𝟏𝟐 𝐋𝐚𝐩


Bye-bye
And boy, bye
It's over, it's over, oh yeah
This ain't the first time I've been hostage to these tears
I can't believe I'm finally movin' through my fears
At least, I know how hard we tried, both you and me


Madeline abrió lentamente los ojos, ajustándose a la luz suave que se colaba por las cortinas de su habitación en Barcelona. El familiar y reconfortante olor a colonia masculina la envolvía, provocando una sonrisa instantánea en su rostro. Recordó que se había quedado dormida con una de las camisetas de Logan, una prenda que él le había dado, y que aún mantenía su aroma.

Deslizándose de la cama, se dirigió hacia la cocina. Allí, la sorprendió una vista poco común: Anya, Cassandra, y Frenkie sentados a la mesa, disfrutando de un desayuno. La escena era tan extraña como cálida, evocando la imagen de una familia feliz y unida.

—¿Frenkie? —Madeline se detuvo en el umbral, sus ojos recorriendo la mesa con curiosidad y sorpresa. —¿Qué estás haciendo aquí?— inquiere aún sorprendida. 

Anya, con un brinco lleno de entusiasmo, corrió hacia Madeline, abrazándola con fuerza.

 —¡Tía Maddie! ¡Te extrañé muchísimo!— expresa ignorando la pregunta de su tía.  La catalana devolvió el abrazo con cariño, su corazón se llenaba de ternura. 

—Yo también te extrañé, pequeñita. Te traje algunos regalitos de Reino Unido.— le comenta e informa con una dulce sonrisa.  Anya soltó un grito de alegría, dando saltitos alrededor de su tía. 

—¡Gracias, tía! ¡No puedo esperar para verlos!— grita con emoción. 

Cassandra, sentada al otro lado de la mesa, se aclaró la garganta, atrayendo la atención de Madeline. 

—Bueno, hermana, parece que te has perdido algo mientras estabas fuera.— comenta intentando ver la manera de decirle que hace Frenkie en la casa. 

En ese momento, Evangeline bajó las escaleras, luciendo una camiseta de Red Bull que le quedaba grande y unos pantalones de Snoopy. Al ver a Frenkie, se detuvo en seco. 

—Frenkie, ¿Qué carajos haces aquí tan temprano?— inquiere mientras bosteza un poco al final, pero el enojo sin lugar a dudas resonó en su tono de voz. 

Cassandra, con su acostumbrada astucia, levantó una ceja, observando las camisetas holgadas que tanto Madeline como Evangeline llevaban. 

—Bueno, bueno, parece que las chicas tienen más ropa de la F1 que de fútbol . ¿Qué ocurre aquí? — inquiere con ese tono de voz autoritario pidiendo una explicación. 

Madeline y Evangeline intercambiaron miradas cómplices antes de reír. Frenkie aprovechó la pausa para intervenir con una sonrisa.

 —En realidad, estoy aquí para planear algo especial. Queríamos organizar un viaje familiar, y pensé que la hora del desayuno sería ideal para discutirlo.— expresa con un tono de alegría, algo que sorprendió a las Zomer. 

—¿Un viaje familiar? —Los ojos de Madeline se agrandaron, llenos de sorpresa. —¿Hablas en serio?— sigue preguntando aún sorprendida. 

 —Sí, Maddie. Frenkie sugirió que podríamos pasar unos días juntos, como en los viejos tiempos. Pensamos que sería bueno para todos, especialmente para Anya.  — Cassandra asintió, su expresión se suavizó.

Anya, que hasta ese momento estaba escuchando con expectación, saltó emocionada.

 —¡Sí! ¡Podemos ir a la playa y hacer un montón de cosas divertidas! — expresa sin dejar de sonreír.

Evangeline, cruzando los brazos y apoyándose en la barra de la cocina, comentó con una sonrisa irónica. 

—Bueno, eso sí es una sorpresa. ¿Así que van a ser una familia unida de nuevo? — pregunta sin dejar de que esa ironía desapareciera de ella.  El neerlandés con una mirada decidida, respondió. 

—Solo quiero pasar más tiempo con Anya y con Cass,  Creo que un viaje nos haría bien. — responde, pero sin convencer mucho a Madds. 

 —Bueno, si tu lo dices — responde para encaminarse a la cocina y comenzar a cocinar, su hermana Eva le siguió segundos después.  La menor de las Zomer , aún procesando la noticia, se inclinó hacia Madeline.  

—Esto es grande. ¿Quién hubiera pensado que Frenkie aún tiene esa chispa de querer reconectar con Cass? — le susurra pero sin desaparecer esa duda en su rostro. 

—Sí, es sorprendente. Pero hasta que los cerdos vuelen, yo no me fio. — Madeline asintió, su mente trabajando a toda velocidad.

