Capítulo 1: Misión Completada.
En un bosque nevado, muchos hombres con varitas vigilaban un gran edificio, el cual estaba algo en ruinas. Un grupo de hombres cargaban a una mujer, con una bolsa en la cara y totalmente inconsciente.
—Llevenla dentro, pronto vendrá la jefa. — dijo un hombre con el cabello rubio y largo hasta los hombros.
—Entendido, señor.
Una gran cantidad de dementores custodiaba los alrededores del edificio. Las criaturas rondaban constantemente por el bosque, causando conflictos con los guardias.
—Siento a los dementores más inquietos que nunca, ¿pasará algo? — preguntó un guardia a su compañero.
—Por mí pueden alejarse de aquí, malditas criaturas.
Un silencio se hizo en el lugar, hasta que un fuerte estruendo lo interrumpió.
—¿Qué demonios fue eso? — preguntó el hombre rubio.
Los dementores comenzaron a huir, nadie sabía el porqué, hasta que notaron una gran luz blanca en forma de dragón que perseguía a las criaturas oscuras. Varios encantamientos cayeron del cielo, impactando en muchos de los guardias.
—¡Ya saben el plan, saquenla a ella primero! — exclamó una mujer pelivino, mientras peleaba contra un tipo alto pero tonto.
—¡Yo me encargo de la puerta! — gritó Isaac algo tarde, pues Adela ya había hecho explotar la puerta con un encantamiento.
—Lo siento niño, te gané. — dijo la muchacha, sonriendo maliciosamente.
Isaac y Adela se adentraron en el edificio para rescatar a aquella muchacha pelinegra recién secuestrada.
Mientras tanto, aquel hombre rubio trataba de huir del lugar, pero una mujer pelirroja lo interceptó.
—Me ordenaron que debo atraparte, creo que lo haré. — le dijo la pelirroja.
El hombre sonrió, su respuesta fue empuñar su varita y atacar a la mujer. Ruth Strigoi repelió algunos encantamientos, pero el hombre era bastante diestro en la magia. En un acto de distracción, la mujer le arrebató la varita y comenzó a enfrentarlo como mejor sabía. Trató de impactar varios golpes en la cara del hombre, pero para su sorpresa, también sabía defenderse al estilo muggle y muy bien. El hombre le aplicó una llave en el brazo, girando a la chica, para luego hablarle.
—Han cometido un error grave al venir acá, ella los encontrará y los asesinará antes de que su grupo de insignificantes amigos puedan decir una palabra.
El hombre soltó a la pelirroja y en un rápido acto desapareció del lugar, dejando a Ruth en el suelo.
—Imbécil... — susurró.
Abril había derrotado a todos los guardias de afuera con ayuda de Laia y Hope.
—Bien hecho muchachas, buen trabajo.
—Gracias, esposa mía. — contestó Laia, con una sonrisa.
—Deberíamos ir a ayudar a los demás.
—¿Quién vigilará la entrada? — preguntó Hope.
—Giah y Jason lo harán, vamos. — contestó Abril.
Las tres mujeres se adentraron en el lugar, mientras más lo hacían, veían a más hombres tirados en el suelo.
—¡Hey, no entren! — escucharon decir a Isaac desde una habitación. Laia abrió la puerta y vieron a Adela paralizada en el suelo. El causante tenía a Isaac de rehén, con su varita sobre el cuello del castaño.
—Aléjense de aquí o ambos se mueren, la pelinegra incluida. — dijo el hombre.
—Sólo entreganos a los muchachos y nos iremos de aquí, no empeoremos las cosas. — dijo Abril, con tono serio.
—¡No lo haré! — exclamó, apretando más la varita contra el cuello de Isaac.
De repente, el techo del lugar se rompió, Arthur Roberts cayó sobre el hombre que tenía a Isaac.
—¡Te tardaste mucho! Debemos mejorar esa estrategia. — le dijo Laia a Arthur.
—Lo siento, tuve una situación con un tipo por ahí...
—¿Qué hiciste, Roberts? — preguntó Adela, quien se levantaba del suelo después de que Isaac revirtió el encantamiento.
—Era alguien que me robó unas cosas hace unos años, no desaproveché la oportunidad de vengarme...
—Muy bien, Adela, llévate a los demás a la salida, Laia y yo nos encargaremos de la muchacha.
