Capítulo XII
___ despierta abriendo los ojos lentamente mientras siente un gran dolor en todo su cuerpo. No sabe lo que ha pasado. Ni lo recuerda. Todo es borroso para ella. Pero escucha como unas leves respiraciones muy cerca. Gira su cabeza a la derecha encontrándose a Cracker dormido plácidamente. Se pone roja, al instante, para luego girar en la dirección contraria y encontrarse a Katakuri en la misma situación.
Entonces lo recordó todo. Hizo un trío con los dos comandantes y hermanos Charlotte. Esto debía de ser un pecado para ella. Haberse acostado con los dos al mismo tiempo fue demasiado. Salvaje y tierno. Toda una combinación de emociones aquella noche. Eran dos animales deseosos de calmar lo carnal. Y ahora son dos angelitos que duermen con tranquilidad. La joven ___ busca con la mirada la ropa y recuerda que está en el cuarto del mayor. Seguro que estará desperdigada por el suelo.
Debe irse para hacer las tareas de mamá cuanto antes. Sin hacer el menor ruido e intentar realizar menos movimientos, va levantándose de la cama caminando a gatas hacia el borde de la cama. Si no fuera porque es demasiada larga ya hubiera llegado. Con cuidado de no pisar las piernas de ambos. Ya estaba llegando a su destino, sería libre de aquellas garras de esos dos hombres.
Sin embargo, todo terminó. Las esperanzas de libertad desvanecieron cuando siente unos brazos apresarla y que vuelva a la cama cuanto antes. Y para colmo, un peso se cierne sobre ella inmovilizándola por completo. Al ver un poco la cabellera supo perfectamente quien fue el responsable.
—Cracker.
—¿A donde ibas tan temprano? —pregunta aún somnoliento.
—Iba... a realizar las tareas de mamá. —Y una gran verdad.
—Quédate un rato más.
—Pero... —Un beso fue lo suficiente como para callar a la chica.
—Deja a un lado las tareas y estate conmigo —ronronea el chico acomodando la cabeza entre los pechos de la joven.
Ella, como de costumbre, se queda un tanto inmóvil con las mejillas sonrojadas. Este chico es de lo más tierno cuando quiere. Al verlo desde una posición puede ver perfectamente la cicatriz que atraviesa su ojo. Sus dedos titubean no sabiendo si tocarlo o no hasta que no hubo marcha atrás. Lo roza sintiendo aquel tacto tan distinto a la de su piel. Es arrugado y con algo de casos. Como ha dicho el doctor, esa cicatriz estará ahí para siempre.
Cracker solo esboza la sonrisa al sentir aquellas caricias de ella. Esa chica tímida ha dado el paso de acariciar aquello que le marcó de por vida. ___ escucha otra respiración a su lado girando la cabeza para ver a Katakuri aún dormido. Manteniendo aquella mano en la cabeza de Cracker, estira la otra con intención de tocar la cicatriz que recorre por sus mejillas. Esas suturas se mantienen firmemente. Grave error. Aparta la mano al ver que Katakuri abre los ojos lentamente.
—Perdon. No quería despertarlo.
Los ojos granates de aquel hombre se clavan en la mano de la chica y se acerca recibiendo con gusto aquellas caricias que le encantaba recibir. Tan suaves y firmes. No dudaría en ningún momento en tenerla en sus brazos. Y al ver que Cracker la estaba abrazando de más, eso provocó que estuviera celoso. Gruñe de insatisfacción y se acerca a la pareja casi empujando a su hermano para que le dejase hueco a lo cual éste se queja.
—Acaparador.
—Deja un hueco al menos.
—Yo estoy a gusto como estoy —pone los labios a modo de puchero no queriendo separarse.
—Pues entonces te empujaré —apoya la mano en el hombro de él con decisión.
—Ni se te ocurra —dice entre dientes abriendo un ojo.
Ella no puede evitar de reír al ver a dos hombres que se comportan como niños. Ambos quieren estar cerca de ella, recibir su cariño, por lo que apoya en cada mano los rostros de los dos para que dejarán de discutir. Solo espera a que eso funcione y se calmen un poco. Katakuri, sin tener más opción, acerca más a su cuerpo apoyando la cabeza muy cerca del hombro de la joven a lo que ronronea. Y Cracker no se ha movido de su sitio, estaba muy a gusto.
«No tengo más remedio que quedarme», suspira levemente mirando al techo pensando con claridad que hacer. Por una parte, siente que esos dos tienen sentimientos hacia ella, pero, por otra parte, seguro que se aprovechaban porque es una simple esclava. Le daba miedo hablar y expresar lo que siente hacia ambos para luego saber que ellos solo la ven como una más para la colección. Aprieta los labios no queriendo pensar más en ello.
