Capítulo 22
Me tumbé con mi espalda contra el pecho de Harry y sus piernas a cada lado de las mías. El agua era caliente y calmante y las burbujas cubrían la superficie con una esencia de rosas. Mis ojos se cerraron y mi cabeza se apoyó en su hombro, completamente relajada.
"Me gustan tus amigos," murmuré.
Él pasó sus brazos sobre mi pecho y presionó mi cuello con sus labios. "Me alegro de que te gusten. Le gustas a ellos también. Probablemente hasta más que yo."
Sonreí y él se rió contra mi piel mojada. Podía sentir mi sangre quemar en la superficie de mi piel por la temperatura del agua. Él pasó sus manos arriba y abajo a un ritmo relajado. Cuando ahuecó mi centro con la palma de su mano, sabía que su intención no era excitarme, sino meramente tocar y explorar mi cuerpo íntimamente bajo el agua. Tarareé y pasé mis manos por sus muslos. Podía sentir su polla contra mi espalda; completamente suave y relajada. Una intimidad como esta solo había pasado por mi mente en unas pocas y breves fantasías románticas. No era una romántica empedernida. Durante siglos, el romance había sido exagerado por poetas despechados y mujeres emocionales y sabía que esos eran normalmente meros ideales que escapaban de la realidad del mundo en el que vivíamos. Menos esto. Aquí. Ahora. Me sentía muy feliz y satisfecha.
Cuando Harry y yo nos secamos y volvimos a la cama, ya habían pasado las dos de la mañana. Con los meses de invierno acercándose, cogí prestado uno de los jerseys de Harry para dormir así como un par de calcetines que eran por lo menos cinco tallas mayores que la mía. Harry se había reído como un histérico al verme de pie con su jersey de lana blanca llegando casi a mis rodillas y los calcetines negros doblados en mis tobillos. Y Harry, siendo Harry, había decidido dormir completamente desnudo.
Nos tumbamos en la cama cara a cara con nuestras manos alrededor de nuestras cinturas, besándonos por lo que parecieron horas. Estaba cansada pero quería estar despierta para besarle, hablar y reírme con él.
"Emilia..." Apartó sus labios de los míos y yo le seguí, a lo que sonrió y presionó sus labios con los míos otra vez. Cuando se separó y apoyó su cabeza con su mano, le miré y supe que había algo en su mente. Dejó escapar un suspiro que hizo que mi corazón se me saliera por la boca. "Me voy a ir un tiempo..." Me apoyé en mi codo e imité su postura.
"¿Cuánto tiempo?" Fue la primera pregunta que se me vino a la mente.
"Seis semanas. A América hasta mediados de noviembre... Promoción para el álbum y eso..."
"¿Cuándo te vas?"
"Mañana por la mañana. Me enteré hoy pero me lo estaba pasando bien contigo y no quería sacar el tema y arruinarlo."
Pensé por un momento y pasé mis dedos por sus rizos. "Bueno, tienes que irte así que no tiene sentido ponerse triste." Sonreí y él movió su mano bajo mi jersey, acariciando mi cintura. Aunque había una profunda tristeza en el fondo de mi estómago por pensar que se iba a ir mucho tiempo, entendía que era su carrera y que tenía que hacer esas cosas. Me lo esperaba desde el principio. Supongo que no lo había pensado mucho tampoco. "Además, un mes pasa volando. Probablemente más para ti." Me reí, intentando subirle el ánimo.
Una leve sonrisa tocó sus labios rosas. "Eso es verdad."
"Mándame una postal."
"Te llamaré."
"Eso va a costar una fortuna Harry." Me reí.
"No me importa."
"Puedes mandarme un email. Al estilo siglo XXI."
Se rió. "Puede que te twiteé."
"Ni lo pienses."
Sonreí y sus labios se cerraron, aunque no llegaron a tocarse. Podía sentir el batir de sus pestañas en mis piel y su nariz se movió sobre la mía suavemente.
"Voy a perderme tu cumpleaños."
No pude evitar reírme. De todas las cosas que debía recordar y preocuparse, ese era el único día del año que nunca me importó.
"No me gustan los cumpleaños realmente."
Sentí sus cejas fruncirse y su cara apartarse de la mía. "¿Qué quieres decir con que no te gustan los cumpleaños?"
