Capítulo 24: Un sacrificio.
James se levantó luego de que el gigante lo lanzara contra el suelo, tomó con fuerza ambas armas con sus manos y comenzó a esquivar los golpes que la criatura le lanzaba. Cuando intentó golpearlo con el martillo, el gigante lo tomó del brazo y de un golpe lanzó el arma al suelo y después empujó al pelirrojo.
—Es suficiente. — dijo.
James se levantó y se protegió del feroz golpe que le lanzó el gigante con su arma, usando su escudo como protección. Comenzó a golpear fuertemente el escudo del pelirrojo hasta romperlo por la mitad y hacer que James cayera al suelo, sin más, con un último golpe lo mandó a volar por los aires.
Abril y Laia seguían batallando con Tessa, la cual se encontraba muy afectada y cansada. En una combinación de golpes, Laia la derrotó, dejándola en el suelo.
—Si te levantas, te rompo el cuello. — dijo la pelinegra, colocando su pie sobre el cuello de Tessa.
—La mayoría están derrotados, creo que ya ganamos esto. — dijo Abril, recibiendo una risa maliciosa de Tessa.
—Creo que tu esposo necesita ayuda. — dijo Laia.
—Yo me encargo.
Abril dejó ver aquellas luces rojas en sus manos, de repente dio un salto y con aquella magia se impulsó hacia donde estaba la pelea de James. Aquel gigante iba corriendo hasta donde estaba el pelirrojo para clavarle su arma y por fin deshacerse de él, pero la mujer pelivino se interpuso en su camino, desprendiendo luces rojas de todo su cuerpo.
—Sal del camino, bruja. — dijo el gigante.
—No te saldrás con la tuya. — contestó Abril.
La mujer comenzó a levitar y con sus manos desprendió parte del suelo para lanzarlas a su rival, quien las esquivó fácilmente. Con sus manos comenzó a lanzar ráfagas de magia a la criatura impactando algunas con éxito.
Elías y Mimi ayudaban a Paracelso, quitándole a los magos oscuros que tenía encima y lo ayudaron a levantarse.
—¿Todo bien? — le preguntó la pelirroja.
—Son mis últimas fuerzas, no puedo desperdiciarlas en derrotar a estos idiotas.
—¿Últimas fuerzas?
—La profecía que vimos en el ente del destino decía que al derrotar a Tessa, debíamos colocar los entes en nuevos objetos con mi ayuda. Así como los ayudé a absorberlos, al hacerlo perdí parte de mi energía, cuando los ayude a devolverlos perderé lo que resta.
Se hizo un pequeño silencio que luego rompió Elías.
—No nos falta mucho, Celso, pronto ganaremos.
—Me preocupa que haya sido tan fácil...
Elías volteó a ver a Mimi, la cual tenía una cara de preocupación.
Marckus, Maie, Cayde y Erin trabajan en grupo para derrotar a más magos oscuros, mientras que los demás Patengers se daban un pequeño respiro.
Abril seguía luchando contra el gigante, la criatura intentó clavar su arma en el cuerpo de la mujer, pero ella se protegió con la energía que desprendían sus manos. La pelivino aplicó fuerza y rompió el arma del gigante, hizo un movimiento con sus manos y envolvió en una especie de magia al gigante, lo levitó y comenzó a estrujarlo como si estuviera en una lata.
Tessa miraba la escena desde largo, aún con Laia presionando su cuello. En un rápido movimiento, tomó la pierna de la mujer y la lanzó al suelo, le dio un fuerte golpe en su rostro dejándola inconsciente y luego voló hasta el lugar donde estaba Abril, aturdiendola de un golpe.
—Vayan por ella. — ordenó Paracelso a Mimi y Elias, quienes obedecieron y corrieron hasta la mujer pelinegra. James se levantó y ayudó a Abril, al igual que Isaac y Bella, Laia se unió cuando despertó y se levantó del suelo. Eran los siete contra ella, pero la mujer pelinegra había tomado fuerzas suficientes para darle pelea a los Patengers.
—¡Estaba casi derrotada! ¿Cómo pasó eso? — se preguntó Bronce mientras observaba la pelea junto a su hermana.