Los dos Charlotte no han dicho nada más. Mantienen los ojos cerrados ronroneando como nunca. Estaban cómodos desde su posición y les gustaba estar así. No quieren separarse de la chica ni que ella se marchase. Era todo perfecto para ambos chicos. Son grandes y pueden proteger a la chica sin ningún problema. Pero todo se desvanece cuando escuchan a alguien llamar por la puerta de abajo. Katakuri gruñe sabiendo perfectamente quien era.
—Mierda. —Se levanta con mala gana.
—¿Quién es a estas horas? —pregunta Cracker abriendo un ojo.
—Son los chefs para traer el desayuno a Katakuri —responde ___.
—A buena hora para estropear este momento pacífico —bufa volviendo a cerrarlo.
—Vuelvo enseguida. —Ya con unos boxers puesto y la bufanda se retira de la habitación.
___ se sonroja un poco al estar a solas con Cracker quien aún seguía en esa posición impidiendo que la chica escapara en cualquier momento. Sigue acariciando el rostro de éste recibiendo pequeños suspiros por su parte y algún que otro ronroneo. Entonces, siente como el cuerpo de éste se mueve para ponerse al lado de ella. Creo que se dio cuenta de que era el momento de que la chica tuviera alguna que otra libertad. Aunque la verdad aprovecha para mirar de cerca a la joven.
Tan bella y tan angelical. Y él un simple niño con aspecto de demonio. Lo dice por su cicatriz. Pero a ella no le importa para nada. No le asusta. Guía su mano hacia el rostro de ella donde sus dedos rozan con lentitud su mejilla sonrojada. Ese color se le veía favorable. No dejaría de mirarla por un segundo. La atrae aún más a su cuerpo no queriendo separar la distancia que hay entre ambos. Ahora que lo piensa están ellos dos solos en aquella habitación.
Una sonrisa pervertida aparece en sus labios y aprovecha el momento para morder el cuello de ___ recibiendo un grito de sorpresa. Sus manos grandes descansan en el trasero de ésta apretándolas con fuerza y separándolas. Ahora está en modo juguetón.
—Cracker... Yo no estoy...
—¿Sabes? Me gusta que me llames así —dice casi rozando sus labios con los de ella.— Me da esperanzas de que realmente te gusto.
¿Ha delirado o ha dicho algo que fue cierto? Ella no estaba segura. Sus ojos se quedaron en blanco por segundos queriendo captar esa información de su cabeza. «¿Que ha querido decir con eso?», quiere una respuesta, pero no la obtiene a cambio de un beso un tanto dominante. Jadea levemente apoyando las manos en sus cabellos donde sus dedos se enredan en ellos casi apretándolos con fuerza. Un gruñido gutural sale de la garganta de Cracker a modo de que le gusta aquel trato. La lengua viperina del chico explora sin tapujos la cavidad de la chica mientras sus manos trabajan lo suyo.
Todo el cuerpo de ___ se estremece ante aquel contacto hasta que siente un leve roce en su clítoris. ¿Como es posible que ya esté excitada con tan solo el roce de sus dedos? Es como si él ya sabe cómo darle placer. Lo aprisiona, apretándolo con fuerza y ella solo gime en su boca donde él sonríe complacido. Se lame los labios con ganas de penetrarla en ese mismo instante. Ese pensamiento ha hecho que su miembro despertara y se pusiera duro. Un gemido ronco sale de su garganta al sentir un pequeño roce.
Es como si le estuvieran masturbando. Agacha un poco la mirada y sus ojos se agrandan. ___ se ha atrevido a tocar su falo y masturbarlo con tal vehemencia. «La estamos convirtiendo en una pervertida», ¿eso es bueno o malo? No se quedaba atrás, él también va a participar en el juego de estimulación. Ambos jóvenes se incitaban de una manera casi provocativa donde no debe faltar los gemidos que llenan aquella habitación. Pero esos suspiros cerca de su oído le volvían loco. Esa chica, a quienes la consideran una esclava, le transtornaba. El olor de su perfume, de su olor corporal, era adictivo para sus fosas nasales.
No se cansaría de probarla una y otra vez. Que los dos se complazcan. ___ está tan cegada al placer que ya le daba igual todo lo que hay a su alrededor. Solo desea tener aquel pedazo de carne entre sus piernas y disfrutar de aquellas embestidas. Cracker posa la cabeza en uno de los pechos de ella para morder y lamer con gusto. Nunca dejaría de devorarlos. Se volvió adicto ante esos montes.
