo con una sonrisa tranquilizadora.

Se encaminaron hacia la cabaña, donde los padres de Coral comenzaron a asignar habitaciones. Esteban y Flavy compartirían una habitación, mientras que Coral y Vivian inicialmente compartirían otra. Sin embargo, Coral se opuso de inmediato a la idea de compartir con Vivian, visiblemente incómoda.

—Preferiría dormir en el sofá que compartir con ella —declaró Coral, cruzando los brazos.

Oscar, viendo la oportunidad de salvar a Coral de la incomodidad, intervino.

—Nosotros podemos compartir una habitación. No es problema para mi— propone salvando a su mejor amiga.

Los padres de Coral aceptaron la propuesta de Oscar, asignando a Vivian una habitación propia y a Sebastian otra.

Una vez en su habitación, Oscar y Coral dejaron caer sus maletas y se lanzaron sobre la cama, ambos mirando el techo con una mezcla de cansancio y resignación.

—Estas vacaciones van a ser eternas, aburridas y difíciles —dijo Oscar, suspirando profundamente.

—Totalmente de acuerdo —concordó Coral, girando la cabeza para mirarlo—. Oye, ¿qué te parece si vamos a Australia cuando esta tortura acabe?— le propone sonriente. El McLaren se incorporó ligeramente, su rostro iluminándose con la idea.

—Sin duda acepto la idea. ¡Será mucho mejor! — agradece sin decirlo pero con su emoción lo demostró.

Se quedaron en silencio unos momentos, cada uno con sus propios pensamientos, hasta que Oscar rompió el silencio con una pregunta.

—¿Sabes por qué tus padres aceptaron que Sebastian viniera al viaje? — inquiere interesado, Coco soltó un suspiro exasperado.

—Es por Vivian. Como ella ya tiene 31 años, buscan a cualquier hombre soltero, rico y famoso para juntarla con él. Pero no será Sebastian, eso te lo aseguro. — le cuenta y le promete para suspirar al final.Oscar sonrió, asintiendo.

—Te ayudaré a que eso no pase.— le extiende su apoyo.

Ambos se miraron, sabiendo que su misión durante estas vacaciones sería mantener a Sebastian lejos de Vivian, un plan que les daría una meta para concentrarse en medio de lo que ambos consideraban un viaje tedioso.

Oscar se acomodó en la cama, mirando a Coral con una sonrisa cómplice.

—Bueno, al menos tendremos algo para mantenernos ocupados. Será un desafío interesante. — le hace ver un lado positivo de todo eso. Coral asintió, devolviéndole la sonrisa.

La complicidad entre ellos se sentía palpable, y sabían que, aunque las vacaciones prometían ser complicadas, al menos enfrentarían las dificultades juntos, como siempre lo habían hecho.

La cena esa noche fue un festín cálido y acogedor, con platos tradicionales franceses que llenaban la mesa de la gran cabaña. Aunque todos estaban disfrutando de la comida, Oscar y Coral no podían evitar interferir para tener a Sebastian y Vivian separados, compartiendo miradas cómplices y sonrisas divertidas mientras conversaban con los demás. Las vacaciones apenas comenzaban, pero ya sabían que tendrían una tarea monumental por delante.

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La playa de Tenerife se extendía en una invitación de arena dorada y olas suaves. Madeline se encontraba disfrutando de la brisa del océano, tumbada sobre una toalla junto a Rosy, la madre de Pedri. El sol acariciaba su piel y el sonido del mar combinaba con las risas provenientes de Logan, Pedri, Melissa y Fer, que estaban enfrascados en un animado partido de vóley playa.

—Entonces, Maddie —decía Rosy mientras ajustaba sus gafas de sol—, ¿cómo va tu nuevo trabajo? Me dijeron que es bastante emocionante.— inquiere con interés, realmente quería a Madeline como a una hija, sabiendo que los padres de la pelirroja sentían el mismo cariño por Pedri.

Madeline, que había estado relajada y contemplativa, giró hacia Rosy con una sonrisa.

