♡ ∘ ׄ · ׂ 22
- ¿Novios? -. Murmuré, sentí que mi corazón se detuvo cuando Natalan llevó nuestras manos entrelazadas hasta sus labios y le dio un suave beso al dorso de mi mano, regalándome otra de sus preciosas sonrisas. Estaba seguro que me iba a desmayar en cualquier momento.
- Sí, novios -. Confirmó, aunque ambos sabíamos que yo lo había escuchado muy bien. - Y antes que digas algo más, estoy preparado para un "No" como respuesta, la cosa es que... No soy alguien que se rinda tan fácil, menos cuando algo le importa, así que aunque digas que no...-.
- Sí -.
- ...Pienso preguntártelo a cada hora de cada día de cada sem- Espera ¿Qué dijiste? -.
- Sí. Sí. ¡Sí! ¡Que sí quiero! -.
Por primera vez en mucho tiempo tanto mi omega como yo estuvimos de acuerdo en algo que tenga que ver con Natalan, llevé mis manos a sus mejillas y tiré de su rostro para atrapar sus labios en un beso, uno que él no tardó en corresponder, rodeándome por la cintura mientras alejaba mi cuerpo de los azulejos y me presionaba contra el suyo, soltando un suave gemido. Sonreí cuando él gruñó, su pierna ya había escapado de entre las mías y ahora fui yo quien impactó contra su entrepierna debido al agresivo movimiento.
Dejé que su lengua hiciera de las suyas en mi boca hasta robarme el aliento por completo, separándonos para jadear sobre el otro. Sentí como el ambiente se iba calentando y aunque una parte de mí indicó peligro cuando su mano fue bajando por mi espalda, volví a besarlo sin preocuparme en nada más.
Mi alfa, mío. Todo mío.
- Mi omega -. lo oí murmurar cuando rompió un beso antes de iniciar otro, sus dedos tanteaban por mi parte trasera hasta que jadee apenas ubicaron mi trasero, dejando que roce una zona tan cercana a mi entrada que mis manos bajaron a sus hombros, enterrando mis uñas.Solté un gemido separando nuestras bocas, alejándome el poco de distancia que su posesivo abrazo me lo permitía.
- Nat-Natalan -. Gemí, sintiendo mis labios tan calientes como empezaba a sentir todo mi cuerpo. No podía, aunque deseara tanto que nos quedemos ahí y que me hiciera suyo como aquella noche en su penthouse, una pequeña imagen de Oliver teniendo que aguantar a mi madre se encargó de desconcentrarme. Eso y que no quería avergonzarme teniendo que pasar por la sala para llegar a mi habitación y cambiarme los pantalones. - No se puede -.
- ¿Por qué no? Eres mío ahora. Puedo -. Intenté no derretirme con sus palabras.
- Sí, pero tengo un hijo afuera que está soportando a mi madre, tenemos que salir -.
- ¿Luego? -.
- Está Oliver...-.
- Sal conmigo -.
- ¿Qué? -.
- Que salgas conmigo. Mañana, hoy no se puede porque está Oliver y lo entiendo, pero quiero que tengamos una cita mañana, en mi apartamento -. Me mordí el labio, nunca creí que fuera a regresar a ese lugar, o al menos no tan pronto.
- ¿Y si me sale un trabajo para el domingo? -.
- Lo cancelas -.
- Me despiden -.
- No importa -. A pesar de su tono tan despreocupado que tanto odiaba, la enorme sonrisa en su rostro y como se le formaban pequeñas arruguitas a los lados de sus ojos era más que suficiente para tenerme suspirando. Gemí, no podía decirle que no. - Es broma, bebé -. Murmuró, acercándose para besar cada uno de mis párpados, eliminando los rastros de lágrimas que mi muñeca no había podido. - Pero en serio me muero por tenerte conmigo... A solas -.
- De acuerdo -. Mi mano subió hasta que mis dedos se enredaron entre sus cabellos. Dios, no sabía cuánto había anhelado hacer esto. - Si mañana no tengo trabajo, le diré a Tiara que cuide a Oliver por la noche -.
- ¿Tiara? ¿La que lo cuida no se llama Mictia? -.
