✮┊͙ Capítulos 3 🧃
Cuatro días después del incidente, me
encontraba con Beom jugando vídeo
juegos, miércoles por la tarde, las tareas
ya las había acabado y el evento que
me tocaba fotografiar lo ternía para el
día siguiente, me encargué de dormir
bien después de llegar de clases y luego
fuimos solo Beom y yo por lo que restó
del día, riendo cuando mi hijo señalaba
emocionado los gráficos moviéndose, nosé porque Jennie le compró un PS2 para su tercer cumpleaños, solo teníamos juegos de carros donde Beom casi nunca entendía nada o uno didáctico, ese sí que le agradaba, aunque cuando estaba con él, nos reíamos de ver como su auto chocaba, o el mío explotaba, lo que fuera, sus carcajadas llenaban mi casa, haciéndome sentir extremadamente bien.
―Beom, debes de ser el peor jugador de la historia, y por encima de todo, el único que se ríe cuando queda en útimo lugar.
Mi pequeño me observó curioso pero
me continuó mostrando esa sonrisa con
dos preciosos hoyuelos marcados a los
lados, la cual desapareció cuando ambos
escuchamos el sonido de mi celular. Iba
a maldecir, pero preferí morderme la
lengua hasta que observé el nombre en el identificador "Park Jimin" aparecía letras grandes.
―Tranquilo, tigre, es el tío Jimin."
Observé a Beom sonreír al escuchar el
nombre de su tío, y luego sus manitos
tomaron el control de nuevo. Inicié otra
partida para que se divierta mientras
pegaba el celular a mi oreja, oyendo la voz alegre y con ese toque satori que tanto caracterizaba al rubio omega.
―¡Tae! Hombre ¿Por qué no contestabas?
Conocí a Jimin en la Universidad,
él es un omega relativamente normal,
tiene un carácter muy agradable, aunque nunca sabe cuándo callarse, él cuenta con todas las facilidades para tener un beta o un alfa cuando desee, sin embargo no ha tenido una cita hace mucho, mucho tiempo, eso según me dijo. Nos conocimos un día saliendo de clases, cuando detuve el ascensor para él y empezó a contarme la vez que se quedó atrapado en este, fue gracioso, al final terminé invitándolo a mi casa. Era un omega, no tengo porque temer que me haga algo.
Lo curioso es que no tengo muchos
amigos, Jimin contaría como uno de
los pocos y el único cercano de la
Universidad ¿Por qué? No me llama la
atención conocer personas, tanto así
que de la Universidad paso a la casa, o
del trabajo a la casa, no salgo a citas, si
Voy al bar es con un único fin, entonces
muchas personas me considerarán poco
sociable, me imagino. No me importa,
Jimin es como esos chicles de los que no
te puedes separar así quieras, puedo
intentar desaparecerme de la faz de la
tierra por una semana, y Jimin es del tipo de persona que te llama todos los días hasta encontrarte. El te busca, porque le aburre esperar, y sinceramente se lo agradezco, de no ser por ese agradable detalle de su persona, yo no tendría absolutamente ningún amigo.
―Beom. Es que estamos en un gran
momento padre e hijo. ―lo escuché reír, él siempre era tan alegre.
―Bueno, dale besos de mi parte ¿De
acuerdo?
―Claro, de tu parte y el triple de la mía, ya sabes.
―Perfecto, pero Tae, no es por Beom
por lo que llamé esta vez. ―escuché que
suspiró y preparé mi oído, seguro él
también estaba tomando aire― ¿Cómo es eso que estabas con Min Yoongi en la exposición del sábado?! Dios, no puedo... Si quiera ¿Desde cuándo salen? ¿Te está cortejando? ¿Te ha mordido? ¿Es tan genial como parece?
Min Yoongi, sí, suena bien. El perfecto
nombre para un alfa idiota engreído
que se cree la gran cosa por su posición
social y por ello no folla a omegas
pobres y débiles aunque estén en celo y
desesperados. Sí, Min, el apellido de un
cretino, juro que lo único bueno que he
sacado de estos días en celo es saber que
mi omega debe olvidarse de él de una
buena vez, no chillar de felicidad por
saber su apellido como ahora. Suspiré,
apoyando mí cabeza en el respaldar
del sofá, debería ya haber cesado esta
ansiedad por él ¿No sirve que haya
pasado todo mi celo con su imagen en su
cabeza? ¿Con su aroma? El pensar en su
tacto y sus labios... Oh Taehyung, contrólate.
―¿Tae? ¿Me escuchas?
―Si, si, lo siento, Jimin, es que no sabía el apellido del chico ese.