—¡Oh, va genial! La verdad es que es mucho trabajo, pero me encanta. Estoy aprendiendo un montón sobre la gestión deportiva, y aunque a veces es estresante, creo que estoy en el lugar correcto. — cuenta sin dejar de sonreír. Rosy asintió, claramente satisfecha con la respuesta.

—Me alegra mucho oír eso. Y supongo que estás disfrutando de las vacaciones, ¿verdad? — ahora le pregunta sobre su estancia en la hermosa isla Canaria. La catalana soltó una risa ligera.

—Definitivamente, no podría pedir un lugar mejor para relajarme. — le asegura sin dudarlo.

Mientras conversaban, el teléfono de Madeline vibró sobre la toalla. Al tomarlo, vio que era un mensaje de Coral.

Coral💙

¿Cómo van las vacaciones? 🌴🌞

Madeline sonrió al mensaje y levantó el teléfono para tomar una foto. En el encuadre aparecía Logan saltando para rematar una pelota, mientras Pedri se lanzaba al suelo para salvar el punto. Luego, giró la cámara hacia sí misma, mostrando su cara relajada y el brillante cielo azul de Tenerife.

Madds 📷

 ¡Todo increíble aquí! Logan está jugando con los chicos y yo descansando en la arena. Mira:

Le envió las fotos a Coral, quien respondió rápidamente.

Coral💙

Ojalá estuviera en esa isla contigo. Estoy aburrida en el sofá por cierto. 😒

Madeline se echó a reír, sabiendo cómo Coral debía estar sintiéndose en ese momento.

Madds📷

Bueno, al menos tienes a Sebastian, ¿no? 😉

Coral💙

Supongo que tienes razón. Además, Oscar está aquí, así que no es tan terrible. 

Madeline estaba a punto de responder cuando Logan se acercó corriendo desde la cancha de vóley, su piel bronceada brillando al sol y una sonrisa radiante en su rostro.

—¡Vamos, Maddie! Únete a nosotros, necesitamos otro jugador.— le pide con una mirada inocente.

Al principio, Madeline negó con la cabeza, levantando las manos en un gesto de negación.

—No, no, estoy bien aquí. — le asegura para intentar volver a acostarse.

Pero Logan, con una mirada traviesa, se inclinó y le plantó un beso tierno en los labios. Madeline, riendo, finalmente cedió y tomó la mano de Logan.

—Está bien, está bien, iré —dijo, poniéndose de pie y sacudiendo la arena de su toalla.

Logan sonrió triunfante y tiró suavemente de su mano para llevarla hacia la cancha.

—Podemos estar en el mismo equipo. Así será más divertido. — le sugirió el americano mientras caminaban. Madds, sin embargo, sacudió la cabeza con una sonrisa desafiante.

—No, Logan, siempre estaré en el equipo de Pedri. Es una tradición.— le responde con una sonrisa traviesa.Logan puso una expresión de falsa desaprobación, pero al final se rindió con una carcajada.

—Está bien, como digas. Pero no esperes que te dejemos ganar.— responde un tanto indignado de no jugar con su chica.

En la cancha, los equipos se organizaron. Logan y Melissa formaban un equipo, mientras Pedri y Madeline eran los oponentes. Fer, prefiriendo un descanso, se dirigió a tomar algo bajo la sombrilla, disfrutando del espectáculo.

El partido comenzó con risas y bromas. Melissa intentaba distraer a Pedri con comentarios divertidos mientras Logan hacía lo mismo con Madeline. La pelota volaba de un lado a otro, mientras todos gritaban y reían.

—¡Vamos, Maddie, muéstrales de qué estás hecha! —animaba Pedri mientras ella saltaba para rematar.

La española rió, disfrutando del desafío. Logan, con una sonrisa juguetona, intentaba devolver cada remate con fuerza, aunque de vez en cuando lanzaba miradas cómplices a Maddie, sabiendo que estaba disfrutando del juego tanto como él.

