Capítulo 5: Tessa Whitney.

Tras un fuerte estruendo, aquel hombre de canas que cargaba al de lentes apareció en el lugar. Recostó a Elías sobre una camilla, sacó su varita y comenzó a conjurar encantamientos para parar el sangrado. Luego, comenzó a vendar al hombre para dejarlo reposar un buen rato.

—¿Qué le pasó? — preguntó un hombre con capa roja a sus espaldas.

—Se enfrentaron, ella ya los está buscando.

—Debemos prepararnos, prepararlos.

—¿Qué tienes pensado?

El hombre con capa se giró, comenzó a subir unas escaleras, se frenó frente a una gran ventana y habló.

—Hay que llevarlo con sus amigos, informarlos... y que se preparen.

—Primero deja que despierte y tome su decisión, ¿no crees? — dijo el hombre de canas.

—Oh Paracelso, ¿desde cuando respetas la opinión de los demás?

—Hay cosas que cambian, doctor.

Ambos se miraron, sus caras expresaban preocupación y un poco de angustia.

[Nueva York]

James había seguido a aquel policía que había informado a su jefe sobre una situación importante. El hombre castaño entró al departamento de policías de Nueva York, se reportó en la recepción y entró a una oficina.

—Necesito entrar ahí. —pensó el pelirrojo. —y ya sé cómo.

Se dio media vuelta y salió del lugar, su destino era el MACUSA.

—¡Pst! ¿Crees que iba a dejar que anduvieras por ahí solo? — dijo Mccall, siguiendo a toda prisa a James.

—¿Vienes y dejas de hablar o te quedas? Lento. — contestó James.

Ambos hombres siguieron caminando un par de cuadras más, hasta que llegaron a su objetivo.

—¿Qué piensas hacer, James? — preguntó Robert.

—Tengo un conocido acá que me puede ayudar.

—¿A contarte lo que pasó?

—Además de... escuché al policía decir que tenían una situación importante. Y vaya que parecía importante.

—¿Porque lo dices en ese tono? — volvió a preguntar el castaño.

—El tipo sostenía algo entre su manga, largo y ligero.

—Una varita...

—Está infiltrado en la policía, los únicos magos que infiltran a otros en agencias muggles son los americanos.

—Recién despiertas después de trece años congelado y ya estás por resolver un caso, ¿nunca descansas?

—Cuando muera quizá lo haga. — contestó James, con una media sonrisa.

Los hombres subieron algunas escaleras, tomaron un ascensor y llegaron hasta la oficina del presidente del MACUSA, tocaron un par de veces y entraron.

—Franklin Voight, presidente del MACUSA.

El hombre que estaba del otro lado de la oficina se levantó de su silla, impactado, mirando al pelirrojo frente a él.

—James Sawyer... maldito hijo de perra, ¿Donde has estado? — preguntó, aún con sorpresa en su mirada. —Pasen, pasen. Tomen asiento.

—Vengo a pedir información y un poco de ayuda... — dijo James, al mismo tiempo que se sentaba junto a su amigo Mccall.

[Escocia]

Alexander y Marck se encontraban caminando por el pasto, buscando un lugar en específico.

—¿Porque vinimos aquí? — preguntó el rubio, ya desesperado.

—Te envié mediante una carta el porqué estamos aquí, Grindelwald.

—No leo cartas, Potter, me aburren.

—Por eso te costó tanto graduarte... — susurró el pelinegro.

—Entonces, ¿Qué buscamos?

—Abril pidió que la ayudara con unas criaturas que escaparon hace poco de un refugio ilegal cerca de aquí. Pero está bajo encantamientos protectores y me es difícil encontrar el lugar correcto.

—Bueno, no sé mucho sobre esa magia, pero...

—Tienes razón, técnicamente no sabes nada. — interrumpo Marck a Alex.

—¿Entonces porque me hiciste venir? — preguntó el rubio.

—Eres detective, si te involucras en el caso será más rápido que el Ministro revise el caso.

—Espera espera un momento, ¿Me trajiste solo por mi licencia de detective?

—Bueno, si. — soltó Marck, fríamente. —fue idea mía, Abril no sabe nada.

—Pues obvio que es tú idea. Que descaro...

La conversación de los dos hombres fue interrumpida por un fuerte estruendo a las espaldas de ambos. Aquella mujer pelinegra que había atacado a Elías apareció frente a Alexander y Marck.

—¿La conoces? — preguntó el rubio.