Sonaba sorprendido y ofendido. Por supuesto, amaba los cumpleaños de niña. Eran divertidos y excitantes y pasabas semanas mandando tus invitaciones y planeando la fiesta. Pero cuando crecí, la ilusión se fue. Ahora era solo una buena excusa para emborracharse, lo que hacía a menudo de todas formas.
Me encogí de hombros. "Solo pienso que son como cualquier otro día." Harry frunció los labios. "No pongas pucheros," sonreí; recordando cuando me dijo a mí que no lo hiciera mientras estaba al otro lado del teléfono, desesperada por saber qué me había mandado por correo. Estudié su cara y su ceja derecha se arqueó y sus labios se movieron en una enigmática sonrisa, como si se le hubiera encendido una bombilla en su cabeza.
"Apuesto a que puedo cambiar tu opinión sobre los cumpleaños."
"Bueno, desafortunadamente no puedes, ni siquiera vas a estar en el país." Remarqué.
"Cuando vuelva."
"Por favor, no me compres nada. No tienes que hacerlo."
"Pero quiero."
"Harry..."
La idea de que la gente gaste innecesariamente dinero en mí siempre me ha hecho sentir rara; sea grande o pequeño.
"Vale, bien." Sonrió. "No te compraré nada." La expresión en su cara y el tono de su voz no me convencía lo más mínimo. "Pero tengo algo en mente para cuando vuelva."
Mordí mi labio inferior pensando. Podía sentir mi curiosidad sin descanso por mis venas; desesperada por conocimiento, lo que era algo que sabía que Harry no iba a darme.
"¿Ahora es cuando me haces esperar?"
Harry sonrió de vuelta. "Si."
Fruncí mi cara con frustración y él se rió, antes de presionar sus labios con los míos.
"La paciencia es una virtud." Sonrió contra mis labios.
"No me gustan las virtudes." Murmuré juguetonamente.
"Creo que te va a gustar lo que viene con esta."
-
"Emilia. Emilia."
Me estiré en mi sueño para sentir la nariz de Harry rozando mi mejilla y sus labios pasar por mi mandíbula hasta un lado de mi boca. Estaba acurrucada contra su cuerpo; espalda contra pecho. Abrí mis pesados párpados y pude ver los primeros rayos de sol pasar por la oscuridad de las cortinas opacas. Apenas podía recordar quedarme dormida y sentía que no había dormido nada.
"Harry, son como las cuatro de la mañana, te lo juro." Susurré a través de la sequedad de mi garganta.
"Las siete, realmente." Sonrió contra mi mejilla.
Gruñí y puse las sábanas sobre mi cabeza; él se metió debajo de ellas y giró mi cuerpo para mirarle.
"Estoy durmiendo." Murmuré contra su pecho.
"Ya veo."
Sus labios llegaron a los míos y me quedé quieta mientras intentaba resistirme a su toque. Aunque con su movimiento juguetón sobre mis muslos desnudos, estaba empezando a despertarme y no pude evitar reírme y besarle de vuelta. Hasta con mi jersey, podía sentir el calor radiando de él. Enganchó su mano alrededor de la parte trasera de mi muslo y lo subió para conectar nuestras pelvis. No estaba duro, pero le podía sentir ahí.
"¿Me despertaste para tener sexo contigo?" Me reí.
"Te desperté porque me tengo que ir a las 9." Se rió. "Aunque me gustaría bastante tener sexo contigo antes de irme..."
Murmuré y moví mis caderas contra las suyas, pasando mi mano por su cuerpo. Su piel era suave y caliente y sonreí contra sus labios cuando sentí sus pezones endurecerse por mis caricias. Cuando flexioné mis caderas contra las suyas, presionando contra él, empezó a levantarse. Los labios de Harry se abrieron y movió su mano bajo mi jersey de lana, acariciando mi estómago con sus suaves dedos. Era el área de mi cuerpo que solía preocuparme, pero no me importaba que Harry me tocara ahí. Me sentía cómoda con él tocándome en cualquier parte. Mordí su labio inferior y sonreí; enganchando mis manos sobre las suyas mientras le guiaba sobre mi cuerpo caliente. Antes de Harry, había estado casi un año sin sexo y aunque había veces que crecí que me iba a volver loca, lo superé. Aunque con las recientes noticias de que Harry se iba a ir seis semanas y no iba a ser capaz de tener sus labios y sus manos sobre mí, no sabía como iba a sobrevivir. Era un toque que había llegado a conocer muy bien y me negaba a no tenerlo durante un día, no hablemos casi dos meses.
