Capítulo 28
El tiempo pasaba y el peso de mis muslos sobre mis manos hizo que se me durmieran. Me moví de lado a lado. Obediencia, me dije a mi misma. El cuero se movió debajo de mi y como recompensa. Empezó a acariciar la base de mi centro, creando una tormentosa y gentil fricción. Inhale profundamente mientras me apretaba más fuerte en un intento de aliviarme. Era muy sutil pero se sentía increíblemente bien después de estar abierta durante tanto tiempo.
Mis ojos se movieron a la puerta que se abrió una vez más. Los pies descalzos de Harry sonaban sobre el suelo de madera mientras caminaba hacia mi y se quedaba parado detrás de la silla, antes de inclinarse hacia delante y dejar que su cálido aliento rozara mi cuello.
Se había duchado- olía a limpio con un suave toque a menta. Pero se había vuelto a vestir, llevando una camiseta blanca y vaqueros azules.
"¿Estás cachonda?" Su pregunta me tomó por sorpresa.
"No," mentí indignada; todavía frustrada porque había venido y se había ido antes, caliente y esperando. Se movió delante mío y se puso de cuclillas entre mis rodillas. Vi sus manos mientras éstas pasaban por mis muslos y subían en dobladillo de la camiseta hasta la parte superior de éstos; revelándome por complete a él.
"Vale." Remarcó con humor con una sonrisa en los labios y yo miré hacia abajo para ver una inconfundible zona mojada en la silla. Sin tocarme, él ya me había besado, provocado y follado la mente. Se puso de pie y se inclinó, rozando sus labios en mi oreja. "¿Te has tocado mientras yo no estaba?" Preguntó lentamente. Yo negué con la cabeza y él trazó mi oreja con su caliente lengua. "¿Estás mintiendo, como acabas de hacer cuando me pregunté si estabas cachonda?" Negué otra vez, sin palabras. "¿Has pensado en tocarte?"
"Si."
"Apuesto a que lo hiciste." Puso su rodilla derecha entre mis piernas y la presionó hacia delante, así que estaba colocada firmemente entre mi abierta hendidura; vaqueros duros y carne sensible.
"Harry," gemí.
"Me has mojado los vaqueros," susurró en mi oído tan silenciosamente que a penas pude oírle.
Exhalé temblando cuando retiró la rodilla de entre mis piernas y caminó a mi espalda otra vez. "Brazos arriba," me instruyó mientras sujetaba los hombros de mi camiseta. Deslicé mis manos de debajo de mis muslos, ahora calientes y pegajosos y los mantuve encima de mi cabeza. Él me quitó la tela y la tiró al suelo a mi lado. "Vuelve a como estabas," dijo y las coloqué otra vez entre mis piernas y el cuero de la silla.
"¿A dónde fuiste?"
Sus manos se movieron sobre mis hombros y a través de mi pecho y cuando sus manos rozaron mis pezones, arqueé mi espalda a su toque.
"Terminé de ver lo que estábamos viendo en le tele y me duché." Me reí. Su respuesta era muy casual e indiferente. Pero mi humor no duró mucho. Mientras se encargaba de mis pechos con sus manos y sus dedos, empezó a espolvorear besos húmedos sobre mis hombros; presionando su lengua contra mi piel mientras lo hacía. Llegaron al lado izquierdo de mi cuello, tan caliente y suave, mientras su respiración pasaba por mi piel. "No vas a correrte hasta que te diga que puedes," dijo entre besos. "¿Lo entiendes?" Podía sentir mi cuerpo temblar mientras el trabajo de sus manos descendía a mi estómago, trazando círculos sobre mi piel que descendían centímetro a centímetro provocadoramente. Llegaron a mis muslos y empezó a pellizcar mi piel con sus dedos; rozando con sus labios el área detrás de mi oreja. "¿Lo entiendes?" susurró.
"¿Y si no puedo?" Nunca tuve que detener un orgasmo antes. Como mucho, normalmente tenía que concentrarme para llegar hasta ahí, aunque ese nunca había sido el caso con Harry. No estaba segura de si sería capaz de retenerlo; negar a mi cuerpo una urgencia natural que se estaba tambaleando en el borde. Ya estaba escalando esa escalera. Mis músculos temblaban cada momento que pasaba con las manos y labios de Harry en mi piel, tensándose y buscando esa misericordiosa liberación de placer. Pero quería hacer esto por Harry. Por mi. Por nosotros.
