Única parte.
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El desagradable olor del cigarrillo lo hizo toser unas cuentas veces. Torció los labios y le mando una mala mirada al alto rubio que exhalaba su segundo cigarrillo en media hora.
—te vas a quemar los pulmones como sigas así. — ladro sin dejar de pasar el paño húmedo por los muebles sofisticados. —por tu culpa tengo que limpiar más cenizas de cigarro que polvo.
El rubio, alto y de cuerpo trabajado, le jalo una mejilla y empezó a reírse cuando el joven le dio un manotazo. —en estos tiempos donde el país es un anciano de avance, lo mejor es vivir rápido.
—suenas como esos locos, desagradable. — el joven de cabello oscuro, ojos cálidos y compleción delgada, arrojo el trapo al sillón y se dejó caer en la alfombra. —solo quiero irme de este país.
—igual que yo pero no podemos hacerlo hasta que se abra el pasaje. — el más alto se dejó caer a su lado, destrozando el cigarro en un bote cercano. —y hasta que te recuperes de esa gripe del diablo.
—me recuperaría más rápido si me dejaras respirar aire puro en vez de esos asesinos de pulmones.
—a veces eres tan malditamente lindo, Lay.
—y tu un jodido aferrado a cada época que visitamos, SeHun. — Lay se giró para quedar frente a SeHun y empezar a picarle el abdomen.
—es solo que encuentro divertido lo que hacían antes de nosotros.
—no debemos aferrarnos... perderemos si lo hacemos...— la mirada del menor se cristalizo.
SeHun lo acerco a su cuerpo y le dejo enterrar su cabeza en la curvatura de su cuello. —hey, estaremos bien. Solo falta una semana para poder irnos. Y entonces...
—JongIn...— susurro Lay.
El gesto del rubio de inmediato se torció. —tienes que olvidarte de él. ¿No lo acabas de decir?
El pelinegro se levantó, sobando su garganta. —sí, ya lo sé.
— ¿A dónde vas? — pregunto mirando como el de los hoyuelos tomaba un abrigo y su cartera.
—necesito ir a comprar los ingredientes para la comida, ya que a cierto oxigenado se le olvido. — le lanzo un cojín y salió con una sonrisa antes de que el mayor le devolviera el ataque.
Rusia, finales de siglo XIX. Doceavo salto en el tiempo, septuagésimo país.
SeHun y Lay eran de la poquísima minoría que podía ver y usar los pasajes que se abrían en el mundo, pasajes para viajar en el tiempo. Su capacidad para soportar los viajes y predecir cuándo o dónde aparecerían, los habían llevado a viajar desde los 15 años, edad donde descubrieron que ambos poseían esa capacidad. Los pasajes eran invocables solo si pasaba un mes desde su última aparición pero hacerlo conllevaba un extenuante cansancio y en caso de ser peligrosamente seguido o que fuera una sola persona la que lo hiciera, podría provocar la muerte.
Ahora, diez años después, visitaban Rusia por segunda vez. Esa vez les toco llegar en la época donde el país estaba pasando por el zarismo, el retraso industrial, político, económico y militar. En pleno inicio del sigo XX y Rusia se negaba a actualizarse.
Si el país o la época no les gustaban, se iban; sencillo. Para la mayoría de las veces habían tenido suerte en donde aparecían uno o más pasajes cercanos pero en esa época los retrasaba más de una cosa.
No era prudente viajar enfermo debido al desgaste de energía que significaba el viaje. Y Lay había enfermado de gripe.
Y el impedimento más grande: se había enamorado de un bailarín extranjero de piel morena y un curioso hábito de tejerle flores en su cabello.
La primera vez que Lay lo vio, el muchacho bailaba junto a los otros miembros más talentosos de la mejor escuela de baile en la plaza roja. El chico de origen chino, quedo fascinado por su baile y como si JongIn fuera consciente de su mirada entre muchas, giro hacia él y le dedico su baile.
Al finalizar el espectáculo, Lay estaba por irse cuando sintió su mano ser tomada con una delicadeza inmensa.
— disculpe pero, no se vaya por favor. —el bailarín de labios carnosos le regalo la sonrisa más bella que había visto. —no pude evitar prendarme de su belleza.