—Cracker. —Lo llama ante un suspiro.— Por favor... quiero que la meta.
—¿Meter el que? —sabe que quiere, pero le gusta que la muchacha lo dijese sin pudor alguno.
—Su polla... por favor, te deseo.
—Yo también te deseo y no sabes cuánto.
La recuesta de lado mientras él se coloca detrás suya donde su pecho toca la espalda de la joven. Ella se gira un poco para verlo. Cracker sujeta con firmeza su pierna para elevarla y aprovecha para entrar en su cavidad. Los gemidos vuelven. ___ no puede evitar en besarlo a lo que él corresponde mientras se va moviendo casi con lentitud. Desde esa posición puede tocar con facilidad los pechos de la chica, amasarlos y mimarlos como nunca. Esa es la gran ventaja que tiene al ser tan alto. Tiene casi el control de todo.
Aquel miembro daba con fuerza la zona del cérvix como si deseara de atravesarlo, pero no quiere hacerle daño. Quiere que la chica sienta el mayor placer del mundo. Con uno llegará al cielo. Aprovecha para morder el lóbulo de ___ y pellizca uno de sus pezones que ya estaban duros como rocas. Esta posición le estaba gustando demasiado.
—Salgo un momento y me encuentro que estáis follando sin mí.
___ se sonroja de golpe al ver a Katakuri en la puerta con una gran bandeja llena de un plato de donuts, una tetera y tres tazas. Se acerca, cerrando la puerta, donde deja la bandeja en el comodín mientras escucha los gemidos un tanto agudos de la joven. Hasta que un chillido capta su atención donde Cracker gruñe mordiendo el cuello de ___.
—Dios, estás apretando mi polla.
—Deja un poco, anda —va retirando su bufanda mostrando de nuevo su boca.
—¿Por qué no estuviste más tiempo ahí abajo? Con lo bien que estaba a gusto.
—Porque tenía que subir el desayuno. —Se sube a la cama caminando a gatas.
___ no puede evitar morder el labio ya teniendo cerca a Katakuri quien se había quitado los boxers y besa a la joven. Ya con solo escuchar sus gemidos, su miembro reaccionó al instante queriendo jugar también. Apoya todo el peso en la cama estando en una posición no muy cómoda para su gusto, pero no tiene más opción si quería mimar, besar, adorar a la joven. Tira del labio inferior casi dejando una pequeña herida en ella.
Katakuri agudiza el olfato desviando un poco los ojos hacia la zona del clítoris y una sonrisa aparece en sus labios. Acerca sus dedos ahí comenzando a estimularla. Ella no pudo evitar arquear la espalda apretando las paredes internas de su cavidad. Cracker estuvo a punto de correrse, pero debe aguantar, aún no ha terminado. Lo que pasa es que su hermano lo estaba haciendo aposta.
Sabe que quiere jugar también, pero él estaba primero y no desaprovecharía la ocasión.
—Deja que juegue, joder —implora Katakuri clavando la mirada en su hermano.
—Vete a la mierda.
—Ayer tuvimos una buena comunicación. ¿Y ahora me mandas a la mierda? —alza la ceja sin entender nada.
—Lo que oyes —gruñe donde sus dedos dejan marca en la piel de la chica.
—Quiero... también a Katakuri. —Ambos se sorprenden ante la petición de ___ hasta Cracker le dolió un poco.
—¿No te gusta lo que hago?
—Sí, me gusta, pero también quiero sentir a Katakuri —implora la chica apoyando la mano en el rostro del hombre-galleta.
—Ya has oído a la señorita. —Un puchero sale de los labios de Cracker separándose de la chica para que Katakuri la cogiese para sentarla sobre su regazo.— Veamos... ¿Que posición te gustaría hacer?
—¿En serio preguntas eso?
—Me gusta que ella me diga —ruge,— me satisface mucho.
Siente las manos de ___ apoyar en su pecho y lo empuja como una forma de acostarse del todo. Ella que tengo el poder en esa posición, de alguna manera, le excita que no pudo evitar lamer uno de sus colmillos. Va descendiendo lentamente siendo sujetada por las manos de él. Es grande. Demasiado grande. No podía bajar del todo porque si no la partiría en dos. Eso sí, se mueve, lento bajando y ascendiendo. Para Katakuri es demasiado excitante.