"Puedes hacer cualquier cosa en la que te concentres." Harry habló en mi oído mientras sus pulgares provocaban los pliegues entre mi pubis y mis muslos. "Y no vas a correrte hasta que yo lo diga." Cerré mis ojos y me concentré en el cuidadoso movimiento de sus dedos.
"Lo intentaré." Suspiré.
"Lo harás." Corrigió Harry. "O te dejaré atada a esta silla hasta que haya un charco en el suelo." Gruñí en alto en respuesta a su erótica amenaza y él sonrió contra mi piel. "Aunque no estamos lejos de eso, así que quizá deba replanteármelo." Maldije en silencio mientras él acababa un recorrido de besos hasta mi mejilla; quedándose ahí más tiempo mientras sus manos seguían acariciando mis muslos.
"Bésame primero," le pedí. "Por favor." Sus manos dejaron mis muslos; la izquierda sujetando mi cintura mientras que la derecha llegó a mi cuello y se extendió por mi mandíbula y mi mejilla. Aplicó una suave presión y giró mi cara para mirarle, a no más de un par de centímetros de distancia. Sus ojos se enfocaron en los míos, manteniéndome en su mirada, antes de cerrar el espacio entre nosotros y presionar sus labios con los míos. Su beso era lento y sensual, acariciando mi lengua con la suya mientras sus labios cubrían los míos. Me preguntaba si era posible llegar al clímax solo con besarse. Si lo era, entonces estaba segura de que éste era el tipo de beso que podía enviar a alguien al borde.
"Preciosa," susurró.
Con mis ojos todavía cerrados, escuché cómo se movió detrás de mi. Cuando finalmente los abrí, Harry estaba sentado a medio metro o así enfrente de mí en otra de las sillas. Sus ojos estaban en mí; con las piernas separadas mientras se sentaba con la espalda contra la silla de cuero. Sus manos posadas en sus muslos, dedos separados por completo. No podía quitar los ojos de él y cuando se humedeció los labios, se inclinó hacia delante y colocó sus manos sobre mis rodillas, rozando mi piel.
"¿Deberíamos liberar algo de presión?" Habló lentamente, asegurándose de pronunciar cada una de las palabras. Asentí lentamente. "Muéstrame como usas esos dedos," Su mirada nunca dejó la mía y tras unos cuantos latidos de mi corazón, quite mi mano derecha de debajo de mi y la pasé por el interior de mi muslo.
"Vale," susurré mientras mis dedos provocaban la piel de justo encima de mi muslo, moviéndola lentamente hacia abajo. Si no estuviera tan cachonda, hubiera estado un poco aprensiva dándome placer en frente de él, a pesar del hecho de que él me había visto de todas las maneras. Pero mi cuerpo estaba muy desesperado y necesitado y un silencioso gemido salió de mi garganta cuando pasé mi dedo corazón entre mis pliegues; cubriendo mi dedo al instante con mi propia excitación. Provoqué mi entrada con pequeños círculos y mi humedad sonó en la tranquila habitación.
"Eso es cariño." Harry respiró pesadamente; los ojos seguían en los míos. "Vete un poco más profundo para mí." Empujé mi dedo dentro de mí y toque las calientes paredes con los mismos movimientos circulares. "Buena chica," me elogió, "dime cómo de bien se siente."
"Muy bien," Susurré. Sin quitar su mirada de la mía, desabrochó su cinturón y abrió el botón de sus vaqueros.
Bajó la cremallera y eché una ojeada a su desnuda longitud; no llevaba ropa interior bajo los vaqueros. Movió la parte izquierda hacia un lado y sacó su polla, así que descansaba firmemente contra la tela blanca de su camiseta. El contraste de su piel morena sobre el blanco era algo increíble de ver; con un tono rosado más profundo cuando se acercaba a su hinchada cabeza. Una vez libre de sus vaqueros, sus manos volvieron a su lugar en los muslos y con los labios rosados y los ojos incluso más oscuros, se sentó y me miró hasta que mis dedos estuvieron mojados hasta los nudillos y estaba gimiendo y retorciéndome con placer.
Un estrangulado lloro salió de mis labios cuando sentí mi cuerpo calentarse y tensarse con una insaciable necesidad de correrme. Le miré a través de mis pesados párpados y él me miró con intensa concentración. Las comisuras de su boca se curvaban ligeramente.
