12. Caelo have a secret

Seguimos al rey hasta el palacio en silencio.
Mi mirada no paraba de desviarse por todos los muebles, paredes, alfombras y cuadros. Todo era enorme y luminoso. Ocupaba más de mil veces el espacio de la casa de los Herron.

Nos hizo entrar en una habitación, una especie de sala de reuniones.
Fue entonces cuando mis nervios empezaron a florecer.

-¿Cómo se llama señorita? -preguntó amablemente sentándose en una de las muchas sillas alrededor de la mesa redonda.

-Adela Herron, señor -me presenté con educación y mis manos temblaron un poco detrás de mi espalda.

Corbyn rió silenciosamente y le miré mal de reojo. Le divertía verme nerviosa, tartamudeando y comportarme tan educada.
A mí también me hubiera causado risa si no fuera porque estaba hablando con el mismísimo rey de Lectus.

-¿Te gustan las armas? -señaló una silla para que tomara asiento mientras me seguía preguntando. Me senté estirando bien mi vestido y el rubio se colocó a mi lado.

-No mucho, la verdad -puse una mueca-. Solo me agradan las pequeñas luchas con espadas, en las que nadie sale herido.

Y era la verdad. Cuando Zach y yo peleábamos, nunca salíamos malheridos. Solo

-Si nadie sale herido no es divertido -rió el rey y yo sonreí falsamente, incómoda y sin mucho más que poder o querer decir.

Corbyn tosió levemente a mí lado y dijo:

-¿Para qué ha traído a la señorita Herron a palacio, padre?

-Oh, por nada hijo. Solo quería conocer bien a la futura reina de Lectus.

Si tuviera agua en la boca la hubiera escupido.
Mi respiración se cortó y mis ojos se agrandaron. Me giré hacia Corbyn mostrando sorpresa y enfado en mi rostro.

Él no dijo o hizo nada, solo sonrió divertido alzando las cejas hacia mí dirección para que contestara a su padre.

-Yo no... Nosotros no somos... -tragué saliva y solté un suspiro largo antes de aclarar bien mi garganta-. Yo no estoy con Corbyn de esa manera -tartamudeé nerviosa. No estaba con él de ninguna manera, siquiera-. Solo somos amigos.

El rubio simplemente me encubría en la misión secreta de esconder a Caelo, pero aquello no podía comentarlo.

-¿Amigos? -frunció el ceño-. Pero le entregaste un pañuelo en la justa, eso en la familia Besson significa alianza matrimonial.

Maldito Corbyn, me había enredado demasiado en sus lindos juegos.
Ya ni actuaba ni pensaba como debía.

-Yo no sabía eso -me excusé rápidamente-. No me gusta su hijo de esa forma, ¡solo le conozco de hace dos días! -exclamé aterrada.

-Yo me casé con mi mujer sin conocerla y me dijo varias veces que no le agradaba -rió-. Pero mira, al final tuve varios hijo con ella.

Me dieron muchas ganas de gritarle todo lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, estaba realmente asqueada por sus palabras, pero la voz de Corbyn me detuvo.

-Padre, Adela y yo no estamos juntos -me miró socarrón-, todavía -sonrió devolviéndole la mirada a su padre, quitando la sonrisa de inmediato y yo abrí la boca dispuesta a protestar, pero me callé-. Nos queremos conocer más y con la guerra en marcha no puedo permitirme enamorarme si puedo llegar a morir y no volverla a ver.

Todo en su discurso tenía sentido y lógica, salvo el pequeño detalle de que ¡yo no había aprobado nada de ningún matrimonio!

Aquel rubio era un maldito egocéntrico y testarudo. Le odiaba por actuar así.
No me iba a casar con él, ni siquiera me gustaba.

-De acuerdo -suspiró el rey comprendiendo las palabras de su hijo a duras penas-. Entiendo que las cosas ahora sean diferentes, pero después de la guerra espero oír noticias de compromiso.

Corbyn volvió a sonreír y agarró mi mano sin dejarme hablar siquiera. Mi rostro debía estar rojo de ira, impotencia y vergüenza.

-No lo dudes, padre.

Ni en tus sueños, Besson.

Los tres nos levantamos de la mesa en ese instante y nos dirigimos a la salida del palacio. Mi paso cada vez era más rápido y más torpe. Solo quería salir de allí lo antes posible.

-Oiga señorita... -me giré hacia el hombre prestándole la máxima atención-. Usted no habrá visto un dragón estos últimos días, ¿Verdad?

Mi corazón paró y solo pude negar lentamente sin apartar la mirada de sus ojos, Completamente petrificada. Quería huir pero mis piernas estaban quietas y no parecían querer moverse.

-No, señor, no he visto nada -reí nerviosa-, además de que un dragón no puede pasar desapercibido tan fácilmente.

El rey asintió y siguió con la caminata-. Yo quiero verle -me susurró Corbyn acompañado de una sonrisa-. ¿Estás libre esta tarde?

Le iba a contestar alguna excusa cuando el rey volvió a girarse sobre sus talones para mirarnos a los dos.

