Capítulo 14





_____ se despertó para encontrar a Zayn de pie sobre la cama.

Se inclinó y le apartó el cabello con las manos entonces la besó.

―Es hora de comer ―murmuró.

Se estiró y se deslizó fuera de la cama.

Zayn la atrapó contra él y acarició con sus manos su piel desnuda.

―Será mejor que te vistas o nunca comeremos ―dijo.

Ella sonrió y alcanzó su camisa.

Mientras le seguía a la cocina, olfateó apreciativamente. Entonces vio lo que él había cocinado.

―¡Oh Dios mío, hiciste pollo asado!

Él sonrió y le hizo señas para que se sentara.

Ella tomó asiento, y Zayn asumió la presidencia de la
mesa.

Ella excavó en la comida con el tenedor, lanzando un suspiro de satisfacción cuando el pollo alcanzó su lengua.

―¿Estás bien con las cosas hasta ahora?―preguntó él.

Ella hizo una pausa, dejando el tenedor en el plato.

―Sí, ¿y tú?

―Acabo de tener el mejor sexo de mi vida. Yo diría que eso lo califica como bueno ―dijo secamente.

El calor familiar inundó sus mejillas.

―Si no dejas de mirarme así, no vas a ser capaz de terminar de comer ―advirtió él.

Ella agachó la cabeza, pero sonrió por el deseo en su voz.

Cuando terminaron de comer, ____ se dirigió hacia el fregadero para dejar allí su plato, pero Zayn la interceptó.

―Vas a esperarme en el dormitorio. Te quiero de rodillas en la alfombra. Desnuda. Las manos detrás de la espalda.

Ella tragó saliva nerviosamente aún cuando una emoción se disparó por su columna vertebral. Asintió con la cabeza y le entregó el plato a Zayn. Le temblaban las piernas al caminar hacia el dormitorio.
Sólo se detuvo un momento antes de despojarse de su camisa.

Luego se acercó a la alfombra de felpa que cubría el suelo, delante de la cama y cayó de rodillas.
Subiendo ligeramente, puso las manos detrás de ella para unirlas en la parte baja de la espalda.

Rachas de necesidad pulsaron y radiaron desde su coño a su abdomen, cuando imaginaba lo que Zayn haría cuando entrara.

No tuvo que esperar mucho tiempo. Él entró en la habitación, desnudo.

Se detuvo cuando la vio, sus ojos mieles se oscurecieron con la aprobación y la lujuria.

Su polla saltó atenta, y _____ disfrutó de un momento de triunfo por afectarle así.

―¿Tienes alguna idea de lo sexy que eres.―preguntó.

Se detuvo frente a ella y llegó a meter la mano en su cabello.

Colocó la palma en la parte de atrás de su cabeza, sosteniéndola mientras dirigía su polla a su boca.

―Tómame profundo ―ordenó.

Abrió la boca, y él empujó hasta la parte posterior de su garganta. Él sacudía sus caderas adelante y atrás mientras ella tragaba y aspiraba. Él cogió su cabeza, sosteniéndola con fuerza contra él.

Bombeó en su boca durante varios segundos antes de deslizarse fuera de sus labios. Se agachó y tiró de
ella hasta que estuvo delante de él.

Él jugueteó con sus anillos de los pezones, tirando de ellos hasta que sus pezones se estiraron delante de ella.

―Me encanta esto ―dijo. ―Son sexy. Igual que tú.

Ella se retorcía, nerviosa y necesitada mientras él tiraba de sus pezones. Estaba caliente e inquieta, lista para ver lo que él reservaba para después.

Sus dedos se arrastraron por su cuerpo, sobre su vientre y bajaron hasta su coño.

Metió un dedo entre sus piernas, deslizándolo en su humedad. Sus rodillas temblaron y amenazaron con doblarse.

―Métete en la cama ―ordenó. ―Boca abajo, las piernas separadas.

Ella hizo como él mandaba, arrastrándose sobre el colchón y tumbándose hasta que su mejilla se encontró con el edredón. Ella abrió las piernas y extendió los brazos sobre su cabeza.

Él se arrastró entre sus piernas, presionando el pecho contra su espalda. Empujó sus muslos más lejos con la rodilla entonces colocó la polla en la apertura de su coño.

Él se lanzó hacia delante, apretándola más contra la cama. Su cuerpo la cubrió y sus caderas excavaron en su culo mientras se hundía más profundo.

Llegó por encima de ella, sujetándole las muñecas con las manos. Ella era incapaz de moverse mientras él empujaba entre sus piernas. Finalmente él dejó ir sus brazos y bajó sus manos hasta su culo. Apretó y masajeó, empujando hacia arriba para tener un mejor acceso a su coño.

Luego empezó a empujar en serio, aumentando su ritmo hasta que la fuerza la levantó de la cama. Se inclinó y pellizcó bruscamente su cuello hasta que la piel de gallina punteó su espalda.

La pulsación entre sus piernas floreció y se extendió hacia el exterior, irradiando a todas las regiones sensibles de su cuerpo. Le gustaba este lado dominante de él, le gustaba que ni una sola vez se detuviera para preguntarle lo que ella quería o si lo que hacía estaba bien.

Jadeaba mientras él se sacudía contra ella. Estaba tan cerca y sin embargo no podía llegar. Su orgasmo se construía y construía, hasta que fue doloroso en su intensidad.

Él agarró sus caderas con ambas manos, empujó
hacia arriba así su cuerpo se ladeó para darle una mejor entrada, y se sumergió en casa. Ella dejó escapar un gemido mientras su orgasmo se quebró y estalló a su alrededor. Dolía, latía, era la forma más exquisita de tortura que jamás había padecido.

Y seguía y seguía.

Él se desplomó hacia delante, llegando a descansar en el punto más profundo de su coño. Su pecho presionaba en su espalda, y su cuerpo se mezclaba con el suyo.

Un ajuste perfecto.

Ella arqueó su culo contra su pelvis, no quería que la dejara todavía. Ambos se agitaban, mientras trataban de recuperar el aliento. Por último, él salió de ella, y de inmediato sintió frío sin él cubriéndola.

Ella lloriqueó suavemente en señal de protesta, y él la tomó en sus brazos, otra vez envolviendo su cuerpo alrededor de ella.

La besó suavemente.

―Vete a dormir, _____. Voy a estar aquí. No te voy a dejar ir. 

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