¿𝒥ℴ𝓎𝒶𝓈, ℴ𝓇ℊ𝓊𝓁𝓁ℴ 𝓎 𝓅ℴ𝒹ℯ𝓇? 𝒪 ¿𝒜𝓂ℴ𝓇 𝓎 𝒻ℯ𝓁𝒾𝒸𝒾𝒹𝒶𝒹?
— Vamos Lay, esto será una gran oportunidad para todos. Además ya has escuchado y visto que el príncipe es demasiado inocente y bondadoso como para ser peligroso; incluso me atrevo a decir que será mucho más fácil de engañar, que otras personas a las que le hicimos esto. Sé que no te costara ni un suspiro acabar con esto.
— En resumidas cuentas aunque el príncipe sea un tonto, los peligros que tenemos al cometer ese delito son iguales o hasta más que un asalto simple y directo; ya bien saben que no me gusta hacer estos tipos de asalto porque hay más riesgos al ser por un tiempo largo.
— Lo sabemos, pero ya lo has hecho antes y ha resultado de maravilla; además lo que nos llevamos de botín es aún más enorme que cada uno de esos peligros — intervino otro ladrón, de acuerdo con su primer compañero — Eres el más apropiado para hacer este tipo de asaltos, y lo sabes Lay. ¿O es acaso, que no quieres ser más reconocido, respetado e incluso temido por esos sucios ricos? — YiXing mantenía su mirada en la superficie de su escritorio, pensando en cada palabra que decían y en todos los riesgos que conllevaba ese tipo de asaltos. Así como si era correcto, hacer algo de lo que en esos momentos no estaba seguro, por una extraña razón — Creí que eras muy seguro acerca de tus capacidades, pero parece que ya no confías en lo que haces y has logrado; estoy pensando seriamente en que ya no quieres aumentar más orgullo y logros, a tu historial. — presionaron sus compañeros, sabiendo que ganarían al usar esa táctica — Solo dime una cosa Lay ¿Qué te haría más feliz que engañar a tontos de la realeza y quitarles sus tesoros? Dejarás en vista de nuevo que eres mejor que esos idiotas con vida fácil.
— Así es Lay, este no es un asalto cualquiera, es el príncipe y futuro rey de esta tierra a quien afectaremos; más orgullo no podrías obtener en un solo asalto. — animo el otro, sonriendo discretamente pues bien sabían que no había otra cosa que Lay quisiera más que demostrar lo superior que era y aumentar su "ego y orgullo" por lo que era.
— Bien, lo haré. Pero me tocará mayor parte del botín. — sus compañeros asintieron entusiasmados. Mientras que YiXing se dejó llevar por palabras bien pensadas, antes que por su presentimiento y sensación de rareza, acerca de hacer ese asalto.
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Así fue como se inició un plan específico y laborioso, que tenía como objetivo conocer los lugares donde estaban las joyas guardadas, para que en cierto momento las pudieran robar sin correr demasiados peligros o ser descubiertos (todo esto dependiendo de la completa ayuda de YiXing, pues sin él, nada del plan podría lograrse); y como si todo estuviera a su favor, no tendrían que esperar demasiado tiempo para que su plan diera inicio, pues en poco tiempo se daría un baile en el palacio (como cada año), donde todo el reino sería bienvenido por cortesía del amable príncipe, quien creía que todos merecían vivir una experiencia mágica, y sentirse especiales asistiendo a eventos así de glamurosos, sin necesidad de ser de clase alta. Cosa que fue aprobada por el actual rey solo para hacerse ver bien ante su pueblo y otros reinos.
Y aunque algo dentro de él le decía que se arrepintiera de lo que quería hacer, antes de que comenzara con aquel plan; su mente ya estaba demasiado inundada por los comentarios que aumentaban su ego y lo hacían ansiar venganza (los cuales le habían dedicado sus compañeros para animarlo a cometer el asalto), que su deseo de demostrar su superioridad, y sus grandes capacidades, mucho mejores que las de los adinerados (pues él creía que a pesar de no tener ni la misma posición ni el mismo dinero que los de clase alta, era mucho más inteligente que ellos), lo hacían sentir seguro de lo que hacía. Provocando que su intuición acerca de su decisión, pasara a ser solo una pequeña molestia entre millones de pensamientos soñadores donde el asalto resultaba de maravilla y su orgullo, ego y logros, aumentaban al grado de ser más respetado entre los habitantes; pues aunque ya era muy respetado, a tal grado de que con solo escucharse su nombre, se inclinaban por respeto y miedo de obtener la enemistad de Lay; el joven ladrón deseaba más que eso, y más si se trataba de los ricos quienes le tuvieran miedo.
