Capítulo 26
Cerré la cremallera de mi bolsa para el fin de semana y me puse el abrigo. Harry estaría fuera en cualquier momento y le había dicho a mis padres que estaría con ellos sobre las ocho de la tarde, tan pronto como saliera del trabajo.
"Así que, ¿qué haces este fin de semana?" Me había preguntado Harry por teléfono el martes por la tarde mientras estaba sentada en el sofá con mis pies curvados bajo mi cuerpo.
"Voy a ir a casa a ver a mis padres el viernes por la tarde."
"¿A qué hora?"
"¿Por qué? ¿Quieres venir?" Bromeé.
"Me gustaría, realmente." Había contestado cautelosamente, como si estuviera nervioso por oir mi respuesta.
"¿Quieres conocer a mis padres?" Sonaba mucho más sorprendida de lo que quería, y él se rió al otro lado.
"Solo si tú quieres."
Había dicho que si, por supuesto. No estaba segura del protocolo estándar para conocer padres, como si alguna vez hubiera tenido a alguien para que conocieran, pero después de casi cuatro meses de estar con Harry, quería que le conocieran. Y quería dejar a Harry entrar en esa parte de mi vida; la parte que había creado y formado la persona que era hoy. Quería dejarle entrar un poco más profundo y acercarlo un poco más a mi.
Mi madre estuvo agradablemente sorprendida cuando le pregunté si estaba bien que Harry viniera conmigo. De hecho, sonaba casi tan emocionada como yo, lo que era tanto reconfortante como desconcertante. Quería que Harry se sintiera bienvenido, no acosado por mi propia madre, que estaría enamorada por su carisma natural y buen aspecto. Harry se había reido cuando le advertí, aunque puede que estuviera más nerviosa porque él conociera a mi padre. Mi padre tenía esa vena sobreprotectora que muchos padres tenían con sus hijas. Derecho de padre. Él estaba convencido de que la mayoría de los hombres iban detrás de una cosa, a lo que yo siempre bromeaba con que pensaba eso ahora porque era como se comportaba cuando era joven. Aunque Harry disfrutaba del sexo, puede que incluso más que la mayoría de hombres de su edad, había mucho más en él que eso. Quería que mis padres vieran todas las cualidades buenas de Harry que veía yo. No dudaba de la habilidad de Harry de impresionar y encantar, pero eso no detenía el mar de nervios que me atravesaba hasta mi inquieto pie que golpeaba repetidamente el suelo.
Una bocina pitó dos veces fuera y yo apagué las luces y cerré la puerta detrás de mi. El aire de por la tarde estaba congelado y un humo blanco salió de mi boca mientras tiritaba y exhalaba; miré al cielo de terciopelo negro asombrada por las brillantes estrellas que descansaban dispersas en medio de la basta extensión de la nada. El espacio y el universo eran una de esas cosas que encontraba tanto fascinante como aterrador; un continuo del tiempo y el espacio que no tenía final predecible. A menudo me preguntaba cuánto era un para siempre y qué pasaría si mi vida se acabara. Sabía que el tiempo seguiría pero sabía que nuestro mundo no estaría ahí siempre. La destrucción de la Tierra era inevitable.
Caminé hacia el coche aparcado en mi acera, frotando mis manos mientras el aire frío congelaba mis huesos. No era una friki de los coches y tenía poco conocimiento e interés en ellos, pero el Audi R8 gris metalizado era inconfundible. Era brillante, sofisticado y tenía su nombre escrito en él, tanto fuera como dentro, sentado casualmente al volante con sus ojos puestos en el teléfono.
"¿Desde cuando tienes un Audi?" Me reí mientras entraba en el coche. Él me miró y sonrió.
"Desde hace unos meses."
"¿Crisis de la mediana edad?" Él se rió.
"Algo así."