Su primera reacción fue intentar soltarse pero JongIn no le dejo. Desde el inicio se mostró insistente en saber su nombre y que le dejara pasar tiempo con él. SeHun le recalco que no podían enamorarse ni significar nada para la vida de otras personas, pues no eran de su tiempo y no lo serian.
Pero Lay cayó enamorado por un bailarín muy talentoso y con un gran amor por la música.
JongIn se convirtió en su todo y Lay se convirtió en el todo de JongIn.
—me enamore de ti por la belleza y calidez de tu alma. Ame tu ser antes de tu cuerpo. — fue la respuesta del bailarín cuando le pregunto porque se había enamorado de él.
Y Lay estuvo dispuesto a dejar todo por él. —desde hoy, te pertenezco.
SeHun enfureció cuando le descubrió marcas de besos en el pecho y lo hizo jurar que abandonaría a JongIn. Seguía sin poder hacerlo y sus "salidas a reabastecer la cocina" eran excusas para verse con el de piel morena.
JongIn, a sus 26 años, era el único hijo de un matrimonio de clase media y trabajaba como instructor de baile. Un hombre fuerte y con muchas ganas de vivir a pesar de la limitante situación en su país. Su familia vivía en Rusia debido a que sus padres se conocieron ahí y decidieron mudarse para cuando JongIn nació.
Lay sabía que Kai, como había apodado al bailarín, ansiaba poder dejar Rusia y volver a Corea del Sur a triunfar. El chino deseaba poder acompañarlo y verlo cumplir sus sueños pero, ese no era su tiempo y jamás lo seria. Le había prometido a SeHun jamás dejarlo, seguir viajando juntos y encontrar un tiempo donde pudieran ser felices.
SeHun era su hermano, su mejor amigo y la persona que siempre había velado por él. Pero JongIn, JongIn era más que un amigo y un conocido.
YiXing lo amaba. Lo amaba tanto como para dudar de su promesa hacia su hermano y el deseo de dejar Rusia aun con esa angustiante situación. Así como quería quedarse con JongIn y envejecer a su lado, también quería llevarlo consigo. Dejando de lado que SeHun estallaría y se negaría rotundamente, estaba el hecho de que el moreno fuera afectado por el desgaste en el viaje.
Kai era muy noble pero temía que cuando supiera lo que podía hacer, lo tratara de loco o creyera que se burlaba de él y que lo dejara. SeHun alimentaba su inseguridad.
Para su sorpresa, JongIn le creyó.
Aquel día, donde platico con SeHun sobre el viaje, decidió contarle todo a su amado.
—no quiero irme sin ti y si no me crees, lo entenderé y... me iré. Solo quiero que entiendas que eres lo más maravilloso que me ha pasado y que siempre voy a amarte.
JongIn lo abrazo y lo beso. —te creo, aun si suena como la más grande historia de fantasía, te creo. Porque eres tú y te amo más que a nada.
Decir que Lay estaba lloroso y emocionado, era poco. Se negó a soltar a JongIn durante toda la noche, tampoco dejo de besarle las mejillas. El bailarín beso sus manos y sus labios hasta que se quedó dormido.
—iré contigo. — murmuro JongIn con sus labios en sus parpados, antes de que se durmieran.
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—no. — SeHun parecía destilar fuego desde sus ojos.
Lay lo miro con suplica. —hyung...
—dije que no.
Lay se levantó del suelo y tomo las manos de su hermano. —JongIn es fuerte y de verdad me ama.
El rubio torció los labios con fuerza y le apretó las manos. — ¡Dije que no! ¡Solo somos tú y yo!
— ¡Pero yo no puedo irme sin él!
— ¡Si puedes y lo harás! ¡Así como deje a BaekHyun en Londres!
— ¡Lo dejaste porque él no te amaba y porque terminaste asustándolo! — apenas termino de decir eso, SeHun le volteo la cara de una bofetada.
Después de que la cólera momentánea paso, SeHun se dio cuenta de lo que había hecho. El azabache se había llevado una mano a la mejilla roja mientras lo miraba entre dolido e impresionado.
—y-yo no...
Lay salió corriendo tan pronto sus piernas pudieron volver a moverse. El rubio corrió detrás de él, gritándole en coreano.
JongIn iba camino a visitar a su chico cuando lo encontró corriendo mientras cubría sus ojos a momentos. No dudo en correr hacia él, preocupado de su estado y de que fuera a lastimarse.