No era un secreto para nadie, lo capacitado y hábil del joven pues todos conocían o habían escuchado cosas sobre él, tal como los cumplidos hacia lo encantador e inteligente que era, sus grandes habilidades para seducir, engañar y fingir, la rapidez mental que tenía para disimular en situaciones de peligro, o en todo caso para idear planes que lo ayudaban a salir del punto de tensión. Todo lo ya dicho, solo eran algunos de los aspectos que lo habían llevado a cometer todas sus grandes hazañas; por lo que no era nada raro decir que su próximo objetivo era robar todas aquellas joyas que representaban la riqueza del príncipe heredero al trono, sin ser atrapado o buscado.
Lay era capaz de eso y muchas veces lo había demostrado, aunque sería la primera vez que lo haría con el nivel social más alto, pues aunque había robado a hacendados y más, nunca se había atrevido a hacerlo con el rey; pero tras tanta práctica y éxitos logrados, ya se sentía confiando de fingir ser exitoso y rico, y de envolver en sus garras a un joven inocente y amable, que era digno de ser un rey, sin ser descubierto o sospechoso.
Pero al contrario de todo lo que pensaba Lay acerca de los ricos, el príncipe JunMyeon era diferente a cualquier persona de alta sociedad, él no juzgaba por tu apariencia o dinero, él creía que cada humano era igual, pero el desarrollo de la sociedad había enseñado a todos a sentirse menos y más que otros. Cosa que a él no le gustaba practicar, pues aparte de sus creencias, él veía que en cualquier clase social existía la felicidad y tristeza (así como carencias y excesos); y por su experiencia de llevar una vida difícil, no le gustaba que atribuyeran que su vida era genial y feliz, solo porque tenía dinero; cuando eso solo era un estereotipo que se había creado una vez que las clases sociales se habían esparcido y normalizado en la sociedad.
Por ello el príncipe creía en la igualdad de las personas, pues el dinero no significaba nada una vez que la muerte llegaba (y esta no tenía exclusiones, pues así fueran ricos o pobres, todos algún día morirían), por lo que como bien se decía "cuando mueres todo lo material deja de valer y queda atrás, mientras que lo único que te llevas al otro mundo son los recuerdos de tu vida y seres queridos". Así que aunque fuera algo raro de escuchar, JunMyeon nunca había presumido de su dinero, pues no era algo que le enorgulleciera o hiciera sentir pleno, ya que para él, el dinero y joyas solo eran un objeto precioso y sin verdadero significado espiritual (solo si no tenían un valor sentimental), que podría ser enterrado y superado solo con el hecho de tener felicidad, amor, calidez o compañía en su vida, cosa que claramente no tenía; y que así como tenía demasiadas riquezas, carecía de lo esencial en la vida de un humano.
Con eso podíamos saber casi todo sobre la vida del príncipe, pero no estaba de ms decir que era un joven solitario, que lo único que buscaba era hacer feliz a los de su alrededor aunque él se sintiera solo y triste (pues no quería que otros sintieran lo mismo que él). Era un príncipe que deseaba el cariño de otros, para sentirse útil, para creer que era más que una cara bonita, que un príncipe heredero al trono, con la riqueza más exhuberante que se pudiera imaginar; un joven que tendría toda la vida llena de lujos, joyas preciosas, y una larga vida sin preocupaciones. Kim JunMyeon solo quería ser apreciado por su verdadero ser, y luz.
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— Mi señor, ¿Puedo retirar su comida? — JunMyeon salto sorprendido y asustado, dándose cuenta de que de nuevo se había perdido en sus pensamientos solitarios.
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Pensamientos en los que se imaginaba teniendo una vida diferente, dónde quizá tuviera carencias materiales, pero no le haría falta el amor de una familia; dónde supiera que podría caer y sus seres queridos lo levantarían, dónde a pesar de las dificultades que tuvieran, él sería feliz porque tendría lo que ahora no tenía: "Amor, compañía, apoyo, valoración hacia su persona".
Después de todo lo que había vivido, no le importaba comer o vivir humildemente siempre y cuando, supiera que entre toda su familia seguirían adelante, porque eso era una familia; un grupo de personas que te amarían por lo que fueras, y que no te criticarían por lo más mínimo que hicieras.
JunMyeon solo deseaba ser feliz y sentir calidez en su entorno.
