Capítulo 5:
[Londres, Inglaterra, Casa Griffith]
"Deja de moverte como un león enjaulado, Wilsa"
La mayor de los Griffith se encontraba caminado de lado a lado en el salón principal, esperando a sus amigos, se suponía que iban a buscar a Minerva, donde sea que estuviera y traerla a la casa, lograr que se pusiera del lado de ellos. La ansiedad la estaba carcomiendo. ¿Era buena idea hacer todo esto por Dean? Claramente no lo sabía, pero iba a tratar de arreglar las cosas, y si eso involucraba resucitar a un muerto, lo iba a hacer.
Se detuvo en seco al escuchar el timbre de la casa, corrió hasta la puerta y al abrirla se encontró con Maie y Bella.
—No me digan que... —pero antes de continuar, las dos chicas frente a ella se apartaron, dejando a la vista a un James y una hermana inconscientes, quienes traían sus manos amarradas por cuerdas, idea de Elías y Odhet, que estaban sosteniendo a los dos.
—Sé que solo querías a tu hermana, Wilsa —dijo Elías antes de que hablara—, pero estaba con James y no dejó que la tocáramos. Tuve que dormirlo.
—¿Qué hay de mi hermana? —preguntó al notar a la pelirroja dormida.
—Mimi sabe pelear y no parece. Tuvimos que dormirla también.
La castaña sopesó la información
—Está bien, lleven a James al despacho. Hablaré con él. Elías, sabes qué hacer con mi hermana.
El legeremante bajó hasta el sótano cargando a la joven y luego la sentó en una silla. Pronunció un hechizo que hizo que despertara de nuevo.
—Minerva —el joven habló desde el umbral de la puerta, al ver que la chica estaba reaccionando.
—Elías —respondió la joven de cabellos rojos. Furiosa—. Esperaba más de ti. No unirte al circo de mi hermana.
—¿No vas a ceder, cierto?
Los rizos rojos se movieron acorde a la negativa de su cabeza.
—No estoy de acuerdo con esta aberración. Y no estaré del lado de mi hermana solo porque un lazo de sangre nos acompaña. ¿No entiendes que es mejor dejarlo pasar y que Dean descanse en paz?
Elías pensó durante un rato.
—Si no lo haces, tendré que obligarte.
La joven le dedicó una sonrisa retadora.
—¿Ah, sí? ¿Qué harás? ¿Usar tus truquitos baratos de legeremante? —Elías sonrió, sin decir una sola palabra...
Al mismo tiempo, en la oficina de Wilsa, la joven esperaba que su amigo reaccionara luego de despertarlo con magia.
—Sabes que no quería hacer esto, James —exclamó Wilsa, dirigiéndose a una silla, para sentarse frente a su amigo.
James no pudo hacer nada más que dirigirle una mirada fría. Trató de levantar la mano y buscar su varita, pero se dio cuenta que estaba atado.
Wilsa negó con el rostro, mientras mostraba su varita y la guardaba en el primer cajón del escritorio. James se rindió de buscar y habló.
—Pero lo hiciste, ¿no?
—Pudimos hacerlo de una mejor forma, piensa... no podemos quedarnos de brazos cruzados, hacer eso con Dean es nuestra mejor opción y tú podrías ayudarnos, te necesitamos, "Cap" —James estaba mirando fijamente la mesa, estaba pensando que quizá Wilsa tenía razón, pero antes de que pudiera decirle que estaba de acuerdo, se escuchó un estruendo en la parte baja de la casa, como una explosión.
—¡Minerva! —se escuchó gritar a Elías
—¿Qué demonios está pasando? —Wilsa se puso de pie con su varita en la mano.
—Elías gritó, deberías ir a ver...
—Si te mueves, te corto los dedos y sabes que soy capaz. Ahora vuelvo —la castaña salió del despacho corriendo para ir a ver qué estaba ocurriendo, se encontró a Odhet saliendo de la cocina.
—¿Escuchaste eso, Wilsa? — le preguntó.
Maie y Bella aparecieron con sus varitas en mano y las cuatro corrieron a la entrada del sótano.
—¿Qué demonios ha pasado? —pero antes de que alguien pudiera responder a la pregunta, vieron a Elías salir rápidamente de la puerta, con su varita alzada.
—¡Elías! ¿Qué está pasando?
—Yo... Emm... creo que no fue buena idea. Está enojada, deberían prepararse —dijo el chico de gafas.
—¿Como para qué? —inquirió Bella, un estruendo se escuchó escaleras abajo, como si de una puerta se tumbara.
—Para eso... —respondió Odhet, cuando vio a Mimi salir y posarse en el marco de la puerta, con su varita en mano.
—¡Te dije que le quitaras la varita!
—No debiste hacer eso, Elías —dijo la joven. Seguido de eso, un haz de luz salió de su varita.
Mientras tanto, James, aún atado, escuchaba estruendos en toda la casa. Sonidos de encantamientos chocando con las paredes y contra otras personas. Hizo varias maniobras, estando atento por si Wilsa aparecía, para poder tomar la cuchilla que siempre guardaba en la bolsa de su pantalón. Logró alcanzarla y a como pudo se liberó de las cuerdas.
Tomó su varita guardada en el escritorio y bajó las escaleras. Se topó a Mimi, luchando locamente contra Wilsa, Bella y Elías, mientras Maie se encontraba en el suelo aturdida. Odhet aprovechó ese momento para aparecer detrás de Mimi con la intención de desmayarla, pero antes de que pudiera hacerle algo, James reaccionó y lanzó un hechizo golpeando a Odhet, haciéndola caer.
Wilsa notó que se había liberado y apuntó al pelirrojo, pero su hermana atacó y a consecuencia de esto la varita de la castaña cayó al suelo y no tuvo más remedio que esconderse detrás de uno de los muebles. Elías al ver a Wilsa perder la varita, envió un hechizo a Mimi, pero la pelirroja se protegió rápidamente haciendo que este rebotara e impactara al chico de gafas, cayendo sobre el sofá con los pensamientos aturdidos; Bella miró a su amiga, no había notado aún a James por lo que creía que solo estaban las dos en la sala.
—Lo... lo siento —levantó su varita y le apuntó a la chica, lanzó el encantamiento mientras apartaba su vista hasta sentir como el hechizo salió de su varita y se escuchó un estruendo, cuando abrió los ojos, para su sorpresa, Mimi ya no se encontraba frente a ella.
Los dos aliados se toparon en la sala, pero James temía que la joven tratara de atacarlo también, pues no parecía muy contenta.
—Mimi, ¿estás bien? —exclamó James mientras levantaba la varita lentamente y apuntaba a la cara de la chica, la cual respondió susurrando:
—Funcionó —dijo afirmando. James no entendió muy bien eso. Abrió los ojos al sentir los pasos de alguien detrás suyo, dirigiéndose hacia ella, pero James intervino y alcanzó a aturdirlo.
Era Bella.
—Sí —le dijo buscando la salida—. Ahora, vámonos.
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