Los asientos estaban hechos de suave cuero negro y cuando me senté en el asiento del copiloto, el tacto bajo mis manos y su distintivo olor en el aire hizo que me acordara al instante del fin de semana pasado. Inhalé profundamente y cerré mis ojos; permitiéndome viajar a ese particular momento del tiempo, lo que atrajo un extraño sentimiento de calor en mí; uno que aceleró el latido de mi corazón y me hacía cosquillas en la piel. Hace seis meses, apenas hubiera hecho caso al olor. Pero ahora, la esencia del cuero que llenaba mis pulmones y vagaba por mis venas era sexualmente excitante.
Volví a la realidad gracias a la suavidad de los labios de Harry en la esquina derecha de mi boca y, con mis ojos todavía cerrados, giré mi mejilla para besarlo apropiadamente.
"¿Estás nervioso?" Susurré contra sus labios. Él sonrió y negó con la cabeza y yo elevé mi mano a su pecho y la mantuve contra su corazón que estaba latiendo monótonamente bajo la camisa blanca y azul que llevaba. Dejé mi mano ahí, empapándose de su calor antes de, lentamente apartarla junto a mis labios. Sus ojos me encontraron, brillando por la luz de la farola y sonreí antes de relajarme en el asiento; sintiéndome de algún modo cómoda por su propia calma.
El viaje hasta Canterbury llevó la mitad de tiempo que pensaba, a lo que asumí que fue por la rapidez y el poder del motor del vehículo en el que estábamos, así como las carreteras vacías por las que fuimos. La conducción de Harry era casi tan impresionante como el coche; controlada y sin esfuerzo. Aunque nos estábamos acercando a velocidades de casi 150 kilómetros por hora, me sentía segura en sus manos. Y lo decía en cada sentido de la palabra. Confiaba en él con mi vida.
Paramos fuera de mi casa justo después de las siete y media. La casa en la que vivía estaba rodeada de una larga explanada de campo. Los ladrillos blancos construían una casa que no era muy grande, pero era la que llamaba hogar. Había vivido ahí desde que vine al mundo; había crecido ahí. Cuando pasamos el portón al principio del camino y hasta la puerta negra en el centro del edificio, Harry entrelazó sus dedos con los mios y mantuvo mi mano firme en la suya.
"No estés nerviosa." Sonrió. Su sonrisa era contagiosa y me reí mientras llegábamos a la puerta mientras rebuscaba mis llaves en el bolso. Mi pulso estaba disparado y silenciosamente deseé que se relajara mientras podía sentir mi sudorosa piel deslizándose contra la mano de Harry, aunque parecía que a él no le importaba. Sabía que estaba siendo irracional pero era una de esas cosas que no podía controlar. Estaba nerviosa porque apreciaba a Harry con un afecto que no había sentido antes. Él era a lo más cercano que había estado de estar enamorada.
Abrí la puerta y un aroma a comida casera caliente y especias me golpeó. Era uno de los conforts de casa que te hacía sentir tener diez años otra vez.
"¿Hola?" Llamé desde el pasilo color lila. La puerta de la cocina se abrió inmediatamente y mi madre se quedó en el umbral con una gran sonrisa en su cara, rodeada por el suave sonido de la radio.
"¡Estás aquí!" Exclamó casi sin creérselo mientras caminaba hacia mi y puso sus brazos alrededor de mis hombros. "¡Y pronto!"
"La carretera estaba despejada." Me reí mientras ella me estrujaba antes de dejarme ir y dirigir su atención a Harry.
"Y tú debes de ser Harry," Declaró con una sonrisa.
"Encantado de conocerte." Sonrió antes de extender su mano para que mi madre la estrechara y luego besara su mejilla. Sus mejillas estaban sonrosadas cuando el se separó y supe que ya estaba encantada, solo por su gesto educado. La puerta a nuestra derecha que daba al salón se abrió y mi padre salió.