A él no le importaban las riquezas que tenía, cuando su vida era infeliz. Cuando apenas y veía a su padre, y cada que lo veía, esté lo criticaba por lo infantil y tonto que era, porque a su punto de vista cada cosa que hacia JunMyeon era una perdida de tiempo, y un signo de que no era digno de nada de lo que tenía. Haciéndolo sentir inútil e inservible; rompiendo su frágil corazón con palabras duras que buscaban hacerle notar el desprecio que tenía hacia él, solo por ser el hijo indeseado, que había procreado con una sirvienta. Restregándole a la cara una y otra vez, que él no tenía una familia, que él solo era como una pequeña hormiga; no, ni eso, ya que la hormiga tenía una gran familia y utilidad en su colonia; más bien que lo hacía sentir como una molécula solitaria que era inservible.
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— Si claro, gracias — le sonrió al sirviente, mirando el gran comedor solitario.
— No es nada mi señor, es mi deber — JunMyeon no pudo evitar sentir dolor al saber que todo lo que hacían por él, era por necesidad y dinero, y no por ser especial para ellos (claro que no los juzgaba, pero si le dolía) — Mi señor, debería ir preparándose para la tarde.
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JunMyeon asintió con una sonrisa que ocultaba todo lo que sentía, y de esa forma se retiró del comedor, caminando por los grandes pasillos del castillo, en los que varios sirvientes corrían de un lado a otro acomodando las cosas para la fiesta que se daría ese día por la tarde-noche.
Ese día era el único momento en donde JunMyeon podía sentir algo de calidez y compañía, y era por eso que en ese día se permitía fantasear y hacer historias, con final feliz.
Y aunque la fiesta solo durara unas horas, esas horas le daban nueva energía para esperar otro año más, donde volvería a sentir la misma felicidad y calidez que ese día.
Esa fiesta era el día más feliz de JunMyeon.
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Horas más tarde...
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— JunMyeon, ven acá — lo llamo su "padre" con falso cariño, el joven se acercó desganado, pero manteniendo una sonrisa cálida, pues el invitado no tenía la culpa de todos sus problemas — Saluda hijito, es el próximo rey del reino vecino — el rey sonreía como nunca antes — Su nombre es MinHo
— Un placer príncipe heredero, mi nombre es Kim JunMyeon — se inclinó ante el joven de forma respetuosa, reluciendo así sus encantos y la educación que tenía.
— El próximo heredero de todo este reino, por cierto. — recalcó su padre, fue allí que JunMyeon supo que su padre los estaba presentando así, por algún plan malévolo; pues no encontraba otro motivo por el cual su padre fuera tan amable y quisiera resaltar más que nuca, su posición social.
— Un placer, su alteza — el joven y apuesto príncipe, beso la mano de JunMyeon al inclinarse en forma de saludo, cosa que causo una pequeña sorpresa en JunMyeon quien tiño sus mejillas de un suave carmín — Veo que también tienes el mismo futuro que yo príncipe. — el joven miro tanto al rey como a JunMyeon con una sonrisa educada y para nada interesada - Parece muy apto para ese puesto, y sus modales y belleza son maravillosos
— Así es príncipe MinHo, mi hijo tiene una belleza que va más allá de lo imaginable y logre educarlo para bien, sé que será u buen gobernante y esposo. — contesto su padre, y JunMyeon tan solo se quedó cerca escuchando la charla tan falsa que transcurría, la cual tenía algún propósito oscuro, pues cuando estaban a solas, el rey le decía todo lo contrario y nunca se había encargado de educarlo como él decía. — ¿Y en tu caso que planeas hacer una vez que asciendas al trono? ¿Crees que podrás manejar bien tu reino, y hacerlo prosperó?
— Realmente no estoy seguro, ser el rey es una enorme responsabilidad, pero espero que con las enseñanzas de mi padre pueda mantener el reino en buen estado, tal como él lo ha llevado hasta ahora; y yo sé que probablemente no tengamos el mejor reino, pero sin duda vamos de maravilla. — sonrió el joven — Personalmente tengo muchos planes para mejorar la calidad de vida de todos mis habitantes, pero no puedo decir nada con certeza, hasta que ese momento ocurra.
— Me parece un joven inteligente MinHo, sé que podrá triunfar — sonrió satisfecho con la respuesta — ¿Tu reino tiene suficiente alimento? ¿Sus relaciones comerciales para abastecerse van bien? Sé que últimamente la comida ha escaseado, y me gustaría saber si les hace falta algo para ayudarlos — ante ello JunMyeon negó discretamente, sabiendo que detrás de esa pregunta bondadosa, había una maliciosa, pues él estaba enterado de lo que pasaba, y entendía muy bien que la comida al estar escaseando, era demasiado cara y por lo tanto muchos reinos no podían abastecerse de alimentos, convirtiéndolos en reinos pobres.