―¿Chico ese? Tae, es Min Yoongi,
el dueño de la empresa de marketing
y publicidad más conocida de Corea
¿Te suena "M-Alfa"? La M es por su familia ¿Comprendes? Oye... ¿Si quiera lees los artículos de la revista para la que trabajas?
―Pues... La verdad... ―dejé que él
interpretara mi silencio, mientras una de mis manos buscaba la pequeña manito de mi hijo, quien me miró al instante y me sonrió, separando sus pequeños labios,.señalando hacía dentro de su boca con su dedito.
―Hambe. ―lo escuché decir, con sinceridad no estaba escuchando nada del largo sermón que me daba Tae, solo me paré y fui a la cocina para buscarle algo de comer a Beom, revisé bien, hallando huevo, sí, podíamos comer huevo frito con arroz ese almuerzo, claro, él sin yema, la yema era mala por algo que ni siquiera me interesa. Suspiré, tomé la sartén y le coloqué asiente, mientras encendía la estufa, prestándole al fin atención a mi rubio amigo del otro lado de la línea.
―Jimin, hombre, eres peor que mi
padre ¡Vamos! ¿A quién le importa? Fue
solo un alfa reclamando a un omega
frente a otras personas, nadie hizo un
escándalo ¿Tú por qué lo harías?"
―Es que no es solo un alfa, Tae, es
Yoongi. ¿Sabes que viene rechazando a toda persona que se cruza en su camino? Es uno de los solteros más codiciados de Corea. Rayos, Tae ¿Estás seguro que no vives bajo una piedra o algo así?
―No lo hago, solo no le tomo atención a
cosas que no me interesan.
―¿Y entonces qué hacías con él en dicho
evento? ¡Encima dicen que dijo que
suyo y que eras su nuevo omega! ¡Esto es
una colosal!
―Las revistas exageran, Jimin. Solo hizo su obra de caridad y me sacó de ese lugar, fue una idiotez mía, tomé alcohol y como no estoy acostumbrado, mi organismo reaccionó, estaba cerca del celo, así que elantó. Él se encargó de que no me devoren ¿Entiendes ahora?
Aquel tema de conversación me
desesperaba un poco, no porque
Jimin fuera insoportable, esa fase
de nuestra amistad ya estaba superada y
había aprendido a tolerar el extrovertido carácter de mi amigo, sino porque no me agradaba mentirme a mí mismo aún en mi propia casa, pero menos me gustaba el admitirle al mundo, o en este caso a Jimin, lo desesperado que estaba por volver a ver esos ojos azules, o que mi omega no dejaba de jadear y gemir emocionado
simplemente con escuchar el nombre de
aquel idiota.
Hace mucho, muchísimo que no pasaba
por algo así, un tipo de flechazo que
quería superar, no me sería fácil sabiendo que ahora el tipo ese era un empresario, hijo de papá, dueño de tanto dinero y que yo había sido su pequeña obra de caridad a la que asco le dio cogerla. De acuerdo, no es la primera vez que le doy asco a un beta o a un omega, y sé que muchas otras vendrán, pero él no sabíani mi historia, ni se tomó el tiempo de verme el cuello y admirar la pequeña cicatriz que dejó el lazo roto, nada, él simplemente me tuvo asco por no ser de su misma clase social, eso me hacía reventar pero de la rabia.
―¿Y solo eso, estas seguro? ―al parecer había logrado calmarlo
―Si, Jimin, vamos, ¿Por qué te mentiría?
―Bueno, pero dijiste que tu celo se adelantó ¿No? Ustedes hicieron... algo o...
―Nada. Hermano, parece que olvidas con quien hablas. Soy el omega imperfecto ¿Recuerdas? El terror de los alfas, el bicho que nadie toma en serio.
―Tae, sabes que no me gusta que te expreses así de ti.
Sentí hasta ternura por la lástima de Jimin hacía mi persona, él, siendo un precioso y perfecto omega, muchas veces me había dicho que lo espere en otra vida, que vendría como un perfecto alfa y me mordería, sin importarle que sus padres lo mataran por eso. Jimin era un niño pequeño en un mundo de grandes, jamás dejaría de decirle lo agradecido que estaba con él por tenderme la mano, aun siendo como soy, cuando él podría burlarse de mí o hablar sobre mi caso a mis espaldas, como imaginaba muchas de mis compañeras y compañeros omegas hacían. ―Oye, no vayas tan rápido con
tu pareja, no creo que quieras terminar
como Kim Taehyung. ―Sí, eso decían.