"No te corras." Ordenó con calma. Yo maullé patéticamente. Mi mente estaba ebria de placer; en un mundo completamente diferente. Podía oír las palabras de Harry, pero no podía hacer que mi cuerpo le hiciera caso. Solo había una cosa en la que podía concentrarme y era llevar mi clímax hasta el orgasmo que llevaba surgiendo en mi interior desde los primeros minutos en los que había estado atada a la silla. Con unos cuantos toques a mi clítoris, estaría ahí y cuando deslicé mis dedos de mi húmeda carne y los pasé por el nudo de nervios hipersensible, gemí con alivio. "Emilia," me amonestó Harry.
Su voz era dura y gruesa y cuando mis piernas empezaron a temblar, se puso de pie y sujetó mis muñecas; cogiendolas con una mano mientras usaba la otra para sacar su cinturón de las hebillas. Tiré mientras intentaba liberar mis muñecas, agarrando las suyas. El suyo se volvió más fuerte mientras el cuero se movía y antes de que pudiera procesar mis pensamientos, estaba atando el cinturón alrededor de mis brazos en el respaldo de la silla.
"Ansiosa," dijo con sus labios a centímetros de los míos mientras apretaba el cinturón. "¿Qué ha pasado con tu autocontrol?" Entonces, golpeó al área entre mis piernas con fuerza. Los músculos de mi estómago se tensaron y grité cuando el calor me atravesó. Harry se estaba riendo de mi y yo estaba disfrutando con ello. No estaba segura de por qué; me sentía humillada y avergonzada de haber perdido la compostura enfrente de él pero estaba increíblemente excitada por su reprimenda. El cuero caliente se hundía con fuerza en la piel encima de mis codos; el tipo de dolor seco que sabía que estaba haciéndome moratones a cada segundo.
"Bastardo." Saqué una risa con frustración. "Está apretado." Mi clímax ya se había desvanecido, reduciéndome en un desastre. Él elevó su ceja con una sonrisa en los labios, mirándome directamente a los ojos.
"De eso se trata. Y prefiero Señor."
Así que quiere jugar... Cuando sus labios rozaron los míos, empujó su dedo corazón entre mi húmeda carne y lo hundió con profundidad; mucho más profundo de lo que yo podía llegar.
"Deja de pensar en lo mojada que estás." Me acarició increíblemente lento antes de curvar su dedo hacia arriba y empujar contra mi punto G, así que pude sentirlo en la parte inferior de mi cuerpo. "Y en lo sensacionalmente tensa que estás entre las ingles." Me dio un temblor. Su voz era suave; casi como un trance, mientras hablaba. Me sentí llegar al mundo que amaba; ese mundo en el que solo Harry y yo existíamos. "Quieres tenerme dentro de ti, pero no lo necesitas." Me contraje alrededor de su único y esbelto dedo y eché las caderas hacia delante todo lo que pude, incapaz de pensar en algo más aparte de lo increíble que se sentía. "Todavía no." Terminó en un casi inaudible susurro.
Querer contra necesitar. Con sus dedos dentro de mí, me estaba pareciendo imposible diferenciar entre esos dos. Él se puso de pie y se quitó la camiseta; los vaqueros seguían en su cintura, aunque estaban desabrochados. Le vi deslizar sus vaqueros por sus piernas y salir de ellos así que estaba desnudo delante de mi. Era un Adonis, en toda su gloria masculina. Le miré entre msi pestañas y con los labios separados, sin atreverme a romper el contacto visual. Él movió su silla hacia delante y se sentó con sus rodillas a cada lado de las mías. Estaba muy cerca; tan cerca que si pudiera extender mis manos delante de mí, podría pasarlas por su pecho y por su pelo.
"Viendo que parece que estás sufriendo," sus labios se movieron lentamente mientras hablaba. "¿Qué tal si miras?"
Harry acarició con sus dedos la longitud de su eje, justo hasta la punta, antes de enrollar su mano alrededor de su miembro y deslizarla hasta la base. Moviéndose hacia arriba otra vez, apretó la cabeza de su polla, miré completamente embelesada y en silencio una pequeña gota de humedad rodar por la punta y sobre sus dedo curvados. Un gruñido liberador pasó por sus labios entreabiertos mientras movía su puño desde la punta hasta abajo, mirándome a los ojos mientras lo hacía. Se liberó y se inclinó, manteniendo su dedo delante de mis labios. La piel estaba húmeda y cuando metió el dedo entre mis labios, lo chupé y pasé mi lengua por su piel salada.