— Hemos logrado sobrellevar eso, en un inicio nuestro alimento careció, pero gracias a ciertos diseños y planes que creamos mi padre y yo, hemos logrado restablecer el comercio y abastización de alimento, así que por ahora no tenemos problemas con eso. Considero que es un reino próspero a comparación de otros — su padre asintió maravillado, ofreciéndole más bocadillos al príncipe; mientras que JunMyeon ya aburrido y desinteresado de esos temas, comenzó a jugar con el collar que llevaba colgado. Collar que había sido un regalo de su madre, y por lo tanto el único regalo que le había dado otra persona, que tenía un significado especial para él.
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Así pasaron los minutos; la conversación se siguió basando en preguntas de su padre y respuestas del príncipe, la mayoría dedicadas únicamente a confirmar la riqueza del otro reino de una forma sutil. Dejando más que claro para JunMyeon que su padre solo trataba de deshacerse de él, con el mejor postor; pero eso ya no le preocupo ni dolió, pues prefería empezar de nuevo en otro sitio a quedarse por siempre allí.
Eso no quito, que su mirada vagara por todo el salón, intentando encontrar algo que lo entretuviera y distrajera de aquella plática con solo intereses monetarios, y en la que parecía la sombra de su padre, o un fantasma, pues ni siquiera lo miraban o incluían en la conversación, aunque estaba allí posado.
Y tal como un cuento de hadas, o de una novela romántica, de la nada sintió que todos los presentes guardaban silencio, y su mirada no vago más entre todo el salón, ya que se encontró mirando y analizando inconscientemente al portador de una seguridad y belleza inigualable.
Sin saberlo JunMyeon había encontrado al causante de sus futuros desastres, pero a la vez a quien le enseñaría 5 mil emociones nuevas, y quien le enseñaría que la vida podría ser cruel, pero siempre existiría una luz o luna enfrente de nuestro oscuro camino que nos apoyaría, y haría brillar como nadie.
Pero bajo cualquier circunstancia que se pintara, algo era seguro: Un desastre se avecinaba.
Probablemente era tonto e infantil que teniendo la edad de JunMyeon, él siguiera creyendo en cuentos de hadas con final feliz o en que el amor a primera vista existía; pero JunMyeon al ser tan soñador e inocente por su puesto que sintió una conexión enorme al ver al joven misterioso que derrochaba poder, belleza e inteligencia en cada paso que daba.
El príncipe había quedado encantando en tan pocos segundos con el misterioso joven de ojos rasgados y profundos, de labios gruesos y rosados, con nariz fina y bien delineada, además de esos hoyuelos coquetos, que le habían robado toda la atención.
Tanta había sido su impresión por el contrario, que no se dio cuenta de los llamados de su padre, solo manteniéndose concentrado en la mirada conectada y entrelazada de ambos a la distancia; mirada que se transformó en una sonrisa resplandeciente de parte del joven misterioso hacia JunMyeon, y pasos dirigidos hacia el lugar en que estaban.
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— Su majestad, mi príncipe — saludo con una reverencia perfecta ante los ojos asombrados de los presentes, que aunque nunca habían visto al chico podían deducir por su vestimenta que tenía una buena posición social. — Me presento, soy el primero en la línea de sucesión al trono de Changsha, China. Zhang Lay.
— ¿China? — pregunto el padre de JunMyeon algo inseguro, a lo que Lay asintió mirando con una sonrisa coqueta y discreta al príncipe del reino, quien estaba totalmente sonrojado y unos pasos detrás de su padre, tanto por respeto, como por vergüenza hacia el recién conocido.
— Si, su majestad. ¿Es su hijo? —JunMyeon ante las miradas posadas en él, agachó la mirada de inmediato; y el rey interesado en extender su reino a otros países asintió.
— Así es, mi único y hermoso hijo, en el futuro él será el mejor rey de esta nación — alago su padre, tratando de obtener el interés de Lay, dejando confundido al príncipe MinHo por el repentino cambio de interés del rey; pero contrario a lo que buscaba el rey, Lay ignoro sus palabras, y extendió su mano hacia JunMyeon
— Un placer príncipe, ¿Cómo te llamas? — JunMyeon correspondió el agarre de forma tímida.
— Kim JunMyeon, el príncipe Kim JunMyeon — contesto su padre viéndose más desesperado que nunca. JunMyeon solo agachó la mirada ante esto, inseguro de lo que debía hacer.
— No le he preguntado a usted, su majestad. Hablaba con su hijo — respondió de la forma más dulce y respetuosa que pudo, pero aun así Lay pudo notar que la sonrisa del rey se había desvanecido; por otra parte, Jun solo había abierto grande los ojos sintiendo más interés por el chico que no le ignoraba.
— Mi nombre es Kim JunMyeon, príncipe Zhang. — saludo Jun, inclinándose un poco y apretando la mano de su contrario levemente.