— ¡Lay, cuidado! — alcanzo a gritar antes de envolver el cuerpo más delgado y protegerlo de la camioneta que los golpeo.
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Les habían dicho que fue un verdadero milagro que sobrevivieran, a pesar de las terribles secuelas.
Lay se había roto un brazo, dos costillas y tenía moretones y raspones. JongIn en cambio, pago el más alto precio: movilidad de por vida.
El moreno se había llevado el golpe más fuerte en la columna y sus piernas habían quedado inutilizables. Atado a una silla de ruedas de por vida, terminaba su vida de bailarín.
El menor de los hermanos se había deshecho en llanto en ese punto. No le importaba su propio cuerpo, el peso de la culpa de haber destruido los sueños de JongIn, era peor que cualquier dolor.
SeHun quedo en shock al ver a su precioso hermano llorar y lamentarse de esa forma. Jamás lo había hecho y a pesar de que originalmente fue su culpa, Lay no le reprocho nada.
JongIn tampoco culpo a Lay y mientras sus lágrimas y llanto eran silenciosas, Lay grito y se lamentó por él.
—perdí mis piernas pero sigues aquí y eso... es más que suficiente.
Pero no para Lay, porque le había arrebatado su futuro.
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Una semana después y con JongIn en el hospital, YiXing se plantó en el palacio de gobierno e imploro que lo ayudaran, que trajeran medicina de Londres o algún tratamiento que sabía que estaba muy avanzado en otros países. Fue sacado todos los días en aquellas dos semanas, con más brutalidad en cada uno, incluso llegaron a amenazarlo con arrestarlo o golpearlo. Solo habían cumplido la última amenaza.
JongIn y SeHun enloquecieron cuando Lay llego con el labio roto y el pómulo morado.
—el Zar se niega a dejar avanzar al país. ¡No les importa que la gente sufra por el retraso! — grito entre lágrimas de impotencia.
Y así paso un mes, donde Lay gritaba a todo pulmón que necesitaban actualizar al país y no dejarlo morir. SeHun termino uniéndose, los padres de JongIn e incluso gente que no tenía nada que ver con ellos. Porque el pueblo estaba harto de los límites y las carencias.
Y el Zar, el máximo poder de Rusia, no movió ni un dedo.
Cuando Lay regreso con los ojos rojos del gas lacrimógeno que los policías rusos le habían arrojado, tomo una decisión.
—voy a volver en el tiempo y evitare que JongIn pierda sus sueños.
SeHun de inmediato se opuso. —no puedes volver tu solo, es un periodo muy corto.
El chico se quitó el cabestrillo y lo miro con el ceño fruncido. —no dejare que la persona que más amo pierda su futuro por mi culpa.
— ¿Y si no puedes? — exclamo el mayor, sosteniendo su muñeca. — ¡no sabes hasta qué punto retrocederás si fuerzas el viaje tu solo! ¿Qué pasa si mueres en su lugar?
El azabache titubeo. —no moriré, solo no saldré corriendo.
Antes de que el rubio pudiera decir algo más, Lay invoco el pasaje con mucha fuerza ya que la fecha donde sería más fácil, había pasado. SeHun se negó a ayudarlo, mas sin embargo entro al portal con un propósito distinto. Tenía que evitar que Lay se encontrara con JongIn desde el inicio.
La diferencia de deseos creo una avería en el pasaje, imposibilitándoles llegar al tiempo que querían.
Cuando tuvieron consciencia de nuevo, estaban corriendo en medio de la calle. JongIn apareció en el rango de visión de Lay y este empezó a gritar.
— ¡no te acerques! — era lógico que JongIn no le haría caso y que todo terminaría igual.
Solo que habían olvidado algo crucial: cada vez que intentabas cambiar algo en el pasado, cambiabas el futuro por lógica. Y la mayoría de las veces, terminaba mal.
Lay termino con una pierna rota y JongIn con sus piernas amputadas. El azabache no paro de gritar desde que se enteró.
No espero ni medio día para cuando invoco el pasaje y cruzo, siendo seguido por SeHun.
La segunda y tercera vez que lo intentaron, JongIn termino en coma, con las piernas rotas o inservibles. La cuarta, la quinta y la sexta vez, el moreno terminaba sin futuro artístico o con daños cerebrales.