"Hmm," murmuró con una seductora sonrisa mientras deslizaba lentamente su dedo fuera de mi boca y enrollaba sus largos dedos a su alrededor con facilidad.
Mi corazón latió erráticamente mientras se daba placer delante de mí con caricias lentas y firmes que hacían que los músculos de su estómago de tensaran y su pecho se volviera rosa por el calor. Cada vez que respiraba pesadamente, los músculos de mi centro se contraían un poco más, demandando liberación, suplicando una satisfacción que solo Harry podía darme. Además de enseñarme una lección, me estaba mostrando cómo se hacía sentir bien de la manera más natural que podía y ese, sin lugar a dudas, era uno de los momentos más eróticos de mi vida.
Una sonrisa de diversión llegó a los labios de Harry mientras seguía mirándome. "¿Te vas a correr solo con mirarme?" Incrementó el movimiento de su muñeca un poco y yo, lentamente, dejé escapar la respiración que estaba aguantando. Su hinchado capullo aparecía con cada caricia hacia abajo, un poco más rosa y más mojado cada vez y no pude evitar un maullido que se escapó de mis labios. Todo lo que podía pensar era en tenerle en mi boca; saborearle.
"No," respiré fervientemente, aunque parecía que me iba a correr. Nunca me había sentido tan caliente, exhausta y lista. Estaba en un nivel completamente diferente a cuando Harry me provocó hasta el orgasmo una y otra vez mientras estaba atada a la cama de cuatro postes.
"Te olvidas de que puedo verte," Harry interrumpió mis pensamientos mientras su mano se paraba gradualmente y sus ojos se posaban entre mis piernas. "Puedo ver exactamente lo cachonda que estás." Humedeció sus labios justo después de hablar, antes de inclinarse hacia delante y pasar sus labios por mi mejilla derecha. "Nunca he visto una chica gotear antes," susurró con ardor. "Pero tú lo acabas de hacer... justo sobre el cuero."
Giré mi mejilla y rocé mis labios sobre los suyos; manteniéndolos en él, respirando profundamente, quieta. Sus dedos trazaron suaves líneas en mi muslo izquierdo, hasta que su mano me cubrió por completo, aunque apenas sin tocarme. Sus labios se extendieron sobre los míos mientras empujaba sus dos dedos del medio y empezaba a acariciar mi mojado centro con parsimonia, arriba y abajo, desde mi entrada hasta mi clítoris. Gemí a través de mis labios separados y usé las robustas patas de la silla a las que mis piernas estaban atadas para elevarme y rozarme contra su toque.
No pasó mucho hasta que me sentí acercarme hasta mi, muy anticipado, final y cuando empecé a gemir el nombre de Harry contra sus labios y a mover mis caderas más fervientemente, apartó sus dedos de mí y empezó a acariciar los interiores de mis muslos.
"Casi." Provocó con malicia y yo aparté mi cara de él para mirar entre nosotros y ver sus dedos mojados sobre mi piel. Gruñí cuando vi mi cuerpo temblar de la cintura hacia abajo y él no empezó a acariciarme otra vez hasta que el profundo rosa de entre mis piernas se había disipado y mi respiración se tranquilizó.
La siguiente vez que me tocó, empujó sus dedos corazón y anular dentro de mí mientras mantenía su pulgar contra mi clítoris, creando la presión más exquisita dentro de mi. Firmes caricias sobre mi dulce punto combinadas con el roce de su pulgar sobre mi clítoris me tenían jadeando con placer pero una vez más, cuando mi cuerpo se volvió impaciente y me tensé a su alrededor, apartó el pulgar y dejó los dedos quietos antes de que pudiera encontrar mi dulce liberación.
"Muy cerca," susurró con suavidad mientras sus ojos miraban los mios. "¿Te gustaría correrte?"
"Si." Gemí.
"¿Necesitas correrte?"
"Si." Esta vez más desesperada que la anterior.
"Pregúntame si puedes correrte."
"Déjame correrme."
"Pregúntame correctamente."
"Por favor, dejame correrme."
"Correctamente," dijo en mi oido.
