Capítulo 08


"Cuidamos lo que queremos, no lo que nos pertenece."

Mo-Quing

Tres de las cinco veces que Lan-Sui vio a su cuñado, no le prestó demasiada atención. Hasta donde llegó a saber, era un plebeyo de la corte estelar, un demonio de la misma generación que Zaia, trabajador, listo, y por sobre todo, amable, respetuoso y amoroso con su hermana. 

Al conocerlo, Lan-Sui lo aprobó casi al instante, sintiéndose feliz porque su hermana estaría acompañada de alguien agradable, aunque demasiado callado y tímido para su gusto y el de JiuJiu.

Habían pasado más de cien años desde la cacería de luna llena de Zaia, y en todo ese tiempo su prometido seguía siendo un granito de arena puro e inocente. Zaia tuvo que advertir y amenazar a sus hermanos para que no intentaran nada en contra de la pobre criatura.

Lan-Sui prefirió mantenerse alejada de su cuñado, lo trataba bien, pero estar demasiado tiempo a su lado resultaría agobiante, en especial porque apenas y hablaba, terminaría haciendo locuras por el aburrimiento y en consecuencia su mayor la regresaría a los pantanos sin permitirle asistir a su boda. JiuJiu tampoco se mostró interesado en al convivencia con el demonio, iba a verlo una vez al día y salía huyendo al notar la perfección y el orden de su vida diaria. 

Al final, la única compañía del chico en los días próximos a su boda, fueron sus parientes que viajaron de la ciudad estelar para establecerse temporalmente en el castillo de la montaña, la emperatriz, la primera dama, y por algún extraño motivo, Mo-Quing.

—Me agrada. —comentó Mo-Quing mientras se vestía para asistir al tan esperado día blanco. —Es un buen chico.

Lan-Sui jugó con la corona en sus manos dudando entre hacer caso o no, a su madre. Terminó ignorando la orden y la corona regresó a su lugar en el cofre.

—Nunca dije que no lo fuera. —Lan-Sui apretó por accidente el perfume y estornudó al recibir el aroma directo en el rostro. —El asunto es simple, no me parece alguien con quien pueda pasar mucho rato. Su calma es demasiada, tiene tanta paciencia que me da miedo. Prefiero estar con gente que un día te obligue a entrenar y al otro asuste a tu padre de por vida.

 —¿Tu padre me teme de por vida? —Mo-Quing se giró.

—No dije que hablaba de ti, ¿ o sí?

 —Lan-Sui. —JiuJiu entró sin tocar. —Ven conmigo ahora, tengo mi regalo pero es muy pesado para llevarlo abajo. 

—¿Qué? No, espera. JiuJiu, Mo-Quing... 

Lan-Sui fue jalada fuera de la habitación y Mo-QUing ni siquiera estuvo al tanto, su mente seguía perdida en lo que Lan-Sui dijo, manteniéndose en un estado en el que no sabía si sentirse honrada o preocupada.

 —El emperador me teme de por vida. —dijo apenas volvió en sí, pero no había nadie que la escuchara. Mo-Quing se quedó perpleja. —¿Eh?


***


Zaia reemplazó las túnicas de su clan por un vestido largo de mangas acampanadas, sobre sus hombros una capa cayó a lo largo de su espalda. Igual que las faldas de la montaña, era blanca. Zed lucía los mismos tonos, y la vestimenta era muy parecida; al escuchar esto, Lan-Sui se echó a reír por imaginarlo con vestido, pero al entrar al salón él vestía un traje con los bordados de su nuevo clan. Lo encontraba atractivo, nunca negaría la belleza de todos, inmortales y mortales, pero no por eso sentía particular interés en su cuñado. Era otro rostro bonito entre tantos alrededor del mundo, quizá por eso no llegó a entender como fue posible que el rostro de su hermana se iluminara tanto al verlo.

La ceremonia estuvo llena de rostros conocidos, y por primera vez, Lan-Sui se comportó como correspondía, incapaz de arruinar con sus malos modales y actitud el día especial de su hermana.

