Capítulo 3
"Nunca entenderé cómo la gente puede subir esta colina corriendo." Jadeé, luchando por mantener el ritmo de los relajados pasos de Harry mientras llegábamos a la cima de Primrose Hill.
"Casi estamos." Se rió, pausando para girarse y esperar a que yo lo alcanzara.
Mis cortas piernas no fueron hechas para hacer un ascenso tan rápido y hoy lo habían demostrado. Aumenté la velocidad hasta que estuve junto a Harry, que estaba llevando una cesta sobre su hombro, y todavía se las arreglaba para caminar unos cuantos metros por delante sin ningún esfuerzo. Una vez que llegamos a la cima, Harry se paró y miró el paisaje. Podías ver todo el horizonte de Londres desde la colina y, con el atardecer iluminando los altos y emblemáticos edificios, la vista era asombrosa.
"Me encanta lo pequeño que parece Londres desde aquí." Recalqué, entrecerrando los ojos a los rayos de sol que venían en mi dirección.
"A mí también." Una suave voz a mis espaldas coincidió conmigo.
Cuando me giré, Harry había extendido una mantel de cuadros sobre la hierba y ya se había quitado los zapatos. Le observé por un momento, estirando las esquinas del mantel hasta que formaron un cuadrado casi perfecto antes de sentarse. Él me miró sin parar mientras me acercaba a él y me sentaba al lado de su cuerpo. Sus piernas estaban estiradas, flexionando los pies contra la hierba y echado hacia atrás, apoyando su peso en las palmas de sus manos.
"¿Vienes aquí a menudo?" Le pregunte, todavía mirando hacia el horizonte; un contraste con la curva de la colina.
Harry se rió. "¿Estas intentando camelarme?"
"Ja ja." Me burlé.
"Si. Vengo aquí bastante. Es tranquilo. Es un cambio en relación con los ruidos de la ciudad."
Tenía razón. Primrose Hill era muy diferente al centro de Londres. Era como un pequeño pueblo con gran variedad de tiendecitas, boutiques y pubs alineados en las estrechas calles- así como la propia colina, que era una gran extensión de hierba fresca. Las grandes casas blancas y los buenos coches denotaban riqueza, pero no de forma pretenciosa.
Todo era calmado y relajado- sin prisas. Algo como un Nirvana en la ciudad.
Inhalé profundamente, disfrutando del aire fresco- mucho más fresco que el aire contaminado al que estaba acostumbrada en el centro de la ciudad. Me incliné y me quité mis zapatos; mis pies apenas llegaban a sus gemelos cuando estiré las piernas.
"¿Qué hay en la cesta?" Le pregunté, llevando mi atención a la gran bolsa de su lado. Él siguió mi mirada, antes de poner sus ojos en mí y sonreírme a la vez que alcanzaba la cesta. "¿Champagne?" Le pregunté sorprendida cuando sacó la botella. "Y un champagne muy caro. Eso tiene que contar por lo menos cuatrocien-"
"No importa." Harry se rió, cortando mi frase antes de tener la oportunidad de acabarla. No pude evitar sonreír.
"¿Todas tus segundas citas tienen este trato?"
Él me sonrió mientras sujetaba el corcho con su mano derecha, manteniendo la botella firme con la izquierda.
"Es la tercera si contamos el día de la cafetería."
Me pilló con la guardia baja y me sonrojé. "¿La cuentas?"
"Bueno, no era técnicamente una cita pero definitivamente es un día que no he olvidado." Harry sonrió mientras abría la botella y un rastro de fría neblina surgió de la botella abierta. Antes de que las burbujas tuvieran la oportunidad de salir, sacó dos copas de champagne de la cesta y las llenó con el líquido.
"¿Qué te hace gracia?" Le pregunté, mientras él, cuidadosamente, seguía sirviendo el champagne, alternando entre los dos vasos mientras esperaba a que las burbujas se calmaran.
"Tú. Tú me haces gracia incluso cuando no quieres."
