Capítulo XIV

Al día siguiente, todos se encuentran en sus respectivas habitaciones porque no hay nada que hacer en ese día. Menos las sirvientas, claro está. ___ se encuentra podando el jardín de Big Mom mientras mira a la lejanía a las futuras esposas de sus amantes. No parecen importarle arrancar las flores de mamá. Si ella se enterara, las mataría. Ella aprieta los labios, molesta de que hagan ese acto. Ríen divertidas en matar a la naturaleza. ___ no sería capaz de dañar a las plantas, solo por beneficio propio. Nota que la miran, la mejor opción es desviar la mirada y volverse loca, como si no hubiera visto nada.

¿Los dos hermanos tendrán algún plan para que no se casen con esas arpías, como los llama Cracker? Esa pregunta es desconocida para la joven. No quiere perder a lo que más ama en este mundo. Mira por el rabillo del ojo como se acercan. Seguramente les pedirá que se calle sino quiere tener problemas.

—Esclava —la llama. Deja de lado su labor para mirar a Koman, que tiene cara de frustración—, ¿me puedes decir cómo ligar a Cracker?

«¿Cómo?», el desconcierto se refleja en su rostro. ¿Le está pidiendo ayuda? Tal vez, es una gran oportunidad para que su planes no salgan bien. Sin embargo, es mejor decir una mentira, disfrazada para que sea verdad—. No puedo ayudarla con eso. Soy una simple esclava que acata las órdenes de los comandantes y de mamá.

—Pero por lo que nos han comentado, esos dos te buscan para follar —habla Amaine.

—Yo solo satisfago sus necesidades.

—¿Y por qué siempre a ti?

—Basta, Amaine. Seguramente tendrán sus razones —interrumpe su melliza, antes de que esto se convierta en una guerra—. Debes de ser muy buena follando, ¿cierto?

—Esas cosas no se preguntan, Koman-san —habla con respeto—. Yo desconozco si los dos comandantes les gusta hacerlo conmigo.

Recibe una mirada de insatisfacción de ambas hermanas. La joven Koman posa la mano en el hombre de ___, destacando una sonrisa poco amigable—. Escúchame bien, que te quede claro, cuando nos casemos con ellos, tú dejarás de servirles.

—Porque nosotras seremos sus esposas y ellos nos atenderán. —Ríe con fuerza Amaine—. Ya estoy ansiosa de que sea la boda ya. Y así podré ver el rostro de Katakuri. —La chica ya comienza a imaginarse como es el rostro del comandante sweet.

—Katakuri-sama no deja que nadie vea su rostro —explica ___, con un tono sereno—. Es algo muy común en esta familia.

—¡Y tú si lo has visto, ¿verdad?! —exclama con fuerza Amaine, ya muy cerca de su rostro—. ¡Eres una perra que corre detrás de ellos, porque sabes que no puedes satisfacer tus necesidades con otra persona!

—¡Amaine, basta! Recuerda es solo una esclava.

«Es solo una esclava», esa frase se rebobina en su cabeza una y otra vez. No puede discutir ante la verdad. Suelta un suspiro para dar la vuelta y seguir con su tarea; sin embargo, Koman la detiene.

—¿Nos vas a decir tu secreto?

—No hay secreto alguno, Koman-san.

—¡Puedes engañar a mi hermana, pero a mí no! —Amaine, no resistiendo aún más, le da una cachetada en toda la mejilla a la joven sirvienta.

Ni se inmuta de su sitio. Sus ojos se clavan en el suelo, aguantando las ganas de llorar. Es la primera vez, en mucho tiempo, que la golpean con tanta rabia. No puede decir nada al respecto. Ni tampoco defenderse. Solo deja que la humillen de esa manera porque, en el fondo, se lo merece. Estar enamorada de dos hombres sumamente prohibidos está mal, y a ellos les importa un bledo de lo que piensen los demás.

Iba a recibir otra golpiza; sin embargo, escucha unos pasos firmes acercarse. Gira un poco su rostro encontrándose con el hermano mayor de toda la familia. El primer primogénito de Big Mom: Charlotte Perospero.

—¿Ocurre algo, señoritas? —pregunta, calmado.

—Nada, Perospero. Simplemente hemos puesto en su sitio a la esclava —comenta Koman moviendo sus cabellos, como una muestra de superioridad.

El amante de los caramelos visualiza la pequeña herida que tiene ___ en su mejilla. Un corte leve junto con un moratón. Toma la barbilla de la chica para que le mirase. Siempre ___ tuvo miedo del primer hijo de mamá porque desconoce lo que puede hacer. Escucha un suspiro de su parte—. Señoritas Biriliz, les recomiendo que no golpean a la esclava ___.

