Capítulo 10: Unidos
Abril, Luis y Laia habían seguido la voz por aquel pasadizo, cuando salieron del mismo miraron a Elías, siendo prisionero de un mago enmascarado totalmente de negro.
—¡Elías! — exclamó Laia.
—No te acerques... tiene el orbe. — contestó el hombre de lentes.
—¿Quién eres? — preguntó Abril al mago.
A las espaldas de los muchachos, un pequeño grupo de magos oscuros apareció.
—¿Cómo entraron acá? — preguntó Laia.
El mago que tenía acorralado a Elías lo soltó, se sacó su máscara y miró a los presentes.
—Es un gusto volver a verte, sobrina querida. — dijo.
Aquel hombre miró a Laia con una sonrisa maliciosa mientras la muchacha se ponía roja de la furia.
—Tú no eres tío mío.
—Tiene razón. — se escuchó una voz y un hombre pelinegro se colocó al lado de aquel rubio. — yo sí lo soy. — continuó, para después darle un fuerte golpe en la cara haciendo que cayera al suelo. Marckus Potter sacó su varita y comenzó a atacar a los demás magos oscuros con ayuda de sus compañeros.
—¡Buena aparición épica! — exclamó Elías a Marck mientras peleaban hombro a hombro.
—¿¡Años sin vernos y es lo primero que me dices!? — contestó el pelinegro con una sonrisa.
El túnel que cavaba Adela junto a Maie y Bronce fue exitoso. El trío logró salir del agujero, se encontraban en una habitación lo suficientemente pequeña para que Bronce sintiera un poco de claustrofobia.
—Tranquilo Bron, pronto saldremos de acá. — dijo Adela para tranquilizar al castaño.
—¡Hey! ¿Escuchan eso? — preguntó Maie.
El grupo hizo silencio para escuchar lo que al parecer era una batalla debajo de ellos.
—Son encantamientos, alguien está peleando. — dijo Bronce.
—¿Serán los chicos? — preguntó Maie.
—Sólo lo sabremos de una forma.
Adela apuntó al suelo donde se encontraba parada, concentró su flujo mágico en la varita y conjuró.
—¡Bombarda Máxima! — exclamó, haciendo que el suelo se destruyera por completo.
La pelinegra cayó de pie en el piso de abajo, encontrándose de frente con un par de magos oscuros a los cuales acuchilló con la daga que guardaba en la manga de su suéter. Maie y Bronce se unieron a la batalla para ayudar a sus amigos.
Isaac había seguido a Hope hasta el fondo del bosque, cualquier otra persona se habría perdido, pero el castaño conocía el bosque como si fuera la palma de su mano, pues ya sabía dónde estaba.
—Mierda... — susurró, para después seguir corriendo hasta encontrar una pequeña cabaña.
Con su varita en mano entró, aunque la cabaña era pequeña por fuera, por dentro era una mansión. El lugar estaba a oscuras, Isaac utilizó su varita para iluminar el lugar y vio algunas paredes agujereadas por unas grandes garras.
» ¿Flamel? — dijo el chico con una voz tímida. —¿Estás acá?
La respuesta que recibió el chico fue un fuerte empujón por parte de un hombre lobo a sus espaldas. Isaac cayó al suelo y se giró inmediatamente, aquel lobo era Lewis.
—¡Isaac! — exclamó Hope a las espaldas del lobo.
—¡Vuelve con Loly y Arthur, yo me encargaré! — respondió el castaño.
Se puso de pie, empuñó con fuerza su varita y apuntó al lobo, causándole varias heridas después de conjurar algunos encantamientos. Lewis, furioso, se abalanzó sobre el chico haciendo que la varita cayera de sus manos, en un intenso forcejeo Lewis logró rasgarle la cara al muchacho con una de sus garras. Isaac, con un poco de dolor lanzó una patada sacándose de encima al hombre, se tiró a por su varita y la tomó, apuntó al lobo con furia y conjuró.
—¡Expulso!