"¿Si?"
"Si. Incuso ahora cuando tus mejillas se han vuelto rojas porque te he recordado nuestro primer encuentro." Podía sentir el calor llegando cada vez más a mis mejillas. "Todavía me gustaría verte en esos calzoncillos."
Me reí, tomando la copa de su mano y sujetándola con cuidado, alternando mi mirada entre el suelo y sus brillantes ojos verdes.
"Pero no. En respuesta a tu pregunta, no puedo decir que he hecho esto con alguien antes. Eres la primera."
Mi estómago tembló. No pude haber disimulado la sonrisa que surgió en mi cara incluso aunque lo hubiera intentado.
"Me halaga Señor Styles. Lo próximo será sacar fresas de la cesta."
"¡Me ofende que creas que soy tan predecible!" Sonrió antes de rebuscar en la cesta, para después sacar una pequeña bolsa de papel marrón. "Esto," comenzó mientras sus manos desaparecían dentro de la bolsa, "son Hummingbird cupcakes. Son mis favoritos." Miré los elaborados pastelitos; esponjosa vainilla recubierta de glaseado rosa y una decoración en la parte superior. Me pasó uno, sonriendo como un niño cuando lo cogí. "De fresa, por si te lo preguntas. Espero que te guste."
Llevé el cupcake a mis labios y dejé que al dulce aroma llegara a mi nariz, antes de dar un mordisco. Era como un manojo rosa de cielo azucarado- murmuré con aceptación. Me preguntaba cómo el cuerpo de Harry estaba en tan buena forma. Él no comía en exceso pero comía bien y no parecía preocuparse de lo que pasaba por sus labios. Era esbelto y tonificado y tenía músculos en todos los lugares correctos. De hecho, no había un gramo de grasa en él. Solo el pensamiento de su cuerpo desnudo me excitaba. Miré los labios de Harry fijamente, mirando lo rellenos que eran cuando dio un mordisco y éstos se llenaron de glaseado. Cuando quitó el cupcake de sus labios, me di cuenta del azúcar que había en sus labios y no pude reprimir imaginar los míos sobre los suyos, probando la dulzura de la tarta- y de él. Pasó la lengua por su labio inferior hasta que el glaseado desapareció completamente y elevó su champagne hacia mí.
"Bueno, esto va por las segundas, o terceras," dijo guiñándome un ojo, "citas." Sonrió cuando nuestros vasos chocaron y los dos tomamos un sorbo. El líquido era fresco y burbujeante- uno de los más dulces que he probado, y me lo bebí todo con facilidad. "Te ves muy bien esta tarde, por cierto."
Me sonrojé... otra vez, pero esta vez no estaba sola. Por primera vez desde que estaba con Harry, su voz había titubeado y parecía nervioso. Sus mejillas se habían puesto un poco rojas y luchaba por mantener sus ojos en los míos, pero consiguió mantener su tranquilo encanto que encandilaba a todo el mundo.
"Gracias. Tú tampoco estás mal." Sonreí, pasando mis ojos desvergonzadamente por su pecho y sus piernas. Llevaba una camisa azul con los botones superiores desabrochados, dejándome ver su piel. En la parte de abajo, llevaba unos pantalones vaqueros cortos, que acababan encima de sus rodillas, exponiendo sus gemelos morenos y musculosos. Sus piernas estaban cubiertas de fino vello, lo que me recordó a cómo se sentía contra mi piel... Después en como todo su cuerpo se sentía contra mi piel. Mm. Cuando mis ojos volvieron a su cara, noté que él había estado observando mi exploración todo el rato, y las comisuras de su boca se habían curvado hacia arriba levemente. Di otro sorbo mientras notaba como se me enrojecían las mejillas.
"Si sirve de ayuda," empezó, "yo también estoy pensando en ti desnuda."
Me reí y le golpeé el brazo. "¿Quién ha dicho que estoy pensando en ti desnudo?"