—Estaba pensando en un destino con playas, tal vez alguna villa tranquila donde podamos relajarnos y disfrutar del tiempo juntos.— escuchan las hermanas que continúa planeando Frenk, ambas se miraron con gracia. 

 —Podría ser perfecto. Creo que todos necesitamos esto.— concuerda Cassandra, mientras que a lo lejos Eva y Maddie ruedan los ojos.  En ese momento, Evangeline decidió cambiar de tema, tal vez para aligerar el ambiente. 

—Por cierto, Maddie, ¿te gustaría ir a comprar algunas cosas conmigo más tarde? Gavi y Fermín se unirán también.— le pregunta con una dulce sonrisa la fisioterapeuta. 

—Claro, me encantaría. Necesito salir y distraerme un poco.— concuerda ascendiendo la cabeza. 

La conversación fluyó hacia los planes para el día, y la cocina se llenó de un cálido ambiente familiar. Mientras tomaban sus tazas de café, Madeline sintió una mezcla de gratitud y anticipación por lo que el día y las sorpresas recientes podrían traer.

(..............)

La tarde caía con una suave luz dorada sobre Barcelona, mientras Madeline y Evangeline se acomodaban en la parte trasera de una camioneta. Fermín estaba al volante, y Gavi ocupaba el asiento del copiloto, manejando a través de las calles con la familiaridad de un amigo de toda la vida. Las risas y las bromas llenaban el aire, creando una atmósfera de camaradería y recuerdos compartidos.

—¿Se acuerdan de como nos conocimos? —dijo Gavi, girando ligeramente en su asiento para mirar a las chicas. —Jugando fútbol en la cancha de entrenamiento, y Eric apareció de la nada con ustedes dos tímidas— recuerda a la perfección el Sevillano.  Madeline sonrió, su mente viajando atrás en el tiempo. 

—Sí, parecíamos tímidas, pero luego nos soltamos un poco. Terminamos formando equipos y jugamos hasta que se hizo de noche.— sigue relatando con una sonrisa la catalana.  Evangeline se echó a reír, golpeando suavemente el asiento frente a ella.

 —¿Y qué hay de las tardes de cine? Siempre elegía las películas más raras, pero nos encantaba ir. No sé cómo lograba convencernos para ver esas cosas.— recuerda otra situación la menor.  Fermín, sin apartar los ojos de la carretera, añadió con una sonrisa nostálgica. 

—¿Recuerdan cuando nos colamos a ver esa película de terror?, Evie se asustó tanto que derramó todas las palomitas en el suelo. Creo que nunca había visto a alguien tan pálida— relata ahora el 16 del Barcelona.  Madeline y Gavi soltaron una carcajada al unísono, recordando vívidamente esa noche.

Finalmente, llegaron al supermercado, un destino que prometía tanto lo mundano como lo divertido. Los cuatro entraron, al principio con la intención de hacer compras serias. Recogieron pan, quesos, frutas, y otras provisiones, discutiendo sobre qué tipo de salsa sería mejor para la pasta.

Pero, a medida que avanzaban por los pasillos, la seriedad se desvaneció. Fermín y Evangeline, con la misma energía traviesa de cuando eran adolescentes, comenzaron a bromear. Fermín se lanzó a una carrera improvisada por el pasillo de las golosinas, deslizándose por el suelo, mientras Evangeline lo perseguía con una caja de cereales. Madeline y Gavi se quedaron observando, sacudiendo la cabeza con una mezcla de diversión y resignación.

—Deberíamos intentar parecer adultos responsables —dijo Gavi, aunque su sonrisa delataba su complicidad en las travesuras.

—¿Para qué? —respondió Madeline con una risa, su espíritu juvenil reavivado por la escena. —Esto es mucho más divertido.— expresa sin dejar de sonreír. 

Después de llenar el carrito con una mezcla de alimentos esenciales, golosinas y cervezas, se dirigieron a la caja. La cajera los observó con una ceja levantada mientras escaneaba la variada selección, pero los cuatro amigos apenas notaron la mirada, inmersos en su burbuja de risas y recuerdos.

Cargaron la camioneta y decidieron dirigirse a un lugar especial, el mirador en Barcelona. Al llegar, el lugar les recibió con su imponente vista de la ciudad iluminada por la luz tenue del atardecer, reflejando un mosaico de colores cálidos.

Fermín sacó un balón de fútbol del maletero, y pronto comenzaron a jugar en el área despejada cerca del mirador. Pasaron, driblaron, y rieron, moviéndose con la facilidad de quienes han jugado juntos desde siempre. La vista, el juego y la compañía crearon un cuadro perfecto de amistad y nostalgia.

Después de un rato, se sentaron en el suelo, disfrutando de las golosinas y las cervezas que habían comprado. Recordaron historias de su juventud, risas compartidas y momentos que habían definido su amistad. Madeline se recostó en el césped, mirando el cielo que se oscurecía lentamente, sintiendo una mezcla de alegría y melancolía.