— Es un gusto conocerte JunMyeon, por favor solo llámame Lay. — JunMyeon alzo el rostro volviendo a conectar miradas con el chico, y asintió a la petición — ¿Te gustaría hablarme más sobre ti? ¿No te incomoda?
— Mi hijo es muy talentoso príncipe Lay, sería el esposo perfecto para cualquiera, es tan amable y considerado con todos — intervino el rey, cosa que molesto a Lay; pues había notado que JunMyeon no tenía nada de poder sobre él, ya que cada que su padre hablaba él se cohibía.
— Con todo respeto, majestad; pero me encantaría que fuera JunMyeon quien me contestará, ¿Es mucha molestia? — no espero una respuesta del rey y tomo con delicadeza la mano de JunMyeon, jalándolo lejos de su padre para que pudieran estar solos. Esto para JunMyeon fue sorpréndete, pues nunca nadie se había atrevido a hacerle eso a su padre, y mucho menos a hacerlo con tal de mantener una charla sobre él, con él. Fue por eso que no pudo evitar su amplia sonrisa al sentirse tan cálido y satisfecho gracias a esa pequeña acción; dejándose llevar por el otro príncipe.
— Lo siento si te incomode, ¿Te pondré en problemas, por lo de hace un rato? — hablo Lay, aun alejándolos de esa fiesta, caminando seguro y dejando a la vista de JunMyeon, un hermoso perfil, que lo hizo suspirar; ambiente que se rompió en el momento en que JunMyeon salió de su ensoñación y procesos aquellas palabras, haciendo un gesto de confusión por las inferencias que tenía sobre lo que pasaría. — Háblame, tu voz es encantadora.
— Gracias Lay — agradeció sonrojado, a lo que su acompañante sonrió — Pues es algo incierto, puede que me regañe por venir contigo sin su permiso, pero a la vez puede que no.
— ¿Hace que hagas lo que él quiere? — JunMyeon alzó los hombros, restando importancia a la obvia respuesta — Deberías empezar a seguir tus ideales, y lo que tú quieres; después de todo es tu vida, no la de él. — Con cuidado de que el príncipe no lo viera rodó los ojos, pues comenzaba a desesperarle por no decir odiar, que JunMyeon se veía muy vulnerable ante el mundo; cosa que aunque era ventajosa para él, lo hacía sentir sucio al usar la debilidad (que seguro era dolorosa para él) del príncipe, para su beneficio.
— No me creo muy valiente para hacerlo, creo que ya me acostumbré a esto, y probablemente si lo hiciera llegaría el momento en que me perdería y no sabría qué hacer. — respondió con sinceridad, mirando la recién unión entre sus manos, que le transmitió una calidez incontrolable, gracias al interés (que él pensaba sincero) de alguien hacia él, y no necesariamente un interés que fuera material, es decir, no el interés hacia toda la riqueza que tenía. Fue por eso que JunMyeon se sintió cómodo con el joven, permitiéndole aquel pequeño roce entre sus manos.
— Se empieza por algo, nada es fácil en un inicio Jun. Debes recordar que si te pierdes en el camino, lo que debes hacer es seguir a tu corazón, pues él siempre tendrá la razón — Lay volteo a verlo, una vez que estuvieron en el gran pateo del castillo, sonriéndole y haciendo que JunMyeon lo creyera aún más sabio e increíble que antes — Puedo ser tu ayuda si así lo deseas.
— Me encantaría, pero ¿acaso no te irás mañana a tu reino?
— Tengo negocios que atender por aquí, estaré un tiempo merodeando por aquí. Por lo que no, seguiré aquí por un tiempo — A JunMyeon le brillaron los ojos ante esta información, sin embargo guardo su risa para el mismo al darse cuenta de que hacía mal, en quitarle el tiempo al chico con sus problemas.
— No quiero ser un problema para ti, es mejor de este modo. Intentaré hacerlo yo mismo — su voz sonó apenada y decaída, por hacerse ilusiones que se romperían en algún momento; pues su destino era separase después de que lo pendiente culminará.
— No serás ningún problema para mi Jun, después de que acabe mis actividades correspondientes, estaré todo el día solo y sin poder hacer nada, ya que es mi primera vez aquí y no conozco nada. Tú serías una perfecta distracción y compañía para esos momentos — y aunque el astuto joven tenía una sonrisa tranquila, en el interior únicamente quería que aquello terminara, pues cada segundo que transcurría se daba cuenta de todos los miedos y lo desgraciado que era el príncipe.