"Solo una pequeña observación." Sonrió, asintiendo con la cabeza hacia mi pecho.
Miré abajo hacia las duras protuberancias que sobresalían de la parte superior de mi vestido negro. De veras necesitaba empezar a llevar sujetador cuando estaba en su presencia pero, desafortunadamente, el vestido tenía un corte que ni siquiera permitía un sujetador sin tirantes.
"Pervertido." Murmuré, aunque me había parecido graciosa su cara y el comentario tan directo.
No habíamos intimado desde 'el día de la cafetería', como habíamos empezado a llamarlo. Cuando le vi al día siguiente, comenzamos con un casto beso en la mejilla y nada más. Harry había cocinado una comida fantástica- Pad Thai con calamares- que podían hacer frente a algunos de los restaurants tailandeses a los que había ido. Él continuó sorprendiéndome y me di cuenta de que no tenía nada que ver con el chico que las revistas mostraban. Era encantador, sofisticado y tan ingenioso que hasta tuve algunos problemas intentando pillar algunas bromas. Me mantenía alerta, y me gustaba eso.
Después de numerosos mensajes y algunas llamadas, habíamos conseguido quedar el lunes por la tarde, ya que los dos estábamos completamente libres de otros asuntos. Los dos trabajábamos todo el día, y él tenía normalmente asuntos privados que atender por las tardes, así que encontrar tiempo para vernos había sido difícil. Había estado desesperada por verle desde entonces, y aunque solo habían pasado dos semanas, ya había empezado a echar de menos su presencia, lo que era muy raro en mí. Yo era independiente y disfrutaba de mi propio espacio y mi propia compañía, y me sentía un poco inquieta y confusa por la impresión que me había causado después de haberle visto solo unas pocas veces.
"¿En qué estás pensando?" La suave voz de Harry me interrumpió de mis reflexiones internas y volví de nuevo a la realidad.
"¿Sabías que hay una frase de William Blake en lo alto de la colina? En los bancos." Un halo de sorpresa atravesó mis facciones, antes de relajarme de nuevo a una cálida sonrisa.
"Si." Sonreí y di otro sorbo al vaso, inclinándolo hasta que todo líquido había desaparecido. Harry agarró rápidamente la botella y me llenó de nuevo la copa, junto a la suya. El sol todavía calentaba y la colina se había invadido con un tono anaranjado, lista para que la noche diera paso. Aparte de los pájaros cantarines escondidos en los árboles, éramos los únicos ahí. "¿Te estabas preguntando por qué no te besé apropiadamente la otra semana?"
Las palabras de Harry me tomaron por sorpresa y me quedé callada, sin saber muy bien cómo responder. Las burbujas del champagne estaban flotando libremente por mi cuerpo y ya me sentía levemente acalorada y un poco mareada. Aclaré mi garganta. "La pregunta ha cruzado mi mente."
Él pensó por un momento, acabando su bebida antes de posar el vaso en el mantel e inclinarse hacia mí. "Quería hacerlo. Pero quiero hacer las cosas bien."
Le miré, buscando en su mirada una explicación más profunda.
"El día de la cafetería" se rió, "fue increíble. No he sido capaz de dejar de pensar en eso desde entonces." Nos sonreímos a la vez mientras recordábamos el impresionante y expontáneo sexo que habíamos tenido. "Quiero seguir viéndote y no quiero que pienses que soy un tío loco por el sexo que solo sirve para una vez. Incluso ahora, que estoy usando toda mi fuerza de voluntad para no destrozarte el vestido y poseerte en este mantel."
Harry sonrió, pero pude oír el tono de verdadero deseo en su voz. Parte de mi deseaba que me rompiera el vestido y me follara hasta la semana siguiente. La otra parte de mí solo quería sentarse y hablar, y disfrutar de su presencia, la cual me había mantenido intrigada durante las dos últimas semanas.
"No hay nada malo en estar loco por el sexo."