—¡¿Y por qué no?! —grita enfadada Amaine.

—Porque, en primer lugar, no es su esclava, es de mamá y de los dos comandantes. Segundo, es un tesoro muy preciado para mamá. Si ve que alguien la dañase, esa persona ya estaría muerta.

—¡¿Que tiene de especial esa esclava para que la valoren como tal?! —Esto le saca de sus casillas a la melliza mayor.

—Porque esta mujer no tuvo miedo cuando mamá la eligió. —Perospero comienza a recordar la llegada de Linlin con la tripulación y con la chica siendo una cría. Tan segura de sí misma, pero con un toque de miedo—. Así que, por favor, solo les pido que no lo vuelvan hacer. —Gira sobre sus talones, alejándose de ese pequeño grupo, no sin antes detenerse en un segundo—. ___, ven conmigo.

—Sí, Perospero-sama. —Aunque no fuera mamá o los dos comandantes, lo respeta y le obedece.

Debe agradecer que la está alejando de esas dos mujeres y tuvo razón en una cosa: si alguien la golpea, es una persona muerta. Recuerda años atrás, mientras que Katakuri y Cracker estaban en una misión, un hombre visitó el reino de Totto Land para regalar una gran mercancía a Big Mom. Al tener los ojos clavados en ___, no resistió en coquetear con ella, algo que la joven se negaba. Y en una de estas, la golpea tan fuerte en su fuerte en su estómago, por el simple hecho de que una esclava no se acostara con él. Eso llegó a oídos de Big Mom, estaba tan furioso, que le arrebató la vida de aquel hombre. Por eso, nadie se atreve a pegar a ___. Es intocable.

Choca contra el mayor, no haberse percatado de que se detuvo. Se fija en el pasillo y Perospero la llevó a la sala de enfermería. El hombre de la piruleta la mira por el rabillo del ojo.

—Que te curen esa herida cuanto antes. No me gustaría que mamá le diese un arrebato de ira, si te ve en ese estado.

—Gracias, Perospero-sama.

—Oh, y si llegase a enterar —va diciendo mientras gira un poco—, no me importaría ver morir a esas chicas. No me dan buena espina. —A ___ le sorprende que Perospero haya dicho eso—. Que tengas un buen día. —Y con ello, se retira como un caballero.

«A ninguno le da buena espina por lo que veo», lleva la mano a su mejilla tocando aquella herida. Se queja un poco, pero no demasiado. Le quema y duele. Es mejor que entre, antes de que alguien la vea en ese estado. El doctor, al verla, no dudó en atenderla con rapidez. Sería hombre si no curarse aquella herida. ___ no dice nada, simplemente se calla. Tantas cosas tiene que decir y siempre se forma un nudo en la garganta. Una forma de impedir que liberase esa presión en su corazón.

El buen doctor no tardó en sanarla y le puso una tirita para que no volviese a pasar. La muchacha sale de la enfermería, caminando sin rumbo. No sabe a dónde ir ni a dónde parar. Su cabeza no deja de dar vueltas por lo que pueda pasar, después de la boda. Un mal presagio se avecina y no es agradable. Apoya la mano en la pared al notar un leve mareo. ¿Va a enfermar? Es difícil de saber. Desde que llegó al reino hace mucho tiempo, nunca ha enfermado. Ésta sería la primera vez. Lleva su otra mano al rostro, tapando sus ojos para que ese mareo desapareciese.

—___, ¿estás bien?

Se congela repentinamente al escuchar la voz de aquel hombre respetado por todo el reino. Gira un poco su rostro, donde unos ojos granates no apartan la mirada en su cuerpo. Charlotte Katakuri muestra preocupación en la joven, que se pone a su altura.

—Estoy bien, Katakuri —miente. No desea que él vea aquella venda.

El muchacho alza la ceja sin saber si creer en la chica o no. Apoya la mano en su hombro, y con suavidad, gira su cuerpo lentamente. Sus ojos se agrandan al ver la tirita en su mejilla. Una rabia lo está consumiendo por dentro—. ¿Quién te hizo eso? —El tono de su voz no es nada amigable.

—Me lo hice yo.

—No me mientas. Sé que no eres una mentirosa. —La conoce demasiado—. ¿Te lo hizo Oven? —pregunta a lo que ella niega con la cabeza.

—Ya te he dicho que me lo hice yo.