Cuando su cuerpo cayó encima del mío, nos reímos entre besos. Me quitó el jersey y yo elevé mis piernas a cada lado de sus caderas, exponiéndome a él. Él se puso de rodillas y la sábana cayó de nosotros, antes de coger mi tobillo izquierdo con su mano y sonreírme, tocando el calcetín.
"Quizás deberíamos dejar esto..." dijo con la ceja arqueada.
A pesar de mi diversión, había una profunda excitación calentándose y tensándose justo en mi centro mientras su cuerpo desnudo se arrodillaba entre mis piernas; su polla estaba levantada y alejada de su cuerpo. Moví mis pies y él empezó a deslizar el material de mis pies. Nunca había pensado que quitar un calcetín sería tan erótico, pero de alguna manera y sin intención, Harry conseguía hacerlo. El frío llegó a mis pies y él besó el hueso de mi tobillo antes de colocar mi pie de vuelta en la cama y cogió mi otro pie en sus manos. Me mantenía sin esfuerzo y yo moví mis dedos sobre su rodilla mientras veía sus manos y dedos; los nudillos definidos se movían y se doblaban bajo su piel mientras me quitaba el calcetín y lo tiraba al suelo a su lado.
Yo cogí mi labio entre mis dientes y sonreí cuando su cuerpo se posicionó entre el mío. Él imitó mi expresión, ojos vidriosos y hoyuelos profundos. Nuestra mirada se encontró cuando él apoyó la mayoría de su peso en su antebrazo izquierdo y empezó a pasar su mano derecha por mi cuerpo. Provocó mis tetas y mi cintura mientras salpicaba suaves besos en mis labios, gradualmente descendiendo hacia mis caderas y muslos. Jadeé cuando dos de sus dedos se movieron a mi entrada suavemente, rozando con largas caricias. Presionó su nariz con la mía y sonrió cuando mi cuerpo tembló bajo él; con su polla dura contra mi muslo, busqué entre nosotros y le tomé en mi mano. Un suave gruñido se escapó de su garganta mientras lo excitaba y lo masajeaba. Era como terciopelo caliente en mi mano. Él curvó un dedo dentro de mi y yo separé mis labios para respirar. Mi punto G estaba increíblemente sensible y cuando presionó la yema de su dedo contra ese punto tan delicado, un estremecimiento pasó desde mis piernas a la punta de mis pies.
El cuerpo de Harry cubrió el mío mientras colocaba su mano al lado de mi cabeza. Le podía sentir en mi entrada y le miré esperando a que hiciera el siguiente movimiento. Con una suave flexión de su cadera, empezó a estirarme con su grosor, lentamente, cálidamente, hasta que me llenó tanto como pudo y estuvimos tan cerca como dos personas puedan estar.
Él movió sus caderas con cuidado contra las mías, muy cerca. Con cuidado, incluso. Acariciando los puntos adecuados. Mientras la luz del sol empezaba a iluminar la habitación, mis pies de curvaron y nombres sin aliento pasaban por labios hinchados. Harry se corrió momentos después que yo, jadeando y temblando mientras su orgasmo pasaba a través de él y nos reclamaba.
-
Tan pronto como pasé por la puerta de mi piso, el silencio me golpeó y lloré. No porque estuviera enfadada, sino porque estaba abrumada con muchas emociones que nunca había sentido antes. No había tenido la oportunidad de encararlas todavía y ahora tenía seis semanas para que mi cabeza se habituara a todo lo que había sentido y experimentado desde el final del verano. No ayudaba que me iba venir la regla tampoco, me estaba sintiendo extra volátil.
Era la misma persona antes de que Harry y yo nos conociéramos ese domingo por la tarde, pero ahora tenía una nueva parte de mi vida pasando por mis venas. Una que Harry me había dado y una que íbamos a explorar juntos.