El sol comenzaba a descender, pintando el cielo de tonos rosados y naranjas, y aunque la tarde en Tenerife estaba llegando a su fin, la energía en la cancha de vóley seguía en su apogeo. Los equipos se burlaban amistosamente, y cada punto era motivo de celebración.

Finalmente, después de un último remate de Madeline que le dio el punto ganador a su equipo, todos cayeron en la arena, riendo y jadeando.

—Buen juego, chicos —dijo Pedri, chocando las manos con Logan y Melissa.

Maddie, todavía riendo, se dejó caer junto a Logan, quien la abrazó, ambos disfrutando del momento. La playa de Tenerife, con su arena dorada y su mar tranquilo, era el escenario perfecto para unas vacaciones que prometían ser inolvidables.

Mientras el grupo se levantaba para recoger sus pertenencias y regresar a la casa de los padres de Pedri, Madeline miró a Logan y sonrió, sabiendo que estos momentos juntos eran lo que realmente hacía especial a este viaje. Los recuerdos que estaban creando, bajo el sol canario, serían los que atesorarían por mucho tiempo y tomó la mano del americano, el plantandole un tierno beso en la mejilla continuaron su camino.

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La tarde del jueves en los Alpes franceses se arrastraba con un aire de quietud que parecía tan espeso como la nieve que cubría la tierra. En la gran cabaña, Oscar y Coral estaban tumbados en el sofá, ambos sumidos en un estado de ligera melancolía. Esteban,Flavy, y los padres de los Ocon se habían ido a esquiar desde hace horas, dejándolos a ellos con poco que hacer, no se habían unido al plan ya que Oscar podia correr riesgo de una lesión y la francesa no sabía esquiar.

Coral, en un intento por distraerse, estaba mostrando a Oscar las fotos que Maddie le había enviado desde Tenerife. Imágenes de playas doradas, sonrisas bañadas por el sol, y momentos de pura diversión con Logan, Pedri, y Melissa.

—Mira esto —dijo Coral, pasando la pantalla hacia Oscar—. Están disfrutando tanto. ¿No te encantaría estar ahí ahora mismo? — le pregunta a modo de reproche si se le puede llamar así.

Oscar suspiró mientras miraba las fotos. La vista del océano brillante y las risas congeladas en las imágenes parecían mucho más atractivas que el frío que los rodeaba y sin duda estar disfrutando junto a Maddie sería tocar el cielo para el.

—Definitivamente —respondió Oscar—. Esto es hermoso. Pero, recuerda, el domingo volamos a Australia. Pronto dejaremos atrás este frío. — le recuerda su próximo destino.

Coral asintió, un poco más tranquila ante la perspectiva del calor australiano. Justo en ese momento, Sebastian bajaba las escaleras, su expresión era de un leve aburrimiento.

—¿Qué hacen? —preguntó, inclinando la cabeza hacia el sofá.

—Maddie nos envió fotos de sus vacaciones —dijo Coral, extendiendo su teléfono hacia él—. Míralas.— le invita a ver. Sebastian se acercó, observando las imágenes de Logan y Madeline riendo y disfrutando del sol.

—Parece que realmente lo están pasando bien —comentó, con una sonrisa.

—Sí, ojalá estuviéramos en algún lugar como ese —dijo Coral con un suspiro.

Sebastian asintió en acuerdo, luego echó un vistazo a la ventana que mostraba un paisaje nevado.

—Estoy un poco aburrido aquí. Creo que voy a salir a caminar un poco —dijo, mirando a Oscar y Coral.

Desde la cocina, Vivian apareció de repente, con una sonrisa brillante.

—¡Yo también! —dijo alegremente—. Me vendría bien una caminata.— expresa con intensión para estar con Seb.

Pero antes de que Sebastian pudiera responder, la francesa se levantó rápidamente, lanzando una mirada significativa a Oscar mientras se apresuraba a ponerse sus botas y abrigo.

—Te acompañaré, Seb —dijo ella, asegurándose de estar lista antes de que Vivian pudiera reaccionar.

Sebastian, un poco sorprendido, miró a Oscar, quien asintió con una sonrisa de complicidad.

