Capítulo 13: La Diadema de Ravenclaw

Había amanecido, los Patengers se encontraban sentados en la sala de reuniones del Departamento, todos guardando silencio, compartiendo algunas miradas de tristeza y angustia. Los aurores se encargaban de resolver el problema que Tessa y los magos oscuros habían causado hace unas horas atrás. El Ministro de Magia prohibió a los Patengers ayudar en el caso, pues para él, ellos eran los culpables. Un equipo de rescate de los bomberos muggles se encargaba de buscar los cuerpos de las víctimas bajo los escombros, entre ellos, el cuerpo de Adela.

—¿No quieren... un té? — preguntó Alie, rompiendo el silencio.

—Sería perfecto. — contestó Jason.

—Perdimos a dos, uno nos traiciona... esto es una mierda. — dijo Luis, cruzando sus brazos.

—¿Paracelso y Mirabilis siguen buscando a Isaac y Arthur?

—Según escuché, encontraron varios cuerpos con vida. El niño podría estar ahí. — Contestó Minerva.

—Ojalá... — susurró Abril.

Laia miró a Elías, quien cruzaba sus brazos y movía sus pies desesperadamente.

—Ciego, ¿Quieres un té? — dijo Alie de forma amable. El hombre de lentes negó con su cabeza.

El Ministro de Magia entró a la sala de reuniones de los Patengers, colocó un pergamino con varias firmas importantes. La mayoría de Ministros de otros países habían firmado el pergamino, junto a los directores de algunas escuelas importantes de magia. Y por supuesto, el Ministro Muggle.

—¿Qué es esto? — le preguntó Maie al Ministro.

—A partir de hoy, operarán con poder limitado. Ninguno de ustedes investigará o realizará alguna operación, misión o situación sin permiso de todos los Ministerios de Magia del mundo mágico.

—¿Qué? ¿Te volviste loco?

—Más respeto al Ministro.

—Señor Ministro, con todo respeto, el departamento fue creado especialmente para evitar cosas peores de las que ocurrieron hoy. Si no hubieras intervenido, este lugar hubiera sido tomado por esa bruja loca y usted ya no estaría al mando. — contestó Laia, poniéndose de pie.

—Lean el pergamino y que la jefa firme cuanto antes. Si no lo hace en las próximas veinticuatro horas, todos ustedes estarán fuera de este lugar. ¿Quieren conservar sus trabajos? Ahora seguirán mis reglas. — sin decir más, el hombre se giró y salió de la sala.

—Idiota. — susurró Bronce.

—Genial, ahora si se fue todo por el caño. Sin apoyo para intervenir, causamos un desastre y una loca está en busca de los siete entes mágicos, si no es que ya los tiene todos excepto el orbe.

—Hagamos un repaso, tiene la piedra filosofal y la otra cosa, la mano de Agrippa. — dijo Laia.

—Salud. — soltó Mimi, interrumpiendo a la mujer.

—¿Y la diadema que entregó Agatha?

—No sé, no la vi en esa varita que tenía.

—Hablemos de la varita, ¿Qué es? — preguntó Ruth.

—Parece una varita especial, hecha para encapsular y soportar el poder de cada ente en cada ranura. — contestó Marckus.

—Tiene dos entes, nosotros tenemos tres. El orbe, el collar de Mimi y el reloj de Elías, si conseguimos la varita, podemos derrotarlo fácilmente. — interrumpió Alex Grindelwald.

—No es tan fácil, Grindelwald. —Elías entró a la conversación. —se necesita de una capacidad muy poderosa para portar siete entes alquímicos.

—Es verdad, si portas todos aún en un objeto sería peligroso para el mago. Tessa debe tener una práctica excepcional para poder ser portadora de dos entes al mismo tiempo. — siguió Luis.

—Paracelso dijo que tenía un conocido con un ente, si sacamos las cuentas, nos hace falta uno, que sería la diadema que entregó Agatha.

—¿Pero porque Tessa no la tenía? — preguntó Abril.

—Leí en un libro que la diadema proviene de los Ravenclaw. Pero para no levantar sospechas, la trasladaron a una familia, los Prince. — dijo Luis nuevamente.

El grupo miró a Maie, pues era la única Prince presente o eso pensaban.

—¿En serio creen que sé dónde está? — dijo la pelirroja en su defensa.

—La diadema que dio Agatha es falsa, tal vez si la contactamos nos diga dónde está la verdadera.

—No hace falta. — dijo un hombre que recién entraba a la sala.

El grupo lo miró, quedando perplejo, haciendo incluso que algunos se levantaran de sus asientos.

—Chicos, James Sawyer, James, los chicos... ya se conocen. — dijo Mccall, quien acompañaba a James. — Muchachos, hace unos días, James fue encontrado congelado en el mar, del lado Canadiense. Fue reportado con el MACUSA, la misión me la dieron a mi y bueno, me encontré este tesoro. James y Cayde se encargaron de la situación en Rumania.

