VI

Capítulo 6: "La campeona Gerudo"

Si había algo que Elizabeth podía decir, era que ese viaje era el que más la emocionaba. Había deseado con todas sus fuerzas dirigirse hacia la ciudadela Gerudo y por fin estaba sucediendo.

Fue bastante largo, aproximadamente tardo una semana y media en llegar, pero contrario a los demás, este si pudo disfrutarlo. La ciudadela Gerudo se encuentra ubicada al suroeste del reino, en el desierto de Gerudo. Un lugar cálido y árido lleno de arena y un sol ardiente, pero también helado de noche.

Tuvieron que salir del dominio de las sirenas y seguir el camino más corto para llegar cuánto antes. Cruzaron cerca del pueblo de los humanos del caos, aunque por desgracia Elizabeth no vio a nadie de aquel pueblo (aunque claro, ellos si la vieron a ella) luego siguieron con el camino de la llanura, pasando cerca de la enorme meseta del reino y cuando llegaron al gran cañón el ambiente caliente del desierto los recibió.

Todos se detuvieron cerca de una posada que estaba afuera del mero desierto, donde el piso de piedra comenzaba a convertirse en arena y el calor aún no era tan insoportable. Pagaron por la estancia de los caballos para que los atendieran de la mejor forma, les dieran de comer y de beber y luego todos comenzaron a andar a pie

Por suerte, si no salías del camino tus pies no se iban a hundir en la arena, pero pese a que todos llevaban botas, sus pies comenzaron a sentir la característica sensación de tener aquellos granos diminutos entre sus dedos. Era molesto e incómodo, pero no podían detenerse, estaba por anochecer y en el desierto el frío de noche era realmente abrumador, no había palmas que ayudaran a crear una fogata y cambiarse a una ropa de invierno frente a todos era realmente vergonzoso.

Para suerte de todos, llegaron hasta el oasis justo antes del anochecer. En aquel oasis había varios puestos donde algunas Gerudo vendían comida, otras vendían ropa de hombre que ayudaría a soportar el calor del desierto y también había una posada abierta a todas horas para los visitantes.

Los caballeros pidieron habitaciones para todos para poder descansar, compraron comida para por fin llenar sus estómagos y eso bastó para calmar a Elizabeth, quien pudo ver en la lejanía la ciudadela Gerudo y a un montón de guardias que venían con rapidez hacia el oasis para recogerla a ella nada más.

Al menos estaría más tranquila sabiendo que sus caballeros ya estaban en un buen lugar para descansar y podrían esperarla ahí. Estando en la habitación que sus caballeros le consiguieron, la joven princesa se quitó las sucias ropas de viaje, colocándolas en una canasta para que alguien le hiciera el favor de lavarlas y se arregló con rapidez poniéndose su hermoso vestido azul marino y su tiara, para verse lo más formal posible en su junta con la matriarca.

Cómo ella ya lo sabía, las guerreras no tardaron mucho en llegar hasta donde todos ellos estaban, llamando la tención de visitantes y vendedores, pero en especial, de los caballeros de la princesa. La joven salió de la habitación completamente arreglada llamando aún más la atención y se aproximó hacia las guerreras con emoción.

-Su majestad-las guerreras Gerudo hicieron una reverencia ante ella, cosas que la hermosa albina agradeció, agachando la cabeza en señal de respeto. Luego, las mujeres le dedicaron una mirada a los caballeros, que las observaban atentamente por si debían de levantarse rápido a proteger a su princesa, cosas que era absurdo, ya que Elizabeth estaría más que segura bajo la protección de las guerreras-Será mejor que nos acompañe, nosotras la escoltaremos sana y salva hacia la ciudadela-

-Se los agradezco mucho-sonrió, yendo hacia una de las morsas del desierto que usaban las Gerudo para poder moverse con facilidad por su hogar.

Detrás de ella, una guerrera la sujetó con fuerza para que no perdiera el equilibrio y con una sacudida de su cuerda, la morsa comenzó a moverse nadando entre la arena con facilidad.

Elizabeth soltó un pequeño grito cuando sintió el suelo moverse a su alrededor y se aferró a los brazos musculosos de la mujer que la tenía agarrada para sentirse un poco más segura. Detrás de ella, la guerrera rió enternecida por la acción tan divertida de la princesa, haciendo un ambiente cómodo entre todas ahí presentes y volviendo aquel viaje en morsa más divertido que temeroso.

La ciudadela Gerudo estaba compuesta única y exclusivamente por mujeres.