-Corbyn, ¿invitaste a la señorita Herron al baile de mañana?

El príncipe asintió con una expresión neutral mientras mantenía sus manos entrelazadas detrás de su espalda.

-Bien, pues quiero que también venga su familia, si puede ser -me sonrío como si fuera superior y le devolví la mirada incómoda.

-Como usted pida, padre.

Genial, ahora debía ir al baile sí o sí...
Con todos los Herron.

(...)

-Adela, por fin... -Jack se detuvo al ver al ojiverde conmigo-. Príncipe -hizo una reverencia nerviosa-. No sabía que venía a ver el ganado... Todavía no está listo.

-No vine por ello, Avery -sonrió el rubio- Tranquilo, sé que tienes problemas con el comienzo de la guerra y las reservas. No es necesario que este mes lo entregues.

Sonreí internamente a sus palabras y le miré conmovida. Casi parecía que no era el mismo hombre que hacía unos momentos pretendía obligarme a casarme con él.
Mi sonrisa cayó.

-Pero el rey...

-Yo hablaré con mi padre, no se preocupe.

Jack sonrió de lado y asintió tímido. A veces Avery parecía un simple niño queriendo jugar a ser adulto. Adorable.

-Entonces... ¿Cuál es el motivo de su visita?

Aclaré mi garganta nerviosa y miré mis zapatos solo para no tener que observarle a los ojos.
La razón de la visita, claro.
Ni yo quería justificar mi siguiente respuesta, sería estúpido y complicado.

-Queremos ver al dragón.

El cuenco de leche que iba a dar al gato cayó al suelo en un sonido abrupto. Lo sabía.
Avery destacaba por ser un dramático.

-¿Qué? ¿Qué dragón? Y-yo no sé nada de eso -rodé los ojos divertida-. Adela creo que alucinas. ¿Te golpeaste la cabeza? -colocó una de sus manos en mi frente para medir mi temperatura y le golpeé molesta.

Corbyn sonrió mirándome con la ceja alzada y se cruzó de brazos esperando mi estúpida repuesta.
Tú me has metido en este lío, ¡no me mires así!

-Lo sabe -le aclaré a Jack en un hilo de voz-. Él me ayudó a salvarlo, no nos va a delatar. ¿Verdad?

El rubio negó con firmeza y Jack bufó rendido-. Bien, seguirme.

Obedecímos de inmediato y nos colocamos detrás de él mientras abría las puertas del antiguo y gran establo. Mi sonrisa solo seguía intacta porque estaba emocionada de volver a ver a la criatura.

Pero Caelo no estaba allí.
Jack entró en pánico al notarlo y yo no pude evitar sentir también la angustia atorada en mi garganta después de no ver nada.

¿Dónde estaba? ¿Se había ido? ¿Dónde se había marchado? ¿Estaría en el pueblo? ¿¡Matando a todos!?

La realidad de lo que podía haber sucedido me golpeó en el rostro duramente. No debería haberme arriesgado.
Mi respiración incrementó con rapidez y apreté el hombro de Corbyn con fuerza.

-¿Qué? P-pero estaba aquí. N-no puede haberse m-movido -tartamudeó Jack mientras sus manos temblaban a la vez que su voz

Fruncí el ceño confundida mientras observaba todo el lugar de nuevo, tratando de relajar mis músculos y respiración.

Sonreí al ver algunas varitas de paja moverse y toda la angustia y el pánico que había sentido momentos atrás desapareció.

-Está aquí -informé dando varios pasos al frente.

-¿Cómo que está aquí? -exclamó Jack con una mueca extraña en su rostro-. ¡¿No ves que esto está vacío?! ¿Enserio no te diste en la cabeza?

Le miré mal, pero no hice caso a su comentario. Yo sabía que Caelo estaba allí.
Y mientras yo lo supiera, eso bastaba.
Corbyn me siguió y se paró a mí lado, dubitativo y ceñudo.

-¿Enserio está aquí? -asentí con simpleza, no queriendo verlo a los ojos.

-Caelo -susurré avanzando algo más-, aparece -nada ocurrió por unos largos dos minutos-. Por favor, soy yo. Adela.

Y así, me obedeció segundos después.
Lo primero en hacerse visible fueron algunas escamas de su cola y poco a poco todo su gran cuerpo pudo verse.

Miré a Jack con burla en los ojos y él tragó saliva incrédulo, mientras sus manos temblaban ahora con más fuerza.

-¿Puede hacerse invisible? -exclamó Corbyn sorprendido.

-¿¡No es impresionante!?-abracé al dragón con fuerza y con una sonrisa enorme en el rostro. Era la criatura más magnífica, inteligente y bella de todo Curnos.

-Increíble -asintió él y acarició su cabeza.

El animal chistó ante aquello y el príncipe apartó la mano enseñándole la lengua en un gesto infantil.

Alcé una ceja en su dirección y Corbyn se puso colorado apartando la mirada. Yo reí abiertamente mientras Jack se aguantaba una carcajada.