Estaba tan cachonda que podría haber echo cualquier cosa por mi orgasmo en ese punto. Me hubiera puesto de rodillas y le hubiera suplicado sin vergüenza. Hubiera besado sus pies y le hubiera dejado azortarme si quisiera. Le hubiera dicho que le quería porque, justo ahora, sentía que lo hacía.
"Por favor, déjame correme, Señor." Dije lentamente de repente, encontrando dificl sacar las palabras de mis labios. Una oscura sonrisa pasó por sus labios.
"No," se tomó su tiempo en sacar esa única sílaba. "No te vas a correr hasta que esté dentro de ti."
"Harry," respiré nerviosa. "No puedo."
Sabía que si movía las caderas de lado a lado para crear esa deliciosa fricción alrededor de sus dedos, me correría casi al instante. Pero con su mano izquierda ahora sujetando mis caderas, estaba indefensa contra su toque.
"Yo creo que puedes, Emilia."
Esperó un momento antes de llevarme al borde otra vez. "Para, Dios, por favor." Dije.
"Sabes la palabra si quieres que pare, Emilia," me acarició con sus dedos con la misma suavidad que su voz. "Pero no creo que lo hagas..."
Siete. Una simple palabra y pararía. Una palabra y mi cuerpo se liberaría de su tormento agridulce. Tenía razón. Quería que siguiera; que me llevara hasta un punto que parecía tanto inminente como inalcanzable.
"Control," repitió y yo dejé caer mi tenso cuerpo contra el respaldo de la silla, ahora caliente y mojada por mi propia lucha. "Piensa en lo bien que se va a sentir cuando te corras por fin." Besó la comisura de mi boca antes de usar la yema de su dedo para golpear mi clítoris con rapidez. Cerré mis ojos y le supliqué que siguiera. Estaba hinchada y estaba muy sensible al toque; demasiado sensible. Pero Harry se aseguró de no estimular el área demasiado tiempo.
En el borde una vez más, Harry se levantó de la silla y se movió detrás de mi y yo suspiré cuando el cinturón se aflojó y mis brazos se liberaron. Colgaron a mis costados y vi cómo Harry empezaba a desatar la cuerda alrededor de mi pierna derecha, y luego la izquierda; tomándose su tiempo para liberar mi cuerpo cómo si se postrara a mis pies. Mis músculos estaban contraídos y aunque la tensión de mis muslos desapareció, luché por moverlos, a pesar del caluroso roce de las manos de Harry masajeándome.
"Te va a costar ponerte de pie." Harry se levantó y colocó sus manos debajo de mis brazos. "Usa mi cuerpo para apoyarte." Cuando me levantó de la silla, se sentó en la suya para colocarme en su regazo, a horcajadas sobre su cintura con mis manos en sus hombros. Uno de sus brazos rodeó mi cintura para mantenerme segura contra él mientras la otra se movía por mi muslo, lista para posicionarme encima de él. Su piel se sentía muy bien contra la mía y yo usé toda la fuerza de mis músculos para elevar mis caderas y moverme hacia delante para que su longitud estuviera lista a mi entrada. Sus ojos buscaron los mios y cuando los encontraron, me bajó hacia él. Fue un descanso que nunca había sentido antes y mi cuerpo se rindió a su misericordia. Él empujó las caderas hacia arriba y gemí en su boca. Sabía que no duraría más de unos minutos como mucho. Mis paredes estaban muy tensas; apretándole todo lo que podía.
Movió su mano entre nosotros y empezó a pasar su pulgar sobre mi clítoris, construyendo el mismo climax que me había provocando y negado por lo que parecía una eternidad. "Aguanta." Murmuró contra mis labios. "Siénteme, justo donde pertenezco." Y yo le sentí; justo en lo más profundo de mi interior, tanto en el cuerpo como en el alma. Asentí y me acerqué más a él. "Mírame." Susurró Harry mientras miraba mis ojos. Estaba suspendida entre un dulce cielo y un infierno y mordí mi labio mientras esos preciosos y oscuros ojos me llevaban hacia él.
Por favor. Gimoteé cuando incrementó la velocidad de su pulgar, detonando la bomba que había dentro de mí que llevaba queriendo explotar mucho tiempo.