El camino de la puerta al altar, seguido al balcón y la mesa de banquete, no era largo, pero Lan-Sui lo sintió eterno al estar forzada a portarse bien, incluso con Armin, a quien el concedió no una, sino tres piezas de baile.

Sonrió como hipócrita la mayor parte del tiempo que estuvo con gente no grata, solo cuando veía a su hermana o a Mo-Quing a su lado se volvían sonrisas sinceras, sonrisas reales.

—Su atención por favor. —El emperador se levantó del trono. —Gracias. Agradezco a todos los presentes por acompañarnos en este día tan especial para mi lucero de la mañana y su prometido, otro lucero resplandeciente. Interrumpiendo a los invitados, quiero hacer un llamado para que se honre la tradición de la bendición, y que la familia de paso a la entrega de presentes a la nueva pareja.

La multitud festejó para que los príncipes y tíos se acercaran. Lan-Sui y Katana ignoraron a la primera familia que se presentó, Zhan también lo hizo, apoyando a su hermana cuando ella se levantó después.

Como hermanos, Zhan y Katana se coordinaron para entregar un juego de joyería que iba de la mano. Para Zaia fue un collar de cadenas con la constelación de su nombre, para Zed fue la misma idea, pero en pulseras.

Ágape obsequió una flor de cristal tallado, una profecía encapsulada de un futuro brillante con un heredero. Zaia lloró al ver la risueña carita del niño reflejada dentro de la flor. Andrómeda tampoco se quedó atrás, entregando a la pareja una espada retráctil para ese niño que llegaría en cualquier momento.

JiuJiu usó a Lan-Sui para que llevara su enorme cubo al frente, orgulloso de regalarle a su hermana todo un guarda ropa de conjuntos provocadores. Zaia abrió el armario y lo cerró de inmediato, ardiendo por la vergüenza. 

— Ese niño no vendrá al mundo solo. —dijo JiuJiu riendo. —Luego me agradeces hermano. —Le susurró a Zed, recibiendo un golpe de su hermana.

—¿Tú también vas a darme ropa? —preguntó Zaia a Lan-Sui, consiente de que sus dos hermanos eran iguales.

—Me temo que mi regalo es algo distinto. —Lan-Sui descubrió una jaula que llevó uno de los guardias. 

Zaia la miró y luego a los dos animales dentro de los barrotes de oro.

—Aves Qiling. —Dos pájaros con alas y cola largas, pintadas de blanco el el ambiente en el que estaban se regodearon al recibir los mimos de su dueña, uno incluso se volvió del color de los ojos de Zaia, sorprendiendo al público. —Gracias. 

Lan-Sui recibió el abrazo con una sonrisa.

—Una para cada quien, ya sabrán como repartirlos. Si por partes o enteros. —Zaia también le pegó, así que terminó huyendo a su lugar para no recibir más agresión por parte de su hermana.

—Son hermosos. —Mo-Quing no despegó la mirada de las aves apenas las vio aparecer. 

—Si te casas conmigo te regalaré los que quieras.

—Es un buen intento pero sigue soñando.

Al recibir el rechazo, Lan-Sui se encogió de hombros y regresó su atención al frente, pero la sonrisa en sus labios no se desvaneció, la duda en los ojos de Mo-Quing ante la propuesta bastó para alegrarla y hacer latir su corazón.


*** 


—¡Por mi boda!  —JiuJiu alzó la botella de la que estaba bebiendo directamente y le dio un gran sorbo.

—Por tu boda. —Lan-Sui chocó su propia ración con la de su hermano.

—¡Por tu boda también! —JiuJiu tuvo hipo pero siguió alzando el licor. 

—¿Yo me casé? —Lan-Sui buscó a tientas a su alrededor y no encontró nada, las botellas que dejó ahí habían desaparecido. Lo que no recordaba era que ya se había terminado todo el licor de su gente, quedando demasiado ebria, como nunca antes, llegando al punto de seguir el hilo de incoherencias de su hermano, que no avanzaba de una botella y ya estaba perdido. —Eso no puede ser. ¿Con quién?

JiuJiu dejó de prestarle demasiada atención, más preocupado por repartir besos en su mano, imaginando que era la de su pareja.

—No importa con quien te hayas casado, al final, te casaste.