—Parece que fue ayer cuando hacíamos estas cosas todo el tiempo —dijo Evangeline, su voz teñida de nostalgia.

—Sí —asintió Fermín, tomando un trago de su cerveza. —Pero ahora están todas ocupadas con la F1, viajando por el mundo.— expresa con cierta queja el rubio. 

—A veces, extraño estos momentos más tranquilos —admitió Madeline, su mirada perdida en la distancia. Gavi se levantó, extendiendo una mano hacia Madeline. 

—Entonces, hagamos esta noche memorable.— le promete con una dulce mirada. 

Madeline tomó su mano, y pronto los cuatro estaban de pie, bailando en parejas bajo las estrellas. Fermín sacó su teléfono y puso "New Romantics" de Taylor Swift, y la música llenó el aire nocturno. La voz de Taylor Swift resonó, proporcionando el fondo perfecto para su improvisado baile. 

"Cause baby I could build a castle Out of all the bricks they threw at me And every day is like a battle But every night with us is like a dream..."

Madeline bailaba con Gavi, mientras Evie se reía con Fermín, sus movimientos sincronizados con la melodía, sus risas mezclándose con la música. Cada paso, cada giro, estaba lleno de la magia de una amistad profunda y duradera.

La escena continúa con ellos aún bailando, las luces de la ciudad parpadeando a lo lejos. La música, las risas, y el eco de un pasado compartido se mezclaron en el aire, creando un cierre perfecto para una noche que era tanto una despedida como una celebración de su vínculo eterno. Fermín levantó su botella de cerveza, ofreciendo un brindis improvisado. 

—Por los viejos tiempos y los nuevos comienzos. Que siempre tengamos un lugar donde regresar, y recuerdos para atesorar.— dice la razón para brindar. 

Madeline, sintiendo una lágrima de emoción rodar por su mejilla, levantó su botella en respuesta. 

—Por nosotros. Siempre.— concuerda para los cuatro finalmente darle un sorbo a la botella de cerveza.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.)

Era una tarde tranquila en la casa de Oscar Piastri. Los rayos del sol se colaban suavemente por las ventanas, iluminando los pasillos silenciosos. Oscar, con una expresión de concentración en el rostro, se encontraba en el cuarto de limpieza, buscando productos para una tarea que había postergado durante mucho tiempo.

Justo en ese momento, Coral apareció en la puerta, disfrutando de un helado de vainilla. Ella levantó una ceja al ver a Oscar con un cubo de limpieza y algunos trapos.

—¿Qué estás haciendo, Oscar? —preguntó Coral, lamiendo su helado.

—Voy a limpiar las bodegas en el segundo piso —respondió él con una leve sonrisa, aunque sus ojos brillaban con un entusiasmo que Coral no entendió del todo.

Coral se encogió de hombros, restándole importancia, y continuó su camino hacia la sala, mientras Oscar subía las escaleras con su equipo de limpieza.

Al llegar al segundo nivel, se detuvo frente a una puerta cerrada con llave. Tomó una respiración profunda, sacó una pequeña llave de su bolsillo y la giró en la cerradura. Al abrir la puerta, un chorro de luz solar inundó la habitación, revelando una estancia decorada con tonos suaves de rosa y blanco.

Era una habitación para niñas. Una cama pequeña con sábanas de princesas y una cuna adornada con delicadas cortinas rosadas ocupaban el espacio. Oscar sonrió, imaginando los escenarios que había soñado: risas infantiles, juegos, y momentos de ternura. Pasó un trapo por las estanterías llenas de juguetes y libros infantiles, asegurándose de que todo estuviera perfecto.

Después de limpiar el suelo y las superficies, se dirigió a la siguiente habitación. Abrió la puerta con cuidado, revelando una habitación decorada en tonos de azul y verde, con temática de monoplazas de Fórmula 1. Esta habitación era para niños. Contaba con una cuna similar y una cama pequeña, junto con decoraciones de coches y circuitos. Oscar pasó sus manos por los pequeños juguetes y las decoraciones, imaginando a dos pequeños  jugando y creciendo en esa habitación. Sus pensamientos, sin embargo, estaban teñidos de imágenes de Madeline, viendo cómo ella encajaba en esos escenarios familiares.

Al terminar, dejó todo en su lugar y bajó al primer piso en busca de Coral. La encontró en la sala, viendo la televisión.

—¿Quieres ir al centro comercial? —preguntó Oscar con una sonrisa. —Quiero comprar algunas cosas.— dice evadiendo su verdadera razón.  Coral, sorprendida por la propuesta, sonrió ampliamente. 

—¡Claro, me encantaría!— acepta una francesa encantada. 

Poco después, se encontraban en el centro comercial. Oscar, con una sonrisa contenida, llevó a Coral a varias tiendas, comprándole ropa de moda, una bolsa de diseñador y maquillaje. Coral no paraba de sonreír, agradecida y emocionada por los regalos.

