♡ ∘ ׄ · ׂ 32
- No pueden ¿Verdad? Ellos... Ellos no pueden...-.
Mi voz se oía ronca, entrecortada y rasposa, me dolía de tanto haber llorado y quizás gritado por el teléfono. Estaba seguro que fueron más de veinte veces las que llamé al número de Natalan, número con el cual me había comunicado con él esa misma mañana, antes de que todo el tormento comenzara; y mismo número que ahora me repetía una y otra vez el mismo mensaje.
Mictia se quedó incluso cuando ya no debía hacerlo, después de ayudarme a levantarme del suelo en el que caí rendido ante la voz repetitiva del teléfono, caminé hasta el sofá y me dejé caer en este. Oliver se trepó por un costado, se sentó sobre mis piernas y apoyó su pequeña cabecita con rizos en mi pecho. Colocó su manito a la misma altura y frotó su rostro contra mi remera. No tenía idea de dónde él había aprendido aquello, pero estaba feliz de que lo supiera, así sea por instinto propio, fue su suave y dulce aroma a bebé, a mi bebé, lo que hizo que no me consumiera en un estúpido ataque de pánico.
Después de que se durmió, lo acosté y Mictia se fue, dejándome estable, citando sus palabras, volví a llamar a Natalan al menos unas diez veces, todos los intentos fallaron. Traté de hacer lo mismo con Roier pero me decía que el usuario se encontraba fuera del área de servicio. Incluso pensé en llamar a mi madre, sentía que necesitaba a alguien diciéndome que todo iba a estar bien, alguien que calmara a mi asustado omega, que lo mantenga quieto y no siendo el causante de que mi corazón estuviera a poco de salirse de mi pecho.
Al final, llamé a Tiara y solté un gemido de alivio cuando me contestó. Le conté todo, completamente todo y más de una vez la oí sisear enojada y triste, sin embargo, ella tampoco podía hacer nada por ayudarme.
- Soaring... No lo sé -. Dijo, después de un largo silencio. - Si él lo ha consultado, quizás- -.
- ¡Tiara! -. Reclamé, deteniendo sus suaves palabras. Ella intentaba que del modo que fuera, su confirmación no me enloqueciera. - ¡Estamos hablando de Oliver! Aquino... Él, él nunca iba a ser un buen padre para Oliver, eso si es que me dejaba tenerlo siquiera -.
- Lo sé, Soaring, tú y yo sabemos eso -. Continuó. - Pero la justicia no ¿Entiendes? Él es un alfa, quieras o no, sigue siendo tu alfa y es el padre de Oliver, porque lo es... Tiene su sangre. Aquino puede explicar que le escondiste la existencia de su hijo y te tomarán por un omega con algún desorden mental. Además ¡Huiste! -. Me reclamó. Iba a contestar, cuando siguió. - ¡Claro que debías huir! ¡Pero eso el jodido mundo no lo entiende! -.
- Tiara -. La detuve. Sentí como mi vista se humedecía de nuevo. Ella tenía razón, incluso Aquino tenía razón. - No-No pue... Pueden quitármelo -. Dije, sin darme cuenta que ya estaba sollozando de nuevo, encogiéndome en el rincón del sofá, con el celular en la mano. - No pueden... Es mío. Oli es mío -.
Ella me escuchó llorar en silencio, de vez en cuando, oía sus lejanos arrullos que no servían a través de una línea telefónica y sin embargo, tan triste como sonase, era lo único que tenía en ese momento. No Natalan, no orgullo, no valor, nada... Solo el lamento de mi hermana mayor y el temor de perder lo único que evitaba que me suicidara.
- Soaring, hermano -. Dijo, después de un largo tiempo en el que no dejé de llorar en ningún momento. - ¿Y si vas a buscar al padre de Natalan? Me dijiste que era un gran tipo, si Natalan y Roier no contestan, quizás él pueda ayudar ¿No? Tiene influencias -.
