Capítulo 8
Ella se puso rígida.
No quería perder su tiempo o el de él. No, realmente no quería entrar en ello, pero si él se iba a asustar, prefería que fuera ahora mejor que después. Si él no podía manejar escuchar sobre la ___(tn) real, entonces ciertamente no valía la pena su tiempo.
Zayn sentía las emociones alborotando en ella. Sabía que estaba librando una batalla con ella misma sobre si compartir esa parte de sí misma con él. Contuvo el aliento, esperando que ella confiara en él.
Se dio la vuelta en sus brazos, la luz de la batalla en los ojos.
Le Miró casi desafiante.
―Te diré la mía, pero tienes que decirme la tuya.
Le estaba poniendo a prueba. Se podría decir. Ella pensaba que él escondería la cola y correría al igual que su último novio nenaza.
Tenía miedo de compartir esa parte íntima, por miedo al rechazo, y quién podría culparla, con la forma ofensiva en que había respondido.
―Oh, yo te contaré la mía ―dijo con calma.
―Me gusta el sexo ―espetó. ―El buen sexo. O debería decir me encanta el sexo bueno.
Zayn arqueó una ceja.
―¿Tus novios no se ajustan a ti en esa área?
Ella agachó la cabeza.
―No ―murmuró.
―Continua ―la instó.
Se alejó un poco y respiró hondo.
―Yo quiero un hombre que no se sienta como que tiene que parar y pedir permiso a cada paso del camino. Quiero a alguien que pueda tomar el control y hacerlo bueno para los dos. Quiero a alguien que sea creativo y no tenga que ser entrenado.
―No quieres a alguien al que se le tenga que decir cómo satisfacerte ―dijo Zayn.
―¡Exactamente! Y... y... quiero experimentar, hacer algo diferente, y me encantaría tener un compañero que pudiera hacer que eso suceda sin hacerme sentir como un monstruo.
Estaban llegando a algo ahora.
―¿Qué te gustaría hacer, ____(tn)? ―la provocó.
Ella arrugó la nariz y sonrió.
―Tengo una vena excéntrica en mí de un kilómetro de ancho. Me encantaría estar atada, azotada en las nalgas y que me deje descerebrada. Y... realmente me encantaría tener un trío.
―¿Otra mujer? ―preguntó Zayn, fingiendo ignorancia.
Sacudió la cabeza con firmeza.
―No, dos hombres y yo.
―Ahh.
―¿Qué se supone que significa eso? ―preguntó a la defensiva.
Él puso las manos sobre sus hombros.
―____(tn), no significa nada. Tú no eres un bicho raro. Hay muchas mujeres que tienen estas fantasías. Son sanas, fantasías normales.
Se relajó un poco.
―¿No crees que soy rara?
Se echó a reír.
―Sí, creo que eres un poco rara, pero no porque tengas fantasías sexuales excéntricas.
Ella lo sorprendió lanzando sus brazos alrededor de él y abrazándole apretadamente. Él acomodó sus brazos alrededor de ella y la abrazó, pasando una mano a través de sus rizos. Probablemente no debería empujar las cosas todavía, pero había estado muriendo por probarla toda la noche.
Le tiró suavemente del cabello hasta que su cabeza cayó hacia atrás. Ahuecó una mano en la mejilla y le recorrió la mandíbula suavemente con el pulgar. Sus labios se abrieron con una invitación silenciosa y eso fue todo lo que necesitó.
Sus labios encontraron los de ella, calientes, enrojecidos y necesitados. Ella sabía dulce, y se sentía increíblemente suave en contraste con su cuerpo duro.
Le gustaba eso, amaba la forma en que encajaba tan perfectamente contra él.
Ella abrió más la boca contra su beso y la punta de su lengua temblaba sobre la suya. Él la cogió y chupó aún más en su boca. Sus lenguas rodaron y se enredaron mientras los sonidos de sus respiraciones se hicieron eco en la noche.
Si estuvieran en cualquier otra parte que no fuera en el lago en una noche fría, Zayn la acostaría y le quitaría la ropa. Se pondría entre sus muslos y se deslizaría tan profundamente en su coño que no se sabría donde empezaba él y donde terminaba ella.
Con más fuerza de voluntad de la que él pensaba que tenía, se apartó de ella.
―Guau ―susurró ella.
―Sí, guau ―estuvo de acuerdo él. ―Tenía la sensación de que seríamos como un incendio, si alguna vez estábamos juntos.
Ella metió las manos en los bolsillos y desvió la mirada durante un minuto.
Entonces lo miró, sus ojos seguían haciéndose eco de su necesidad. Él extendió un pulgar para deslizarlo por los labios hinchados.
Labios que quería devorar de nuevo.
―¿Quieres volver a salir mañana por la noche?―preguntó ella. ―Puedo escoger el lugar esta vez.
Zayn la miró con sorpresa.
¿Se trataba de otra prueba?
―Está bien, suena bien para mí. ¿A qué hora te recojo y que me debo poner?
―A las ocho y los pantalones vaqueros y una camiseta están bien. No te pongas demasiada ropa. Te calentarás.
Su cuerpo se agitó al atender a sus palabras. Inocentes o no, estaban llenas de insinuaciones.
Pero no dio más detalles, claramente ella iba a dejarle reflexionar sobre qué era lo que estaban haciendo.
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