Los hombres no estaban permitidos dentro de su hogar así que por más que algún turista quisiera ver la ciudad, las guerreras no se lo iban a permitir bajo ninguna circunstancia. Incluso si es que llegaban a descubrir que algún hombre se infiltró en la ciudad, este sería enviado de inmediato a los calabozos, donde solo si la matriarca misma se apiadaba de ti, te dejaría ir, pero eso casi nunca sucedía.

Su ciudad estaba hecha de piedra del desierto, resistente para las tormentas de arena y con la capacidad de mantenerlas frescas de día pero calientes de noche. La ciudad también estaba decorada con varias palmas y agua que venía directamente de varios oasis, manteniendo siempre el lugar limpio y fresco. Además de que estaba lleno de luz y estaba decorado con varias telas coloridas que sin duda dejaban anonadado a cualquier visita.

Llegada cierta edad, a las Gerudo se les permitía salir al exterior para que pudieran descubrir el reino de Liones en todo su esplendor, la mayoría de ellas encontraba el amor en algún hombre y se quedaban a vivir afuera junto a sus maridos.

Pero justo ahí es donde hay otro dato interesante de las Gerudo. Ellas solo podían concebir mujeres, no podían dar a luz a ningún hombre, bueno, al menos no hasta que se cumpliera la profecía de su raza.

Según una antigua leyenda Gerudo, cada 100 años nace un único varón entre ellas, el único hombre. Este está destinado a convertirse en el patriarca de la tribu Gerudo, sin embargo, este hombre está dotado de una crueldad absoluta y una maldad tan oscura como el infierno mismo. Peligroso, rencoroso y poderoso, las antiguas escrituras lo definen como un demonio. Sin embargo, hace mucho tiempo que las Gerudo no tienen a ningún varón, lo que ha hecho que esta leyenda quede lentamente en el olvido de todos, incluso de ellas, solo las matriarcas saben aún de este hombre destinado a nacer entre ellas, pero evitan contar la historia.

Las Gerudo son capaces de hacer todo, desde atender una tienda, crear joyería mágica, cocinar platillos exquisitos y, sobre todo, pelear con valentía y fortaleza. Sus guerreras eran de lo más poderoso que Liones tenía, una joya oculta del desierto, porque cuando llegaban a ser necesitadas, ellas derrotaban a todo enemigo con valor. Esto gracias a que veneran con todo su cariño, la memoria de las guerreras más memorables de su pueblo, llamadas "Las 7 heroínas"

Las estatuas gigantescas de estás heroínas son un gran atractivo del desierto, gracias a que se encuentran fuera de la ciudadelas, miles de turistas tanto hombres como mujeres siempre podían ir a observar la maravilla arquitectónica de las Gerudo.

Por fin estaba ante ella. Despeues de haber llegado a la ciudadela, la albina fue recibida por las Gerudo de una manera muy Cortez y amable, todas hicieron una reverencia ante ella y las niñas se acercaron para poder saludarla. Luego, las guerreras la guiaron por la ciudad hasta llegar al palacete donde vivía la líder de todas. Elizabeth al fin se encontraba frente a la poderosa matriarca de las Gerudo, Matrona.

La mujer adulta frente a ella estaba sentada en su trono, seria y con una expresión de total autoridad en la cara. Su cabello rubio largo estaba recogido en una trenza, la corona de oro en su cabeza resaltaba su figura y sus músculos sin duda dejaban ver la guerrera tan increíble que ella era.

La matriarca estaba vestida con una falta larga decorada con preciosas gemas y de su cintura colgaba la famosa "Cimitarra de la ira" su arma que va pasando de manos en manos de la familia real de Gerudo. Aparte, llevaba un top decorado con telas y joyas que dejaban a la vista su abdomen marcado.

A su lado sus guerreras se encontraban en posición de firmes, listas para proteger a su matriarca a toda costa.

-Princesa de Hyrule-la fuerte voz de la mujer le puso los vellos de punta a la joven-Acepto su propuesta sin reserva alguna-Elizabeth contuvo sus ganas de sonreír-El mismo "Clan demonio", como se hacen llamar, que intentan resucitar a la bestia oscura, también busca robar nuestro tesoro más valioso-Matrona volteo a su costado, para poder ver el casco de oro y joyas que aquellos ladrones habían intentado robar en más de una ocasión-Deseo detenerlos, es por eso que me uniré a su noble causa y pilotare la bestia divina "Vah Melascila" hasta poder usar su poder contra la bestia oscura-

-Matriarca Gerudo, Matrona. En nombre del rey de Liones, se lo agradezco-Elizabeth hizo una reverencia suave y la mujer adulta agachó la cabeza con respeto ante la joven albina.