- Él es un omega, Tiara -. Suspiré, sorbiendo por la nariz, pasando mi antebrazo por mis ojos, tratando de detener las lágrimas que parecían no tener fin. Sentía el mal sabor en la boca al expresarme de esa manera, más con mi mentalidad de que omegas y alfas somos iguales, sin embargo, así como iban las cosas, me di cuenta que el mundo no estaba listo para ese cambio, y que los omegas tampoco. - Y la madre de Natalan, debe estar feliz de que él y yo no podamos comunicarnos, no le permitirá hacer nada -.
- Sabes que algo no anda bien. Natalan no te haría eso -.
- No -. Sollocé. - No. Algo no anda bien. Quizás le pasó algo. Tiar, siento...-. Llevé mi mano a mi pecho, justo sobre la zona del corazón, arrugando la tela entre mis dedos. -..Siento en mi pecho que algo le pasó. Él no me abandonaría. Natalan no -.
- Lo sé, pero... Soaring -. Ella se tomó su tiempo antes de continuar. - Sea lo que sea que ocurra, necesitas solucionar esto, si la amenaza de Aquino iba en serio, él no necesita cargarte y llevarte con él... No si puede dejarte solo en un centro mental y quitarte a Oli -.
- ¡NO ESTOY LOCO! -. Grité al teléfono, rompiendo en llanto nuevamente. - No estoy loco...No lo estoy, solo... Solo no quería más... De eso -. Gemí. - No quería eso... Para Oliver ¡Él no se merece eso! -. Golpee mi puño contra el apoyabrazos a mi lado, queriendo tanto morderme, hacerme daño, eliminar de algún modo el dolor de mi corazón o sustituirlo por otro menos intenso. - Tiara... No me lo puede quitar -.
- Solo puedes continuar llamando a Natalan y pensar en lo de su padre. O irte ¿Quieres huir, hermanito? Puedo ir a buscarte e irnos, muy, muy lejos -.
- No quiero arrastrarte conmigo en esto -. Murmuré, aunque era la oferta más tentadora que había recibido en todo el día.
- No me arrastras -. Ella dijo, bastante decidida. - Será solo hasta que Natalan vuelva y puedas resolver esto con él ¿Si? Nada malo pasará, ni nuestros papás tienen que enterarse -.
Pensé por un instante si esa sería una buena idea, huir de los problemas jamás conseguiría solucionarlos, pero sabía, como omega que era y por tanto débil ante todos, que no tendría la fuerza para enfrentarme a la ley y a las acusaciones de Aquino, así que no podía permitir que se llevaran a Oliver, incluso aunque eso causara que apareciera mi nombre en los diarios o en donde fuera. Temporalmente, solo hasta que Natalan vuelva, traté de tranquilizarme.
- ¿Mañana? -. Susurré en un murmullo apenas entendible. Tiara se tomó su tiempo también antes de responderme.
- Mañana en la mañana, Soaring. Prepara todo -.
Después de confirmarle, agradecerle y cortar, solté una larga maldición, llevando una de mis manos a mis cabellos para tirar de estos, tratando de mantener mi cabeza y mis pies sobre la tierra, figurativamente, porque me encontraba hecho un ovillo en ese rincón del sofá. Miré mi celular de nuevo, chasqueando la lengua, volví a marcarle a Natalan, escuchando la grabadora automática, esperé unos segundos, aún con el aparato en el oído.
- Ho-Hola, Nat -. Sorbí por la nariz. Él no me oía, ni siquiera su grabador de mensajes lohacía, pero, de algún modo, necesitaba sentir que Natalan me estaba escuchando. - Bebé, lascosas no están bien por aquí -. Abracé mis piernas con mi otro brazo, apoyando mi frentesobre mis rodillas, tratando de que las lágrimas no me corten la decisión al hablar. - Te necesito mucho. Estoy... Es-Estoy muy asustado, Nat -. Maldije en voz baja, no podía dejar dellorar como el maldito cobarde que era. - Creí que ya era fuerte -. Bufé, sonriendo amargamente. - Y no soy más que otro estúpido omega que no puede hacer nada sin su alfa -. Jadee. - Pero, no me molesta serlo porque tú eres mi alfa -. La línea continuaba muerta, pero eso nome impedía seguir hablando. - No sabes cuánto lamento no-No...-. Pasé los dedos por mi cuello, alejando el teléfono, lanzándolo lejos. - Siento mi corazón...-.