 —¡Lan-Sui!

Las puertas de la antesala que se conectaba con el salón de la fiesta se abrieron, JiuJiu se cayó de espaldas imitando a un muerto.

—Ay no, la patrona nos encontró.

 Mo-Quing caminó hacía el par, aliviada de por fin encontrarlos tras una intensiva búsqueda de quince minutos. Pero, para su sorpresa, en ese tiempo no solo podían desaparecer de los ojos de todo el mundo, sino también embriagarse, perdiendo cualquier posible rastro de cordura habitual. En especial se sorprendió de Lan-Sui, tantas veces bebió en el pantano grandes cantidades, pero ni en una sola ocasión la presenció tan mal como ahora.

Más, Lan-Sui era Lan-Sui, incluso bajo el velo de la ebriedad reconoció a Mo-Quing y se aferró a su cintura, incapacitándola para que no se alejara de su lado. Su forma también sufrió cambios en el proceso, regresando a ser una pequeña de tres años que apenas y alcanzaba la cintura de Mo-Quing.

—Maestra.

—Calla. —JiuJiu se levantó con su botella en brazos, también en su forma de niño. —¿No ves que tenemos un momento íntimo? Me estás interrumpiendo hermana, si tu también quieres tu momento vete. Aquí solo puedo estar yo.

Lan-Sui no respondió, aferrándose más a Mo-Quing. Al verse ignorado, JiuJiu giró, y también abrazó a Mo-Quing, despertando el enojo de su hermana.

—¡No la toques!

—Tú tampoco.

Mo-Quing no sabía si reír o llorar ante la infantil situación.  

—¡Suéltala! —Encaprichada, Lan-Sui comenzó a llorar por la impotencia de no poder alejar a su hermano de Mo-Quing. Siendo testigo de esas lágrimas, Mo-Quing no pudo contenerse y se apartó, recibiendo una queja de JiuJiu y más llanto desconsolado de Lan-Sui.

—Pequeño zorro no llores. —Mo-Quing acarició la cabeza de Lan-Sui, quien de inmediato volvió a aferrarse a ella. Resignada, Mo-Quing solo suspiró. —Bien, quieres abrazarme, entonces abrázame. Pero vámonos, en tu estado no es bueno que sigas tomando más.

—Yo también quiero ir. —exclamó JiuJiu entusiasta, intentando levantarse.

—No. —Lan-Sui lo empujó, derribándolo sobre un cojín. —Tú no.

Una vez más, Mo-Quing quedó entre dos infantes y sus miradas llenas de súplica, pero su corazón únicamente cedía ante una. Para su sorpresa, el cuerpo de Lan-Sui volvió a crecer un poco cuando se agachó para recogerla, alcanzando los cinco años.

—Lo siento mucho príncipe. —Mo-Quing sintió a Lan-Sui jugar con su cabello y sonrió. —Juro que no tengo nada contra usted, pero debo irme. —Se dio media vuelta y antes de salir volvió para despedirse. —Adiós.

Viendo que se quedó solo, JiuJiu regresó a su forma normal, despegó la etiqueta falsa de su botella y sonrió mientras jugaba con el vidrio.

—Mi querida SuiSui. ¿Qué cara tendrás mañana al ver lo que hiciste esta noche? ¿Querrás matarme por engañarte? ¿O quizá tú querrás morir? 

Como pago a una broma de su hermana en el pasado, JiuJiu tomó venganza esa noche. ¿Quién sabría que resultaría tan bien?  

Festejando su victoria bebió un poco del licor suave que puso para él, pero apenas ingirió un poco lo escupió enseguida. Un papel húmedo se burló de él desde el suelo, enseñándole una pequeña nota escrita con una caligrafía afilada.


"¡Felicidades! Acabas de beber orina de Qiling. Todo por tu capricho de jugar a ser más listo que yo. 

Con amor, Lan-Sui."


Incapaz de alcanzar a Mo-Quing y a su hermana, quien cayó en su trampa pero también le tendió una, JiuJiu solo pudo culparse a si mismo por su mala suerte, al mismo tiempo todo el salón quedó empapado de aquel líquido que bebió pensando que era vino.

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