Cracker estaba con la boca abierta casi cayéndole la baba. Casi estaba viendo una película de porno, pero de ella. «Katakuri tiene una puta suerte», piensa el chico acercándose un poco más para tener unas vistas estupendas. ___ no miraba a ninguno de los dos, sus ojos están clavados en la pared. Le da vergüenza mirar alguno de los dos y la desconcentraría.
—Mírame —pide el de cabellos granates donde mueve sus caderas casi clavándola entera,— quiero ver esos ojos viciosos.
Los ojos de ___ se clavan en los de Katakuri y una vergüenza se apodera en ella casi apretando con fuerza aquellas paredes. El grandullón ruge apretando sus dedos en aquella piel pálida; en cambio, Cracker se posiciona detrás apoyando las manos en los pechos de ___ apretándolos con fuerza. Ella no puede evitar dar un gemido agudo sintiendo nuevas sensaciones en todo su cuerpo. Es tan estimulante que clava las uñas en el pecho de Katakuri.
Todo su cuerpo se tensa al notar como otro miembro clava su trasero con fuerza queriendo seguir jugando. Solo espera a que no tome la decisión de penetrarla en el otro agujero que hay detrás, entonces si que la rompen en dos.
—Joder, si no la tuviera tan grande te follaría el culo —¿Le leyó el pensamiento?
—Ahí la romperás en dos.
—Por eso mismo digo, pero estoy tan necesitado. —Se masturba así mismo.— ¿Por qué no puedes encogerse gracias a tu habilidad?
—¿Y que yo meta mi polla en su culo? —Aquel pensamiento no le desagradaba para nada.— Mm... Me lo pensaré.
«No saldré con vida como sigan así», el corazón de la chica no para de latir ante cada comentario de esos dos que parece que estuvieran hablando como si nada. En cuestión de minutos, los tres llegan al orgasmo donde ___ apoya todo el cuerpo en el pecho de Katakuri recuperando el aire, sintiendo como aquella cosa viscosa sale de sus entrañas y su trasero manchado por ésta. Ahora sí que se siente sucia.
Cracker, por su parte, se coloca de una manera que para ella no le sea incómodo y que no lleve todo el peso. Estaban cansados que no desean moverse de ahí. Ni siquiera para acatar las órdenes de mamá. Mientras estaban juntos, la gran mujer no sospecharía en nada. Estará entretenida con los dulces y demás cosas. ___ está en una posición donde puede escuchar los latidos de aquel órgano vital de Katakuri. Latidos firmes y concisos. Música para sus oídos. Es tan relajante escucharlo. Esboza una pequeña sonrisa, cerrando los ojos lentamente dejándose llevar.
Katakuri no ha dejado de rozar con sus dedos aquella melena tan suave y lisa que ni es capaz de enredarse en ellos. Está tan sumamente feliz de tenerla aquí desde las tantas de la mañana. Y todo por culpa de su hermano que la entretuvo a tiempo. ¿Tenía un ojo abierto en caso de que la chica despertara? No estaba muy seguro. Y hablando del Rey de Roma, se quedó profundamente dormido de nuevo en donde el sueño le dominó por completo.
Sin embargo, un pequeño rugido lo despierta un poco restregándose un poco y mirando alrededor a ver quién era el causante. Otra vez ese sonido y clava la mirada en ___. ¿Por qué estaba haciendo ese ruido?
—Lo siento... tengo un poco de hambre. —Se disculpa avergonzada con las mejillas sonrojadas.
—No te preocupes, después del sexo siempre hay apetito —comenta Katakuri incorporándose algo que Cracker tuve que quitarse de en medio.
—¿Es que aquí uno no puede dormir bien? —Se queja.
—Te recuerdo que estás en mi cuarto. Mi casa. Si quieres la tuya, ve y pídeselo a mamá —estira su brazo hecho de mochi para coger la bandeja y traerla hacia la cama colocándolo encima de la sábanas.— Espero que no te desagraden los donuts.
—Nunca me han desagrado.
—Yo prefiero galletas.
—Te aguantas.
___ iba a hacer un movimiento de coger la tetera y rellenar las tazas; sin embargo, Katakuri se le adelantó. Esto le sorprende. Está acostumbrada hacer ese tipo de cosas y ahora es imposible. Mira con duda al hombre de ojos granates y éste suspira.
—No creas que voy a dejar a que sigas siendo una esclava bajo mi techo.
¿Que es lo que acaba de decir? Su cabeza daba vueltas. Lo que dijo Cracker hace minutos y ahora esto. Aprieta las sábanas con fuerza no mirando a ambos sujetos que ya van a comenzar a comer. Están hambrientos y eso no se lo negaba nadie.— Katakuri... Cracker... —llama a ambos al mismo tiempo,— ¿por qué hacéis todo esto?