"Córrete para mi. Ahora." No necesité que me lo dijera dos veces. Cuando empecé a deshacerme a su alrededor, le miré a los ojos todo lo que pude soportar antes de apoyar mi cabeza en su hombro exhausta y eufórica. Él mantuvo mi cuerpo contra el suyo mientras mis uñas se hundían en sus omóplatos y mis pies se curvaban contra el suelo de madera; su piel caliente tranquilizando mis quejidos. "Eso es." Dijo a través de un gruñido roto en mi oído mientras seguía rozando mi clítoris. El sonido de su respiración y la corriente que pasó por su cuerpo me dijeron que estaba experimentando algo eufórico también. El orgasmo que tuve fue tan intenso y abrumador que pensé que me iba a desmayar. Mis ojos se humedecieron y mi corazón latió hasta mi cabeza. Harry me abrazó mientras me retorcía contra él, derrotada; justo hasta que la última ola de placer se dispersó en una suave corriente que atravesó todo mi cuerpo. Con mi cuerpo apoyado contra el suyo, Harry movió sus manos bajo mis muslos y se levantó conmigo, así que rodeé su cintura con mis piernas. Todavía estaba duro dentro de mi, caliente y lleno; y cuando caminó, su carne continuó estimulando la mía. Me llevó arriba y caminó conmigo hasta la cama, bajándome hasta las sábanas y cubriendo mi cuerpo con el suyo. Esa era la primera vez que le había mirado a los ojos desde que me había recobrado de mi orgasmo. Estaba muy débil y cansada y seguía temblando, incluso cuando sus manos tranquilizaron mi enrojecida piel. Me miró y sonrió antes de besarme cuidadosamente.
"Poséeme," susurré cuando su boca se apartó de la mia y nuestros ojos se encontraron una vez más. Apartó el pelo de mi cara y ahuecó mi cabeza.
"Te deseo más que a nada a lo que he querido en la vida." Elevé mis labios a los suyos y él, gentilmente, apoyó mi cabeza de nuevo en las sábanas. "Estoy dudando entre querer follarte hasta reventar o tomarme mi tiempo."
"Haz ambas." Le provoqué contra sus labios.
Él me besó con fuerza y deslizó su dura polla fuera de mi. Un fuego carnal encendía sus ojos.
"Inclínate."
Con la ayuda de Harry, me giré y me apoyé en mis manos y rodillas, pero estaba débil y mis músulos temblaron, dejándome apoyada en mis codos. Cuando empujó dentro de mi, apretó mi trasero antes de golpear con la palma de su mano mi piel. Luego lo hizo otra vez, mucho más fuerte. Mi espalda se arqueó pero no hize ningún sonido; gritando en silencio a través de mis dientes apretados.
"Esto es por casi correrte sin mi permiso," un golpe más justo encima de la nalga derecha. Joder. Él pasó su brazo por debajo de mi cuerpo y me levantó así que estaba sentada en sus rodillas con mi espalda contra su cuerpo. Me mantuvo firme; sujetando mi peso por mí. Su respiración era cálida y pesada sobre mi cuello.
"He estado duro desde que te dejé en esa habitación," gruñó en mi oído. "Y cuando tenga gente cenando en ese comedor, pensaré en tu cuerpo perfecto atado a esa silla... y lo húmedo que estaba el cuero." Cerré mis ojos y mis caderas empezaron a rozarse por voluntad propia. "¿Se siente bien?"
"Si." Maullé mientras me inclinaba hacia atrás y apretaba sus muslos.
"Lo mereces." Presionó sus dedos firmemente en mi piel. "Aunque la próxima vez, si no puedes controlar esos dedos tuyos, no seré tan benevolente contigo." Antes de que tuviera la oportunidad de procesar las palabras próxima vez , empezó a empujar hacia arriba; tan profundo que no pude hacer nada más que gritar y tomarle. Sus manos acariciaban mi parte delantera mientras me mantenían quieta y yo arqueé mi espalda lejos de él mientras apoyaba mi cabeza en su hombro. "Te vas a correr otra vez," sonrió contra mi cuello mientras yo susurraba su nombre a través de respiraciones entrecortadas.