"Pensé que había oído algún ruido." Sonrió. Mi corazón latió irregularmente cuando sus ojos encontraron los de Harry. Estaba segura de que era uno de los milisegundos más nerviosos de mi vida. Aparte de esa vez que tuve que levantarme delante de todo el colegio y tocar el piano como parte de nuestro programa musical. Harry dio un paso hacia delante y extendió la mano hacia mi padre.
"Harry." Sonrió e intercambiaron un fuerte apretón de manos.
"David." Contestó mi padre calurosamente. "Es agradable conocerte por fin, Harry."
"Igualmente."
"¿Te traigo algo de beber? ¿Cerveza?"
"Cerveza está bien, gracias." Harry sonrió otra vez y se aseguró de rozar con las puntas de sus dedos la parte superior de mi mano que descansaba a mi lado.
"La cena estará lista en una hora." Dijo mi madre. "Puede que quieras enseñarle a Harry la casa y luego uniros en el salón" Me giré hacia Harry y él asintió, antes de coger nuestras maletas y subir las escaleras.
Tras enseñarle a Harry el resto de la casa, nos sentamos en el salón con mis padres. La habitación era hogareña y tradicional. Parecía un poco como lo que te encontrarías en una cabaña en el campo; paredes color crema con un sofá de tres piezas rojo, grandes vigas de madera oscura a través del techo. Una estufa de leña en medio de un hueco en la pared añadiéndose a la luz que venía de la lámpara de cristal sobre nosotros. De niña, siempre veía a mi padre cortar leña en el jardín antes de ayudarle a llevarla dentro y echarla bajo el fuego. Era una de las pequeñas excentricidades de la casa que me encantaban.
Estaba sorprendida por lo bien que mi padre y Harry se estaban llevando, sentados uno enfrente del otro, enfrascados en conversaciones que pasaban de coches vintage a rock de los 70, a lo que ocasionalmente hice oídos sordos. Harry era seguro en si mismo, aunque no exageraba y era amable y respetuoso con mi padre. No tenía miedo de preguntar y compartir su conocimiento y creo que mi padre estaba agradablemente sorprendido con su maduro acercamiento hacia las conversaciones que estaban teniendo. Hasta consiguió de alguna manera hacer que mi padre se riera histéricamente, lo que era raro. Tenía un sentido del humor muy particular que era seco y difícil de etiquetar; una combinación de humor inteligente y sátira.
Cuando llegó la cena mis nervios estaban completamente desintegrados. Imaginé que la gran copa de vino blanco que me había tomado, había hecho parte en ello, aunque no tanto como el calor y la educación de Harry. Cuatro platos de lasagna casera estaban delante de nosotros con un bol de ensalada en el medio de la mesa. Era comida sencilla pero agradable y siempre había sido una de mis favoritas, particularmente en tardes frías de invierno.
"Millie, ¿puedes pasar el vino, por favor?" Preguntó mi madre mientras se sentaba en el lado contrario de la mesa. Cuando me incliné con cuidado sobre la mesa y le pasé la botella, Harry llamó mi atención sonriendo.
"Siempre me han llamado Millie. Desde que era pequeña." Le expliqué silenciosamente, lo suficientemente alto como para que él me oyera.
"Me gusta." Me encongí de hombros y reí.
"Nunca llegó al colegio. Solo mis padres me llaman así."
"¿Te gusta que te llamen Millie?"
"Me da igual." Sonreí. "Pero prefiero Emilia. Siempre lo he hecho."
"Así que, Harry," mi madre me robó su atención. "¿Has estado en Canterbury antes?"
"No, esta es la primera vez." Sonrió. "Es agradable. Relajante."
"También conocido como tranquilo sin mucho que hacer." Intercedí juguetonamente. Harry se rió y colocó su mano encima de mi rodilla debajo de la mesa. Su toque era como fuego; nublaba mi mente y encendía el latido de mi corazón. Su pulgar acarició sobre el fino vaquero y yo le miré y sonreí, antes de que su mano se apartara y cogiera el tenedor.