—¿Hacer el que? —preguntan al unísono.
—Todo. —Su cuerpo comienza a temblar.— El trato, el cariño, los besos... Desde muy joven siempre he notado que no me tratáis como una esclava sino alguien más de la familia. —Sin alzar aún la cabeza, se visualiza unas cuantas lágrimas resbalar por su rostro.— Pero vuestras acciones hacen que me confunda. No solo en mi cabeza sino también en mi corazón —aprieta con fuerza las sábanas.— Yo no sé si realmente os gusto o soy objeto de burla.
El silencio reina en aquella habitación. Ambos hermanos se miran entre sí. ¿Quién hablara? ¿Quién dará el paso en abrirse? Katakuri, no aguantando ver a ese amor tan prohibido sufrir, se acerca con intención de abrazarla.— Soy un hombre serio y frío que tuvo un pasado doloroso. Me dije a mí mismo no abrirme ante nadie. Sin embargo, cuando apareciste, vi algo que nunca había visto —alza su mirada para retirar aquellas lágrimas.— Una chica determinada y con pensamientos claros.
—Debería decir lo mismo. —Cracker deja a un lado el donut para mirar a la chica.— Desde que me dijiste lo de crear soldados galleta, vi en ti algo que no sabría describir. Tal vez, lo que dijo mi hermano, abierta a las emociones y sin miedo a opinar. Es por eso que siempre acudía a ti para que me dieras tu opinión con respecto a mis creaciones. Y poco a poco, me he dado cuenta del porqué lo estaba haciendo. —Se acerca hacia donde están ellos para tenerla enfrente.— Me estaba gustando tu forma de ser. Y no lo puedo negar. No podía evitar en ir a buscarte y escuchar tu dulce voz.
—Yo no, pero casi siempre nos encontrábamos como si el destino quisiese esto —apoya la barbilla en el hombro de la joven.— Ambos estamos unidos y uno no lo puede negar. Y saber que Cracker tiene sentimientos hacia a ti... Un mar de celos me dominó por completo.
—Por eso lo de hacer un trío a ver quién era el mejor haciéndolo —confiesa el otro.
—Y no eres la única en que siente que es un objeto. Tenemos miedo al rechazo porque tú eres una esclava y nosotros... diría que nobles, pero somos piratas, al fin y al cabo.
—Y no sabemos si tú sientes lo mismo que nosotros.
Más lágrimas aparecen en el rostro de ___ no creyendo lo que estaban diciendo ambos hermanos. Diría que esto es un sueño, pero no lo es. Es la pura realidad. Sus labios no paran de temblar por la emoción.
—Pero la cosa es a quien eliges. —Y ahí llega la cuestión que se plantea Katakuri.— A mí o a Cracker.
—... No puedo elegir a ninguno de los dos.
—¡¿Como que no?! —grita el más joven de los Charlotte.
—No puedo porque yo... os quiero por igual a ambos —confiesa.— Si elijo a uno, ¿qué pasará con el otro? Me sentiré mal hasta que puede que me odie y no me vuelva hablar, algo que yo no podría soportar. Y lo de ayer... bueno era algo que pensaba que no llegaría a suceder.— Se pone más roja.— Si os gusto porque soy una esclava que da opinión os daré la mía —estaba decidida de plantear esa duda:— ¿Por qué no dejamos de lado quien se queda a quien y estemos los tres juntos? Ayer y hoy funcionó bien.
«¿Está proponiendo que compartamos?», esa pregunta aparece en la cabeza de ambos hermanos que se miran entre sí. La verdad todo lo que dijo ella es cierto. Si elige a uno, el otro sufrirá y no creo que se acerque a ___ por respeto. Los dos Charlotte suspiran y asienten con la cabeza mientras uno se acerca un poco para abrazarla.
—Si eso te hace feliz, a nosotros también —dice Cracker apoyando su frente en la de ella con una sonrisa.
—Lo que no podemos prometer es que no habrá peleas y discusiones entre los dos.
—Me vale con estar con los dos —sonríe feliz mirando a ambos.— Y esto será un secreto.
—Si se entera ese idiota de Oven, se lo dirá a mamá y no quiero que me separen de ti.
—Callados como una tumba.
Era hora de que ese amor prohibido se abriese a tiempo antes de que la desgracia cae. Pero, seguramente, habrá obstáculos en donde su amor no prosperará por mucho tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top