✮┊͙ Prólogo 🧃


—No olviden que para la siguiente clase necesito que me traigan un ensayo detallado sobre el origen de la fotografía, doce páginas como mínimo. Eso y estudien para el primer parcial del ciclo, pueden retirarse.

Solté un largo suspiro después de anotar en mi celular las palabras del profesor, aquel debilucho de menos de metro sesenta que era acosado por los alfas en la entrada, mi grandioso tutor y profesor de historia.

Me levanté de mi lugar, esperando pacientemente en que el salón se desocupe lo suficiente, las chicas de mi clase solían salir desesperadas hasta fuera de las instalaciones, era tan patética aquella dependencia por los alfas, sin embargo tan necesaria. Solté un largo bufido y una vez el salón se vacío, giré hacía el profesor, despidiéndome antes de salir de ahí, caminando por los pasillos rumbo a la salida, aunque si se terminaban yendo todos primero antes que yo, mucho mejor.

Mi universidad era una de las mejores de Londres, o eso se decía, a mi punto de vista todo era simple publicidad por ser la primera Universidad con una nueva ideología para separar los géneros y así evitar muchos inconvenientes que ocurren en la mayoría de instituciones, sean educativas o laborales. Antes de que iniciaran con este nuevo ¿Régimen? —Si puedo llamarlo así— Era tan caótico todo, al tener nuestro lado alfa, beta u omega tan desarrollado, diferente en cada persona, diariamente se tenía que afrontar peleas a muerte, discusiones, incluso escenas sexuales en pleno salón de clase, era algo tan rutinario pero a la vez impedía el progreso en quienes de verdad deseábamos salir adelante. Es decir, por estos mismos pasillos por donde camino, antes podía encontrarme con dos grandes alfas de tamaño colosal peleando a muerte por alguna omega bonita y hueca, claro, entre peleas de alfas, nadie podía meterse, cuando el gruñido no resultaba, se iban a los golpes, salvaje pero cierto, e increíble que todo eso suceda entre chicos que apenas estaban cumpliendo la mayoría de edad, o profesores, recuerdo que también existían aquellos problemas de profesores que asistían a sus centros laborales en celo para lograr idiotizar —Como yo le digo— a cualquier omega que ande cerca de su celo, vaya, sexo gratis, viva.

Estúpidos.

En fin, debido al tremendo caos y a
muchos Iíderes exponiendo su punto
de "Oye, pero son omegas, ellas y ellos
deben dedicarse a hacer crecer las masas,.no a tener pensamiento propio.", se creó este... Proyecto. Básicamente cada estudiante de las dos sedes era una bonita rata de laboratorio para el gobierno. Soy su rata de laboratorio, pero estudio y, sinceramente, este proyecto me favorece, estoy cansada de tener que soportar alfas con sus feromonas, sus chistes malos, su poca desarrollada voz de alfa y sus aires
de superioridad haciéndome la vida más
horrible.

Ser una omega chico ya no es algo de qué avergonzarse, el mundo ha avanzado lo suficiente como para que a los alfas no les venga a importar si eres chico o chica, podemos lubricarnos solos, somos carne fresca para cualquiera y así tiene que quedar. Pocos son los omega que encuentran a su alma gemela, sobre todo en un mundo tan corrompido como este, y además, es la mitad de esa cantidad de omegas la que puede decir que tiene una vida feliz. Pensándolo bien, creo que estoy siendo demasiado positiva con las cantidades.

No me refiero a que los lazos no sean
algo bueno, cuando te muerden, es una
sensación de calidez que te embriaga y
hace a tu omega loriquear de infinita
felicidad. Te sientes un omega de quince años viviendo tu primer amor, ese que
piensas será como los cuentos de hadas,
que vana vivir juntos para siempre,
tendrán hijos, serán la perfecta pareja
de los comerciales de televisión hasta el
último de sus días, pero no.

Un lazo se considera bueno. Sin embargo, no somos animales, no por completo, en mi pensamiento, creo que bueno fuera no tener la capacidad de sentir y entregarnos al primer alfa o beta que nos reclame, pero somos personas, los sentimientos suelen interferir con los géneros, muchos omegas nunca terminan enamorados de sus alfas después de conocer sus verdaderas personalidades luego de la mordida, otros alfas ya no sienten
suficiente a sus omega después de que el
cortejo funcione, como quien dice, ya no
te divierte. Quedan ligados juntos para
toda la vida con el único fin de procrear,
se vuelven almas tristes, infelices,
gruñonas,pero ojo, todo eso está muy bien visto para la sociedad, así tiene que ser y así ha sido siempre.

Tuve suerte de haber tardado tanto en el
baño que cuando salí de la universidad,
ya casi no encontrabas almas en las calles, mordí y tirone de mi labio inferior, asqueado por tal cantidad de aromas en el aire, podía aún sentir a las omegas mojadas a causa de los alfas fuera de la institución. Oh sí, olvidé mencionar algo importante, la sede de la Universidad exclusiva para Alfas, estaba apenas una calle de la exclusiva para omegas y betas, básicamente después de clases los alfas con feromonas a tope, venían y disfrutaban de elegir entre la carntidad de omegas que se pavoneaban para ellos.