Cuando terminamos de cenar, eran casi las 10. Estaba cansada por el trabajo así que nos disculpé y llevé a Harry a mi habitación. A pesar de no haber vivido en esa casa desce hacía unos años, mi habitación estaba intacta. Las paredes eran del mismo tono azul palo que cuando me había ido y las mismas fotos de recuerdos de la adolescencia se alineaban en mi mesa. El color blanco de los muebles de madera iban a juego con las sábanas de mi cama y las cortinas, y el primer osito de peluche desde que nací estaba sentado en el medio de la cama de dos plazas contra la pared.
"¿Por qué sonries?" Me reí y miré a Harry, que estaba echándole un vistazo a mi habitación.
"No se. Me gusta... estar aquí, quiero decir." Caminé hacia la cama y me senté. La cama se hundió en el lado donde Harry se sentó, tan cerca que había un centímetro o así entre nosotros.
"¿Por qué?" Pregunté suavemente y él sonrió otra vez.
"Ya siento que te conozco mejor." Me sonrojé y él buscó detrás de mi, para coger el osito en sus manos. "¿Cómo se llama?"
"Oso." Me reí y los ojos de Harry se llenaron de diversión.
"¿Oso?"
"Fue mi primera palabra." Su hoyuelo se movió y colocó el oso de vuelta a donde estaba, antes de dirigir mi atención a la foto al lado de la mesa. Eramos yo y tres amigas más sentadas en la cama de debajo de una litera, vestidas ridículamente y haciendo algunas poses que probablemente pensábamos que molaban pero que nunca lo hicieron. "Eso fue en un viaje con el colegio a Francia cuando tenía quince." Sonreí ante el recuerdo. "Nos metimos en muchos problemas por colar alcohol en las maletas."
"Cuéntame más cosas." Harry sonrió y me miró otra vez.
"¿Cómo qué?"
"Cualquier cosa. Todo." Se rió. "¿Cuál es tu lugar favorito?"
"Cornwall." Respondí sin dudar. "Ibamos cada año cuando era pequeña."
"Nunca he estado."
"Tienes que ir. Es precioso. Aunque no he ido en unos años, lo hecho de menos." La manera en la que me estaba mirando hizo que mi corazón latiera; era como si estuviera intentando enterrarse en el centro de mi mente.
"Puede que vayamos en algún momento," sonrió.
"Puede."
Se echó en las sábanas y colocó sus manos detrás de su cabeza mientras pensaba un momento. Giré mi cuerpo y me tumbé boca abajo a su lado, y el elevó su cabeza para mirarme.
"¿Cuál es tu recuerdo favorito?"
Tarareé. "Supongo que la mayoría de navidades cuando era más joven. Mis abuelos solían quedarse el fin de semana y mimarme." Me reí.
"¿Siguen vivos?"
"No. Los dos fallecieron cuando tenía diez años."
Él quitó una mano de la parte de atrás de su cabeza y la pasó por mi pelo. "Lo siento."
"Está bien. Fue hace mucho tiempo." Sonreí. "¿Qué hay de ti?"
"¿Mi recuerdo favorito?"
"Si." Asentí.
"Hmm, no se... tengo muchos." Pausó por un momento y sonrió. "Y el fin de semana pasado es ahora definitivamente uno de ellos."
"¿Lo es?" Harry se giró de lado y me atrajo hacia él.
"Si." Susurró. "Bastante."
Exhalé largo y profundo antes de que sus labios llegaran a los mios para un beso gentil y tranquilo en el que ninguno de nosotros abrimos la boca.
"¿Puedo ducharme?" Murmuró Harry. Asentí mientras colocaba su labio inferior entre los mios. "¿Vienes conmigo?" Chupé su labio antes de liberarlo. Negué con la cabeza y sonreí.
"Me duché antes de irnos."
