002. viaje en el tren
Hazel hizo todo lo posible para no pelear con Harry.
Harry le había contado que había conocido a un chico rubio muy molesto. Hazel lo reconoció de inmediato, por lo que Harry había dicho de su apariencia y voz, Hazel supuso que era el hermano de Artemis.
No lo conocía, pero era imposible que Harry haya conocido a Artemis.
Los tíos de Harry y Hazel los llevaron a King Cross y los dejaron a su suerte. Para Hazel fue sencillo encontrar a Tessa, que usaba su túnica de Hogwarts. Tessa se alejó de su familia para acercarse a Hazel.
Harry oyó a la familia hablar y se alejó de Hazel, justo antes que Tessa se acercara a su hermana. Hazel rodó los ojos.
―Tessa, ¿sabes como llegar al andén? ―preguntó Hazel.
Tessa asintió.
―Por eso me acerqué, Haz, sabía que como recién te vas enterando del mundo mágico, era imposible que supieras como llegar al andén ―explicó sonriendo―. Vamos, Artemis ya debió haber llegado.
Hazel asintió y con Tessa cruzó la barrera (claro Hazel cerró sus ojos cuando empezó a correr, con temor de chocar con el muro). Hazel subió al tren, pero antes que Tessa pudiera, Hazel oyó a su madre llamando a Tessa.
―¡Tessa, ven a despedirte!
Tessa gruñó, y Hazel se bajó del tren y se acercó a Tessa.
―Vamos, voy contigo ―le alentó.
Tessa asintió y las dos se dirigieron a la familia Weasley. Harry ya no estaba, y Hazel supuso que se había subido al tren.
―Ron, tienes algo en la nariz ―dijo la madre.
―Mamá, déjame ―gruñó Ron.
Tessa y los gemelos se rieron con burla.
―¿Ah, el pequeño Ronnie tiene algo en su naricita? ―se burló Tessa, luego chocó los puños con uno de los gemelos.
―Cállate ―dijo Ron.
―A mí no me callas, Ronald ―gruñó Tessa.
―¿Dónde está Percy? ―preguntó la madre.
―Ahí viene.
Otro pelirrojo se acercó a ellos. Ya se había puesto la túnica y tenía una insignia en le pecho con la letra P.
―No me puedo quedar mucho, mamá ―dijo, y Tessa puso sus ojos en blanco―. Estoy delante, los prefectos tenemos dos compartimentos.
―Oh, ¿tú eres prefecto, Percy? ―se burló Tessa.
―Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea ―continuó uno de los gemelos.
―Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo ―dijo el otro gemelo―. Una vez...
―O dos... ―siguió Tessa.
―Un minuto...
―Todo el verano...
―Oh, callaos ―dijo Percy.
―Y de todos modos, ¿por qué Percy tiene túnica nueva? ―dijo uno de los gemelos.
―Porque él es prefecto ―dijo la madre―. Muy bien, cariño, que tengas un buen año.
―¿Y Tessa? ―añadió la pelirroja menor con recelo.
La madre frunció el ceño viendo a la pelirroja con curiosidad.
―¿A qué te refieres, Ginny?
Ginny alzó la voz.
―Tessa tiene túnicas, libros, una varita nueva y una lechuza, mamá ―dijo Ginny.
―¿Cómo? ―frunció el ceño la madre, luego volteó a ver a Tessa―. Tessa, cariño, ¿cómo conseguiste esas cosas?
Antes que Tessa pudiera decir algo, Ginny volvió a hablar.
―Está claro que se lo robó, si es una cualquiera.
―Ginny ―le riñó su madre, pero no lo negó.
Así que Hazel, muy molesta, habló:
―Yo le compré esas cosas, porque quiero que mi amiga tenga las mejores cosas ―espetó―. Yo y Arty nos encargaremos que Tessa sea mucho mejor que todos ustedes juntos.
Dicho eso, Hazel se alejó a grandes zancadas. Subió al tren y vio a Artemis a lo lejos. Artemis la vio y se acercó a ella.
―¡Hazel! ¿Y Tessa? ―preguntó, mientras entraba a un compartimento vacío―. Ven, esperémosla aquí.
Hazel asintió y entró al compartimento. Pasaron unos tres o cuatro minutos hasta que Tessa entró al compartimento.
―Ginny es una maldita celosa ―gruñó Tessa―. Dijo que yo me estaba aprovechando de ti, Hazel.
―¿Aprovechando? Si literalmente te tuve que obligar a que aceptaras que yo pagara ―dijo Hazel de mal humor.
