Capítulo 6: Reencuentros.

Minerva, Luis y Jeaninne habían ido con el Doctor Mirabilis, aparecieron frente a una gran puerta de metal la cual se abrió cuando el hombre de capa conjuró algunos encantamientos.

—Qué cool. — pensó Luis.

—Pasen, por favor, están en su casa. — dijo Mirabilis.

El grupo entró y siguió al hombre hasta una grande habitación, donde un hombre canoso curaba las pocas heridas de aquel hombre de lentes.

—¡Elías! — exclamó Mimi acercándose al señor. —¿Qué le pasó?

—Alguien lo atacó en el centro de París, alguien peligroso.

—¿Quién fue? Voy a buscar a ese desgraciado y lo voy a hacer puré.

—No fue un "él", fue un "ella". Muchachos, debemos reunirnos con su grupo de trabajo antiguo, los Patengers. Algo muy grande está amenazando al mundo mágico.

—Tessa... — susurró Elías, mientras abría lentamente sus ojos.

—Pensé que habías dicho que estaba moribundo, señor. — dijo Luis a Mirabilis, quién hizo una mueca.

—¿Qué dijiste, ciego?

—Tessa Whitney, es su nombre.

—¿Te dijo su nombre? — preguntó Paracelso.

—No, para nada. Pero leí su mente, a pesar de que tenía recuerdos falsos y una ligera práctica en oclumancia, no pudo ocultar todo, su nombre incluido.

De repente, Elías miró a su lado, encontrándose con su mejor amiga.

» ¡Minerva "la pérdida" Griffith! — exclamó, estirando sus brazos para darle un abrazo a la muchacha.

—Elías "el zopenco" Prewett. — contestó la rubia, con una sonrisa y correspondiendo al abrazo.

—¿Dónde has estado, has visto a los chicos?

—Me he preocupado más por mis hijos, estuve en España. De hecho, recién me di cuenta gracias a Luis que James murió hace trece años...

Un silencio se hizo en el lugar, Paracelso intervino.

—Bien muchachos, la charla para después, debemos regresar a Londres, hay algo muy importante.

—No sé si esté preparado para volver a Londres. — contestó Elías. — aún me duele un poco... — mintió.

—No seas niña, tío, será divertido. — dijo Luis.

—Prepararé el traslador, nos vemos en una hora. — dijo el Doctor Mirabilis para luego salir de la habitación.

[MACUSA, Nueva York]

James y Mccall esperaban fuera de la oficina de Voight como les indicaron, ambos se mantenían en silencio hasta que Robert dijo algunas palabras.

—¿Y qué piensas hacer? — preguntó el hombre.

—No lo sé, tal vez fue una idea muy impulsiva venir hasta acá. — contestó James.

—Hasta que por fin dices algo coherente, Sawyer. ¿Porque no esperamos a Voight a que nos dé la información y se la damos a los Patengers? Así podrían actuar ellos.

—Buena idea. Sobre eso, ¿cómo va todo por allá?

—Son el mejor equipo que existe, James. El mundo mágico está más seguro ahora.

El pelirrojo sonrió un poco tras esas palabras. Voight caminó hasta los muchachos sentados y habló.

—Bien, la misión es de la inteligencia del MACUSA, osea que es de magos. Hay un grupo de magos que fueron secuestrados por otro grupo de magos oscuros. Un hombre rubio de cabello largo era el líder de la misión, aún no tenemos nombre.

—¿Dónde se encuentran? — preguntó James.

—En Austria, hay una especie de fábrica ahí. ¿Van a ir? Puedo preparar un equipo táctico y...

—Tranquilo señor Presidente, ya tenemos un equipo táctico, se llaman Patengers.

James y Robert se levantaron de sus asientos, se despidieron de Voight y se dirigían a la salida.

—¡Oh, muchachos! Olvidé comentar algo importante. Los secuestradores tenían a un hombre que derrotó a la mayoría de los demás, se dice que lo utilizaron para ganar y luego lo dejaron encerrado en el lugar.

—Información valiosa, tendremos cuidado.

—James espera, identificaron al hombre, su nombre.

James se frenó y giró para escuchar a Voight.

—¿Cuál es?

—Cayde James Nott.

La cara del pelirrojo cambió totalmente, su semblante se puso serio y preocupado.

Adela, Isaac y Loly habían vuelto de Azkaban, en la entrada del departamento Abril los interceptó.

—¡Chicos! ¿Cómo les fue?

—La fuga fue masiva, Abby, habrán problemas. — contestó Adela.

—Llevaré las pruebas a mi oficina y abriré la investigación, estaré ahí todo el día si necesitan algo.

—Gracias Loly, mantenme informada. Adela, hay unos aurores heridos en enfermería, ¿Me ayudarías con eso?

—Por supuesto que sí, nos vemos. — contestó Adela.

—¿Qué haremos? — preguntó Isaac.

—Investigar... Marck y Alex no han vuelto de su viaje y ahora también me preocupa.

—Quizá se atrasaron, sabes como es Alex.

—No sé, no me da buena sensación.

—Iré a ayudar a Loly con la investigación, nos vemos madre.

Isaac se retiró del lugar y se dirigió a la oficina de Loly.

—Presiento que alguien necesita ayuda para pensar. — dijo una voz masculina. Abril se giró y sonrió.

—Sí, realmente lo necesito. ¿Cómo estás Paul? — preguntó la pelivino.

—Un poco aburrido de no hacer nada productivo. Quería pasar a saludar nada más, espero no sea molestia, te traje un café.

—No es molestia alguna, ¡Gracias!