Roto.
A la mañana siente. Bah, a quien engañaba, ni siquiera sabía si ya estábamos de mañana,tarde, noche o los efectos del no haber pegado un ojo en toda la madrugada me estabanafectando. Las suaves luces de fuera entraban por las ventanas, así que me apresuré a levantarme, dirigiéndome a la cocina para prepararle su desayuno a Oliver, él no tardaría en llamarme y no quería que me viera en ese estado.
Mis ojos pesaban, mi cuerpo igual, me dolía hasta pestañear y la cabeza me zumbaba cadaque la movía, quizás debido a la mala posición en la que estuve por tanto tiempo. Mi celularse había descargado, pero confiaba en que Tiara llegaría en cualquier momento, así que,con tranquilidad, le hice su mamadera a mi pequeño y subí las escaleras para esperar a quedespierte.
Oliver dormía como el completo ángel que era. Me senté en la esquina de su cama y apartésus cabellos de su frente. El pelinegro de su cabello se debía a las temperaturas bajas en las quehabía nacido, el doctor me lo explicó en su momento, tarde o temprano ese pelinegro se convertiría en un muy claro castaño, al igual que sus ojos podían terminar color miel o cafes, dependiendo de la cantidad de genes que tuviera de Aquino o míos. A simple vista, él no parecía mi hijo, Oliver se veía tal cual un ángel sin alas, como cualquiera se los imaginaría. Rubios, de ojos azules y una sonrisa que alegra el día de cualquier persona.
A veces, entre tantas tinieblas, me gustaba imaginarlo como eso, como el ángel que me habíaenviado alguien allá arriba para que yo no me dejara caer. Él cuidaba de mí y yo de él, comodos compañeros en el crimen más que como padre e hijo.
- No puedo vivir sin ti -. Articulé, sin permitir que las palabras salieran de mi boca, buscandono despertarlo. Para mi sorpresa, no fue hasta después de pronunciar eso que mi pequeñobebé se despertó. Se removió en la cama apenas un poco y estiró sus pequeños brazos,abriendo sus parpados y pestañeando repetidas veces, mostrándome sus preciosas pestañas.
Él bostezó y sonreí, ayudándolo a destaparse un poco, mientras sobaba uno de sus ojitos consu puño cerrado.
- ¿Papá? -. Dijo, mirándome. - ¿Mejo'? -. La r se enredó en su lengua dormida y acaricié su labio, asintiendo. Él me miró por unos largos segundos. - Nop -. Aseguró después, frunciendoel ceño. - Mentes -.
- No miento -. Le ayudé a levantarse, sentándolo a mi lado, al borde de la cama. - Deja dejuzgar a papá, alfa engreído ¿Qué te andas creyendo tú, eh? -. Sin darle tiempo de responderme, dejé que mis dedos se coloquen sobre sus costillas y empecé a hacerle cosquillas. Oliver se retorció entre carcajadas sueltas, tratando de alejar mis manos, tumbándose a lacama, sacudiendo incluso sus pies, buscando liberarse, gritando entre tanta risa "¡Noooo!"con su tierna y suplicante voz.
Lo solté antes de que termine ahogándose entre risas y entonces él se relajó. Respirandoentrecortadamente, me miraba con su ceño fruncido, tratando de ocultar una sonrisa quedeseaba aparecer desde la comisura de sus labios. Tomé su biberón con leche y se lo entregué, ganándome su perdón. Oliver iba a colocarse sobre mis piernas para tomar, cuandoambos escuchamos el timbre.
- ¿Natalaaan? -. Dijo él casi al instante, sacándome un profundo suspiro. Acomodé sus rizos denuevo, negando.
- No, enano, no es Natalan -. Lo cargué con rapidez, bajando las escaleras con él en brazos,mientras Oliver mantenía su biberón en sus manos, evitando que se le cayera.
Una vez llegamos al primer piso, senté a Oliver sobre el sofá y le acomodé los cabellos, no lohabía cambiado aún, pero tampoco la pijama estaba sucia, así que si hacía falta irme con Tiara con él vestido de esa forma más un abrigo, no me importaba, todo fuera por salir deesa pesadilla de una buena vez.