Laia miró a su esposo, aún impactada.

—Espera espera, ¿Los muertos están reviviendo? ¿Hablas de Cayde Nott? — preguntó Alex.

—Cayde está vivo, al igual que yo. Sé que es confuso y además, inesperado, pero aquí estamos. Respecto a la diadema, Luis tiene razón, la diadema fue entregada a los Prince, pero ellos decidieron no hacerse cargo, por lo que le dieron la responsabilidad a la familia más cercana.

—Los Sawyer... — susurró Abril.

—La diadema es resguardada con la última de las Sawyer de linaje puro. Sam le hizo creer a los demás que Agatha la tenía, pero no fue así.

—Pasa de generación en generación ¿No? ¿Quién la tiene?

—La última persona que tocó esa diadema... no sé dónde está.

—Yo sí. — a las espaldas del grupo, Isaac Thargot apareció. —¿James? — susurró.

El castaño se acercó para darle un pequeño abrazo a la persona que veía como su padre.

—Niño, ¿Qué te pasó? — preguntó el pelirrojo al ver las heridas en el rostro del muchacho.

—Luego puedes preguntarle. ¿Quién tiene la diadema y dónde está? — preguntó Marckus.

—Erin la tiene. — contestó James.

—Enviaré una carta, no estoy seguro de si alguien que conozco está con ella, pero es probable. — dijo Isaac.

—Hazlo. — le ordenó Abril.

Algunos del grupo aprovecharon la situación para acercarse a saludar a su viejo amigo. James intercambió una mirada con Abril y luego notó a Elías callado, mientras Mimi le daba una taza de té.

—Hey... — dijo el hombre, acercándose al trío. —Escuché lo de Adela y yo... lo siento. Me hubiera gustado poder ayudar.

—Ya que, ya sucedió. — dijo Elías, secamente.

—¿Cómo estás? — preguntó James a su esposa.

La mujer pelivino se sentía confundida, sobre si estaba hablando realmente con James después de trece años sin saber de él. La chica se quedó en silencio. Isaac había vuelto con la carta, la entregó a la lechuza que esperaba en la ventana para después emprender su vuelo.

—Sabes algo, Isaac, no te vi reclamándole a James por abandonar el grupo cómo lo hiciste con Mimi y conmigo. — dijo Elías, colocando la taza de té en la mesa y levantándose de la silla.

—Lo de James no fue intencional, no es como que quisiera quedarse bajo el hielo al propio.

—¿Y crees que lo nuestro fue intencional? ¿Crees que queríamos dejar al grupo solo porque sí? Teníamos nuestras razones, niño. Estabas tan emocionado de ser un miembro del equipo que no viste que los antiguos estábamos cansados de pelear. Porque si, tuvimos bastante tiempo, mucho antes que tú, muchas más peleas antes de que tu y los demás nuevos llegaran.

—Elías, tranquilo. — dijo James, tratando de calmar a su amigo.

—No me quedaré tranquilo Sawyer, no tienes ni idea de lo que pasó anoche, porque claro, te gusta trabajar para ti solo. Nosotros hicimos sacrificios y para nada.

—Sé que fue difícil, Elías, entiendo que esta sea tu forma de sacar la presión de adentro.

—No es mi forma de sacar lo que llevo dentro, es mi forma de decirte las cosas en la cara. ¿Recuerdas Chipre? ¿Recuerdas lo que nos dijiste cuando creíamos que perderíamos?

James se quedó en silencio, pues su memoria aún no estaba al cien por ciento.

»Alguien dijo que nos vencerían, pero tú dijiste "nos vencerán juntos entonces". Y adivina que, "Cap", ya sucedió, ya pasó, ya nos vencieron y no estuviste ahí.

—No nos han vencido del todo, Elías. ¿Dónde está el grupo que no se rendía?

—Desapareció, cambió, pero como vas a saberlo, abandonaste el barco antes de que zarpara. Ya no tenemos nada para ti, Sawyer. No tenemos equipo, ni misiones, ni estrategias, nada, ni confianza en ti, mentiroso. ¿Sabes que? ¿Porque no tomas esto... — Elías tomó el reloj de la familia Prewett y lo chocó en el pecho del pelirrojo, quien tomó el reloj. —... y buscas a Tessa? La derrotas tú solo o con tu amigo Cayde, como sea, así... así pueden salvarnos ahora...

—Elías, ya es suficiente. — dijo Bella, acercándose a su tío.

—Estoy bien, estoy... bien. — dijo el hombre de lentes, para después caer desmayado en el suelo. James, Bella y Marckus ayudaron al hombre a levantarse, Hope lo trasladó a la enfermería con ayuda de Maie.

—¿Estás bien? — preguntó Luis a James.