—Es extraño... hay algo que le da fuerza. — contestó Maie.
Mientras unos peleaban y otros miraban, Arthur se levantaba aturdido del suelo tras los fuertes estruendos que se escuchaban en el lugar.
—Le están dando fuerza... — susurró.
Cayde ayudó al hombre a levantarse y preguntó.
—¿Quiénes o qué?
—Los chicos absorbieron los entes, pero eso también le da más poder a ella, mientras más cerca esté de un objeto o persona con el ente, más fuerza tendrá.
—Tiene sentido, está cerca de siete personas con cada ente. — dijo Erin que se encontraba al lado del castaño.
—¿Entonces que hay que hacer?
La conversación fue interrumpida gracias a una lluvia de encantamientos que cayó sobre la ciudad, provocada por un gran ejército de magos oscuros que se aproximaban a la pelea.
—¿En serio hay más? — preguntó Alie.
—Les dije que no sería tan fácil, ahora si es el final. — contestó Paracelso.
Aquellos magos venían de todas partes del mundo, habían sido reclutados por Tessa hace muchos años y aparecerían cuando más los necesitaran. Los Patengers los miraban acercarse desde la distancia con gran rapidez, Bronce notó algo raro al verlos.
—¿Eso son...?
—Sí, joven Stockman... la profecía lo decía.
Criaturas mágicas y magos oscuros que ya habían muerto también venían en ese grupo, en su forma fantasmal. Tessa derrotó a Bella e Isaac, pero aún tenía a cinco encima. Elías trató de dominar su mente pero la mujer bloqueó sus pensamientos, Abril usó todas sus fuerzas pero Tessa repelió todos los encantamientos que le lanzaban. Laia logró impactar un golpe en la mujer que le hizo perder el equilibrio, cosa que James aprovechó para impactarla con el arma de Alexander, lo cual envió a volar a la mujer por los aires.
—¡Es ahora o nunca! — exclamó Mimi, dispuesta a ir por Tessa para acabar con ella.
—¡Alto! — James tomó a Mimi de la pierna cuando la pelirroja intentó impulsarse hacia su rival con la fuerza del ente. — no lo hagas, mira al frente.
Los siete portadores de los entes observaron a aquel ejército acercarse con furia. Tessa se levantó y atacó a Isaac, quien cayó al suelo con un fuerte dolor en el pecho.
—Acercate y el próximo serás tú. — dijo la mujer, amenazando a Elías apuntandole al pecho.
—¿Qué le hiciste? — preguntó Abril preocupada por el muchacho, pues se movía con mucho dolor en el suelo mientras un aura blanca lo rodeaba.
—Los entes no les pertenecen, son míos. Así que le lancé un encantamiento para extraerlo con mucho dolor.
—Eres una hija de puta. — contestó Laia, quien encendió luces amarillas e intentó atacar a la pelinegra, pero ella fue más rápida y de igual forma impactó aquel encantamiento en Laia.
—¡No! — exclamó Abril.
Tessa intentó hacer lo mismo con Elías y Minerva, pero Abril movió rápidamente sus manos y bloqueó el encantamiento, luego atacó a la mujer teniendo éxito.
—Llevenlos con Hope y Margot, ahora. — ordenó el pelirrojo. Bella junto a Mimi llevaron a Isaac y Elías se encargó de Laia.
—Son muchos James... ¿Qué vamos a hacer? — preguntó la pelivino, preocupada.
James se quedó pensativo por un momento, tenía una idea en su cabeza. El hombre tomó la mano de su esposa y se dirigió hasta Paracelso.
—¿Algún plan, muchacho?
—Quizá tenga uno.
El ejército de magos oscuros se acercó lo suficiente, algunos ayudaron a Tessa a levantarse.
—¡Vayan por ellos! — exclamó.
—Celso, si sacamos el ente de nuestro cuerpo, podemos colocarlo en la varita, ¿No? — preguntó el hombre de escudo.
—Se puede, pero perderían un poco de fuerza.
—Esa fuerza puede ser reemplazada con la fuerza de la varita, si usamos los siete entes en ella podemos derrotarla.