«¿Por qué mientes?», Katakuri piensa alguna razón para que lo haga. Si no fue Oven, ¿quién habrá sido? No se le ocurre a nadie que no fuera su propia madre, pero ella nunca la ha golpeado. No obstante, cae en la cuenta una cosa—. Fueron las hermanas Biriliz, ¿verdad? —No obtuvo respuesta, la joven solo agacha la cabeza—. Eso ya me es suficiente —dice, cogiendo a la chica en brazos.

—¿Qué vas hacer? —pregunta.

—Iremos a dónde está mamá y le dirás que esas chicas te han pegado.

—¡No puedo hacer eso, Katakuri!

—Escucha, tú y yo sabemos perfectamente que sucederá si no se lo decimos. Estallará en cólera.

Ahí tiene razón. Mamá prefiere que le digan las cosas antes de que se las oculten. ¿Es la mejor idea? ¿Las asesinará en cuanto lo sepa? Esto alegraría mucho a la chica, que está roja de la vergüenza al ver que Katakuri la lleva como una dama en apuros. Esconde su rostro en el pecho del grandullón, donde los sonidos de su corazón la tranquilizan. Debe tener el valor suficiente para encarar ante la verdad. Y Katakuri no iba a permitir que dañen lo que más ama en este mundo. Y más, si provienen de unas mujeres desconocidas.

Siente la mirada de sus hermanos, importándole poco sus opiniones y sus pensamientos. Quién se da cuenta de ello es Cracker, al ver que su hermano mayor se dirige hacia donde está su madre con ___. El joven no duda en ir con él, para ver qué es lo que estaba sucediendo. Sin embargo, se detiene en seco, al ver la tirita en la mejilla de la chica. ¿Alguien la pegó? Aprieta los puños ya queriendo patear el trasero al desgraciado quien le hizo eso.

Las esclavas y los soldados se han quedado estáticos en su sitio. Katakuri entra en el cuarto de su madre, interrumpiendo su hora de la comida. Linlin mira con fastidio la presencia de su hijo.

—¡¿No ves que estoy comiendo?!

—Y yo vine para comunicarte que alguien pegó a ___.

Al escuchar eso, la mujer más grande de todos, se levanta de su sitio, con una mirada de pocos amigos—. ¿Qué has dicho? —El tono de su voz es nada agradable.

—Que cierta persona ha pegado a ___ —repite de nuevo, dejando a la chica en el suelo. Linlin abre los ojos con fuerza al ver aquella tirita en su mejilla.

—¡¿Quién te ha golpeado sin mi permiso?!

La joven solo se encoge en su sitio, no deseando responde ante la pregunta de Big Mom. Y debe hacerlo, no tiene más opción—. Las hermanas Biriliz.

—¡¿Cómo se atreven a golpearte si ni siquiera eres su esclava?! ¡Traedlas ante mi presencia! ¡Enseguida!

Los soldados huyen despavoridos en busca de los dos jóvenes y del padre. ___ solo agacha la cabeza al recibir una palmada en su cabeza. Linlin le dedica una pequeña sonrisa a su pequeña esclava, dando entender que ella se iba a encargar de las escorias. Se siente cohibida de que aquella mujer le importe demasiado. Katakuri solo mira la escena, esperando ansioso a que aparezcan las mellizas y ver como mueren en manos de su madre. Echa un vistazo atrás, viendo a sus hermanos un tanto serios ante la situación.

Los minutos pasan y los soldados llega con la familia Biriliz. El padre de las mellizas está muy tranquilo, no está nada nervioso. Eso a Katakuri le hierve la sangre, no mostrar ese miedo ante su madre, no es bueno. El rostro de Linlin muestra rabia y enfado, y hace a un gesto a los soldados que trajesen a las chicas un poco más cerca. Y no hizo falta, las mellizas lo hacen.

—¿Ha ocurrido algo, Big Mom? —pregunta Horns, muy preocupado.

—Tus hijas se han atrevido a golpear a mi esclava. —Señala a ___, que está detrás de Katakuri por si ocurre algo—. En esta familia, todos saben que si tocan a ___, no salen vivos de aquí. Los únicos que pueden pegarla somos mis dos hijos, Katakuri y Cracker, y yo.

—¿Por qué le da tanta importancia en esa chica? —pregunta eufórica Amaine, no aguantando más—. Es una simple esclava.

—No es una simple esclava. Es lo más valioso que he encontrado en todo Grand Line. Es la primera en no sentir miedo hacia mi persona —explica—, y su infancia me hizo recordar a la mía. Por eso, le tengo tanto aprecio.

—¿Y no se da cuenta que nuestros futuros esposos se acuestan con ella? —pregunta Koman.

—Me da igual lo que hagan con ella. Debe acatar sus órdenes, al fin y al cabo.