Me tiré en mi cama y me sequé los ojos. Esta tarde había planeado quedar con amigos y beber mi peso en gintonics. Solo porque podía. (Y porque realmente quería.) Por la manera que Harry me había besado de despedida esta mañana, sabía que esta confianza que habíamos construido podía romperse en las próximas semanas. El tiempo puede hacer muchas cosas, pero hasta yo dudaba de su poder para hacer eso. Me hizo pensar en lo que podría romper nuestra confianza. La confianza era una de esas cosas que podía estar ahí un día e irse al día siguiente. Era fuerte y frágil; llena de emociones con el potencial de romper corazones. También era algo que podía durar una vida entera.
¿Llegaría un día en el que nuestra confianza simplemente dejara de existir? ¿Alguno de nosotros lo llevaría demasiado lejos? Él me la había dado. Puede que él me la quite. Las comisuras de mi boca se curvaron en una amarga sonrisa. Dudaba mucho que esa fuera la razón. (Y sabía que la confianza entre nosotros no era precisamente tal por unos cuantos azotes.)
Puede que nuestra confianza se disipe gradualmente con el tiempo, por el distanciamiento natural de dos almas. Me preguntaba si siempre estaría ahí, incluso cuando Harry y yo estuviéramos separados y no existieran más sentimientos el uno por el otro. Si lo apartábamos y lo dejábamos intocable; creía que la confianza podía existir por si misma, lejos de los otros sentimientos... No necesitas amar para tener confianza.
Puede que siempre confiara en Harry. Puede que no tuviera fin. Con las incontables ideas que existían en este mundo, esa era la única en la que tenía un poco más de esperanza que el resto.
-
Me desperté pronto el domingo por la mañana con una de esas resacas que te hacían querer hacerte un ovillo y llorar. Mi boca sabía a vino tinto y a vergüenza. Los mensajes que había leído cuando cogí el móvil confirmaban mi estado avergonzado; diciéndome lo borracha que estaba y otras cosillas que no le diría a nadie. Nada horrible, pero lo suficiente como para haberme gruñir con vergüenza.
Con una combinación de cuchillos golpeando mi cabeza y una insaciable nausea, caminé con los ojos medio cerrados para ver un plato a medio comer de pasta con una montaña de queso por encima. Un clásico plato de borracho. Nunca había entendido cómo podía cocinar cuando estaba borracha cuando nunca recordaba haber cocinado. Uno de los grandes misterios de la vida, claramente. Parecía que era más chef en mis borracheras que cuando lo intentaba sobria.
Una vez que borré todos los mensajes que había recibido, fui a ver mis emails. Afortunadamente, tenía un móvil separado para el trabajo que accidentalmente me había dejado en el trabajo. Digo afortunadamente, pero significaba que faltaban unas pocas horas hasta que lunes por la mañana, lo que no fue probablemente una de mis mejores ideas. Los primeros eran generalmente spam. "20% de descuento en Asos antes de que acabe el día, nuevos productos de MAC, ofertas de trabajo a las que me había apuntado cundo dejé la universidad y nunca me desinscribí. Lo normal. Pero entre ellas aparecía el nombre de Harry y mi necesidad de vomitar cesó momentáneamente cuando lo abrí.
¡Hola!
Un poco ñoño para mi estado actual. Aunque imaginé que estaba ilusionado por estar en L.A.
Solo pensé en mandarte un email rápido. Imagino que estarás durmiendo ahora... o borracha.
Podía imaginármelo sonreír mientras escribía eso.
El vuelo fue largo. Pero eso es irrelevante así que no voy a aburrirte. Pasé la mayor parte del día en la piscina y estuvo bien.
Gruñí con envidia. Pensar en estar en la piscina ahora con mis pies hundidos en el agua fría y un gran vaso de agua helada en mi mano era una tortura para mi deshidratada alma.
Estamos a punto de ir a cenar y luego creo que nos iremos a la cama pronto. Tengo que levantarme a las 5 de la mañana.
Mi envidia se deteriora lentamente...
Te llamaré al final de la semana. Incluso si es para un par de minutos.
Espero que tengas una buena semana. Y espero que no estés muy resacosa. Ve y date una ducha y pide pizza.
Hablaré contigo pronto.
Xxx
P.d. Hace más de treinta grados y llevo manga larga.
Sonreí para mi misma. Le contestaré más tarde cuando pueda, por lo menos, ver la pantalla. Por la hora que era, planeaba tumbarme en la cara hasta que tuviera que, obligatoriamente, levantarme a beber.
Y luego pasé mi domingo como se supone que debía pasarlo. Haciendo absolutamente nada.
X.
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