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Lay ya se había percatado que JunMyeon tenía más inseguridades que dinero, y por ello veía primero por otros, antes que por él; cosa que en la cabeza de Lay, solo figuraba y dejaba más que claro que JunMyeon hacia esto para llenar su vacío, y hacer que otros lo quisieran; aunque claramente no lo harían, pues si el príncipe no se quería a sí mismo, nadie más lo haría.
Por otra parte JunMyeon asintió feliz, de poder tener compañía y a alguien que lo apoyara, así como a alguien a quien le sería útil aunque fuera solamente por unos días.
Pero más importante: De tener Alguien que quería pasar tiempo voluntariamente, con él.
Los minutos pasaron y la compañía del otro los reconforto de una manera que ninguno espero, Jun dándose cuenta de ello, y Lay sumido en sus pensamientos vengativos.
Ya había quedado más que claro, que a Lay le desesperaba lo manipulable, miserable, inocente, infeliz, vulnerable, tímido, desalentado y la poca autoestima que tenía JunMyeon, pero a la vez todo eso hacía que uno de sus instintos protectores, quisiera mostrarle otra perspectiva del mundo, que quisiera enseñarle que no debía sentirse menos con tal de sentir el cariño de otros.
En pocas palabras quería sacarlo de su zona de confort y quizá hacerlo más rebelde, a su vez protegerlo del mundo hasta que llegara la hora de su partida; pero esto solo para que hundiera a su padre, que por lo poco que había visto parecía una persona malvada. Una persona que sería capaz de matar a quien fuera con tal de seguir en su poder. Por ello si JunMyeon se hacía seguro de sí mismo, y le quitaba el poder a su padre, él podía llegar a una venganza indirecta también.
Únicamente por eso su mente deseaba ayudar de alguna manera al príncipe.
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Al día siguiente Lay fue a su casa sin previo aviso, provocando una alteración y enorme felicidad en JunMyeon, quien aunque ya estaba arreglado, no le importo preparase más, con tal de estar presentable para quien lo había defendido de su padre.
Aquel día a pesar de no haber planeado algo, o de salir a otra parte que no fuera el castillo, conocieron más del contrario.
JunMyeon se había dedicado a contarle acerca de la historia de su reino, así como de cada objeto decorativo en el castillo (dándole información de las cosas valiosas en aquel castillo, al ladrón).
De esta manera pasaron aquel segundo día juntos, Lay logrando ver más relajado y cómodo a JunMyeon con su compañía y presencia, inclusive dejándolo apreciar un brillo inusual en sus ojos; brillo que le había llamado la atención a Lay, por lo bello de este. Brillo que a su vez le pareció curioso pues a pesar de que le había hablado apasionadamente sobre la historia de lo que conformaba su reino, no había contemplado ese brillo en sus ojos, como cuando llegaron al jardín del palacio, y JunMyeon le mostró las enormes y hermosas rosas que decoraban gran parte de la extensión del dichoso jardín.
En ese momento y aprovechando la suave luz de la luna, frunció el ceño con desagrado, pues no entendía por qué JunMyeon le había mostrado esas rosas a tan altas horas de la noche, cuando apenas y podía percibir su belleza. Y aunque pensándolo por lógica Lay tenía razón en que el color de las rosas apenas y era visible por la poca luz, para el príncipe no era así. Para Jun ese escenario parecía un sueño hecho realidad y la mejor vista que pudiera tener, dejando a Lay como una simple mosquita molesta que no entendía el porqué JunMyeon parecía estar tan en su elemento.
Con esas incógnitas en la mente de YiXing que se concluían con unas simples preguntas: "¿Por qué es tan raro? ¿Qué es lo que él piensa o cree para ser así de raro?", el mismo se creó una enorme curiosidad por conocer estos aspectos y poder entender a alguien que parecía ser de otro mundo; al inicio esto porque su ego hacia su inteligencia se encontraba dañado al no encontrar una respuesta verídica a esto, pero después por otros motivos menos malvados.
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Así que entre más se veían y conocían, las respuestas a aquellas preguntas iban esclareciéndose cada vez más, con el hecho de que el príncipe estaba tan roto por la falta de cariño y compañía, que lo hacía ver las cosas de una forma completamente diferente a la normal; siendo este el principal motivo del porqué era tan "único" entre cualquier persona que hubiera conocido el ladrón.
Además de que se enteró a través de los trabajadores que antes de que él apareciera, el príncipe se la pasaba encerrado en su habitación o arreglando aquellas enormes rosas, a las que seguro tenía cariño especial por ser lo único que parecía brillante en su vida; por eso ahora que él estaba con el príncipe, JunMyeon había comenzado a sonreír y tener más energía; cosa que a Lay lo empezó a llenar de orgullo.