Caminé hasta la puerta con la misma lentitud con la que estaba caminando para hacer absolutamente todo, mi cuerpo pedía con urgencia un descanso pero mi omega me impedíacerrar un solo ojo. Sabiendo que mi hijo estaba en peligro, los rugidos de temor y chillidosde miedo que salían desde el fondo de mi ser, alertándome de la inestabilidad de mi omega,eran lo suficientemente fuertes como para impedirme dormir por más de dos minutos.
Sorbí por la nariz una vez coloqué la mano en el pomo de la puerta, no olía nada, mi narizestaba tupida al igual que mis ojos cansados, pero no había problema, de algún modo merelajaría lo suficiente para dormir una vez Tiara esté con nosotros y nos lleve a algún lugar,muy, muy alejado de la pesadilla.
Abrí la puerta y... No, no era Tiara quien estaba del otro lado.
- ¿Soaring? ¿Soaring Bustamante? -. Un alfa imponente y vestido de traje, junto a un beta vestido de lamisma forma se encontraban justo frente a mí. Mordí mi labio, chillando internamente, entan pocos segundos el terror que recorrió mi cuerpo fue suficiente para dejarme mudo. - Loes ¿Cierto? -. Prosiguió el alfa, entregándome unos papeles.
No fue hasta que me lanzó una mirada de amenaza que los tomé, acomodándolos para leerlos. Y una vez acabé, todas mis esperanzas de poder escapar de ese infierno se vieron desmoronadas y pisoteadas por la realidad.
- ...No -. Susurré, sin dejar de observar esa orden del juez, donde dejaban más que claro desdelas primeras líneas que alguien me había demandado por inestabilidad emocional, irresponsabilidad y evasión de mis obligaciones.
- Como bien podrá leer -. Habló el beta, aunque yo aún no podía ni siquiera soltar el aire quecontenía en mis pulmones. - Usted ha sido demandado por su alfa, Juan Diego Aquino, pormúltiples cargos que podrían encerrarlo en caso de ser confirmados. No estamos aquí parallevárnoslo, sin embargo, se nos ha ordenado que, debido a su notoria inestabilidad y por elúltimo golpe que le dio a su alfa, usted no está en condiciones de cuidar a un menor -.
- ¿Qu-Qué? -.
- El menor, registrado como Oliver Bustamante, tiene que venir con nosotros a un centro de protección del infante hasta el día del juicio -.
- ¿Se lo van a... llevar? -. Dije, con la voz muerta.
- Eso temo, señor Bustamante -. Me respondieron. - Le pedimos por favor su cooperación para hacerde este proceso lo menos- -.
- ¡NO! -.
Grité. Grité tan fuerte que sentí mi garganta romperse. Tomé la puerta con mis dos manospara intentar cerrarles, pero ellos fueron más rápidos, la empujaron con dos rápidos golpesy al segundo siguiente ya sus grandes manos tomaban mis muñecas, evitando que los golpee.Había perdido cualquier control sobre mí, deseaba proteger a Oliver y lo haría de la formaque sea.
Sacudí mis pies incluso cuando estos ya no tocaron el suelo, golpee, patalee, escuché susgritos para callarme, oí como maldecían ante todos mis movimientos, pero no me podía detener. Incluso cuando uno me rodeó con sus fuertes brazos y me estrujó contra su cuerpopara mantenerme quieto, no me detuve, con los ojos cerrados, me sacudí hasta que mi espalda o mi cabeza golpeó su nariz o su frente, no estaba seguro pero este se sacudió, casisoltándome.
- ¡Noo! ¡Papá! -. Abrí mis ojos y ante mí, el beta ese estaba sosteniendo a mi pequeño por subrazo, impidiendo que este se moviera de su lado.
- Quédate quieto, niño -. Gruñó él.
Y eso fue lo último que escuché.
Destrozado.
Ver a Oliver en esa situación, observar sus ojos asustados y las lágrimas que caían por susmejillas me rompió. Toda mi vida, desde que comencé a tener una propia sin preocuparmepor un alfa o por mis padres, desde que ese pequeño estuvo en mi vientre pateando sin cesaren las noches, o desde que sus preciosos ojos llenos de luz me enamoraron en el primersegundo en que lo vi. Desde aquel instante, me había jurado protegerlo con mi vida y que élno pasaría por lo que yo o cualquier dolor parecido.