-Esta a nada de anochecer, por favor, princesa, acepte nuestra hospitalidad, la invitó cordialmente a pasar la noche aquí en mi palacete-

-Seria un honor acompañarla, matriarca-esta vez, la princesa si permitió sonreír, no como le gustaría, pero fue una ligera risita para que las guerreras alrededor de Matrona vieran que ella estaba realmente halagada.

-Jajajajajaja- Las risas escandalosas de dos mujeres llenaban el silencio de la oscura noche. Fuera de la ciudadela, paseando por los bordes de la misma y hundiendo sus pies en la arena. Las dos mujeres se la pasaban riendo y platicando animadas sin miedo a que alguien las escuchara.

La realidad era que Elizabeth y Matrona ya se conocían y tenían una historia juntas, aunque era rara la vez que se veían, Elizabeth había aprendido a ver a Matrona como su figura materna tras la muerte de su madre. La matriarca Gerudo había sido la mejor amiga de la antigua reina de Liones, por lo que en su lecho de muerte, su querida amiga le había pedido por favor que se hiciera cargo de su querida hija y que la guiará por el camino correcto, ya que la misma reina sabía que el dolor y la responsabilidad podrían volver al rey un padre muy ausente.

Y así lo había hecho, tras la muerte de su madre, Matrona la había acogido bajo su brazo y protección, llenándola de felicidad y alegría, dándole sabios consejos que rara vez sabía seguir, dándole consuelo cada que ella se sentía inútil al fallar en conseguir el poder sagrado y, sobre todo, llenándola de un amor maternal como si Elizabeth fuera aquella hija que ella nunca tuvo.

La matriarca Gerudo mantenía su mano derecha en su cintura mientras seguía caminando y la princesa Elizabeth caminaba con las manos en su pecho, disfrutando de la compañía.

Matrona le había ofrecido ropa más cómoda, caminar en la arena con su hermoso vestido sería difícil e incómodo, por lo que mando que le trajeran un atuendo más adecuado para una caminata nocturna y así evitar cualquier disgusto momentáneo.

-¿Te digo algo Matrona?-empezo la princesa-Nunca te había visto tan seria jajaja-solto una carcajada juntándose más a la matriarca, abandonando toda clase de formalidad. No era nada parecido a las caras serías que ambas habían puesto horas atrás.

-¿Ah no?- rió la mujer-Pues que curioso, mi rayo de luz, hace 10 años yo te ví igual de seria-solto la broma y aunque Elizabeth sonrió, recordó que Matrona se refería al día del funeral de su madre, la reina, ese día ella había estado mortalmente seria, tal y como le habían ordenado que lo estuviera.

Dos personas pasaron al lado de ellas dos, platicando animados y fueron ignorados por la princesa, más no por la matriarca...

Matrona se quedó quieta, mientras Elizabeth continuo caminando, perdida en sus pensamientos.

-Oye Matrona yo tengo una duda, ¿De dónde viene eso de "rayo de luz"?-no recibió respuesta y al verse ignorada, la princesa se dio media vuelta. Su querida amiga matriarca se había quedado en su lugar, su mano había bajado de su cintura hasta el mango de su cimitarra y tenía los ojos cerrados con el ceño fruncido-¿M-Matrona? ¿Todo en orden?-

-¡Hey, ustedes dos!-la rubia abrió los ojos y volteo la cabeza para ver por encima de su hombro. Las dos personas que habían pasado al lado de ellas segundos atrás se detuvieron en seco y voltearon a verse confundidos-A diferencia de ustedes, traidores, yo no ataco por la espalda-luego, ante los aterrorizados ojos de la albina, la hermosa mujer sacó su arma de su funda, el brillo de la hoja metálica brillo gracias a la luna y Matrona se dio media vuelta para ver directamente a las dos personas-¿Qué esperan?-

Los dos hombres se volvieron a mirar, en un silencio tenso que nadie quería romper. Por unos segundos, Elizabeth pensó que quizá Matrona se había equivocado y aquellas personas eran solo inocentes visitantes, sin embargo, una sonrisa tétrica llenó los rostros de aquellos hombres y luego, en un segundo, una nube de color morado los envolvió a ambos, transformandolos.