—Gracias, Oscar. Esto es increíble —dijo Coral, sosteniendo una bolsa de compras. Oscar se rascó la nuca. 

—De nada Coco. Oye, ¿te molestaría si vamos a ver ropa de bebés? Hay una tienda que me gusta mucho.— expresa un tanto nervioso.  Coral lo miró, arqueando una ceja.

 —¿Ropa de bebés? Bueno, claro, no hay problema.— acepta al final sin decir otra cosa. 

Se dirigieron a la tienda, donde Oscar se sumergió en el mundo de los pequeños atuendos. Cada prenda parecía encantarlo más que la anterior. Seleccionó varios conjuntos tanto para niña como para niño, y algunos juguetes que consideró adorables. Coral, aunque sorprendida, también eligió algunas prendas y juguetes, disfrutando de la experiencia.

Mientras pagaban, la cajera, con una amplia sonrisa, los felicitó.

 —¡Felicidades a ambos! ¿Cuándo esperan al bebé?— expresa con una emoción genuina mientras cobraba cada pieza y juguete.  Oscar, sorprendido, negó con la cabeza, sonrojándose. 

—Oh, no, no es eso. Solo...vi en la página que actualizaron prendas.  No estamos esperando.— responde nervioso el Australiano.  La cajera, avergonzada, se disculpó rápidamente. 

—¡Oh, lo siento mucho!— dice con cierta vergüenza. 

Coral y Oscar rieron nerviosamente mientras salían de la tienda. Decidieron pasar a comprar la cena antes de regresar a casa.

Una vez de vuelta en casa, se sentaron en la sala para cenar. La conversación era ligera, aunque ambos estaban un poco inquietos por la confusión en la tienda. Mientras comían, el teléfono de Oscar vibró con varios mensajes.

Frunciendo el ceño, lo sacó y abrió la aplicación de Twitter, donde encontró una publicación que se estaba viralizando. 

Coral, viendo la expresión en el rostro de Oscar, también revisó su teléfono y encontró la misma publicación. Ambos se miraron con una mezcla de asombro y nerviosismo.

—Tenemos que aclararlo —dijo Oscar, tomando su teléfono para comentar en la publicación.  Coral hizo lo mismo, añadiendo su comentario

Después de unos minutos, la situación se calmó un poco, aunque ambos seguían nerviosos. Coral miró a Oscar con una sonrisa forzada.

—Bueno, al menos ahora sabemos lo rápido que pueden correr los rumores.— expresa la rubia riendo un poco.  Oscar asintió, riendo suavemente.

 —Sí, es cierto. Pero... fue divertido, ¿no?— trata de alivianar el ambiente.  Coral sonrió, sintiéndose más relajada. 

—Sí, lo fue. Gracias por el día de hoy, Oscar. Fue realmente especial.— agradece sin dudarlo por el tiempo que ambos convivieron. 

Oscar le devolvió la sonrisa, aunque su mente seguía divagando entre las imágenes de las habitaciones de arriba y los pensamientos no resueltos sobre Madeline. 

—De nada, Coral. Estoy feliz de que hayas disfrutado.— responde dulcemente el piloto de Mclaren.

La cena continuó en un tono más ligero, y la noche se fue cerrando con una sensación de complicidad y nuevos planes por venir. Pero para Oscar, las habitaciones en el segundo piso permanecían en su mente, como un recordatorio de sueños futuros que todavía esperaba ver realizados.

El aroma dulce de la masa de pastel llenaba la cocina de Pau. Evangeline mezclaba los ingredientes en un bol, tratando de enfocarse en la tarea frente a ella mientras su mente se debatía entre las palabras que necesitaba decir. Pau, su novio, sonreía despreocupado, concentrado en cortar algunos frutos secos para añadir a la mezcla.

—Creo que deberíamos agregar un poco más de nueces, ¿no crees? —preguntó Pau, mirándola con su habitual calidez.

Evie asintió distraídamente, sus manos temblorosas mientras continuaba mezclando. Tomó una respiración profunda, buscando el valor para abordar el tema que había estado evitando.

—Pau... —comenzó, su voz apenas un susurro. Pau levantó la vista, captando el tono en su voz. 

—¿Qué sucede, cariño?— inquiere interesado.  Evie tragó saliva, su corazón martillando en su pecho. 

—Hay algo de lo que quiero hablar contigo. Es... importante.— dice sin saber como iniciar. 

Pau dejó el cuchillo y la tabla de cortar a un lado, su expresión se tornó seria. 

—Estoy escuchando.— le da la palabra sin más.  Ella respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos. 

—He estado pensando mucho últimamente... y creo que lo mejor para ambos es que terminemos.— expresa sin más rodeos. 

Las palabras cayeron pesadas en el aire. Pau parpadeó, claramente impactado. 

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?— cuestiona sin entender.  Evangeline bajó la mirada, sus dedos jugando nerviosamente con la cuchara de madera. 