Harry me dio un beso en los labios antes de sentarse y quitarse su camisa y su camiseta blanca por su cabeza a la vez, quedando solo en vaqueros.
"¿Está bien que me desvista aquí o debería esperar a ir al baño?"
"Mis padres están abajo y el baño está cruzando el pasillo, así que estarás bien." Me reí mientras admiraba su ancha espalda y sus hombros, lentamente llevando mis ojos a la profunda curva de su columna en el centro de su espalda. Él se levantó y tiró sus vaqueros al suelo, seguido por su ropa interior. "Las toallas están en el baño." Murmuré distraídamente mientras miraba su forma desnuda; cerrando mis piernas un poco para intentar aliviar algo de la tensión que se estaba formando entre mis muslos. Harry se giró hacia mi y sonrió y no pude prevenir un silencioso gruñido del final de su respiración cuando su masculinidad apareció ante mis ojos. Él se rió y se inclinó para besarme y cuando lo hizo, hice todo lo que había en mi poder para mantenerlo ahí; desde profundizar mi beso a agarrar su antebrazos con mis manos. Estaba perfectamente bien si no se duchaba; olía a colonia y a hombre y esa esencia era totalmente excitante.
"No tardaré mucho." Harry sonrió y se irguió para caminar hacia la puerta, dándole a mis ojos pase libre para escanearle hasta que cerró la puerta detrás de él.
En el tiempo que le llevó a Harry ducharse, me había hidratado y me había puesto una camiseta gris y unos shorts a juego. Él entró en la habitación con una toalla blanca enganchada a su alrededor, colgando justo bajo sus caderas. Su torso brillaba en la tenue luz que mi lámpara de noche emitía, pero su pelo estaba seco; ahora levemente más grueso y desordenado por la humedad de la ducha. Con su pelo así y el color rosa de sus mejillas y pecho del calor del agua, parecía que le habían echado un buen polvo.
"¿Qué tal la ducha?" Pregunté mientras se apoyaba en mis codos.
"Agradable, aunque eché de menos algo."
Sonrió mientras miraba en su maleta. Sacó unos pantalones de pijama de franela y los deslizó por sus piernas y sobre sus caderas antes de caminar hacia la cama. Extendí mi mano hacia él y se arrodilló al final de mi cama con una rodilla a cada lado de mis pies. Inhaló profundamente y estiró sus brazos sobre su cabeza, así que los músculos que se alineaban en su torso se estiraron bajo su piel y el principio de su vello púbico se deslizó de la cinturilla de los pantalones. Cuando expiró de la misma manera, sus brazos bajaron y gateó sobre mi cuerpo, así que sus rodillas estaban entre mis muslos y sus antebrazos a cada lado de mi cabeza.
"Hueles bien." Murmuró contra mis labios mientras se mantenía sobre mí. Cerré mis tobillos detrás de su espalda y le atraje para que descansara entre mis muslos con su pecho descubierto contra el mío.
"Te sientes bien." Pronuncié lentamente mientras pasaba las manos por la húmeda piel de su espalda.
"¿Mm?" Murmuró y rozó su nariz con la mía. Deslicé mis manos bajo la cinturilla de sus pantalones y la pasé por la curva de su trasero. Su piel era suave y caliente, pero el músculo era firme. Cuando sus labios se encontraron con los mios, elevó sus caderas un poco y movió su mano entre nosotros; presionando la palma contra el área entre mis piernas y rozándome sobre la tela de mis shorts. "¿Y cómo se siente esto?" Preguntó suavemente.
"Bien." Suspiré contra sus labios, a lo que sonrió. Elevé mis caderas hacia él y separó el dedo anular del resto, presionando justo entre mis pliegues. "Harry." Respiré sin pensar.
"Estás mojando los pantalones," Sonrió y siguió deslizando sus dedo arriba y abajo.