Sus trajes de viaje fueron sustituidos por armaduras oscuras, cada una decorada con símbolos extraños y demoníacos que la princesa no supo reconocer que significaban. En sus manos aparecieron armas negras como su alma tan filosas como la obsidiana y sus ojos antes normales, comenzaron a brillar en la oscuridad y la pupila se volvió tan fina como la de...como la de un gato...

-"Humanos del caos"-pensó la princesa para sus adentros y entonces lo entendió todo. Ellos estaban detrás de ella.

Esos hombres frente a ellas eran miembros del famoso "Clan demonio". No eran más que humanos del caos desertores de la luz, cuando hace tantos años atrás el reino de Liones desterró a los humanos del caos por su tecnología ancestral, hubo algunos que se sintieron traicionados, se negaron a perdonar a todo el reino y se alejaron de su tribu formando el "Clan demonio". Un grupo que lo único que quería era la resurrección de la bestia oscura.

Todos los miembros de este clan se volvían maestros en la magia oscura, la cual usaban para disfrazarse como humanos comunes y corrientes, tendiendoles trampas a aquellos seres buenos que se acercaban con la intención de ayudarlos, terminaban con todas sus cosas robadas, a veces secuestrados o simplemente con un susto horrible.

Sin embargo, gracias a que el regreso de la bestia oscura está escrito, los ataques del clan demonio se han multiplicado. Todos estaban buscando evitar que la bestia fuera derrotada y la única forma de lograrlo era asesinando a los héroes que estaban destinados a vencerla.

Pero claro, ellos sabían que sería muy complicado enfrentarse a los guerreros más fuertes, los campeones y sería aún más imposible enfrentarse al héroe elegido por la espada. Por lo que para evitar la destrucción de la bestia oscura, todos ellos estaban detrás del mismo objetivo.

La princesa débil y desprotegida, que carecía de toda fuerza o poder que la pudiera salvar de ellos...

En menos de un segundo, aquellas personas se lanzaron contra Matrona al mismo tiempo, todos levantando sus filosas armas buscando cortar el cuerpo de la musculosa mujer. Pero ni siquiera un ataque en conjunto fue suficiente como para llegar a tocar a Matrona.

La matriarca era fuerte y resistente, movía su cuerpo como si estuviera bailando al ritmo de un instrumento que solo ella podía escuchar, evitaba cada ataque, esquivaba las espadas oscuras y mantenía a los enemigos alejados de la princesa para evitar que pudiera llegar a hacerle daño.

Reflejó el ataque de una de las espadas con su escudo, desviandola y dándole el momento perfecto para poder contraatacar. De inmediato golpeó a uno de los traidores en la costilla arrojando lo lejos y dejándolo enterrado en la arena, luego se dio la vuelta con gracia y rapidez, detuvo con sus propias manos el brazo del segundo atacante, lo dobló de tal manera que esté gritara de dolor y finalmente lo pateo hacia donde estaba su compañero.

Con un suspiro, Matrona se dio media vuelta, dispuesta a mostrarse piadosa y no matar a aquellos ladrones locos, pero llenos de rabia y cegados por el odio. Los dos miembros del clan demonio volvieron a levantarse, saltaron encima de la matriaca atacandola por la espalda sin darle tiempo de darse la vuelta para pelear.

-¡Matrona!-gritó la princesa llena de temor.

Pero lo siguiente que se escuchó, no fue el sonido de la guerrera siendo apuñalada. Fue el sonido de unos dedos tronando y al instante un poderoso rayo cayó desde el cielo, electrocutado a los miembros del clan demonio y dejándolos completamente derrotados y aturdidos en el suelo. Ese era el poder especial de la matriarca, el poder para invocar a los rayos y controlarlos.

Esta es Matrona, la matriarca de la tribu Gerudo y la gran protectora del caluroso desierto a su cuidado. Ama y señora de las arenas, la guerrera más poderosa de todas ellas con la agilidad y rapidez como para poder convertirse en un rayo feroz y lleno de furia que aturde todo a su paso.

Fuerte, hermosa y poderosa, con el poder de controlar los rayos y usarlos a su favor para vencer en batalla, pero, pese a eso, su mayor debilidad era la felicidad de la princesa a quien veía como a una hija propia. Lo que Matrona más quería era que ella consiguiera paz, que al fin pudiera prosperar y si luchar en su guerra era algo que a Elizabeth le hacía feliz, entonces Matrona estaría honrada de pelear al lado de su querida hija.

El corazón nos nubla la razón y el amor puede llegar a volvernos muy irracionales.