—Está bien, vamos —dijo finalmente, abriendo la puerta para Coral.

Mientras salían, Vivian se quedó en la cocina con una expresión de ligera decepción y molestia, mirando a Coral y Sebastian desaparecer en el paisaje nevado. Pero el australiano no dudó en convivir con Vivian, le propuso ver una película y ella se tranquilizó aceptando sonriente y agradecida.

El frío aire de la montaña los envolvió cuando empezaron a caminar, el crujido de la nieve bajo sus pies era el único sonido que los acompañaba. Por unos momentos, caminaron en silencio, con el vapor de su respiración formando nubes en el aire helado.

—¿Pensabas que serían mejores estas vacaciones? —preguntó finalmente Sebastian, rompiendo el silencio. Coral lanzó una pequeña risa amarga.

—Seb, Esteban debería haberte advertido. Nuestras vacaciones familiares siempre han sido así: aburridas y sin ninguna chispa de alegría. — responde haciendo una línea con los labios. Sebastian miró a la rubia, con curiosidad.

—¿Por qué es eso? Pensé que las vacaciones familiares serían más... bueno, familiares.— le pregunta sin entender. Coral miró al horizonte nevado, su expresión se suavizó.

—Todo cambió cuando me uní a la F1 y cuando tú y yo... ya sabes, cuando salimos en su momento. Las cosas se volvieron más tensas, menos naturales.— le cuenta finalmente. Vettel se detuvo, tomándola suavemente por la mano.

—Lo siento si algo de eso fue por mi culpa. — se disculpa sintiendose mal por lo que ahora pasaba la ex-piloto. Coral negó rápidamente con la cabeza, una sonrisa suave en sus labios.

—No es culpa tuya. Es simplemente como las cosas se desarrollaron. Me acostumbré a ello.— le intenta quitar la culpa, aunque sus papás dirían que si, que fue por culpa de el.

Continuaron caminando en silencio por unos minutos más, la nieve crujía bajo sus botas. Finalmente, Coral rompió el silencio.

—Seb... —dijo, su voz más suave—, ¿estás interesado en Vivian? — le pregunta sin más.  Sebastian lanzó una risa clara y negó con la cabeza.

—No, Coral. No es mi tipo en absoluto. — le confirma sin rodeos.

Coral se detuvo, girándose hacia él con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

—Entonces, ¿quién es tu tipo?— ahora lanza otra pregunta. El alemán dio un paso hacia ella, su mirada profunda conectándose con la de Coral.

—Eres tú, Coral. Siempre has sido tú. Mi único tipo de mujer eres tú.— admite sin dejar de verla a los ojos.

El mundo alrededor de ellos pareció detenerse mientras se miraban a los ojos, la nieve cayendo suavemente a su alrededor. Lentamente, como si todo en la naturaleza los empujara, se inclinaron el uno hacia el otro y se besaron, un beso lleno de pasión reprimida y anhelos antiguos. Cuando se separaron, el aliento de ambos formaba nubes en el aire helado, pero sus corazones estaban cálidos. El ex-piloto, con una expresión de conflicto, habló primero.

—No me siento bien besándote mientras estás con Oscar. — admite sintiendose mal por hacerlo. Coral sonrió, negando rápidamente y tomando su rostro entre sus manos.

—No te preocupes. Oscar y yo no somos una pareja real. Es... complicado, pero básicamente es por conveniencia. Somos amigos, nada más. — le confiesa con una voz suave.

Sebastian pareció aliviado, y la atrajo hacia él para otro beso, esta vez sin reservas.

Tomados de la mano y con sonrisas genuinas, regresaron a la cabaña mientras la noche comenzaba a caer.

Al abrir la puerta, encontraron a todos reunidos en la sala. Había una atmósfera de alegre anticipación, y al girar la esquina, vieron a un hombre alto con piel clara, ojos azules brillantes, y cabello cenizo rubio. Al ver a Coral, su rostro se iluminó con una sonrisa coqueta.

—Vincent —dijo Coral, sus ojos brillando de sorpresa y alegría. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él y se lanzó en sus brazos.