Me reí entrecortadamente mientras empezaba a mover mis caderas contra su toque; simulando el movimiento de tenerle dentro de mi. "No me preguntaste mi lugar favorito." Susurró Harry cuando metió su mano bajo mis shorts.
"Dime tu lugar favorito." Dije cerrando los ojos. Su dedo anular pasó a través de mis mojados pliegues y se curvó hacia arriba dentro de mi, acariciando mi dulce punto.
"Justo aquí." Sus labios se movieron tan lentamente sobre mí cuando habló y mi estómago se contrajo, a la vez que mi húmeda carne contra su dedo. Él sonrió por mi reacción a sus palabras y empujó un segundo dedo dentro de mi, estirándome, aunque ni de lejos cerca del tamaño de su propio grosor. "A veces me pregunto si tu cuerpo fue hecho para mí." Gemí mientras bajaba las piernas a la cama para acomodar sus dedos, moviéndose cuidadosamente dentro y fuera. "Tan estrecha." Respiró. "Pero encajo perfectamente." Elevé mi cabeza de la almohada y abrí mis labios a él, probando su dulce boca.
"Para ti." Susurré. No estaba diciendo esas palabras para su gratificación. Las estaba diciendo porque cada vez que estábamos juntos, sentía como si estuviera hecha para él. Nos compenetrábamos perfectamente; no solo físicamente, emocionalmente también. Con Harry, sentía que existía en un mundo completamente diferente al que el tiempo y la gravedad nos había confinado. No podía imaginar darle mi cuerpo a alguien más. No quería imaginarlo. Puede que este sentimiento no fuera solo mio; puede que todo el mundo sienta la misma cosa cuando estaban con la persona con la que querían estar. No había diferencia para mi; me sentía así y era todo lo que importaba. Él sonrió y retiró sus dedos de mí antes de mover sus labios por mi mandíbula y luego a mi cuello. Su lengua estaba caliente y húmeda sobre mi piel; los dientes mordían mi piel cada vez que separaba los labios. Subió mi camiseta hasta exponer mi estómago y mi pecho; cubriendo mi piel con sus manos así como con su boca. Subí el resto hasta mi cabeza y la tiré al lado de la cama.
Mirándome, Harry sacó la lengua contra la costura de mis shorts, hasta que pude sentir la humedad de su boca filtrándose por la tela. Un escalofrío me atravesó cuando cerró los labios sobre la tela absorbiendo su cálido aliento, antes de besar el área y sonreírme.
"Nunca he tenido sexo en esta cama." Susurré mientras él me quitaba los shorts.
"¿No?" Negué con mi cabeza. No había perdido la virginidad hasta los dieciocho y fue mientras estaba en la universidad con un chico de mi curso que llevaba viendo unas semanas. Era una de esas cosas de las que me arrepentía de vez en cuando, pero sabía que no tenía sentido remover algo que estaba tan perdido en el pasado. Doblé mi rodilla izquierda y luego la derecha, haciéndole más fácil quitarme los shorts. "Supongo que será mejor hacer que merezca la pena, entonces." Sonrió antes de plantar un beso mojado en mi cadera.
Harry separó mis piernas en casi ángulo recto; las manos sujetando la parte superior de mis muslos. Él besó la parte interna de mi pierna izquierda y luego la derecha , antes de coger la piel entre sus dientes y marcarme con oscuro afecto. Cuando el moratón picó bajo de mi piel, él lamió el pliegue de mi muslo derecho, manteniendo mis piernas quietas. Sabía que se iba a tomar su tiempo, le suplicara o no. Harry raramente tenía prisa; le gustaba tomarse su tiempo para disfrutar.