Posó mi cuerpo sobre las sábanas y me siguió al instante; su pecho cubriendo mi espalda y sus caderas chocando contra las mias. Tan rápido como mis manos conectaron con las sábanas, giró mi cuerpo y estuve de espaldas mirando a los ojos enamorados de Harry. El sudor brillaba a través de toda su piel y vi las gotas de humedad rodar por su cuello; las venas se notaban bajo su tatuada piel. Sus caderas se movieron lentamente, aunque con firmeza; manteniendo mis manos sobre mi cabeza mientras sus labios provocaban los mios con una mezcla entre roces gentiles y besos duros. Mi cuerpo estaba cubierto de mi propio sudor y el de Harry y mientras nuestros cuerpos se deslizaban el uno contra el otro, otro orgasmo surgió a través de mi; casi tan intenso como el último.
"Joder, buena chica," alabó Harry cuando me rendí bajo él. "¿Otra vez?"
"No se si puedo."
"Puedes." Susurró contra mis labios a la vez que cambiaba su peso a su brazo izquierdo y deslizaba el otro entre nosotros. "Tu cuerpo quiere correrse otra vez. Puedo sentirlo."
Y lo hice. Con su pulgar moviéndose con destreza sobre mi clítoris, me sentí romper por tercera vez esa noche, con él susurrándome una mezcla de dulces y oscuras cosas en mi oído. Luché sin aliento bajo él, incapaz de controlar mi cuerpo tembloroso. Con su cara a centímetros de la mía, rizos mojados rozando mi frente y su mandíbula tensa mientras mordía su labio, Harry se corrió con un gruñido y un fuerte empellón que movió mi cuerpo del colchón; enterrando su cálida cara en mi mejilla mientras se dejaba ir por fin.
El cuerpo de Harry se tumbó caliente, pesado y jadeante encima del mío antes de que apartara su cara de mi cuello. Besó mi frente y rodó a su lado; su pecho subía y bajaba con rapidez y el sudor seguía supurando de sus poros. Yo no encontraba la energía para moverme. Estaba envuelta en el caluroso y dulce placer que había sentido; tanto que ni siquiera noté que Harry se apoyó en su codo hasta que me besó. Con mis ojos todavía cerrados, podía sentirle mirarme. Cuando los abrí lentamente, me estaba mirando con los párpados pesados y gotas de sudor corriendo por su frente.
"Hola," sonrió y yo murmuré con pereza en respuesta. "¿Cómo te sientes?"
"Nada mal," sonreí a lo que él se rió. "¿Y tú?"
"Nada mal," me imitó. Enrolló su brazo alrededor de mi cintura y me acercó hacia él, así que mi espalda estaba presionada firmemente contra su pecho. Su rodilla se deslizó entre las mias y exhalé profundamente apreciando el calor y la comodidad de su cuerpo. Él enterró su nariz en mi nuca y yo pasé mis manos por las suyas, acercándole más a mi cuerpo. "¿Estuviste cerca de decir la palabra de seguridad?" Me preguntó con un halo de atención en su voz.
"Una vez," respondí con honestidad.
"¿Cuándo?"
"Justo al final, cuando me llevabas al borde y luego parabas."
Él murmuró contra mi piel. "Sabía que sería en ese momento," después de que hablara, me giró en sus brazos para juntar nuestros pechos; nuestros corazones latian lentamente el uno contra el otro. "No tengas miedo de usarla," murmuró gentilmente. "Está por una razón."
"Lo se. Pero no necesitaba usarla. Sabía que podía aguantar más de lo que me estaba diciendo la cabeza"
"Normalmente puedes. Pero todo el mundo tiene sus límites."
Moví mis manos por su cuerpo y entrelacé mis dedos con a cadena de su collar. "Nunca he tenido un orgasmo como ese antes." Susurré.
"¿No?" Sabía por el tono de su pregunta que quería que me explicara.
"No puedo describirlo..."
"El cuerpo femenino es fascinante," movió su mano por mi cintura mientras hablaba." Pero el tuyo es extraordinario."
"¿A qué te refieres?"Me sonrió y siguió acariciando mi piel.
"Siempre puedo saber cuando vas a correrte," empezó. "Tu pecho se sonroja con un tono increíble." Siento el calor llegar a mis mejillas. "Ese tono." Se rió. "Y todo tu cuerpo tiembla. Hasta tus dedos." Se inclinó hacia delante y rozó sus labios con los míos. "Siguen temblando un poco contra mi pecho," susurró con una sonrisa en los labios y mientras concentraba mi atención a esa parte de mi cuerpo, me di cuenta de que tenía razón. "Hay una cierta mirada en tus ojos, justo antes de que te entregues a mi." Respiré suavemente contra sus labios mientras absorbía sus palabras. Aunque estaba hablando sobre mi propio cuerpo, sentía que me estaba pintando en un lienzo en blanco; enseñándome a mi misma. "Mucha gente se pierde completamente. Pero incluso en tus momentos más intensos, me mires o no, estás conmigo. Siempre."