—¡Ma chèrie, Cori! —exclamó Vincent Chavanges, un reconocido empresario francés y amigo del padre de Coral, besándola en la mejilla con familiaridad.

Sebastian, al ver la escena, tensó la mandíbula, sus ojos se oscurecieron con un destello de incomodidad. Conocía a Vincent, recordaba cómo había tenido que luchar por el amor de Coral para alejarla de ese hombre, el primer amor de Coral. El reencuentro reavivaba esos sentimientos antiguos y tensos.

Mientras Coral y Vincent charlaban animadamente, Sebastian se quedó al margen, observando con una mezcla de preocupación y celos. Oscar, notando la tensión en Seb, se acercó y le dio una palmadita en la espalda.

—No te preocupes, Seb. — murmuró el McLaren en voz baja.

Seb asintió, aunque no pudo evitar mirar a Vincent con una mezcla de recelo y determinación. El invierno en los Alpes, que había comenzado como unas vacaciones aburridas, prometía volverse mucho más complicado y emocionalmente cargado para todos ellos.

Vincent y Coral estaban sentados en un rincón acogedor de la gran sala de la cabaña, rodeados por la cálida luz de la chimenea que parpadeaba y proyectaba sombras danzantes en las paredes de madera. La conversación fluía entre ellos como un río lleno de recuerdos compartidos y risas suaves. Vincent, con su carisma natural, lanzaba comentarios coquetos que hacían reír a Coral, llenando la sala con un aire de complicidad y nostalgia.

—Recuerdo aquella vez en París, cuando nos escabullimos del evento y terminamos en ese pequeño café cerca del Sena —dijo Vincent, su sonrisa llena de picardía—. Te reíste tanto que casi te caes de la silla. — continúa recordando.
La rubia rió, asintiendo mientras sus ojos brillaban con la memoria.

—¡Cómo olvidarlo! Fue una de las noches más divertidas de mi vida. —Le miró con afecto—. Siempre has sabido cómo hacer que todo sea más emocionante, Vincent.— le asegura con una tierna sonrisa.

El aire se llenó de una tensión palpable mientras Vincent se inclinaba un poco más cerca, su mirada fija en Coral.

—Y siempre he sabido cómo sacarte una sonrisa —dijo suavemente, sus ojos nunca dejando los de ella.

Coral sonrió, sintiendo una mezcla de calidez y nerviosismo bajo su mirada. Había algo en Vincent que siempre la había atraído, una especie de magnetismo natural que la hacía sentirse viva. Decidieron salir al porche, buscando la frescura del aire nocturno y el silencio de la nieve cayendo suavemente alrededor.

En el porche, la vista de los Alpes se desplegaba ante ellos, las montañas y los pinos cubiertos de una capa de blanco puro que reflejaba la luz de la luna. Se apoyaron en la barandilla, hablando en susurros que se mezclaban con el crujido de la nieve bajo sus pies.

—La vista aquí es realmente impresionante —dijo Coral, abrazándose a sí misma contra el frío.

Vincent, sin perder el ritmo, pasó un brazo alrededor de sus hombros, atrayéndola suavemente hacia él.

—Lo es, pero no tan impresionante como tú —murmuró, su voz suave y cercana—. Siempre has sido lo más hermoso en cualquier lugar al que fuéramos. — admite con una sonrisa del lado.

Coral sintió un rubor en sus mejillas mientras Vincent la miraba con esos ojos azules intensos. Se acurrucó más cerca de él, disfrutando del calor de su abrazo y de la familiaridad reconfortante de estar con alguien que conocía tan bien. Se sentía atrapada en una burbuja de comodidad y recuerdos compartidos, como si el resto del mundo hubiera dejado de existir.

Mientras tanto, dentro de la cabaña, Sebastian estaba sentado en una de las sillas cerca de la chimenea, tomando un chocolate caliente que parecía perder su sabor con cada sorbo. Oscar y Esteban charlaban sobre la próxima temporada de F1, pero Sebastian apenas prestaba atención. Sus ojos seguían desviándose hacia la puerta, observando con una mezcla de celos y tristeza la interacción entre Coral y Vincent en el porche.