—Jason informa que vienen más guardias, deberíamos cubrir las salidas. — sugirió Isaac.
—Hecho, nos vemos en el punto de extracción en quince minutos.
Arthur, Adela, Hope e Isaac salieron del edificio, dejando solas a Laia y a Abril con la muchacha pelinegra. Laia le sacó la bolsa de la cara, esperando lo peor.
—Su piel está pálida pero no parece que esté muerta.
—¿Tiene pulso? — preguntó Abril.
—¡Lo tiene! Está viva. — dijo, con un tono de alegría.
—Bien, saca tu varita.
—¿Para que?
—Cuando pase la varita por su brazo trata de despertarla.
Abril tomó su varita y conjuro un encantamiento elemental de fuego, pasando la llama por el brazo de la chica pelinegra.
—Ennervate. — susurró Laia.
La pelinegra abrió un poco sus ojos, el plan de Abril había funcionado.
—¡Agatha! ¿Estás bien?
—¿Abril... qué pasó? — preguntó la mujer.
—Te explicaremos después pero ahora tenemos que sacarte de aquí, ¿Puedes caminar o necesitas ayuda?
—Puedo sola.
—Abby, se acercan los guardias, tendremos que enfrentarlos si queremos salir de aquí.
—Bien, usemos todas nuestras fuerzas, envía la señal al grupo de fuerza bruta.
—Sí señorita.
Abril le entregó su varita a Agatha.
—Oh, ¿No la vas a necesitar para enfrentar a esos tipos?
—No te preocupes, puedo arreglármelas sin ella, vamos, te sacaré de aquí.
Laia corrió hasta la salida y se frenó en seco, apuntó con su varita al cielo y conjuró.
—Pericullum. — unas chispas rojas ascendieron hasta el cielo desapareciendo segundos después. Abril salió junto a Agatha, encontrándose con Laia.
» Ya hice el llamado, no deberían tardar en llegar.
—Vamos con los demás, deberían estar en la salida norte.
Las mujeres corrieron, encontrándose con los demás Patengers.
—¿Cuál es el plan, jefa? — dijo Giah.
—Sólo esperen... — respondió la pelivino.
Los guardias se acercaban a toda velocidad en sus escobas.
—Nos van a asesinar. — dijo Isaac.
De repente, algunos truenos impactaron a los guardias que se acercaban más rápido, otros perdían el control de sus habilidades motoras y se estrellaban en los árboles. Mientras tanto, los hombres que se dirigían corriendo de repente cayeron al suelo, gracias a un gran agujero que causó una mujer pelinegra con solo golpearlo.
—Se acabó la fiesta, imbéciles. — soltó Lola Diggory.
—Bien hecho, Alie, me encanta como manejas las mentes.
—A mi me encanta como tiras esos rayos, señor Alexander.
—¡Bien hecho muchachos! — dijo Abril. — la misión está completa, solo nos queda irnos.
—¿Dejaremos este lugar así, nítido? — preguntó Arthur.
—Destruirlo llevaría más trabajo, Roberts.
—Dejamelo a mi, tengo una idea. — contestó Agatha.
La chica cerró sus ojos, concentrándose en su poder elemental heredado de los Sawyer. Sus ojos se volvieron color naranja cuando los abrió, levantó sus manos y una ráfaga de llamaradas comenzó a incendiar el bosque.
—¡Nos vamos, muchachos! — exclamó Jason Wood.
Cada uno de los magos comenzó a desaparecer del bosque.
—Este bosque en llamas me recuerda a...
—Lo sé, lo sé. — interrumpió Adela a Laia.
—Vámonos chicas. — dijo Abril.
El trío junto a Agatha desapareció.
Mientras los Patengers completaban su misión, Robert Mccall se dirigía a Nueva York, con un equipo táctico de policías muggles.
—¿Qué es lo que llevan? — preguntó un hombre, curioso.
—Es un alguien, un alguien importante...
Tras llegar a América, un grupo se encargó de tomar la cápsula en la que transportaban a un hombre pelirrojo y alto.
» ¿Qué tienen planeado hacerle?
—Quitaremos los fragmentos de hielo de su cuerpo, veremos si está vivo. Si lo está sería un milagro... estaremos en contacto, señor Mccall.
—¡Gracias, señor!
Robert salió del lugar, con dirección al Ministerio de Magia, en Inglaterra.
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