Me había jurado cuidarlo y darle todo el amor y cariño, seguridad y protección que no recibí.Viví por y para él, reí por sus risas, me enorgullecí con sus primeros pasos, su crecimiento,sus primeras palabras, su rara forma de hablar. Y ahora yo le estaba causando esto.
Logré escaparme de los brazos del alfa cuando volví a alzar mi cuerpo hacía atrás, golpeándolo de lleno contra la nariz. Este se tambaleó y me soltó, dándome el tiempo suficiente paracorrer y lanzarme sobre el beta que agarraba a mi pequeño. Pero este lo vio venir, esperándome con su otra mano echa un puño, el golpe vino desde abajo para dar directo en miscostillas o en mi vientre, quizás en medio.
Mi cuerpo se contrajo y solté un chillido cargado de dolor, antes de dejarme caer de rodillasy manos en el suelo, sintiendo como me faltaba el aire y mi boca se llenaba de un líquido consabor metálico. Tragué como pude, traté de inspirar hondo pero nada funcionaba. Inclusoseparé los labios y nada, el aire salía pero no entraba. Llevé mi mano a mi vientre, a miabdomen, pecho, cualquier lugar cercano al dolor, sintiendo mareos, viendo doble y necesitando re afirmar mi brazo sobre el suelo para no caer de rostro al suelo.
- ¡Reja! -. Escuché a lo lejos. Alcé la mirada justo para cuando vi a Oliver morderle la mano albeta que lo sostenía y este soltarlo, soltando un quejido de dolor. Mi pequeño corrió hastamí, sin agacharse a verme, él estiró sus cortos brazos a ambos lados, frente a los dos hombresque ahora estaban juntos, amenazando con acercarse. - ¡No tooquen! -. Dijo en tono infantil,gruñendo después.
Tosí, poco a poco el aire entraba a mis pulmones y me fue posible respirar, pero joder, vayaque dolía. Continué con mi mano en mi vientre, deseando pararme y ser yo quien lo protegiera a él, no que él esté entregando su vida para defender al padre que le tocó.
- Oli...-. Le dije en un lamento, tratando de tocarlo y que baje uno de sus brazos.
- ¡No! -. Se sacudió, sin mirarme aún, viendo a ambos sujetos. - ¡Rejan a papá! -. Gritó de nuevo,sorprendiendo a los tipos frente a él.
- Mocoso tonto -. Gruñó el beta, dando un paso hacia el frente, pero el alfa lo detuvo, colocando su brazo justo delante de su compañero, impidiéndole que se acercara a nosotros. - ¿Qué? ¿Qué pasa contigo? ¡Ese idiota casi te rompe la nariz! -. Gruñó el de menor rango. - Ypodemos molerlo a golpes por faltar a las órdenes de un juez, no sé qué estás esperando -.
- Nuestras ordenes son llevarnos al niño, no dejarlo sin padre -. Dijo el otro, sereno, manteniendo su mirada sobre Oliver y sobre mí. - Recuerda que la finalidad de todo, según el pedido de Diego Aquino, es recuperar al omega y a su hijo, no matarlo -. Dirigió su miradasolo por unos segundos a su compañero, antes de mirar a Oliver. - Y aquí tenemos la soluciónpara ya no pelear más -.
- ¿De qué hablas? -.
- Ese niño es un alfa -.
- ¿Un alfa? -. El beta soltó una sonora carcajada. - Es un niñato de tres años ¿Cómo va a ser unalfa? Estás alucinando -. Continuó, acariciando su mano lastimada por la mordida de Oliver.
- ¿Si? -. Sonrió aquel alfa de manera siniestra, acercándose a nosotros a paso lento. - Te lodemostraré -. Dio los cortos tres o cuatro pasos que hicieron falta para que Oliver gruñera denuevo, no tenía idea de cuál era la mirada de mi pequeño, pero no había vacilación, ni miedo, ni llanto, él le gruñía al tipo que lo pasaba por tanto tamaño que cualquiera en su lugar sedoblegaría ante un alfa imponente como ese. - ¿Quieres que dejemos en paz a tu papá, Oliver? -.