Sonreí sientiendo el silencioso murmullo de su corazón en mis dedos. "Tu cuerpo es bastante extraordinario también, sabes..."
"¿Si?"
"Quiero decir, tienes dos pezones extra," me reí al presionar mi índice en cada uno. Él cogió mi mano y se rió, manteniéndola firmemente contra su pecho, suave y caliente. Un día le diría que la cabeza de su polla se volvía del mismo color que sus labios cuando estaba excitado, y que había una vena en particular en la parte izquierda de su cuello que sobresalía de su piel cada vez que estaba a punto de correrte. Le contaría sobre el fuego de sus ojos, la increíble fuerza de sus manos y los sonidos ocasionales que hacía con la lengua cuando se acercaba a su final. Le contaría lo poderosa que me hace sentir, incluso en mis momentos más débiles. Eran las pequeñas cosas que hacían de Harry el hombre insaciable del que no podía tener suficiente.
"Voy a preparar un baño para que te ayude a relajar los músculos. Te dolerán un par de días."
"Vale." Asentí. Cuando Harry se sentó y pasó sus piernas a los bordes de la cama, me di cuenta de los profundos arañazos cubriendo su espalda; juntándose en todas las direcciones. Incluso con la tenue luz de la habitación, podía ver lo rojas que eran; unas más que otras, y otras incluso más que eso. "Harry, tu espalda..." Comenté en silencio, casi asombrada por las adicciones amorosas. Él caminó al espejo al lado de su habitación y se puso de espaldas, antes de girar su cabeza sobre su hombro.
"Sabía que se notarían," sonrió. "Y esto de aquí." Extendió su cuello y señaló a un oscuro mordisco en la piel que juntaba su cuello con su hombro; mucho más oscuro que cualquier otra cosa en su piel.
"No me di ni cuenta..."
"El poder del orgasmo femenino, ¿no?" Se rió antes de caminar a un lado de la cama e inclinarse para besarme. "No me importa." Murmuró. "Son tuyos y me gustan." Rozó sus dedos sobre la piel de mis codos y me estremecí. "Justo como estas marcas en ti son mías." Giré mi cabeza para seguir el camino de sus dedos y pude ver los moratones del cinturón en mi piel. Ya se habían vuelto púrpuras y podía sentirlos tras el dolor de mis músculos, aunque no tanto como la memoria de esta tarde de placer; otro recuerdo que Harry y yo compartimos.
"Harry," dije su nombre suavemente y él me miró tras sus pestañas.
"Emilia..." su hoyuelo se flexionó y sus labio se curvaron en una sonrisa. Sus mejillas estaban coloradas y podía ver en su cara que estaba completamente exhausto. No podía evitar sonreir cuando rocé mis dedos sobre su mejilla hasta que apartaron los rizos de su cabeza.
"Ven aquí," susurré y sus labios cayeron en los mios y coloqué su cuerpo desnudo encima del mio; todavía sudado y caliente. Él sonrio en nuestro beso cuando caímos a las sábanas. Nuestros. Los cuerpos tan cerca que olvidé que no eran uno.
"Baño." Sonrió Harry cuando su nariz rozó la mia.
"Estoy cansada."
"Lo se así que cuanto antes nos bañemos, antes iremos a la cama."
"Cama significa lunes por la mañana, lo que significa trabajo," gruñí y él se rió.
"No tenemos que dormir," murmuró y usé su cuello para impulsarme a besarle. "Podemos hacer esto toda la noche si quieres," dijo entre suaves y cortos besos. "O lo que quieras..." sonrió arqueando una ceja.
E hicimos justo eso. Después de un baño de una hora donde había mojado mis músculos con la ayuda de las agradabes caricias de Harry, nos tumbamos bajo las sábanas, besándonos y tocándonos el uno al otro hasta que pasó la noche y caímos en otro mundo.
Eso fue, después de que me hubiera azotado apropiadamente por mis desobedientes dedos... y para mi disfrute.
X.
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