7. "Good Luck"

Tras llegar a la casa, me cambié de vestido a una velocidad casi imposible y desaté mi cabello por el camino mientras me lo peinaba solamente con mis falanges.

Desconocía que todo el evento fuese tan temprano, en la madrugada.
Ni siquiera los Herron habían vuelto a casa.

Salí de la casa y corrí por las calles desoladas. Todo el mundo se encontraba ya en el campo de batalla, sentados en las gradas o paseando por los establos para conocer a los caballeros que lucharían.
Me hice paso entre la gente que subía a los asientos de piedra, metiéndome por algún callejón que vendía comida, y busqué a Zach con la mirada.

No le veía por ninguna parte y me perdí por los establos al lado de las gradas.

—Desconocía que le gustasen las batallas.

Me giré de inmediato al oír esa voz. Era ese rubio de nuevo... Corbyn.

Le sonreí débilmente recordando la promesa que había hecho de volvernos a ver. Había cumplido.

—Prefiero esto que el día del dragón —bufé con disgusto y le observé detenidamente.

Estaba limpio y se podía distinguir el tono de su piel por fin, tan clara que brillaba en el sol. Su sonrisa deslumbrante y sus ojos color agua parecían magníficos con la luz reflejando en su armadura...

¿Armadura? ¿Por qué llevaba...?

—¿Usted va a luchar?

Él sonrió de lado y ajustó su armadura lentamente, haciéndome esperar con una cara boba.

—¿No es obvio? —respondió con otra pregunta y rodé los ojos.

Aquel muchacho podía resultar tan molesto en ocasiones...

—No sabía que era usted un caballero —comenté acariciando el caballo que agarraba de las riendas Corbyn.

El animal era blanco, completamente diferente al que le había visto en la noche. Aún así, los dos me parecieron bonitos, pero me extrañaba que siendo Jack el único ganadero de la ciudad, Corbyn tuviese más de un caballo.

Supongo que los caballeros tienen preferencia y ventajas.

—No sabe muchas cosas de mí, Adela —sonrió con misterio y enarqué una ceja.

—¿Qué secretos oculta, unicornio?

Él rió un poco, negando con la cabeza por su nuevo apodo y me regaló una linda sonrisa que me hizo sonreír también.

—¿Pusiste al dragón a salvo? —susurró mirando alrededor por si alguien nos oía.

Asentí haciendo el mismo procedimiento que Corbyn con mis ojos.

—Me alegro, esos son buenas noticias —sonrió de nuevo. Me estaba empezando a acostumbrar a verle sonreír.

Las trompetas sonaron con fuerza dando la señal para que los caballeros se marcharan.

—Me debo ir —asentí alejándome del caballo y dejándole subir. Antes de marcharse me miró—. ¿Me prestaría algo suyo para darme suerte?

Alcé las cejas con una risa y negué rascando mi cabeza con algo de vergüenza.

—No tengo nada que pueda darle —recorrí mi mirada por todo mi vestido, era lo único que tenía encima y no se lo iba a entregar—. ¿Quiere un zapato?

—Una bonita ofrenda, pero no puedo aceptarla —sonrió divertido y me observó de nuevo detalladamente—. ¿Qué tal un beso?

Mi respiración se cortó en ese momento y mi corazón comenzó a latir con rapidez mientras mi cara se tornaba roja. No sabía si era por la vergüenza o la ira... O las dos cosas.
¿Besarle? Pero si nos acabábamos de conocer... ¿Qué se creía? ¿Que iba a rendirme a sus pies como cualquiera?

Agh, hombres. Se creen poder hacer y conseguir todo lo que desean.

Yo no me enamoraba de alguien a primera vista. Eso era ridículo, aunque debo admitir que Corbyn era apuesto... ¡Pero no! No era mi tipo. No después de ser tan descortés.

Besson, nadie aceptaría tocar esa boca de cerdo —dijo alguien a mí espalda y me giré algo divertida por el comentario.

No creo que “boca de cerdo” fuese el mejor y más apropiado comentario para los labios de Corbyn, pero el rubio se lo merecía.
Y luego, allí estaba el muchacho propietario de la voz.

Era moreno, bastante moreno. Ojos marrones penetrantes, fina barba y una sonrisa socarrona. Su pelo era marrón oscuro y algo largo. Parecía esculpido por los Ángeles... O demonios, porque su mirada me causaba escalofríos.

Entonces bajé mis ojos por su figura y me di cuenta de que su armadura no llevaba el logo de Lectus. Sin embargo los colores de Aslondor reinaban en el ropaje de su caballo.

—Hola... —susurró con una sonrisa mientras me miraba.

Agarró mi mano y depositó un largo beso en mis nudillos. No tuve tiempo ni de responder.

—Soy Zayn, Zayn Malik. Príncipe de Aslondor —dijo orgulloso y puse una mueca. Era el enemigo después de todo—. ¿Tú eres...?

Me sonaba su nombre. La gente de Lectus hablaba continuamente de él y de su rivalidad con el príncipe de este lugar.

Le llamaban el príncipe oscuro.

—No es de tu incumbencia, Malik —gruñó el rubio fulminándolo con la mirada—. La señorita ya se iba.

