Capítulo 11
Cuando abrió la puerta de entrada, Austin, que se encontraba en el porche, de espaldas a ella, se volvió.
Sus labios fruncidos con disgusto y le brillaron los ojos con un poco de miedo cuando vio a Zayn.
―¿Qué quieres ―preguntó ____(tn).
―Esperaba que pudiéramos hablar a solas ―dijo Austin, mirando fijamente a Zayn.
Zayn la atrajo más cerca, su mano apoyada posesivamente en la cadera.
―Todo lo que tengas que decirle a ____(tn) puedes decirlo frente a mí. ¿No es así, cariño?
―¿Así que estás con él ahora? ―exigió Austin.
―Parece que si ―dijo ___(tn) con calma.
―¡Maldita sea, ___(ta)! Ni siquiera das una oportunidad a un tipo ―se quejó Austin. ―No puedes esperar soltarme una mierda como lo hiciste. Sé que reaccioné mal, pero ¿qué esperabas?
___(tn) alzó las cejas.
―¿Esperar? Supongo que no esperaba nada de ti después de todo, Austin. He dicho todo lo que tengo la intención de decir sobre el asunto. Hemos terminado, y realmente apreciaría si dejaras de venir a la casa de mis amigos.
―Yo también ―Zayn arrastró las palabras.
Austin se pasó la mano por el pelo y juró de nuevo.
―Está bien, ___(tn). Si eso es lo que quieres. Sales perdiendo.
Se volvió y salió del porche frontal hacia su camión, pisando fuerte. Salió disparado de la calzada y dejó una nube de polvo.
―Gilipollas ―murmuró ____(tn).
―¿Qué viste en él? ―preguntó Zayn mientras volvían a entrar en la casa.
―No me lo restriegues
Zayn se rió.
―Está bien, me callo ahora.
―Buena idea.
―¿Todo bien, pequeña? ―preguntó Liam mientras entraban Zayn y ella en la sala de estar.
―Sí, se ha ido ―dijo.
―Tal vez tú y yo deberíamos hacer a Mahone una pequeña visita en calidad oficial ―le dijo Justin a Liam. ―Podríamos decirle que dejara a ___(tn) en paz.
―¿Está molestándola? ―preguntó Harry con el ceño fruncido. ―¿Tengo que ir a golpear su flaco culo?
―Puedo cuidar de mi misma, Hazza ―dijo ___(tn). ―Pero gracias. Chicos sois los mejores.
―¿Quién quiere una cerveza? ―interrumpió Michelle.
____(tn) la miró agradecida, y Michelle le guiñó el ojo.
―¿Quién quiere ver el combate de nuevo? ―preguntó Liam mientras recogía el control remoto.
* * * * *
___(tn) se recostó en el asiento de la camioneta de Zayn y trató de asentar los nervios en el estómago. Se dirigían fuera de la ciudad a una cabaña en el lago que Zayn y Justin tenían en titularidad compartida.
Ella había estado antes. Se habían juntado para viajes de pesca y los fines de semana se quedaban en la cabaña, pero nunca había ido con la idea de tener sexo con Zayn.
La semana previa había sido tremenda. Zayn y ella habían pasado todos los días juntos. La tensión sexual entre ellos había crecido hasta convertirse en una entidad enorme, pero más que eso, su relación se había desarrollado más allá de su amistad casual. Y ahora ellos estaban añadiendo el sexo a la ecuación. Parecía tan importante para él que ella confiara en él. Ella lo hacía. Siempre había confiado en él, y para ellos se sentía bien estar juntos.
De alguna manera sabía que Zayn satisfaría todas sus necesidades y deseos.
―Estás callada ―dijo Zayn a su lado. ―¿Estás reconsiderándolo?
―No, en absoluto.
Le miró de reojo. El calor en su mirada le quitó un peso de encima. No, ella tenía muchos pensamientos, pero no estaba lamentando su decisión de ver a donde les llevaría el fin de semana.
Él se estiró y curvó su mano sobre la suya.
―Estoy contento. Realmente estoy esperando esto. Para nosotros.
Ella sonrió.
―Yo también.
Treinta minutos después, se acercó a la cabaña con vistas al lago Sam Rayburn, y Zayn apagó el motor. Se puso de lado en su asiento y la miró fijamente.
―He planeado mucho para nosotros este fin de semana. Si alguna vez te sientes incómoda con la dirección en la que estamos yendo o estoy haciendo algo que no deseas, sólo tienes que decirlo. Voy a parar. De lo contrario, espero que hagas exactamente lo que te digo.
Un escalofrío en todo su cuerpo se abrió camino en la piel de ____(tn). Ella asintió, con la boca demasiado seca para hablar.
Él se inclinó y la besó, sus labios trabajando ardientemente sobre los suyos.
Cuando se separó, tenía los ojos medio entornados, y el deseo quemaba intensamente, haciendo sus ojos de un miel más oscuro.
―Quiero que entres en la habitación. Te quites la ropa y te eches en la cama. Espérame. Voy a estar con nuestras bolsas.
Tragó saliva y asintió con la cabeza de nuevo.
Le entregó las llaves, separando la de la cabaña.
―Sólo déjalas en la mesa de café del salón y dirígete al dormitorio. Nuestro fin de semana empieza ahora.
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