Harry elevó sus cejas con diversión. "¿Estás diciendo que te gustaría que te destrozara la ropa justo en esta colina?"
Me reí. "No creo que los vecinos lo aprueben."
Él se unió a mi risa antes de volver al silencio. Se me puso un nudo en la garganta cuando sus dedos rozaron mi mano; los dos mirábamos sus gentiles caricias. Sus dedos eran calientes y reconfortantes, y de alguna manera eran capaces de provocar que se me pusiera la piel de gallina de la cabeza a los pies. Sus dedos eran largos y mi mente, naturalmente, me los imagino atendiendo otras partes de mi piel; recordando lo suave y sensual que su toque había sido durante nuestro primer encuentro físico. Cuando elevé mis ojos, Harry estaba mirándome fijamente. Mi corazón empezó a latir el doble de rápido, o eso sentía, y mis labios se abrieron lentamente mientras respiraba. Vi sus ojos alternar entre los míos, para luego descender a mis labios mientras se inclinaba hacia mí lentamente. Sus labios estaban calientes y húmedos cuando se encontraron con los míos y nos quedamos así por unos momentos antes de separar los labios para explorarnos el uno al otro con más pasión. Suspiré involuntariamente cuando las manos de Harry llegaron a mi cara y profundizaba el beso; los dos sonreímos mientras nos satisfacíamos con el otro. El beso era lento y profundo y nuestras lenguas jugaban levemente; saboreando y provocando. Él ciertamente sabía como besar. Su boca era muy suave y dulce. Y no pude evitar sonreír cuando sus dientes cogieron mi labio inferior y me mordió juguetonamente.
"He estado esperando para hacer esto toda la tarde."
Harry estaba levemente acalorado y sin respiración cuando se separó. Se estiró de lado y se apoyó en su codo, pasando sus dedos por sus rizos. Imité su posición para estar cara a cara; nuestros cuerpos estaban muy cerca, aunque no se tocaban. Me sonrió e, instantáneamente imité su expresión, acercando mi cuerpo un poco más cerca del suyo. Su mano llegó a mi cintura y en cuestión de segundos, estábamos encerrados en un abrazo una vez más.
Mientras nuestro beso progresaba, también lo hacían sus manos. De mi cadera, pasó a mi trasero y me mantuvo cerca; masajeando mi nalga por encima de mi vestido. Cada tanto, sus dedos pasaban por el dobladillo y tocaban mi piel, atrayendo chispas mientras lo hacía; y no pude evitar soltar una risita infantil mientras él sonreía contra mis labios. No pasó mucho tiempo hasta que su mano estaba completamente debajo de mi vestido, dejándome un poco más expuesta de lo públicamente apropiado. Él acariciaba mi piel delicadamente, mientras nuestros labios continuaban tocándose, antes de pasar la punta de su dedo anular entre mis piernas. Suspiré contra su boca a la vez que toda mi atención era llevada al trabajo que su dedo estaba haciendo contra mi ropa interior y mi corazón se empezó a acelerar.
"Harry" Respiré contra su labios. "Aquí no."
Él sonrió, siguiendo pasando su dedo por mi centro. "¿Por qué?"
Me estremecí incontrolablemente. Mi cuerpo estaba desafiando a mi mente y respondía a su toque más y más a medida que los segundos pasaban. Me sentía como una adolescente hormonada e, instintivamente, me acerqué contra su dedo; desesperada por sentir más de él, pese a mi protesta.
"La gente puede vernos."
La verdad es que, la posibilidad de que nos pillaran me excitaba y estaba segura de que Harry podía sentirlo. Sus labios dejaron los míos y los movió hacia mi mejilla mientras colocaba una manta encima de mí, cubriendo la parte inferior de mi cuerpo. Cuando deslizo su dedo por la tela de mi ropa interior, dejé escapar un quejido de liberación. Sus respiración era fuerte y caliente contra mi oído y mis caderas empezaron a moverse adelante y atrás en respuesta al movimiento de su dedo.