—Hay muchas razones. Una de las principales es el odio que recibo en las redes sociales por nuestra diferencia de edad. No es justo para ti, ni para mí. Es desgastante.— inicia exponiendo la razón más principal  Pau se acercó, tomando sus manos con suavidad. 

—Podemos manejar eso juntos, Evie. No me importa lo que digan los demás.— intenta hacerle ver. Ella apartó la mirada, mordiéndose el labio. 

—Lo sé, Pau, pero no es solo eso. Mi trabajo... pronto empezaré a viajar más por todo el mundo. Estaré fuera por largos períodos, y no quiero que sientas que te estoy dejando atrás. No quiero que nuestra relación se convierta en una carga para ninguno de los dos.— le hacer ver la siguiente razón.   Pau la miró con tristeza, sus ojos reflejando la profunda conexión que compartían. 

—Podemos intentarlo a distancia. Amo estar contigo, y no quiero perderte por algo que podemos manejar.— intenta salvar su relación.  Eva sintió un nudo en la garganta, luchando contra las lágrimas.

 —Yo también te amo, Pau. Pero creo que esto es lo mejor. Nos estamos engañando si creemos que podemos manejar todo esto sin lastimarnos más.— sigue con su pesimismo. 

La discusión continuó, con ambos exponiendo sus sentimientos y preocupaciones. La tristeza en los ojos de Pau era palpable, y Evie se sentía desgarrada entre sus emociones y la lógica. Al final, sin embargo, llegaron a una dolorosa conclusión: era mejor terminar ahora que enfrentarse a un futuro lleno de incertidumbre y dolor.

Pau, con los ojos brillantes por la tristeza, se acercó a ella, inclinándose para un beso de despedida. Lo que comenzó como un suave y melancólico beso de despedida, rápidamente se intensificó, una desesperada necesidad de aferrarse a lo que tenían por última vez. Sus labios se movieron con urgencia, una mezcla de amor, deseo, y una tristeza profunda por la pérdida inminente.

Mientras se besaban, Evangeline cerró los ojos, tratando de perderse en el momento. Sin embargo, por un fugaz segundo, la imagen de Checo apareció en su mente. Una chispa de malestar recorrió su cuerpo, pero ella se aferró a Pau, profundizando el beso para intentar borrar la intrusa imagen de su mente.

Finalmente, sin decir una palabra más, ambos se dirigieron a la habitación de Pau, buscando consuelo en la intimidad de su despedida. Aunque la catalana intentaba centrarse en el momento con Pau, la sombra de Checo seguía acechando en el fondo de su mente. Aun así, permitió que la calidez de Pau la envolviera, intentando desesperadamente aferrarse a los últimos fragmentos de lo que habían compartido, y entregarse por última vez, antes de que dieran fin a una relación de varios años.

La habitación de Cassandra se inundaba de luz, reflejando el brillo en la pantalla de su teléfono. Sus manos temblaban ligeramente mientras leía una y otra vez el correo que acababa de recibir de la Fórmula 1. Un contrato hasta el fin de la temporada como entrevistadora junto a Olivia Fines. Era una oportunidad de oro, un verdadero sueño para ella. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de emoción y nerviosismo.

Mientras procesaba la oferta, su teléfono sonó, sacándola de sus pensamientos. Al mirar la pantalla, su expresión cambió a una de asombro al ver el nombre que aparecía: Max Verstappen. Respondió con cautela.

—Hola, Max —dijo, su voz llena de curiosidad.

—Hola, Cass —respondió Max con su tono característico, una mezcla de formalidad y un toque juguetón. —Me alegra escuchar tu voz. Escucha, me enteré de que te han ofrecido un contrato hasta fin de temporada. ¿Qué piensas al respecto?— expresa e inquiere al final.  Cassandra, sorprendida de que Max estuviera al tanto de su situación, vaciló un momento. 

—Sí, lo estoy considerando. Es una gran oportunidad, pero...— estaba por explicar sus razones, pero Max la interrumpió suavemente. 

—Sé que es una decisión importante. Solo quería decirte que realmente espero que aceptes. Extrañé verte en los últimos grandes premios, y creo que serías una adición fantástica para el equipo.— le hacer ver la gran falta que le a echo, llámenle capricho pero cuando Max quiere algo, siempre lo termina ganando.  Cassandra sintió un rubor en sus mejillas, una mezcla de orgullo y algo más, una conexión inexplicable. 

—Gracias, Max. Eso significa mucho para mí.— agradece dulcemente la catalana. 

—Lo digo en serio, Cass. Eres excelente en lo que haces. Solo quería asegurarme de que lo sabes —continuó Max con una leve nota de coqueteo en su voz.

 —Lo consideraré seriamente. Gracias por la llamada. —Ella sonrió, sintiendo una chispa de emoción. 

