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"El llanto de un recién nacido interrumpió el silencio que reinaba el lugar...
—Minerva —se escuchó a Wilsa llamar a su hermana menor mientras entraba en la habitación y cargaba a su pequeño sobrino—. Tranquilo, cariño. Mamá ya viene en camino, por ahora tía Wilsa está para cuidarte...
—Aquí estoy, aquí estoy —la pelirroja entraba agitada con un biberón en sus manos—. Eres idéntico a tu padre —reclamó al bebé—, comes demasiado.
Wilsa soltó una sonora carcajada, mientras le pasaba el bebé a su hermana. Se sentó en la orilla de la cama y Mimi fue a la silla mecedora que daba al balcón.
—Podría decir que también es idéntico a su abuelo, sabes que papá come demasiado.
—Y si seguimos comparando, es casi igual a su tío Alex —empezó a alimentar al bebé—. Todos los hombres de esta familia comen como si no hubiera mañana, Wil.
La aludida dio un asentimiento dándole la razón.
—¿Dónde está Dean? —preguntó Wilsa.
Minerva dejó la botella vacía en el suelo y se dispuso a ayudar a su pequeño a soltar los gases de su estómago.
—Fue con Odhet y James a conseguir los últimos preparativos para la cena de hoy. Jamás había visto a Od tan emocionada.
—La llegada de ese bebé emocionó a todos, hermanita —se acercó y le dio un beso en la frente
—. Estoy orgullosa de ti y sé que serás una gran madre. Ya lo has demostrado con Lyanna y Marlene, aunque no sean tus hijas biológicas.
—Gracias, hermana mayor. Solo faltas tú para tener otro hijo. No dejes sola a Emme.
—Sabes que nunca la dejaría sola.
—¡Mimi! —Odhet entraba por la puerta trasera de la cocina, seguida de Dean, James y Abril. Los últimos tres cargaban bolsas con ingredientes para la cena de esa noche. La peliblanco arrebató al bebé de las manos de la pelirroja— Tú vienes conmigo, cosa preciosa. Vamos a ver qué aparato de esta casa podemos embrujar...
—Od —intervino Dean mientras abrazaba a su prometida—, él no entiende lo que estás diciendo...
—¡Claro que entiende! —abrazó al pequeño humano, quien respondió con risas— Será el mejor estudiante en Defensa Contra las Artes Oscuras. O mejor aún, serás el mejor en artes oscuras —dijo esto último en voz algo baja—, pero no le digas a mamá y a papá que te enseñaré a matar arañas con un Avada Kedavra.
Una manita llena de babas directo a su cara fue su única respuesta. Seguido de balbuceos y risas sin dientes.
—Será mejor que empecemos a cocinar —Minerva le dio un beso a Dean— ¡Quien no ayude, vaya al salón!
La música en la Residencia Griffith sonaba de forma tranquilizante. Gracias a la magia, habían logrado extender una mesa para las veinte personas que ahora comían y reían mientras compartían viejas historias de la escuela. Los hijos de algunos de ellos escuchaban asombrados ante las anécdotas que algunos contaban.
James se puso de pie y se aclaró la garganta:
—Quiero hacer un brindis, por la familia que somos ahora —dirigió su vista a Wilsa—, agradecer porque mi mejor amiga aún está con nosotros, luego del tremendo susto que nos diste. —intercaló la mirada entre Minerva y Dean—. Dar gracias porque al fin están juntos de la manera que se debe estar y que sean tan felices. —se giró a Odhet— gracias porque luchaste junto a nosotros y no te perdimos, luchaste también para quedarte y vivir esto juntos —miró a Elías, Luis y Marck—, porque ustedes, trío de miopes, no se pararon a pensar si era correcto pelear o no —observó a Adela—. Porque siempre tenías las palabras correctas para decir —giró su rostro a Erin—. Gracias por ser la mejor hermana del mundo, no es que te lo diga siempre —miró a Bella y Maie—. Gracias por ser tan buenas amigas y apoyar siempre, por ser pelirrojas como yo —todos en la mesa rieron, tomó la mano de Abril y le dirigió una mirada llena de amor—. Gracias a ti, por ser el amor de mi vida, por estar conmigo siempre y no dudar de lo que era capaz —besó sus nudillos—. A todos, gracias por ser mi familia, por ser los Paten...
Despertó.
Un sudor frío recorrió su espalda al tiempo que restregaba sus ojos y los acostumbraba a la falta de luz que había en el lugar. Estaba empezando a hacer calor, pero quizás pronto se iría. Con el otoño acercándose, era normal ese cambio de clima entre la noche y la madrugada.
Reprimió un escalofrío. James llevaba solo tanto tiempo que ahora su mente le estaba jugando una mala pasada.
¿Cómo estarían todos? El bebé de Dean y Minerva tendría cuánto ¿Dos años?
No, quizás en unos meses los iba a cumplir.
¿Será que se habían casado ya?
Y Abril... ¿cómo estarían ella y los niños? La última carta que ella le había enviado, notificaba que aún seguían en su búsqueda. Para culparle de un delito que no le pertenecía.
¿Cómo era posible que le creyeran capaz de provocar el asesinato de dos de sus mejores amigas? El problema es que no había una forma de desmentir, pues no habían pruebas que demostraran lo contrario. El Wizengamot podía decidir lo que ellos creyeran conveniente. Y con la influencia de la señora Ministra, lo declararían culpable en un dos por tres.
—Creía que eras mi amiga, Laia —se quebró su voz en ese susurro. Recordó a Wilsa, su cuerpo ensangrentado y las últimas palabras que su amiga le había dicho antes de que él partiera sin despedirse de ella. La noticia al llegar donde sus amigos, de que Wilsa había perdido la vida y Odhet había fallecido también a manos de un hombre con sed de venganza.
Ambas habían pagado por los actos de James.
Quizás Laia tenía razón, y él era el culpable.
Quizás debía entregarse a ella y dejar que lo llevaran a Azkaban, aunque sus manos no estuvieran manchadas de sangre directamente.
Quizás, solo quizás, lo mejor era entregarse a Balton Wagner y no permitir que sus amigos corrieran más peligro. Aunque estando él lejos, todo iba bien para los demás. Nadie había sido atacado luego de que James desapareció, o eso es lo que él creía.
Hace dos años.
Se había perdido dos años de la vida de sus hijos, de la vida de su esposa, de su sobrino, de sus amigos...
Tal vez era tiempo de volver. Pero para limpiar su nombre y vengar la muerte de sus amigas.
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