"¿Mejor?" Susurró, tocándome entre las piernas suavemente.
Me giré para estar boca arriba y el cuerpo de Harry me siguió instantáneamente y se inclinó contra mí. Sus dedos nunca dejaron su lugar entre mis piernas, sin darme elección aparte de separarlas más para permitirle el acceso que mi cuerpo demandaba. Pasando su dedo anular hacia arriba, empezó a rozar la parte derecha de mi clítoris de adelante a atrás lentamente. Mis piernas temblaron cuando se concentró en mi parte más sensible y él se rió en mi oído, complacido por mi reacción. Repitió su deliberada atención contra mi clítoris, presionando más fuerte y moviéndose más rápido, deslizando ocasionalmente su dedo hacia abajo y esparciendo mi excitación hacia arriba. Estaba cerca. Tan cerca que mi cuerpo dolía. Gemí silenciosamente, enterrando mi cabeza en el hueco del cuello de Harry mientras él, talentosamente, jugaba entre mis piernas.
"Te deseo." La voz de Harry rompió de su garganta con una honestidad carnal.
"Tenme."
Él pausó su asistencia por un momento, chocando mi nariz con la suya. "Si vamos a tener sexo, quiero desvestirte. No puedo hacerlo aquí." Él beso mis labios suavemente. "A parte," continuó. "No confió en que sea discreto después del modo en el que mi mente me ha estado provocándome desde que te fuiste la última vez." Harry pasó su pulgar por mi clítoris a la vez que deslizaba su dedo dentro de mí, acariciándome suavemente. "A no ser que te quedes en mi casa esta noche..."
Elevé mis caderas para incrementar la presión. Dios, se sentía increíblemente bien.
"Vale" Le susurré sin aliento.
"¿En serio?"
"Si."
"¿Ahora?"
"Ahora."
Los dedos de Harry salieron de mí. Me quejé por el repentino vacío. Mis piernas seguían temblando, recomponiéndose como consecuencia de la experiencia de Harry. Él sonreía mientras se sentaba y empezaba a meter todo en la cesta.
"Hay mucho como para hacerlo bien." Se rio.
Me senté y le alcancé algo de basura, todavía acalorada por nuestro encuentro. Y todavía muy cachonda. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que el sol se había puesto y ya era de noche.
"No hay nada de malo en querer tener sexo." Me rei.
"Lo se. Pero normalmente tengo más autocontrol que esto."
También yo, pero había algo en Harry- aparte de su increíble genética dada por Dios- que me hacía sentir más segura y sexualmente cargada de lo que normalmente estaba. En las tres veces que había estado con él, me había sentido increíblemente atraída por él- tanto física como mentalmente. No podía saber por qué era, pero claramente no me estaba quejando. Era refrescante. Estimulante. Tenía el sentido del humor que cualquier chico tendría, pero tenía la inteligencia y el encanto de un hombre. Y follaba como un hombre.
Harry me sonrió, antes de tragar lo último que quedaba el champagne.
"Qué clase." Me burlé, antes de quitarle la botella de las manos y hacer lo mismo.
Él me guiñó un ojo. "Te digo lo mismo."
Levantándose, se colgó la cesta en su hombro y me extendió su mano. Le cogí la mano y me puse de pie, enviando el alcohol a mi cabeza. Mis piernas todavía parecían de gelatina tras estar tan excitada y mis rodillas fallaron.
"Estabilízate." Me sonrió Harry mientras sujetaba firmemente su brazo.
"Es el alcohol."
Harry arqueó una ceja mientras seguía sujetando mi brazo a la vez que yo intentaba recomponerme. Era una mentirosa horrible y sentí como se me enrojecían las mejillas cuando él me miró con diversión. Rápidamente me coloqué bien el vestido, pero todavía podía seguir viendo a Harry sonriendo por el rabillo del ojo.
"¿Crees que podrás soportar diez minutos caminando?"
"Si. Muchas gracias."
"Bien. Vamos entonces."
X.
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