—De nada. Espero verte pronto en el paddock —dijo Max antes de despedirse.

Y lo que realmente sucedía, es que Max al no verla en el los 2 anteriores grandes premios, investigó y preguntó que había pasado con Cass, a lo que le explicaron que ella únicamente cubrió ese fin de semana a la otra reportera que estaba enferma, y es ahí donde Max puso manos a la obra, encontrando la manera de ofrecerle a Aurora, un puesto como reportera en el deporte de Tenis, en donde se desenvolvía mejor Aurora, a lo que Aurora aceptó rápidamente, dejando esa vacante y  Verstappen con sus encantos interfirió para que le extendieran la plaza a Cassandra. 

Colgó el teléfono y se dirigió al jardín, donde Frenkie y Anya jugaban, sus risas llenando el aire. Cass llamó a Frenkie con un gesto, y ambos se encaminaron hacia la sala, dejando a Anya disfrutar de su juego.

En la sala, Cassie se sentó frente a Frenkie, su expresión seria. 

—Frenk, necesito hablar contigo sobre algo importante. Me han ofrecido un contrato hasta fin de temporada con la Fórmula 1 como entrevistadora. Es una gran oportunidad para mí, pero también implica estar de viaje con frecuencia.— suelta sin más, efectivamente, era algo de las Zomer decir las cosas así sin más.  Frenkie, que había estado sonriendo hasta ese momento, frunció el ceño. 

—¿Qué significa eso para Anya y para nosotros?— inquiere dudoso.  Cassandra respiró hondo, preparándose para la conversación que sabía sería difícil.

 —Significa que Anya vendría conmigo a algunos de los viajes, pero también pasaría tiempo contigo aquí. Quiero asegurarme de que ambos tengamos tiempo con ella, pero también quiero aprovechar esta oportunidad profesional.— responde de manera madura.  El neerlandés se cruzó de brazos, su tono se tornó más defensivo. 

—No me gusta la idea de que Anya esté yendo y viniendo todo el tiempo. Necesita estabilidad, y no quiero estar lejos de ella.— le hace ver demostrando un poco de madurez el también. Cassandra lo miró con determinación. 

—Frenkie, esto es importante para mí. Es una oportunidad que he estado esperando durante mucho tiempo. Podemos trabajar juntos para encontrar un equilibrio que funcione para todos.— intenta buscar una solución al final.  Frenkie sacudió la cabeza, claramente frustrado. 

—¿Y qué pasa con mi tiempo con Anya? No quiero ser un padre a medias, viéndola solo cuando tu trabajo lo permita. Esto no es justo para mí ni para ella.— responde como si fuera el mejor padre de España, Cass lanzó una risa amarga negando con la cabeza.

—Pero si padre a medias siempre has sido— contesta con determinación. 

La discusión se intensificó, con ambos levantando la voz mientras expresaban sus preocupaciones y frustraciones. Anya, que había entrado en la casa buscando a sus padres, se quedó en el umbral, sus ojos grandes y preocupados mientras escuchaba la conversación. La pelinegra  notando la presencia de su hija, trató de mantener la calma. 

—Frenkie, esto no es solo sobre mí. Es una oportunidad que también puede beneficiar a Anya, ofreciéndole experiencias y aprendizaje. Podemos encontrar una manera de hacerlo funcionar. — intenta llegar a un acuerdo.  Frenkie exhaló con fuerza, pasando una mano por su cabello en señal de frustración. 

—Cass, no quiero perder a mi hija. No quiero perderte..... Pero siento que esto es una decisión que ya tomaste sin considerar lo que significa para nosotros.— responde dejando notar que aún la ama. Cassandra se levantó, su voz temblando ligeramente. 

—No he tomado ninguna decisión sin pensar en ustedes. Pero necesito que entiendas que esto es importante para mí, y creo que podemos encontrar una manera de hacerlo funcionar juntos.— continúa mediando la situación.

Frenkie la miró intensamente, sus ojos llenos de conflicto. Finalmente se colocó de pie, sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió de la casa, cerrando la puerta con un fuerte portazo que resonó por todo el lugar.

Cassandra se quedó allí, el sonido del portazo reverberando en su mente. Sentía una mezcla de determinación y tristeza mientras miraba a Anya, que la observaba con preocupación.

—Todo estará bien, cariño —dijo Cassandra, tratando de sonreír para calmar a su hija. Pero en su interior, sabía que las cosas no serían tan simples como esperaba.

(.˙✧˖°📷 ༘ ⋆。°.)

Madeline y Evangeline entraban al paddock, el vibrante corazón de la Fórmula 1, mientras el bullicio de motores y el zumbido de conversaciones llenaban el aire. Las dos hermanas caminaban juntas, compartiendo su entusiasmo por estar trabajando de nuevo en el deporte que tanto amaban.

—Es genial estar aquí las tres juntas otra vez, trabajando para la F1 —comentó Maddie, su tono lleno de alegría mientras echaba un vistazo al ambiente que las rodeaba. Eva asintió.

