Capítulo 6

_____(tn) giró inquieta en su silla y dio la vuelta a otro contrato en el montón para firmar. Los lunes siempre estaban ocupados. Talones para procesar, contratos para mirar por encima. Era un trabajo aburrido y tedioso, pero pagaba las facturas, y podía hacerlo con medio cerebro. Lo que era importante cuando la otra mitad se consumía con su inexistente vida sexual.

El encuentro de ayer con Austin sólo había reforzado la idea que había tomado la decisión correcta. Todavía sentía la incómoda escocedura de la vergüenza de que Zayn hubiera intervenido cuando Austin se había pasado de la raya. No le gustaba que Zayn viera otro de sus fracasos. 

La puerta de su oficina se abrió, y levantó la vista para ver a Zayn de pie allí. 

Ella parpadeó y se preguntó si le había conjurado. Ella sonrió acogedoramente. 

―Hey, ¿qué estás haciendo aquí?

Se adentró más en su oficina, con los pulgares empujando en los bolsillos de sus vaqueros. Unos vaqueros que moldeaban apretadamente sus piernas musculosas. Su chaqueta de piel colgaba holgadamente en su cintura, y debajo de ella podía ver que llevaba una simple camiseta. 

Obviamente, era un día en que no iba a encontrarse con posibles clientes. 

―Hey, ___(tn) ―dijo, devolviéndole la sonrisa. ―Estaba en el barrio y me preguntaba si querías comer conmigo. 

Su sonrisa se amplió. 

―¿Barbacoa? 

Él se echó a reír. 

―Como si sugiriera otra cosa.

Ella cogió su chaqueta del suelo a sus pies antes de levantarse. 

―Siempre y cuando invites.

Cuando ella rodeó la mesa, el brazo de él salió, y apretó la mano en la parte baja de su espalda para hacerla pasar por la puerta. Fue un gesto íntimo que la desconcertó. Él por lo general le daba puñetazos en el brazo o le señalaba una mancha inexistente en su camisa para que mirara hacia abajo y poder tirarle de la nariz. 

Salieron fuera, y ___(tn) se estremeció ligeramente. Maldición el frente frío se había movido durante la noche. El cielo estaba nublado y gris, y una llovizna fría escapó en gotas de rocío fino. 

Se deslizó dentro de la camioneta de Zayn y se hundió en los asientos calefactados de cuero con un suspiro de satisfacción. Le había echado una bronca tremenda cuando él había comprado la camioneta. De gama alta, equipada, sin reparar en gastos. Se gastó el dinero como si no fuera nada. 

Pero entonces él tenía mucho para quemar. 

―¿Tienes frío? ―preguntó Zayn mientras ponía en marcha el motor y encendía la calefacción a máxima potencia.

Ella se quejó en voz baja y metió las manos cerca de las rejillas de ventilación. Él sabía muy bien que a ella se le estaba congelando el culo. Cualquier cosa por debajo de diez grados y estaba sacando la parka de invierno.

Se dirigieron a pocos kilómetros hacia la Verfi C y entró en el estacionamiento lleno de gente. Además de un restaurante mexicano y un sitio de hamburguesas, este era el único otro lugar para comer sin conducir hacia el pueblo vecino. Lo que estaba muy bien según ___(tn), porque si no estaba asado a la parrilla y cubierto abundantemente con salsa barbacoa, no era digno de comer. 

Zayn caminaba delante de ella permitiéndole una vista a esos muy apretados Jeans extendidos a través de un culo muy bonito. Su pelo estaba todo alborotado como era habitual, pero ese era Zayn. El viento soplaba en él, agitándolo para arriba y enviándolo disperso por su cabeza. Estuvo a punto de alcanzarle para alisárselo, pero se paró antes de hacerlo. 

Mantuvo la puerta abierta para ella, y pasó a su lado, olfateando con admiración como la mezcla de cuero y el olor de Zayn se filtraban a través de sus fosas nasales. 

Minutos más tarde, estaban sentados en una mesa junto a la ventana sorbiendo sus bebidas y a la espera de que llegara su pedido. 

Zayn se recostó en la silla y la miró perezosamente. 

―Dime una cosa, ___(tn). ¿Cómo es que tú y yo no hemos salido nunca?

Ella casi se atragantó con su bebida. 

La dejó con un ruido sordo y jadeaba mientras trataba de hacer bajar el último trago. 

―¿Qué? ―gritó ella. 

Sus ojos se entornaron. 

―Ya me has oído.

―Bueno infierno, Zayn, no sé qué decir. 

