Capítulo 28: Finales felices
"Y supongo que todo salió bien, ganamos, vencimos y lo hicimos juntos, una vez más. Nunca pensé que pelear a su lado seria tan divertido, a pesar de las circunstancias. Solo decidí escribir esto en caso de que no haya sobrevivido a tal circunstancia, si lo están leyendo entonces fue así. Mi hijo es lo suficientemente grande como para entender el porqué ya no estoy aquí, si en este momento está en desacuerdo, lo entiendo, solo espero que algún día lo haga. Y bueno, así es la vida, mi ciclo terminó pero para otras personas acaba de empezar y eso es lo importante de este mundo, sus cambios. Entiendo perfectamente lo que significa perder a alguien importante, pero estaré bien si algo me llegara a pasar, los veré desde el más allá y si es posible les haré la vida imposible de ser necesario. Ya no hay de que preocuparse, todo sucederá como debe suceder.
Cuídense, los ama Minerva "Mimi" Griffith."
Elías terminó de leer la carta y luego la guardó en su bolsillo, bajó hasta donde estaban los demás, preparados para despedir a sus amigos caídos. Alex Grindelwald miraba tranquilamente la tumba de sus dos hermanas, el muchacho se sentía tranquilo a pesar de las circunstancias.
—¿Todo bien? — preguntó un hombre, acercándose al rubio.
—Sí, si, me alegra que estés aquí.
—Merlín... es increíble llegar a pensar que perdería a mis tres hijas tan jóvenes, tenían una vida por delante.
—Tuvieron una gran vida, eso sin duda. — contestó Alexander al padre de las mujeres Griffith.
—Gracias por cuidar de ellas cuando tú madre y yo no pudimos hacerlo, eres un gran hombre, Alex.
El rubio solo sonrió y asintió con su cabeza.
Del otro lado, Ruth conversaba con James tranquilamente.
—Es bueno tenerte de vuelta, Cap. — dijo la pelirroja.
—Es bueno estar de vuelta, ¿Cómo va todo?
—Bueno, estoy segura que ahora sí puedo romperte un brazo. — contestó la chica para luego reír junto a su tío.
—¿Hablaste con tu padre?
—Sí... no está enojado con ninguno según dijo.
—Sabe que si se enoja conmigo le irá mal. — contestó el pelirrojo mientras reía.
—Gracias, tío, por todo. — dijo la muchacha mientras le daba un abrazo al hombre frente a ella. — te extrañé.
James correspondió al abrazo con una sonrisa y contestó.
—Y yo a ustedes.
—¡Permiso, me lo llevo! — dijo Abril, tomando a su esposo de la mano.
Ambos subieron a una pequeña tarima que había en el lugar.
—¿Qué hacemos Abby?
—Los chicos necesitan un discurso de ánimo y quién mejor que tú, su líder.
La mujer pelivino realizó un encantamiento para elevar la voz de ambos y comenzó a hablar.
—Gracias a todos por estar aquí, fue una batalla dura, perdimos a muchos y en su consecuencia los vamos a extrañar, a todos.
La mujer se apartó un poco para permitir hablar a James, quien sólo miraba a sus compañeros.
—¡Sin pena, rojo! — exclamó Maie desde el fondo, todos rieron.
—Eso es quizá lo que más me gusta de este equipo. — dijo el pelirrojo. — encontramos el lado bueno de las cosas malas. Muchachos, hemos pasado por mucho juntos, nos enfrentamos a Balton sin saber si alguno volvería con vida, lo cual lamentablemente sucedió. Y si, en algún momento peleamos entre nosotros, pero lo supimos arreglar, un equipo no es bueno si no hay peleas de por medio, aunque hayamos llegado a los golpes... el tiempo que estuve huyendo de la ley mágica, por cierto, gracias por eso Laia.
La mujer de tez oscura levantó su mano y sonrió.
» En ese momento fue cuando me dí cuenta lo mucho que necesitaba de ustedes, mi círculo cercano. Pero tampoco fueron tan malos esos momentos, pues conocí a dos personas que valen la pena. Por alguna razón, Jason debía conocer a su familia biológica, quiero pensar que fui el puente para que eso sucediera, me alegro mucho que los Wood estén completos ahora. Isaac es como un hijo para mi, niño, tienes mucho por delante, en realidad todos tienen mucho por delante, sin importar su edad o experiencia mágica o conocimiento sobre el mundo, cada uno tiene una virtud, una capacidad, algo en lo que más destacan, aprovechenlo al máximo.
El pelirrojo sacó su varita y apuntó al cielo.