 —Sí, solo desearía que Anya pudiera estar aquí con nosotras. La extrañaré mucho.— expresa con un poco de melancolía la menor de las Zomer. Madeline suspiró. 

—Lo sé, la pequeña hubiera disfrutado de todo esto. Pero con lo idiota que es su padre.... — deja al aire el final. 

Llegaron al box de Red Bull, donde Eva tenía que reportarse. La tensión en su rostro era evidente, y Maddie la observó con preocupación.

—Buena suerte, Eva —dijo Maddie, dándole un abrazo rápido. —Nos vemos después.— se despide su hermana mayor.  

—Gracias. Nos vemos.— se despide con un gesto de desgano la menor. 

En ese momento, Checo  salió de su box, notando a Evie. Se preparó para hacerle un comentario sarcástico, como solía hacer.

—Ey, Eva, ¿qué tal el...?—  Eva lo interrumpió bruscamente, pasando de largo con una mirada fría. 

—Hoy no estoy de humor, Checo.— dice sin más. 

Checo frunció el ceño y luego miró a Maddie en busca de una explicación. Ella rápidamente formó un corazón con sus manos, luego lo separó dramáticamente.

 —Corazón roto.— dijo en susurro. Checo negó con la cabeza, una expresión de pena cruzando su rostro. 

—Eso le pasa por idiota —murmuró antes de marcharse hacia la hospitalidad de Red Bull. Madeline lo observó irse 

—Estos tontos se aman.—  murmuró para sí misma.

Continuó su camino hacia el box de McLaren. Al llegar, vio a Oscar de pie, mirando el ajetreo del paddock con una expresión tranquila. Al verla, sonrió y levantó la mano en un saludo amistoso.

—¡Hola, Maddie! —dijo, su voz llena de calidez. Maddie le devolvió la sonrisa

—Hola, Oscar. ¿Qué dice el futuro padre más importante del paddock? — le devuelve el saludo con cierta gracia al final. Oscar rodó los ojos, claramente exasperado por la broma que había estado circulando.

—Por favor, Maddie, dejemos esa tontería ya. No soy padre ni planeo serlo pronto. — responde sin interés alguno, pero en su interior moría de ganas por serlo. Minutos después Logan se unió a la conversación, con una sonrisa traviesa.

—Hunter o Grace, son buenos nombres para bebés.— es lo primero que dice para reír al final. Maddie fulminó a Logan con la mirada.

—¿De dónde carajos sabes mi segundo nombre? — le cuestiona con cierto enojo. El rubio se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

—Internet, cielo. Es mi fuente confiable.— responde con gracia. La pelirroja rodó los ojos y sonrió de medio lado.

—No deberías confiar tanto en lo que lees en internet.— expresa sin más.

Logan se inclinó y le dio un beso en la mejilla, provocando un leve sonrojo en Madeline y, de manera casi simultánea, una sutil expresión de fastidio en Oscar.

—Vamos, lárgate Logan, deja que Maddie haga su trabajo —intervino Oscar, tratando de mantener la compostura mientras disimuladamente observaba la interacción entre Maddie y Logan.

Logan con un rostro serio se alejó de ellos para ir su trabajo, mientras que Maddie minutos después optó por ir preparando su equipo para las Prácticas Libres 1. Se concentró en la configuración de su cámara, ajustando los lentes y verificando la luz.

Mientras tanto, Oscar se enfocaba en su sesión de prácticas, manejando su coche con precisión y mostrando un buen ritmo en la pista. En su mente, trataba de concentrarse en su desempeño, pero la reciente interacción con Maddie y Logan se repetía en su mente, causando una leve distracción que trataba de ignorar.

Logan, por su parte, se encontraba muy confiado trayendo a su mente a la catalana, claramente encantado con pensar en ella dentro de su monoplaza.

Madeline, ajustando su cámara, tomó una serie de fotos de Oscar en la pista, capturando su habilidad y determinación. La pasión por su trabajo la envolvía, ayudándola a dejar de lado los pequeños dramas personales por un momento y concentrarse en lo que realmente amaba: la fotografía y la F1.

La mañana transcurrió sin incidentes mayores, con todos ocupados en sus respectivas tareas. Madeline continuó capturando momentos cruciales, mientras Oscar y Logan completaban sus sesiones con buen rendimiento.

Al finalizar la sesión, Madeline se acercó a Oscar, revisando las fotos en su cámara.

—Buen trabajo Oscar. Tengo algunas tomas geniales— informa con una dulce sonrisa. Oscar sonrió, tratando de mantener su tono ligero.

—Gracias, Maddie. Siempre haces que luzca mejor— dice con un toque de gracia.

—Gracias eh,  Es un placer trabajar contigo — responde sintiendo una cálida satisfacción en su pecho.