Caelo parecía algo cansado, ya que se tumbó en el suelo y cerró los ojos echando aire por su nariz con fuerza, dejando escapar una gran cantidad de humo. Entrelacé mis dos manos con nervios y fruncí el ceño confusa.

-¿Qué le ocurre? -pregunté preocupada agachándome a su altura.

Jack se acercó como si fuera todo un experto. Como si un caballo, vaca, oveja o cabra se pareciera siquiera a un enorme dragón.

Pero era Jack Avery... Cualquier animal le terminaba gustando. Los investigaba y después escribía libros para los demás granjeros. Yo le admiraba.

Así que le dejé hacer su trabajo mientras Corbyn y yo nos alejabamos algunos pasos intercambiando miradas de preocupación

Jack revisó a Caelo por un largo tiempo hasta que tocó su vientre y el dragón rugió.

-Está claro -se echó para atrás y me miró serio-. Caelo está embarazada.

Mis ojos se abrieron de la impresión al igual que los de Corbyn. Golpeé con algo de fuerza su brazo ante la sorpresa y el impacto de la noticia, ganándome un quejido de dolor del joven príncipe.

-¿Caelo es una chica?

Jack asintió con obviedad, como si todos pudiéramos distinguir si un animal era macho o hembra con solo verle la cara.
Mojé mis labios con mi lengua, aún impresionada por la revelación.

-¿No lo sabías?

-¿Qué? ¡Claro que no! Si no le hubiera puesto un nombre más femenino.

Corbyn soltó una risa armoniosa y me miró con una sonrisa de lado. Me puse colorada pero mi rostro seguía mostrando enfado e inquietud.
El rubio dejó de reír y se puso serio. Me tocó a mí ponerme igual de seria mientras mis cejas se fruncían.

-Tenemos que devolverlo a su tierra -dijo de pronto atormentado-. El bebé no puede nacer aquí.

Fruncí el ceño mirando al ruloso con confusión, preguntándole con los ojos el porqué del nerviosismo del príncipe.

Jack alzó los hombros sin saber darme una respuesta.

-¿Por qué no?

Caelo estaba bien escondido... Escondida.
No resultaría un problema ocultar también a su bebé en el establo, hasta que ambas criaturas se volviesen lo suficientemente fuertes para volver de dónde provenían.

-¿No conoces a las crías de dragón? -negué con lentitud arrodillándome ante la dragona- Bien, pues, después de tres días son incontrolables. Comen todo lo que ven y no controlan el fuego que pueden expulsar. Si no sacamos a Caelo de aquí en menos de dos días, no tendremos tiempo para devolverlo a su hora, la gestación comenzará y el dragón nacerá en el camino; haciendo el viaje imposible.

Vale, sí parecía un gran problema.
Un problema de enormes dimensiones.

-Y si nace aquí destrozará la aldea -terminó de deducir Jack, armando completamente el problema.

-Exacto -corroboró el rubio mirándome con expectación y ojos preocupados.

-Bien -accedí en un susurro, mojé mis labios y alcé la mirada hacia el chico de una vez por todas-. ¿Cuando nos vamos?

-Mañana.

¿Qué? ¿Tan rápido?
Negué rápidamente y me incorporé para dar vueltas por la habitación, pensando.

-Mañana no puede ser -me quejé farfullando.

El rubio sujetó mí hombro para detener mí caminata y alzó una ceja.

-¿Por qué no?

Le miré mal al descubrir que él no tenía ni idea de lo que ocurriría mañana.

-El baile, Corbyn, el que planeó tu padre e invitó a toda mí familia.

Sus ojos se abrieron de horror y suspiré pensando que estábamos perdidos.

Si no aparecíamos... Sería muy sospechoso, sobretodo con el tema del "dragón desparecido" que trataban los Caballeros de Lectus en aquel momento.

Jack se arrodilló frente a Caelo para revisarla de nuevo y ver cómo podría ayudarla mientras nosotros no parábamos de pensar y maldecir con nerviosismo.

-Iremos -declaró Corbyn en ese momento y yo quedé desconcertada por las decisiones tan apresuradas que estaba tomando en nada de tiempo.

-¿Qué? Pero entonces...

-Iremos pero después... Cuando todos estén distraídos, nos escaparemos a por Caelo y empezaremos el viaje en la noche.

Analicé sus palabras en mí mente y asentí despacio, conforme con el plan.

Pero, seguía causándome pavor tener que irme de Lectus con Corbyn y dejar a los Herron atrás, aunque sólo fuese por unos días.
Estaba loca, pero era mi culpa y las consecuencias venían después de las acciones apresuradas.

-Está bien... Pero quiero que me hagas un favor.

Corbyn alzó las cejas y se cruzó de brazos asintiendo.

-¿Qué favor?

-Vas a comprarnos ropa para ese maldito baile a mí y a mi familia.

Jack me sonrió divertido y algo asustado por mí respuesta frente al príncipe, pero Corbyn simplemente soltó una carcajada asintiendo.

-Trato hecho, Adela.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top