- Tiara es mi- ¿Cuándo Mictia te dio su nombre? -. Arquee una ceja, él negó con la cabeza mientras yo continuaba derritiéndome con su preciosa sonrisa.
- No importa -. Su mano alrededor de mi cintura me presionó más contra él, sacándome un jadeo. - Eres mío, Soaring, mío. Mi omega, mi bebé -.
- Natalan -. Gemí antes de que sus labios se volvieran a colocar sobre los míos, atrapándolos en un profundo beso, olvidándome por completo de absolutamente todo, de no ser porque escuché unos suaves golpecitos en la puerta. Empujé ligeramente el pecho de Natalan para que nos separemos, cosa que ocurrió después de otro de sus ya conocidos gruñidos. - Oliver -.
Con lentitud, aparté las manos de Natalan mientras este continuaba mirándome, sus ojos y los míos se mantenían conectados, hasta que me vi libre y abrí la puerta. Era difícil separar a un alfa de su omega, de hecho tenías que tener muchísimo cuidado, sobre todo cuando el alfa estaba en un estado irregularmente posesivo y creo que con todas las mordidas que me dejó Natalan, es normal que eso suceda, así que sin dudarlo abrí la puerta, esperando que con Oliver presente se comporte, al menos un poco.
- Hey, hola amor -. Observé a mi pequeño mirándome curioso, él tenía una caja de jugo en su mano, le había puesto hasta el sorbete solo y estaba tomando tranquilo. Observó a Natalan y sonrió, aún con el sorbete entre sus labios. - ¿Qué pasa? -.
- Abuela -. Separó sus labios al fin, respirando profundamente al punto que sus fosas nasales se movían con ligereza, recibiendo todo el olor que salía del baño. - Papá huele a Natalaaaan -.
- Papá va a ser castigado por Natalan después por haber huido de sus brazos -. Escuché a Natalan susurrar, ni siquiera quise mirarlo, sintiendo que el sonrojo se colocaba en mis mejillas por sí solo.
- ¿Qué pasa con la abuela? ¿Te está molestando? -.
- Nop, ella haba por cerurar, así -. Mi pequeño llevó su manito derecha a su ojera, mientras hacía muecas con su rostro. Sonreí, ya me imaginaba de lo que estaba hablando esa mujer. Con cuidado, tomé a Oliver en brazos y él apoyó su cabecita en mi hombro, mirando a Natalan.
- Natalaaaaan -. Escuché como lo llamaba, al instante él se acercó, prestándole atención. - Le rije a papá que Natalaaaan quiere a papá y a mí. ¿Me perrdonas? -.
- Claro que sí, Oliver -.
- ¿Por la garrita? -.
- Por la garrita -. Sonreí, el cuerpo de mi pequeño se relajó después de eso y volvió a llevar el sorbete a su boquita, a veces consideraba que Oliver podía sobrevivir solo, tenía ese instinto,no debía preguntarme por qué Tiara decía que era un alfa ejemplar. - ¿Papá quere a Natalaaaan? -. Me miró, hablando más enredado aún por el sorbete en su boquita.
- Sí, amor, papá quiere mucho a Natalaaaan -.
Cuando salimos del baño, me tuve que aguantar una carcajada al escuchar como mi madre le repetía una y otra vez a la persona del otro lado del celular que sí se trataba de Natalan Morelos, mientras al parecer no le creían. Natalan y yo la miramos soltando un largo suspiro, al menos le debía por fin algo a esa mujer.
El resto de la noche fue bastante tranquila, bueno, si tranquila se le puede llamar a sentir el constante sonido del celular de mi madre, la cámara, de hecho, enfocándome cuando puse la mesa, Natalan ordenó comida para todos y ya que lo hacía frente a mi madre, no me daba oportunidad de decirle nada, más que darle miradas en reprimenda que sabía él entendía muy bien.
Oliver se divirtió jugando con Natalan o viendo Pokémon, incluso me sorprendió saber que él conocía algunos nombres más que yo. Luego mi madre al parecer cumplió con su cometido y se fue, dejándonos a los tres solos.
- Oye -. Me paré a su lado cuando él tenía el control del videojuego de Oliver.