Apreté mis labios en una fina línea mientras los veía matarse con la mirada y entrelazaba mis manos frente a mí, expectante.

—Cállate, idiota, y déjame hablar con la dama —su acento saltó de la nada ante la brusquedad en sus palabras, como si en esas situaciones no pudiese controlarlo. Corbyn bufó—. ¿Eso es verdad? —me sonrió seductoramente y tragué saliva—, ¿Te ibas?

—Yo...

—No tengas miedo —rió un poco y me tensé—. Solo muerdo en ocasiones especiales.

Mi cara volvió a tornarse roja, pero mi mueca asqueada ahora era demasiado perceptible. Esos dos muchachos eran simplemente el descaro en persona y me sentía su simple muñeca, a la que podían decir cualquier cosa sin que ella reaccionara. Aquello me enfadaba demasiado, pero uno de ellos era príncipe heredero y yo era simplemente una campesina, mujer.

Decidí simplemente desviar la mirada para no entrar en un conflicto que terminaría conmigo sin cabeza.

Corbyn bajó del caballo y encaró a Zayn con la mandíbula apretada.

—Aléjate de ella —gruñó y golpeó el pecho del moreno, echando a este ligeramente para atrás.

Oh sí, defiéndeme, puedo hacerlo por mí misma pero es más fácil si lo hace un hombre. Rodé los ojos y me crucé de brazos.

—Hey, tranquilo —sonrió divertido y alzó las manos, burlándose—. No hace falta que te pongas agresivo. Reserva eso para cuando te destroce en el campo de batalla.

Los dos se mataron con la mirada y yo me quedé muda observándolos.

—Por favor, vete... —murmuró el rubio desesperado y asentí.

Ni siquiera entendía por qué me había quedado allí.

Antes de dar media vuelta e irme, miré de nuevo a Corbyn y suspiré. Busqué en los bolsillos de mí vestido y encontré un simple pañuelo blanco de tela.

Se lo entregué y él lo observó con una sonrisa.

—Buena suerte... —murmuré y rápidamente besé su mejilla para después salir corriendo de allí.

No quería dejarle mal delante del príncipe oscuro, pero tampoco pensaba besarle en... los labios, así que solo se me ocurrió aquello.

Después de esa estúpida acción, busqué a Zach de nuevo entre la multitud y di con él en lo más alto de las gradas, con los demás Herron.

—¿Me perdí algo? —comenté con una sonrisa.

—¡Adela! —exclamó Reese abrazándome—. Creía que no ibas a venir.

—Yo también lo creía —susurré con una mueca y me senté a su lado.

—¿Qué te a hecho cambiar de opinión? —preguntó Zach en un susurro.

Suspiré cansada y negué sin darle importancia. Un guardia observaba a toda la gente de las gradas y hacía apuntes en un papel.

Revisaba la gente que faltaba.
Jack tenía razón.

—Te contaré todo cuando estemos en un lugar más seguro —dije y él asintió con el ceño fruncido.

Pasaron algunos momentos de espera y expectación en las gradas mientras los caballeros se preparaban.

—¡Damas y Caballeros! —exclamó una potente voz desde el palco real y todos los ciudadanos se quedaron callados—. ¡Va a dar comienzo la batalla! ¡Dónde solo los más valientes del reino lucharán por conseguir la corona del dragón!

¿Valientes? Dirán estúpidos.

Me crucé de brazos observando la arena. Dos hombres empezaron a trotar con sus caballos al centro del estadio.

—¡El combate dará comienzo con la lucha entre el príncipe Zayn Malik... —me incorporé para ver mejor en cuanto el moreno levantó su casco y sonrió al público seductoramente. Solo el pueblo de Aslondor y algunas chicas hormonadas de Lectus le aplaudieron—, y el príncipe Corbyn Besson!

¿Corbyn... Besson?

Todo el público de Lectus se levantó de su asiento y aplaudió al rubio descontroladamente mientras yo me quedaba estática sobre las gradas.

¿¡Príncipe!?

El susodicho levantó su casco y saludó al público con una sonrisa calmada.

—¡Levántate Adela! —me animó la señora Herron y enseguida lo hice—. ¡Es el príncipe Besson!

Besson... No me había dado cuenta de su apellido cuando lo pronunció Zayn.

Aplaudí siguiendo con la mirada a Corbyn. Ese era uno de los secretos que ocultaba.
Era el príncipe de Lectus y por eso dijo que era amigo del rey. Más bien dicho... Su hijo.

Al parecer él y Malik tenían algo más en común que su descortesía. Los dos eran príncipes.

Captó mi mirada y ensanchó la sonrisa sacando mi pañuelo y agitándolo en el aire.

Toda la familia Herron se quedó mirándome y me sonrojé incómoda.

—Sí que debes contarme muchas cosas —comentó Zach con una ceja enarcada.

—¡Miren al joven Besson! ¡Lleva un pañuelo! ¿Se lo habrá regalado una muchacha especial? —exclamó él portavoz y apreté los labios avergonzada.

—Adela... ¿Ese no es tu pañuelo? —preguntó Ryan y me encogí en mi lugar asintiendo con timidez.

No sabía que ese rubio me causaría tantos problemas.

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