—¡Pues nosotras no queremos que se acerquen a ellos! ¡Si usted desea esas armas que le ha propuesto mi padre, deberá alejarla de ellos!

—Niñas, por favor. —Horns intenta tranquilizar a sus hijas, antes de que esto acabe mal.

«¿Alejarme de ellos?», no puede vivir con ese pensamiento en la cabeza. No desea alejarse de ellos dos. El miedo la invade por completo, apretando más los labios y las manos hacia los pantalones de Katakuri. Él se da cuenta de ello, desea abrazarla, pero no quiere llamar la atención. Debe estar serio, como suele hacer. ___ no quiere imaginar la vida sin ellos y que Oven esté detrás, persiguiéndola. O que tenga que compartir cama con cualquiera de sus hermanos. El destino, a veces es cruel. Ya lo predijo: nunca encontrará el amor. Siempre habrá obstáculos que se interpondrán en su camino.

Se muerde el labio con fuerza, ya no queriendo escuchar la conversación que hay entre Big Mom y las mellizas Biriliz. Esto es doloroso, no puede soportarlo. Quiere decir tantas cosas, pero hay un nudo en la garganta que se lo impide. El daño que le está provocando en su corazón, es mucho mayor cuando te clavan agujas en la espalda. La agonía se apodera de ella, ya no siente las fuerzas para seguir luchando. Quiere llorar. Quiere desahogarse. Quiere luchar por su amor hacia Katakuri y Cracker. Quiere vivir con ellos en paz y que todos dejasen que cumpla su sueño.

—Es una zorra, al fin y al cabo. —Esa frase de Amaine, ha colmado el vaso.

—¡No soy una zorra! —grita ___ saliendo de su escondite para encarar a las mellizas—. ¡Estoy harta de que todos intenten alejarme de algo que siempre he deseado! ¡Luché demasiado para estar cerca de ellos! ¡Saber que ellos dos se van a casar, me duele! —Lágrimas se apoderan de su rostro, donde la tristeza se hace presente—. ¡Ojalá pudiera decirle a mamá de casarme con ellos! ¡Y ella nunca lo aceptará porque es lo que soy! ¡Una simple y puta esclava!

—___.

—¡Yo deseo ser feliz! ¡¿Es mucho pedir?! —Algo se aproxima. Un escalofrío recorre por su cuerpo, donde una corriente eléctrica pasa por su columna vertebral—. ¡Si tengo que abrirme para que se me conceda ese deseo, lo haré! —No se percata de que algo está creciendo en su espalda, ignorando el dolor—. ¡Yo los amo y lucharé por ellos hasta que me muera!

Y ocurrió. Un suceso que todos no se esperaban apareció. La habitación de Linlin está siendo iluminada por una luz intensa. Katakuri y Cracker no se creían lo que estaban viendo. Tienen la boca abierta, al igual que los presentes de ese cuarto. A ___ le han crecido, de su espalda, unas alas de una envergadura enorme. Las plumas brillan con intensidad, mostrando lo más puro que hay. Linlin no da crédito. ¿Está viendo una criatura exótica? ¿Su esclava es un ángel? Piensa en todas las posibilidades en tener unos nietos que sean híbridos por parte de su madre.

Los ojos de la familia Biriliz no aguantan aquella luz intenta, que tuvieron que cerrar los ojos por un momento. Y al volver a abrirlos, las hermanas mellizas no se lo creían. Horns escuchó que existe una criatura de lo más exótica y que se ha extinguido durante mucho tiempo. No pensó que esa esclava, fuese la última en su especie.

—___ —la llama Katakuri con las manos extendidas, queriendo tocarla. Sin embargo, no recibió respuesta, ya que la joven se desmaya al perder mucha sangre—. ¡___! —La socorre de inmediato, temiendo lo peor.

Cracker no dudó tampoco en socorrerla. Dio grandes zancadas hasta llegar a ella. Mira a su hermano quién está tomando las pulsaciones de la joven. Esos ojos granates muestran el horror absoluto. El hombre-galleta coge a la chica, corriendo como nunca hacia la sala de la enfermería junto con Katakuri, importándole poco de lo que opinan los demás. Lo importante ahora es ella y su salud. No desea que muera. No desea perderla ni un millón de años.

Por su parte, Linlin aún está impactada por lo que acaba de ocurrir y poco a poco su cerebro va reaccionando. «Un ángel en mi reino», con ese pensamiento en la cabeza, esboza más la sonrisa al haber encontrado una criatura tan exótica como es la joven. Su risa tan característica se hace escuchar por todo el castillo alertando a los que viven ahí. ¿Será un mal presagio?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top