Mientras el día avanzaba, el ambiente en el paddock se llenaba de emoción y anticipación para el fin de semana de carreras. Maddie, Oscar, y Logan continuaban con sus tareas, cada uno aportando su pasión y talento al emocionante mundo de la Fórmula 1.

Madeline mirando a través de su cámara, capturando la energía y la magia del paddock, mientras el rugido de los motores y el fervor de la competencia llenaban el aire.

(.................)

El rugido de los motores resonaba en el circuito de Hungaroring , mientras los pilotos competían en la carrera. La tensión era palpable en el paddock. Oscar Piastri y Logan Sargeant se encontraban en una reñida batalla por el P2, con Oscar defendiendo su posición con tenacidad y Logan acercándose peligrosamente en cada vuelta.

Coral, observando la competencia desde el box de McLaren, notó algo más profundo que la rivalidad en la pista. Su mirada se desvió hacia Madeline, quien estaba concentrada en su trabajo, capturando cada momento de la carrera. Pero había una lucha interna en los ojos de la pelirroja, una encrucijada que Coral no pudo ignorar. El Australiano y Americano no solo competían por el podio; competían por el corazón de Madeline.

Decidida a ayudar a Oscar, Coral se dirigió a los ingenieros de McLaren. Ellos le hicieron un espacio en la radio, dándole la oportunidad de dar nuevas indicaciones a Oscar.

—Oscar, aquí Coral. Cambia a modo de energía dos y ajusta tu línea en la curva seis. Te dará mejor salida. —le ayuda finalmente.

Oscar siguió las instrucciones y, gracias a los cambios, pudo mantener a Logan a raya, asegurándose el P2. Logan, a pesar de sus esfuerzos, se quedó en P3.

Al cruzar la meta, Oscar celebró con gritos y risas, eufórico por su posición. Mientras miraba a su alrededor, esperaba ver a Maddie corriendo hacia él para felicitarlo, pero solo vio a Coral, que le sonreía en medio del mar naranja del staff de McLaren. Agradeció a Coral por su apoyo, pero sus ojos rápidamente se llenaron de celos al ver a Madeline besando el rostro de Logan, felicitándolo.

Oscar intentó concentrarse en el momento, disfrutando de la celebración y envolviendo a Max y a él mismo en champaña en el podio. En medio de la euforia, sus ojos se encontraron con los de Madeline. Él le sonrió de manera coqueta, pero Maddie solo se sonrojó levemente, antes de desviar la mirada.

La noche se trasladó a una discoteca para continuar con la celebración. Los campeones del Gran Premio de Hungría estaban festejando a tope. Cassandra bailaba y charlaba animadamente con Max Verstappen, mientras Oscar y Coral disfrutaban de la música. En otra esquina, Logan y Madeline se besaban apasionadamente. Madeline, un poco desinhibida por los shots que había tomado, seguía besando a Logan mientras la música retumbaba a su alrededor.

Finalmente, Logan, con una sonrisa pícara, se inclinó hacia Maddie.

—¿Te gustaría seguir festejando en otro lado?— le pregunta en susurró a la chica.

Madeline, con una sonrisa juguetona y los ojos brillantes, asintió.

—Sí, vamos.— acepto sin dudarlo.

Se despidieron de la fiesta y se dirigieron a la habitación de hotel de Logan. Se besaban desde la puerta hasta la cama, mientras Logan acariciaba la cintura de la pelirroja, poco a poco fue deslizando el cierre del vestido de Madeline. Pero, justo en ese momento crucial, la csrslan se separó abruptamente, su rostro mostrando una mezcla de confusión y miedo.

—Lo siento, Logan. No puedo... —susurró, apartándose de él.

—Está bien, Maddie. No tienes que hacer nada que no quieras. No te voy a obligar.— dice en un tono suave intentado tomar la mano de la española.

Pero Maddie, con la mente invadida por recuerdos dolorosos de Eric, no dijo nada y se marchó rápidamente de la habitación, luchando por contener las lágrimas.

Se dirigió a su propia habitación en el hotel, y al llegar al pasillo, encontró a Oscar recostado con la cabeza contra su puerta.

—¿Oscar? ¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz temblando mientras intentaba sonar normal.
Oscar levantó la cabeza. 

—Quería hablar sobre lo que pasó aquella madrugada... —Se detuvo al verla en ese estado. —Joder, ¿estás bien?— inquiere visiblemente preocupado por el estado de la pelirroja.

Madeline asintió, aunque su expresión decía lo contrario.

—No, no realmente. —Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, y antes de que pudiera detenerse, se encontró derrumbándose en brazos de Oscar.

Continuará...........................




JODERRR AAAAA, MÁS DRAMAAAAA.

Yo siento que todas andan tipo: ¿cuando se besan estos? JAJAJA.

¿Comentarios, ideas u opiniones?

Sin massss..... Nos leemos prontoooooooo, besosssssss.
<3

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