- ¿Es normal que Oliver ría porque su carro explotó? ¿No se supone que...? -.
- Oh sí, no preguntes -. Sonreí. - Natalan, te hablo -.
- Dime -.
- ¿No te molesta? Ella nos ha tomado muchas fotografías -.
- No, está bien -. Él continuaba mirando a la pantalla, hasta que al parecer al no escuchar respuesta de mi parte, dejó el control a un lado y sus ojos se enfocaron en mí. - Si ella le cuenta a las personas, me ahorra el tener que hacerlo yo en la próxima conferencia o entrevista que tenga -.
- ¿Piensas decírselo a todo el mundo? -.
- Claro ¿Por qué no? Eres mío ahora -. Su mano se estiró hasta tomar la mía, no me quejé, su pulgar no tardó en acariciar el dorso de esta, cuando en un ágil movimiento, me tomó de la muñeca y me jaló, tumbándome en el sofá, justo entre él y Oliver. Le hubiera gritado de no ser porque sus labios ya estaban devorando los míos para el siguiente segundo. - Quería esperar a que mi padre te conozca, pero mientras más pronto el mundo se entere que eres mío, más pronto entenderán que mataré al primero que te ponga una mano encima -.
- Papá huele a chocoate -. Escuché la voz de mi pequeño, Natalan sonrió, dejando un suave beso en mi nariz, mientras, sin pensarlo mucho, me acurrucaba a su lado y sentía como Oliver se acercaba a olerme, apoyando su pequeña manito en mi muslo. - Rico -.
- A eso huele papá cuando está con su alfa, Oliver -. Escuché a Natalan, sacándome un ligero ronroneo mientras llenaba mis fosas nasales de su delicioso olor. - Huele bien ¿No? -.
- ¡Sip! -.
Después de eso Oliver y Natalan continuaron jugando mientras yo estaba acurrucado sobre el pecho de Nat y con el pequeño codo de Oliver apoyado en mi muslo. Así pasamos esa noche, un tiempo en el que me olvidé de absolutamente todas las preocupaciones, mis malos pensamientos o el temor de que algo salga mal, éramos nosotros tres y el sonido del videojuego ese.
Mi salida con Natalan se pospuso hasta el miércoles de la otra semana, para mi suerte, al parecer mi madre o se quedó callada o sus amigas no le creyeron a pesar de las fotografías. Ante el mundo, Natalan continuaba soltero y no era algo que me molestara, él no era un cantante ni nada de eso, pero me podía hacer la idea de personas acosándolo o acosándome, quitándome la tranquilidad de tenerlo en mi casa todos los días.
Porque sí, él dijo que los novios deben verse seguido y no me opuse, a pesar de haber casi olvidado lo que significa tener novio, Natalan había ido a mi casa después de su trabajo cada día desde el sábado, resulta que ni Tiara ni Mictia podían quedarse con Oliver, Tiara porque estaba realizando su tesis y dijo que le comía absolutamente todas las horas del día, aunque ella se moría por conocer en persona al tal Natalan; y Mictia, bueno... Nunca le he dejado toda una noche a Oliver, tampoco planeaba hacerlo, la quería y confiaba mucho en ella, pero temía que Oliver se levantara en la madrugada y no supiera como actuar.
Al final, después de mucha paciencia, Tiara se hizo un tiempo y fue a mi casa por Oliver, ella comprendía bien que Natalan y yo no volveríamos hasta la mañana siguiente porque según ella, Natalan olía a perro excitado desde que entró en mi casa. Natalan y yo reímos, tampoco él lo negó y de hecho se llevaron muy bien, aunque solo fue un "Hola, cuídalo, adiós", básicamente.
Me iba a preparar tomando un supresor antes de salir de mi casa, pero los brazos de Natalan estuvieron absolutamente todo el tiempo rodeando mi cintura, incluso Oliver se reía de las muchas peleas inútiles que tuve por soltarme. Al final cedí, bien podía tomar alguna de las tantas pastillas que me había dado Lucasta luego.
Suspiré, acomodándome en el auto de Natalan, él conducía tranquilamente antes de aprovechar en un semáforo en rojo para tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos. Sonreí, al parecer ahora todo saldría bien.
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