» Nuestros amigos que se sacrificaron por nosotros son las personas más valientes que alguna vez conoceremos, así que démosle una despedida digna.
Los demás también apuntaron al cielo con su varita, las personas presentes conjuraron encantamientos que lanzaban chispas de varios colores hacia el cielo, como si se tratase de fuegos artificiales. Desde la lejanía en una pequeña montaña, los fantasmas de Wilsa, Odhet, Adela y ahora Mimi miraba el espectáculo.
—Son maravillosos. — dijo la más reciente llegada al mundo de los no vivos.
—Lo son, simplemente lo son. — contestó Wilsa.
—Señoritas, es hora de volver, ya me queda poca energía. — dijo Mirabilis.
Las mujeres se dirigieron hasta aquel círculo que dibujaba el hombre en el aire con sus manos y lo cruzaron.
—¿Tú no vienes? — le preguntó Odhet al hombre.
—No, señorita Roth Thompson, debo esperar a un amigo. — contestó.
Había oscurecido, los Patengers se encontraban reunidos en el patio de la casa Nuttley compartiendo nuevas anécdotas.
—¿Entonces ya no eres Ministra de Magia? — le preguntó James a su amiga, tratando de ponerse al día.
—Dejé el puesto hace unos siete años, desde entonces el nuevo Ministro trata de hacernos la vida imposible a nosotros.
De repente, una lechuza interrumpió la conversación, con una carta amarrada a su pata derecha. Abril la tomó, reconociendo automáticamente a la lechuza del Ministerio.
—¿Es del Ministro? — preguntó Maie, levantándose de su asiento.
Abril abrió la carta, rápidamente la leyó, una y otra vez tratando de analizar lo que decía.
—¿Todo bien, Abby? — preguntó Elías.
—Es del Ministro, encerraron a Tessa y ya tomaron las medidas para borrar la memoria a los muggles sobre lo sucedido.
—Bien, muy bien. — dijo Laia.
—Pero... también dice lo siguiente: "... Es necesario agregar que el departamento Patenger de operaciones especiales queda totalmente cerrado, sin posibilidad de uso, de no ser así, tendrán que hacerse responsables de los daños causados en el centro de Londres..."
—Lo que faltaba, ahora estamos despedidos. — agregó Jason.
—Tranquilos, quizá pueden hacerlo temporal, hacer un reclamo.
—Bueno, yo ya tengo suficiente con lo último que pasó... sinceramente no quiero volver. — dijo Bella.
—Te apoyo roja, creo que ya tuvimos suficiente, al menos para algunos. — contestó Maie, de acuerdo con su amiga.
De repente, la conversación fue interrumpida por un fuerte estruendo en la puerta de la casa Nuttley, rápidamente la pelirroja se asomó junto a sus amigos.
—Otra vez mi puerta...
—¡Lo siento mucho tía Bella, no sé que pasó! — dijo Tim, quien recién entraba junto a Ambrose y Nicholas.
Abril y Laia comenzaron a reír, recordando los viejos momentos donde Adela tumbaba la puerta de la pelirroja.
—Créeme, yo hubiera tumbado la puerta montado en una escoba. — dijo Cayde
—¿Con un dragón detrás de ti, no? — respondió James a su amigo mientras reían.
Mientras tanto, a las afueras de Hogsmeade, Isaac se despedía de su amiga Izzy y su medio hermano, Jack.
—Necesito que me envíes de esos dulces cuando llegues a Nueva York. — dijo el chico más joven.
—No te prometo nada, tengo asuntos que resolver por allá, aunque Izzy quizá te los envíe con gusto. — contestó el rubio.
—Claro, será un placer, Thargot. — dijo la mujer.
Isaac sólo sonrió.
—Espero tengan un buen viaje, gracias por todo... los vamos a extrañar. — dijo.
—Y nosotros a ti. — contestó Jack.
Izzy se acercó hasta el muchacho castaño y le dio un beso en su mejilla.
—Cuidate, Isaac.
El chico sonrió y asintió con su cabeza.
Al día siguiente, James estaba reunido con Elías y Paracelso, los hombres habían llevado siete objetos y la varita de los entes para posicionarlos en lugares nuevos e inalcanzables para cualquier mago que quiera dominarlos.
—Es sencillo, la varita la usaremos para trasladar los entes a cada objeto y al final será destruida por ustedes. — dijo el anciano.
—Entendido. — dijo James
—Hagámoslo. — agregó Elías.
Con ayuda de los hombres más jóvenes, Paracelso comenzó a trasladar los entes de la varita hasta cada objeto, usando todo su poder mágico. Cuando lo hizo, el hombre se apoyó sobre la mesa, exhausto.