Matrona se dio media vuelta para poder verlos, con una sonrisa arrogante y burlona al ver a sus enemigos tirados en el suelo, estiró su espada una vez más, demostrando que ella estaba más que lista para una segunda ronda y los fulminó con la mirada.

-Por respeto a nuestra princesa, les perdono la vida. ¡Ahora largo!-

-¡Perra! ¡Las pagarás, tú y tu maldita princesa lo pagarán!-fue lo último que aquellos gritaron, de inmediato juntaron sus manos cubiertas por el metal negro y desaparecieron en una nube de humo morado dejando solas a Elizabeth a Matrona.

Con un suspiro, la rubia guardó su arma en su funda de nuevo y dejó el escudo de lado, aún sin voltear a ver a la temblorosa princesa, volvió a abrir sus labios y la soledad del desierto convirtió su susurró en casi un grito.

-Entonces, ¿Quieres saber la historia de ese nombre?-Elizabeth parpadeó confundida, al parecer, la mujer adulta retomó la conversación justo donde la habían dejado antes del desastre y se dio media vuelta para poder verla a los ojos-Apenas eras una niña pequeña y una gran amiga mía Te llamaba así. Lo decía con tanta ternura-sonrio, desviando su mirada hasta el cielo nocturno, convencida de que una de esas brillantes estrellas era su difunta amiga cuidando de su hija.

La princesa no pudo evitar que una sonrisa nostálgica fuera hasta sus labios y su corazón se llenó de calidez.

-Era mi madre-

-Hace unos diez años, recién habías perdido a tu madre, pero ya estabas haciendo todo lo necesario para cumplir con tu deber como princesa del reino-los ojos azules de la princesa se llenaron de lágrimas-Viendo tu postura tan seria, te llamé por ese apodo sin pensar..."mi rayo de luz"- y entonces la princesa no lo pudo soportar más, fue hacia la matriarca llorando sin consuelo y se abrazó a su cuerpo buscando algo de calidez.

La rubia aceptó aquel abrazo con todo el gusto y comenzó a acariciar los albinos cabellos de la joven.

Ella más que nadie sabía lo presionada que Elizabeth estaba, lo inútil que se sentía y lo impotente que estaba al ver cómo el tiempo se escapaba entre sus manos como agua y ella sin lograr ningún avance. Así que seguiría apoyándola en todo, siendo su mano derecha y confiando en ella.

Porque Matrona estaba 100% segura de que Elizabeth poseía aquella magia de las diosas, tan solo era que la misma princesa confiara en sus propias capacidades.

Sola en su habitación, la princesa del reino era la única despierta dentro de la ciudadela Gerudo. Tenía una pequeña vela aún encendida mientras movía su muñeca con empeño escribiendo una carta que sería enviada directo al castillo de Liones por una de las mensajeras del lugar. Tenía planeado quedarse un día más ahí en el desierto para ponerse al corriente de los hechos con Matrona, tenían tanto de que hablar, que una noche no sería suficiente como para poder hacerlo.

Sin embargo, debía de avisarle a su padre que la misión estaba cumplida. Había obtenido una respuesta afirmativa de parte de todos los campeones, los cuales aceptaban aprender a controlar a las bestias y unirse a la pelea. Eso la llenaba de una felicidad y un alivio indescriptible.

"Querido padre:

Ya he visitado a todas las razas del reino tal y como debía de hacerlo y es un gran placer para mí notificarte que la respuesta ante nuestra petición ha sido afirmativa.

Todos los elegidos han aceptado su título como campeones y todos han sido cordialmente invitados a una ceremonia de nombramiento oficial, para que todo el reino sepa de ellos, de nuestros héroes.

Sé que aún me falta uno más...

Pero a él puedes reclutarlo tú mismo, ya que nunca sale del campo de entrenamiento o se la pasa en misiones suicidas, si te lo llegas a encontrar por el palacio, pídele al elegido por la espada que se una a nuestra orden como el quinto y último campeón, estoy segura de que no se negara, es todo un honor.

Pronto estaré de regreso en el castillo, para poder seguir con las investigaciones de la tecnología ancestral y poder controlarlas bien para el regreso de la bestia.

Te estima mucho: La princesa Elizabeth Liones."

Tras terminar de escribir, la princesa suspiró un poco, cerró la carta con cera y la dejo preparada en su tocador para poder entregarla a primera hora el día siguiente, esperaba que la carta llegará primero que ella, para que todo en el castillo estuviera listo para su regreso.

Estaba ansiosa de volver a casa.