—¿Puedo ayudar en algo? — preguntó el hombre rubio.

—Hubo una fuga en Azkaban y estamos pensando en qué hacer, una mente más podría ayudarnos.

—Será un placer. — contestó Paul con una sonrisa.

Alexander y Marck se encontraban en el suelo desmayados junto a Tessa. La mujer comenzó a despertar lentamente al igual que Marck.

—Inútiles... ¿Creen que nos van a detener así de sencillo?

—¿"Nos"? — preguntó el hombre.

Alexander comenzó a despertar y se ponía levemente de pie.

—Hay más como ella de seguro...

—No hay nadie como yo, señor Grindelwald. Ellos me sirven a mi.

Con un chasquido de sus manos, un gran grupo de magos oscuros apareció detrás de la mujer pelinegra. Para la mala suerte de los dos Patengers, habían aparecido en el lugar donde se refugiaba el ejército de Tessa.

—Mierda, nos van a hacer puré... — pensó Marck en voz alta.

El grupo comenzó a atacar al dúo, los cuales se refugiaban en encantamientos protectores. Un potente hechizo de Tessa destrozó la barrera protectora de ambos, dejándolos al descubierto. Ambos hombres cayeron al suelo, un poco aturdidos.

—Serán la carnada perfecta para comenzar la guerra. — soltó Tessa.

—Y ustedes serán la carnada perfecta para nuestras criaturas hambrientas. — dijo un hombre canoso, con un traje de caballero dorado, montado sobre un Hipogrifo.

—¿Y quién carajo es usted? — preguntó un hombre de Tessa.

—Somos un "ustedes" — contestó el hombre.

A sus espaldas, un grupo de veinte personas montados sobre caballos alados.

—¿Quienes son esos? — preguntó Marck a Alex, aún en el suelo.

—Te presento a la Legión de Oro. — contestó el rubio, quien se puso de pie, furioso. Invocó un par de rayos que impactaron a dos hombres del ejército de Tessa.

—¡Retirada muchachos! — exclamó la pelinegra, quien retrocedió y luego desapareció del lugar junto a sus hombres.

—¡Cobardes! — gritó el hombre de traje dorado.

Alex ayudó a Marckus a levantarse del suelo.

—Creí que la Legión de Oro era un viejo mito. ¿Cómo los conoces?

—Muchos creen que somos un mito, pero acá está la prueba viviente de que somos reales. — contestó el hombre canoso. — Alexander Grindelwald, cuánto tiempo ha pasado.

—No necesitaba que nos salvaran, tenía la situación bajo control.

—Tú orgullo no te llevará a ningún lado, hijo.

Marckus miró a Alex y luego al hombre de cabello blanco, notando una similitud.

—¿Es tu padre? — preguntó, para luego reír sarcásticamente. — esto es mejor que los dramas de los estudiantes de Hogwarts.

—Así es, Alexander es mi hijo, el príncipe de La Legión de Oro, futuro rey si así lo decide.

—Ya hablamos de esto, padre. No me interesa, ahora tenemos que irnos de aquí antes de que vuelva esta loca con aires de grandeza.

—Tienes razón, tenemos que avisar a Abril y a los demás Patengers.

—¿Patengers? ¿Eres uno de ellos, hijo? — preguntó el hombre. — sabía que llegarías lejos, pero tú lugar está aquí.

Alexander se acercó furioso a su padre.

—No discutiré esto ahora, hay cosas más importantes. Agradecemos tu ayuda, pero hasta ahí.

Sin más, Alex y Marckus desaparecieron del lugar.

James hacía los preparativos para salir en busca de aquellos hombres, sobre todo de su mejor amigo.

—Dijiste que le darías la misión a los chicos, James. No puedes solo contra esos tipos.

—Ahora me lo tomaré personal, estaré bien.

—No tienes varita, Sawyer. Apenas y puedes caminar, ¿Cómo crees que vas a golpearlos? — seguía preguntando Mccall.

—Escucha, solo vuelve al departamento y no digas absolutamente nada. Sé que suena egoísta, pero dejé un asunto pendiente con Cayde y es el momento para resolverlo, solo. Agradezco tu preocupación, de verdad.

—Yo... Dios, está bien. Pero si algo te pasa no dejaré que la culpa caiga sobre mi.

—Eso no pasará, iré directamente a Londres cuando termine, lo prometo.

—Ten cuidado James, aún tienes tiempo de cambiar de opinión.

—Ya tomé una decisión. — contestó James, mientras ajustaba una vieja chaqueta de cuero que había dejado cuando trabajaba para el MACUSA.

Abril se encontraba en su oficina junto a Paul, tratando de buscar respuestas sobre la fuga de Azkaban. Loly tocó la puerta y entró.

—Abby, llegó una carta del caso Nómada, dice que es para ti.

—¿Qué? Pensé que ya no responderían nada...

Giah llegó apresurada a la oficina de la pelivino, interrumpiendo la conversación entre Loly y Abril.

—¡Señorita Abril, alguien muy importante la está buscando en la recepción! — exclamó la pelinegra.

Abril salió de su oficina con Loly, Paul y Giah a sus espaldas, llegó hasta la recepción y se frenó, encontrándose de frente a Elías, Minerva y Luis, acompañados del Doctor Mirabilis, Paracelso y Jeaninne.

—Loly, convoca a una reunión de emergencia...

—Sí señorita.

—Es un gusto verte nuevamente, Abby. — dijo Mimi, rompiendo el silencio.

La pelivino sonrió y contestó.

—Lo mismo digo, chicos. 

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