—¿Sam enviando texto rúnico? —dijo Erin, mientras leía la carta de su hermana.

—Lo resolvería yo mismo, pero ahora tengo otras cosas que hacer. ¿Me ayudas? —le dijo su hermano mientras preparaba una mochila.

—Sí, claro... Oye, ¿a dónde vas?

James la miró y luego de pensárselo respondió:

—Debo hacer algo, quizás consigo enviar una carta a Arthur. Volveré esta noche, por si Abril o los niños te preguntan —el joven Sawyer salió de su casa con la mochila preparada e ideas confusas.

En la casa de Wilsa, el sonido de un reloj recorría toda la sala de estar hasta llegar a la cocina, donde la joven Griffith se preparaba el almuerzo, aún adolorida.

—Bien... ¿Qué comeré esta tarde...? —de repente pensó en la carta que recibió de su padre, había logrado traducir el texto rúnico a las letras normales pero aún no había logrado acomodar las letras y descifrar el texto.

Se preparó un sándwich, terminó de comer, se sentó en la silla detrás de su escritorio y comenzó a resolver el texto.

El pelirrojo caminaba por Londres con su mochila a su espalda mientras salía del Ministerio de Magia. Varios pensamientos asaltaron su mente, había dejado pasar tanto, no sabía qué pasaba con Dean, las cosas con Abi no estaban bien aún...

—Debo resolverlo... —bajó su mirada y siguió caminando, de repente alzó la cabeza y vió algo que lo paralizó —¿Dean? —susurró confuso, cerró sus ojos y los abrió y ya su amigo no estaba —¿Acaso me estaré volviendo loco ya? —se dijo a sí mismo, caminó rápidamente hacia donde había visto a su amigo y comenzó a inspeccionar mirando a todos lados.

—¡Oye, cabeza de zanahoria! —el chico se giró y vió a Mimi caminar hacia él— ¿Qué haces acá?

—Solo caminaba un poco... oye, no es como que el color de tu cabello sea normal —respondió James mientras reía, quien comenzó a caminar junto a Mimi.

—Debo comprar unas cosas en Diagon, ¿me acompañas? —el joven asintió con su cabeza y acompañó a la pelirroja.

En la casa de James y Abril, la joven de cabellos violeta y su cuñada estaban juntas resolviendo la carta que había enviado Sami hace unas horas.

—Bien... al parecer ya está resuelto...

—¿Lo lograste, Erin? —dijo Abril.

—Si pero... no dice nada —la chica de ojos verdes hizo una mueca de confusión al escuchar las palabras de su cuñada—, al parecer las letras no vienen en orden, hay que acomodarlas, pero ya debo irme al trabajo, se lo dejaré al feo —Abril sonrió y asintió con su cabeza.

—Oye... ¿Por qué siempre le dices "Feo" a James? —Erin sonrió y miró a Abril mientras tomaba su bolso.

—Porque es un feo —río y se retiró. Abril tomó la carta y el pergamino con la traducción de Erin y las guardó en el libro de Historia de la Magia antiguo de James.

En el callejón Diagon era muy fácil notar a los dos cabelleras pelirrojas que salían de Scribbulus y planeaban ir de regreso a Hogsmeade. La tarde estaba soleada, pero ese día los magos y brujas habían preferido quedarse en casa, o eso parecía, porque no habían muchas personas en el callejón.

—Si me hubieras dicho que necesitabas una pluma nueva y pergaminos, te hubiera dado el montón que tengo en casa...

—Oh, te lo agradezco James, pero necesitaba pergaminos nuevos, quiero escribir una historia y bueno... ¡Es que me encanta su olor! —ambos rieron y siguieron caminando, pero al llegar a la mitad del callejón, Mimi se detuvo en seco y soltó los pergaminos, sorprendida.

James notó su acción y la miró

—¿Estás bien, Mimi? —la chica no respondió y señaló al frente, dirigió su mirada al punto que ella indicaba y vio a Dean otra vez, solo que ahora caminaba hacia ellos.

—¿Dean? —dijo Mimi con la voz temblorosa, automáticamente llevó las manos a su vientre e hizo un ademán de ir hacia él— Es... estas vivo... —el hombre no decía una sola palabra, solo seguía caminando.

—Mimi, oye algo no está bien —cuando Dean estaba a pocos metros de los pelirrojos, sacó su varita y les apuntó. Lanzó un hechizo con un reflejo verde hacia Mimi, James la tacleó antes de que pudiera darle, sacó su varita y comenzó a batallar con quien parecía ser su amigo.