Cada día al lado del inocente príncipe, era un paso más a cambiar su frustración de estar con él, a desear estar siempre con él, dándose cuenta por fin sobre lo especial, amable y lindo que era el joven príncipe con todos; incluso tratando a sus empleados como familia, cosa que ningún otro rico hacía con sus empleados.
Pero a pesar de todas las cualidades de JunMyeon, y de lo bueno de su persona, Lay también estaba conociendo las partes "malas" del príncipe; tal como que gran parte de cosas que hacía solo tenían el propósito de buscar la aceptación y cariño de otros; y aunque esto no era totalmente malo, era un factor que le preocupaba al ladrón.
Fue por eso que YiXing se acercó más a él, pasando días enteros con él, sin la necesidad de hacerlo por otra cosa que no fuera darle compañía. Mostrándole a JunMyeon emociones nuevas y un amor verdaderamente "desinteresado"; ya que en el transcurso de todo ese tiempo a Lay le había dejado de importar el dinero, cuando se sentía más orgulloso y feliz sabiendo que tanto el cómo Jun, habían logrado superar ciertos obstáculos con tal de seguir viéndose.
El pensamiento del ladrón comenzaba a cambiar drásticamente y, ahora ya no se sentía asqueado por todos los de clase alta, debido a que tenía un claro ejemplo de que no todos los ricos eran iguales. Al igual que ahora a comparación de antes, Lay odiaba estar solo en lugar de estar pasando los minutos con el príncipe. Contando inconscientemente los minutos para por fin poder ver al príncipe, y de este modo seguir mostrándole su verdadera cara y forma de ser.
La cual hasta ahora exclusivamente sus familiares y JunMyeon conocían, siendo característica por ser humilde, desinteresada, amable, atenta y amorosa.
Por eso, una vez que habían mostrado sus verdaderas caras al otro, ambos se habían comenzado a enamorar; siendo más sorprendente por la parte de Lay quien en un inicio solo hacia eso por "venganza, orgullo y joyas", pero que ahora hacía por amor. Aunque las mentiras cada vez más peores y grandes con tal de alargar aquel romanense y relación, comenzaban a cobrarle factura, haciéndolo sentirse como una basura.
Ese era el principal motivo de la ansiedad de Lay, saber que ni siquiera le había podido decir a JunMyeon que su nombre real era Zhang YiXing, y que no era nada de lo que había hecho parecer; siendo solo un pobre diablillo que había llegado hasta allí con un mal propósito, y que no tenía dinero o algo de lo cual sentirse orgulloso.
Esa fue la primera vez que YiXing no sé sintió orgulloso de su vida o de sus logros, siendo que solo ansiaba llegar a ser un buen hombre para ser digno del príncipe soñador; y la idea de decirle la verdad era cada vez más intensa en su mente, pero a su vez estas ganas de decirle toda la verdad lo hacían suponer que existía la posibilidad de que JunMyeon lo rechazará al enterarse de quien era en realidad; aunque la parte que sabía muy bien acerca de que el príncipe era como un ángel, le aseguraba y animaba, confirmándole que seguramente Jun lo perdonaría, por el amor puro que le había demostrado en ese tiempo.
Aun así la conciencia de todo lo malo que había hecho en su vida, le hacían sentirse inseguro y tener miedo de perder a su JunMyeon por todos sus actos malos; esto empeorando día a día al conocer nuevas facetas o datos del príncipe que lo hacían enamorarse más de él y apegarse más a soñar en un futuro en el que ambos fueran felices, sin haber podido mencionarle la verdad.
Y aunque ya sentía ese intenso cariño por el chico, no se lo había dicho ni una vez directamente, por lo anterior dicho; solo sintiéndose satisfecho con caminar por el palacio de la mano con JunMyeon, con abrazarlo por detrás y oler la pureza en el joven, con estar a su lado para hacer sus días menos solitarios, con consolarlo cada que su padre le decía lo tonto que era.
Lay estaba cansado de lo controlador y mala persona que era el padre de JunMyeon, ideando en su cabeza un nuevo robo, pero no de joyas o dinero, sino de la persona que amaba.
Si YiXing ya se imaginaba un futuro feliz con JunMyeon, teniendo en su cabeza la idea del escape con el príncipe, aquella idea se fortaleció, creyendo que si se iban, ambos serian capaces de estar juntos sin ser juzgados por su posición social; amándose tal como eran.
YiXing estaba enamorado de un príncipe que comenzaba a hacer lo que deseaba, que se daba cuenta de las cosas que no eran su culpa y que comenzaba a valorarse a sí mismo. Por lo que no pensaba dejar que de nuevo JunMyeon recayera en su desgracia.