Lewis en su forma de lobo salió expulsado por los aires, rompiendo una de las paredes de la cabaña, se clavó una estaca en su espalda y cayó al suelo casi moribundo. Isaac aprovechó la oportunidad para buscar a Flamel. Buscó por varias habitaciones hasta encontrar una donde Nicholas se encontraba sobre el suelo, medio desmayado.
» ¡Señor Flamel! — dijo Isaac, mientras se acercaba corriendo al anciano.
—Se la llevaron... — dijo el anciano.
—¿Se llevaron la piedra? — preguntó el castaño.
El anciano asintió con su cabeza.
» Bien señor Flamel, quédese aquí, iré por ayuda.
Isaac corrió de inmediato hasta la salida para buscar a Hope, Loly y Arthur.
La situación en Francia estaba bajo control, los Patengers habían capturado a los magos oscuros mientras los sanadores del Ministerio Francés se encargaban de los civiles heridos.
—¿Cómo nos encontraste? — Preguntó Mimi a Bella, mientras caminaban por el lugar.
—Tengo contactos en Francia, estaba cerca.
—Luis me dijo que estabas en Londres...
La pelirroja miró a su amiga y sonrió.
—Le dije que mintiera... no es personal, solo necesitaba despejarme un poco, sé que lo entiendes.
—¡Claro que si! — exclamó la rubia. — quien mejor que yo.
Ambas chicas sonrieron. Giah se acercó junto a Jason y habló.
—Mimi... ¿Puedo llamarte así, no? — preguntó la pelinegra con un poco de timidez.
—Claro que si.
—Los aurores de Francia se harán cargo de los magos oscuros. Jason y yo creemos que debemos ir con los chicos en Inglaterra...
—Y tienen razón. ¿Nos acompañas, Bella?
La pelirroja asintió.
—Será un gusto volver a las andadas. — contestó con una sonrisa.
Sin más, el grupo de magos británicos desapareció del lugar para aparecer a un costado del Ministerio de Magia en Inglaterra.
—Laia dejó este mapa para ubicarnos en caso de que vinieramos primero que ellos. — dijo Alie, mientras sacaba un pergamino de su bolsillo.
—Sigamos el camino, iré por unas escobas. — dijo Jason.
En Rumania, Cayde tenía la situación bajo control con los dragones, mientras James había derrotado a todos los magos oscuros presentes en el lugar. Mientras el chico Nott intentaba regresar a las criaturas a su hábitat, el pelirrojo torturaba a uno de los magos para sacarle información.
—Esto te dolería menos si colaboraras. — dijo el hombre de ojos verdes, mientras se agachaba para poner su rodilla sobre la columna del mago.
—Antes muerto... — contestó con dificultad para respirar.
El hombre comenzó a sentir calor en su brazo hasta cierto punto que comenzó a sentir que se quemaba.
—Te recomiendo que hables, ahora.
—¡Tessa Whitney vendrá por ustedes! — exclamó con dolor. — ¡los hará pagar por arruinar sus planes! — continuó.
—¿Quién es Tessa Whitney?
—Mi salvadora... la mujer que los hará sufrir. Hombres de fuego, mujeres de hielo, tipos con manos brillantes ... ella restaurará el orden en el mundo mágico y eliminará todo lo anormal en esta tierra.
—¿Mujeres de hielo? — preguntó curioso el pelirrojo.—¿Dónde viste a una mujer de hielo?
—No muy lejos de acá, pero ella a huido, como lo cobarde que era.
—Fuiste de ayuda, más de lo que pensaba. — contestó James, para luego dejar inconsciente al hombre con un fuerte golpe en su nuca. El pelirrojo se levantó, guardó su escudo en la espalda y a la distancia miró a Cayde controlando perfectamente a las criaturas.
—Tranquilos, todo estará bien muchachos. Prometo traerles algo pronto con una gran amiga. — les susurraba el castaño a los dragones.
—¡Oye Cay, si ya terminaste es hora de irnos! — exclamó James desde largo.
—Nos vemos.