―Esa tal Ginny solo está celosa de lo grandiosa persona que eres Tessita ―añadió Artemis.
Tessa sintió sus mejillas arder y agachó la cabeza.
―Hay algo que vas a tener que hacer si somos amigas, Tessa ―dijo Artemis de pronto, sonando dura.
Tessa frunció el ceño.
―Nunca vuelvas a agachar la cabeza. Por cualquier cosa. Mantén tu cabeza bien alta y la gente no te hará daño. Pero si agachas la cabeza, pueden pesar que eres débil. Y tú no eres débil. ¿Cierto?
Tessa asintió.
―Voy a ver a mi hermano, ¿me acompañan? ―dijo Artemis media hora después, levantándose de su asiento.
Tessa y Hazel asintieron y se levantaron también. Caminaron por los pasillos hasta que vieron a un chico igualito a Artemis, pero hombre, que caminaba seguido por lo que parecían dos gorilas.
―¡Draco! ―sonrió Artemis, alzando la voz y mirando al chico sonriendo―. ¿A dónde vas?
―Estoy buscando a Harry Potter ―contestó el chico despreocupadamente―. ¿Vienes? Pueden venir tus amigas también.
Hazel miró a Tessa confundida, y ella le devolvió la mirada igual de confundida. ¿Acaso Draco no sabía de la existencia de Hazel? Luego Hazel se acercó a Tessa y le susurró:
―Si queremos molestar a nuestros hermanos debemos ir con él.
Tessa asintió y las dos siguieron a Draco, Artemis y los dos gorilas. No tardaron mucho en encontrar a Harry, el cual estaba con Ron.
―¿Es verdad? ―preguntó―. Todos dicen que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?
―Sí ―respondió Harry, mirando de reojo a Hazel.
―Oh, este es Crabbe y este es Goyle ―dijo Draco, al ver que Harry miraba a los chicos detrás suyo―. Y yo soy Malfoy, Draco Malfoy.
Ron soltó una risita que intentó tapar con una tos. Tessa lo miró mal, molesta por la burla de su hermano hacia el nombre de Draco.
―Mi nombre te parece divertido, ¿no? No necesito preguntarte quien eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos de los que pueden mantener ―espetó Draco de mal humor.
―Te burlas de el nombre de mi hermano pero te llamas como una bebida alcohólica ―espetó Artemis, cruzándose de brazos.
Draco se volvió hacia Harry.
―Muy pronto descubrirás que algunas familias de mago son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry; pero Harry no la aceptó.
―Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias ―dijo con frialdad. Hazel frunció los labios y fulminó con la mirada a su hermano. ¿Qué se creía al insinuar eso? No era más que un imbécil.
―Yo tendría cuidado si fuera tú, Potter ―gruñó Hazel, cruzándose de brazos y mirando a Harry con superioridad―. Tus padres tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con idiotas como Weasley y terminarás como ellos.
Harry se levantó de su asiento, sin dejar de mirar a Hazel.
―¿Por qué dices eso, Hazel? Somos hermanos ―dijo con calma.
El rostro de Hazel se trastornó a una mueca llena de odio y frialdad.
―Tú y yo solo tenemos nuestros padres en común. No te confundas, que seas mi hermano no significa que no te pueda decir las verdades a la cara ―espetó sin agachar la cabeza―. Tu amiguito la bebida alcohólica nunca será una buena persona, te lo digo ahora.
―Pero sí será mejor persona que tú ―dijo Harry sintiendo impotencia al ver que su hermana era amiga de Malfoy.
Los amigos de Hazel fulminaron con la mirada a Harry.
―Bien, seré mala persona, pero al menos tengo una cosa que tú y amigo carecen, y eso es un cerebro ―espetó Hazel, dio media vuelta y se largó del compartimento.
Sentía la adrenalina de la furia. Pero también sentía que en cualquier momento se largaba a llorar por esa fuerte impotencia que sentía. Al llegar al compartimento, empezó a caminar en circulos apretando sus puños con fuerza.
La puerta se abrió, y Hazel volteó a ver quien era. Eran Tessa, Artemis, Draco, Crabbe y Goyle.
―¿Estás bien? ―preguntó Draco a Hazel.
Hazel asintió con la cabeza.
―Realmente siento lástima que tengas a ese idiota como hermano ―dijo Artemis cuidando sus palabras.
Hazel se detuvo y se dejó caer en su asiento.
―Al menos sé sus puntos débiles ―comentó Hazel sonriendo un poco.
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