—Yo... — susurró el pelirrojo, mientras miraba el reloj de Elías. —...creo que esto es de él. — continuó, para después entregar el reloj a Bella.

—Muchachos, continuando con el tema, ¿Qué haremos con los entes? — preguntó Minerva.

—Tenemos tres, cuatro si Paracelso ayuda con el que tiene su amigo. Si encontramos la diadema nos haremos de cinco, con eso podremos derrotar a Tessa, ¿No? — dijo Laia.

La conversación fue interrumpida por la lechuza de Isaac, quien traía la respuesta de su carta.

—Erin está con él... — dijo el castaño, mirando a James.

—Ya tenemos la diadema, contacten con Paracelso y busquen el último. — dijo Abril.

—Yo iré por la diadema, llévame con tu contacto, Thargot. — dijo Marckus.

—Alto, no puedes ir solo, Erin no le dará la diadema a alguien que no le cause confianza.

—Sí bueno, tú le causas tanta que te dejó congelado en el mar Canadiense.

James miró a Mccall seriamente, pues era el único que sabía la historia completa.

—Entonces iré contigo. — sugirió el pelirrojo.

—Olvídalo Sawyer, no estás en condiciones.

—Marckus, James debería acompañarte. Después de todo, es quien sabe más sobre la diadema. — dijo Loly, levantándose de su asiento.

—Puedo encargarme de esto.

—No has cambiado nada, Potter.

—Oh, genial, ahora se trata de mi.

—Perdón, ¿Qué no lo es siempre? — contestó James.

—Escucha Sawyer, ya Elías te metió en suficientes problemas, no quiero seguir la lista.

—¿Y desde cuándo crees que me importa lo que opinen los demás?

—Dios, aquí vamos de nuevo. — susurró Mimi.

—¿Porque quieres ir? ¿Quieres que tu querida hermana te deje en el hielo nuevamente para huir de los problemas y despertar cuando termine esto?

—Vuelve a mencionar lo que pasó, Marck y te juro que...

—¿Qué juras? ¿Abandonar a tu familia nuevamente? Qué patético, Sawyer. Fuiste el experimento de un hombre maniático a punto del colapso que asesinó a dos de tus amigas, nada te hace especial.

Marck intentó darse la vuelta, pero James lo tomó del brazo. Marck empujó la mano del pelirrojo para que lo soltara.

—No vas a ir sólo. — dijo James.

—¿Ah no, tú lo vas a impedir?

—Saca tu varita y averígualo.

—No me da miedo atacar a un iceberg.

—Saca tu varita.

Abril, cansada de la discusión, se acercó a ambos y los separó.

—¡Ya basta! Llamaré a Samantha y Agatha y ellas irán por la diadema. El resto tome un descanso y tú te quedas acá. — dijo esto último señalando al pelirrojo.

El resto del equipo salió de la sala, dejando a solas a James y Abril.

—Lo siento, me dejé llevar. — le dijo el pelirrojo a su esposa.

—James, no sabes cuánto me alegro de verte. Pero escucha, hemos perdido mucho estos últimos años, te creímos muerto, tus hijos te creen muerto y te recuerdan cada navidad, cada cumpleaños.

—Sé que es difícil...

—No he terminado. — dijo la pelivino. — No puedes aparecer de la nada después de trece años y darle órdenes a Marckus, primero porque sabes como es y segundo, yo soy la líder acá. Tú decidiste retirarte y no ayudarnos, pero cuando te llamaron para una misión del MACUSA accediste, haciéndonos a un lado. ¿Crees que eso está bien? — preguntó la chica.

James sólo la miró y luego apartó su mirada.

» Trata de pensar que le vas a decir a tus hijos cuando te vean. Yo tengo cosas que hacer.

Abril salió de la sala, dejando a James solo. Laia vio a la pelivino caminando rápidamente hasta su oficina.

—Toc Toc... — dijo Laia, entrando a la sala de reuniones donde estaba James.

—¡Hey!

—Tranquilo rojo, no vengo a pelear contigo, creo que ya tuviste suficiente.

—Opinamos igual.

Laia se acercó a darle un abrazo a su viejo amigo.

—Me alegro de verte y de que estés bien. — dijo la muchacha, sonriendo. — iremos a comer algo mientras esperamos a que encuentren el cuerpo de Adela, ¿Quieres venir?

—Me muero de hambre, vamos. — dijo el pelirrojo.

Bella, Luis y Mimi estaban en la enfermería esperando alguna noticia de Elías. Maie salió de la habitación y caminó hasta sus amigos.

—Hope le dio un sedante, es posible que duerma hasta mañana. Su colapso fue gracias a una herida que tenía en su espalda y bueno, el afecto emocional.

—¿Estará bien?

—Sí sí, solo necesita descansar.

—¿Vamos por algo de comer? — preguntó Maie a sus amigos, los cuales asintieron y se dirigieron con el resto de Patengers. 

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