Le miré a través de mis párpados semi cerrados con anticipación mientras sus labios espolvoreaban besos más cerca de dónde necesitaba sentirle desesperadamente. Esbozaban justo mi centro, antes de que su lengua me separara y trazara un largo y caliente lametón hacia arriba hasta que llegó a mi clítoris. Todo mi cuerpo convulsionó mientras aleteaba la punta de su lengua sobre el palpitante nudo de nervios y luego, otra vez; sus ojos oscuros me miraban como dos lagos negros. Mordí mi labio mientras una sonrisa de placer salía de mi boca; su lengua trazando círculos en mi clítoris muy levemente. Mis muslos temblaron mientras acarició con la punta de su lengua arriba y abajo por el lado derecho, ya que había aprendido que era mi parte más sensible. Mis caderas intentando instintivamente acercarse a su cara, pero me tenía agarrada demasiado fuerte como para que mi cuerpo luchara contra él. En vez de eso, cada onza de placer fue mordida en mi mano en un intento desesperado de mantenerme callada.
Su lengua viajó más abajo y empezó a deslizarse lentamente dentro y fuera de mi. Me retorcí sin descanso bajo su tenso agarre; usando mis manos para agarrar las sábanas mientras empezaba a deshacerme en su dulce misericordia. En la tranquilidad de la habitación, la carne húmeda contra la carne húmeda sonaba fuerte bajo las profundas respiraciones y los suaves gemidos. Golpeó su lengua unas cuantas veces más sobre mi hinchado clítoris antes de besar un camino por mi cuerpo y acabar en mis labios.
"¿Tienes un condón?" Susurró Harry, lo que asumí que era por mi beneficio, así no tendría que levantarme después. Sonreí contra sus labios y busqué en mi mesita de noche, donde rebusqué un poco antes de localizar un pequeño paquete cuadrado. Vi en silecioso asombro como Harry se quitaba los pantalones del pijama y dejaba que su polla saliera libre; curvándose hacia su abdomen, aunque separada de su cuerpo por el peso de su gruesa carne. Mi estómago se contrajo por la visión y él alargó la mano para coger el paquete con el condón. Yo cerré la mía sobre su mano para impedirle abrirlo. Era muy tentador para mi boca ignorarlo. Mirándole, deslicé mis manos alrededor de su espalda caliente y le acerqué a mi. Sus ojos se iluminaron y sonrió mientras se apoyaba en sus rodillas hasta que estuvo arrodillado sobre mi pecho y mientras acariciaba su polla con mi mano, él buscó otra almohada y la colocó bajo mi cabeza.
Sin decir una palabra, empujó su longitud entre mis labios y la mantuvo ahí, lista para que le provocara mientras sus ojos vagaban entre los mios y mi boca. Deslicé mi lengua por la parte inferior de su cabeza y envolví mis labios alrededor de él. Su carne era como terciopelo caliente sobre mi lengua y mientras lo mantenía ahí en mi boca, sentí su pulsación contra mis labios. Su mano derecha se colocó bajo mi cara y acarició mi mandíbula mientras yo lo tomaba más profundamente, antes de mover mis labios arriba y abajo lentamente, lo que consiguió cortos y silenciosos gemidos sobre mi. El principio de su climax surgió en mi lengua, caliente y ligeramente salado. Moví sus testículos en mi mano y él se apoyó contra la pared; los músculos de su estómago se tensaron cuando empujó sus caderas hacia delante hasta que le solté de mis labios para coger aliento.