Al mismo tiempo que la princesa se acostaba a dormir plácidamente, lejos del desierto de Gerudo en medio de un espeso bosque oscuro, lo único que se podía escuchar eran los horrorosos sonidos de un centaleon. El monstruo más peligroso y poderosos de todos.

Tenía el cuerpo de un caballo, pero el torso de un humano musculoso y la cabeza de un león furioso con cuernos. Sin duda era una criatura abominable, su enorme cuerpo le daba una resistencia bestial, sus brazos fuertes eran capaces de cargar armas pesadas y escudos enormes y de su boca había algunos que podían escupir hasta fuego.

Hasta el centaleon más débil era más fuerte que cien hombres juntos y claro, un centaleon plateado (el cual era el más poderoso existente) era una amenaza para todo aquel que se encontrará con él, era una muerte segura si es que él lograba detectarte.

En medio de esa penumbra, el sonido metálico de una arma saliendo de su funda llamó la atención de aquella bestia. El centaleon se dio media vuelta, justo de dónde el sonido venía, tratando de ver en la oscuridad alguna sombra o algo que le permitiera ver a su presa.

Sin embargo, la bestia no sabía que a quien buscaba ya estaba detrás de él.

Invocando el poder de su arma sagrada, aquella espada comenzó a soltar un brillo azulado/plateado que iluminó todo a su alrededor, espantando a las aves que se encontraban durmiendo y revelando la figura de un caballero de ojos verdes y cabello rubio.

Él era el único que estaba frente al monstruo.

Debido al brillo, el centaleon se dio media vuelta quedando frente a frente a su único contrincante y enloquecido de odio al verlo se lanzó sobre el caballero para poder atacarlo.

-S-Sir Meliodas...-susurró uno de los caballeros que aquel rubio estaba comandando.

Al amanecer, con los primeros rayos del sol lamiendo la tierra de Liones, todos los caballeros se quedaron despiertos esperando que su héroe no muriera en batalla, aquel monstruo era casi indestructible, temían que el elegido por la espada no fuera suficiente como para poder vencerlo, sin embargo, quedaron anonadados al ver cómo el rubio salía del bosque con el rostro inexpresivo, la cabeza de la bestia en su mano derecha y la espada sagrada cubierta de sangre de monstruo en su mano izquierda.

Luego, arrojó la cabeza del monstruo al suelo limpiándose un poco de suciedad de la mejilla y caminó en silencio hasta un tronco donde sacó un pequeño trapo y comenzó a limpiar el arma sagrada.

-Comiencen a recoger todo-Dio la orden, fuerte y claro, sin ver a nadie a los ojos-Hoy mismo partimos hacia el castillo, hay que notificarle al rey que el centaleon plateado que aterrorizaba el bosque está muerto-

Pero todos los caballeros no hicieron caso, al contrario, todos se pusieron de rodillas ante él, haciendo una reverencia admirando su gran poder y dejando a Meliodas paralizado y con los músculos tensos.

-¡Larga vida al gran héroe de Liones!...¡Larga vida al gran héroe de Liones!...¡Larga vida al gran héroe de Liones...!-todos cantaron al unísono, coreando y despertando a los animales del bosque, dejando a Meliodas aún más tenso que nunca con los músculos ardiendo como si lo hubieran metido directamente en la hoguera.

El blondo no se atrevía a voltear a verlos hacer tal acción, tan solo siguió limpiando su arma tratando de que aquel cántico no se introdujera mucho en sus oídos, o de lo contrario tendría pesadillas por días al recordar cómo coreaban su nombre como si se tratara de una alabanza a las diosas.

Meliodas tan solo tenía 16 años, pero ya era venerado como si fuera una especie de deidad...


Este es el capítulo más corto de todos.

La verdad es que no hay mucho reyeno que agregarle. Todo está explicado y puesto en estas palabras.

Ay matrona matrona, siento que ella en verdad es perfecta para poder representar a Urbosa (Urbosa es la campeona Gerudo en el juego de Zelda). Que por cierto, Urbosa es mi campeona favorita ^^✨

¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Espero que si.

Al fin la misión ha terminado, nuestra princesa va de regreso y no solo eso, un vistazo de nuestro amado rubio también se ha visto 👀 veamos qué sucede en el próximo capítulo.

Porque como la misma Elizabeth dijo, aún nos queda un último campeón, el más importante de todos en realidad

Sin más que decir, nos veremos la próxima semana y les dejo una imágenes de la ciudadela Gerudo para que se den una idea de como es.

Y también les dejo la imagen del centaleon para que sepan a qué me refería jaja

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