Capítulo 18:

Odhet había sido secuestrada y no sabían por dónde comenzar para buscarla.

—¡Elías, abre la maldita puerta ahora! —gritaba Adela mientras golpeaba la puerta con fuerza.

—¡Ya voy, ya voy! ¡Que no encuentro mis gafas! —Adela derribó la puerta con un encantamiento y entró, junto a Wilsa, a la residencia Nuttley, Elías la miró con cara de confusión y sorpresa al mismo tiempo—. Tú estás loca...

—Lo sé... arreglaré la puerta después, tenemos que hablar, llama a Bella —Bella apareció de repente al escuchar su nombre.

—No es necesario, ya escuché el ruido que hicie... ¡Oh por Dios, la puerta! —Adela puso los ojos en blanco y tranquilizó a Bella. Luego de unos minutos ésta preguntó—: ¿Qué está pasando chicas?

Antes de que Wilsa respondiera, escucharon dos personas más entrar a la casa.

—Disculpen la pregunta... ¿Quién fue la psicópata de mierda que botó la puerta? —rápidamente, Adela levantó su mano.

—¿Me darás un premio por eso o sólo lo estás recalcando?

Maie caminó junto a Laia hasta el centro de la habitación.

—Recibimos la carta ¿Qué pasa?

—Odhet fue secuestrada, recibí un texto escrito en runas que traducido decía que tenían a nuestra amiga —todos se sorprendieron— por eso no la habíamos visto en estos días.

—Deberíamos buscarla... —sugirió Elías.

—Sí, bueno —le interrumpió Wilsa—. Creo saber quién la tiene, y si es así no podemos buscar porque no tenemos idea de dónde está él.

—¿Y entonces cómo vamos a hacer? —Laia tenía los ojos llorosos.

Nadie supo cómo responder esa pregunta.

—Ve por Luis, su casa está al lado —le dijo James a Erin, su hermana hizo caso y salió de la casa, al hacerlo por poco y choca con una joven de cabellera roja.

—¡Mimi!

La muchacha saludó con efusividad sin detenerse y entró corriendo a la casa.

—¡Chicos! —se detuvo a respirar—. Recibí una carta, con una dirección... la han secuestrado, se llevaron a...

—Odhet —interrumpió Marckus, quien entraba por la puerta principal y caminó en dirección al trío reunido.

—¿Cómo sabes que fue Odhet? —le preguntó Abril.

—Maie salió de casa, pensó que no me daría cuenta —se apresuró a explicar—. Pasé por ahí sin ser visto. Laia, Elías, Bella, Adela, Wilsa... están todos ahí, excepto Odhet. Las veo a ustedes ahora y a Erin, estoy deduciendo que es ella.

James sintió una especie de dejá vu, ya había vivido esto hacía ya un mes con Dean, pero esta vez actuaría más rápido. Salvaría a su amiga.

—¿Dónde dice la carta que hay que ir, Mimi? —la joven Griffith levantó su vista, con preocupación.

—Chipre.

Mientras dijo esto, Luis y Erin entraban por la puerta.

—Entonces, tu padre no fue quien escribió esa carta, Wilsa.

Aún seguían en la casa de Bella, pensando en los lugares donde podrían tener a Odhet, y cómo salvarla.

—Claramente no, fue una trampa...

Laia se levantó de su silla y dio una idea:

—Tal vez si le informamos al departamento de Misterios...

—No, esto parece algo más extraño, más personal, además no creo que sea coincidencia.

—¿A qué te refieres? —dijo Adela.

—Creo que la mayoría sabe que Mimi y James fueron atacados por Dean hace unos días. Lo revivieron. Pero ahora lo están usando en su contra.

—¡Debemos encontrar a Odhet, ahora! —exigió Adela.

—Sí, Adela, ya lo sabemos —dijo Maie mientras miraba a Adela con rabia— pero entiende que no sabemos dónde empe...

—Busquen todo lo necesario, nos vamos a Chipre —dijo Minerva mientras entraba a la casa Nuttley, con el pergamino que había recibido como carta—. Odhet está allí, según esta carta. La recibí hoy.

De forma automática todos se pusieron de pie al escucharla decir eso.

—Tienen a una de nosotros, hay que trabajar juntos, conocemos el lugar, llegaremos en cuestión de segundos si nos aparecemos —dijo Elías.

Agnes bajó las escaleras y se acercó a escuchar la conversación que sus padres tenían con sus amigos.

—¿Pasa algo, mamá? —dijo, con una cara de confusión.

—Agnes... —Bella se acercó a su hija y le explicó lo que pasaba.

—¿Qué esperan? —les preguntó asustada— ¡Vayan a rescatar a la tía Odhet!

—James, los niños, no pueden quedarse solos —le susurró Abril al pelirrojo.

—No puedo dejar a Marlene y Lyanna —soltó Minerva.

—Yo no puedo dejar a Emme en la casa —Wilsa parecía más preocupada.

—Pueden estar todos aquí —sugirió Agnes—. Así nos cuidamos entre todos.

Parecieron estar de acuerdo.

—Bien muchachos, en una hora nos vemos afuera de esta casa, preparen todo.

La cueva parecía estar más sombría que de costumbre. Un joven de tez negra fue empujado. La falta de energía provocó que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

Todo el aire en sus pulmones salió despedido al sentir una fuerte patada en el abdomen.

—¿Sabes, Dean? —caminó alrededor de él—. Diste mucha lucha, nunca había conocido a alguien que luchara tanto contra los efectos de Imperius. Pero al final, como todos, has de caer —Balton Wagner soltó una risa sarcástica—. Tus amigos te creen muerto, y ahora que te vieron ese pelirrojo y su amiguita piensan que te hemos revivido. ¿Hilarante, no crees?

El muchacho no respondió. Hacía lo posible por respirar.

Por alguna razón le habían liberado de la maldición, pero pese a eso, no podía hacer nada para escapar o defenderse. Se sentía exhausto.

—Ahora que menciono a su amiguita, la pelirroja. ¿Es guapa, no crees? —Dean lo miró furioso— Sería un buen trofeo a mi lado. Claro, que debemos arreglar el detalle del bebé que viene en camino —el muchacho lo miró sorprendido—. ¿No lo sabías? ¡Felicidades, vas a ser padre!

Dean hizo el amago de ponerse en pie. No pudo.

—Voy a disfrutar mucho deshacerme de ella y ese ser...

—No... tú no los... —estaba haciendo su mayor esfuerzo por hablar— No los toques.

—¡No eres quien para decirme qué hacer! ¡Crucio!

Un grito desgarrador sonó por toda la estancia. Solo minutos después, con un Dean casi perdiendo la consciencia, Balton escuchó unos pasos acercarse.

—Las cartas han sido recibidas, señor.

—No tardan en venir entonces —sonrió—. Hay que prepararnos muchacho.

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