- ¡Sí! -. Volvió a gritar mi bebé. - ¡No tooquen a papá! -. Repitió.
- De acuerdo -. El sujeto hizo un gesto desinteresado, relajando sus hombros, cruzándose debrazos después. - Te prometo que no volveremos a tocar a tu padre con una condición -. Oliver no respondió, así que el tipo continuó, hablando más despacio, dejando en claro sus intenciones. - Si vienes con nosotros, no volveremos a golpear a tu papá, Oliver -.
- N-No -. Intenté decir, aunque mi voz no me estaba funcionado. - ¡No! -.
- Es tu decisión, enano -. Él miró hacia la puerta. - Vienes con nosotros o mi amigo y yo leharemos mucho, mucho daño a tu papá y te llevaremos igual -.
Traté de levantarme del suelo, pero al instante sentí otro tirón de puro dolor apenas pusefuerza en las rodillas. Los pulmones me fallaban, me dolía respirar, me dolía mantener incluso los ojos abiertos. Me dolía escuchar lo que oía y esos segundos de silencio en los queni mi voz me permitía defendernos.
- Papá biiien? -. Preguntó Oliver, bajando los brazos.
- Sí, Oliver -. Confirmó el alfa. - Papá bien -.
- Entoces síp -.
- ¿Qu-Qué? ¡No! ¡Oliver, no pue-! -.
- Papá -.
Mi voz se detuvo cuando mi hijo se dio la vuelta sobre sus pasos y me miró. Apreté mi vientrepara aguantar el dolor y sentarme sobre mis rodillas, mirándolo a los ojos. Oliver no lloraba,sus preciosos ojos se veían vidriosos pero él no lloraba. Llevó sus diminutas manos amis mejillas y apartó los rastros de lágrimas de mi rostro, incluso cuando al instante salieronmás.
Tomé una de sus manos con la mía, la que no estaba haciendo presión sobre mi pecho.
- No -. Lloré. Imploré a Dios que todo esto fuera una pesadilla. - Por-Por favor, no -.
- Papá -. Dijo él de nuevo, pasando con torpeza sus manitos por mirostro, sin dejar de mirarme. - Papá ben, Oliver va ir ¿Si? -. No respondí, no quería hacerlo. - Oliver cuida a papá. Natalaaan rijo "Oliver, cuida a papá" y Oliver hace ¿Si? -.
Negué con la cabeza, quise tomarle su brazo con más fuerza pero no pude. Me apartaron ami pequeño con facilidad, cargándolo y llevándoselo. No lo creí real sino hasta que sentí elfuerte golpe de la puerta cerrándose.
Gatee en silencio hasta el sofá, tomé mi celular y lo acerqué a mi oreja. No había tono, nohabía nada, lo único que sonaba en toda la habitación era mi acelerado respirar y mis sollozos bajos. Apoyé uno de mis brazos sobre el asiento del mueble y pegué el aparato a mi oreja,murmurando.
- Natalan... Me quitaron a Oliver -. Con el tono más derrotado que se podía expresar.
Ni siquiera estuve seguro de que se escuchara o se entendiera, tampoco era importante quealguien que no fuera yo lo comprendiera ya que nadie lo oiría. Me quedé ahí, en el suelo, enblanco, en la nada. En un lapsus en el que pierdes el sentido de lo que eres, de lo que quieresy de la razón por la que luchas
Me sentí vacío, como si mi omega hubiera muerto dentro de mi pecho y mi interior se estuviese pudriendo. Oí la puerta, los fuertes golpes de Tiara diciéndome algo que no me importó escuchar.
Pero ese no era el fin. Mi omega rugió en mi pecho y fue como un aullido cargado de vitalidadpara mí. No me podía dejar morir, no después de que, como pocas veces pasaba, ese ladosalvaje y yo estábamos de acuerdo en una única cosa.
"Necesitamos a Oliver." Y haría lo que fuera, por tenerlo de regreso en mis brazos.
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