Inclusive era necesario saber que YiXing no pudo evitar llorar aquel día que descubrió la verdad detrás de la felicidad aparente del heredero al trono más rico de todo el país; de la ineficiente felicidad adornada con joyas enormes de su amado.
YiXing no pudo evitar compartir el dolor de JunMyeon con su corazón enamorado y sentimientos de protección hacia el chico, incluso no logro mantenerse callado ante aquella desgarradora escena, en la que se metió para defender a Jun a pesar de que ponía en riesgo su vida, al enfrentar a alguien tan poderoso como el rey.
Después de aquel miedo que paso por enfrentar al rey, una ola de valentía se pasó en él, dándose cuenta de que para él lo único que importaba era JunMyeon, así que no le importaba lo que pasara con él, mientras protegiera a su amado.
Para YiXing, JunMyeon era su joya más valiosa y preciosa, por lo que la protegería y cuidaría hasta el final.
En ese momento se juró a sí mismo, que daría la vida por todo lo relacionado con JunMyeon, como cuidar sus ideales, seguir sus pasos, amar lo que él amaba, etc.
Sin duda YiXing estaba enamorado profundamente del príncipe, y de esto se dieron cuenta sus compañeros de "trabajo", a quienes se les hacía extraño verlo sonriendo a menudo, comprando rosas rojas para el príncipe, arreglándose de más, tratándolos bien, incluso regañándoles por las pequeñas malas acciones que hacían y él se enteraba o veía.
No les fue difícil descifrar que YiXing había cambiado por aquel príncipe al que creían presa fácil.
YiXing había perdido.
YiXing estaba perdido en aquellos ojos negros que se convertían en su luna, en esos labios rojos como las rosas que tanto amaba el príncipe y ahora él, en su sonrisa aperlada como aquel collar que amaba su chico.
JunMyeon era una joya pura y única en el mundo, y YiXing no fue nadie como para evitar el enamoramiento hacia aquella belleza un inexplicable.
Pero al igual que YiXing, el príncipe estaba a completa disposición del ladrón, amándolo tal como era. Amando la verdadera persona que era el chico, pues quizá no sabía toda la verdad, pero al menos se daba cuenta de que en la actualidad, no era aquel Lay que había conocido aquella noche, el Lay prepotente, elegante y orgulloso que se había presentado frente a él.
En efecto, tal como el gusto que tenía JunMyeon por las rosas, ahora tenía un gusto mayor por Lay. Confirmando que le gustaba la belleza peligrosa y misteriosa.
Y ante esa belleza peligrosa el príncipe no se resistió, cayendo en las manos de Lay; ilusionándose hasta el punto de mostrarle todo lo que guardaba en su corazón, imaginándose una vida con él.
Y si, probablemente JunMyeon parecía muy fácil de engañar, pero él ya sabía que Lay le ocultaba algo; cosa que se confirmó en el momento en que su padre lo había regañado por lo sospechosos que se le hacía Lay, pero que aun así ignoro, pues sabia que Lay era una buena persona y no lo lastimaría.
A ese punto ya era muy tarde para JunMyeon, quien ya se había entregado por completo al ladrón, siendo correspondido de igual manera y con la misma intensidad.
Sin embargo no todo sería tan lindo, era cierto que su amor era grande y puro; ambos chicos eran amantes natos, confiándose todo (o al menos eso parecía) pero una gran mentira los perseguía.
Y siendo YiXing el primero en desear aclarar todo antes que la mentira fuera más grande y dolorosa, decidió contarle la verdad a JunMyeon mediante una carta lo más detallada posible en respecto a lo sucedido y sus sentimientos; rogando que sus sentimientos puros fueran emitidos de la forma correcta.
Fue así como empezó a escribir sus sentimientos, por primera vez mediante aquella carta; carta que no logro acabar con lo más importante y mensaje inicial de la carta, ya que fue emboscado por sus compañeros.
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— Lay — sorprendieron al chico, quien trato de ocultar aquella carta con disimulo. — Es hora, te hemos esperado mucho tiempo y sabes que necesitamos el dinero para nuestros hermanos y padres.
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¡Holaaaaaaaaaa!
Yo se que me perdí por un mes con este fest, pero la escuela me trae loca, pero aun así quería subirles la primera parte de la historia, por eso estos días me estuve apurando lo mas que pude.
Disculpen las probables faltas de ortografía o si no se entiende, pero por lo mismo estuve haciendo todo lo mas rápido que pude y no tuve tanto cuidado; al menos espero que disfruten.
Estaré trabajando en el próximo cap, y tratare que me tarde menos en tiempo en actualizar.
¡Nos leemos pronto!
7 Noviembre 2021
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