Paracelso se quedó pensativo por un momento y luego asintió con su cabeza.
—Hagámoslo, solo tomen la varita y concéntrese, dejen que el ente recorra hasta ella. — dijo el anciano.
—Mimi la tiene. — dijo Abril.
—Alie, ve con Elías y Mimi, diles que transfieran su ente a la varita, lleva a Luis contigo, será de ayuda. — le ordenó James a la rubia.
—¡Sí Cap! — exclamó ansiosa, corriendo hasta ellos.
—Muchachos, tomen fuerzas de donde sea, se acerca una buena batalla. — dijo James.
El resto lo escuchó mediante aquel aparato que tenían en su oreja.
Alie había llegado a su objetivo junto a Luis.
—¡Elías, Mimi! — exclamó. — el tío James dijo que tomaran la varita y transfirieran el ente hasta ella.
—¿Qué? — preguntó Mimi. —¿Es posible eso?
—Con concentración si, entre más rápido mejor, yo les ayudo. — dijo Luis.
Mimi sacó la varita de su manga, Luis colocó su mano sobre la varita y le habló al grupo.
—Pongan sus manos sobre la mía, que las manos de Laia e Isaac también estén.
—Ellos aún no están al cien, señor Salvatore. — dijo Margot.
—Y si no sacamos el ente no lo estará... ¿Sabes lo que haces, Luis? — contestó Elías.
—Bueno, es mi primera vez... pero aprendí de Celso, así que solo hagan lo que les digo.
—Dios... — susurró Minerva.
Las pelirrojas pusieron su mano sobre la de Luis, quien sostenía la varita con fuerza, seguidamente la puso Elías, Hope y Margot ayudaron a que Laia e Isaac estiraran sus manos para completar el plan. Al hacerlo, Luis comenzó a conjurar algunos encantamientos.
—¡No dejen que termine de hacer eso! — exclamó Tessa, enojada.
Unos cuantos magos iban camino a ellos, pero Alexander y Loly se pusieron en su camino y comenzaron a pelear con ellos.
James y Abril estaban rodeados por magos, mientras más derrotaban, más aparecían para cerrarles el camino. Arthur apareció junto a Cayde para ayudar a la pareja, quienes ahora tenían vía libre.
—Gracias muchachos. — dijo James, tomando nuevamente la mano de su esposa para después correr hasta donde estaba Luis.
—Traidor... — susurró Tessa al ver a Arthur ayudando a los Patengers.
La mujer levantó su varita y lanzó un fuerte encantamiento hasta el grupo donde estaba Luis. Arthur intentó interponerse para que el encantamiento no llegara hasta ellos, pero un mago oscuro lo tomó de su capucha y lo tiró hacia el suelo. James y Abril seguían corriendo, rápidamente se detuvieron cuando un fuerte estruendo sonó, causado por una gran explosión frente a ellos. Tessa había impactado a Luis y a los demás junto a él y la varita de los entes rodó hasta los pies de la recién atacante, quien sonrió maliciosamente al recogerla. Paracelso miró a James desde la lejanía y luego le habló.
—Aún hay una manera... — dijo, a lo que James entendió a la perfección.
—Abril... no ha acabado. — dijo el hombre.
—Tiene la varita con cinco entes, James. No podemos contra eso.
—Controlas tu ente a la perfección, hagamos que se quede con cinco.
—¿De qué hablas? — preguntó la pelivino.
—Abril, tienes el poder necesario para sacar el ente de mi cuerpo y destruirlo. No podrá usar todo su poder si no tiene todos los entes.
—¿Te volviste loco? Si lo hago podría tocar más allá del poder del ente, afectaría tu don mágico e incluso podría matarte... ni lo pienses. — Abril apartó la mirada de los ojos de su esposo y miró al ejército frente a ella.
—Abril...
—Te dije que no, Sawyer.
—Escúchame Abby, no hay otra manera. — dijo el hombre, tomando a la pelivino de su barbilla para mirarla a los ojos. — sin importar que pase, tenemos que hacerlo.
—No me hagas hacer esto...
James le tomó la mano a su esposa y la colocó sobre su pecho.