―Tengo que dejarte, Jimin, voy a darle de comer a Beom y luego tengo que ir a
trabajar muy temprano, hay una rueda
de prensa que desean que fotografíe ¿Nos vemos pronto?
―Espero, el que se desaparece eres tú, Tae. ―Bueno, tenía razón.
―Te llamaré, lo prometo.
―Saludos a Beom, dile que le llevo chocolates escondidos pronto.
Después de que cortamos la llamada,
regresé a la sala mientras soplaba sobre
la comida, sentándome al lado de mni
pequeño y dejando el celular al otro
lado, ignorado, realmente odiaba la
idea de recibir llamadas, peor ahora
que Jimin ya se había comunicado,
significaba entonces que las siguientes
serían del trabajo de Jennie, así que o
eran malas noticias, o noticias laborales.
―A ver, chanchito, vamos a comer.
A pesar que él estaba entretenido
con su juego, observó la comida y su
vista se iluminó, dejó de importarle
su auto en la televisión de la sala y
se giró, arrodillándose en el sofá,
abriendo su pequeña boquita de par
en par, esperando que le dé la primera
cucharada, él ya sabía comer solo, y lo
hacía cuando teníamos la visita de Jennie o cuando salíamos a pasear, pero en nuestra intimidad, estando solo ambos, Beom sabía que me gustaba mimarlo e incluso a veces complacía a mi omega dejándome continuar dándole leche mientras lo arrullaba, como un pequeño de meses de nacido.
Le di la primera cuchara cuando escuché el timbre. Solté un largo suspiro ¿Cuándo dejaría de molestarme el exterior? Me levanté, permitiendo que Beom coma solo mientras observaba por el pequeño espacio que servía como ojo mirador, en mi puerta. Era un repartidor, un beta repartidor, mejor dicho. Abrí la puerta, encontrándome con un chico algo nervioso, que me miró entre con curiosidad o coquetería, quizás aún no se iba por completo el aroma de mi celo.
―¿Taehyung Kim?
―Sí, ese soy yo.
No le devolví la sonrisa, no tenía muchas
ganas tampoco de coquetear con alguien, estaba con mi hijo. El chico al parecer lo comprendió, después de unas cuantas miradas de su parte, lo observé retirarse para traer desde su auto un ramo de flores rosadas, era enorme, estaba perfectamente decorado en una canasta con listones rojos, cubierto con una bolsa transparente y también con unos cuantos puntos entre rojos y blancos, pequeños, tal cual una ligera lluvia de chispas. Me entregó el ramo que tomé con esfuerzo, haciéndome firmar después un papel y retirándose. No servía de nada que le pregunte quien lo mandó, ellos no tenían derecho alguno de dar información, lo sabía porque había visto muchas películas
románticas donde pasaban a cortejar, si
el alfa deseaba que sepas su nombre, te lo diría en su momento o en el ramo, sino, nadie te lo informaría por respeto a las técnicas de seducción, si se puede decir así.
Beom se bajó del sofá emocionado,
admirando con cautela el ramo que
dejé sobre el suelo para que él pudiera
observarlo, me gustó la sonrisa llena de
emoción en su rostro, sin embarg0 se me
revolvió el estómago cuando fui capaz de observar una tarjeta entre las flores.
―Espero hayas sido bueno y obedecido. MY.
Bueno, de no ser por Jimin, me hubiera
confundido con las iniciales, aunque
ahora me quedaba más que claro quien
las había enviado. Suspiré y dejé el ramo
en ese lugar, en medio de la sala, seguro
cuando Jennie llegara sabría qué hacer con él, a mí nunca me habían regalado algo así. Quería ignorar mi corazón, deseaba ignorar a mi omega saltando de felicidad y por sobre todo intenté que la sonrisa en mis labios no apareciera, pero fue imposible, estaba sonriendo peor que una quinceañera en cumpleaños. Mierda, esto están patético.
Después de unos minutos, me acerqué
de nuevo al ramo y tomé las flores para
ponerlas en agua, se iban a marchitar
si no lo hacía. Me dije mentalmente
que solo las estaba cuidando por darle
un buen final a aquellas pobres flores
recortadas de seguro un hermoso jardín,
sin embargo, puedo decir que no dormí
en toda la noche cuando las conté. Eran
doce rosas rosadas. Entré a internet para
confirmar lo que había leído alguna vez
cuando estaba más joven, sonrojándome
al instante, estaba seguro ya que sentía
calientes hasta mis orejas.
Una docena de rosas, de referencia
rosas o rojas, deja el mensaje claro. Doce, simboliza "Quiero que seas mío" con letras grandes, no hace falta decir más, el número de rosas habla solo.
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