—¡Celso! — dijo Elías, evitando que el anciano cayera al suelo.
—Destruyan la varita. — dijo el hombre.
Elías apuntó con su varita y conjuró un encantamiento para destruir la varita de los entes, pero no funcionó.
—James...
—Yo me encargo. — contestó el pelirrojo, quien le dio un fuerte golpe a la varita con aquella arma de Alexander.
—Bien hecho.
La varita había sido destruida, cada objeto desprendía una brillante luz de distintos colores cada uno.
—Ahora buscarán donde guardar esos objetos, esa es su nueva misión. — dijo Paracelso, quien lentamente comenzaba a convertirse en pequeñas cenizas de un color amarillo brillante.
—Terminaste la tuya, ¿no es así? — preguntó el hombre de lentes, recibiendo solo una sonrisa como respuesta para después desaparecerá en el aire.
—¿Y qué haremos con esto? — preguntó el pelirrojo.
—Ahora nos toca esconderlos a nosotros.
Alexander se encontraba en el reino de la Legión de Oro, conversando tranquilamente con su padre mientras caminaban por los jardines del palacio.
—Los creían una leyenda hasta que los vieron pelear. — dijo el rubio.
—El mundo mágico necesitaba ayuda, siempre protegeremos ese mundo.
—El mundo va cambiando conforme el tiempo, padre. ¿Porque crees que esta sociedad seguirá vigente si no tienes cambios desde que se fundó?
—Ese es el secreto de La Legión, hijo. Mantenemos nuestra esencia, es lo que nos identifica y es lo que nos identificará, para siempre.
Alex miraba hacia el frente seriamente.
—Gracias por aparecer en el momento adecuado, les debo una. — dijo el rubio.
—Sabes cómo pagar... este es tu reino ahora, a mi no me queda mucho tiempo, Alex.
—¿Y qué hay de los demás Grindelwald? Si me vieran sentado en el trono les daría un ataque al corazón.
—Eso es lo de menos, eres el único capaz de dirigir este reino como se debe.
—¿Qué hay de mi hermano? ¿Sigue en rehabilitación?
—Y dudo mucho que salga de ella, Alex.
El rubio miró al suelo y luego habló.
—Volveré, padre. — dijo, para luego desaparecer en un estruendo.
Abril se encontraba en el Ministerio de Magia recogiendo sus cosas de su antigua oficina, de repente alguien entró de la nada acompañado del Ministro, era el nuevo jefe de aurores.
—Y bien, esta será su nueva oficina señor Ingstad.
Rápidamente la pelivino miró a los hombres presentes.
—Buenos días. — dijo la mujer.
—Sí... buenos días. Disculpa, ¿Qué haces en mi oficina?
—Oh lo siento, estoy recogiendo mis cosas, antes era mía. Soy Abril Wood, la ex jefa del departamento Patenger de operaciones especiales, ¡Mucho gusto!
—Así que tú eras la jefa de esos malhechores que destruyeron Londres...
—¿Disculpa?
—Olvídalo, señora Wood, no entendería el grave daño que causó usted y su gente para el mundo mágico.
La pelivino frunció el ceño y se acercó hasta el hombre.
—Escucha, inepto, hicimos más de lo que tú como jefe de aurores podrá lograr, no tienes el instinto para liderar a un grupo de personas hacia el bien, si así es su líder no quiero imaginar como serán sus trabajadores. — soltó ferozmente la mujer, tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, pero se detuvo y se giró para decirle algo más al nuevo jefe.
» Y otra cosa, "Ingstad", es una pena que desperdicien tiempo contigo, créeme que no llegarás a ser Ministro ni aunque pagues por eso, pero si llegas a serlo, nunca superarás el gobierno de Laia Potter. — dijo, recalcando esa última palabra.
—¡Ya largo de aquí! — exclamó el hombre, ya enfurecido con la pelivino.
—¡Adiós! — soltó la chica dulcemente y luego se fue.
—Debe mejorar ese temperamento si quieres que nuestro plan funcione, Ingstad. — dijo el Ministro.
—Esos malditos... tienen bien merecido que les hayas quitado su puesto.
—Una de tantas querido, una de tantas.
Laia trataba de vestir a su hija menor para acompañar a Tim hasta King Cross, pues las clases de Hogwarts se habían reanudado.
—¡Timothy Potter Mccall, ya es hora de irnos! — exclamó la mujer.
—¡Ya voy mamá, no encuentro mi uniforme de Quidditch!
—¡Lo puse encima de tu mesa, Tim!
—¡Acá no está!
