Capítulo 16:
James logró convocar lo más rápido que pudo, una pared que protegiera a ambos pelirrojos del peligro que suponía el ataque de Dean.
Dean...
¿Estaba vivo en verdad?
La joven Griffith logró sacar su varita para —dolorosamente— atacar a quien parecía el padre de su hijo.
—Con tantos ataques y huidas, me parece increíble que este bebé siga aquí —soltó la joven en un momento de aligerar la tensión. James soltó otro hechizo para defenderse.
—A mí me parece increíble que digas un comentario como ese en un momento así —replicó el muchacho.
Los ojos de Dean lucían desenfocados, como si no actuara por decisión propia. De repente, dejó de atacar y comenzó a caminar hacia ellos.
—¡Dean! ¿Qué haces? —Minerva bajó su varita y lentamente caminó a él.
De no ser por el escudo que había invocado James, la joven hubiese acabado herida en el suelo, pues su amigo había vuelto a atacar.
—¡Mimi! No te responderá... tiene una misión y no se detendrá, debemos irnos —la chica se levantó, cuando lo hizo, Dean se detuvo y en un instante desapareció.
—Por un demonio —se quejó mientras invocaba las cosas que había dejado en el suelo— ¿James? —dijo Mimi mientras miraba a su lado.
—Aquí estoy... hay que decirle a los demás, ¡vamos! —los chicos salieron de Diagon y juntos se aparecieron en la Residencia Sawyer.
Una vez llegaron ahí, Mimi tomó una pluma y pergamino para escribirle una carta a Elías, se la entregó a la lechuza la cual voló por la ventana. James había ido a buscar a Abril para comentarle lo ocurrido.
Horas después, Minerva se encontraba en el corredor con la mirada perdida en el horizonte. No dejaba de darle vueltas al asunto.
¿Y si nunca había muerto?
—Mimi, ¿estás bien? —dijo James, mientras le pasaba una taza de té.
—Dean... era él, James.
—Era solo su cuerpo, ambos lo sabemos.
Asintió, no muy convencida.
—Sí... sí, lo sé.
Elías entró corriendo a la casa de Wilsa, detrás venían Maie, Bella y Laia.
—¡Wilsa! Llegó esta carta de Minerva, vio a Dean en Diagon y la atacó —la castaña tomó la carta y la leyó, luego miró a todos.
—¿Qué? ¿Ella está bien?
—Iba con James, ambos están bien —todos estaban confundidos, alguien había cumplido el objetivo del grupo de Wilsa, pero para otros planes.
Wilsa les sugirió ir a buscar a James y Mimi para que juntos investigaran en los alrededores de Hogsmeade y todos estuvieron de acuerdo. Al salir, se percataron de que alguien más hacía falta.
—¿Donde está Odhet? —preguntó Elías.
—Supongo que está en San Mungo y no pudo venir —respondió Bella.
—Chicos, gracias por informarme, veré que puedo hacer...
—Sí, nosotros iremos a buscar, ¡vamos chicos! —se despidieron de Wilsa y salieron por la puerta. La joven se sentó en su escritorio, preocupada, con muchos pergaminos, les dio una mirada y se puso a acomodar las letras del texto que le habían enviado.
Había oscurecido, y con ello la posibilidad de que lograran encontrar a alguien, así que todos habían decidido regresar a sus casas. Minerva, al contrario, se encontraba caminando hacia una banqueta, se sentó ahí para mirar el lago que tanto le encantaba, la luz de la luna se reflejaba en el mismo, cuando una persona se sentó a su lado.
—Hola Mimi —la chica de cabello rojo giró su cabeza y se encontró con Laia.
—¡Laia!, hola mamá serpiente —exclamó Mimi, ambas se miraron y comenzaron una conversación sobre el embarazo de la joven y lo atareados que parecían estar en el ministerio.
Tres días después, y sin noticias de Dean, el grupo había desistido por completo. Decidieron que hasta que no surgiera una nueva pista, no se moverían.
En la Residencia Bagnold, la chica de cabello negro estaba sentada ordenando sus pergaminos, una lechuza se posó sobre el escritorio con una carta, la tomó y la comenzó a leer.
"Querida Adela, no sé si te has preguntado por mi, supongo que sí, luego de los problemas que han habido, decidí mudarme un tiempo a casa de Wilsa para despejarme un poco, espero que estés bien...
Odhet".
—Bueno... al menos se comunicó —murmuró la chica, guardó un par de cosas en los bolsillos de su pantalón y salió de la casa hasta llegar a la casa Nuttley, donde se vería con Elías. Ambos salieron y caminaron por Hogsmeade, Adela le enseñó la carta que Odhet le había escrito.
—¿La casa de Wilsa? —dijo Elías, mientras fruncía el ceño—, estos días he estado allí y créeme que no la he visto.
—Elías, tú nunca ves nada... —soltó en tono de broma, pero confusa ante su respuesta. Ambos se rieron y siguieron caminando a la luz de la luna.
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