"No tienes ni idea de lo bien que se siente." Susurró Harry con una sonrisa mientras le lamía y le chupaba un rato más. Tenerle en mi boca me daba la oportunidad de sentirle verdaderamente; sentir cada vena y su grosor contra mi lengua. Aunque luchaba por tomarle entero, eso no me impedió intentarlo y tuve unas cuantas arcadas cuando lo acercaba más a mí; tan cerca que su cuidado vello púbico casi rozaba mis labios. Cuando se cayó de mis labios por segunda vez, rozó su pulgar contra ellos gentilmente. El sabor y la esencia de Harry era increíblemente masculina; dejando un rastro fuerte en mis labios y lengua mientras bajaba el condón por su rígida longitud. Se inclinó hacia delante y se mantuvo sobre mí con sus ojos fijos en los mios y una sonrisa en sus labios. Nos metimos en la cama y Harry colocó el edredón sobre nosotros, envolviéndonos en el calor. Sentí mis manos sobre sus brazos y sus hombros antes de posarlos en su nuca y tocar ligeramente los rizos que caian sueltos. Se alineó en mi húmeda entrada y se deslizó dentro de mi en un lento pero firme movimiento. Hundí mis uñas en la parte trasera de su cuello y presioné mis labios contra su hombro mientras intentaba tomar aire. Cuando apoyé mi cabeza de nuevo en la almohada y le miré, se apoyó en sus antebrazos. Él flexionó sus caderas y el colchón hizo ruido y yo sonreí y sostuve mi dedo índice contra sus labios.
"Probablemente haya sido buena idea que no hayas tenido sexo en esta cama." Se rió Harry silenciosamente mientras mantenía sus caderas cerca de las mias y se empujaba más profundo. Él cubrió mi boca con la suya mientras un estrangulado grito salía de mi garganta y empezó a moverse increíblemente lento dentro de mi, asegurándose en provocarme con cada caliente centímetro de él. Parte de mí se imaginaba que esta era mi primera vez de nuevo; deseando que así fuera. Mi primera vez no fue como hubiera esperado. Pero con Harry... él era siempre muy delicado (incluso con una fusta en la mano) así es como me lo había imaginado. Colchones chirriando, el edredón por encima, riendo, besándonos, intentando desesperadamente estar callados. Joder, se sentía muy bien.
"Harry." Susurré su nombre, solo porque era el suyo y porque podía.
"Me encanta cómo dices mi nombre." Admitió y apoyó su frente con la mia. "Especialmente cuando estoy dentro de ti."
"Harry, Harry, Harry." Su nombre salía de mi lengua perfectamente. Él sonrió y empujó más fuerte y mi propia sonrisa desapareció mi cara; reemplazada con una profunda arruga entre mis cejas y labios abiertos que le suplicaban en silencio más. "Eres muy grande." Las palabras pasaron mis labios sin pensar por el calor del momento. "Fóllame."
Él se retiró de mí y giró mis caderas, así que estaba boca abajo sobre las sábanas. Cuando sus dedos se entrelazaron con los mios a cada lado de mi cabeza, me llenó entera; apoyándose mientras yo apretaba mi necesitados músculso a su alrededor. No había espacio entre nosotros; piel con piel rozándose y calentándose. Giré mi cabeza para mirar por encima de mi hombro y sus labios se encontraron con los míos desesperados. Con cada profundo empellón, podía sentir el movimiento de los huesos de su cadera en la parte de atrás de los mios. Podía sentir el metal de su colgante atrapado entre mi espalda y su pecho. Podía sentir su respiración en mi mejilla; labios rozando mi piel mientras él susurraba ardientemente en mi oído.
"Vamos, cariño." Deslizó su mano entre mi estómago y las sábanas y me atrajo contra él mientras incrementaba el ritmo. Siempre me había gustado la palabra cariño y oir a Harry decirlo mientras estaba justo en el borde hacía cosas indescriptibles en mi mente. Desde adorable a erótico.
"Joder Harry." Gemí. "Me voy a correr." Cerré mis ojos y presioné mis labios contra mi mano, más y más cerca, más alto, más tenso, hasta que me corrí silenciosamente alrededor de él; ordeñándole hasta que gruñó en mi nuca y colapsó sin aliento encima de mi.
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Me estiré al despertar en medio de la noche y los labios de Harry encontraron los mios casi al instante; como si estuviera sincronizado completamente con mi consciencia. Acercó mi cintura con la suya; acariciando mi piel antes de girarme en sus brazos, de modo que mi espalda estaba contra su pecho y él me mantenía cerca hasta que nos volvimos a dormir.
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