—Hazlo, no lo pienses más.
Elías recuperaba su consciencia lentamente, levantó levemente su mirada y observó la situación.
El resto de Patengers trataban de alejar a los magos oscuros de James y Abril, siendo una orden de Paracelso.
Abril miró a James nuevamente, lentamente comenzó a encender una luz roja de su mano derecha en dirección al cuerpo del pelirrojo.
—Sí algo sale mal no me lo perdonaré. — dijo la mujer, mientras un par de lágrimas brotaban de sus ojos.
James sólo sonrió, comenzó a sentir el calor en su cuerpo cuando lo tocó aquella magia roja de su esposa, quien comenzó a hacer un gran esfuerzo para lograr lo que le habían pedido.
Alex, Arthur y Loly atacaban en conjunto a Tessa, pero la mujer se deshizo de ellos fácilmente, sin embargo, Mimi se había levantado y se unió a la pelea haciendo equipo con Bella y Luis.
El pelirrojo comenzaba a perder su fuerza, cayó de rodillas sobre el suelo mientras Abril dudaba en seguir.
—No te detengas, por favor... — susurró el hombre.
Tessa se deshizo de todos y cada uno de los que le bloqueaban el camino, teniendo vía libre para acercarse a Abril y James. Comenzó a lanzarles encantamientos los cuales la pelivino repelió con su otra mano. La mujer miró a James, quien se encontraba tranquilo y sin ningún tipo de dolor.
—¿Porque me hiciste hacer esto? — preguntó su esposa, entre lágrimas de rabia y tristeza.
Tessa se acercaba amenazante, la barrera que Abril había creado con su mano no era suficiente.
—¡Detente! — exclamó la pelinegra.
La pelivino había sentido como la magia que desprendía había tocado algo al fondo del pelirrojo, como si hubiera encontrado al ente en su interior. James notó su mirada indecisa y a Tessa acercándose más a la mujer.
—Abril... ¡Hazlo! — exclamó el hombre con coraje. Sin más, la pelivino tiró con su mano, causando una ligera explosión en el lugar haciendo que los presentes salieran por los aires. El ente había salido del cuerpo del pelirrojo, pero en vez de ser destruido, huyó con gran rapidez como si se tratase de una snitch dorada.
—Lo hizo... — susurró Paracelso mirando todo desde lejos.
James se encontraba sin fuerzas, el escudo que portaba colgaba de su mano izquierda, pues no tenía nisiquiera la fuerza para sostenerlo levemente. El hombre se recostó sobre una pared, sintiéndose cansado.
—¡James! — exclamó Isaac, quien se había recuperado levemente. — ¿Estás bien? — preguntó el castaño.
El hombre miró fijamente a los ojos al castaño, asintió con su cabeza con las pocas fuerzas que le quedaban.
—¿James? — se escuchó la voz de Laia, acercándose a su amigo junto a Erin mientras Abril se acercó corriendo.
—James, ¿Me escuchas? Hey... lo lograron, destruyeron el ente, aún podemos ganar. — dijo Isaac al hombre frente a él. — ¿Me escuchaste? — preguntó al notar la mirada pérdida del hombre de ojos verdes.
—Isaac... ven. — dijo Laia, levantando al muchacho mientras el mismo derramaba un par de lágrimas. Abril se agachó para estar a la altura de su esposo.
—Te dije que nos costaría caro. — le dijo entre llantos.
—Sólo me arrepiento de no haber pasado el tiempo suficiente con mi familia. — dijo James en un pequeño susurro, con una sonrisa y mirando a su esposa.
—Rojito... si tienes que irte lo entenderé, haz peleado suficiente. Nosotros estaremos bien, tú ya puedes descansar. — dijo Abril, tomando las manos del pelirrojo.
Elías se acercó al lugar y miró la escena, donde Laia e Isaac derramaban unas cuantas lágrimas.
—¡Ya era hora! — exclamó Tessa, quien lanzó un potente encantamiento hacia el lugar de los hechos, todos salieron volando por el aire, cayendo al suelo de golpe. El cuerpo del pelirrojo rodó un par de metros y luego quedó inmovilizado en el suelo.
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