No los culpo, es necesario, si bien la
mordida es algo que a todo el mundo
actualmente le preocupa, a los omega nos viene el celo cada tres meses, siendo una universidad con tantos estudiantes, la mayoría de las chicas cuya temporada de celo esté próxima, necesitaban a alguien para cumplir sus necesidades sexuales, lo mismo pasaba con los alfas, aungue realmente ellos tienen un celo cada seis meses, un celo de apenas día o día y medio, suertudos,no tienen idea de lo que es pasar el celo de tres días con dolores tan infernales como estar dando a luz.

Cuando llegué a mi casa, solté un largo
suspiro de tranquilidad, fue un buen día,
nadie molestó, nadie me dijo nada en las
calles, creo que esos supresores funcionan bien, si no fueran tan caros, ellos harían de mi vida la cosa más fácil y genial del mundo, me convertiría en un tipo de beta, sin aroma, sin preocupaciones, no un omega que suelta más feromonas de "Hey, cógeme alfa, estoy disponible", tan desesperante.

Negué con la cabeza para dejar mis
pensamientos atrás, metí la llave en el
picaporte y entré,escuchando al instante
los gritos animados de. Mi pequeño Beom corrió tan rápido como sus pequeñitas piernas se lo permitían y sin dudarlo me coloqué de cuclillas, recibiendo el frágil cuerpo de mi hijo, sí, mi hijo de tres años de edad.

―Llegas tarde ¿Pasó algo otra vez? ―oí
y cuando alcé la cabeza, me encontré con mi hermana Jennie sacudiendo su
cabellera hacia un lado, para evitar que la tira de la mochila lo aplaste, ella era
tan hermosa, una perfecta chica omega
de cabellos negros, aunque ahora un
poco más claros, y hermosa mirada café.
Cargué a mi pequeño entre mis brazos,
mientras Beom separaba sus pequeñas
piernitas y colocaba sus manos en mi
pecho, acomodando después su cabeza
en mi cuello, llenándose de mi aroma,
o buscándolo quizás, sabía que a mi
hijo le agradaba la forma como olía, le
daba paz, nueve meses en mi vientre
creaban un fuerte lazo, sin embargo a
causa de los supresores especializados
para camuflarme, quizás el pobre debía
acercarse y buscar olerme más de cerca,
muy, muy cerca.

―No, por suerte todo bien, salí al final,
con nadie en las calles. Gracias por los
supresores, Jennie.

―Oye, cumpliste veinte hace pocos meses y te debía un regalo, Tae, mereces tener tus días de paz también.

―Eso supongo ―dejé un dulce beso en
la mejilla de mi pequeño, observando
gesto enfadado, seguro continuaba
buscando más de mi aroma característico― Lamento hacerte quedar demasiado, sé que a papá y mamá no les gusta que vengas a verme y bueno... ―me quedé callado, lo demás estaba sobreentendido.

―¿Y crees que eso me importa? Eres mi
hermano, Tae, y la niñera de Beom está en periodo de celo ¿No? Puedo encargarme de él un viernes, es tuyo mañana y pasado mañana. ―asentí, mientras me acercaba a uno de los pequeños sofás para dejar mi mochila en este, aún sin querer bajar a mi bebé, lo había extrañado tanto― Además, pasar tiempo con Beom es genial, es un
alfa tan hermoso que no hay forma de
no divertirse con el pequeño que sacará
adelante a los Kim.

―Jennie, tiene tres años, no sabremos si es un alfa hasta los catorce, por lo menos.

―Tae, no es que ame contradecirte, pero tú, yo y cada persona que observe a tu hijo sabe que tiene más madera de alfa que cualquier persona, incluso que tú.

―Soy un omega, no necesito madera de
alfa. ―aunque intenté que aquel sonido
fuera tal cual un gruñido, más fue una
queja o un simple gimoteo. Me senté en
el sofá con mi pequeño sobre mi muslo,
observándolo jugar con mis cadenas.

―Bueno, eso es verdad ―Jennie se acercó para darme un beso en la mejilla,
despidiéndose cariñosamente de su
sobrino― Nos vemos pronto ¿De acuerdo? Llámame cualquier cosa, deja de hacer que la que te llame sea yo.

―De acuerdo, de acuerdo.

Una vez me quedé solo en la casa, pasé
el resto de la tarde jugando con Beom
en nuestro cómodo hogar. ¿Mi alfa?
¿El padre de Beom? No hay, no existe. Yo
cometí aquello que se puede considerar
el peor error de un omega, a mis cortos
dieciséis años, teniendo apenas un año y
medio después de descubrir mi género,
terminé dejándome marcar por un
compañero de clases, a mediados del
último ciclo escolar. En la graduación, el
chico me dijo que todo fue una apuesta,
sí, ese tipo de apuestas realizaban chicos
de dieciséis y diecisiete años. Él rompió el lazo, todo alfa tiene el poder de hacer eso, mejor aún si nunca sintió una respectiva atracción por el omega o por el beta. Yo fui el iluso que se entregó a cualquier persona que le pintaba la luna y las estrellas, fui aquello que de lo que tanto me quejo ahora. El chico aquel nunca se enteró de mi embarazo, incluso hasta casi los seis meses, Beom podía pasar como una gordura o simplemente un descuido a mi fisico, cuando terminé el colegio, nadie supo nada, nadie se enteró de que aquel del que tanto se burlaron por entregar su virginidad, tanto por la mordida como por mi primera vez, esa mismo tipo más fácil que la tabla del uno, como dicen ellos, hoy es considerada como la perfecta
definición de omega imperfecto.

Nadie quiere a un omega imperfecto en
su vida, y yo no quiero a ningún alfa de
regreso en la mía. Estoy solo, así será
siempre.

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