Cayde se agachó para tomar su escoba, comenzó a correr y luego se subió a ella.
» ¡Apuesto a que llego al Ministerio más rápido que tú! — exclamó el castaño, retando a su amigo, quien solo sonrió.
La pelea en el edificio de los Ingstad era cada vez más intensa, tanto algunos Patengers como magos oscuros ya estaban un poco cansados. Maie se encontraba tras una pared junto a Laia y Abril, mientras Marckus trataba de reanimar a Bronce con apoyo de Elías y Luis. Adela por su parte trataba de conseguir el orbe a toda costa.
—¡Hay que ayudar a Adela a conseguir esa cosa y que salga de acá! —exclamó Laia mientras devolvía algunos encantamientos a sus rivales.
—¡Tengo una idea, pero necesitaré que me cubran! — respondió Abril.
Maie y Laia asintieron ante el pedido de la pelivino.
» ¡Primero hay que alejar a los chicos de ahí y hacer que los magos oscuros se coloquen bajo ese techo!
—¡Ya capto la idea, yo me encargo de llevar a los tipos hasta allá! — dijo Laia entre gritos. La mujer de tez oscura guardó su varita y comenzó a correr hasta donde estaba un grupo de magos oscuros. La mujer se acercó lo suficiente para arrebatarles la varita y comenzar a golpear con agilidad a los hombres.
—¡Marckus, salgan de ahí! — exclamó Maie a su esposo desde la distancia.
Luis se encargó de cargar a Bronce y correr hacia un lugar seguro. Uno de los magos oscuros perdió el control y comenzó a atacar a sus compañeros, dejando a varios heridos de gravedad.
—¿Es de los nuestros? — preguntó Maie.
—No, solo es Elías jugando con su mente. — contestó Luis, mientras colocaba a Bronce en el suelo.
El hombre de lentes se encontraba escondido tras una piedra, haciendo exactamente lo que el pelinegro recién aclaraba a su amiga. Laia llevó a los magos hasta donde Abril había pedido, la mujer siguió peleando con ellos hasta cansarse, justo lo que Abril necesitaba.
Los ojos de la pelivino cambiaron de verdes a un color rojo escarlata, levantó ambas manos concentrando su flujo en ellas. Desde la distancia sacó a Laia de la trampa, mientras que con una de sus manos hizo caer una gran roca sobre los magos tenebrosos.
—¡Bien hecho Abby! — exclamó Laia.
Adela había derrotado a la mayoría de magos, su objetivo ahora era atacar a aquel hombre que tenía el orbe en sus manos. Corrió hasta él esquivando sus encantamientos, pero cuando se acercó lo suficiente fue enviada al suelo por una fuerte patada del hombre. Los demás se acercaron hasta el hombre y comenzaron a atacarlo, pero era bastante diestro, siendo Marckus el único capaz de darle una digna pelea con magia, sin embargo, también fue derrotado. Laia corrió hasta aquel hombre rubio, comenzando una pelea cuerpo a cuerpo con él.
—No sabía que eras tan buena. — dijo el rubio mientras esquivaba las patadas de su sobrina.
—Lo soy, no gracias a ustedes.
—Acéptalo, Laia. Si sabes luchar así es por la sangre Ingstad que llevas dentro.
El rubio usó la charla de distracción, pues en un rápido movimiento tomó a Laia del brazo, aplicándole una llave y dejándola indefensa.
» Podría quedarme aquí hasta que lo admitas, pero seria una perdida de tiempo. Ahora tú y tus amigos váyanse de acá o lamentablemente pagarán las consecuencias.
—No nos iremos sin ese orbe. — dijo Elías mientras se ponía de pie. — Y otra cosa, "amigo", no le tememos a tú jefa.
—Habla por ti mismo... — susurró Bronce.
El hombre rubio sonrió maliciosamente.
—Tienen valor, serían útiles de nuestro lado, además, si ya tenemos a uno de ustedes... ¿Porque no a los demás?
—¿A uno de nosotros? — preguntó Abril.