—Creí que venía contigo. — contestó Marckus.

—Señores, es un gusto por fin encontrarme con ustedes.

—¿Quién eres?

—Como máximos representantes del mundo mágico, vine a dejarles un mensaje para que entreguen a la población.

—¿Y porque no lo haces tú? — dijo el hombre de cabello negro.

La mujer sonrió maliciosamente, dio un par de pasos y habló.

—Porque yo estaré ocupada ejecutando mi plan.

De la manga de su traje sacó un par de dagas, las acomodó entre sus manos y miró a los dos hombres nuevamente.

—El mensaje es, que Tessa Whitney será el máximo cargo de poder en el mundo mágico, cuando tenga los siete entes de la magia, voy a gobernar a esta población.

Alexander soltó una risa sarcástica, con un ágil movimiento de su varita cambió la ropa formal que llevaba por su traje de combate.

—No sé de qué psiquiátrico escapaste, señorita. Pero en caso de que sea cierto, sobre mi cadáver serás eso.

Marckus imitó el movimiento de Alexander, preparándose para pelear. Tessa sonrió una vez más y comenzó a atacar ágilmente a los hombres. Marck y Alex se defendieron, el hombre de cabello negro lanzaba potentes encantamientos a la mujer, mientras Alexander peleaba mano a mano con ella. Hubo una pausa, la mujer se separó pero ninguno perdía la guardia.

—Son buenos... ya veo porque llegaron donde están.

—Por méritos propios, no como tú. — contestó Alexander.

Tessa sonrió una vez más, cerró sus ojos y se concentró en un lugar.

—¡No dejes que escape! — exclamó Marck. Alex se tiró sobre la mujer que estaba apunto de desaparecer, Marckus hizo lo mismo. El trío desapareció del lugar tras un fuerte estruendo.

[París, Francia]

Luis y Minerva habían llegado a Francia, caminaron hasta el lugar donde Elías estaba viviendo y tocaron la puerta. Una mujer de cabello castaño y cola de caballo abrió la puerta, recibiendo a ambos.

—¡Luis, ya volviste! — exclamó la mujer.

—Ella es Minerva, una vieja amiga de Elías y mía.

—Tampoco tan vieja... mucho gusto, puedes decirme Mimi. — contestó Mimi, amablemente mientras estiraba su mano. La mujer frente a ella estrechó su mano y sonrió.

—Soy Jeaninne.

—¿Está el ciego? — preguntó Luis.

—Oh, no... salió a caminar hace un par de horas, de hecho ya debería haber regresado.

Luis y Mimi se miraron extrañados.

—Señores, tienen que venir conmigo, ahora. — dijo un hombre de capa roja a las espaldas de los tres.

—Genial, aquí vamos de nuevo... — soltó Mimi. —¿Tú quién eres? — preguntó la rubia.

—Me llamo Roger, pero pueden decirme Doctor Mirabilis.

Luis comenzó a reír tras escuchar el nombre del hombre.

—Disculpe Roger, pero ¿Porque deberíamos ir con usted? — preguntó el hombre.

—Su amigo Elías está grave, a punto de morir. — mintió.

Luis y Mimi cambiaron su semblante. Jeaninne cerró la puerta del departamento y dio un paso al frente.

—Vamos. — dijo secamente.

Adela e Isaac dirigían el caso de Azkaban, el equipo de aurores del Ministerio y los detectives del Departamento Patengers se encontraban en el lugar, tratando de buscar respuestas sobre lo sucedido.

—¿Cómo va todo, Loly? — preguntó Isaac, mientras se acercaba junto a Adela.

—No tenemos mucho pero vamos avanzando, los aurores harán comunicados, ya contactaron al profeta.

—¿Alguna pista sobre algo? — preguntó Adela.

—Me informaron que hay algunos guardias que no están, no se sabe si fueron secuestrados o ayudaron en el caso. Me voy por la segunda opción. — Loly hizo una seña con su mano mientras se dirigía a una de las celdas, Adela e Isaac la siguieron. — las cerraduras no fueron forzadas, nada de magia ni explosiones, alguien les abrió la puerta.

—¿Crees que hayan guardias que fueron cómplices?

—Sin duda, lo hay. Isaac, tienes que tener cuidado especial, Lewis también escapó.

La cara del castaño se puso seria, suspiró un poco y luego habló.

—Ahora no estoy solo.

—Nunca lo estuviste. — contestó Loly. 

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