Lay estaba enloqueciendo y su salud estaba al borde. SeHun lo sabía pero era ignorado y su desesperación por volver al tiempo donde su hermano no conociera al moreno, nublaba su juicio.
En el doceavo intento, las cosas cambiaron.
—si no puedo evitar que el auto nos golpee, entonces evitare que el daño mayor se lo lleve JongIn.
SeHun grito tan alto como pudo cuando vio que su hermano, su adorado hermano, corría en la dirección contraria a la de JongIn y recibía la camioneta con su cuerpo.
El bailarín grito a la par que corría hacia Lay, dejando las rosas que siempre había estado llevando.
En ese intento, Lay murió y SeHun enloqueció. JongIn le pidió volver y salvarlo, entonces le conto lo que habían estado haciendo. JongIn rompió en llanto durante todo el relato.
Terminaron volviendo.
El llevar a JongIn significaba el doble de cansancio. Regresaron cuando ambos corrían en diferentes direcciones.
— ¡JongIn! — el moreno escucho a Lay gritar desde el otro lado de la calle. — ¡no te acerques!
— ¡alto, Lay! — SeHun acelero en cuanto los vio cruzar miradas.
— ¡juntos! — exclamo JongIn mientras abrazaba a Lay y sentía sus cuerpos ser impactados por la camioneta.
El mundo de SeHun termino destruyéndose cuando el pulso de los amantes se detuvo al mismo tiempo. Con rabia y el corazón roto, invoco al pasaje de tres meses antes.
Cuando abrió los ojos, Lay estaba a su lado, durmiendo. Se levantó rápidamente y verifico la hora, el día, el mes, el año y el lugar donde estaban.
Rusia, finales de siglo XIX. Doceavo salto en el tiempo, septuagésimo país.
Acaricio el cabello de Lay y lo sacudió con fuerza, incapaz de contener su miedo y su alegría. El pobre azabache casi es asfixiado por su hermano.
Después de contarle todo lo que habían hecho y lo que había pasado, Lay volvió a deshacerse en llanto.
—Entonces, jamás debí conocer a JongIn...— se lamentó entre lágrimas. — solo puedo salvarlo si jamás me conoce.
SeHun asintió, culpable y ahora consciente de lo infeliz que sería Lay a partir de ahora.
Cuando llego la fecha donde Lay debía encontrarse con JongIn, los hermanos decidieron partir de Rusia y jamás volver a ese país en ninguna otra época. Adiós Rusia, adiós Zarismo, adiós JongIn.
Con una última oportunidad de verlo de lejos, el pasaje se abrió en un árbol cercano a la plaza roja, lugar donde Lay podría ver a JongIn bailar una última vez.
—es lo más magnifico que veré en mi vida. Siempre me amo con tanta calidez... —musito entre lágrimas y sollozos. —... y me duele saber que seré el único que lo sabrá.
Lay no lo sabía pero su hermano lloraba en silencio a la sombra del árbol. Lay no volvería a amar a nadie como amaba a JongIn, sus sonrisas no serían las mismas, sus risas dejarían de ser alegres, su corazón seguiría roto. Y no podría evitarlo.
Cuando la función termino, el pasaje dio indicios de mostrarse y los hermanos miraron una última vez a Rusia.
—adiós, JongIn...—susurro con las ultimas lagrimas que bajaban por sus mejillas.
Una suave caricia fue lo que lo detuvo. — ¡espera, por favor!
Ambos giraron ante la voz de JongIn. El bailarín los miraba con una enorme sonrisa y una maleta colgada de la espalda.
— ¿Qué estas...? — el azabache no salía de la impresión.
— estoy listo. Ustedes no eran los únicos en recordar cuando despertaron. — Kai recibió a su chico del hoyuelo con los brazos abiertos y nuevas lágrimas. — dijiste que me pertenecías, no puedes retractarte cuando ya soy tuyo.
SeHun bufo aceptando su derrota, jalando de la ropa a los amantes. —El Zarismo de verdad es una pesadilla, ahora quiero ir la creación de los bubble tea.
El pasaje se cerró con un beso, una promesa y un abrazo. Quizás cambiar el pasado no había sido tan malo después de todo.
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FIN.
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