—¡Sí me levanto de aquí y lo encuentro lo llevarás de sombrero por todo lo que queda de clases!
Mientras gritaban en la residencia Potter, Isaac caminaba fuera de ella para reunirse con James. En la lejanía, el muchacho vio al hombre pelirrojo sentado sobre una banca, admirando el lago de Hogsmeade.
—¡Hey! — exclamó entusiasmado el castaño.
—Isaac... ¿Cómo te va? — preguntó James.
—De maravilla, ¿Y tú qué tal? ¿Qué se siente volver a vivir?
—Bueno... después de lo que pasó ya no sé qué pensar de la vida, un día estás bien y de repente todo cambia.
—Sí... ¿Y ahora que harás? — preguntó el joven.
—Creo que ahora sí es tiempo de alejarme de todo y envejecer tranquilo. — contestó James.
—Lo entiendo, ya has tenido suficiente, un descanso no te vendría mal. Ahora tienes a tus hijos y a tu esposa... me alegro por ti.
James sonrió mientras miraba al lago.
» Sólo será difícil vivir en un mundo donde el Capitán Sawyer ya no esté presente en nuestras peleas.
—¿Capitán Sawyer? — preguntó el hombre.
—¿Ves a esos niños de allá? Te conocen mejor que nosotros, cuando caíste al mar te hiciste conocido, James, cuando resurgiste nadie en el mundo mágico lo creía pero ahí estabas, el Capitán Jameson Sawyer había vuelto más fuerte que nunca con su escudo de colores.
El pelirrojo comenzó a reír y luego habló.
—Eso me recuerda... — tomó un estuche redondo que estaba a su derecha y lo pasó de lado, luego lo abrió dejando ver su escudo medio roto.
—Deberíamos repararlo. — dijo Isaac.
—Eres el único que puede hacerlo, tú lo creaste.
—Puedo hacerlo, con mucho gusto, pero tomará tiempo.
—Tomate el tiempo que sea necesario, a final de cuentas quién lo usará serás tú.
Isaac miró a James seriamente después de decir esas palabras.
—¿De qué hablas?
Ma
—Ahora te pertenece, Isaac. — James se levantó de su asiento y colocó una mano en el hombro del castaño.
—Cuando el mundo mágico necesite ayuda, sé que estarás ahí para defenderlo y liderando a un nuevo equipo que te ayude en tu misión.
—Imposible James, los equipos se están destruyendo...
—Entonces puedes hacerlo solo, ¿No? — dijo el pelirrojo mientras sonreía. — Suerte niño.
—James yo... — el castaño se giró para mirar al hombre frente a él. —... gracias, me esforzaré.
—Lo sé, por eso es tuyo. — contestó nuevamente.
El pelirrojo se dirigía hasta el campo de Quidditch del pueblo, donde Erin lo esperaba junto a Cayde.
—No pensé volver a verlos de esa forma, la última vez querían matarme los dos.
—Aún quiero matarte, hermanito, no creas que lo he olvidado.
—Ya madura Erin. — dijo el hombre de cabello largo mientras le daba un sape a la pelirroja.
—¿Están seguros de esto? — preguntó James.
—Es lo que él quiere, yo solo le doy la facilidad de hacerlo.
—Siento que no tengo nada más que hacer en este lugar.
—Puedes quedarte y formar tu familia, Cayde, ya es hora de que lo hagas.
—Quizá algún día, James, pero no ahora... no hagas nada estúpido hasta que vuelva.
—¿Cómo haría eso? Aquí el único estúpido eres tú. — contestó el pelirrojo, para después darle un abrazo a su amigo.
—Te voy a extrañar mucho.
—No hay de que preocuparse, todo va a salir bien.
—Ya ya, ¿Cuando se van a besar? — interrumpió Erin.
—¿No le darás un abrazo a tu hermano?
Erin hizo una mueca, sin embargo, aceptó la propuesta de James y le dio un abrazo.
—Lo siento por todo lo que pasó antes. — se disculpó la muchacha.
—Sé que no era tu intención, no tienes que disculparte.
Erin se apartó de su hermano y se acercó a Cayde, tomándole la mano.
» Cuídense mucho.
—Tú también, Cap. — dijo el castaño, para después desaparecer junto a Erin en un fuerte estruendo.
El mundo seguía su continuidad normalmente, los magos habían reparado Londres en muy poco tiempo y las actividades se habían restaurado siguiendo su curso normal, Tessa había sido encerrada en Azkaban mientras los entes fueron escondidos por James y Elías.
El resto de los Patengers vivía su vida normal, con nuevos empleos y nuevas vidas, recordando siempre a los magos caídos que dieron su vida por los demás.
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