Su mente se tambaleaba mientras lo miraba fijamente. 

¿Qué demonios le había poseído? 

―Nos gustamos, ¿verdad? 

―Bueno, por supuesto ―dijo malhumorada. 

No estaba segura que le gustara a donde se dirigía esta conversación. Ahora no era el momento para que Zayn tuviera algún extraño grano en su culo. 

Se sentía extrañamente vulnerable después de su última relación sin futuro. 

Como si fuera un capricho de la naturaleza, destinada a no encontrar a un tipo que la comprendiera, mucho menos alguien que pudiera satisfacerla. 

―Nos llevamos muy bien. Nos entendemos ―continuó Zayn. 

Sí, claro. ¡Si supiera! 

Él entendía que era una buena chica que seguía escogiendo al tipo equivocado. No tenía ni idea de que por debajo de toda esa dulzura había una mujer con ganas de salir. Estaba cansada de ser buena. La chica de al lado. 

Ella quería ser mala. Y estaba malditamente segura de estar cansada de ser vista como la hermana pequeña, buena camarada, socia para la caza y la pesca. 

―¿Hay un punto en todo esto? ―preguntó. 

―Sí ―dijo lentamente. ―Lo hay. Estoy tratando de averiguar por qué nunca hemos tenido una cita. 

Ella lo miró durante largo tiempo, debatiendo si llegar hasta allí. Pero ella no era mentirosa y no era grande en los juegos. 

Por lo que dijo la verdad. 

―Porque nunca me preguntaste ―dijo en voz baja. 

Fueron interrumpidos por la camarera trayendo los platos y descargándolos frente a ellos. ___(tn) estaba agradecida por la interrupción porque Zayn la miraba como si pudiera arrastrarse debajo de su piel y ver todo lo que estaba escondiendo. 

La camarera se tomó su tiempo para irse, y mientras empezaba a irse, deslizó una servilleta a través de la mesa hacia Zayn. 

___(tn) no le prestó atención, hasta que Zayn la recogió y miró por encima de su hombro con una mirada de sorpresa en la cara.

―¿Qué pasa? ―preguntó ___(tn), finalmente, rompiendo el silencio entre ellos.

Zayn se dio la vuelta, sacudiendo la cabeza. 

―Ella me dio su número de teléfono. Lo escribió en la servilleta.

Una oleada de irritación recorrió su pecho. 

―Esa es probablemente una razón por la que nunca hemos salido ―murmuró. 

―Pero tú estabas sentada ahí ―dijo, haciendo caso omiso de su comentario. ―¿Cómo diablos sabía ella que no estábamos juntos aquí, que no eras mi novia o algo?

___(tn) se echó a reír. 

―Zayn, ¿te sientes bien hoy? Te lo juro no eres tú mismo. La mitad de la ciudad está acostumbrada a vernos juntos. Nadie nunca supondría que estás interesado en mí. 

―Bueno, ¿qué saben ellos? ―gruñó.

Él la miró a través de la mesa, sus ojos avellana, chisporroteando con algo que no estaba acostumbrada a ver. 

Al menos no cuando él la estaba mirando. 

―Te lo estoy pidiendo ahora, ___(tn).

Le miró tontamente. 

―¿Quieres que salgamos? ¿Cómo en una cita real? Quiero decir, porque por lo general nos encontramos los fines de semana de todos modos.

Él dejó caer la servilleta y se inclinó hacia adelante con impaciencia. 

―Quiero decir tú y yo en una cita. No Liam, Michelle o Justin. Viernes por la noche.

Ella parpadeó sorprendida. Una sensación peculiar corrió en círculos por su vientre. Se sentía nerviosa. Por el amor de 

Dios. Este era Zayn. 

Una cita real. 

Se hundió en su silla, sin dejar de mirarle como si hubiera perdido la cabeza.

―¿Y bien? 

―Uh... de acuerdo. Quiero decir que si realmente lo quieres. El viernes por la noche está bien. 

Entonces él sonrió, relajándose de nuevo en su asiento. Sus ojos mieles tenían un cálido resplandor, un cálido resplandor triunfante.

―Está bien entonces. Pasaré por ti en torno a las cinco. Iremos a comer a Beaumont. 

Ella asintió con la cabeza, de repente de incapaz de probar la comida que había metido en su boca. 

Una cita. 

Con Zayn Malik. 

Su mejor amigo Zayn Malik. 

Santo infierno. 

Michelle iba a estar muy conmocionada cuando escuchara esto.Un gemido mental se hizo eco en su cabeza. 

Nunca vería el final de esto de parte de Justin y Liam.

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