—Oye, Seb, ¿estás bien? —preguntó Oscar, notando su distracción.

Sebastian se obligó a centrarse en la conversación, aunque su mirada seguía volviendo al porche.

—Sí, solo... solo pensando en algunas cosas. —Intentó esbozar una sonrisa, pero el esfuerzo fue evidente.

Esteban, que estaba más centrado en la conversación, lanzó una mirada curiosa a Sebastian antes de continuar hablando sobre las estrategias de carrera y los próximos desafíos.

En ese momento, Sebastian oyó la conversación proveniente de la cocina, donde los padres de Coral y Esteban charlaban mientras preparaban algo de comida.

—Vincent es un hombre realmente impresionante —dijo Sabrine, la madre de Coral—. Siempre he pensado que él y Coral hacen una pareja perfecta. Es mayor, pero es maduro y responsable. Y además, tiene un gran corazón. — expresa la francesa. Laurent, el padre de Coral, asintió.

—Estoy de acuerdo. Prefiero a Vincent para Coral. Es alguien que la comprende y sabe cómo cuidarla. Es mucho mejor opción que Sebastian. No es que Seb sea malo, pero Vincent tiene todo lo que nuestra hija necesita. — concuerda y expresa a su mujer el empresario.

Cada palabra fue como un puñal en el corazón de Sebastian. La tristeza lo invadió al escuchar cómo los padres de Coral preferían a Vincent sobre él. Sus dedos se apretaron alrededor de la taza de chocolate, sintiendo una punzada de impotencia. Oscar, al notar el cambio en la expresión de Sebastian, se inclinó hacia él con preocupación.

—Seb, ¿qué pasa? —preguntó suavemente, siguiendo la dirección de la mirada de Sebastian hacia la cocina.

Sebastian, con la mandíbula tensa, sacudió la cabeza.

—Nada... Solo... solo recordando cosas. —Intentó suavizar su expresión, pero los ojos tristes delataban su verdadero estado.

Oscar, comprendiendo sin necesidad de más palabras, le dio una palmadita en el hombro, intentando ofrecerle un poco de consuelo en medio de la tormenta de emociones que claramente lo abrumaba.

En el porche, ajenos a la tensión que se acumulaba dentro, Vincent y Coral continuaban charlando, envueltos en su propia burbuja de recuerdos y conexiones pasadas. Coral sentía una mezcla de confusión y nostalgia mientras Vincent la mantenía cerca, su presencia sólida y familiar, su voz un ancla en la noche invernal.

—A veces, desearía que las cosas hubieran sido diferentes —dijo Vincent, su voz suave y sincera—. Que nunca te hubiera dejado ir. — susurra sin dejar de verla.

Coral lo miró, sus ojos encontrándose con los de él en un momento de vulnerabilidad compartida. Estaban cerca, tan cerca, pero a la vez, algo en su interior sabía que su corazón ya estaba comprometido de una manera que Vincent no podía alcanzar. El beso de Sebastian, el calor en sus palabras y su toque, todo eso era algo que Vincent, por más encantador que fuera, no podía igualar.

Pero, por el momento, la burbuja seguía manteniéndolos unidos, aislados del frío y de las complicaciones que esperaban dentro de la cabaña.

Continuará..............................

Estás vacaciones tienen más drama que los Grandes Premios JAJAJA.

¿Creen que las vacaciones para Coral y Oscar mejorarán?.

¿Deberíamos saber más sobre la relación pasada de Vincent y Coral y porque Seb lo detesta?.

¿Creen que ahora Madeline tenga sus pensamientos claros sobre con quien desea estar?.

Aquí les dejó una idea de como es Vincent, escúchenlo hablar francés y andarán igual de tontas como Coral AJAJAJA. (Si, Coral tiene un tipo de hombre, mayores )

SIN MÁSSSSSSSSSSSSSSSS.

NOS LEEMOS PRONTOOOOOOOOO, BESOSSSSS.

<3

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