—Así es, señora Wood. ¿O acaso Arthur Roberts es de confianza para usted?
—Lo sabía... — dijo Elías.
—Te equivocas, Arthur no nos traicionaría.
—Lamento informarte que ya lo hizo, querida sobrina.
Aquella conversación se tornaba interesante, pero fue interrumpida por un pequeño kneazle pelirrojo que se abalanzó sobre el rubio, rasguñandole la cara provocando que soltara a Laia y al orbe de su mano.
—¡Lo tengo! — exclamó Jason.
—¡Llegaron! — soltó Maie.
El rubio tomó del cabello al kneazle y lo tiró a los pies del grupo rival. Cuando Bronce intentó tomarlo, la criatura adoptó su forma humana, dejando ver a la pelirroja de ojos verdes.
—Fue divertido mientras duró. — dijo la chica.
—Definitivamente mis amigos tienen las apariciones más épicas. — dijo Elías, mirando con una sonrisa de orgullo a su sobrina.
El rubio se levantó del suelo junto a sus aliados. Más magos oscuros se hicieron presentes en el lugar decididos a acabar con los Patengers.
—Bueno, señor Prewett... eso no es nada. ¡Ahora! — exclamó Jason, para que Mimi apareciera volando en su escoba junto a Alie, Giah y Ruth, las cuales atacaron a los magos que recién llegaban a la batalla.
—¡Matenlos! — exclamó el rubio con furia para después ser impactado por un encantamiento combinado entre Elías y Marckus. Jason entregó rápidamente el orbe a Adela, acción que notó Abril.
—¡Elías, Marckus, protejan a Adela, tiene que huir de aquí! — exclamó la pelivino.
Elías y Marck corrieron con la pelinegra, mientras el grupo soportaba el ataque de los magos oscuros, los cuales eran mayoría. Minerva saltó de su escoba cayendo de rodillas sobre el estómago de uno de los magos, de repente se vio rodeada por un grupo de los mismos. La rubia sonrió, se puso firme y habló.
—Yo no quería usarlo... pero está bien, que sean los primeros que lo prueban.
Los magos tenebrosos se miraron entre sí, confundidos. Mimi levantó sus manos y aturdió a los magos sin necesidad de usar una varita.
—¿Cómo hizo eso? — preguntó Alie, quien la miraba desde lejos.
—Celso y Mirabilis dijeron que Elías y Mimi poseían un ente, quizá lo está usando. — contestó Luis.
Mientras el grupo peleaba con los magos tenebrosos, aquel hombre rubio corría tras Adela, Elías y Marckus, en busca del orbe.
—Se está tardando demasiado. — dijo Marckus, mientras creaba una barrera para protegerse del encantamiento recién lanzado por el hombre Ingstad.
—¿Quién se está tardando? — preguntó Elías.
—Dale tiempo, si resistimos aquí podrás observarlo.
El cansancio acumulado se comenzó a notar en el grupo, algunos fueron derrotados instantáneamente cayendo al suelo sin su varita, otros ponían resistencia, pero estaban al borde de la derrota. Un fuerte encantamiento en conjunto de los magos oscuros lanzó al resto de Patengers que estaban en pie al suelo, quizá ya estaban derrotados.
—Rindanse, ahora. — dijo uno de ellos, mientras todos les apuntaban con sus varitas.
Una luz sofocante se hizo presente en el lugar, el mago que recién habló fue impactado por un objeto contundente en forma de hacha. El objeto siguió golpeando a una gran cantidad de magos oscuros, dándole tiempo a los Patengers de ponerse de pie y seguir peleando. Luego de golpear varios rivales, el objeto regresó hasta la persona que lo había lanzado, dejando ver a Alexander Grindelwald, quien tomó el hacha con su mano derecha transformándose en su varita.
—¡Ese maldito desgraciado es mi hermano! — exclamó Mimi con orgullo.
Alex, rodeado de unos cuantos rayos, corrió para atacar a los magos oscuros con ayuda de los demás Patengers, volviendo a la pelea nuevamente.
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